GOING ROGUE: UN RESUMEN (y VII)

02/01/2010

 

Con esta entrada, doy por concluida esta serie dedicada a resumir el libro de Sarah. Un triste intento por mi parte de consolar a todos aquellos que no pueden disfrutar todavía (he dicho “todavía” porque la esperanza es lo último que se pierde, señores editores españoles, ¿me oyen?) del placer de su lectura. En la próxima entrada, les detallaré las impresiones que me ha causado y lo que pienso yo acerca de la oportunidad de su publicación y los efectos que puede producir en una sociedad como la estadounidense que empieza a darse cuenta de dónde se ha metido votando a los bolcheviques… quiero decir a los demócratas. Verán qué año 2010 más apasionante vamos a vivir.

¿Se acuerdan de cuándo Sarah nos guiñó el ojo en pleno debate vicepresidencial? Imagino que a ese par de idiotas de los Wallace les dio un soponcio al verlo. Lástima que no fuera fulminante y se murieran ipso facto. Cuánto bien le hubieran hecho entonces a la campaña de McCain. El caso es que es una imagen que me entusiasma y he querido recuperarla para terminar esta serie de una manera que me parece la más “palin” posible: la de una mujer llena de alegría de vivir.

CAPÍTULO SEXTO: THE WAY FORWARD (El camino adelante)

Tras tres semanas preparando el proceso de transición, Sarah Palin y su familia viajaron a Fairbanks en su autocaravana para proceder al acto protocolario de traspaso de poderes. Sarah recuerda su discurso de despedida y señala que entonces dijo adiós a su puesto como gobernadora, ciertamente, pero también daba la bienvenida a las nuevas oportunidades que se le pudieran presentar, cualesquiera que éstas fuesen. Es por ello que el discurso de despedida había que entenderlo como el primero de una nueva época para Sarah y no como el último de su vida pública. De cualquier forma, los ánimos en la familia Palin estaban altos porque la vuelta a casa, a Wasilla, fue una divertida excursión familiar que disfrutaron todos enormemente.

¿Y ahora qué? Es lo que se pregunta Sarah acto seguido. Y es entonces cuando nos habla acerca de su sentido de la independencia, de su admiración por las figuras de Reagan y Thatcher, de su respeto por los principios en los que se funda el Partido Republicano, pero también de la poca simpatía que siente por algunos de los miembros de ese partido y que le llevan a comprender perfectamente a quienes como su marido Todd optan por no afiliarse y ser independientes. En cuanto a ella, no se considera estrictamente una conservadora o una liberal, pero si tuviera que definirse de alguna manera sería como una “commonsense conservative” (conservadora con sentido común).

¿Y qué significa eso? Para Sarah, eso implica respeto por la historia y la tradición, incluyendo los principios morales tradicionales. A este respecto, no pretende ella ser mejor que nadie, pero cree que el ser humano es un ser caído, que el mundo no es perfecto y, sobre todo, cree que los políticos no van a corregir todo eso y volver al mundo perfecto.  Para Sarah, un conservador es alguien que brega con el mundo tal y como es. Alguien que cree en los derechos y responsabilidades y en la dignidad inherente a cada persona y que reconoce que el ser humano es así y no como a muchos les gustaría que fuese.

Sarah no cree en perseguir utopías. El gobierno no debe “perfeccionar” a los ciudadanos sino protegerlos, protegiendo sus derechos inalienables y estableciendo un contrato social para que puedan convivir todos juntos en paz.

Y en tiempos de crisis como los actuales, Sarah confía en el espíritu emprendedor de los estadounidenses. Cracks y booms se han sucedido a lo largo de la historia y cada vez  ha sido una oportunidad para la “destrucción creativa”, al igual que los incendios forestales en Alaska, que suelen dejar arder y extinguirse por sí mismos y que a la primavera siguiente descubren un nuevo bosque que se ha renovado. Pero cree también en que se explique a la gente, tal y como hizo Reagan, cómo sucede todo eso y en no engañarles haciéndoles creer que nada de eso tiene coste y que es posible hacer magia.

Sarah reconoce que el GOP ha perdido precisamente ese legado que les dejó Reagan y que ha comprometido sus principios. Recuerda su etapa como gobernadora en Alaska, donde los republicanos tenían mayoría sobrada en las cámaras legislativas, pero donde por culpa de unos pocos de esos republicanos, el control pasó a los demócratas más izquierdistas.

En cuanto al crecimiento del gobierno federal, su postura es clara: no. Y no sólo se opone, sino que quiere luchar contra esa visión predominante de la izquierda que propugna más gobierno como solución para todo. Y en cuanto a su repaso de la crisis económica, apunta certeramente a la causa principal de ésta: el que el gobierno federal obligara en su momento a los bancos a conceder hipotecas a quienes evidentemente no podían pagarlas, basándose en una visión fantasiosa de la realidad y no en los meros hechos desnudos, esos que dicen que quien no tiene dinero, ¿cómo va a pagar sus deudas?

Sus críticas a la actual administración son lógicas: la creciente deuda nacional supone un enorme coste económico que encima no está reparando nada. Los principios del libre mercado deben ser respetados y el gobierno no debe interferir en ellos. Sarah recuerda a Reagan y que él tuvo que hacer frente a una crisis aún peor y que lo hizo con éxito porque tenía confianza en sus medidas, las famosas Reaganomics, y perseveró. Para ella, la cuestión energética es la base de cualquier propuesta económica ya que la energía es lo que permite crear riqueza. Se puede perforar en busca de más reservas petrolíferas con seguridad y limpieza y no es sólo que se pueda sino que se debe para que así Estados Unidos pueda dejar de financiar a regímenes hostiles y que además violan los derechos humanos. La guerra contra el terrorismo sólo puede terminar de una manera: con la victoria de Estados Unidos y la derrota de los terroristas. Y esa guerra debe librarse empleando no sólo las armas en el campo de batalla, sino también ayudando efectivamente a quienes quieren luchar por su libertad y por libertad de sus países. Estados Unidos no debe ser indiferente a su lucha. Y ello es especialmente importante en el caso de Israel, que es el único país que cita expresamente.

Para Sarah, Estados Unidos está en una encrucijada de su historia: buscar un futuro mejor o repetir un pasado peor. Por ello, anima a cada estadounidense a tomar partido y nunca dejar que nadie les diga que se sienten y se callen, sino levantarse y luchar. Y lo hace con estas palabras, las últimas del capítulo y unas palabras tan llenas de resonancias churchillianas que no he podido evitar la tentación de reproducirlas para todos ustedes:

The enlightened elites want to tell you to sit down and shut up. But the way forward is to stand and fight. Throw tea parties. March on Capitol Hill. Write letters to the editor. Run for local office – you never know where it may lead. And make your voice heard on every single election day, on every single issue. That is your birthright.
Stand now. Stand together. Stand for what is right.

(Las iluminadas elites quieren decirles que se sienten y se callen. Pero el camino hacia delante es levantarse y luchar. Lancen tea parties. Marchen sobre Capitol Hill. Escriban cartas al director. Preséntense a cargos locales – uno nunca sabe hasta dónde podría llegar. Y hagan que su voz sea oída en cada día de elecciones, en cada asunto. Ése es su derecho de nacimiento.
Levántense ahora. Levántense juntos. Levántense por lo que es justo.)

Hagámosle caso. Que Dios te bendiga, Sarah.

Y como que sé que algunos de ustedes piensan que siento debilidad por Piper Palin (lo cual es cierto), aquí les dejo una foto de la mediana de la familia, Willow. Vale, venga, prometo dejar a Piper por unos días y publicar fotos de sus hermanas para que no se diga. A ver si encuentro una de Bristol con su hijo Tripp. Seguro que sí.


UN AÑO DE SARAH PALIN

01/01/2010

 

Sí, ya sé que hoy es uno de enero y que no hay nadie que esté pegado al ordenador a estas horas, que están todos durmiendo la mona todavía o buscando desesperadamente las aspirinas para aliviarse la resaca, ja, ja, ja. El caso es que me hacía ilusión empezar el año publicando algo y pensando, pensando, me he acordado de un artículo que había enviado hacía tiempo a los de Semanario Atlántico y que estos nunca publicaron (y que le había prometido a Santi como respuesta a una pregunta que me hizo en su momento). Como a todo juntaletras. me fastidiaba la idea de que nadie lo leyera y puesto que me parece un artículo muy apropiado para empezar con buenos ánimos éste que sin duda va a ser un año decisivo para Sarah, no lo he dudado más. Aquí lo tienen. Confío en que les guste.

Si hubo una imagen que quedó grabada en las retinas de todos aquellos que seguimos la pasada campaña electoral en Estados Unidos fue la de la profunda tristeza de Sarah Palin en el estrado del Biltmore Hotel de Phoenix (Arizona), acompañando a John McCain mientras éste reconocía su derrota.

No es habitual que los políticos muestren sus emociones en público, al menos las auténticas, y es por eso que nos impresionó tanto la expresión de su rostro. Sarah estaba realmente triste y sabiendo como sabemos ahora lo que verdaderamente sucedió en el bando republicano durante la campaña, estoy convencido de que esa noche, una vez que por fin se quedó a solas con Todd, Sarah lloró amargamente. Y estoy convencido también de que sus lágrimas no eran de pena por haber perdido, sino de rabia por no haber ganado. Sarah es una deportista nata y sabe aceptar la derrota cuando el rival ha sido superior y no hay nada que objetar a su triunfo, pero otra cosa es cuando el rival ha ganado porque tu propio equipo no ha perseguido la victoria con todas sus fuerzas. En ese caso, las cosas son diferentes y si me dijeran que más de un jarrón voló por los aires esa noche destinado a la imaginaria cabeza de unos cuantos asesores de campaña de McCain, no me sorprendería lo más mínimo.

¿Qué se puede hacer cuando uno ha sido parte destacada de la campaña electoral peor dirigida de los últimos veinticinco años? Poca cosa. Si se trata de un político típico, lo mejor es salir de ahí lo antes posible, volver a tu pueblo y guardar un discreto silencio a la espera de que el tiempo haga su trabajo y nadie se acuerde ya de quién fue el candidato a vicepresidente por el Partido Republicano en 2008. Sin embargo, eso que es lo que haría un político típico, no es en absoluto lo que haría alguien como Sarah Palin, que no es realmente una política, sino una persona normal y corriente que por circunstancias de la vida se dedica a la política.

Es cierto que una vez terminada la campaña electoral, Sarah regresó inmediatamente a Alaska a continuar con su tarea de gobernadora del Estado. Y si bien antes he dicho que estoy convencido de que aquella noche del 4 de noviembre Sarah lloró por no haber ganado, también estoy convencido de que fue durante su viaje de vuelta a casa, mientras volaba cruzando Estados Unidos, cuando tomó la firme decisión de no permitir que esa experiencia acabara convertida simplemente en un mal recuerdo sino que iba a intentarlo de nuevo, pero esta vez ella sola, como lo ha hecho siempre que se ha presentado a unas elecciones. Había invertido tanto esfuerzo en esa campaña y seguro que hubiera estado encantada de haber invertido mucho más, de haber peleado hasta el último momento en estados en los que tal vez hubiera podido arrancar algún voto electoral más; de haberse reunido con la prensa todos los días de la campaña y no sólo para esas tres entrevistas televisadas de las cuales dos parecían preparadas ex profeso para su fracaso; de haber puesto las cartas sobre la mesa y haber sacado todos los trapos sucios de un candidato, el demócrata, que parecía el anuncio andante de una lavandería propiedad de la prensa tradicional… En definitiva, Sarah hubiera querido luchar hasta el final, pero los cabezas huecas que dirigían la campaña de McCain no parecían tener el más mínimo interés en ello. Y cuando en un equipo, sólo hay un jugador con ganas de seguir corriendo mientras todos los demás ya se están desatando las zapatillas, poco puede hacer éste por evitar la derrota.

Ha pasado algo más de un año desde esa noche de noviembre, posiblemente la más dura que haya tenido que afrontar Sarah en su vida pública. Pero como quiera que siempre es noche cerrada antes del amanecer más hermoso, incluso para Sarah ha llegado el nuevo día. Ha sido un año de mucho trabajo, un año en el que ha tenido que tomar muchas decisiones sin saber si eran acertadas o no, un año en el que quizás haya pensado más de una vez si no se estaría metiendo en un berenjenal del que igual no podrá salir luego, pero tal y como ya he dicho antes, Sarah no es una política típica, sino una persona normal y corriente que se dedica a la política. Y como que no lo es, no son las encuestas y las opiniones de los expertos de los medios de comunicación los que le dictan su devenir, sino su propia intuición y su fe en que el camino está ahí y sólo Dios sabe adónde la conducirá, pero ella tiene confianza y sabe que se hace camino al andar.

Ha pasado algo más de un año y han pasado muchas cosas en ese intervalo: Sarah ha vuelto a Alaska y ha dejado de ser su gobernadora, forzadamente, pero con la certeza de que cuando una puerta se cierra, otra se abre; Sarah ha soportado una campaña de acoso por parte de los medios de comunicación y de activistas políticos rivales que no ha tenido parangón en ningún momento de la historia de Estados Unidos, pero la ha resistido y hasta la ha silenciado en gran parte; Sarah ha puesto las bases de lo que algún día será su propia organización política, una organización compuesta por gente de su absoluta confianza y que trabajará por ella y no contra ella; Sarah está reuniendo a su alrededor un equipo de personas que comparten sus ideas y sus ganas de luchar por Estados Unidos y que la asesoran completando sus conocimientos; Sarah ha conservado la esperanza de tantos y tantos estadounidenses que confiaron en ella durante la pasada campaña electoral y supieron nada más verla que era una de ellos y ahora que está de nuevo lista para luchar siguen dispuestos a apoyarla de la misma manera que hace un año: con todo su corazón y todas sus fuerzas.

Es cierto que ha pasado un año y que ese año ha sido uno de esos que nunca se olvidan, pero también es cierto que es la adversidad lo que nos prueba y nos fortalece y Sarah es demasiado buena corredora de fondo como para no saber que en toda carrera siempre hay momentos de desfallecimiento y que sólo la voluntad de continuar hasta el final y mantener la vista fija en la carretera te permiten superarlos. Y como que lo sabe, no será con tonterías como una nueva calumnia aquí o un nuevo insulto allí con lo que lograrán doblegarla.

Fue el pasado 6 de noviembre cuando Sarah dio uno de sus contados discursos en Milwaukee (Wisconsin) en un acto a beneficio del Wisconsin Right to Life. Una de las asistentes a dicho discurso, K. Carpenter, una de las bloguistas de ese magnífico blog que es Conservatives4Palin, señaló que “su sonrisa había vuelto a ella y era más grande y más brillante que cualquier otra que le haya visto en mucho tiempo. Para mí, lo más llamativa de su aspecto eran sus ojos. Brillan de nuevo y su mirada revoloteaba alrededor de la sala. Se le veía saludable, feliz y llena de vida”.

Sí, es cierto. Sarah Palin ha vuelto a ser la que fue un 29 de agosto de 2008, cuando muchos de nosotros la descubrimos por primera vez y conocimos por fin a una persona como nosotros, que pensaba como nosotros y que prometía trabajar por nosotros. Y esa promesa suya nos llegó directamente al corazón y no tuvimos la más mínima duda de que era sincera. Y es ahora, después de todo un año, cuando Sarah ha vuelto y ha vuelto para ser ella misma y nunca más la segundona de nadie. Y nosotros también hemos vuelto. Con ella. A su lado. Juntos de nuevo. A ver quién nos para ahora.


EL GOING ROGUE TOUR: ¿UN ENSAYO PARA 2012? (y II)

09/12/2009

 

La semana que viene daré comienzo a esa serie de entradas sobre el libro de Sarah, Going rogue, que les estoy anunciando con más insistencia que los calentólogos el fin del mundo. En ellas, no voy a reseñar exactamente el libro, sino que haré un resumen capítulo a capítulo, destacando todos aquellos datos que me han sorprendido bien fuera porque no los conocía, bien fuera porque los conocía incorrectamente. Para mi satisfacción, puedo decirles que todo el trabajo de investigación que realicé en los primeros tiempos de este blog, cuando relataba la historia de Sarah, se ha demostrado bastante acertado, no habiendo metido la pata más que en algún que otro detalle menor. Es de lo más interesante conocer la versión de Sarah en muchos asuntos y si bien algunos piensan que con este libro lo único que pretende es ajustar cuentas, no estoy de acuerdo porque no lo hace. Al contrario, me ha sorprendido la brevedad con la que trata asuntos tan delicados como el Troopergate, la entrevista de Katie Couric, las ethics complaints y otros en los que podría haberse explayado y clamado justicia a todos los dioses como una especie de Electra moderna. Sin embargo, se limita a dar su versión de lo sucedido y punto, lo cual está más que bien porque hay muchas cosas más interesantes de las que escribir que sobre eso, aunque tampoco lo pueda obviar.

Dos palinistas de pro haciendo lo que deberían estar haciendo todos los palinistas de pro en estos momentos: leyendo Going rogue. ¡Malditos editores españoles! ¿A qué están esperando para encargarme la traducción? Si la haría hasta gratis. ¡No ven que es ya una cuestión de salud pública! Y a Rillot que le encarguen el prólogo a la edición española, por favor. Mejor, que se lo encarguen todo a él que lo hará mil veces mejor. Yo me conformo con ser su bloguista más malo.

Lo que viene después del Going rogue tour

Diciembre trae consigo el final de la gira de Sarah Palin, las Navidades y la temida cuesta de enero. Sin embargo, y a diferencia de otros años, febrero promete ser un mes más que interesante para todos los partidarios de Sarah Palin. A falta de confirmar más eventos, los tres que Sarah ya tiene programados para ese mes son de aúpa. En concreto, me estoy refiriendo a los siguientes:

  • En primer lugar, el 5 de febrero, Sarah viajará  a Salina (Kansas) para pronunciar un discurso en el banquete anual de la Cámara de Comercio de la Zona de Salinas, un evento que suele estar abierto a todos los miembros del público que adquieran una de las entradas puestas a la venta (lo que van a durar) después de haber atendido todas las peticiones de los miembros de la Cámara.

Y es que al igual que sucedió con su discurso en Hong Kong, esta institución tiene la costumbre (buena costumbre, diría yo) de invitar a sus saraos a una figura prominente del mundo de la política tanto nacional como internacional, habiendo pasado por allí desde el antiguo presidente George H. W. Bush (Bush 41) y el antiguo primer ministro británico John Major, hasta el antiguo fiscal general de Estados Unidos, John Ashcroft.

Todavía no sabemos sobre qué versará su discurso, pero imagino que dependerá un poco del momento político que se viva en Estados Unidos en esa fecha. Sin embargo, tengo una corazonada que me dice que puede ser su discurso más “político” hasta la fecha, entrando en detalles acerca de su propuesta de “common sense conservatism” (conservadurismo con sentido común) y puede que hasta polemizando con la actual administración en más de una cuestión, pero siempre con haciendo mucho énfasis en la economía ya que por algo se trata de una cámara de comercio.

  • En segundo lugar, al día siguiente, 6 de febrero, Sarah será la oradora principal en lo que va a ser la primera convención nacional del movimiento Tea Party que tendrá lugar en Nashville (Tennessee) durante los días 4 a 6 de febrero. Ésta es la primera vez que Sarah se vincula de manera directa con este movimiento, fuera ya de meras declaraciones de simpatía y apoyo por su parte. La congresista republicana por Minnesota, Michele Bachmann, es otra de las oradoras invitadas.

Después de unos meses en los que parecía que el movimiento Tea Party había desparecido de la vida pública, nada más lejos de la realidad; son otros que están recargando también. Así, esta convención trata de poner en contacto directo a tantos organizadores y voluntarios del movimiento como sea posible, proporcionando la mejor preparación a quienes son sus verdaderos líderes del movimiento para organizarse de cara a las elecciones de 2010, una ocasión de oro para hacer valer su fuerza, algo que ya se demostró más que decisivo en NY-23. Una de las propuestas que se pretende llevar a cabo es la de celebrar una concentración masiva en toda Estados Unidos el Tax Day (15 de abril), además de organizar otra marcha sobre Washington el próximo 12 de septiembre, al igual que ya ha sucedido este año. Tal y como dice la propia organización en su página web (ver aquí):

“En lugar de promocionar a un grupo, evento o candidato, el objetivo prioritario de este encuentro es reforzar la conexión personal y la coordinación entre grupos locales por todo el territorio nacional. Los líderes del movimiento Tea Party son los organizadores locales y los voluntarios de cientos de ciudades. Este evento debería servir para presentarse personalmente unos a otros y compartir ideas acerca de cómo tener un mayor impacto en 2010.  Los objetivos son interconectar, fortalecer e inspirar a los líderes locales y voluntarios para alcanzar mayores objetivos en 2010”.

Evidentemente, el objetivo de la convención no es el de nombrar a Sarah Palin presidente del movimiento Tea Party, pero sí buscar la manera de que los miembros del movimiento y ella, la favorita del movimiento a la hora de representarlo, puedan encontrar una manera de trabajar juntos en lo que no deja de ser una agenda común por ambas partes, la descrita en la página web del movimiento en estos términos:

Tea Party Nation (o TPN) es un grupo autogestionado de personas de igual opinión que desean las libertades dadas por Dios a cada ser individual y que fueron puestas por escrito por los Padres Fundadores. ¡Creemos en el gobierno limitado, la libertad de expresión, la Segunda Enmienda [derecho a tener y llevar armas], nuestros militares, unas fronteras seguras y nuestro país!”.

Como ya escribí hace un tiempo, el movimiento Tea Party necesita un líder, ahora bien, ¿será Sarah Palin ese líder? Cuando el verano pasado, el Tea Party Express, aquella gira en autocar que organizaron los del movimiento para hacer llegar su mensaje y convocar a la gente a la Marcha sobre Washington del 12 de septiembre, recorría el país, muchos esperaban que Sarah se uniese al recorrido en alguna de sus paradas, algo que no hizo. Como tampoco apareció en Washington el día de la Marcha. Sin embargo, finalmente, Sarah ha accedido a pronunciar el discurso principal en su primera convención nacional y de allí espero que salgan las líneas maestras que van a marcar una relación entre un movimiento que busca un líder y una líder que está creando paso a paso su propia base de apoyo, pero que se niega a ser encuadrada en ningún movimiento que no sea el suyo propio. Es por eso que creo que es más fácil que sea alguien como Michele Bachman quien pueda ser la cara “oficial” del movimiento (especialmente porque ella es congresista y ella sí que puede hacer resonar su voz en Capitol Hill) por mucho que su espíritu sea el de Sarah Palin. Y es que si algo ha aprendido ésta última de su tiempo con McCain es el peligro que supone el no llevar las riendas. El movimiento Tea Party ya tiene algunos líderes propios, los de las organizaciones que lo sustentan (entre otras, por ejemplo, National Taxpayers Union, American Majority, Smart Girl Politics y SurgeUSA). El que Sarah pretendiera ocupar la cabecera de la mesa la convertiría en una primus inter pares y la dejaría en una mala situación para elegir libremente su propio destino, algo que por lo que estamos viendo desde hace meses es su principal objetivo: ella apunta, ella dispara. ¿Colaboración con el movimiento Tea Party? Por supuesto porque los objetivos de ambos son idénticos. ¿Integración de uno con otro? No. Además, Sarah ya ha demostrado más de una vez que no pretende aglutinar a todos los descontentos con la politics-as-usual, sino que prefiere una constelación de organizaciones que se apoyen mutuamente a la espera de que todas juntas cristalicen en una base de apoyo como la que dio la victoria a Ronald Reagan en 1980.

  • En tercer lugar, el 8 de febrero, Sarah viajará a Redding (California) para pronunciar otro discurso en la Sierra-Cascade Logging Conference, una de las reuniones más importantes del sector maderero en todo el país. El discurso muy posiblemente se centre en cuestiones de energía y su visión sobre la conservación del medio ambiente de una manera tal que no impida el desarrollo económico. Es una suposición, pero sería bastante lógico que versara sobre ello.

Como podemos ver, tres discursos en cuatro días y uno de ellos tan importante como el del día 6 en Nashville. Convertida en el centro de atención del movimiento conservador estadounidense (que no republicano porque el Partido Republicano está más que tocado después del desastre que supuso para su credibilidad NY-23) y consolidada en su papel como referente de la oposición política a la actual administración, Sarah Palin se encuentra en una situación casi ideal con su propia base de apoyo que no deja de crecer y crecer, sus propios recursos económicos (su capacidad de recaudación aún no ha sido puesta a prueba pero nadie duda de que puede superar todas las marcas dejadas por el actual presidente), su propia organización política (SarahPAC sigue trabajando y su círculo de asesores, muchos de ellos procedentes de la campaña McCain-Palin, se va completando con nombres cada vez más valiosos –menos el de Schmidt, que es sinónimo de “zoquete engreído”) y su propio canal de comunicaciones (Facebook y su millón largo de “amigos” le permite llegar a todo el país sin tener que suplicar una entrevista en un medio de comunicación; además, ahora son ellos los que le suplican una entrevista o si no que se lo digan a Oprah, cuyos datos de audiencia el día de la aparición de Sarah en su programa fueron los mejores en dos años). En definitiva, Sarah está preparada para empezar a disparar, después de todo este tiempo recargando, tal y como dijera bien gráficamente su padre. Y el primer tiro ya lo ha dado: el Going rogue tour.

¿Despegamos?

Voy a ser audaz. En mi opinión, el Going rogue tour supone un ensayo a pequeña, muy pequeña, escala de lo que va a ser la campaña electoral de Sarah en 2012. ¡Toma ya! Por audaz que no quede. Más en concreto, creo que el Going rogue tour es un ejemplo de cómo va a ser dicha campaña, una campaña basada en el contacto personal, inmediato y directo con los votantes. Vamos, casi como si Sarah le dijera a Steve Schmidt, el asesor principal de McCain en la pasada campaña electoral: “¿Lo ves, idiota? ¡Esto es lo que tendríamos que haber hecho y no lo que hicimos, so cabeza hueca!”.

Ciertamente me arriesgo mucho diciendo esto porque más de uno de mis lectores estará pensando que me he pasado porque no se trata más que de la presentación de un libro y no de buscar el voto para unas elecciones. Sin embargo, entre vender libros y vender a un candidato no veo yo mucha diferencia y eso es lo que me hace pensar que detrás de toda esta gira hay más de lo que parece a primera vista.

Para empezar, tomemos la gira en sí. Una gira por 26 estados, uno más de la mitad de los que componen Estados Unidos por mucho que para el actual presidente, Estados Unidos esté constituido por 58 estados, tal y como dijo públicamente el 8 de mayo de 2008 en Oregón (para ver la pifia y reírse un buen rato, haga clic aquí. A saber de dónde habrá sacado él los que sobran). En esos 26 estados, ha parado en 32 localidades distintas, pocas de las cuales son las grandes capitales en las que todos pensamos cuando alguien nos hace una encuesta y nos pregunta por ciudades de Estados Unidos, ya saben: Nueva York, Washington, Los Ángeles, Boston, Chicago, Miami, etc. Sí que ha habido grandes localidades como Cincinnati (Ohio), Phoenix (Arizona), Minneapolis (Minnesota), Salt Lake City (Utah) o Reno (Nevada), pero no son las habituales en una gira de este tipo. Sarah ha dejado aparte lo que podría denominarse como la América “liberal” y se ha volcado en la “conservadora”, la que todavía siente su bandera como propia y no se avergüenza de ella, la que en palabras del presidente “vive aferrada a sus armas y a su religión”, la que no quiere que el gobierno federal les dé la sopa boba y a cambio sólo aspiran a que les deje en paz para ganarse la vida con el sudor de su frente. Es decir, sus votantes naturales. Los que tienen claro desde el año pasado que Sarah “es una de ellos” y que no han cejado en su apoyo a ella desde entonces.

Después, podemos ver como esta gira no ha sido una mera gira de carretera y manta que diría un castizo sino que ha estado salpicada de apariciones ante los medios de comunicación. Muchas apariciones. De hecho, los medios se han dado de tortas para conseguir la presencia de Sarah en sus programas y el que no lo ha conseguido… bueno, es un dato para reflexionar sobre ello. La víspera de empezar la gira, Sarah apareció en el programa de Oprah, una de las principales voceras del actual presidente. Fue un movimiento arriesgado pues muchos pensábamos que Oprah podría estar deseosa de emular a Couric y tenderle una trampa, pero Sarah ha aprendido mucho desde entonces y ya no tiene a Nicole Wallace, otra que tal, a su lado para que la lleve a la boca del lobo. La entrevista fue buena desde el punto de vista de Sarah ya que no tuvo el más mínimo problema para responder a lo que quiso y no responder a lo que no quiso; para Oprah, fue un regalo de Navidad ya que obtuvo los mejores datos de audiencia en los últimos dos años. Evidentemente, no es una entrevista para recordar porque no se trató apenas ningún tema de interés. Mera chafardería y un repaso bastante innecesario por varias de las Palin smears que amargaron la vida de Sarah durante toda la campaña electoral y posteriormente, desde el escándalo ese de la ropa hasta el embarazo de su hija Bristol, pasando por la maternidad de Trig. En algunos momentos, Oprah estuvo un poco estúpida, pero nada excesivo. Se entiende porque es una periodista progre y todos sabemos lo muy limitados intelectualmente que están esos tipos. Es casi para sentir lástima de ellos, ¡snif, snif!

Una vez que Sarah dio el aldabonazo con su aparición en el programa de Oprah, empezó la gira y con ella una larga serie de apariciones en programas de periodistas, ahora sí, serios y competentes. Repasen la lista conmigo y convendrán en su excelencia: Barbara Walters, Rush Limbaugh, Mark Levin, Sean Hannity, Eddie Burke, Bill O’Reilly, Greta Van Susteren, Laura Ingraham, Dennis Miller, Gretchen Carlson, etc. Con todos ellos, Sarah pudo centrarse por fin en sus propuestas políticas y de hecho algunas de esas entrevistas las he ofrecido traducidas en este blog. ¿Qué es lo bueno de toda esta exposición a los medios? Pues fundamentalmente que borran de la memoria del público aquel par de entrevistas Gibson/Couric que hasta ahora ocupaban la mente de todo el mundo cuando recordaban a Sarah. Las vuelven tan viejas que parece un mal chiste que alguien las pretenda recordar a estas alturas. Como una foto nuestra de adolescentes con acné, pelo largo y llevando unos tejanos gastados cuando ya hace tiempo que hemos rebasado la cuarentena y tenemos cientos de fotos posteriores para escoger, bien cortados, bien afeitados y bien vestidos.

Por otra parte, la gira tenía como objetivo fundamental el promocionar un libro, ciertamente. Pero es que la autora es una política y, en consecuencia, es inevitable el hablar con ella de política. ¿Qué ha hecho Sarah durante sus entrevistas? Aparte de referirse al libro y a su familia, Sarah se ha dado buena maña en hace hincapié en su mensaje de “common sense conservative” (conservadora con sentido común), algo que aparece a menudo en las páginas de Going rogue también, centrando su mensaje en unas pocas ideas-fuerza: la cuestión de la economía (menos impuestos), la cuestión de la energía (Drill, baby, drill!), la cuestión de la seguridad nacional (estamos en Afganistán, y donde haga falta, para ganar), la cuestión de la reforma de la Sanidad (“death panels”) y la cuestión de una clase política que vive a espaldas de sus representados y que pretende aumentar aún más su poder (¡basta al crecimiento del gobierno federal!). Es decir, unas pocas ideas que configuran el corazón de su propuesta política y que a base de repetirlas una y otra vez acaban calando en la mente del público y distinguiendo perfectamente a ese candidato de sus competidores, tanto demócratas como republicanos. Resulta curioso comprobar además que algunas de esas ideas son las mismas que la llevaron a ganar las elecciones como gobernadora de Alaska: menos gobierno, más energía y una reforma ética ya. Es cierto que Sarah todavía tiene que articular un poco más su mensaje, pero es lo que está haciendo y ahora mismo, la parte que conocemos, es lo bastante consistente como para pasar la prueba de una campaña electoral  con sus debates televisados incluidos (¿se imaginan a Sarah zurrando de lo lindo al presidente en la tele?). Mientras tanto, Sarah sigue completando su equipo de asesores y por lo que conocemos de estos, son de lo mejorcito; gente bien preparada, con experiencia y que creen en ella. Además, su programa (o lo que acabará siendo éste) habla de las cosas que realmente importan a los estadounidenses corrientes y lo hace en su propio lenguaje, nada de hablar de un “cambio” celestial ni del precio de la rúcula. Habla de personas y desafíos, de libertad y de trabajo duro, de Estados Unidos y de su destino excepcional. Habla con el corazón y eso es algo a lo que hace mucho tiempo que los estadounidenses no están acostumbrados. Por eso la gente se siente tan identificada con Sarah y por eso la opinión de todos ellos es la misma: “Ella es una de nosotros”.

Gira, presencia en los medios de comunicación, programa… ¿y la gente? Pues haciendo colas de veinticuatro horas en medio del frío esperando para verla unos pocos segundos. Semejante demostración de veneración no ha sido vista en Estados Unidos desde hace mucho tiempo. Sarah atrae multitudes. Sarah puede llenar el campo de fútbol que ustedes quieran con sus seguidores. Sarah puede romper todos los records de recaudación de donaciones del actual presidente tan pronto como se ponga a ello. La gente está con Sarah y es cierto que yo no soy el más indicado para decirlo porque no dejo de ser más que una cheerleader masculina suya, pero es algo evidente para cualquiera que tenga ojos en la cara. Por algo Huckabee se está planteando su retirada de la campaña porque el electorado al que pretende llegar él es el mismo que está captando masivamente ella. Su visita al pastor Billy Graham y la “bendición” por parte de éste nos demuestra el entusiasmo que despierta entre el electorado tradicional para el cual la religión no es algo vergonzoso que esconder sino todo lo contrario. El apoyo electoral por parte de estos votantes a un candidato supone prácticamente el triunfo de éste en muchos estados de Estados Unidos, el llamado Bible belt (cinturón bíblico), que coinciden bastante bien con el Sur histórico de Estados Unidos.

Todavía es pronto para pronosticar victorias, pero la intensa movilización que experimentan los partidarios de Sarah en todo el país mueve a pensar en unas primarias republicanas con un elevadísimo índice de participación, en muchos casos de personas que no suelen participar en ellas, y en las que los rivales de Sarah se van a encontrar con muchos problemas para triunfar porque por cada votante que puedan tener, Sarah puede quitarles tres. Es el “efecto Palin” que ha llevado incluso a alguna población ha declararse “Palin country” (Tri-cities, Washington) en lo que no deja de ser una broma, pero con mucho sentido. Las elecciones de 2010 están a menos de un año vista y veremos quiénes serán los candidatos favorecidos por el apoyo de Sarah. Sin duda, más de una sorpresa habrá. Ya demostró Sarah en NY-23 hasta qué punto puede ir ella going rogue y sin duda no será la última vez, sobre todo después del bochornoso espectáculo con que nos regala el GOP día sí y día también. Y es que si aún hay alguien que tenga alguna duda, simplemente piense: ¿cómo estaría Estados Unidos sin Sarah Palin en lo que se refiere a la oposición a la actual administración? De hecho, ¿habría alguna oposición de verdad? ¿El GOP ya sería una segunda marca del Partido Demócrata? ¿Sería Estados Unidos ya un país de partido único?

En definitiva, que entiendo que el Going rogue tour aparte de su intención fundamental de servir a Sarah como medio para restaurar el contacto personal entre ella y los estadounidenses normales y corrientes a la manera que a ella le gusta: a pie, sonriendo, con Trig en brazos, Piper a su lado y preguntando su nombre a todo el mundo, es también una discreta prueba del tipo de campaña que pretende realizar en 2012 (que sí, ¡Palin 2012!), una campaña sin columnas de cartón-piedra al estilo de su rival demócrata ni levitaciones colectivas ni promesas de arco iris y unicornios, sino una campaña de tú a tú al mejor estilo alasqueño, ¡caramba!

Hay quien opina que 2012 es muy pronto para Sarah. Yo opino que no es muy pronto sino que es muy tarde porque tendría que haber sido 2008. Sencillamente no podemos permitirnos cuatro años más con el actual presidente en la Casa Blanca. Además, no es Sarah de hacer cálculos porque si alguna vez los hubiera hecho, no hubiera llegado nunca adonde ha llegado. Ella pone su destino en manos de Dios y echa a andar confiada. ¿Que el presidente optará a la reelección y no es un buen momento ése? También Murkowski, el anterior gobernador de Alaska, optaba a la reelección y ganó Sarah. ¿Qué el Partido Republicano y muchos sabihondos de esos que escriben por ahí la odian? También la odiaban en Alaska y ganó Sarah. ¿Que todavía le faltan conocimientos y habilidades? No hay ninguna escuela para presidentes y todos llegan al cargo sin saber qué hacer, pero ella ya ha vivido una transición como gobernadora entrante y saliente, sus ideas están claras, sabe lo que quiere y además está aprendiendo tanto que de aquí a tres años puede que sepa más que los ratones colorados y a buen seguro más que el actual presidente quien nunca me ha parecido una lumbrera que digamos sino un buen vendedor de crecepelos.  Pero es que después de cuatro años untándote la calva con el menjunje ese, hasta el más crédulo acaba comprendiendo que le han timado. ¿O no?


EL GOING ROGUE TOUR: ¿UN ENSAYO PARA 2012? (I)

09/12/2009

 

Es cierto que algunos de nosotros, bloguistas (que no “blogueros”) palinistas, estamos obsesionados con saber si Sarah se presentará a las elecciones presidenciales de 2012. Es cierto también que muchos periodistas mucho más listos que nosotros le han hecho esa misma pregunta a la propia Sarah y ésta siempre les ha dado largas por respuesta. Y hace bien porque eso es algo que, ahora mismo, sólo le importa a ella (aunque Todd seguro que lo sabe, pero ése es de confianza y no se irá de la lengua, no). ¿Quieren saber mi opinión? Pues creo que Sarah SÍ tiene la intención de presentarse, pero no lo anunciará hasta que sea el momento oportuno, a mediados de 2011, cuando ya no pueda obviar por más tiempo la decisión de presentarse o no a las primarias del Partido Republicano. Pero eso no es más que mi opinión y como quiera que está demasiado entreverada de esperanzas personales, no es de fiar. Además, les recuerdo que yo fui el primo ése que un buen día predijo que Sarah se presentaría a la reelección como gobernadora de Alaska y ya ven… No, si lo mejor que podríamos hacer algunos es callarnos cuando se trata de jugar con la bola de cristal. Sin embargo, hay indicios que me mueven a pensar que Sarah no da una puntada sin hilo y a lo largo de esta entrada (que será doble, lo siento) vamos a repasarlos todos. Luego, ustedes juzgarán si estoy como una cabra, lo que sería una vergüenza para un alce hecho y derecho como yo, o si por el contrario algo de razón tengo.

Una bonita imagen de Sarah. Ésta foto es de la entrevista que mantuvo con Greta Van Susteren hace poco tiempo y de la que les he dado cumplida cuenta en este blog. Aunque aquí no se ve, Sarah lleva puesta una camiseta del ejército estadounidense y se nota que le gusta llevarla, cosa que el actual presidente de Estados Unidos no podría hacer porque todos nos daríamos cuenta de que no es más que una pose. Pero Sarah no; la luce con orgullo y le hace honor. Hail the Chief!

Los antecedentes: no es una retirada, sino un avance en otra dirección o estoy recargando, espera y verás (Sarah dixit)

Cuentan del ave fénix que renace de sus cenizas. Políticamente hablando, no sé si se puede decir lo mismo de Sarah Palin ya que no creo que haya llegado nunca a estar muerta en ese sentido. Sin embargo, de alguna manera podemos entender que es así ya que la Sarah Palin que vemos a día de hoy no se parece en absoluto a la que conocimos el año pasado durante la campaña electoral, aquella tan aislada del público por los estúpidos asesores de campaña de McCain que acabó provocando un movimiento de protesta que pedía que la dejaran ser ella misma. (¿Lo recuerdan? Free Palin!).

Y si a alguna se parece es precisamente a la Sarah Palin que nos electrificó a todos durante la pasada Convención Republicana de Saint Paul (Minnesota) cuando pronunció su discurso de aceptación de la candidatura a la vicepresidencia, o sea, a la auténtica. Eso fue justo antes de que los de nuevo estúpidos asesores de campaña de John McCain la tomaran en sus manos y la estropearan. Todos sabemos ya a qué condujo la incompetencia de esos tipos y siquiera por irritante no es necesario repetirlo de nuevo (¡Schmidt, tarugo!). Tras las elecciones, Sarah Palin regresó a Alaska, trató de reanudar su vida anterior como gobernadora del estado, descubrió que era imposible porque las cosas habían cambiado irreversiblemente para ella y no tuvo más remedio que dimitir de su puesto ante la imposibilidad de llevar a cabo su tarea con la eficacia que sus conciudadanos le exigían y que ella les había prometido a su vez. Ése fue un punto de inflexión en su carrera tras el cual se retiró realmente de la vida pública mientras esperaba a que se calmaran las aguas, alborotadas tras su inesperada decisión.

Desde el 3 de julio hasta el 7 de agosto, Sarah apenas dijo una palabra y si podemos decir que el 7 de agosto es la fecha “final” de su voluntario silencio, ello se debe únicamente al enorme eco que encontró aquella famosa “nota” que publicó en su página de Facebook mencionando por primera vez la expresión “death panels” y que, de alguna manera, la volvió a situar en el ojo del huracán. Pese a todo, Sarah se limitó a responder a sus críticos con más notas en Facebook, nunca personalmente, y es por ello que pienso que a pesar de todo, la fecha del 7 de agosto no puede ser considerada como la de su regreso a la escena política. Para mí, la verdadera fecha que marca ese regreso, un regreso consciente y con todas las consecuencias, es la del 23 de septiembre cuando pronunció aquel magnífico discurso en el foro anual del CLSA Asia-Pacific Markets en Hong Kong. Su discurso, centrado en cuestiones de política exterior pero con una parte referida a la política interior, lo interpreto yo como su declaración de principios, una especie de cuaderno de bitácora a partir del cual saber cuál iba a ser su rumbo a partir de entonces. Recordemos que fue allí cuando lanzó la expresión “common sense conservative” (conservador con sentido común) como etiqueta bajo la que clasificar lo que iba a ser su propuesta política.

Desde ese día, la actividad de Sarah Palin no ha dejado de aumentar. Poco después, nos anunció la próxima publicación de su autobiografía, Going rogue, además de advertirnos de que se echaba a la carretera en una gira de presentación del libro que la iba a llevar por todo el país. La gira además incluía una serie de apariciones en los medios de comunicación, apariciones cuidadosamente seleccionadas esta vez, que resaltaban poderosamente al compararlas con su silencio anterior. Además, si antes solía publicar en su página de Facebook alguna que otra nota, ahora publica todas las que puede sobre todo, absolutamente todo, lo que está pasando en Estados Unidos, además de haber recuperado su vieja página de Twitter. Por decirlo de alguna manera, Sarah Palin ha despegado de nuevo y aún está cogiendo velocidad pero cuando la coja finalmente, como se demostró cuando apoyó expresamente a Doug Hoffman contra la candidata oficial del Partido Republicano, la Scozzafava esa, en su carrera por el escaño en la Cámara de Representantes correspondiente al 23º distrito electoral de Nueva York, más de uno haría mejor en apartarse antes de ser arrollado por ella y encontrarse tirado en la cuneta.

El Going rogue tour: Sarah toma el pulso a los estadounidenses

La autobiografía de Sarah salió al mercado el pasado día 17 de noviembre con unas perspectivas realmente optimistas: nada más anunciarse, copó inmediatamente el primer puesto tanto en Amazon como en Barnes & Noble en la lista de libros más vendidos (encargados, en este caso). La editorial, HarperCollins, había encargado una primera edición de 1,5 millones de ejemplares. No andaban muy desencaminados dado que hace muy poco, la portavoz de la editorial, Tina Andreadis, ha anunciado que transcurridas dos semanas solamente desde su lanzamiento, Going rogue ha vendido ya un millón de ejemplares, 700.000 de los cuales lo fueron durante la primera semana (¡y uno de ellos es el mío!), habiendo elevado la tirada hasta los 2,8 millones de ejemplares. Para aquellos que como yo gustan de las comparaciones, el libro del presidente de Estados Unidos, The audacity of hope, vendió 182.000 ejemplares durante sus primeras tres semanas a la venta (tres, no dos) y ello a pesar del tratamiento extremadamente favorable que obtuvo por parte de la crítica y de los medios de comunicación, algo de lo que no ha disfrutado Sarah, por ejemplo, a quien la crítica ha tratado con bastante condescendencia a pesar de que su libro es bastante mejor que el del presidente (recuerden que hubo quien dijo a raíz de su libro que el presidente era “el escritor más poderoso desde Julio César” y no le tembló ni una pestaña al decirlo, señor, señor).

Sin embargo, lo realmente sorprendente de todo esto no son sus cifras de venta a decir verdad, sino lo que está sucediendo con su gira de presentación. Sabiamente alternada con una entrevista tras otra en los medios de comunicación más fiables para alguien que como Sarah se define como una “conservadora”, su arranque el pasado día 18 de noviembre en Grand Rapids (Michigan) fue una muestra de lo que iba a ser este mes de absoluta locura que estamos viviendo todos sus partidarios.

La gira abarcó 26 estados, parando en 32 lugares distintos, la mayoría de los cuales no eran en absoluto los habituales en este tipo de actos. Así, por ejemplo, no hubo paradas en Massachusetts, Nueva York o California, estados claramente progres. Pero sí las hubo en Ohio, Florida o Idaho, además de otras dos especialmente pensadas para encontrarse con los militares estadounidenses, una en Fort Bragg (Carolina del Norte) y otra en Fort Hood (Texas). ¿Qué es lo que ha pasado en cada una de estas paradas? Pues lo lógico: la gente, los estadounidenses normales y corrientes, se han volcado en Sarah como nunca lo habían hecho por nadie y han convertido su recorrido en “territorio Palin”. Colas de hasta mil personas o más que pasaban veinticuatro o treinta y seis horas esperando en el exterior de una librería en pleno noviembre o diciembre, pasando frío y sin dormir, sólo por el placer de ser uno de los favorecidos en tener su libro firmado de puño y letra por Sarah Palin. Y si hacía falta, la propia Sarah se preocupaba de que nadie perdiese su oportunidad de conseguir su autógrafo, tal y como hizo en Columbus (Ohio) el pasado 20 de noviembre cuando tras terminar de firmar los libros de todos aquellos que habían logrado ser admitidos al interior de la librería, salió inesperadamente fuera de ella e invitó a unas doscientas personas más que se habían visto obligadas a quedarse fuera a entrar ellas también. O como ha hecho más de una vez, llegando al lugar de la firma antes de lo previsto y marchándose de él más tarde para así tener tiempo de firmar más libros. O como sucedió en Richland (Washington) el pasado 30 de noviembre cuando se bajó de su autocar bastante antes de llegar al lugar de la firma para así poder hacer el resto del camino a pie, saludar a sus partidarios y darles las gracias personalmente por haber venido a verla.

Sarah no ha hecho el recorrido sola, sino que le han acompañado algunos miembros de su familia como sus hijos menores, Piper y Trig, éste último la verdadera estrella de esta gira en lo que supone un verdadero espaldarazo a la causa de los niños con necesidades especiales en un país, Estados Unidos, en el que 9 de cada 10 embarazos anunciados de niños con síndrome de Down acaban en aborto. Los padres de Sarah, Chuck Sr. y Sally, la acompañan también y son tan saludados y felicitados como su hija, pidiéndoles muchas personas que les firmen ellos también el libro. Como la propia Sally Heath, la madre de Sarah, no pudo menos que reconocer durante su parada en Richland (Washington):

“Es una verdadera sorpresa. Estábamos preocupados, mira que si aparecemos y resulta que no viene nadie. Estamos verdaderamente entusiasmados de ver todo este apoyo en el estado de Washington”.

Y a pesar de que Sarah no está haciendo ninguna declaración pública durante los actos de firma de libros, algo que no dejaba de preocupar mucho a los mandos militares en Fort Bragg y en Fort Hood (seguro que a instancias de sus mandos superiores en el Pentágono, que son más políticos que militares generalmente), son muchos los que están animando a Sarah para que se presente en 2012. Una reseña de su paso por Florida publicada el pasado 24 de noviembre en el Orlando Sentinel así lo destacaba:

“La antigua candidata republicana a la vicepresidencia Sarah Palin pasó por el centro de Florida el martes, encontrando fervientes partidarios en una comunidad para jubilados conservadores antes de terminar su día en Orlando a los gritos de “presidente Palin”.

Era parte de la gira que la antigua gobernadora de Alaska lleva a cabo para promocionar sus recién editadas memorias, Going rogue, pero tenía todo el aire de una campaña política. Y aunque Palin ha eludido las preguntas sobre su futuro político, sus devotos le dejaron claro que la quieren en las papeletas del 2012.

“Me dirigí a ella como “presidente Palin”, declaró Debbie McMillan de Orlando. “Y ella me dijo: “Me gusta mucho eso. Podría acostumbrarme a ello”.

La gira ha estado sazonada también con otros actos además de los estrictamente dedicados a firmar libros y a las entrevistas en los medios de comunicación. Por ejemplo, el pasado 22 de noviembre, Sarah Palin cenó con el reverendo Billy Graham y su hijo Franklin, uno de los predicadores cristianos más conocidos de los Estados Unidos y aún del mundo entero. El Día de Acción de Gracias, el 26 de noviembre, Sarah y otros miembros de su familia participaron en una carrera de 5 quilómetros en Kennewick (Washington) a beneficio de la Cruz Roja. El 2 de diciembre, le tocó el turno a la Universidad de las Ozarks en Point Lookout (Missouri), donde pronunció un discurso. Y el 5 de diciembre cenó en el Gridiron Club de Washington, D.C, el más antiguo, selecto y prestigioso club de… ¡periodistas! (hablaré sobre ello y lo que allí pasó en una próxima entrada). La gira terminará finalmente el 11 de diciembre con el regreso de Sarah a su hogar de Alaska tras miles de quilómetros recorridos, cientos de miles de personas ilusionadas con su vuelta a la primera línea de la política nacional y una esperanza en sus corazones: ¿Palin 2012? Mi respuesta la podrán leer en la próxima entrada.


EN ESPAÑA, ¿A QUIÉN LE IMPORTA SARAH PALIN?

22/09/2009

 

Por una vez, el título de esta entrada no es un recurso literario sino que se trata de una pregunta que me han hecho hace poco. Y es una pregunta que hasta ahora no había tenido que plantearme realmente porque la mayoría de mis lectores proceden de la comunidad hispanoparlante de Estados Unidos, gente que tiene todos los motivos para interesarse por quien algún día, Dios mediante, se convertirá en su presidente. Sin embargo, la reciente publicación de un artículo mío (ver aquí) en el suplemento de Exteriores de Libertad Digital, ha provocado que el interés por mi blog entre mis compatriotas haya subido como la espuma y uno de ellos, con la mejor de sus intenciones, me ha hecho esta pregunta. Y estoy presto a responderle.

Imagínense esta noticia en su periódico habitual: “Sarah Palin y su marido visitan España. Miles de personas les reciben entusiasmados a su llegada al aeropuerto a pesar del frío reinante”. Sueño con eso. Por supuesto, yo sería uno de los más entusiastas y ya podría llover, nevar o caer chuzos de punta que ahí estaría gritando “Sarah, Sarah, Sarah”. ¡Y tirándole una bola de nieve (con una piedra dentro) al alcalde de turno que pretendiera hacerse una foto a su lado cuando seguro que no es más que un maldito politicastro de los que se han reído mil veces de ella!

Sobre mi despertar político, creo que ya está todo dicho. Los habituales de este blog lo conocen de sobras porque lo han leído en la página etiquetada como “Autor”. Los que no lo hayan hecho, tal vez sería mejor que lo leyeran primero y luego volviesen a esta entrada. El caso es que a raíz de ese despertar y de las mil y una preguntas que empezaron a rondarme por la cabeza y que debía encontrar como fuera la manera de responder acabé comprendiendo que, por mucho que pretendan algunos, España no es una auténtica democracia, sino lo que yo denomino una “democracia de papeleta”, o sea, un timo. Una falsa democracia que lo único que tiene de eso es el ritual del día de las elecciones, ya sean locales, regionales o nacionales. En España, para desgracia nuestra, no existe la discusión política, una verdadera discusión en la que se propongan diversas alternativas de gobierno, se valoren sus pros y sus contras y los españoles podamos escoger libremente entre una y otra. Y no existe porque la única ideología que se tolera es la del estatismo rapaz, un estatismo tan desenfrenado que cada uno de nosotros cuenta con un estado nacional, su respectivo pseudoestado regional y en muchos casos hasta otro pseudoestado local, lo cual ya es el colmo del estatismo: un estatismo elevado al cubo. O sea, tres administraciones públicas a las que sostener con nuestros impuestos. Tres clases políticas a las que mantener en la riqueza. Tres amos a los que obedecer. Y lo que es peor, no existe manera de romper ese corsé que nos oprime porque está todo atado y bien atado, que diría aquél. Tan atado que hasta alguno de esos politicastros que nos engañan a diario se arroga el derecho a decidir qué es lo que nos importa y qué es lo que no.

En consecuencia, esa “democracia de papeleta” resulta ser una vulgar oligarquía en la que la clase dirigente es una clase política, la misma clase sea cuál sea el partido político al que digan pertenecer, enquistada como un parásito en el organigrama y los presupuestos del Estado. El Estado nos gobierna absolutamente y el ciudadano, desesperado al ver que no puede librarse de sus garras, acaba pensando que cuánta razón tenían sus padres cuando le aconsejaban que no se metiera en política.

Lo malo es que quienes no hicieron caso a sus padres y sí que se metieron en política tras la muerte de Franco en 1975 han acabado siendo la generación más mentirosa de la historia de España, una generación de ambiciosos que clamaban pidiendo libertad por todas partes y al final lo único que nos trajeron fueron unos nuevos amos: ellos. Porque una de las esencias del poder, aquí y en todas partes, es el miedo cerval que siente a que los ciudadanos puedan tomar sus propias decisiones sin contar antes con su beneplácito. En 1975, conscientes de que ya no podían continuar como llevaban haciéndolo desde hacía cuarenta años, la vieja elite política se retiró de la escena pública, dio paso a la nueva elite que llegaba ansiosa y “con mejor prensa” y ambas compartieron el verdadero poder que la vieja elite nunca cedió del todo y que la nueva pronto descubrió que es el que realmente importa: el económico.

¿Y el pueblo? Como siempre, el pueblo debía seguir estando a lo que le mandasen. Nunca fue más cierto que en la España de 1975 aquello que escribió Lampedusa en su obra El Gatopardo cuando decía que todo debía cambiar para que nada cambiara. Hoy igual que antes, el pueblo no cuenta para nada a la hora de decidir sus propios destinos. Y lo peor es que lo sabe y lo acepta y su única aspiración ya es que los que gobiernan le tiren alguna migaja del pastel que se están comiendo a ver si le da para sobrevivir y si para ello hay que levantar el puño, se levanta. Total, sus padres tuvieron que pasar por lo mismo y levantar el brazo. En la práctica, el gesto es el mismo. Perverso sistema que ha sabido pasar de un autoritarismo de derechas a otro de izquierdas sin el más mínimo rubor.

¿Y qué pinta Sarah Palin en todo esto? Pues pinta y mucho. Y pinta no porque sea Sarah Palin sino por lo que ella representa: ni más ni menos que el poder del pueblo, por el pueblo y para el pueblo. Repítanselo a uno de los miembros de nuestra clase política y no tardarán ni diez segundos en verlo caer redondo al suelo y morirse rabioso echando espumarajos por la boca. Un exorcismo muy eficaz. Téngalo siempre a mano, por si acaso.

Sarah Palin es una estadounidense normal y corriente. Tan normal y corriente que asusta y es por eso que sus adversarios la temen de esa manera: porque no es una hipócrita y no pretende ser lo que no es, la primera regla para poder aspirar a incorporarse algún día a la elite dirigente. Los hipócritas tienen mucho que ocultar y una persona así puede ser fácilmente controlada ya que tiene una debilidad y la elite que nos dirige vive de las debilidades de sus miembros, el mejor remedio para estar seguros de que no van a poner nunca en cuestión el sistema. Desgraciadamente para ellos, Sarah no tiene ninguna debilidad y eso la convierte en invulnerable: su vida es sencilla, no tiene nada que esconder y su única ambición es la de creer que puede hacer algo por mejorar las vidas de sus compatriotas, mientras que su fe la pone a salvo de la amargura de sentirse fracasada si no lo consigue, que es cuando más de uno se siente entonces tentado a vender su alma al Diablo. Si Dios quiere que Sarah sea presidente de Estados Unidos, lo será, con independencia de calumnias, encuestas y la opinión de Charles Krauthammer. Y ella lo sabe y lo asume. Y ésa es su fuerza.

¿Y de dónde ha sacado esa fuerza? De sus padres y de su familia. Justamente del mismo sitio donde deberíamos haberla sacado nosotros. Criada junto a tres hermanos más, un varón y dos mujeres, Sarah nunca se sintió distinta ni sus padres la trataron de otra manera que al resto de sus hijos. Con un padre profesor de colegio y entrenador deportivo, preocupado tanto por sus notas como por inculcarle la constancia, el esfuerzo y el afán de superación que implica la práctica de cualquier disciplina deportiva, Sarah es consciente de sus limitaciones y de que debe compensar su falta de dotes innatas con un mayor sacrificio. Los deportes son una excelente herramienta para formar el carácter ya que te revelan mejor que nadie tus propias limitaciones y te enseñan a compensarlas. Jugando al baloncesto, Sarah aprendió que un equipo es mucho más que cinco jugadores sueltos, y haciendo carreras de larga distancia, aprendió que la vista debe estar siempre puesta al frente, a marcarse pequeñas metas que le permitieran llegar a la meta final y a superar los inevitables momentos de desfallecimiento que siempre se producen. Si a todo ello le añadimos una sólida formación moral que le hace estar segura de que el Bien y el Mal no sólo existen sino que pueden ser distinguidos sin ninguna duda, ¿cuál puede ser el punto débil de una mujer como ella? Ninguno.

Que Sarah iniciara una carrera política, allá en Wasilla, fue algo que no dejó de sorprender a todos los que la conocían, incluso a su propia familia y a su marido, Todd. Y si lo hizo fue porque pensó que las cosas se estaban haciendo mal en su pueblo y que tocaba arremangarse y no esperar a que algún día llegara otra persona que les sacara las castañas del fuego. Ésa es su principal diferencia con la mayoría de nuestros políticos: que ella llegó al cargo sabiendo perfectamente qué es lo que iba hacer durante su mandato, lo que no suele suceder muy a menudo. Porque para Sarah, un cargo político no es una meta en sí misma sino un medio para llevar a cabo un programa de gobierno aprobado con sus votos por la mayoría de los electores. Y si para llevarlo adelante tenía que enfrentarse con el establishment en Wasilla, en Juneau o en Washington, estaba dispuesta a ello. “Gajes del oficio”, imagino que pensaría cada vez que le pasaba. Es cierto que a raíz de cualquiera de esos enfrentamientos podría haber acabado con su carrera política hecha añicos, pero ella es así: no hay compromiso. Si no puede hacer lo que prometió a los electores que haría, entonces mejor presenta su dimisión y se va a su casa. Sarah no está para fingir que hace cuando no hace y engañar así a quienes han confiado en ella, tal y como nos demostró cuando dimitió de su puesto como gobernadora de Alaska. Sarah está para hacer lo que le han ordenado sus votantes con sus votos que haga. Y el verbo “ordenar” en la frase anterior no es mera retórica porque Sarah realmente cree que son sus votantes quienes la han puesto ahí para que trabaje en su beneficio y que en cualquier momento pueden pedirle cuentas y ella está obligada a demostrarles la bondad de su gestión. Eso es algo que tiene siempre muy presente y que, después de haber visto sus fortalezas personales, constituye su mayor fortaleza política.

No es extraño pues que alguien como ella haya surgido de Alaska que, aún hoy en día, es un lugar donde sobrevivir supone ser capaz de cazar, pescar y hasta de construirte tu propia vivienda. La última frontera vio crecer a la última pionera que, como sus antecesoras, compartía arado y fusil con su marido y los dos juntos levantaban de la nada una granja de maíz y una familia. Asfixiados por su opulencia, ensoberbecidos por sus diplomas de la Ivy League y enamorados de su propia imagen, la elite actual se cree una clase “superior” dotada de manera innata con el derecho a dirigir a las “inferiores” y piensa que Metrópolis (1927) de Fritz Lang es una mala película mientras que sus estúpidos seguidores ni siquiera saben que es una película y, en consecuencia, nunca la han visto.

Y justo cuando esa elite creía que había logrado el premio final: poner a uno de los suyos en la Casa Blanca por mil años, aparece Sarah Palin y pone en duda la idoneidad del “elegido”. ¡Indignante! ¡Cómo se atreve la palurda esa! Y lo peor es que no pueden con ella; pensaban que bastaría con unas cuantas mentiras y otras tantas groserías para que se echara atrás asustada y no ha sido así. Y encima, las adhesiones que despierta son innumerables y hasta en un lugar tan lejano como España hay dos chiflados (Rillot y yo mismo) que pierden encantados su escaso tiempo libre dedicándose a escribir frenéticamente sobre ella cuando podrían estar tan a gusto viendo el fútbol por la tele. Y lo peor de todos estos “palinistas” irritantes es que están tan obsesionados con la palurda esa que no hay manera de razonar con ellos, ni siquiera prometiéndoles panem et circenses, un seguro sanitario que les curará siempre y cuando no enfermen y la certeza de que todo el mundo es bueno y que no hay problema que no se pueda resolver echando un buen discurso y clamando que es peace for our time.

Y es que los que amamos la vida, la libertad y creemos por encima de todo en nuestro derecho inalienable a la búsqueda de la felicidad, sabemos que cuanto más grande sea el gobierno bajo el que nos encontremos, menos vida, libertad y posibilidades de buscar la felicidad tendremos. Y ésa es la esencia del mensaje de Sarah Palin, el meollo de la cuestión, lo que la hace tan importante para todo el mundo, ya sea en Estados Unidos o en España, y por lo que tantas personas diferentes en tantos lugares distintos la hemos escogido como nuestra abanderada y ella ha accedido a serlo con la ayuda de Dios. Cuando Sarah habla, habla como la voz reconocida de los muchos contra los pocos, de los pequeños contra los grandes, de los pobres contra los ricos y de los que tenemos que trabajar cada día para ganarnos nuestro pan y el de nuestra familia contra los que sólo hablan, hablan y hablan y no dicen nada y aún así necesitan tener un teleprompter al lado para hacerlo. Y que si además les interrumpes porque no te gusta lo que están diciendo te tratan de racista. O de nazi. O de antiamericano.

Es cierto que estoy hablando de Estados Unidos, pero también lo estoy haciendo de España, de mi propio país, porque lo mismo que está pasando en Estados Unidos pasa también en España, pero con una “ventaja” adicional para nosotros porque si bien Estados Unidos tiene detrás de sí una gloriosa tradición de levantarse contra el tirano, España la tiene en cambio de levantarse con el tirano. Y es que nunca una nación estuvo mejor preparada para aceptar no sólo al pulpo como animal de compañía sino a la zorra como guardián de las gallinas. En Estados Unidos, los Tea-Parties, la feroz contestación ciudadana al plan de reforma de la Sanidad y la caída en picado de la popularidad del presidente antes de un año siquiera desde su elección evidencian que los estadounidenses pueden ser engañados una vez, pero que a la larga su sentido común acaba siempre prevaleciendo y que el fondo de patriotismo, laboriosidad y espíritu de sacrificio que les ha distinguido a lo largo de su historia pervive aún y es prácticamente imposible que alguien logre desarraigarlo algún día. España, en cambio, no puede decir lo mismo. Estados Unidos tiene una declaración de independencia que es, no lo olvidemos, una declaración de guerra; España tiene en cambio un “Manifiesto de los Persas” que es, avergoncémonos, una declaración de sumisión y que se repite a cada Constitución que proclamamos, incluida la sobrevalorada y muy perjudicial de 1978.

En un mundo como el actual, nada de lo que pase en Estados Unidos, la primera potencia del mundo, nos puede dejar indiferentes. Su actual presidente es un enamorado de la decadencia europea, la debilidad de sus instituciones políticas y el derrotismo de sus ciudadanos y ansía implantarlos en su país (del cual su esposa, nada desafortunada en la vida y que pocas miserias y sufrimientos ha pasado, no hace mucho que renegaba). El actual presidente de Estados Unidos no es más que un esnob de los que creen que por hablar en francés se es chic, por vestir trajes ingleses se es elegante y por tomarse un capuccino se es sibarita. Por eso, cuando un tipo así ocupa la Casa Blanca y sólo una persona le hace frente con las únicas armas de lo mejor que ha producido Estados Unidos en 250 años, la seguridad de saberse libre y recordárselo al poder cuando éste pretende volverse abusivo, conviene prestar mucha atención a lo que esa persona dice y hace. Sobre todo a lo que hace porque Sarah predica con el ejemplo y los ejemplos, en un tiempo de tanta hipocresía, valen más que mil discursos. Yo, que durante los cuatro primeros meses de vida de este blog he repasado su vida de arriba abajo, puedo dar fe de que ni una sola vez he encontrado un rastro de hipocresía en su conducta. Al contrario, lo que he encontrado es la historia de una mujer de su tiempo que es hija, esposa, madre y abuela y todo ello lo lleva con alegría porque sabe que ésa es la voluntad de Dios.

Y si Sarah Palin predica con el ejemplo, otros como Rillot o yo (y él mucho mejor que yo) nos hemos empeñado en dar a conocer ese ejemplo a nuestros compatriotas para que en estos tiempos de zozobra sepan que existe una esperanza simbolizada en una pequeña estrella que brilla allá en el lejano Norte y que se llama Sarah Palin. Su luz es todavía muy tenue, pero es una guía segura y poco a poco va iluminando más y más rincones de la Tierra. El primero ha sido Estados Unidos, claro. Pero el segundo puede que sea Noruega. Lo veremos el próximo día.


UN ANÁLISIS SOBRE SARAH PALIN

13/04/2009

 

Una vez terminada la campaña electoral, con McCain de vuelta en su casa de Arizona, Sarah en la suya de Alaska y el presidente electo jugando a ser el Presidente Electo, con su estrado de pega y el teleprompter hasta para desearle los buenos días a una ancianita de Boston (MA), llegó el momento de reflexionar sobre todo lo que había sucedido hasta entonces y tratar de sacar algunas conclusiones, no para buscar culpables, sino simple y llanamente para comprender lo que había sucedido realmente.

En nuestro caso, poco nos importa si McCain estuvo más acertado en el primer, segundo o tercer debate; si la economía le jugó una mala pasada o si careció del dinero suficiente para igualar la extraordinaria inversión en publicidad de su rival demócrata. A nosotros nos interesa Sarah y su trayectoria durante los 66 días en que estuvo bajo los focos, secundando a McCain y poniendo verdaderamente a su país ante todo (“country first”, bonito lema).

Es cierto que habíamos pensado en hacer nuestro propio análisis, pero en la edición de la revista Commentary del pasado mes de febrero apareció un artículo firmado por Yuval Levin, un excelente comentarista político, titulado “El significado de Sarah Palin“ (nuestro más sincero agradecimiento a «Sarah Palin en español» por dárnoslo a conocer) y en nuestra opinión, sus razonamientos son tan certeros y sus conclusiones tan impecables que, sencillamente, nos vemos incapaces de añadir algo más por nuestra parte. Lo que sigue es nuestra traducción de dicho artículo al español (el original pueden leerlo aquí). Léanlo pues con calma y reflexionen después; sobre todo, reflexionen (y háganlo con mayor placer recordando que la izquierda desaconseja esa actividad diciendo que es mala para la salud: produce dolor de cabeza).

EL SIGNIFICADO DE SARAH PALIN
Por Yuval Levin
(Commentary, febrero de 2009)

Dos figuras políticas dominaron los últimos meses de la campaña presidencial de 2008. Una era la del candidato demócrata, Barack Obama. La otra era la de una completa desconocida para todos, salvo para 670.000 americanos, hasta justo unos minutos antes de que el candidato republicano John McCain la presentara por primera vez en un mitin en Ohio el viernes antes de la Convención Nacional Republicana, sólo 66 días antes de las elecciones de noviembre.

Al terminar ese primer fin de semana, la gobernadora Sarah Palin de Alaska se había convertido en toda una sensación nacional. Dos días después de eso, pronunció su discurso de presentación en la Convención Nacional Republicana como la candidata vicepresidencial del partido – un deslumbrante discurso enardecedor, según fue reconocido universalmente. La dramática e inesperada apuesta de McCain parecía que había valido la pena realmente.

Pero poco antes del 4 de noviembre, el día de las elecciones, Sarah Palin se había convertido en una de las figuras más controvertidas de la reciente historia americana. Casi no había un término medio entre aquellos que habían llegado a adorarla y aquellos que creían que representaba exactamente cada elemento oscuro y peligroso de la política americana contemporánea. Al escoger a Palin, McCain había confiado en darle una buena sacudida a la campaña; pero las fallas expuestas por el terremoto Palin no fueron precisamente las que él había pensado que iban ser. Él había querido competir contra el status quo de Washington como un reformador con una vena independiente. Él creía que escogía a una compañera política también reformista con un historial de enfrentamiento con la dirección de su propio partido, y esa Palin resultaría ser aceptable para la base republicana debido a su conservadurismo social. En vez de eso, Palin se convirtió en un imán cultural y político inmediato, atrayendo a algunos y rechazando a otros y arrastrando a un McCain desamparado a una guerra cultural para la cual tenía poco estómago. De hecho, la exagerada respuesta a la presencia de Palin en la escena nacional, tanto de amigos como de enemigos, estaba extrañamente desconectada de las verdaderas acciones, declaraciones e historia de Palin. Era un giro de los acontecimientos que nadie habría podido anticipar, y uno que tiene mucho que enseñarnos sobre la vida política americana en nuestros días.

Antes de su ascensión, Palin no había sido una combatiente reconocida en las batallas culturales de últimos años. Había estado sirviendo como la popular gobernadora de un estado geográficamente extenso, escasamente poblado y económicamente vital. Mantenía los puntos de vista convencionalmente republicanos conservadores -favorable a las armas, anti-impuestos y pro-vida. Había alcanzado la cumbre enfrentándose al establishment republicano corrupto y derrochador de Alaska. Al presentarse para el cargo de gobernadora en 2006 y ganar, había prometido (y había empezado a cumplirlo) reformas en las relaciones del estado con Washington y con las compañías petroleras que dominaban su economía.

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En todos estos aspectos, Palin era una pareja extraña para John McCain. Su estilo y sus prioridades políticos se asemejaban a las de McCain de una manera que no lo hacía ningún otro cargo electo republicano importante. Su conservadurismo, como el de McCain, era más una actitud que una ideología: una especie de moral anti-corrupción, obsesionada con la gestión honrada y tremendamente alérgica al exceso y al despilfarro. Palin, por supuesto, no compartía el magisterio en política exterior de McCain o su heroica biografía, pero sí que compartía lo que él a menudo resaltaba más sobre sí mismo y sobre lo que quiso hacer campaña principalmente: ella era, como el público pronto iba a ser informado hasta la saciedad, una rebelde reformista.

El conservadurismo social de Palin nunca había sido la esencia de su identidad política en Alaska. Ella había expresado siempre un apoyo general a los puntos de vista tradicionalistas en entrevistas y debates, y era ampliamente conocido que también había elegido continuar con su quinto embarazo aún después de descubrir que el niño padecía síndrome de Down -un descubrimiento que en cerca de nueve de cada diez casos lleva a los padres a optar por el aborto. Pero Palin nunca se salió de su camino para plantear el aborto u otras cuestiones sociales o culturales y en sus primeros dos años como gobernadora no había intentado cambiar las políticas estatales en estas áreas. Era una reformadora partidaria del buen gobierno con inclinaciones conservadoras sociales, no al revés.

Pero no fue así como Palin fue recibida en la escena nacional. En vez de ello, sus opiniones sobre asuntos culturales y sociales controvertidos se convirtieron muy rápidamente en el principal foco de la atención de los medios, de las críticas liberales y del análisis de los expertos. A Palin se le asignó cada visión y posición que la izquierda consideraba anacrónica y la reacción a ella sacó a la luz todo tipo de supuestos liberales implícitos sobre los conservadores culturales. Nos dijeron que Palin se oponía a la contracepción, que abogaba por enseñar el creacionismo en la escuela y que se inclinaba a prohibir los libros que le desagradaban. La describieron como una fundamentalista religiosa, extremista antiabortista, campeona oculta de la educación sexual basada solamente en la abstinencia. Se dijo que había intentado hacer que las víctimas de violaciones pagasen sus propios exámenes médicos, hacer que Alaska se separase de la Unión y conseguir que Pat Buchanan fuese elegido presidente. Se informó que creía en que la guerra de Iraq era un mandato de Dios, que el fin de los tiempos profetizado en el libro del Apocalipsis se acercaba y que solamente Alaska sobreviviría y que el calentamiento del planeta era puramente un mito. Nada de esto era cierto.

Su vida personal fue objeto un humillante asalto también. La capacidad de Palin de ejercer como un alto cargo electo mientras criaba a cinco niños fue repetidamente cuestionada por los expertos liberales que nunca se atreverían a expresar tales puntos de vista sobre una candidata femenina cuyas opiniones les resultasen más agradables. El embarazo de su hija adolescente salpicó las primeras páginas (consiguiendo tres artículos del New York Times en un solo día, el 2 de septiembre). Algunos bloguistas sugirieron incluso que su hijo más joven no había nacido de ella, sino de su hija, y que ella había participado en un peculiar encubrimiento. Asistí a una reunión en Washington en la cual un prominente columnista se preguntaba en voz alta cómo Palin podía seguir con su carrera cuando sus creencias religiosas negaban a las mujeres el derecho a trabajar fuera del hogar.

Palin se convirtió en la encarnación de cada fantasía oscura que la izquierda hubiera concebido jamás sobre las opiniones de los cristianos evangélicos y de las mujeres que no se avienen con el feminismo contemporáneo, y toda preocupación por la claridad y la verdad se quedó en la puerta.

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Sin duda, algunas críticas a Palin eran muy apropiadas. No tenía ninguna experiencia en política exterior o de defensa y muy poca habilidad o dominio de ambas. En una época de guerra, con un candidato presidencial de 72 años que había sobrevivido ya un combate contra el cáncer, esto era un motivo de preocupación muy real. Y Palin lo hizo terriblemente mal en algunas de sus primeras entrevistas. Algunos de sus críticos más juiciosos basaron sus ataques sobre estos argumentos. Pero la hostilidad visceral más común hacia ella parecía tener poco que ver con estas objeciones. Más bien, el episodio entero daba la sensación de ser una especie de arrebato maníaco; se disparó por una falsa comprensión de quién era Palin y una vez que comenzó, no había forma de detenerlo o controlarlo.

La reacción a Palin reveló una paranoia cultural profunda e intensa de la izquierda: una inclinación a ver el oscurantismo a la vuelta de cada esquina y de responder a ella coléricamente. Una mujer con confianza, feliz y políticamente eficaz que era también una conservadora social era evidentemente insoportable para ellos. La respuesta de las feministas liberales a este respecto fue particularmente reveladora y especialmente desagradable.

«Su hipocresía más grande es fingir que es una mujer,» escribió Wendy Doniger, una profesora en la University of  Chicago. «Tener a alguien que se parece a una misma y se comporta como ellos,» dijo Gloria Steinem, «que parece un amigo pero se comporta como un adversario, es peor que no tener a nadie.»

Este absurdo esfuerzo para excomulgar a Palin de su sexo sugiere que la clase de feminismo de nuevo orden que ella representa -un feminismo que abraza el tradicionalismo cultural y el igualitarismo a la hora de trabajar al mismo tiempo resulta especialmente espantoso a la izquierda feminista porque reconocen su poder y su atractivo. La tentativa de destruir a Sarah Palin corriendo a pintarla como una extremista de la selva virgen no era una demostración de fuerza, sino más bien de desesperación.

Mientras tanto, para la derecha, Palin fue la causa de un episodio maníaco de una clase diferente. La conmovedora biografía de la gobernadora, su manera popular de hablar y su atractivo visceral para la cultura de la clase media baja ejercieron un enorme poder sobre muchos conservadores, que los llevó a rellenar los importantes espacios en blanco en el perfil político de Palin con sus propios deseos y a dar nerviosas excusas a sus defectos.

Había buenos argumentos en su defensa. Palin tenía tanta experiencia en política exterior como la mayoría de los gobernadores y los americanos han estado una y otra vez dispuestos a pasar por alto tal inexperiencia en su ansia por tener a alguien verdaderamente probado y perspicaz en materia ejecutiva en Washington. (Cuatro de los cinco últimos presidentes habían sido gobernadores, después de todo, y Palin se presentaba para vicepresidente con un experto en política exterior liderando la candidatura.) Y mientras que Palin pareció poco profunda en varias entrevistas televisivas, fue extraordinariamente eficaz en los discursos de campaña, era una aprendiz rápida y demostró estar incluso por lo menos al nivel de Joe Biden, senador durante seis legislaturas, en el debate vicepresidencial.

Con todo, a pesar de todas estas virtudes, no se podían negar las deficiencias reales de Palin. No obstante, Palin fue abrazada prácticamente sin reservas en muchos círculos conservadores. El mismo calor de la campaña de la izquierda contra ella la hizo tanto más querida para la derecha. Se convirtió en la imagen de cartel de 2008 para el resentimiento conservador de muchos años contra los medios predominantes. Y, por supuesto, al aceptar con gusto a su hijo nonato con síndrome de Down y al apoyar y animar la decisión de su hija adolescente de llevar a término un embarazo imprevisto y casarse con el padre del bebé, Palin se convirtió inmediatamente en un icono de la causa pro-vida.

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Parecía importar un pimiento que Palin nunca hubiera tomado ninguna medida sobre el aborto durante su mandato como gobernador y que raramente tuviese algo que decir sobre el asunto. De hecho, incluso mientras hacía campaña ante audiencias cautivadas, atrayendo a decenas de millares de conservadores orgullosos a los mítines en una exhibición de popularidad de estrella del rock que ningún candidato vicepresidencial había tenido jamás, Palin apenas habló sobre el aborto o asuntos sociales. Palin no mereció su conversión instantánea en la Juana de Arco de la derecha americana, al igual que no mereció el oprobio que fue arrojado sobre ella por la izquierda.

¿Entonces por qué sucedió? ¿De qué iba el caso Palin realmente? La respuesta tiene mucho que ver con la tensión histórica entre el populismo y el elitismo en nuestra vida pública, es decir, entre la noción de que somos mejor gobernados por los puntos de vista, las necesidades y los intereses de muchos y la convicción de que el poder sólo puede ser sabiamente manejado por unos pocos elegidos.

En política americana, la distinción entre el populismo y el elitismo se subdivide además en populismo y elitismo cultural y económico. Y por lo menos durante los últimos cuarenta años, los dos partidos se han situado distintamente a lo largo de este doble eje. El Partido Republicano ha sido el partido del populismo cultural y del elitismo económico, y los demócratas han sido el partido del elitismo cultural y el populismo económico. Los republicanos tienden a identificarse con el Joe Sixpack de los valores tradicionales, el patriotismo desenfadado, anti-cosmopolita y con pocos matices, incluso mientras persiguen una política económica que tiene como objetivo el crecimiento dirigido por una élite inversora. Los demócratas se identifican con la «gente contra los poderosos», gente maltratada, mal pagada, explotada y machacada por las grandes empresas, pero tienden despreciar la religión, la educación y la forma de vida de esa misma gente. Los republicanos tienden a creer que el dinamismo del mercado es lo mejor, pero que el cambio cultural puede ser peligrosamente disruptivo; los demócratas tienden a creer que el cambio social estira los límites de las clases para mejor, pero que el dinamismo económico es a menudo ruinoso e injusto.

Ambos populismos, el económico y el cultural son políticamente potentes, pero en Estados Unidos, a diferencia de en Europa, el populismo cultural ha sido siempre mucho más poderoso. Los americanos no se ofenden por el éxito ajeno, sino que se ofenden por la arrogancia y especialmente la arrogancia intelectual. Incluso los pobres en nuestro país tienden a movilizarse más por proclamas culturales que económicas. Fue este sentido, este sentimiento, el que Sarah Palin canalizó con tanta eficacia. Su aparición en escena desató las energías populistas que McCain no había tocado y ella las alimentó y se alimentó de ellas. Pasó la mayor parte de su tiempo en los mítines republicanos asediando el radicalismo cultural de Barack Obama y de sus seguidores «bebedores de café-latte«, quienes, como sugirió ella de vez en cuando, no eran parte de la «verdadera América» que ella veía en las multitudes entusiasmadas frente a ella. Palin canalizó estas energías culturales más por lo que ella era que por lo que ella decía o hacía, lo que contribuyó poderosamente a la extraña separación entre su curriculum vitae profesional y su presencia e impacto en la campaña.

El populismo cultural de Palin la puso en contra del enemigo que le causó más daño: la élite intelectual de la nación, cuya suspicacia inicial sobre ella se volvió franca repugnancia según avanzaba la campaña. Su falta de habilidad en las entrevistas para ofrecer respuestas coherentes sobre la “doctrina Bush”, la reforma reguladora y la jurisprudencia del Tribunal Supremo, junto con su expediente académico poco excepcional y el hecho de que no había pasado apenas tiempo en el extranjero, fueron ofrecidos como evidencia de que Palin representaba una peligrosa vena del anti-intelectualismo en la derecha.

Ella era, insistía el pro-izquierdista Christopher Hitchens, «una fanática religiosa y una ignorante orgullosa y presumida.» El pro-derechista David Brooks llamó a Palin «un cáncer fatal en el Partido Republicano» porque su tendencia «es no sólo despreciar las ideas liberales sino despreciar las ideas en su totalidad».

Palin nunca se jactó realmente de ignorancia o despreció explícitamente el aprendizaje o las ideas. Más bien, la acusación implícita era que como Palin no hablaba el lenguaje ni compartía los puntos de referencia comunes del estrato educado superior de la sociedad americana, eso la convertía básicamente en inadecuada para un alto cargo.

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Esta forma de elitismo intelectual es realmente bastante nueva en América, aunque ha sido una característica dominante de la sociedad europea desde la Segunda Guerra Mundial. No es tan exclusiva o tan antidemocrática como el elitismo cultural de otros países porque la entrada a la élite intelectual americana está, en principio, abierta a todos los que la persigan. Y perseguirla no es tan difícil como lo era antes, por lo menos para la clase media. De hecho, la mayor parte de los miembros prominentes de esta élite tienen sus orígenes en la clase media y no en bastiones tradicionales de privilegio y abundancia. Pueden hablar de haber crecido en Scranton, incluso mientras miran con desprecio la temporada de caza y el sucio carbón.

Tampoco la calidad de miembro de la clase alta intelectual está determinada por los diplomas que cuelgan en la pared. Palin habría podido conseguir la entrada fácilmente, a pesar de que sólo tiene una licenciatura en periodismo por la Universidad de Idaho. Aunque la élite intelectual está formada profundamente por nuestras instituciones principales de educación superior, el pertenecer a ella es más el resultado de supuestos y actitudes compartidas. Es más algo cultural que académico, más cuestión de escuchar la NPR que tener una licenciatura. En Washington, muchos políticos que no han ido a la mejor de las universidades trabajan duramente durante años para dominar el lenguaje y los supuestos de este estrato superior y para vivir cuidadosamente dentro de los límites prescritos por su opinión del mundo.

Aplicada a la política, la visión del mundo de la élite intelectual comienza con un supuesto no explícito de que el gobierno es fundamentalmente un ejercicio de la mente: la aplicación de la adecuada mezcla de teoría, magisterio y distanciamiento intelectual que exige conocimiento y fluidez verbal más bien que prudencia obtenida de las duras lecciones de la vida.

Sarah Palin representaba una noción muy diferente de la política, en la cual los buenos instintos y las experiencias valiosas de la vida se consideran fuentes de conocimiento por lo menos iguales que el aprendizaje de libros. Ella es el producto de una América en la cual las exhibiciones explícitas de orgullo intelectual se consideran impropias y de donde el valor físico y la constancia moral ocupan un lugar más alto que el logro intelectual. Ella estaba habituada a resaltar estas facultades -un hábito que fue interpretado por muchos en Washington como rudeza.

Ésta es la razón por la cual Palin fue vista como anti-intelectual cuando, correctamente hablando, era simplemente no-intelectual. Lo que le faltaba no era inteligencia -ella es, claramente, muy inteligente, sino más bien el particular sistema de asunciones, referencias, y actitudes inculcadas por las veinte mejores universidades de América y transmitidas por los órganos culturales de la élite de la nación.

Muchos de aquellos (especialmente los de la derecha) que reaccionaron negativamente a Palin con argumentos intelectuales se ven a sí mismos haciendo progresar los intereses de las familias de clase media-baja similares a la propia familia de Palin y de muchos de esos que iban a sus mítines y que saludaban su entrada en escena como algo parecido a una liberación. Pero es difícil evitar la conclusión de que mientras que estos miembros de la élite intelectual querrían que el gobierno sirviera los intereses de esa gente sobre todo, no querrían que esa gente manejase los resortes del poder. Ven a populistas de clase media-baja como Palin y a sus partidarios como profundamente mal preparados para el gobierno, porque carecen de los avíos necesarios para sus puestos -especialmente en política exterior, que, aún más que los asuntos domésticos, se piensa que es un ejercicio intelectual. Es por esta razón que Barack Obama, que tiene realmente mucha menos experiencia en gobernar efectivamente que Palin, no fue rechazado como alguien sin preparación para la presidencia. Palin puede haber sido elegida gobernadora de Alaska, pero sus pares en Cambridge habían elegido a Obama editor de la Harvard Law Review. Él habla muy bien el lenguaje universitario y a los ojos de la nueva élite americana, Washington es la universidad definitiva.

La reacción de la élite intelectual a Sarah Palin fue mucho más provinciana de lo que la propia Palin lo ha sido nunca y los que reaccionaron tan visceralmente contra ella mostraron poco o ningún aprecio por una premisa esencial de la democracia: que la sabiduría práctica importa por lo menos tanto como la enseñanza convencional y que la capacidad de liderazgo puede surgir de lugares completamente inesperados. La presunción que el único camino hacia el poder discurre a través de las universidades de la Ivy League y de sus tributarios ni es democrático ni es sensato, y es, por otra parte, una brusca y obstinada ruptura con la tradición americana del gobierno del ciudadano.

Pero uno debe reconocer que Palin era una candidata problemática. Carismática y emocionante como era a primera vista, e impresionante y tenaz como lo fue durante sus 66 días de campaña, terminó en el centro de un vacío político y cultural de propia creación. Comenzó abriendo un espacio enorme para sí misma y después no pudo llenarlo.

El sentido del potencial que acompañó la presentación de Palin y la sensación de que ella pudiese ser quien invirtiese realmente el impulso de la campaña no era ilusorio. Durante dos semanas más o menos, las encuestas se desplazaron significativamente en la dirección de McCain, pues parecía que su compañera de candidatura era algo genuinamente nuevo en la política americana: una mujer de clase media-baja que hablaba la lengua de los votantes ordinarios del país y tenía una profunda comprensión personal de las esperanzas y las preocupaciones de una vasta parte del público. Llamó realmente la atención de los votantes dubitativos, como el equipo de McCain había esperado que ella hiciese. El discurso de la convención, sus entrevistas y su actuación en el debate atrajeron audiencias sin precedentes.

Pero tras haber conseguido finalmente que los votantes les escuchasen, ni Palin ni McCain pudieron pensar en algo que decirles. El reformismo de Palin, como el de McCain, era esencialmente una actitud desprovista de sustancia. Ambos candidatos republicanos nos dijeron que odiaban la corrupción y que cortarían el exceso y el despilfarro. Pero tanto juntos como por separado, no ofrecieron ninguna visión que abarcase toda América, ninguna visión consistente del papel del gobierno, ninguna descripción clara de a qué debe parecerse una sociedad libre y ninguna idea coherente sobre políticas que pudieran tratar las preocupaciones de familias americanas y ofrecer realmente soluciones a los graves problemas del momento. El populismo de Palin no era su debilidad, sino su fuerza. Su debilidad fue que no pudo atar su populismo a algo más profundo. Un reformismo conservador acertado tiene que atraer basándose en el populismo cultural, pero tiene también atraer basándose en una visión del mundo, en ideas sobre la sociedad y el gobierno, y en una agenda política. Eso lo hará más intelectual, pero no necesariamente menos populista.

Los asesores de McCain tenían razón sobre Palin: era una imagen especular de John McCain. No era una política visionaria o una política programática, sino una política de comportamientos con una biografía atractiva. Al final, ella no pudo ofrecer más que McCain un análisis razonado coherente a favor de su presidencia.

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Sin embargo, ese no era su trabajo, sino el de él. Lo más llamativo sobre los dos meses finales de la carrera presidencial de 2008 no fue la incapacidad de Palin de cambiar las cosas de forma decisiva para McCain, sino su éxito en dar a McCain una ventaja aunque fuera por un breve tiempo. Ella atrapó la imaginación del público de una forma que asustó a la izquierda y con motivo. No es culpa de Palin que McCain fuese incapaz de recoger la respuesta fenomenal a su compañera de candidatura para su propia ventaja.

Al final, Palin tuvo un impacto modesto en la campaña. Alrededor del 60% de los encuestados a la salida de los colegios dijeron que la elección de Palin por parte de McCain había sido un factor en su voto. De éstos, el 56% votó por McCain mientras que solamente el 43% votó por Obama. Es decir, parece haber ayudado a McCain más de lo que le perjudicó, pero no mucho, como debía ser; votábamos a un presidente, después de todo. Frente a un ataque sin precedentes, Palin tuvo éxito donde casi ningún candidato vicepresidencial lo había tenido antes al ganar continuamente nuevos apoyos a su candidatura.

Esto sugiere que la poderosa combinación de populismo cultural y conservadurismo social de Palin podrían proporcionar el mapa que un político republicano necesitará en el futuro para progresar contra la marea demócrata. Pero ese mapa solamente llevará a ese político republicano hasta cierto punto del recorrido. El resto del viaje requiere la articulación de una visión más amplia para las familias americanas, para la prosperidad y libertad americanas, y la seguridad americana; una visión del conservadurismo, no sólo una nube de populismo.

Hay razones para creer que Palin intentará lograr exactamente esto en unas futuras elecciones nacionales. Puede ser, sin embargo, que otros republicanos ambiciosos estén mejor adaptados a la tarea de perfeccionar la fórmula para el éxito electoral que ella introdujo el otoño pasado.

De cualquier manera, el “momento Palin” arrojó una gran luz sobre el poder, el potencial y la falta última de adecuación de un conservadurismo basado solamente en el populismo cultural. También expuso la vulnerabilidad de la izquierda ante un desafío a sus más queridas proclamas -como el único representante de los intereses de la clase obrera y como la única trayectoria legítima hacia el poder político para una mujer ambiciosa.

Y, quizás todavía más revelador, hizo pública la propensión desafortunada y poco atractiva de la élite cultural americana a tratar a los que juzga que no forman parte de los elegidos con condescendencia y desdén.


EL “EFECTO PALIN”

11/04/2009

 

¿Existió el “efecto Palin”?

En nuestra opinión, no hay duda de que sí. Se notó inmediatamente en las encuestas, tras el discurso de aceptación de Sarah en la Convención Republicana, los únicos quince días en que el ticket McCain – Palin estuvo por delante de sus rivales demócratas en las encuestas de intención de voto. Luego vino la crisis financiera, la errática respuesta de McCain, el descubrimiento de que realmente no tenía un verdadero programa económico que ofrecer y todo se fue al garete. Aún así, Sarah mantuvo el tipo y supo canalizar la energía y el entusiasmo de millones de personas que no se veían a sí mismas reflejadas en McCain, pero sí en Sarah.

Y si no, ¿qué explicación se puede dar a las multitudes de cinco cifras que reunía dondequiera que fuera? Si en Florida llegó a reunir a 60.000 personas sólo para escucharla a ella. Por supuesto, estas personas no iban simplemente a buscar una chapa, una gorra y una banderita de regalo, sino que acudían atraídas por la personalidad de Sarah. Sencillamente. Y es que Sarah sabe conectar con la gente porque es algo natural para ella y es lo que ha hecho durante toda su vida. ¿Quieren un ejemplo? ¿Quieren saber cómo es Sarah en un momento cualquiera, sin cámaras por delante? Lean entonces el testimonio de Elizabeth Eubanks escrito el 27 de abril de 2008, mucho antes de saltar Sarah a la fama como candidata a la vicepresidencia. Elizabeth es una profesora de colegio de Florida y como tal participaba en un programa llamado “PolarTREC” que se desarrolla en las regiones polares y que  busca que los profesores de Estados Unidos colaboren por un tiempo con científicos inmersos en investigaciones reales y así mejoren sus conocimientos y con ello la manera de enseñar las Ciencias Naturales a sus alumnos.

“While delayed in the New Orleans Airport, I reflect back to my airport surprise when leaving Fairbanks after the PolarTREC Orientation in March. I look around and wonder if I will see the Louisiana Governor Bobby Jindal milling about and waiting to catch a flight. Doubtful since most Governors travel via private aircraft at least around their own state. Governor Jindal cruises Louisiana in a three million dollar state police helicopter. This is not the case for Alaska’s Governor Sarah Palin.

There were several of us PolarTRECers waiting in the Fairbanks, AK airport, to catch our planes home. We were chatting about all we had learned when Kristen Timm, ARCUS administrator said “Look, there is the Hottest Governor in the United States” as she has been publicly deemed by media and fans.

Of course I had to check out the “Hottest Governor in the US” and quickly turned to see her pregnant (she has since had her baby) with bags and daughter in tote. Then it struck me as odd. Why is the Governor of Alaska in the airport and preparing to get onto my commercial flight?

I questioned PolarTRECer Craig Kasemodel, an Alaskan resident. He let me know that Governor Palin sold the corporate jet after securing her official Governor position.

Governor Pallin said she would sell the jet because it was impractical and that the Alaska state inventory would be relieved of this dept. The jet was sold on eBay to Larry Reynolds for 2.1 million dollars.

I approached the Governor and told her a little bit about PolarTREC and why I was in Alaska. She told me that she knew of the program and then introduced me to her adorable daughter Piper. We chatted about Florida and Barrow, Alaska and flying commercial. She said she really enjoys and prefers flying with people who either live in or are visiting Alaska. She even flies coach! She was kind enough to take several photos with me.

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Elizabeth Eubanks with Governor Sarah Palin and her daughter Piper in the Fairbanks, AK airport.

I invited Governor Sarah Palin to come visit me on my expedition to Barrow in June. She said she would love to and that I should drop her an email, which I will do.

It was my pleasure to meet such a wonderful person who represents the state of Alaska so well. Governor Palin maybe known to many as “HOT” but as far as I am concerned she is super “COOL” too! “.

(Mientras sufro un retraso en el aeropuerto de Nueva Orleans, recuerdo mi sorpresa en el aeropuerto cuando dejamos Fairbanks tras la formación de marzo de PolarTREC. Miro a mi alrededor y me pregunto si voy a ver al gobernador de Louisiana Bobby Jindal pululando por ahí a la espera de coger un vuelo. Lo dudo ya que la mayoría de los gobernadores viajan en sus aviones privados, al menos dentro de su propio Estado. El Gobernador Jindal surca Louisiana en un helicóptero de tres millones de dólares a cargo de la policía estatal. Este no es el caso de la Gobernadora de Alaska Sarah Palin.

Estábamos varios de nosotros de PolarTREC esperando en el aeropuerto de Fairbanks, en Alaska, para coger nuestros respectivos vuelos a casa. Estábamos conversando acerca de todo lo que habíamos aprendido cuando Kristen Timm, administrador del ARCUS, nos dijo: «Mirad, allí está la gobernadora que está más buena de todo Estados Unidos», tal y como se la ha considerado públicamente por los medios de comunicación y partidarios suyos.

Por supuesto tenía que comprobar eso de la «gobernadora que está más buena de todo Estados Unidos” y rápidamente me di la vuelta para verla embarazada (ya ha tenido a su bebé) con sus maletas y su hija pequeña en un carrito. Entonces me extrañé. ¿Por qué estaba la gobernadora de Alaska en el aeropuerto y esperando para subirse a mi mismo vuelo comercial?

Le pregunté a mi compañero de PolarTREC, Craig Kasemodel, que vive en Alaska. El me hizo saber que la gobernadora Palin vendió el jet corporativo después de tomar posesión. La gobernadora Palin dijo que vendería el jet porque no era práctico y que la tesorería del estado de Alaska se vería libre de esa carga. El jet fue vendido en eBay a Larry Reynolds por 2,1 millones de dólares.

 Me acerqué a la Gobernadora, y le conté un poco acerca de PolarTREC y porqué estaba en Alaska. Me dijo que conocía el programa y entonces me presentó a su adorable hija Piper. Charlamos acerca de Florida y Barrow, Alaska y el volar en aviones comerciales. Me dijo que realmente disfruta con ello y que prefiere volar con gente que viva o esté visitando Alaska. ¡Si hasta viaja en clase turista! Tuvo la amabilidad de hacerse varias fotos conmigo.

Invité a la gobernadora Sarah Palin a visitarme en mi expedición en Barrow en junio. Dijo que le encantaría y que le enviase un mensaje de correo electrónico, lo que pienso hacer.

Fue para mí un placer conocer a esta maravillosa persona que representa al estado de Alaska tan bien. La gobernadora Palin tal vez sea por conocida por muchos porque «ESTÁ BUENA», ¡pero en lo que a mí respecta también «MOLA!).

Otras dos pruebas más; los pies de foto son reales, escritos por esas mismas personas que enviaron sus fotos con Sarah a una especie de sección abierta por el principal diario de Alaska, el Anchorage Daily News (demócrata hasta la médula, como no podía ser menos). Y las hay a patadas, pero todas siguen el mismo patrón: una persona cualquiera coincide con Sarah en algún sitio, le saluda y Sarah accede de muy buen grado a charlar y hasta a hacerse una foto con esa persona.

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El pie de foto dice: Mi padrastro y yo estábamos en Wal-Mart y él vio a Sarah. Fuimos hasta ella, le dimos la mano y le preguntamos si podíamos hacernos una foto con ella. ¡La gobernadora de Alaska es la única que hace la compra en Wal-Mart!

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El pie de foto dice: Sarah vino a dar su apoyo a los veteranos del Estado de Alaska en su Día de los Caídos. Después del discurso, le llamé por su nombre y me saludó como si fuéramos amigas de toda la vida. Su cariñosa atención durante nuestra breve charla fue impresionante. ¡Es una persona real!

El resto de fotografías son similares y en las situaciones más curiosas: paseando por la ciudad (¡sin guardaespaldas!), tras atender a la prensa se queda para saludar a la gente, visitando un colegio se detiene a saludar uno a uno a todos los niños de una clase, etc. Sarah es una persona que, a pesar de su cargo, no se cree en absoluto por encima de los demás y así actúa en consecuencia. Para ella, su cargo de gobernadora es una obligación añadida de rendir cuentas en todo momento a aquellos que la han elegido y de demostrarles que su elección ha sido buena porque se han beneficiado de ella obteniendo mejores servicios por parte del estado. En definitiva, una política al servicio de sus conciudadanos, una especie desconocida prácticamente por estos lares, ¿verdad? Y aún hay quien se extrañe de la adoración que despierta.

Para seguir, les ofrezco la traducción de un artículo publicado por Michelle Easton, una antigua colaboradora de los presidentes Reagan y Bush (el 41) en cuyas administraciones ocupó cargos en el departamento de Educación y que actualmente es una reputada periodista conservadora, publicado en la National Review Online el pasado 23 de octubre de 2008. El artículo en cuestión se titula: “Sarah shows the way. Success that inspires” (Sarah muestra el camino. El éxito que inspira). Puede leer el artículo original aquí.

“Sarah Palin hace que sea genial el ser una joven conservadora en un campus universitario. Las mujeres conservadoras no teníamos a alguien como Palin a quien admirar en un nivel nacional tan alto antes de esto. Y a causa de que ella es mujer, incluso chicas que podrían haber preferido a Hillary Clinton están ahora prestando atención a las ideas conservadoras. Catherine Helsley, senior (estudiante de último curso), Randolph-Macon University.

El éxito de Sarah Palin como candidata nacional – incluyendo su actuación en el debate vicepresidencial y las muchedumbres de cinco cifras que arrastra a diario- supone un gigantesco paso adelante para las mujeres, especialmente para las jóvenes. Palin es la nueva y más emocionante mujer líder de América y una gran razón para ello es que fueron sus propios logros y su personalidad lo que le valieron la nominación. Ella no está en el ticket nacional por ser la esposa de nadie o porque su marido murió, sino a causa de su única e inspiradora experiencia profesional y de sus extraordinariamente poderosas cualidades. Como con John F. Kennedy y Ronald Reagan, hace que los estadounidenses quieran saber más sobre ella

Habla como gobernadora, esposa, madre de un hijo que marcha a la guerra y madre de un niño con necesidades especiales. Nos dicen que el 90 por ciento de las mujeres que esperan a un niño con síndrome de Down optan por el aborto, y aún así, Palin, una gobernadora en el cargo, dejó que su brújula del derecho a la vida determinara su rumbo. Ella es un líder que da ejemplo y que puede hablar con autoridad sobre la responsabilidad personal.

Enfrentada a ataques personales a menudo feroces, Palin exhibe su alegre optimismo del “puedo hacer” sin la habitual amargura del feminista “es tan duro ser una líder”. No impresiona en absoluto el que América celebre su éxito y que el Saturday Night Live tuviera la mayor audiencia de su historia cuando Palin apareció en el programa.

He oído a tantas jóvenes expresar admiración por lo que ha hecho. “Palin es el sueño americano para muchas mujeres conservadoras. Pasando de ser una madre de la Asociación de Padres de Alumnos a ser la candidata vicepresidencial, nos enseñó cómo tener nuestra parte del pastel y a comérnosla también”, dice Chelsea Thompson, senior en la Northwestern University. “Nos muestra cómo puedes ser una buena mamá y a la vez cumplir tus deberes cívicos con elegancia y feminidad”.

Y dureza. Bajo una presión enorme y sin precedentes, Palin tuvo la mejor actuación en un debate vicepresidencial en una generación. Acuérdense simplemente de los candidatos vicepresidenciales republicanos y sus respectivos debates desde 1980 – George H.W. Bush, Dan Quayle, Jack Kemp y Dick Cheney. Hombres distinguidos, pero ningunos de ellos conmovió a Estados Unidos como lo hizo Sarah Palin.

Fíjense después en los candidatos demócratas – Walter Mondale, Geraldine Ferraro, Lloyd Bentsen, Al Gore, Joseph Lieberman y John Edwards. Eran predecibles, aburridos, cerrados ideólogos liberales todos y cada uno de ellos. Incluso Ferraro, la primera mujer candidata vicepresidencial, fue incapaz de causar ninguna impresión.

En cambio, Palin es una personalidad política espectacular que es enérgica y entusiasta, una conservadora centrada y con sentido común. Es un soplo ganador de aire fresco con el que muchas mujeres corrientes se identifican.

Elizabeth Moyer, una recién licenciada de la University of San Francisco, me dijo: “La amo y amo lo decidida que es, como una pionera. No necesita a los hombres. Y no digo eso a la manera resentida del feminismo moderno. Ella tiene hombres maravillosos en su vida a los que ama y con los que trabaja, pero ella no depende de ningún hombre. Es una verdadera mujer fuerte”.

Asombrosamente, mujeres liberales expresaron también opiniones positivas después del debate. Hillary Clinton, la mujer que los demócratas se guardaron bien de que obtuviera la nominación presidencial, dijo: “Es asombroso, ya saben, ha sido lanzada bajo los focos nacionales con muy poca preparación y pienso que considerado en su totalidad, anoche vieron un debate muy sereno y efectivo.” Geraldine Ferraro concedió reacia: “Lo hizo bien”.

Incluso la agria presidente de la National Organization for Women, Kim Gandy, se las arregló para sacar jugo de ello: “Pienso que la mayoría de las feministas concederán que era mejor para el sexo femenino que Palin no tuviera una actuación desgraciada”. Esta líder de una organización que ve sexismo dondequiera que las mujeres estén “infrarrepresentadas” ha apoyado el ticket Obama – Biden – el único sin una mujer.

Ashley Crouch, senior en la University of Dallas, me contó una reunión del grupo de mujeres conservadoras de su campus, NEW (Network of Enlightened Women) donde los miembros discutieron sobre el porqué algunos liberales son tan duros con Palin. Ashley dijo que muchos de ellos pensaban: “Los liberales no están de acuerdo con lo que Palin representa en su vida personal ni con su filosofía. Aunque los liberales dicen las mujeres deben esforzarse para el éxito profesional, lo que muchos de ellos piensan realmente es que las mujeres deben centrarse en la familia o en el éxito profesional, pero no en ambos”.

Las alegremente declaradas creencias vitales de Palin y su hermosa sonrisa son contagiosas y los estadounidenses simplemente quieren oír más. ¿Hay alguien que piense seriamente que 73 millones de estadounidenses sintonizaron el debate para ver a Joe Biden, lo último en “criaturas” de Washington?

Recuerdo cómo los colegas liberales de Katie Couric en los medios solían burlarse de Ronald Reagan como un apuesto tonto del bote. Muchos conservadores han encontrado siempre a Couric “irritante”, pero tuvo que ser Palin quien utilizara la palabra exacta. Ahora, con un gran debate en su zurrón y millares de americanos acudiendo en masa a verla, Palin ha dejado de perder el tiempo con reporteros irritantes.

La primera mujer en un ticket presidencial republicano está arrastrando las muchedumbres más entusiastas y consiguiendo la mayor cantidad de partidarios en décadas. Ella demuestra que no hay límites a lo que una mujer puede hacer en Estados Unidos. ¿Es ella un fenómeno único en un siglo, alguien que continuará cautivando a los estadounidenses y cuyos logros más grandes están aún por llegar?

You betcha”.

Y otra prueba más

El 4 de noviembre, además de las elecciones presidenciales, se celebraron también otros procesos electorales, entre ellos la renovación de uno de los dos puestos de senador por el estado de Georgia, puesto al que aspiraban el republicano Saxby Chambliss, actual ocupante del cargo, y el demócrata Jim Martin.

Georgia es un estado con una legislación particular en este aspecto y tiene establecido que sólo puede resultar nombrado aquel candidato que obtiene la mayoría absoluta. El 4 de noviembre, Chambliss obtuvo el 49,8% de los votos contra el 46,8% que obtuvo su rival. Al no haber alcanzado ninguno de los dos el porcentaje mínimo establecido, se dispuso una segunda vuelta para el día 2 de diciembre.

Después del desastre de las elecciones de 2006, cuando los republicanos perdieron un montón de puestos en el Senado, era esencial no perder ni uno más, así que la “batalla de Georgia” se volvió crucial para los dos partidos. Por parte demócrata, desembarcó allí Bill Clinton para hacer campaña a favor de su compañero de partido y hasta se pretendió que lo hiciera el actual presidente de Estados Unidos, pero éste finalmente declinó la oferta. Por parte republicana, hicieron campaña John McCain y, por supuesto, Sarah Palin. ¿Y qué pasó?

chambliss

Sarah en uno de sus actos junto a Saxby Chambliss. El entusiasmo que despierta esta mujer se trasluce incluso en una mera foto.

Sarah viajó a Georgia el 1 de diciembre, justo el día antes de las elecciones y estuvo presente en al menos cuatro actos. Una encuesta de intención de voto del día 30 de noviembre daba a Chambliss un escaso 4% de ventaja sobre su rival. Al día siguiente se votó y los resultados finales fueron aplastantes: Chambliss había ganado por un 14,8% de diferencia (Chambliss: 57,4%; Martin: 42,6%). ¿A causa de Sarah? Veamos lo que dice al respecto el propio Chambliss:

«I can’t overstate the impact she had down here. When she walks in a room, folks just explode. And they really did pack the house everywhere we went. She’s a dynamic lady, a great administrator and I think she’s got a great future in the Republican Party. And it really did allow us to peak and get our base fired up”.

(No puedo exagerar el impacto que ha tenido aquí. Cuando entra en una habitación, la gente simplemente explota. Y llenaron a rebosar todos los lugares a donde fuimos. Es una mujer dinámica, una gran gestora y creo que tiene un gran futuro en el Partido Republicano. Nos permitió realmente alcanzar la cima y electrizar a nuestra base).

Que cada uno saque sus propias conclusiones.