PALIN Y BACHMANN EN MINNEAPOLIS: ¡CHÚPATE ÉSA, SO PROGRE!

10/04/2010

 

Sarah Palin ha arrancado finalmente su campaña de apoyo a aquellos de los diversos candidatos republicanos en estas próximas elecciones de noviembre que considera merecedores de su respaldo. Y lo ha hecho con una fuerza extraordinaria. Es cierto que su primera parada, Arizona, nos dejó a todos un cierto regusto agridulce, para qué lo vamos a negar; agrio porque John McCain no es precisamente el candidato de nuestros sueños, pero dulce porque Sarah no sólo estuvo todo lo fuerte, valiente y combativa que nos gusta ver en ella sino que además estaba guapísima con esa inolvidable chaqueta de cuero que escogió para la ocasión (sí, ya sé que éste comentario no viene al caso, pero yo soy un hombre soltero y admirador de la belleza además). Sin embargo, una vez cumplido el trámite de Arizona, digamos que un preámbulo al que le obligaban las circunstancias, la campaña de apoyo de Sarah comienza ahora de verdad y lo ha hecho en uno de los lugares más interesantes actualmente para celebrar unas elecciones en Estados Unidos, el estado de Minnesota, y en apoyo de una de las mujeres que, esta vez sí, más nos ha llegado al corazón durante este último año y es una de nuestras favoritas sin duda alguna: Michele Bachmann.

Las dos estrellas de la velada: Sarah y Michele. No dejen de prestar atención a la magnífica chaqueta de cuero amarillo de ésta última (la verán mejor en las siguientes fotos). Después de la que lució Sarah en Arizona, tal vez esta prenda acabe convirtiéndose en la nueva seña de identidad de las mujeres conservadoras. Por si acaso, yo les aconsejaría a aquellas de mis lectoras que aún no tengan una que vayan pensando en comprársela. Será una manera de reconocernos por la calle, ¿no creen?

Nota del autor: Acaba de salir publicada una nueva colaboración mía en Semanario Atlántico titulada: “Cuando la experiencia ya no es un grado”. Confío en que les guste.

Un poco sobre Minnesota para empezar

Minnesota es un estado del centro de Estados Unidos, en lo que es el Medio Oeste, que limita al norte con Canadá, al sur con Iowa, al este con Wisconsin y al oeste con las dos Dakotas, la del Norte y la del Sur. Tiene unos 218.600 km2 de extensión y una población de alrededor de 4.375.000 habitantes. Su capital es Saint Paul y una de sus ciudades más importantes es Minneapolis con 371.000 habitantes. Como estado, es muy conocido por los innumerables lagos que lo salpican, causados por el río Mississippi y algunos de sus afluentes, y que hacen que se le conozca como la “tierra de los 10.000 lagos”.

Políticamente, Minnesota es un estado tirando a demócrata en el que sus dos representantes en el Senado, Klobuchar y Franken, pertenecen a este partido y de sus ocho representantes en la Cámara de Representantes, cinco son demócratas (Walz, McCollem, Ellison, Peterson Collin y Oberstar) y sólo tres, republicanos (Kline, Paulsen y Bachmann), de los cuales Kline y Bachmann han recibido recientemente por parte de la American Conservatives Union (ACU) la máxima calificación, 100 puntos, mientras que Paulsen sólo ha llegado a 88. ¡Ah! Y por lo que se refiere a Kline, éste el año pasado obtuvo una puntuación de 88. (Bachmann, por su parte, obtuvo 100 puntos también). O sea, que conservadora de primera, Bachmann; Kline, de esos que están a lo que dicta la moda; y el otro, Paulsen, que acaba de llegar a la Cámara de Representantes y por eso no se le calificó el año pasado, poco conservador parece que es.

En cuanto a Michele Bachmann, todos la conocemos ya, pero no estaría de más que repasáramos un poco su vida antes de empezar, ¿verdad? Pues vamos allá. Michele Bachmann se llama realmente Michele Marie Amble y nació el 6 de abril de 1956 en Waterloo (Iowa). Actualmente es la tercera mujer, y la primera republicana, en representar a Minnesota en el Congreso de Estados Unidos, después de haber sido senadora estatal desde 2001 hasta 2007. Bachmann ganó su escaño en 2006 derrotando a Patty Wetterling, la candidata del Minnesota Democratic-Farmer-Labor Party, que así se llama el Partido Demócrata en aquellos lares, por un porcentaje de votos del 50% contra el 42%, y siendo reelegida en 2008, derrotando a Elwyn Tinkleberg, su rival del DFL, por el 46,41% contra el 43,43%.

Bachmann es descendiente de emigrantes noruegos. Sus padres, David John Amble y Jean Johnson se divorciaron y ella se quedó con su madre en Anoka (Minnesota) mientras que su padre se mudaba a California. Buena estudiante, es doctora en Derecho y especialista en Derecho Fiscal. Casado con Marcus Bachmann, el matrimonio tiene cinco hijos (dos varones y tres mujeres) además de haber acogido temporalmente a otros 23 niños a lo largo de su vida.

Desde su llegada a Washington en 2007, Bachmann ha estado siempre en el punto de mira de los demócratas por sus dos principales virtudes: sus fervientes convicciones religiosas, que le impiden disimular su fe como hacen tantos otros, y su incapacidad congénita para nadar y guardar la ropa, lo que le lleva a decir siempre lo que piensa e importarle un pimiento si lo que dice es “correcto” o no. Así, después de más de una controversia con los medios de comunicación, en octubre del año pasado, Bachmann declaró que se niega a “arrodillarse asustada” ante los medios de comunicación, a los que calificó de “irrelevantes” y se enorgulleció de que “no está dispuesta a jugar con sus reglas”. Tenaz opositora a la política de la nueva administración demócrata, no tiene ningún reparo en proclamar que el presidente está conduciendo a Estados Unidos a un estado de “decadencia”.

Sarah Palin y Michele Bachmann hacen su entrada en el escenario.

Los prolegómenos del rally

El rally estaba anunciado para el miércoles 7 de abril a las 14.00 h en el Minneapolis Convention Center que, curiosamente, está ubicado en una de las circunscripciones electorales, la 5ª (recordemos que Bachmann es la representante de la 6ª circunscripción electoral), más liberales de todo el estado. El programa era el siguiente: Michele Bachmann, Sarah Palin, Tim Pawlenty (gobernador del estado), Erik Paulsen, (representante en la Cámara de Representantes por la 3ª circunscripción electoral) y John Kline (representante en la Cámara de Representantes por la 2ª circunscripción electoral). Un cartel de lo más atractivo que movió a cerca de 11.000 personas a desplazarse hasta Minneapolis para asistir a lo que sin duda iba a ser todo un acontecimiento en la historia del estado. En cuanto al hecho de que se celebrara el acto en “territorio enemigo” (el representante de la 5ª circunscripción electoral es el demócrata Keith Ellison), el motivo fue simplemente que era un sitio mucho más adecuado para los habitantes de la muy extensa 6ª circunscripción, la de Bachmann, además del hecho de que el centro de convenciones estuviera muy próximo al Hilton Hotel, que era donde se iba a celebrar un acto de recaudación de fondos además de una cena una vez concluido el rally. (Por cierto, que la recaudación de fondos fue todo un éxito calculándose que se recogieron más de medio millón de dólares, pues las entradas iban desde los 500 hasta los 10.000 dólares que daban derecho a poder hacerse una foto con Bachmann y Palin).

Así pues, hubo gente que, como Joan Peron de Coon Rapids, a las 5.30 h de la mañana ya estaba haciendo cola ante las puertas del centro de convenciones porque “no quería perderme nada de todo esto”. Y no fue la única. En principio, los que llevan la campaña de Bachmann pensaron en un acto mucho más pequeño, pero a partir del momento en que se anunció que Sarah Palin iba a acudir, la demanda se disparó de tal manera que al final se encontraron con que de pequeño nada. El rally era gratuito, pero gratuito de una manera un poco peculiar: para conseguir una invitación, uno tenía que comprometerse a participar como voluntario para el Partido Republicano durante la próxima campaña electoral de noviembre, algo que no disuadió a nadie prácticamente de solicitar su invitación y que, al final, llenó el centro de convenciones de conservadores (que no de republicanos), gente que tal y como reconocía Tony Sutton, el presidente del Partido Republicano en Minnesota, eran en su gran mayoría personas que no constaban en la lista de correo del partido. Por ejemplo, Bill Birckweg de Brooklyn Park, que no sólo pidió el día libre en su trabajo sino que además a las 9.30 h ya estaba en el centro de convenciones, esperando a que se abrieran las puertas al mediodía para conseguir un buen asiento en la primera fila. “Soy un conservador independiente y estoy aquí para apoyar a Michele Bachmann”, declaró a los periodistas. “Está siendo acosada por el Partido Demócrata. Todo lo que ha hecho ha sido defender los valores estadounidenses. Es por eso que la apoyo”.

Una vez que se abrieron las puertas, para hacer menos pesada la espera, además de la música ambiental, los asistentes pudieron disfrutar de la actuación de Goldfish Guys, un grupo de rock cristiano que se caracteriza porque sus tres miembros llevan todos ellos camisetas de hockey con el número 10 en honor a los Diez Mandamientos, tocan el “Ten Commandments Boogie”  y se enorgullecen de “usar nuestra música para proclamar el evangelio de Jesucristo”.

Fue tras su actuación cuando se cantó el himno nacional y dio inicio el acto. Eran las 14.00 h y la aparición de Bachmann y Palin se esperaba hacia las 14.45 h y ya los dirigentes del Partido Republicano en Minnesota reconocían que nunca habían visto semejante multitud en un rally para unas elecciones a la Cámara de Representantes y que incluso en unas elecciones presidenciales es difícil de tener un éxito de público así.

Sarah Palin y Michele Bachmann saludan a los asistentes.

Los teloneros

Y así empezó el acto. El primer orador fue el representante de la 3ª circunscripción electoral en la Cámara de Representantes, Erik Paulsen, quien afirmó que “Washington se había vuelto algo peor de lo que nunca se hubieran imaginado”. El público se lo agradeció con aplausos y adiós muy buenas.

Tras él, otro representante, John Kline, de la 2ª circunscripción electoral, quien insistió en lo mismo aseverando que los demócratas “están rugiendo por todas partes, haciendo desaparecer nuestras libertades… Unas libertades que nos fueron dadas por nuestro Creador y que nos están siendo arrebatadas a un ritmo terrible”. De nuevo, aplausos y adiós muy buenas también.

Era el turno de Tim Pawlenty, el gobernador del estado, quien en su momento fue visto como compañero de ticket de John McCain y que aún hoy en día es considerado como un posible candidato a la nominación republicana en las elecciones presidenciales de 2012. Para muchos de nosotros resultaba de lo más interesante el comprobar in situ su poder a la hora de rivalizar con Sarah Palin. El resultado fue desastroso para él. Es cierto que tuvo algunos buenos momentos como éste, en que interactuó con el público:

Vivimos en unos tiempos en los que el gobierno federal está apropiándose de nuestras empresas. Nuestras compañías aseguradoras, tienen el control de nuestras compañías hipotecarias, se han apropiado de los préstamos estudiantiles y ahora se han apropiado de una buena parte del cuidado de la salud… ¿No habéis tenido ya bastante?

¡Sí!

Tenemos un déficit demasiado grande como para poder pagarlo y líderes nacionales demasiado pequeños como para hacer algo al respecto… ¿No habéis tenido ya bastante?

¡Sí!

El caso es que por muy inspirado que estuviera, su mayor aplauso lo consiguió cuando se calló de una vez, dijo que estaba encantado de compartir escenario con “dos grandes líderes” (a la fuerza ahorcan, digo yo) y se esfumó entre las sombras porque había llegado la hora de las estrellas y él no era una de ellas. Carinda Horton, de Duluth, así lo reconoció cuando declaró a la prensa que “él [Pawlenty] era el telonero. Creo que fue interesante porque es también un aspirante con posibilidades y me preguntaba cómo se sentiría, pero era un “momento de mujeres”. La gente del escenario detrás de los oradores eran como cuatro hombres y sesenta mujeres”.

Por fin, el presentador del acto anunció:

Ciudadanos de Minnesota amantes de la libertad, por favor, demos la bienvenida a la congresista Michele Bachmann y a la gobernadora de Alaska Sarah Palin.

Y Michele y Sarah aparecieron en el escenario las dos juntas a los sones de la música country de Martina McBride: “This one’s for the girls” (Ésta es para las chicas”) y el centro de convenciones pareció venirse abajo ante el inenarrable entusiasmo que su presencia provocó entre la multitud. Y es que como dijo después del acto una de las asistentes, Sarah Jane Nicoll de Sartell, quien lucía una camiseta con el lema “Girl Power” (una gran parte de la multitud que acudió al acto eran mujeres) “la gente trata de hundirlas, pero ellas se mantienen firmes por sus convicciones”.

Tras su aparición, Palin se retiró hacia el fondo del escenario y cedió todo el protagonismo a Bachmann quien fue saludando sonriente a la multitud, recorriendo de un lado a otro el escenario. “Bienvenidos a Minneapolis” fueron sus primeras palabras. Por fin, mientras el estruendo seguía siendo ensordecedor, Bachmann miró a la multitud y, disfrutando sin duda del momento, les mandó un recado a los demócratas diciéndoles: “¡Chupaos ésa, so progres!”, para inmediatamente citar a Sean Hannity, el periodista de Fox News Channel que estaba también presente diciendo: “Como dice Sean Hannity: No dejéis que vuestro corazón se atormente. ¡Este país es nuestro!”.

Y si entonces el centro de convenciones no se vino abajo finalmente, fue sin duda por un milagro.

Sarah Palin durante su intervención. Detrás de ella, Michele Bachmann.

La hora de las estrellas

A pesar de ser la anfitriona, Bachmann fue la primera en tomar la palabra y lo hizo para dejar claro lo ultrajada que se sentía por los atentados terroristas producidos en Texas y en Arkansas y aún más ultrajada por el hecho de que la Casa Blanca declarase al respecto que “no vamos a utilizar el término “terrorista islámico” nunca más”. Como respuesta, Bachmann le recordó al presidente de Estados Unidos que “podía cambiar la terminología, pero no puede cambiar la realidad”. Además, arremetió contra Eric Holder, el fiscal general que osó “conceder al terrorista suicida de los calzoncillos los mismos derechos que a un ciudadano de Estados Unidos”.

Luego pasó a atacar la nueva política sobre la utilización de armas nucleares por parte de Estados Unidos, que restringe su uso, diciendo:

Si, de hecho, hay un país que cumple con todas las reglas… si ellos disparan contra Estados Unidos un arma nuclear, un arma biológica o tal vez nos lanzan un ciberataque, nosotros no les responderemos disparando un arma nuclear. ¿Y eso hace que nos sintamos más seguros?

Al público no se lo debió de parecer vista la manera como se rieron.

Atacó también Obamacare prometiendo que “vamos a revocar Obamacare”, lo que le ganó una fortísima ovación por parte de la multitud. Y aún remachó más el clavo mandando otro mensaje a los demócratas al asegurar: “Haríais mejor creyéndooslo, niños. Revocar es lo que esta chica [refiriéndose a sí misma] tiene pensado hacer a partir de noviembre. Vamos a revocar todo Obamacare”.

Era el turno de los dirigentes demócratas, a los que criticó fuertemente, tanto el presidente como la speaker Pelosi y el líder del Senado Reid. Incluso se burló del conocido lema electoral del primero diciendo: “Hay esperanza. Hay cambio. Un verdadero cambio que llegará al país en noviembre”. En cuanto a la economía, dijo que “durante los últimos 18 meses, lo único que hemos visto es a un policía económico ante nuestros ojos”. Sobre el despilfarro federal, prometió recortarlo: “¡Empezaremos por matar de hambre a la bestia!”. Y aún más: “Nos ha dicho el gobierno con respecto a este alto desempleo, ya por encima del 10%, que ésta es la nueva normalidad. ¿Es ésta la nueva normalidad? La nueva normalidad empezará cuando la speaker Pelosi pierda sus privilegios. La nueva normalidad empezará cuando Harry Reid se incorpore a la cola del paro”.

Bachmann concluyó su intervención con el siguiente intercambio con el público:

El gobierno se ha metido con la Constitución, se está apropiando de la empresa privada. Se está metiendo incluso con Dios. ¡Dios nos dio nuestros derechos!

¡Sí!

El gobierno no puede quitárnoslos.

¡No!

Los primeros que deben marcharse: Pelosi y Reid.

¡Sí!

Después Obama. Haremos de él un presidente de un único mandato.

¡¡¡Sí!!!

Dentro de dos años, el presidente Obama será un presidente de un solo mandato porque vamos a elegir al más valiente, fuerte, audaz y firmemente constitucionalista presidente conservador que este país haya visto nunca. Eso es lo que este país tiene en mente.

Y tras esto, Bachmann presentó a Palin diciendo de ella que “es tanto una de nosotros. Tan maravillosa como es por fuera, estoy aquí para testificar que lo es veinte veces más por dentro”, además de recordar a todos que se trata de “una mujer de extraordinaria fortaleza”.

Palin ocupó su sitio ante el estrado y agradeció el estar allí “en la tierra de los 10.000 lagos con patriotas que aman a su país y donde todavía estáis orgullosos de vuestras armas y de vuestra religión”. Y aún más: “Me encanta estar en Minnesota. Todos vosotros habláis como yo. O yo hablo como vosotros”, deleitando al público.

Rápidamente y para que no quedara duda acerca de qué clase de público era ése, Palin preguntó si había miembros del Tea Party entre ellos, provocando una gran respuesta por parte de estos: “Os agradezco el que seáis parte de este hermoso movimiento popular que está barriendo por todo nuestro país y que está lleno de conservadores de sentido común dispuestos a recuperar nuestro país” y que “son personas que no se asustan a la hora de hablar. Como Michele”. Y preguntó acto seguido al público: ¿Qué me dices, Minnesota? ¿Le harás un favor al resto del país y elegirás a Michele Bachmann?”.

La respuesta, evidentemente, fue que sí. Pese a todo, Palin reconoció los obstáculos a los que se enfrentaban: “No va a ser fácil. Es un desafío. Lo primero será restaurar el equilibrio y el sentido común y la primera prueba será ante las urnas en noviembre”.

Sobre el compromiso de Bachmann con la seguridad de la nación: “Ella sabe que la libertad bien vale la pena luchar por ella y va a hacer todo lo posible para que nuestros militares tengan lo que necesitan. Ella sabe lo que necesitamos para mantener seguro a Estados Unidos durante la próxima generación”.

No pudo faltar una referencia a su gusto por escribirse notas en la palma de la mano, cuando confesó que hoy también lo había hecho. En concreto, había tenido que anotarse el número de hijos que tiene Bachmann (cinco) y el número de niños a los que ella y su marido han acogido en su casa a lo largo de los años (veintitrés). “Para esto sirve la mano muy bien”, dijo al tiempo que se la enseñaba a la multitud. “Tuve que anotarlo en mi palma, la versión de los pobres del teleprompter. Siempre de la vieja escuela yo”.

Tuvo tiempo para recordar a Margaret Thatcher repitiendo su conocida frase: “En política, cuando quieres que algo sea dicho, pídeselo a un hombre. Cuando quieras que algo sea hecho, pídeselo a una mujer. Mi propio lema es que detrás de cada buen y productivo hombre hay una muy sorprendida mujer”. Luego confesó que era una simple broma y que no es ella de las que se toman en serio lo de la “política de género”.

También cargó contra el gobierno diciendo que “hay demasiada gente hoy lo bastante ciega como para creer que todo ese dinero es gratis y que de alguna manera mágica todo va a salir bien. Lo que les pasa a los políticos, especialmente en Washington, es que se están volviendo adictos al opium [opio]. O sea, al O-P-M, Other People’s Money [el dinero de los demás]. Hay una adicción por ahí”.

En cuanto a la acusación demócrata de que los republicanos son el partido del no, Palin se preguntó qué había de malo en ello: “Los republicanos han sido criticados últimamente con este erróneo concepto… una especie de que los republicanos son el partido del no. Y nosotros nos preguntamos, ¿qué hay de malo en ser el partido del no cuando estás viendo lo que Obama, Pelosi y Reid están haciendo a este país? ¡Seámoslo pues!”.

El cariño que sienten mutuamente ambas mujeres saltaba a la vista, sobre todo cuando Palin alabó a Bachmann diciendo: “Vuestra congresista tiene valor. Michele no les dice simplemente que no. Ella les dice: ¡No, demonios!”. Reconoció además que era ella la que estaba liderando la lucha contra Obamacare: “Ahora es Michele la que está dirigiendo la carga para retirar esa cosa”.

Y ya en un tono más distendido, Palin recordó la manera como se conocieron ellas dos:

Cuando nos conocimos la primera vez, ella había viajado hasta Alaska para ver qué podíamos hacer nosotros para ayudar a conseguir la independencia energética. Y yo supe que íbamos a ser amigas inmediatamente porque ella dijo: “¡Perforar aquí, perforar ahora!”. Y yo repliqué: “Perfora, nena, perfora”. Y entonces las dos dijimos al unísono: You betcha!

Y finalmente, alabó de nuevo a su compañera: “Hay un montón de mujeres conservadoras como Michele que están luchando y están levantando la voz a favor de soluciones conservadoras de sentido común y están listas para recuperar su país. 2010 está tomando forma de ser el año en que las mujeres conservadoras se juntan para devolvernos este país… y Michele está liderando la estampida”.

La despedida no pudo ser más emotiva: “Mi bendita y gloriosa Minnesota, Michele tiene el valor de luchar por ti. Minnesota, eres alucinante. Molas un montón. Gracias por enviar de vuelta a Michele Bachmann al Congreso de Estados Unidos”.

Sean Hannity entrevistando a Michele Bachmann y a Sarah Palin tras el rally para su programa en Fox News Channel.

Y para finalizar, consciente de lo importante que iba a ser un acto en el que se iban a reunir dos de las mujeres más queridas por el movimiento conservador estadounidense, Sean Hannity, que de tonto no tiene ni un pelo, se las arregló para poder hacerles una entrevista nada más concluido el acto y en el mismo escenario del Minneapolis Convention Center para emitirlo ese mismo día en su programa. Y es que más de uno de los asistentes al rally llevaba puesta una camiseta con el lema: “Palin-Bachmann: Our Dream Team” (Palin-Bachmann: Nuestro equipo de ensueño).

Las reacciones

Por lo que se refiere a las reacciones que suscitó el acto en sí, la más relevante tal vez sea la de un bloguista demócrata, Chris Bowers de Open Left que publicó:

Si Sarah Palin se presenta a la presidencia, entonces ganará la nominación republicana. El rally que está celebrando hoy junto a Michele Bachmann es asombroso… Si Sarah Palin se presenta a la presidencia en 2012, me cuesta imaginarme  que alguien pueda arrebatarle la nominación republicana… Con una economía persistentemente débil – lo cual es muy posible –, eso podría de hecho hacerla presidente a menos de tres años a partir de hoy.

Mejor no se puede decir. Y me alegra que haya sido un demócrata quien lo haya dicho. No todos son tan estúpidos como Keith Ellison, el representante demócrata de la 5ª circunscripción electoral de Minnesota, que tuvo la desfachatez de declarar que “es una señal de nuestra fortaleza y de nuestro poder el que hayan tenido que traer a esa persona [por Sarah Palin] aquí”.

Por otra parte, Carinda Horton de Duluth, alguna de cuyas declaraciones ya hemos leído antes, sintetizó muy bien todo lo que se había vivido en Minneapolis ese día diciendo: «Es sencillamente la energía que tiene ella. Utiliza muchas declaraciones cortas, pero habló sobre el poder que tenemos las mujeres y las mujeres que dirigen el movimiento conservador».

En definitiva, que tanto Bachmann como Palin demostraron una extraordinaria habilidad en hacer comprensible su mensaje de que sólo mediante unas victorias republicanas en 2010 y en 2012 se podrá reparar todo el daño que están causando la Casa Blanca y el Congreso a la economía y la seguridad de Estados Unidos. Y ello será así gracias no al Partido Republicano, que está cada día más cogido a contrapié, sino gracias a muchos líderes como ellas dos: líderes conservadores, conscientes de sus valores, dispuestos a defenderlos contra viento y marea, con el marchamo del anti-establishment marcado en ellos, populistas y respaldados por el movimiento Tea Party. Si las cosas van bien, el próximo mes de noviembre podremos celebrar la aparición de docenas de Palin y Bachmann que se dirigirán a Washington y provocarán el mayor relevo generacional en décadas, un relevo que no hay que entender exclusivamente en términos de edad sino de concepción de la actividad política, que ya no será una oportunidad para medrar y sí un compromiso con la comunidad al que hay que hacer honor. Muchos no lo quieren ver así todavía y se empeñan en que los del Tea Party no son más que una panda de descerebrados. Pues mala suerte. Noviembre les abrirá los ojos finalmente, pero entonces será demasiado tarde para ellos… afortunadamente para nosotros.

Y para despedirnos, ¿qué mejor que esta foto de Sarah Palin sonriendo satisfecha de saber que cuenta con el amor de tantos y tantos de sus compatriotas? Y con el nuestro también. Que Dios te bendiga, Sarah.

Y como quiera que la anfitriona era Michele Bachmann, justo es que la última foto sea una suya, ¿verdad? Que Dios bendiga a Michele también.

Y como colofón, para aquellos de ustedes que no hayan tenido bastante todavía, les dejo con este enlace (al menos mientras se arregla Palin TV, que está fuera de servicio temporalmente) que les permitirá ver el video de las intervenciones de Tim Pawlenty, Michele Bachmann y Sarah Palin.  Disfrútenlo como lo he disfrutado yo. ¡Ah, qué envidia me dan los estadounidenses! Ellos tienen a Sarah y nosotros no.


SARAH PALIN vs. OBAMACARE (y III)

04/09/2009

 

El principio del fin

Estaba claro que tanto revuelo con lo de los “death panels” alguna consecuencia iba a traer. Así, el 13 de agosto, nos enteramos de que el Congreso había decidido retirar la dichosa sección 1233 del texto de la propuesta de reforma con la excusa de que era demasiado confusa y podía ser “misinterpreted or implemented incorrectly” (“malinterpretada o aplicada incorrectamente”), tal y como lo expresó el senador republicano por Iowa, Charles Grassley. Como no podía ser menos, nada más enterarse de ello, Sarah hizo pública otra nota en Facebook, la quinta referida a esta cuestión.

Esta quinta nota, titulada “Troubling Questions Remain About Obama’s Health Care Plan”, con fecha del 13 de agosto, es cualquier cosa menos un reconocimiento de que con la retirada de la sección 1233 del articulado de la propuesta de reforma queda zanjado el asunto. Al contrario, aunque Sarah no puede dejar de alegrarse por lo sucedido, no por ello deja de atacar la esencia de la propuesta de reforma, toda ella tan perjudicial o más que el fragmento que los legisladores demócratas habían decidido sacrificar, tal vez con la secreta esperanza de así poder salvar el resto. Sarah no es tonta y eso es algo de lo que están empezando a darse cuenta quienes todavía tenían alguna duda. “¡A otro perro con ese hueso!”, imagino que pensó cuando se enteró de la noticia. “La propuesta de reforma es igualmente horrible con la sección 1233 o sin ella”.

Death 

El doctor Ezekiel Emanuel. ¿Le querría usted como su médico? ¿Se tomaría usted una pastilla que le hubiese recetado él? Yo no.

La cuestión sobre la que Sarah quiso llamar ahora la atención de sus compatriotas era el concepto de “Complete Lives System” (sistema de vidas completas), un concepto obra del doctor Emanuel que, como he dicho ya antes, es el que impregna todo el articulado de la propuesta de reforma. En concreto, este concepto hace referencia, en palabras del propio doctor Emanuel, a que los médicos y los hospitales deberían racionar los servicios sanitarios que prestan de tal forma que los jóvenes tuvieran prioridad sobre los niños y los ancianos en atención a que:

“(…) they have received substantial education and parental care, investments that will be wasted without a complete life. Infants – have not yet received these investments”. (“Principles for allocation of scarce medical interventions”, The Lancet, January 31, 2009).

“(…) ellos han recibido una considerable educación y cuidados paternos, inversiones que serán desperdiciadas sin una vida completa. Los niños – ellos no han recibido todavía esa inversión”. (Principios para la asignación de intervenciones médicas escasas”, The Lancet, 31 de enero de 2009).

Cuando leí esta cita del doctor Emanuel inmediatamente me vino a la memoria una película de ciencia-ficción que vi en el cine hace muchos años: La fuga de Logan (1976), dirigida por Michael Anderson y protagonizada por Michael York, Richard Jordan y Peter Ustinov entre otros. Si alguno de mis lectores la ha visto, recordará que trataba de una futura sociedad ideal en la que envejecer estaba simplemente prohibido y todos los que superaban una determinada edad eran sacrificados con la borreguil aquiescencia de estos. Y todo iba bien hasta que uno de esos borregos, el tal Logan, un policía, descubre que nada de lo que le habían dicho era cierto y que la sociedad en la que vivía estaba secretamente regida por una elite de ancianos que continuaba viviendo tan ricamente ocultos a las miradas de todos. Logan se rebela, huye de esa “sociedad ideal” y descubre lo que existe al otro lado de las cúpulas que le han aprisionado inconscientemente hasta entonces: otro mundo, el real… y hasta a un anciano que le revela la verdad que le han negado durante toda su vida. Cuando vi la película, en mi infancia, me pareció que algo así nunca podría llegar a convertirse en realidad, pero ahora que soy mayor y conozco mejor la estupidez humana (sobre todo la progre, que es realmente un pozo sin fondo), después de conocer el pensamiento del doctor Emanuel y el entusiasmo con que lo jalean miles y miles de estadounidenses que algún día ellos también serán ancianos, ya no estoy tan seguro.

Es en este punto cuando Sarah se muestra tan directa y contundente como lo viene siendo desde que dejó de estar encorsetada por su puesto de gobernadora del Estado de Alaska y lanza varias preguntas que, a pesar de no estar directamente dirigidas al presidente de Estados Unidos, no hay duda de que espera que sea él quien se las responda:

“Why the silence from the president on this aspect of his nationalization of health care? Does he agree with the “Complete Lives System”? If not, then why is Dr. Emanuel his policy advisor? What is he advising the president on?”

(“¿Por qué ese silencio por parte del presidente sobre este aspecto de su nacionalización de la asistencia médica? ¿Está de acuerdo con el “Complete Lives System”? Si no lo está, ¿entonces por qué es el Dr. Emanuel su asesor? ¿En qué sentido está asesorando al presidente?”).

Son todas ellas unas preguntas más que pertinentes y que, me juego la gorra, el presidente de Estados Unidos jamás se atreverá a responder en público. Sobre todo cuando el propio doctor Emanuel está haciendo un esfuerzo por desdecirse de sus declaraciones anteriores alegando que “[his] thinking has evolved” (“[su] pensamiento [sobre ello] ha evolucionado”) desde entonces. Pues es una suerte porque, por ejemplo, el estado de Oregón lleva aplicando estos principios desde el año 1993 a través de su Oregon Health Plan (OHP) con unos resultados tan escalofriantes como el siguiente, tomado de un artículo de Susan Donaldson James titulado “Death drugs cause uproar in Oregon” (“Las drogas de la muerte causan tumultos en Oregón”) y publicado el pasado 6 de agosto en la web de ABC News (ver la fuente, el artículo, aquí):

“The news from Barbara Wagner’s doctor was bad, but the rejection letter from her insurance company was crushing. The 64-year-old Oregon woman, whose lung cancer had been in remission, learned the disease had returned and would likely kill her. Her last hope was a $4,000-a-month drug that her doctor prescribed for her, but the insurance company refused to pay.

What the Oregon Health Plan did agree to cover, however, were drugs for a physician-assisted death. Those drugs would cost about $50.

«It was horrible,» Wagner told ABCNews.com. «I got a letter in the mail that basically said if you want to take the pills, we will help you get that from the doctor and we will stand there and watch you die. But we won’t give you the medication to live.»

(“Las noticias del doctor de Barbara Wagner eran malas, pero la carta de rechazo de su aseguradora [el Oregon Health Plan] fue aplastante. La mujer de 64 años de Oregón, cuyo cáncer de pulmón parecía estar en vías de curación, supo que la enfermedad había resurgido y que probablemente acabaría matándola. Su última esperanza era un medicamento de 4.000 $ al mes que su médico le había prescrito, pero que la aseguradora [el Oregon Health Plan] rehusó costearle.

Lo que el Oregon Health Plan sí que estuvo de acuerdo en costearle, sin embargo, fueron las drogas para una muerte asistida. Esas drogas costarían alrededor de 50 $.

“Era horrible”, dijo Wagner a ABCNews.com. “Recibí una carta que fundamentalmente me decía que si usted quiere tomarse las pastillas, la ayudaremos a que el médico se las prescriba y estaremos allí mirando cómo se muere. Pero no le proporcionaremos la medicación para vivir”).

Y este no es un caso aislado en Oregón, el único estado de los Estados Unidos que cuenta con un seguro público que contempla la posibilidad de denegar tratamientos médicos a sus asegurados en aplicación de ciertas condiciones que no contemplan casos como el de Barbara Wagner. En consecuencia, no es extraño que Sarah, cuyo último hijo, Trig, aún hay “personas” que le reprochan que lo tuviera y no prefiriera abortar, se oponga en redondo a una propuesta cuyo inevitable resultado sería que se otorgaría un valor en dinero a cada vida humana y que cuando el coste de mantener con vida a esa persona sea superior a su valor en dinero, su vida sería juzgada como “no merecedora de ser vivida”. ¿No siente que se le pone la piel de gallina al imaginárselo? Yo sí.

Pero no es sólo que se oponga, sino que también hace su propia propuesta. Una propuesta presentada en su sexta nota en Facebook, titulada “No Health Care Reform Without Legal Reform” (“Ninguna reforma de la asistencia médica sin una reforma legal”) y publicada el 21 de agosto, unos días después de su anterior nota con el fin, supongo, de que pudiera ser leída con mayor tranquilidad una vez que se habían aquietado algo las aguas.

¿Y qué propone Sarah como alternativa? No propone una alternativa en concreto si como tal entendemos un plan articulado al estilo del Obamacare, cuyo principal error al margen de la filosofía subyacente a la propia reforma es el mismo que el del viejo Hillarycare de principios de los años 90: pretender abarcarlo todo. Sarah, consciente de que muchas veces se adelanta más con un pequeño paso que con un gran salto, centra su atención en un aspecto que ya ha sido señalado por muchos comentaristas como el principal inconveniente de la Sanidad estadounidense: su elevada litigiosidad. Una litigiosidad que tiene dos causas: la facilidad con la que se puede presentar una demanda por negligencia contra un médico, un filón aprovechado a fondo por toda clase de abogados bribones, y el coste que eso supone para cualquier profesional de la Medicina, obligado a suscribir pólizas con primas astronómicas que le cubran ante esa eventualidad, aparte del hecho de que le fuerzan a practicar lo que se llama “medicina defensiva”, o sea, pedir pruebas y más pruebas, todas las posibles, y hasta otras opiniones médicas, sólo con el fin de cubrirse las espaldas ante un posible fracaso del tratamiento. El resultado de ello es que los médicos evitan como la peste las especialidades de alto riesgo en las que el éxito no está garantizado por completo, dejando a los pacientes sin una mínima posibilidad siquiera, y que el coste de tantas pruebas y opiniones superfluas ronda entre los 100 y 200.000 millones de dólares anuales.

Sarah recuerda que durante su breve, pero fructífero, mandato como gobernadora de Alaska ya tomó algunas medidas a ese respecto. Texas, un estado cuyo gobernador, el republicano Rick Perry, parece ser uno de los favoritos de Sarah, también ha tomado medidas similares con unos resultados espectaculares: una disminución del 55% en la litigiosidad y un incremento del 57% en el número de médicos prestando servicio en todo el Estado, incluyendo muchos de ellos dedicados a especialidades de alto riesgo en zonas que no disfrutaban hasta ahora de esa posibilidad.

Como ejemplo de pequeño paso que bien puede suponer una mejora real para sus compatriotas no es de desestimar. ¿Por qué la propuesta de reforma demócrata no contempla siquiera esta cuestión? Eso es algo que Sarah vuelve a preguntar a su estilo: contundente y preciso:

“Why no legal reform? Why continue to encourage defensive medicine that wastes billions of dollars and does nothing for the patients? Do you want health care reform to benefit trial attorneys or patients?”

¿Por qué no se reforma el procedimiento legal? ¿Por qué se continúa fomentando la medicina defensiva que desperdicia miles de millones de dólares y no hace nada por los pacientes? ¿Queremos una reforma de la asistencia médica que beneficie a los abogados o a los pacientes?).

Preguntas muy pertinentes y que, como ya he dicho antes, me juego la gorra a que el presidente de Estados Unidos no tiene ni la más remota intención de responder. Mucho se debe estar arrepintiendo a estas horas de haber respondido a Sarah en la reunión pública de Portsmouth como para volver a caer en las mismas. De cualquier manera, lo que está claro es que Obamacare está herido de muerte, fundamentalmente gracias a Sarah y a su intervención en el debate. Y no es sólo mi opinión, sino también la de uno de sus propios patrocinadores, el senador demócrata por Wisconsin Russ Feingold, quien declaró hacía mediados de mes en una reunión pública (ver la fuente, el artículo, aquí) que:

“Nobody is going to bring a bill before Christmas and maybe not even then, if this ever happens. The divisions are so deep. I never seen anything like that”.

(“Nadie va a llevar la ley [al Senado] antes de Navidades y tal vez ni siquiera para entonces, si es que finalmente llega a pasar. El desacuerdo es demasiado profundo. Nunca había visto algo así”).

Algo de lo que nos congratulamos todos los que estamos indudablemente del lado de la vida y la libertad y que cuando éramos pequeños queríamos que Logan, aquel Logan que un día descubrió la verdad y supo obrar en consecuencia, lograra fugarse. Gracias, Sarah, por todo tu esfuerzo.

Bachmann

Michele Bachmann, representante republicana por Minnesota. Justo es reconocer su importantísima contribución en el debate sobre la reforma de la asistencia médica.


SARAH PALIN vs. OBAMACARE

02/09/2009

 

La tormenta política del verano en Estados Unidos ha venido provocada por la presentación en el Congreso de la propuesta gubernamental de reforma de la Sanidad, la famosa HR 3200, cuyo objetivo declarado es el de crear en Estados Unidos una Seguridad Social al mejor (¿peor?) estilo europeo, pero cuyo otro objetivo, éste ya no tan declarado, es el de acabar con los seguros privados de salud… ¡e incluso con los propios pacientes como medio de reducir gastos! Como no podía ser menos, una de las personas que más se ha destacado en su lucha contra este proyecto siniestro ha sido Sarah Palin.

Obamacare

La principal virtud de Sarah: su cercanía a la gente corriente. Todos sabemos que es como nosotros y precisamente por eso la queremos tanto. Ya estamos hartos de tantos malditos políticos que se creen de una casta superior. ¡Ay, si yo tuviera una escoba!

La propuesta de reforma: la HR 3200

Estrictamente llamada “America’s Affordable Health Choices Act of 2009”, pero más conocida por su denominación técnica, HR (de “House of Representatives”) 3200, esta propuesta de ley es la respuesta gubernamental a una de las promesas sobre cuestiones de Sanidad más relevantes hechas por el entonces candidato demócrata a la presidencia de Estados Unidos, quien, durante la pasada campaña electoral, se comprometió de la siguiente manera (ver la fuente, su programa electoral, aquí):

“Making sure every American has access to high quality health care is one of the most important challenges of our time. The number of uninsured Americans is growing, premiums are skyrocketing, and more people are being denied coverage every day. A moral imperative by any measure, a better system is also essential to rebuilding our economy — we want to make health insurance work for people and businesses, not just insurance and drug companies”.

(“Asegurar que cada estadounidense tiene acceso a la asistencia médica de alta calidad es uno de los desafíos más importantes de nuestro tiempo. El número de estadounidenses no asegurados crece, los precios de las primas se disparan y cada día se niega la cobertura a más personas. Además de un imperativo moral, se mire como se mire, un mejor sistema también es esencial para reconstruir nuestra economía — queremos hacer que los seguros médicos funcionen para la gente y las empresas, no sólo para las compañías farmacéuticas y aseguradoras”).

Para ello, el ya entonces presidente de Estados Unidos se comprometió oficialmente (ver la fuente, su programa de gobierno, aquí):

“[I]s committed to working with Congress to pass comprehensive health reform in his first year in order to control rising health care costs, guarantee choice of doctor, and assure high-quality, affordable health care for all Americans.

(“[A] trabajar con el Congreso para aprobar una reforma completa de la Sanidad durante el primer año para controlar los crecientes costes de la asistencia médica, garantizar la elección de médico y asegurar una asistencia médica asequible y de alta calidad para todos los estadounidenses.”)

En consecuencia, los legisladores demócratas se pusieron manos a la obra y el resultado fue esta propuesta de reforma, un mamotreto de exactamente 1.018 páginas que pueden ustedes leer completo aquí y cuyo alcance, a grandes rasgos, consiste en la creación de un seguro médico “público”, gestionado por una agencia gubernamental de nueva creación (y como tal, fuera del control del Congreso), que, compitiendo con los seguros médicos privados, permita proporcionar una asistencia médica básica a todos los estadounidenses, especialmente a los 46 millones que no están cubiertos ahora mismo por ningún seguro (sobre la falsedad de tal afirmación me remito a esta entrada de Rillot en su blog “Sarah Palin en Español”, donde deja claro el motivo de que esas personas no tengan seguro médico: sencillamente porque no les da la gana), así como permitir contener los gastos cada vez mayores que implica actualmente la Sanidad estadounidense que, a través de los programas gubernamentales Medicaid y Medicare, supone ya una sexta parte del total de la economía estadounidense.

¿Proporcionar cobertura médica a más gente y a menor coste? Parece una contradicción, ¿verdad? Y ése es precisamente el sentido de un estudio redactado por la Oficina Presupuestaria del Congreso y enviado el pasado 15 de junio pasado al Comité de Salud, presidido por el difunto senador Edward Kennedy, que evaluó el coste de la reforma en un billón de dólares como mínimo. Una perspectiva que puso a muchos congresistas y senadores demócratas a temblar, temiendo que sus votantes (les recuerdo que el año que viene tocan elecciones, las del midterm), después del esfuerzo que han hecho para transigir con el rescate bancario primero, el automovilístico después y el plan de estímulo para terminar, se cierren ahora en banda y digan que hasta aquí hemos llegado. Por su parte, el Partido Republicano, coherente con su estrategia de dura oposición que tan buenos resultados le está proporcionando, puso el grito en el cielo al conocer esta previsión, devolviendo a muchos a los primeros años de la década de los 90, cuando lo que se discutía en Washington no era el Obamacare sino el Hillarycare, otra reforma de la Sanidad igualmente ambiciosa e intervencionista y que acabó en agua de borrajas.

Sin embargo, no es el coste real de la reforma lo peor que se puede reprochar a la propuesta demócrata, sino los propios fundamentos sobre los que se ha construido toda ella. Así, la primera persona que dio la voz de alarma a este respecto fue la representante republicana por Minnesota, Michele Bachmann, quien, en la sesión de la Cámara de Representantes del 27 de julio, intervino para hablar no sobre el coste económico de la propuesta, como estaban haciendo todos hasta entonces, sino sobre otro coste, el moral, del que nadie parecía haberse apercibido todavía. Su intervención fue tan reveladora y la considero de tal importancia que he decidido ofrecerles directamente las imágenes correspondientes así como una traducción al español de sus palabras:

La intervención de Michele Bachmann en la Cámara de Representantes. Para leer su transcripción en inglés y comprobar así la corrección de mi traducción, haga clic aquí.

“Necesitamos saber lo que la gente que asesora al presidente de Estados Unidos piensa y cree sobre la reforma de la asistencia médica, Sr. Speaker. Escuchar las auténticas palabras del asesor del presidente creo que es muy ilustrativo.
Esta mañana he leído una columna escrita por Betsy McCaughey y me gustaría citarla por extenso a partir de ahora. Esto es de una columna fechada el 24 de julio de 2009. La Sra. McCaughey escribió lo siguiente. Dijo: “Las leyes sobre Sanidad que salen del Congreso pondrían las decisiones sobre su cuidado en las manos de personas designadas por la Presidencia. El gobierno decidirá, no la gente, no sus médicos, lo que nuestro plan [de salud] cubrirá, cuánto margen de maniobra tendrá nuestro médico y lo que los ancianos acabarán obteniendo finalmente de Medicare”.
Pero lo que es aún más importante, Sr. Speaker, son las propias palabras de los asesores del Presidente sobre la asistencia médica. Aquí están las palabras de uno de sus principales asesores, el doctor Ezekiel Emanuel, hermano del jefe de Gabinete de la Casa Blanca. Él ya ha sido designado para ocupar dos puestos clave: uno es el de consejero sobre política sanitaria en la Oficina de Gestión y Presupuestos, el otro es como miembro del Consejo federal sobre Investigación de Eficacia Comparada.
Esto es lo que Sr. Emanuel ha escrito y cito textualmente: «Las vagas promesas de ahorro procedentes del recorte de gastos, dando prioridad a la prevención y al bienestar, instalando archivos médicos electrónicos y mejorando la calidad son simplemente el envoltorio del control de costes, más propio del mero espectáculo y las relaciones públicas que del verdadero cambio» .
¿No es ésta precisamente la manera como los demócratas han afirmado que vamos a encontrarnos con 500.000 millones de dólares en ahorro? El propio asesor del Presidente dice que esto es sólo el envoltorio, esto es sólo un papel bonito, no es de aquí de donde el verdadero ahorro va a salir. El ahorro, como escribe el asesor del presidente, requerirá cambiar la manera cómo los médicos piensan acerca de sus pacientes. “Los médicos se toman el juramento hipocrático demasiado en serio”, escribe. Vaya, escúcheme, Sr. Speaker, esto es lo que el asesor del Presidente escribe, que los médicos se toman el juramento hipocrático demasiado en serio «como un imperativo para hacer todo por el paciente sin tener en cuenta el coste o sus consecuencias sobre otros».
Pero esto es lo que la gente quiere que su médico haga. Pero Emanuel quiere que los médicos miren más allá de las necesidades de su paciente y consideren la justicia social, tal como si el dinero estaría mejor gastado en otra persona. Ésta es una noción horrorosa para los médicos de nuestro país, pero es una noción horrorosa para cualquier estadounidense porque los médicos creen, como los estadounidenses creen, que justicia social es la que se reparte a cada paciente cada vez.
Pero el asesor del Presidente, el doctor Emanuel, cree que el comunitarismo debería guiar las decisiones sobre quién consigue cuidados. Él dice que la asistencia médica debería estar reservada para los no discapacitados. Así que ojo si es usted discapacitado. Los cuidados deberían estar reservados a los no discapacitados, no proporcionados a aquellos que están «irreversiblemente» impedidos de convertirse en ciudadanos participativos. «Un ejemplo obvio,» dijo él, «es no garantizar los servicios médicos a pacientes con demencia».
Nosotros perdimos por demencia a mi suegro hace tan sólo 2 meses. Agradezco a Dios que los doctores fueran capaces de aliviar los síntomas de mi pobre suegro al final de su vida a la edad de 85 años.
Por lo visto, bajo el plan de asistencia médica de los demócratas, mi suegro no habría recibido los cuidados médicos de tanta calidad que recibió durante sus últimos dos meses de vida. O si usted es una abuela con Parkinson o un niño con parálisis cerebral, ojo también
De hecho, los asesores del Presidente defienden la discriminación contra pacientes ancianos. Escribe: «A diferencia de la asignación por el sexo o la raza, la asignación por la edad no es una discriminación injusta. Cada persona vive etapas diferentes de la vida más bien que una única edad. Incluso si alguien de 25 años recibe prioridad sobre las personas de 65 años, todos los que ahora tienen 65 años han tenido antes 25».
Estas leyes, que están siendo tramitadas apresuradamente por el Congreso ahora mismo, tal vez incluso aprobadas esta misma semana, van a recortar más de 500.000 millones de dólares de Medicare en los próximos 10 años, cargando sobre las espaldas de nuestras respectivas legislaturas estatales la tarea de cubrir los huecos que se produzcan. Sabiendo lo impopulares que son estas reducciones, el director de Presupuesto del Presidente, Peter Orszag, ha urgido al Congreso a renunciar a su propia autoridad sobre Medicare a favor de una nueva burocracia designada por el Presidente que no será responsable ante los ciudadanos.
Aquí está el siguiente asesor del Presidente, el doctor David Blumenthal. Él recomienda que retrasemos la marcha de la innovación médica a fin de controlar el gasto en Sanidad. Ustedes me oyeron bien. Dijo que van a retrasar la marcha de la innovación médica para controlar el gasto en Sanidad. Él lleva largo tiempo abogando por el control gubernamental sobre los gastos de Sanidad, aunque admite que ello implicará que se produzcan mayores esperas y se reduzca la disponibilidad de nuevos y caros tratamientos y dispositivos médicos, pero es que él considera discutible si la pronta y rápida atención médica que reciben los estadounidenses se merece su coste.
Sr. Speaker, los estadounidenses tienen que despertar y leer lo que el presidente y sus asesores dicen. Podría asustarlos lo bastante como para correr al teléfono y llamar a sus representantes”.

La batalla estaba pues en todo su fragor en Washington cuando de pronto cierta mujer que no habla mucho realmente (aunque los demás sí que hablan sobre ella y generalmente de oídas cuando no falsamente), hizo pública su opinión al respecto y con ello se encontró de pronto en el centro del debate. Su primera declaración fue tan escueta como una nota de 316 palabras, pero lo que decía esa nota reveló a los estadounidenses la verdad que se escondía entre esas 1.018 páginas que el presidente de Estados Unidos estaba obsesionado con hacer aprobar lo antes posible. Esa persona era Sarah Palin y si la propuesta de reforma está moribunda ahora mismo es en gran parte gracias a ella, algo de lo que es dolorosamente consciente el presidente de Estados Unidos. ¿Cómo lo hizo? Mañana lo veremos.