Restoring Honor: Sarah Palin en Washington, D.C.

08/09/2010

 

Les pido perdón a todos. Me he retrasado. La verdad es que tenía la intención de publicar una buena reseña del acto celebrado el pasado 28 de agosto en Washington, D.C., pero entre mi jefe que se ha vuelto loco (o un poco más si cabe porque nunca ha estado muy cuerdo, no) y se piensa que las horas tienen setenta minutos y sus empleados ni comen ni duermen y mi compromiso de poner un libro sobre Sarah Palin en la calle antes de finales de año, mi actividad clandestina como bloguista palinista feroz se ha visto algo postergada. ¡Ah, qué suerte tienen aquellos que pueden dedicarse en exclusiva a la noble tarea de juntar letras! En fin, que dejando aparte lo de mi trabajo, que no es un placer, el resto de mis actividades sí que lo son y por más que me cuesten, lo hago muy a gusto, ya lo saben. Sin embargo, esta semana está siendo bastante difícil y lamento no poder ofrecerles el pedazo de entrada que tenía pensada. A cambio les ofrezco estas humildes reflexiones escritas a vuelapluma, confiando en que no se sientan demasiado decepcionados. Y es que no sería mala idea en absoluto que las horas tuvieran setenta minutos. Ya lo creo.

Sarah Palin en Washington, DC. Sarah Palin en el acto “Restoring Honor”. Sarah Palin hablando desde la tribuna de oradores y diciendo con voz clara y firme: “Es tan honroso encontrarse hoy aquí con todos vosotros, patriotas”.

Fue el pasado 28 de agosto. Fue en Washington, D.C. Fue a los pies del Lincoln Memorial, el mismo sitio donde exactamente 47 años antes, en 1963, el reverendo Martin Luther King pronunció su tal vez más famoso discurso, I Have a Dream (Tengo un sueño), ante una multitud de 200.000 personas ansiosas por escuchar la palabra “libertad” y saber que esta vez se les aplicaba a ellas. Una fecha que no fue escogida a propósito por el organizador del acto, el locutor de radio y presentador de televisión, Glenn Beck, pero que una vez que se dio cuenta de la coincidencia, la consideró como una señal de que su intención era acertada, al unir de alguna manera aquel día en que King trató de devolver su honor a los negros estadounidenses con este nuevo día en que él intentaba devolver a todos los estadounidenses, blancos o negros, su honor de nuevo perdido.

El acto reunió a varios cientos de miles de estadounidenses, muchos más que en 1963, tal y como reconocen personas que estuvieron allí en aquella ocasión y que no tienen ninguna duda al respecto. Y, sin embargo, no se trataba de un acto político. No se trataba de un acto de partido, fuera cual fuera este partido. Ningún candidato a un cargo público iba a pronunciar un discurso o presentar un programa electoral o criticar siquiera al gobierno. El acto de ese día era  una reunión de estadounidenses orgullosos de ser eso, estadounidenses, y que sentían vivamente que sus dirigentes actuales no están ni mucho menos tan orgullosos de serlo también como lo están ellos.

Una imagen aérea del Lincoln Memorial (al fondo de todo). Como se puede ver, estaba abarrotado. Pero es que la imagen no deja ver que aquellos que estaban justo enfrente del monumento estaban mucho más apretados de lo que lo estaban los demás. ¿Trescientas o cuatrocientas mil personas? Sé de un asistente al acto de 1963 que asegura que había más de medio millón.

Se trataba de una mera llamada a “restaurar el honor” de los Estados Unidos, un honor que muchos se temen que se haya perdido durante estos últimos años entre tanta vergonzosa petición de perdón al mundo, tanta humillante reverencia ante dirigentes extranjeros y tanta traidora voluntad de salir huyendo de cualquier conflicto antes que pelear. Pero claro, cuando uno no tiene claro que su postura sea la justa y no se tiene el valor de defenderla por la fuerza si es necesario, ¿qué otra cosa se puede esperar que una retirada precipitada, un mensaje televisivo celebrando el fin de las hostilidades pero sin reclamar la victoria y a otra cosa mariposa?

Es por ello que la llamada de Glenn Beck a restaurar el honor perdido de los Estados Unidos era más que oportuna y la prueba de ello la tenemos precisamente en la masiva afluencia de gente al acto, que se alargó por más de tres horas y media en la mañana de un caluroso día de agosto. Nadie pierde el tiempo asistiendo a un acto así si no está plenamente convencido de la justicia de la causa que los reúne a todos y de la oportunidad de hacerlo precisamente ese día, tal y como señaló Sarah Palin, la oradora invitada más esperada y que cosechó unas ovaciones aún mayores que las del propio Beck, en su discurso:

Y sobre estos terrenos donde tenemos el honor de estar hoy, sentimos el espíritu del Dr. Martin Luther King, Jr., que en este mismo día, cuarenta y siete años antes, dio voz a un sueño que nos retaría a hacer honor a las sagradas cartas de nuestra libertad – que todos los hombres son creados iguales.

Hubo muchos más oradores, muchos más discursos y mucho tiempo y muchos motivos para sentirse orgullosos de ser estadounidenses. Un sentimiento este, el del patriotismo, que siempre ha incomodado mucho a los liberales (en el sentido americano del término, por supuesto). También hubo mucho tiempo para referirse a Dios y a su infinita bondad con ese país. Otro sentimiento, el de la fe, que incomoda aún más si cabe a esos mismos liberales para quienes todos los dioses menos el propio son dignos de respeto y todo país menos el propio es digno de encomio con la única excepción del pequeño, esforzado y valiente Israel.

Incluso la sobrina de King, Alveda, ocupó su puesto en el escenario, sirviendo de eslabón entre ambas fechas, la de 47 años antes y la de 2010, por más que algunos pusieran el grito en el cielo sin recordar que Martin Luther King era republicano y fue republicano hasta el día de su asesinato, un partido al que un negro podía enorgullecerse de pertenecer, tal y como dijo otro negro estadounidense, Frederick Douglass (1818-1895):

Soy republicano, un negro puro republicano, y nunca he tenido la intención de pertenecer a otro partido que el partido de la libertad y el progreso.

Y es que el partido de la libertad para un negro siempre ha sido el republicano. Por supuesto, no lo era el Partido Demócrata, el partido de la esclavitud y de la secesión por más que ahora pretendan escribir la historia de otra manera. Afortunadamente, el acto del sábado estaba por encima de opiniones partidistas y ninguno de los oradores hizo mención expresa de ello. Ni siquiera los que podrían tener más interés en ello como Sarah Palin, quien se presentó durante su discurso completamente ajena a cualquier postura partidista:

Ahora, se me ha pedido que hable hoy no como política. No, como algo más – mucho más. Se me ha pedio que hable como la madre de un soldado y me siento orgullosa de esa distinción.

Y así lo hizo. Beck habló de Dios, de tener fe en Él y de sus esperanzas de que ese día fuera precisamente el día en que los Estados Unidos “comienzan a volver a Dios”. Palin habló de los Estados Unidos, del valor y sacrificio de sus militares y de lo mucho que debemos a esos hombres y mujeres “que prestan juramento y que pagan el precio por nuestra libertad”. Cada uno habló del tema que más le identifica, ciertamente, pero ambos juntos, unidos, conjuraron los demonios para todos los liberales de Estados Unidos al invocar un país orgulloso, valiente y confiado en la voluntad divina, precisamente el tipo de país que ha sido siempre Estados Unidos y que tanto detestan y confían en destruir ahora que en la Casa Blanca tienen a la persona adecuada para ello, alguien que se ha pasado media vida (sólo media porque la otra media aún la tiene que vivir) odiando a su país que tanto le ha dado, tal y como reconoció públicamente su propia esposa refiriéndose a sí misma.

¿No es fascinante la manera de ser de esta mujer? No busca nunca ser el foco de atención, pero lo es. No busca nunca ser la estrella, pero lo logra. Y si tiene que ocupar un puesto secundario, como el pasado 28 de agosto, lo acepta tranquilamente. A veces pienso que es capaz de no presentarse a las elecciones presidenciales de 2012 y  en cambio decirnos que va a apoyar a otro candidato. Quiera Dios que no lo haga, pero de verdad que si lo hiciera no podría decir que me ha sorprendido.

Y ésa fue precisamente la tercera pata sobre la que se asentó todo el acto: tras Dios y la patria, la voluntad de la gran mayoría de los estadounidenses de no ser otra cosa diferente a lo que son. O sea, que nada de aceptar una “transformación” como pretenden sus actuales dirigentes, un nuevo intento de ingeniería social a los que tan afectos se han mostrado siempre todos los regímenes totalitarios. ¡Nada de revolución, nada de transformación, nada de ser otra cosa que lo que somos! Sarah Palin lo dijo más claro que el agua al afirmar:

Asumo que todos vosotros sabéis también que no debemos transformar los fundamentos de Estados Unidos tal y como desearían algunos. ¡Debemos restaurar los Estados Unidos y debemos restaurar su honor!

O es que, tal y como les preguntó a todos nada más iniciar su discurso: “¿Acaso no estáis tan orgullosos de ser estadounidenses?”
 
Ya hemos dicho que no era una reunión partidista. De hecho, estaban prohibidas las pancartas para evitar que las habituales muestras de ingenio político deslucieran el acto. Ahora bien, ¿qué culpa tiene uno si cuando habla de Dios, de la patria y de el orgullo de ser quien es y no quien desearía otro que fuéramos se identifica a esa persona con un conservador? Ciertamente, los liberales no suelen hablar de Dios ni de la patria y están siempre más que dispuestos a demostrar su desprecio por su prójimo al negarse en redondo a aceptarle tal y como es y pretender dictarle cómo tiene que hablar, comportarse y hasta pensar. No son los conservadores los que suelen hablar de revolución, sino los liberales. Y no son tampoco los conservadores los que tienen millones de muertes a sus espaldas en horrorosos programas de ingeniería social que pretendían crear al “hombre nuevo” o traer el paraíso en esta vida y no en la siguiente. Pero es que pensándolo bien, ¿por qué un liberal no puede creer en Dios o amar a su país?

Nada ni nadie impedía que un liberal acudiera al acto del sábado. Y seguro que había más de uno entre los cientos de miles de personas que allí se dieron cita. Estoy convencido de que no todos los liberales estadounidenses han sido absorbidos por completo por esa extrema facción que representa el actual presidente de los Estados Unidos. Ojalá haya sido así porque ésa y no otra era la verdadera intención de Restoring Honor: unir a los estadounidenses, blancos o negros, rojos o azules, ricos o pobres, en lo que es o debería ser su más íntima convicción: que Estados Unidos es una fuerza del Bien en este mundo y que así deberá seguir siéndolo siempre. Y sólo de ellos depende que lo consigan.

God bless America.


VOCES QUE MERECE LA PENA ESCUCHAR (II): GLENN BECK

25/05/2010

 

Seguimos en la brecha. Ésta es la segunda entrada de la nueva temporada y debo reconocer que estoy descubriendo que el secreto consiste en saber aprovechar los pequeños momentos sueltos que a todos se nos ofrecen a lo largo del día. O sea, tal y como dice mi admirado César Vidal, ser un “trapero del tiempo”. En consecuencia, ahora llevo siempre conmigo una pequeña libreta y a poco que tengo un instante libre, aunque sean unos pocos minutos, escribo siquiera diez líneas. Y  diez líneas más otras diez líneas más otras diez líneas y así sucesivamente, con un poco de tiempo, acaban convirtiéndose en una entrada entera. Creo que al final podré apañarme bastante bien. ¡Ah, qué disgusto tendría mi jefe si lo supiera! La verdad es que rabio de no poder decírselo a ver si le daba un infarto.

El siguiente de nuestros héroes: Glenn Beck. Una fotografía tomada en el CPAC de 2010 en Washington, D.C., donde, al igual que el año pasado la estrella fue su colega Rush Limbaugh, este año lo ha sido él. Como podemos comprobar, en Estados Unidos los periodistas de derechas no tienen en absoluto miedo de ser conocidos como tales. Y es que en España, sólo unos pocos elegidos, los de Libertad Digital, han logrado ser tan libres como sus colegas estadounidenses.

Nota del autor: De nuevo, les anuncio la publicación de un artículo mío en Semanario Atlántico. Se titula así: «Duffy puede con Obey en Wisconsin» y confío en que les parezca lo suficientemente prometedor como para echarle un vistazo.

Dice la sabiduría popular que viejo se nace, no se hace. Sin duda, algo de verdad debe de haber en ello porque de lo que sí puedo dar fe después de haber pasado algunos días preparando esta pequeña serie es que viejo no sé, pero como mínimo, locutor de radio sí que se nace. Y si hace algunos días veíamos como Rush Limbaugh sintió que su camino en la vida estaba ante un micrófono tan pronto como a los dieciséis años, en el caso de Glenn Beck, ésta llamada la sintió aún antes, a los trece, en 1977, cuando ganó un concurso en su localidad natal que le permitió el ser por una hora el disc jockey de la emisora local, la KBRC. Y a fe que esa hora la debió de ser la más placentera de toda su vida.

Glenn Lee Beck nació en Everett (Washington) el 10 de febrero de 1964, hijo de William y Mary Beck. En 1977, su padre y su madre se divorciaron a causa del alcoholismo de ella y Glenn y su hermana mayor siguieron viviendo con su madre, pero ésta falleció ahogada en el mar dos años después y el propio Beck reconoce que su madre se suicidó arrojándose por la borda de la pequeña embarcación en la que se hallaba. En consecuencia, los dos jóvenes volvieron con su padre y Glenn empezó a tener problemas con el alcohol, en la creencia de que le ayudaría a superar su desgracia.

Tras terminar sus estudios en la escuela secundaria, Beck se mudó en 1983 a Provo (Utah) donde obtuvo su primer empleo en la radio, la KAYK, pero antes de seis meses lo había dejado por la WPGC de Washington, D.C. Allí  se casó con su primera esposa, Claire, con quien tuvo dos hijas, Mary y Hanna. Sin embargo, el creciente alcoholismo de Beck hizo fracasar el matrimonio, llevándoles a divorciarse en 1994. Gracias a Dios, Beck supo darse cuenta de que tenía un grave problema y acudió a Alcohólicos Anónimos a finales de ese mismo año, quienes le ayudaron a que dejara tanto el alcohol como la marihuana, a la que también se había aficionado. En 1999, Beck se casó con su segunda esposa, Tania, con quien tiene otros dos hijos, Raphe (adoptado) y Cheyenne. Además, ese mismo año, Beck y su esposa se convirtieron en mormones.

Ya hemos visto que la primera experiencia de Beck en la radio tuvo lugar a los trece años. Después de ello, él y sus compañeros de escuela empezaron a colaborar con otra emisora de la zona, la KGMI, de Bellingham, produciendo un programa para el que redactaban tanto los guiones como preparaban los efectos sonoros. Más tarde, ya en la escuela secundaria, empezó a trabajar a tiempo parcial en una emisora de Seattle, la KUBE 93, presentando un programa nocturno, lo que le suponía el tener que ir desde Bellingham hasta Seattle cada viernes y sábado y dormir en un despacho de la emisora cuando terminaba su programa al amanecer. Fue después de graduarse cuando se decidió a ser efectivamente locutor de radio y recorrió tantas emisoras que sería casi imposible relacionarlas todas, bastando con decir que sus distintos trabajos le llevaron desde Utah hasta Connecticut, pasando por D.C., Texas, Kentucky, Arizona, Texas de nuevo y Maryland.

Su programa más conocido, The Glenn Beck Program, nació en 2000 en una emisora, la WFLA, de Tampa (Florida), pasando antes de un año del puesto decimoctavo al primero en los índices de audiencia. En 2002, Premiere Radio Networks adquirió los derechos del programa, lo trasladó a la WPHT de Philadelphia (Pennsylvania) y lo lanzó nacionalmente, siendo emitido por 47 emisoras que, en 2008, ya eran más de 300, pasando su programa a ser, según la revista Talkers, el tercero en audiencia en todo el país por lo que Beck obtiene unos ingresos aproximados de 32 millones de dólares anuales aunque en ese cifra se incluyen también sus ganancias televisivas y por otros conceptos.

El programa de Beck se emite cada día laborable de la semana entre las 09.00 y las 12.00 horas. Se caracteriza porque la primera mitad de cada hora suele consistir en un monólogo de Beck comentando las noticias del día, seguido de una segunda mitad en la que contesta a las llamadas de los oyentes y continúa discutiendo los asuntos que ha introducido previamente. En algunas ocasiones, durante la primera media hora, puede ser que se entreviste a un invitado o que, en lugar de un monólogo, sean Beck y su equipo quienes comenten entre ellos las noticias, siempre con su habitual estilo franco y directo.

Así, por ejemplo, el 14 de noviembre de 2006, Beck entrevistó al recientemente elegido representante por Minnesota, Keith Ellison, el primer musulmán elegido para el Congreso de Estados Unidos, y le preguntó si le podía “demostrar que no está usted trabajando con nuestros enemigos”, añadiendo acto seguido que “yo sé que no lo está. No estoy acusándole de ser un enemigo, pero es lo que siento y creo que muchos estadounidenses se sentirán de igual manera”. Ellison no se ofendió en absoluto por la pregunta y la respondió, pero inmediatamente empezaron a clamar contra Beck las habituales organizaciones árabe-americanas, acusándole de “tener prejuicios anti-islámicos y anti-árabes”.

En 2006, Beck se animó a probar en la televisión y presentó un programa de formato similar al suyo en la radio en la cadena CNN Headline News. El programa se llamó simplemente Glenn Beck y se emitía todos los días laborables de la semana entre las 19.00 y las 20.00 horas. Durante los dos años que duró su emisión, entre mayo de 2006 y octubre de 2008, fue un éxito, ocupando el segundo puesto en índice de audiencia de toda la cadena. ¿Y a pesar de ello lo dejó? No, no lo dejó, sino que Beck decidió pasarse a Fox News Channel, donde continuó con el mismo programa, pero ahora emitiéndose a las 17.00 horas y empezando en enero de 2009, habiendo además una versión de fin de semana. Como curiosidad que dice mucho de Beck, su primera invitada en esta nueva etapa fue… ¡Sarah Palin! Además, Beck tiene también un apartado dentro del programa de Bill O’Reilly, The O’Reilly Factor, todos los viernes.

En televisión, cada programa comienza habitualmente con un breve monólogo de Beck en el cual analiza la principal noticia del día y que es seguida por una entrevista con un corresponsal con el que continúa la discusión. Sin embargo, esta rutina se interrumpe todos los viernes en que el programa se dedica por completo a entrevistar a un invitado.

¿Y cuáles son las opiniones políticas de Beck? ¿Por qué lo odian tanto los de la izquierda? Pues tal y como ha dicho él mismo en muchas ocasiones, Beck es un conservador con tendencias libertarias (les prometo una próxima entrada dedicada al tema del libertarismo, palabra de Palin) que cree en la responsabilidad personal, la caridad privada (que no pública), el derecho a la vida, la libertad de culto, el gobierno limitado y la familia como piedra angular de la sociedad. También cree en que Estados Unidos no debe gastar más dinero del que tiene porque todo el mundo debe ser consciente de que hay que vivir con los medios de los que se dispone. Ya en otros aspectos más concretos, Beck cree que el aborto es un asesinato, defiende el derecho a tener y llevar armas y duda de que la actividad humana sea la causa del cambio climático, ya que los científicos no han logrado demostrarlo, por lo que está a favor de revocar el protocolo de Kyoto. En consecuencia, no tiene nada de extraño que haya apoyado al movimiento Tea Party desde sus inicios e incluso que haya emitido uno de sus programas desde uno de sus rallies en San Antonio (Texas) el 15 de abril de 2009.

Entre sus hazañas más notables destaca la de haberse atrevido a decir públicamente lo que pensamos muchos: que el presidente Obama es un racista que odia a los blancos, lo que le supuso la consabida ola de protestas y hasta un boicot patrocinado por la organización Color of Change que supuso que 80 anunciantes retiraran sus anuncios de su programa, lo que no le afectó demasiado porque otros 80 anunciantes sustituyeron a los primeros.

Otra más llamativa acabó con la dimisión de Van Jones, uno de los zares de la administración Obama, cuando Beck descubrió que ese tipo había estado afiliado a una organización comunista llamada STORM y que incluso había tenido la desfachatez de apoyar a un terrorista islámico, Mumia Abu-Jamal, condenado a la pena de muerte por el asesinato de un policía. Beck mostró en su programa de televisión un video en el que aparecía Jones llamando “tontos del culo” a los republicanos y una petición firmada por él en la que se sugería que el presidente George W. Bush estaba al corriente de antemano de los atentados del 11 de septiembre. La historia surgió en julio de 2009 y en septiembre de ese mismo año, Jones presentó su dimisión.

Por fin, la más conocida tal vez es la que llevó a dos periodistas, Hannah Giles y James O’Keefe, a hacerse pasar por una prostituta y su proxeneta y entrevistarse usando una cámara oculta con empleados de ACORN, la organización de izquierdas tan querida por el presidente Obama y que tan acusada ha sido siempre de ser una mafia política, en cinco ciudades distintas, quienes se mostraron en todos los casos interesados en ayudarles en todo lo que se refiriera a la evasión de impuestos, el tráfico de seres humanos y la prostitución infantil. Al principio, el escándalo supuso que ACORN perdiera toda clase de fondos federales por orden del Congreso de Estados Unidos, pero tras una investigación oficial, se estableció que no se podía acusar a la organización en sí de las faltas de algunos de sus empleados por lo que se restableció su derecho a recibir dichos fondos, aconsejándose a la organización que mejorara sus procedimientos de gestión. ¡Vamos, como si le recomiendan a la mafia que mate con silenciador para no asustar a los vecinos con el estampido del tiro!

Pues claro que la izquierda odia a Beck. Casi tanto como odia a Limbaugh. Lo que pasa es que Beck es más multifacético porque además de sus actividades irritantes (para la izquierda) como locutor de radio y como presentador de televisión, posee también una productora llamada Mercury Radio Arts, ha escrito diez libros y desde 2005 hace una gira anual por todos Estados Unidos presentando su propio espectáculo, un monólogo centrado cada año en un tema concreto.

Sobre sus libros (por supuesto, ninguno de ellos traducido al español), estos son sus títulos:

  • The Real America: Messages From The Heart And Heartland (2003)
  • An Inconvenient Book: Real Solutions To The World’s Biggest Problems (2007)
  • The Christmas Sweater (2008)
  • Un Unlikely Mormon: The Conversion Story Of Glenn Beck (2008) (DVD)
  • The Christmas Sweater: A Picture Book (2008)
  • America’s March To Socialism: Why We’re One Step Closer To Giant Missile Parades (2008) (audiolibro)
  • Glenn Beck’s Common Sense: The Case Against An Out-Of-Control Government. Inspired by Thomas Paine (2009)
  • Arguing With Idiots: How To Stop Small Minds And Big Government (2009)
  • Idiots Unplugged (2010) (audiolibro)
  • The Overton Window (2010)

En cuanto a sus giras, hasta el momento ha realizado las siguientes:

  • Glenn Beck: On Ice (2005), donde abogaba por la disminución de la asfixiante intervención estatal en la vida diaria de las personas.
  • The Mid-Life Crisis Tour (2006), donde ilustraba las lecciones de la vida desde la perspectiva de un hombre de mediana edad.
  • An Inconvenient Tour (2007), donde ilustraba los inconvenientes de la vida diaria parodiando al cretino de Al Gore y su An Inconvenient Truth.
  • Beck ’08 Unelectable Tour (2008), donde aprovechaba la entonces próxima campaña electoral para expresar sus puntos de vista.
  • Common Sense Comedy Tour (2009), donde pasaba revista a lo que estaba siendo el primer año de administración Obama.

Entre enero y febrero de 2010, Beck y su colega de Fox News Channel, Bill O’Reilly, se unieron para llevar por todo Estados Unidos un espectáculo titulado The Bold And Fresh Tour 2010 en el que Beck y O’Reilly recitaban cada uno un monólogo de alrededor de media hora en el que comentaban una gran variedad de asuntos. Después, tras una pausa, aparecían juntos e intercambiaban preguntas y discutían mostrando sus diferentes puntos de vista.

Por supuesto, Beck es uno de los mayores apoyos de Sarah Palin dentro de los medios de comunicación, apoyo que ésta le devolvió en su momento anunciando su programa de televisión en una de sus notas de Facebook, lo que le valió el romper todos sus índices de audiencia.  De hecho, la Casa Blanca le odia tanto o más que a Limbaugh y fue precisamente por él que anduvieron hace un tiempo quejándose de que Fox News Channel no es en realidad una cadena de noticias y pretendiendo promover un boicot en contra de ella, lo que demuestra de qué pie cojean esos bichos. Y es que tal y como ya dije cuando concluí mi entrada sobre Limbaugh, si a éste último le escuchan cada día, a Beck le ven cada tarde… y no les gusta en absoluto lo que ven. No es de extrañar porque la verdad duele, que decía aquél.

Ya sólo nos falta por ver a Sean Hannity. Pero eso será la semana que viene. En la próxima entrada, vamos a repasar lo que está siendo de momento esta temporada de primarias republicanas, ¿les parece bien?