UNA HISTORIA DE NAVIDAD

31/12/2009

 

Hoy es el último día del año y después de haberles felicitado las fiestas y gastado una inocentada, quiero despedirme de éste mi primer año con ustedes con una historia bonita y tierna sobre nuestra admirada Sarah Palin. Ante todo, debo darle las gracias a Tommy Report, uno de los intrépidos bloguistas de Conservatives4Palin por haber llamado mi atención hacia ello. Y una vez reconocida mi deuda, simplemente dejarles leer el artículo publicado el 22 de diciembre pasado en el Saint Cloud Times de Minnesota por un tal Mick Hatten en el que se describe la historia.

La pequeña Allyson Walz posando orgullosa con sus dos trofeos: un ejemplar de Going rogue firmado personalmente por Sarah Palin y la carta que ésta le envío como contestación a la suya propia. Por cierto, el resto de niños de su clase escribieron al presidente y aún están esperando respuesta. ¡Aviados van! Y es que tal y como dice una de las lectoras que mandaron un comentario a la noticia en C4P, Sarah tiene realmente “a servants heart” (un corazón servicial).

Ésta es la historia tal y como apareció publicada en el Saint Cloud Times. Léanla y lo entenderán:

Una niña precoz escribe a Palin
Por Mick Hatten

SAUK RAPIDS – La estudiante de quinto curso Allyson Walz ha tenido contacto en dos ocasiones con la antigua candidata a la vicepresidencia Sarah Palin.

La niña de 11 años de edad tiene la confianza de tener una tercera ocasión para ello cuando su familia vaya de crucero a Alaska en agosto.

Su último contacto con Palin se produjo el 7 de diciembre pasado [del año 2008] cuando ella, su padre Doug Walz y su abuela Diane Bartz salieron a las tres de la madrugada para acudir al acto de firma de libros de la antigua gobernadora de Alaska en el centro comercial Mall of America.

Las puertas del centro comercial no se abrieron hasta las 6:02 am, así que el grupo esperó fuera durante más de una hora.

«Hacía mucho frío. Tengo frío sólo de pensarlo», declaró Allyson. «Me había echado una manta encima».

Pero los tres terminaron consiguiendo el noveno, décimo y undécimo brazalete. No estaba previsto que Palin empezara a firmar libros hasta el mediodía, por lo que tuvieron que matar el tiempo, a pesar de que la autora llegó quince minutos antes.

«Miramos el autobús, cogimos un rollito de canela y luego volvimos a la cola», declaró Allyson.

Los brazaletes se dieron a las primeras 1.500 personas y no había ninguna garantía de que un brazalete te permitiera conseguir un libro firmado.

Hubo una buena cantidad de protocolo en la firma. Cualquier persona que no tenía el recibo de su libro tuvo que comprar otro. Palin firmaría hasta dos libros por persona. Los libros que los fans recibían no eran los mismos que habían entregado. Las cámaras no estaban permitidas y la gente no podía dar a Palin nada que no fuera un libro para ver o firmar.

«Mi madre (Kelly) hizo esta tarjeta para mí para que se la diéramos», declaró Allyson. «Yo le dije que era mi cumpleaños (el día antes) y le dije que ella me escribió contestándome a una carta.

«Ella dijo: «Feliz cumpleaños» y vio la carta y dijo:» Estoy tan contenta de haber respondido a tu carta.

Amigos por correspondencia

Allyson era un estudiante de cuarto curso en la clase de David Krupa cuando tuvieron lugar las elecciones del año pasado. Como tarea escolar, le dijo a la clase que escribieran una carta a aquel de los candidatos a la presidencia que ganara las elecciones.

Pero después de que ganara Barack Obama, Allyson le preguntó a Krupa si podía escribir a Palin en su lugar.

«La vimos en la televisión y me gustó que fuera una chica y que probara de alguna manera que las chicas pueden hacer lo que quieran», declaró Allyson.

«A Ally le gustó Hillary (Clinton) también», declaró Kelly Walz, la mamá de Allyson. «Ambas mujeres han hecho mucho por las mujeres, siendo mujeres en posiciones de poder.»

Krupa dijo que la clase estaba trabajando las citas, los párrafos y las sangrías.

Allyson llevó su carta a otro nivel, lo que fue fantástico” declaró Krupa, quien ha enseñado en la escuela Rice del distrito de Sauk Rapids durante 20 años.

Allyson envió su carta por e-mail el 17 de noviembre de 2008. Una carta con el membrete y la firma de Palin fue enviada de vuelta el 5 de febrero. Allyson fue la última en la familia en ver el sobre y la estaban esperando a que llegara a casa.

«Mamá y (mi hermana) Katelyn estaban allí esperando y entré y me dijeron que había algo para mí de Alaska”, declaró Allyson. «Lo abrí y me sorprendió mucho».

«Estaba en éxtasis, saltando arriba y abajo,» declaró Kelly.

Allyson llevó la carta a la reunión de padres y maestros de esa noche y se la mostró a Krupa, quien finalmente le compró un marco para la carta.

«Creo que estaba tan emocionado como ella», declaró Kelly.

Allyson dijo que sus amigos estaban realmente emocionados con la letra y luego la leyó en clase.

«Todos pensaron que era realmente bueno que recibiera una carta de contestación», dijo.

Y ella fue la única en la clase que la recibió.

¿Almuerzo?

La única pena que tiene Allyson sobre su encuentro con Palin fue que no llegara a pedirle que quedaran para almorzar cuando su familia vaya a Alaska.

Pero ella hizo un contacto importante para ayudar a que esto último suceda. Conoció a un familiar de una mujer que vive cerca de Palin y es una buena amiga de ella. De hecho, ella está en una foto en el libro.

«No sé por qué creemos que ella nos ayudará, pero lo creemos», declaró Kelly, riendo.

Después de todo, quien quiere decir a una niña de 11 años de edad que su sueño no puede hacerse realidad?

Además de eso, esta familia parece tener una habilidad especial para conocer a gente famosa.

Cuando George W. Bush visitó Saint Cloud en 2004, Kelly y Katelyn estaban lo bastante cerca del antiguo presidente como para estrechar su mano.

Kelly conoció a Laura Bush cuando ella visitó Waite Park a principios de ese año.

Además de un nuevo interés en la política, Allyson está involucrada en una variedad de actividades. Le gusta escribir y juega al baloncesto, voleibol, fútbol y softball. Krupa dijo que es una buena estudiante y que no le sorprendería verla convertirse en famosa.

«Ella es tan responsable, cuida a los otros estudiantes. Es muy, muy creativa», dijo. «Puedo ver a Allyson estar en el ojo público de alguna forma o manera en el futuro».

En cuanto a la carta que escribió la pequeña Allyson, aquí está:

1815 Star Drive
Sauk Rapids, MN 56379

17 de noviembre de 2008

Gobernadora Sarah Palin
The Governor of Alaska
Alaska State Capital Building
Tercera planta
PO BOX 110001
Juneau, AK 99811

Querida gobernadora Sarah Palin:
          Mi nombre es Allyson Walz y tengo casi diez años de edad. Mi cumpleaños es el 6 de diciembre. Le escribo esta carta como tarea escolar. Se suponía que debía escribirle una carta a nuestro recien elegido Presidente, Barrack [sic] Obama, pero yo he querido escribirle una carta a usted en su lugar. Mi mamá encontró esta pàgina web así que decidí escribir mi carta antes que enviársela por correo postal.
          Estaba tan emocionada de verla presentarse como vicepresidente. Sabía que de una manera u otra iban a ser unas elecciones que iban a hacer historia. Siempre he querido que una chica ganara o fuera algo parecido a una vicepresidente.
          Pude ir con mi madre a votar. También pude marcar los círculos en la papeleta de voto. ¡Yo fui una de esas personas que votamos por usted y por John McCain!
          Somos cuatro personas en mi familia. También tengo un perro. Me gustaba ver a su familia en la televisión. Especialmente cuando su hija más pequeña se lamió la mano y atusó el pelo de su bebé. ¡Eso fue muy divertido! LOL [Laughing Out Loud, riéndose muy fuerte].
          ¡Me gustaría mucho que volviera a presentarse a las elecciones! Y estaría realmente bien si usted quisiera escribirme una carta de contestación.

Atentamente,

Allyson Walz

Y por fin, la carta de contestación de la entonces gobernadora de Alaska, Sarah Palin:

SARAH PALIN
GOBERNADORA

ESTADO DE ALASKA
OFICINA DE LA GOBERNADORA
JUNEAU

5 de febrero de 2009

Querida Allyson:

¡Gracias por tu carta! Disfruto siempre recibiendo correo de aplicados estudiantes, especialmente si son de diferentes partes del país.

Servir como la Gobernadora de Alaska es un gran trabajo y es mi privilegio el dirigir este hermoso estado. Alaska tiene muchos sitios singulares para visitar y cosas que ver y hacer. Denali – la montaña más alta en Norteamérica es una vista impresionante, mientras que la fría tundra ártica, nuestra celebrada fauna y el increíble desafío de ingeniería del oleoducto de Alaska son todas exclusivas maravillas alasqueñas.

Disfruto siendo Gobernadora porque tengo el honor y la responsabilidad de encontrar nuevas maneras de ayudar a los alasqueños en su brega con los desafíos únicos de nuestro estado. He llegado a conocer y a servir a gente de toda Alaska mientras trabajamos en asuntos como el transporte, el desarrollo de los recursos naturales y la energía. Cada día, mi objetivo es guiar a Alaska y a su gente hacia un futuro aún mejor y más brillante.

Gracias de nuevo por tu carta y confío en que tendrás la oportunidad de visitar nuestro gran estado algún día. Para terminar, te animo a que estudies diligentemente en la escuela – ¡el trabajo duro es una sólida inversión en tu futuro!

Atentamente,

Sarah Palin
Gobernadora

¡Anda, venga! No se hagan los duros. Confiesen que no han podido evitar el dejar caer alguna lagrimita pensando en la felicidad de esa niña al recibir la carta. Yo es que he llorado como una magdalena. Será cosa de las fechas en las que nos encontramos (o que uno es más sensible de lo que gusta de aparentar, maldita sea).

¡Feliz Año Nuevo!


GOING ROGUE: UN RESUMEN (VI)

29/12/2009

 

Aún me falta otra entrada más para terminar con este resumen que les estoy ofreciendo del libro de Sarah Palin. Un libro que, si tuviera que aconsejar a un amigo sobre si vale la pena que se lo compre o no, le diría que por supuesto que sí. Y los motivos en concreto que le daría para ello son exactamente los mismos que les ofreceré a todos ustedes en una próxima entrada que se va a titular “Las lecciones de Going rogue”. No se asusten porque no se va a tratar de una reseña literaria (para eso, tienen ustedes montones de ellas corriendo por ahí y mucho más buenas que cualquiera que pueda yo pergeñar) sino de una reseña más bien “política”, si es que se puede llamar así, porque, para muchos, este libro no contiene nada de política cuando, en mi opinión, es todo lo contrario: está lleno de política, de política de altos vuelos y especialmente de propuestas para el futuro. Reconozco que cuesta entender lo que mueve realmente a alguien tan rara avis como Sarah, pero es que estamos muy enviciados después de tantos años de miserable politiquería y una vez que nos encontramos a una persona decente y encima una política con mayúsculas, sencillamente no estamos a su altura.

Una foto de la familia Palin que hacía tiempo que quería publicar, pero que no quería hacerlo mientras Track estuviera destinado en Irak. Por fortuna, ya ha vuelto sano y salvo y ya no hay ningún obstáculo a que lo haga. Por mi parte, no voy a hacer ningún comentario porque ya saben ustedes cuál sería: ¡Mira qué graciosa está Piper! ¿A que es un encanto de niña? (Lo siento, pero uno ha nacido para ser padre y me tengo que jorobar no siéndolo, así que no me queda más remedio que consolarme con los hijos de los demás). ¡Piper, Piper, Piper!

CAPÍTULO SEXTO: THE THUMPIN’ (El aporreamiento)

Sarah comienza este capítulo recordando el año 2004, cuando le sugirieron presentarse como candidata al Senado en Washington, compitiendo por el escaño ocupado en aquel entonces por Lisa Murkowski, la hija del gran sátrapa Frank Murkowski ( se acuerdan de él, ¿eh?).  Era una buena oportunidad porque la tal Lisa estaba más que desprestigiada por el escandaloso caso de nepotismo en que se había enfangado su papá y hubiera sido muy fácil arrebatarle el escaño. Sin embargo, tras consultarlo con su familia, como ha hecho siempre, Sarah se encontró con la única oposición de su hijo mayor, Track, quien le preguntó quién iba a ser entonces la manager de su equipo de hockey (Sarah era efectivamente la manager del equipo y se ocupaba de todo lo que tuviera que ver con ellos, viajes incluido) si era elegida senadora. Como quiera que para Sarah su familia va siempre primero, le pareció un argumento más que sobrado para desestimar finalmente la oferta.

Y tras la campaña electoral de 2008, Sarah nos cuenta que se sentía en la misma situación que en aquel entonces. Seguía siendo la gobernadora de Alaska, seguía siendo la misma persona que diez semanas antes, pero en cambio Alaska ya no era el mismo lugar en el que había vivido ella siempre. Para Sarah, había empezado la guerra de las ethics complaints, los mismos periódicos que antes la trataban con respeto y hasta amistad ahora se habían convertido en vulgares tabloides llenos de calumnias y su administración se encontraba de pronto con que ya no podía gobernar, sino que se pasaba todo el rato defendiéndose de la avalancha de acusaciones infundadas de que era objeto. Anónimos (o no tan anónimos) asesores de la campaña de McCain empezaron a sembrar rumores sobre ella en un intento de descargarse de las culpas por su propia estupidez. Los periódicos nacionales, que le achacaban intenciones futuras que ella nunca había reconocido, se quejaban de que no saliera de Alaska, mientras que en Alaska a poco que salía de allí se quejaban de que les dejaba abandonados, prohibiéndole que hiciera lo mismo que habían hecho todos sus antecesores sin mayores problemas. Era “la nueva normalidad” y como en 2004, iba a ser Track quien acabara dándole el argumento definitivo para que tomara definitivamente una decisión.

Y es que es curioso cómo puede cambiar la gente. Por ejemplo, ¿se acuerdan de aquella historia bastante bochornosa en que la víspera del Día de Acción de Gracias Sarah fue entrevistada en una granja de pavos mientras a sus espaldas un operario hacía su trabajo y mataba pavos? El autor fue un periodista de Alaska a quien Sarah recordaba como un profesional muy serio, pero que ahora estaba desconocido. O aquel otro periodista que le sugirió dar una rueda de prensa con todo su gabinete para así facilitarles el trabajo a ellos al no tener que ir de puerta en puerta y que luego, tras haber accedido a dar esa rueda de prensa, publicó que Sarah era incapaz de ofrecer una rueda de prensa sin la asistencia de su gabinete para “soplarle” las respuestas. Pero todo esto no era sólo cosa de la prensa local, sino también de la nacional que seguía vertiendo basura sobre ella y que hasta se atrevieron a acosar a Piper en la calle aprovechándose de que volvía sola del colegio. Molestaban a su familia, a sus parientes, a sus asociados políticos, a sus vecinos, a su médico… Y si alguno de estos creía que quien le preguntaba era de confianza y hablaba con él de buena fe, pronto se daba cuenta de que le habían engañado y se lamentaba amargamente de haber picado.

Prensa, pero también bloguistas progres, que eran casi peores obsesionados como estaban con Trig y la calumnia de que no era hijo de Sarah. Y hasta empezaron a hacer circular el rumor de la existencia de unos videos pornográficos de Sarah que iban a publicar prontamente. No lo hicieron nunca.

Es cierto que no era ella la primera política que se encontraba en esa situación, pero es que tampoco será la última al menos hasta que los estadounidenses digan basta ya. Sarah reconoce que no le gusta quejarse, pero reconoce también que a raíz de toda esta situación, la prensa tradicional ha acabado perdiendo toda su credibilidad como fuente de información. Y si ya no cumple con esa función, habrá que buscar otros medios porque, gracias a Dios, aún quedan algunos: periodistas en la televisión por cable, comentaristas radiofónicos, bloguistas, algunas publicaciones periódicas basadas en hechos reales, etc. Justamente todos esos medios que la izquierda sueña con poder cerrar de una vez por todas.

El 7 de julio de 2009, Rudy Giuliani invitó a Sarah, Todd y Willow a presenciar un partido de beisbol de los Yankees en su estadio de Nueva York. Fue entonces cuando el patético comediante Jay Letterman (de la CBS, ¡cómo no!) hizo un chiste asqueroso sobre Willow. Sarah salió en defensa de su hija y la izquierda se le echó encima acusándola de no aguantar siquiera un chiste, aunque ese chiste no sólo fuera repulsivo sino degradatorio para Willow tanto como mujer como adolescente. Por supuesto, las feministas ésas que tanto se llenan la boca cuando quien habla es alguien que no es de la banda, calladas como buenas chicas que son, siempre a las órdenes del macho alfa. Sarah las califica acertadamente al describirlas como “hipócritas”.

Y lo más ridículo fue cuando surgieron los rumores de que se divorciaba de Todd y todo porque la fotografiaron un día sin llevar puesta su alianza. Pero es que ella muchas veces no la lleva y, de hecho, Todd ni siquiera tiene una porque cuando las compraron hace veinte años eran más pobres que las ratas y la de Sarah ya les costó 35 $ y no tenían para más. A eso se le llama buscarle tres pies al gato. O pensar mal y no acertar. O simplemente ser imbécil.

En cuanto a su tarea diaria de gobierno, de repente se multiplicaron los requerimientos de información recibidos por su administración y las ethics complaints presentadas contra ella. Los primeros son meros tiros al azar a ver si pueden encontrar algo que dé para una calumnia (ya que para una verdad no iban a encontrar nada) y las segundas son meramente ridículas. La mayoría de estas peticiones procedían de las mismas dos personas: un periodista de la AP y la turuta de Andrée McLeod quien, en prueba de que realmente lo suyo es de manicomio, llegó a presentar una ethics complaint quejándose de que las funcionarias de la administración llevaban la ropa demasiado ceñida y se les marcaba todo: tetas, culo, etc.  ¡Un escándalo! Algo que de por sí ya es bastante como para recetarle una cura de sueño, pero como quiera que la prensa le apoyaba porque les proporcionaba carnaza (es que la tal McLeod, a la que presentaba una ethics complaint, corría a contárselo a la prensa, algo expresamente prohibido por la ley) y pronto un abogado izquierdista, Don Mitchell, empezó a financiarle y hasta a asesorarle. Sarah reconoce que alguna vez ha estado tentada de acabar con todo aceptando la multa que fuera con tal de poder olvidarse de ello, pero su abogado, Tom Van Flein, un buen abogado, jamás se lo ha permitido consciente de que eso es pan para hoy y hambre para mañana, además de que es fundamentalmente injusto porque ella no ha violado ninguna ley. Y es que el propio Don Mitchell ya había publicado una entrada en el Huffington Post en septiembre de 2008 anticipando la estrategia de las ethics complaints como medio para arruinar la acción de gobierno de Sarah.

En cuanto a la política de la nueva administración en Washington, la opinión de Sarah es clara: el gobierno no debe meterse en la economía. Y punto. Se opone a todo tipo de “redistribución de la riqueza” porque eso no es más que el quitarle injustamente su dinero trabajosamente ganado a una persona para dárselo a otra. Pero es que además de injusto, no funciona tal y como recuerda Sarah citando a Abraham Lincoln, quien ya dijo que no se puede ayudar a los pobres aplastando a los ricos que invierten y crean puestos de trabajo para ellos porque en ese caso, los ricos simplemente se irán a otro lado y los pobres perderán incluso esa oportunidad de prosperar por su cuenta. Es entonces cuando Sarah empieza a oír de los Tea Parties y eso la llena de ánimo al ver que los estadounidenses están atentos a lo que pasa en SU Casa Blanca y en SU Congreso y que no piensan dejar de estarlo.

Un buen día, Sarah y Todd repasan su situación económica y se llevan un susto al encontrarse con que deben alrededor de 500.000 $ en gastos legales. Y encima, 50.000 $ de ese total corresponden  al coste del proceso de selección como candidata a la vicepresidencia, que el GOP se lo carga a ella al no haber ganado las elecciones… ¡Genial! Sarah nos explica entonces que ésa es la misma estrategia que ya emplearon en su momento contra Newt Gingrich. La izquierda, con su pobre mensaje y sus más pobres resultados aún cuando han gobernado, ya no se bate en el terreno de las ideas porque sabe que no tiene ni una que ofrecer, sino que prefiere batir directamente a sus adversarios políticos y Gingrich, que se había convertido en algo raro en la derecha: el líder de un movimiento popular, era el más temible de todos ellos. Así que había que acabar con él como fuera y lo hicieron a base de ethics complaints, un total de 74 que se presentaron en su contra de las cuales 65 eran simplemente ridículas. Sin embargo, hubo una, sólo una, que prosperó y por la que fue condenado a pagar una multa de 300.000 $ y aunque tres años después fue definitivamente exonerado, ya era tarde porque su imagen pública había quedado tocada y se hundió.

Es lo mismo que intentaron con Sarah. Ella también tuvo que tragarse una ethics complaint que no fue descartada del todo.  Fue la relacionada con una serie de viajes realizados por ella y su familia que algunos no consideraban hechos “en interés de Alaska”. No había ninguna violación de la ley, pero el investigador demócrata que la tramitaba se vio forzado por el partido a encontrar algo y ante el temor de que se eternizara, finalmente Sarah aceptó reembolsar al Estado el importe de una parte de esos viajes siempre y cuando quedara constancia de que no había vulnerado ninguna ley y que si lo hacía era simplemente como un medio de ayudar a que la legislación relacionada con los viajes de los miembros de la familia del gobernador fuera revisada y reescrita con más claridad. De hecho, Sarah incluso tuvo que reembolsar el importe de un viaje de su hija Bristol que ésta nunca realizó (¡!). Lo hizo simplemente para no seguir atascada con ese asunto por vete tú a saber cuánto tiempo más, pero el resultado práctico fue que por fin los medios de comunicación podían publicar que Sarah había sido encontrada culpable de una violación ética, sin dar más detalles, por supuesto.

Semejante acoso empezó a dar resultados y empeorar su situación familiar: Todd no podía ir siquiera a la sede del Gobierno porque los periodistas le acusaban de ser “el gobernador en la sombra”, sus hijos no podían viajar con ella y tenían que vivir separados (Piper y Trig vivían con su madre en Juneau y Bristol y Willow lo hacían en Wasilla con su padre). Su equipo también empezó a verse afectado ya que las ethics complaints empezaron a apuntar hacia ellos y de la manera como es la legislación de Alaska, tenían que pagarse todos los gastos legales de sus propios bolsillos.

Por fin, un grupo de la Republican Governors Association que viajó a Alaska le advirtió de que estaba siendo “emanuelizada” (por Rahm Emanuel) o “aporreada” y le dicen que está todo recogido en el libro The Thumpin’: How Rahm Emanuel and the democrats learned to be ruthless and ended the republican revolution (El aporreamiento: Cómo Rahm Emanuel y los demócratas aprendieron a dejarse de tonterías y pusieron fin a la revolución republicana). En él se recoge la historia secreta de la campaña electoral de 2006, que devolvió el control del Congreso a los demócratas y fueron el preludio de la victoria de 2008 en las presidenciales.

Y además, seguían dale que te pego con Bristol y su embarazo, Trig y quién era su verdadera madre, etc. Ella sólo pretendía hacer su trabajo, pero no le dejaban. Por fin, su más fiel compañera, Kris Perry, se ve obligada a dimitir incapaz de seguir.  A base de ethics complaint tras ethics complaint, su imagen pública iba deteriorándose. Además, le amenazaba la ruina económica. Su amiga Kristan Cole creó un fondo con todas las de la ley para ayudarle a sufragar los gastos legales, pero también se vio afectada por una ethics complaint y hasta ahora no se ha podido tocar un solo dólar de allí. La administración de Alaska estaba prácticamente paralizada.

Sin saber muy bien qué hacer, Sarah habló con Track por teléfono. Aún estando él en Irak, estaba enterado de lo que pasaba y hasta él se sentía afectado y hasta desmoralizado. No quiere que su madre abandone deshonrosamente su puesto sino que le pide que haga lo que haga sea para perseguir un objetivo mejor. Sarah recuerda el consejo de un buen amigo de los Palin: En política, o comes bien o duermes bien. Ella ya no dormía bien. Tiene que ser la gente de Alaska en primer lugar y si no podía responderles cómo ellos le tenían todo el derecho a exigirle que lo hiciera, entonces debía obrar en consecuencia. Por fin, Sarah tomó la decisión de dimitir y cuando lo hizo, no había ningún cálculo en ello. Para ella, era únicamente lo que tenía que hacer y si la consecuencia iba a ser que se hundiera su carrera política, lo asumiría.

El 3 de julio de 2009, Sarah dimitió por la única razón de que era lo mejor para Alaska. Pero lo más divertido fue la reacción de esos mismos que tanto deseaban deshacerse de ella: estaban indignados y corrieron a inventarse algunas calumnias de última hora como, por ejemplo, que dimitía porque el FBI la estaba investigando, algo que el FBI desmintió oficialmente acto seguido. Pero seguían preguntándose por qué había dimitido y por más que se les explicara, era imposible que lo entendieran. Sólo una comentarista, Mary Matalin, comprendió que la inteligencia de una estrategia que no sólo desarmaría a sus oponentes sino que además la dejaría libre para viajar y recaudar dinero y favorecer las causas que quisiera. Ciertamente fue la única que demostró tener luces porque reconozco que yo también me volví tarumba aquel día (fui tibio, pero prometo no volver a serlo nunca más). Pero lo peor es que la izquierda, a estas alturas, sigue sin entenderlo. Y es que no es extraño porque el izquierdismo perjudica seriamente el uso de las capacidades racionales.

Y como quiera que en la foto anterior no aparece el miembro más joven de la familia Palin, para compensar, aquí le dedico una foto en exclusiva para él sólo con su mamá. Su hippie boy como lo llama Sarah (le gusta que lleve el pelo largo y ciertamente parece un hippie) en brazos de su madre, saludando a sus partidarios durante un acto de su reciente gira. ¿A que será estupendo ver a Trig trastear en el Despacho Oval en 2013? ¡Ay, Piper, que te va a robar el protagonismo! No te preocupes, tú siempre serás mi Palin favorita.


LA CARRERA DEL SIGLO

28/12/2009

 

¡Por fin! ¡Tengo una exclusiva! ¡Una noticia bomba! Y no la tiene nadie más (ni siquiera Rillot), o sea, que ya pueden dar gracias a Dios de saber de mi blog porque si no serían los últimos en enterarse. Esta noticia la he obtenido por mediación de una de mis ex compañeras de colegio que está ahora en la soleada y arruinada California labrándose un porvenir como repartidora de pizzas mientras espera su oportunidad de aparecer en alguna película de Hollywood (a poder ser, con la ropa puesta). Es ella quien me ha pasado la noticia que les voy a dar acto seguido. ¿Qué cómo la ha conseguido ella? Prefiero no saberlo. Es muy buena chica, pero siempre ha sido algo ligerilla de cascos. Si es lo que yo digo, tendría que haberse casado conmigo y ahora sería una amante esposa y ejemplar madre de familia y no un petardo verbenero.

La noticia a la que me refiero consiste en un borrador de The Hassociated Press (HP), la famosa agencia de noticias estadounidense que tantas mentiras sobre Sarah Palin ha publicado en los últimos tiempos, que está a punto de ser distribuido a falta de la oportuna revisión por parte del redactor-jefe correspondiente (mi amiga me ha advertido que tan pronto como se le pase la mona y consiga echarlo de su casa, lo hará, así que ya me puedo dar prisa en publicarlo). En concreto, el texto es el siguiente:

OBAMA Y BIDEN CORRERÁN LA TESORO IRON DOG 2010

Washington (HP) – El presidente Obama y el vicepresidente Biden serán dos más de los participantes en la próxima edición de la Tesoro Iron Dog, la carrera de motos de nieve más larga y difícil del mundo. Según fuentes consultadas por esta agencia de noticias, la decisión se tomó tras una reunión al más alto nivel en la Casa Blanca y en respuesta a “las ganas de tocar las narices de cierta persona que ya no ocupa ningún cargo público y que lo mejor que podría hacer es sentarse y callarse y no estar dándole al Facebook todo el rato como una adolescente enrollada, que ya tiene una edad”. Ante la negativa de dicha fuente a descubrir el nombre de la susodicha persona, esta agencia aventuró el de Sarah Palin a lo que la fuente respondió afectando no saber quién era ella: “¿Sarah qué? No me suena de nada ese nombre. Tengo una tía en Oklahoma que se llama Sarah, pero que yo sepa no conozco a nadie más con ese nombre. Además, vaya nombre más feo, ¿no?”. Finalmente, la fuente sí que confirmó que la intención del presidente Obama es la de demostrar a esa cierta-persona-que-ya-no-ocupa-ningún-cargo-público-y-que-lo-mejor-que-podría-hacer-es-sentarse-y-callarse que si quiere guerra la tendrá y que no le duelen prendas de competir en su propio terreno y que, para empezar, va a sacudir a su marido Todd donde más le duele y que luego irá a por ella: la desafiará a un uno-contra-uno en la cancha de baloncesto de la Casa Blanca y luego a correr el maratón de Honolulu.

La Tesoro Iron Dog, que se corre en equipos de dos personas cada una con su propia moto de nieve y que Todd Palin, el marido de Sarah Palin, ha ganado ya en cuatro ocasiones, dará comienzo el próximo domingo 14 de febrero en Wasilla (Alaska). Tendrá el recorrido habitual de 1.971 millas y un premio de 25.000 $ para la pareja ganadora que el presidente Obama y el vicepresidente Biden ya han anunciado que donarán íntegramente para beneficencia. En concreto, se espera que lo entreguen a Republicanos Anónimos, una organización de reciente creación que pretende ayudar a todos aquellos que alguna vez votaron a los republicanos en unas elecciones para que no lo vuelvan a hacer nunca más. Por supuesto, el que el doctor Ezequiel Emanuel conste como el chairman de la organización no quiere decir nada, ¿eh?

Las mismas fuentes consultadas confirman que desde hace meses el presidente Obama se está entrenando en secreto con el Snow Force One, la moto de nieve presidencial, en la cámara frigorífica de la Casa Blanca (es una cámara enorme, la verdad). Por su parte, el vicepresidente Biden ha preferido entrenarse en su residencia de Delaware con el Snow Force Two, aunque ha tenido algunos problemas y ya va por la cuarta moto de nieve. La primera se averió irremediablemente cuando el vicepresidente la metió en la piscina, convencido como estaba que siendo la nieve mera agua congelada, la moto serviría igualmente para ir a la playa en verano. No sirve. La segunda quedó fuera de combate después de que el vicepresidente la desmontara por completo buscando el mueble-bar. Todavía no comprende que no lo tenga. “Y cuando tenga frío, ¿qué? ¿De dónde sacó yo el coñac? La organización me ha asegurado que no tienen ni un triste San Bernardo distribuido a lo largo de toda la ruta”, declaró indignado. La tercera la destrozó a escobazos la criada de la residencia de los Biden después de que el vicepresidente la arrancara sin darse cuenta de que tenía puesta una marcha. La moto salió disparada, el vicepresidente se cayó de culo y nadie logró detenerla antes de que entrara por la puerta del jardín y destrozara completamente el salón de la residencia. “¡Yo no pienso recoger todo ese estropicio, carallo! ¡Si es tonto, que coma pescado! Bastante tengo yo con lavarle y plancharle las siete camisas que se pone diariamente”, declaró la irritada criada.

En cuanto a las máquinas que van a emplear, esta agencia de noticias ha podido averiguar que tanto el presidente como el vicepresidente han contado con el asesoramiento técnico del mundialmente conocido Professor Fate the Magnificent, quien ha supervisado la puesta a punto de las Snow Force One y Two. Así, sabemos que sus peticiones para mejorarlas han sido un cañón del tamaño de los del acorazado Missouri, dos docenas de secadores de pelo profesionales y el motor izquierdo (nunca el derecho) de un Boeing 747. Por supuesto, el reglamento de la competición no prohíbe tunear las motos de los participantes por lo que todas estas modificaciones son perfectamente legales. En cuanto a la protección del presidente y del vicepresidente durante la carrera, una fuente del Servicio Secreto ha dicho que nanay y que si “esos dos chiflados quieren jugar a Jack London, allá ellos, pero que nosotros no tenemos el más mínimo interés en que se nos meriende un lobo. Hasta ahí podríamos llegar. Si quiere, que llame a los de la 1/25, los Arctic Wolves, y que sean ellos quienes les cuiden”. Curiosamente, la 1ª brigada de la 25ª División de Infantería es la unidad en la que sirve el soldado de primera Track Palin, el hijo mayor de cierta-persona-que-ya-no-ocupa-ningún-cargo-público-y-que-lo-mejor-que-podría-hacer-es-sentarse-y-callarse, por lo que nos queda la duda de si la sugerencia tiene algo de mala baba por parte de los del Servicio Secreto.

Seguiremos informando.

UPDATE: La Casa Blanca ha confirmado que la Primera Dama, Michelle Obama, será la encargada de dar la llegada en la meta de Fairbanks. Se espera que lleve un chaquetón de cualquier marca menos la de Arctic Cat y no se espera que nadie la denuncie por falta de ética al hacer publicidad de manera irregular (¡pobre de quien se atreva!).

Una foto del mundialmente famoso Professor Fate the Magnificent, el asesor técnico del presidente y del vicepresidente. Muy reservado, sus únicas declaraciones a la prensa han sido: “¡Odio la Navidad! ¡Odio a los niños! ¡Odio a Santa Claus! ¡Odio a los Palin! ¡Especialmente a Todd Palin! Es tan guapo, tan apuesto, tan inteligente, tan buena persona… Me recuerda al Gran Leslie. ¡Odio al Gran Leslie! ¡Y odio los periodistas también!”.

¿A que se la han creído? ¡Inocentes, inocentes!… ¿Qué dicen? ¿Que no se la han creído? ¡Vaya, qué listos son ustedes! Ya me lo temía, ya. Por cierto, gracias a Santi por la foto ésa que me acaba de mandar. La verdad es que no sabía que me habían fotografiado. Nada de posado, es una foto robada. ¡Malditos paparazzi! Ja, ja, ja.


GOING ROGUE: UN RESUMEN (V)

26/12/2009

 

Y después del libro de Sarah, el libro de Romney. Por si acaso alguno de ustedes todavía no lo sabe, el pasado mes de agosto, Mitt Romney firmó un contrato con la editorial Saint Martin’s Press para redactar un libro titulado No apology: The case for American Greatness (Sin excusas: A favor de la grandeza estadounidense) que se publicará en marzo del año que viene. Este libro será claramente un libro “político” en el sentido de que presentará la visión de Romney sobre la economía, la educación, cómo crear puestos de trabajo, la reforma de la sanidad y la conservación del medio ambiente. Por supuesto, el libro incluirá una gira de presentación por todo Estados Unidos, entrevistas en los medios de comunicación y demás saraos (¿saldrá él también en el programa de Oprah Winfrey?). O sea, que será de lo más interesante comparar los resultados de Mitt Romney con los de Sarah Palin, sobre todo en lo que se refiere a cifras de ventas. En mi caso, la única duda que tengo al respecto es simplemente si Sarah cuadriplicará, quintuplicará o sextuplicará las cifras de Romney. Fuera de eso, estoy seguro de que no va a haber gente haciendo cola a las puertas de las librerías para que el chulo de Romney les firme un ejemplar con su cara de palo. Y si lo hay, busquen bien en sus bolsillos; seguro que alguien le ha dado recientemente veinte dólares para que lo haga. Y no, yo no me voy a comprar su libraco. Para dormir cuando tengo insomnio, ya tengo una fotocopia pirata de The audacity of hope. Mano de santo, oigan.

Una foto de la anterior campaña electoral. Sarah y John juntos en alguno de los muchos actos que compartieron. Sí, ya sé que no le tengo mucha simpatía a McCain, pero pueden estar seguros de que no es nada personal. Todo lo contrario, me parece una gran persona, pero no era el candidato oportuno en 2008 y encima su incapacidad para dar un puñetazo encima de la mesa y poner orden entre sus asesores provocó su propia ruina. Sin embargo, sean cuales sean sus pecados, sobradamente compensados quedan con su elección de Sarah como compañera de ticket. No olvidemos nunca que es gracias a él que nosotros somos ahora palinistas. O sea, que a cada uno lo suyo. ¡Gracias, Mr. McCain!

CAPÍTULO CUARTO: GOING ROGUE (Yendo por libre) (segunda parte)

Uno de los recuerdos de la campaña electoral más agradecidos para Sarah es el primer town hall meeting que dio junto a John McCain en Grand Rapids (Michigan), un tipo de reunión pública que ella reconoce que le entusiasma por la cercanía a los votantes que permite, al tiempo que lamenta que la dirección de la campaña no le hubiera preparado más actos así y no tantos de los otros, de los “encorsetados”. Sin embargo, pronto dejó de preocuparse por eso ante la noticia de que alguien había logrado introducirse furtivamente en su cuenta de correo electrónico, hacerse con sus mensajes y ahora estaba publicándolos clandestinamente en Internet. En un perfecto ejemplo de en lo que se ha convertido actualmente la antaño honrosa profesión periodística, la mayoría de medios de comunicación estaban exhibiendo los mensajes robados en sus programas de noticias, revelando con ello direcciones privadas de correo electrónico y agravando el daño causado. ¿El ladrón? El hijo de un senador estatal demócrata por Tennessee quien, al ser detenido, no sólo no lo negó sino que además se mostró tan orgulloso de su “hazaña”, que causó un grave perjuicio a los Palin y a todos aquellos relacionados con ellos que tuvieron que cambiar no sólo sus direcciones de correo electrónico, sino también muchos otros datos (por ejemplo, bancarios) Y por si fuera poco, a raíz de esta cerdada, los hijos de Sarah empezaron a recibir amenazas y llamadas perturbadoras a sus teléfonos.

Y para compensar, una buena noticia al menos. En su rally en The Villages (Florida), una localidad habitada fundamentalmente por jubilados y donde el B-Team esperaba unos diez o doce mil asistentes, se encontraron con cerca de 50 ó 60.000. Un hecho que causó una profunda emoción en Sarah. Tras el rally, el único pensamiento de Sarah era encontrar la manera de entrar en contacto con ellos y devolverles siquiera una mínima parte de ese entusiasmo que día a día les regalaban. Un entusiasmo que no se apagaba cuando el rally terminaba sino que continuaba con esa misma gente ocupando millas y millas de la carretera para ver pasar su autocar y saludarla, agitando banderas de Estados Unidos y barras de labios.

Sin embargo, no todos pensaban igual. La dirección de la campaña, el famoso “cuartel general”, se quejó de que Sarah pasara tanto tiempo recorriendo las filas de gente y saludando a todas las personas que podía, algo que ella insistía en hacer y que demuestra lo estúpidos que eran los de la campaña, cometiendo el peor error que puede cometer un estratega en cualquier tipo de confrontación: no hacer uso de sus propias fortalezas. Y es que Sarah es imbatible en la distancia corta y siendo yo un ignorante como soy, si tuviera que dirigir una campaña electoral en su nombre, la soltaría en la calle Mayor de cualquier localidad que visitáramos y la dejaría que hablara con los vecinos, se metiera en todas las tiendas, aceptara un té con pastas en la cantina y terminara dando un pequeño discurso improvisado a la multitud en el parque municipal, respondiendo luego a todas las preguntas que le quisieran hacer. A eso se le llama “ganar corazones y mentes” y no “salir derrotados de antemano”, que es lo que hizo la dirección de la campaña.

Cómo será su carisma que hasta ella misma se asombró cuando tras una parada imprevista en un Walt-Mart para comprar pañales y papilla para Trig descubrieron que llevaban detrás de ellos a no menos de 150 coches particulares siguiéndoles desde hacía seis horas, convirtiéndose esa parada en un rally en toda la regla. Y es que a cualquier rally que fuera, la asistencia se medía siempre en decenas de miles de personas. El B-Team alucinaba porque sabían que tenían una oportunidad de ganar.

En cuanto a su opinión sobre su rival, Sarah lo dice todo cuando compara el lema de campaña de McCain: “Country first” (El país en primer lugar) con el que parecía ser el lema de sus rivales demócratas: “Blame America first” (Reprocha a Estados Unidos en primer lugar), recordando ese infausto momento en que la esposa del entonces candidato demócrata confesó sin el más mínimo asomo de vergüenza que nunca se había sentido orgullosa de su país, algo sencillamente incomprensible para Sarah.

Y cuando todos pensaban que la cuestión de Irak iba a ser el eje de la campaña, llegó la crisis económica: Fannie Mae, Freddie Mac, Lehman Brothers, AIG… McCain suspendió unilateralmente su campaña para ir a Washington y el B-Team no sabía qué hacer porque nadie les había explicado cuáles eran las intenciones de McCain ni si tenía alguna en realidad. En cuanto al primer debate presidencial, tras unas dudas por parte de McCain que no le favorecieron, acabó celebrándose y aunque no fue mala la actuación de McCain, los medios de comunicación, que estaban casi todos a los pies del candidato demócrata, dijeron todo lo contrario y acabó resultando que lo había perdido porque a ellos les daba la gana. Y punto en boca. Además, a los tres días del debate, la Cámara de Representantes rechazó un plan de rescate presentado por la administración Bush con 2/3 de los representantes republicanos votando en contra, lo que causó mala impresión en el electorado quien, temeroso de acabar todos en la ruina, empezó a creer que toda la culpa era de los republicanos. Como resultado de todo ello, si el 24 de septiembre la candidatura McCain-Palin iba cuatro puntos por encima en las encuestas, cinco días después ya iba por debajo.

En cuanto a las entrevistas televisadas, Sarah tiene poco que decir sobre la primera, la de Charlie Gibson. El tarugo este era un tipo estirado, bastante pagado de sí mismo, disgustado porque mientras rodaban exteriores, la gente reconocía a Sarah, no le reconocían a él y como quiera que todos deseaban fotografiarse con ella, le daban sus cámaras de fotos al propio Gibson para que se las hiciera. Imagino que el muy desgraciado se las arregló para que salieran todas desenfocadas.

Del affaire Couric, Sarah reconoce que fue una mala entrevista. Es cierto que apenas la prepararon porque Nicole Wallace, la partera de todo el asunto, le había prometido que sería una entrevista ligera entre dos mamás trabajadoras. Pues nada de eso fue cierto. Grabada en partes, la primera de ellas ya fue mala, notándosele lo mucho que deseaba Sarah terminar de una vez. Aún así, Nicole le dijo que había sido muy buena (pero ¿en qué bando estaba ésta?) y que iban a rodar más justo antes de darse un abrazo fraternal con su gran amiga Couric, dejando estupefacta a Sarah quien sabía perfectamente que había sido un error que no debían haber cometido. Porque la CBS rodó horas y horas con ella, pero emitió lo que le dio la gana; exactamente sus peores momentos. Y los emitieron además editados de tal manera que incluso sus contestaciones eran fragmentarias, habiendo recortado las partes de éstas que revelaban a una Sarah que no les convenía. Sarah da varios ejemplos de esas manipulaciones y da vergüenza ajena leerlas. Y que encima a Couric le dieran un premio (antes prestigioso, a partir de entonces mera basura) por ello.

Sin embargo, no todo terminó ahí porque Couric siguió persiguiéndola. Dice Sarah que uno no se ahoga por caerse al agua, sino por permanecer en ella. Y eso es lo que le pasó. Ante la famosa pregunta acerca de qué leía, Sarah estaba ya tan irritada por su condescendencia y su partidismo descarado que cometió ese gran error que con tanto ahínco buscaban los de la CBS y que dio la vuelta al mundo. Pero todavía hubo más cuando en el autocar de la campaña, Couric le preguntó sobre los gays y cuando ella quiso contestar, le interrumpió hasta cinco veces, no dejándole finalmente dar su respuesta. Y cuando le preguntó sobre el aborto y Sarah simplemente manifestó su conocida postura pro-vida, Couric le hizo la misma pregunta doce veces porque no le gustaba su respuesta. Y aún tuvo la desfachatez de recortar partes de su respuesta como, por ejemplo, un fragmento en el que Sarah declaraba que los verdaderos extremistas son aquellos que, como el candidato demócrata, votan en contra de leyes que protejan a los bebés que puedan nacer con vida después de un aborto. Y es que Couric no se comportó de igual manera cuando entrevistó a Biden y éste metió la pata hasta el fondo diciendo que en 1929, cuando el crack bursátil, Franklin D. Roosevelt apareció en la televisión a explicar lo que había pasado (ni FDR era presidente en 1929 ni la televisión existía entonces). Pero claro, eso no era noticia. Aunque tal y como dice Sarah, qué se podía esperar de alguien que hizo posteriormente unas declaraciones lamentando la oleada de patriotismo que se desató en Estados Unidos tras el 11-S. Y es que la clase de periodista que es Katie Couric es algo que tendría que haberlo sabido de antemano la dirección de la campaña, pero como siempre ellos en Babia.

En Filadelfia, Sarah empezó la preparación del debate con Joe Biden, algo de lo que se hizo cargo Mark Wallace, otro que tal. La campaña iba mal y el cuartel general y Sarah tenían opiniones diferentes sobre cómo hacer frente a esa situación. Por supuesto, se impusieron los del cuartel general y la preparación consistió en montones de tarjetas con una pregunta escrita en una cara y un montón de “no-respuestas” (como las llamaba Sarah) en la otra. El meollo del asunto era que Sarah no debía responder nunca a lo que se le preguntaba, sino que tenía que divagar. Algo a lo que Sarah se resistía porque ella sí quería responder para lo que simplemente hubiera necesitado conocer la postura de McCain sobre todos esos asuntos para así poder apoyarla o dar su propia versión cuidadosamente matizada. Según avanzaba la preparación, Schmidt se enteró de que no iba precisamente bien y todo lo que se le ocurrió fue decirle a Sarah que le iba a enviar un nutricionista para que le enseñase a alimentarse. Algo que al final no se cumplió, pero que a Sarah le causó asombro y la dejó seguramente pensando en dónde se había metido ella.

Tuvieron un breve respiro cuando el senador Lieberman visitó a Sarah y a su amigo McCain. Éste, que de tonto no tiene ni un pelo, se dio cuenta inmediatamente de lo que pasaba y aconsejó a Sarah que no se dejase cambiar y que tampoco dejase que le dijeran lo que tenía que decir ni como tenía que pensar. Además, le recordó que Dios estaba viéndole pasar por todo esto, que debía poner su fe en Él y que Él se ocuparía de todo. Así lo hizo, efectivamente, porque de inmediato Cindy McCain, la esposa de John, sugirió trasladar la preparación del debate a su rancho de Arizona y allí se trasladaron todos. Y por si fuera poco, el preparador dejó de ser Mark Wallace para pasar a serlo Randy Scheunemann, quien había estudiado perfectamente a Biden y adiestró a Sarah sobre sus puntos débiles. Y Sarah estaba encantada de enfrentarse a él precisamente recordando que fue uno de los pocos senadores que allá por los años 70 se opusieron al proyecto de oleoducto de Alaska.

La preparación en Arizona se centró en cuestiones de asuntos exteriores y seguridad nacional. Un problema que se encontraron fue que en ocasiones Sarah llamaba a Biden “O’Biden” en una confusión entre Obama y Biden (algo que le pasó también a otras personas, como el comediante Jay Leno). Randy pensó que lo mejor sería que se limitara a llamarle Joe, pero a Sarah le parecía irrespetuoso y de nuevo Randy pensó que lo mejor sería que nada más presentarse, le pidiera permiso para hacerlo, algo a lo que él no podría negarse siendo como era un caballero. Randy y Sarah tuvieron dos debates de prueba con toda la parafernalia habitual en este tipo de actos, haciendo Randy de Biden, y los resultados fueron muy positivos. Todo un cambio con respecto a Filadelfia.

En Arizona, Sarah pudo incluso salir a correr un poco, eso sí con los del Servicio Secreto detrás. Estaba tan desacostumbrada que al subir una cuesta tropezó y se cayó, haciéndose daño en las palmas de las manos y las rodillas. Podría haber sido un notición si los de los medios de comunicación se hubiesen enterado (¡Ultimas noticias: Palin se la pega! Y esperen a ver el debate…), pero los del Servicio Secreto prometieron silencio y lo cumplieron. Y para acabar de animarla, Sarah recibió una llamada de su hijo Track desde Irak.

La siguiente parada era Saint Louis, la sede del debate. Sarah recuerda los momentos previos, el barullo reinante, los nervios de última hora, etc. Ella estaba con Kris, Meghan, su hija Piper… y el cretino de Schmidt dedicándose a tocarle las narices como no podía ser menos. Poco antes de salir a escena, Sarah decide rezar y le pide a su hija Piper que le acompañe y ruegue a Dios que le ayude a ganar el debate, algo que la niña no veía muy claro porque pensaba que eso sería hacer trampa.

Biden se retrasó mucho y llego justo a tiempo al debate que, en términos generales, fue un éxito para Sarah. Por su parte, no tuvo ninguna queja sobre la moderadora, Gwen Ifill, quien tenía más de una razón para haberse abstenido de participar, pero que no se pasó de la raya. Todos recordamos ese debate y el empujón que supuso para nosotros al ver que Sarah era capaz de remontar el desastre de la entrevista de Couric.

Pero poco dura la alegría en casa del pobre porque lo siguiente para Sarah fue enterarse por la prensa de que la campaña había decidido retirarse de Michigan. Eso era algo que no se lo había dicho nadie y, evidentemente, a ella no le parecía en absoluto acertado y así lo declaró públicamente. Como era evidente, los del cuartel general se enfadaron y se quejaron de que Sarah no seguía el guión e iba por libre (¡going rogue!). Pero es que como recuerda Sarah, para empezar, ellos jamás tuvieron una copia de ese guión al que supuestamente debían atenerse.

Una idea que corre por ahí es que todos los famosos apoyan a los demócratas, algo que no es cierto. Sarah tiene tiempo en su relato para recordar el apoyo que recibieron por parte de actores como Robert Duvall, Jon Voight o Janine Turner, así como de cantantes como Gretchen Wilson, Hank Williams Jr., John Rich, Naomi Judd o Lee Greenwood, además de muchas otras celebridades. Además, durante los rallies, la gente le hacía llegar notas de cualquier manera que pudiera y ella se las leía todas, no sólo por respeto hacia quienes las habían escrito sino también para así darse cuenta de lo que suponía realmente esa campaña para los estadounidenses.

Llega el momento de hablar sobre Joe el Fontanero, un estadounidense normal y corriente que cometió el terrible pecado de plantarle cara abiertamente al candidato demócrata, reprochándole que su discurso de “redistribuir la riqueza” a él le sonaba a socialismo. Y no fue el único que se sentía de la misma manera porque de pronto empezaron a aparecer en los rallies montones de letreros haciéndose eco de esa misma opinión. Como no podía ser menos, los medios de comunicación salieron en defensa de su niño bonito y tras Joe el Fontanero, apareció Tito el Constructor, un colombiano nacionalizado estadounidense, que reprochó a esos mismos medios de comunicación su partidismo al acosar como lo estaban haciendo a Joe el Fontanero por el simple hecho de no haber querido sentarse y callarse.

Sarah aprovecha esta historia para lamentarse de que el cuartel general no hubiera querido entrar a saco en las mil y unas relaciones lamentables que el candidato demócrata tenía en su pasado. Es cierto que le permitieron tocar la que le unía a William Ayers, un terrorista nada arrepentido, pero, por ejemplo, nunca le dejaron hablar sobre su pastor de tantos años, Jeremiah Wright, otro fanático antiestadounidense. Un nuevo error de la campaña. Y van…

En cuanto a Tina Fey, ya hacía años que Sarah sabía de su mutuo parecido, algo que le llevó a disfrazarse un año de ella para Halloween. La idea de salir McCain y ella en el Saturday Night Live llevaba tiempo siendo sopesada por el cuartel general, pero cuando finalmente dieron su permiso, la imitación de Sarah que hacía Tina Fey se había hecho tan popular que la gente hasta se la creía y todo. Era bastante arriesgado salir ahora, pero finalmente lo asumieron. Y el mismo día del show, resulta que el B-Team no tenía el guión todavía. No fue hasta avanzado el día cuando les llegó y la verdad es que la escena prevista con ella era bastante mala, limitándose a dejarla en mal lugar. El B-Team se negó a aceptarla y sugirieron una variante en la que quien quedaba mal era Alec Baldwin, su adversario en la escena. La primera contraoferta no gustó a los del programa. La segunda contraoferta tampoco. La tercera sí. No era muy buena, pero al menos no dejaba a Sarah como un trapo. En cuanto a su encuentro con Tina Fey, no hubo ningún problema. Las dos se cayeron bien inmediatamente y la verdad es que todo el mundo en el estudio fue muy amable con ellos. ¡Ah, por cierto! Sarah no tiene ningún empacho en decirnos que la única persona  a la que se negó a dar la mano de todas las que pululaban por ahí fue Oliver Stone, el mejor amigo en Estados Unidos de Hugo Chávez (y de Fidel Castro también).

Por lo que se refiere a la ropa, Sarah todavía se sorprende de la que se armó cuando apareció en las noticias que el Partido Republicano había gastado 150.000 $ en ropa para ella y su familia. Para empezar, ella nunca pidió que le compraran nada; en segundo lugar, muchas de esas cosas no se usaron nunca, otras eran para otras personas y, por fin, todo se terminó devolviendo. De hecho, ella quería usar su propio vestuario, pero fue Nicole Wallace quien se negó tras repasar lo que tenía en su armario de su casa de Wasilla. En un rally lo explicó bien claro y los del cuartel general se enfadaron de nuevo. Otra vez Sarah yendo por libre. Por lo que parece, ése fue el primer aviso que tuvieron de que en la campaña había algunos que estaban preparando su paracaídas ante el desastre que se avecinaba ya que nadie tuvo la vergüenza siquiera de desmentir esa historia.

Y es que en el cuartel general había mucho malestar con ella, tal y como le explicó Randy a Sarah. Incluso Schmidt empezó a escampar el rumor de que Sarah padecía de depresión postparto. Pero eso era sólo la punta del iceberg. Empiezan a correr rumores de la existencia de un plan para desprestigiarla y culparla en exclusiva de la derrota. Además, las disputas internas entre los distintos asesores de McCain empiezan a airearse hasta tal punto que Randy y Schmidt se enfrentaron finalmente. La cuestión es que algunos en la campaña jamás admitieron la elección de Sarah por parte de McCain y la prensa encuentra un filón porque cada vez hay más filtraciones.

Ya al final de la campaña, el cuartel general permite a Sarah dar un discurso propio, algo que le habían prometido desde el principio. De hecho, le habían prometido que daría tres discursos propios: uno sobre energía, otro sobre mujeres y un tercero sobre los discapacitados. El primero que pudo dar fue sobre los discapacitados, pero la versión que le pasaron era tan vaga que tuvo que rehacerlo personalmente. Por fin, cuando lo dio, resultó ser bueno, así como los otros dos, pero la campaña no les hizo ninguna promoción pues la verdad es que ya habían arrojado la toalla.

Llega Halloween y ésa es una fecha muy especial para cualquier niño estadounidense, también para Piper. Tras mucho insistir, el cuartel general permite que Piper pueda salir a la calle a recoger caramelos como es tradición allí. Disfrazada de princesa de la nieve y acompañada por su madre, Sarah, que se había disfrazado de Tina Fey y de Trig, que iba de pequeño elefante, Piper empezó a recorrer el vecindario de Harrisburg (Pennsylvania) y todo fue de maravilla hasta que la gente empezó a darse cuenta de que había algo extraño en esa niña a la que seguía toda una corte de fotógrafos y periodistas. No tardaron en descubrir de quién se trataba y se formó una multitud tal que los del Servicio Secreto tuvieron que suspender la fiesta y devolver a los tres al avión ante la imposibilidad de garantizar su seguridad. Incluso le confiscaron los pocos caramelos que había recogido Piper para descartar los que no estuvieran envueltos por si acaso estaban envenenados. Lógicamente, el disgusto de Piper fue morrocotudo y el de su madre casi mayor. Por suerte, los de la prensa que viajaban habitualmente con ellos en el avión de campaña y que tanto la querían lo tenían todo previsto y le habían preparado una fiesta-sorpresa de Halloween, lo que la compensó de todos sus sinsabores por fin.

Más cosas. Pues que Sarah recibió una falsa llamada de Nicolás Sarkozy en lo que no era más que una broma por parte de un par de humoristas. A Sarah ya le escamaba que esa llamada fuera cierta porque su interlocutor no decía más que tonterías, pero los del cuartel general que le pasaron la llamada no se molestaron siquiera en comprobar su veracidad y al final la que hizo el tonto fue ella. Es cierto que el responsable se disculpó personalmente con ella, pero el daño ya estaba hecho.

Los últimos días fueron frenéticos, intentando llegar tanto ella como McCain a todos los estados que pudieran. Ya el día de las elecciones, la familia Palin viajó a Alaska a votar y ni siquiera ese día los de la campaña le dejaron hablar con los periodistas de su tierra. Una vez que hubieron votado, volaron a Phoenix (Arizona) con los ánimos bastante bajos. Todos sabían que necesitaban un milagro para ganar, así que Sarah rezó por ello, pero fue inútil porque perdieron.

Otro contratiempo. Sarah tenía previsto dar un pequeño discurso antes de que saliera McCain a reconocer la derrota. No es algo que estuviera previsto, pero sí una cosa que no era ningún secreto y que nadie hasta entonces le había dicho que no pudiera hacerlo. Por fin, fue el propio Schmidt a pocos minutos de subir ella al estrado con McCain quien le dijo que no podía pronunciar ningún discurso alegando equivocadamente que era algo que nunca se había hecho (John Edwards, demócrata, lo hizo en 2004). Y aún más porque ya en el estrado, los de la campaña impidieron que su familia la acompañase aunque finalmente Todd subió por su cuenta y nadie se atrevió a impedírselo.

Y como guinda del pastel, los Palin tienen noticias por parte de algunos periodistas de que a partir del día siguiente van a aparecer noticias feas sobre ella en la prensa, noticias que por lo que parece les han sido suministradas en los últimos días por parte de algunos asesores importantes de la campaña. Sobre quiénes pueden ser esos mentirosos, Sarah no lo dice con nombre y apellidos. Tan sólo nos deja con los Wallace, Nicole y Mark, despidiéndose de Todd al día siguiente y advirtiéndole de lo mismo, lo que no deja de ser curioso por el hecho de que supieran de antemano lo que iba a ser portada de los periódicos.  ¿Cargo de conciencia tal vez?

Más de una vez ha reconocido Sarah lo muy orgullosa que está de su hija Piper (y de sus demás hijos también, ¿eh?). Sin embargo, Piper todavía es pequeña y depende mucho de su madre y como quiera que Sarah disfruta llevándosela a todas partes, lo cierto es que le hace mucha compañía. Miren, lo reconozco: siento adoración por los niños y por Piper en particular. Ya les he contado que el día que tenga una hija le voy a poner Piper de nombre (la disfrutaré poco porque su madre me matará a los cinco minutos de enterarse), pero es que si sobrevivo y tengo otra, le voy a poner Sarah. Y si es niño, Todd (ó Track, aún tengo la duda). Entonces sí que no lo cuento, ¡glups!


¡YA ES NAVIDAD!

23/12/2009

 

Nueve meses llevo ya con este blog. Nueve meses en los que sólo he tenido satisfacciones. Y ésta es mi primera Navidad “pública”, si es que se le puede llamar así. Mi primera Navidad compartida con todos ustedes. No podía ser que no tuviera mi propia felicitación navideña con la que regalarles a todos (y ojalá también tuviera unos cuantos ejemplares de Going rogue para todos aquellos de ustedes que aún no lo han podido leer), así que aquí se la presento. Es una foto mía, vestido para la ocasión. Confío en que les guste.

¿A QUE ESTOY GUAPO?
CON MIS MEJORES DESEOS DE PAZ Y FELICIDAD PARA TODOS.
FELIZ NAVIDAD Y PRÓSPERO AÑO NUEVO.
¡EL 2012 YA SE ACERCA!

Con mis mejores deseos para todos y cada uno de mis lectores, que hacen que escribir este blog sea una experiencia de lo más gratificante al saber que hay alguien que lo lee (¡sí, hay vida inteligente ahí fuera!). Para un minúsculo bloguista como yo, el más simple comentario a una de mis entradas es motivo de fiesta. Y en general, los comentarios son mejores que las entradas (lo que me da mucha rabia, ¡grrr!). Esto va especialmente para Santi, mi comentarista más tenaz: Santi, tienes que abrir tu propio blog porque me gusta más leerte a ti que a mí mismo (que conste que te sigo también en “Sarah Palin en español”, ¿eh?). Y si finalmente lo haces, cuéntame inmediatamente como tu primer lector.

Con mis mejores deseos también para Rillot, mi cada día más admirado maestro y (¡qué osadía la mía!) amigo. Si no hubiera sido por él, yo no tendría este blog y no sé si sería mejor para todos, pero como mínimo yo me aburriría mucho. Tu ejemplo de generosidad, inmensa generosidad, al compartir tu sabiduría con nosotros me hace sentir un privilegiado por haber podido conocerte personalmente y saber que cuento con tu simpatía.

Con mis mejores deseos también para mis antiguos compañeros de Semanario Atlántico donde he pasado tres meses realmente excitantes. Gracias por la oportunidad que me brindasteis y que seguro que no merecía. Sigo leyéndoos y cada vez con más interés porque nunca dejo de aprender de vosotros.

Con mis mejores deseos para L, L y C, mis tres mejores amigas, las únicas que conocen mis actividades clandestinas como agitador de masas (y que tanto les da porque ninguna de las tres me lee ya que las tres coinciden en que no les interesa la política y en que me pongo muy pesado cada vez que menciono el asunto). Contar con vuestra amistad es todo un lujo para cualquier hombre y no sabéis lo mucho que significáis las tres en mi vida.

Y finalmente, mis mejores deseos a Sarah y Todd Palin y a toda su familia, su gran familia, por la esperanza que han sabido despertar en nosotros y la promesa que nos han hecho de un futuro mejor para nosotros y nuestros hijos. En estos tiempos de zozobra y confusión, una brillante estrella ha surgido allá en la lejana Alaska para guiarnos y hacernos saber que todavía es tiempo de luchar por lo que es justo y que juntos podemos cambiar las cosas.

Que Dios les bendiga a todos.


GOING ROGUE: UN RESUMEN (IV)

22/12/2009

 

Entramos en la parte más interesante del libro: la campaña electoral. He leído algunas opiniones en el sentido de que uno de los objetivos de Sarah con este libro es el de ajustar cuentas con ciertas personas. Después de haberlo leído tres veces seguidas, mi opinión personal es que no hay tal ajuste de cuentas, pero sí la oportunidad por parte de Sarah de contar su parte de la historia. Y eso no lo considero yo un ajuste de cuentas sino mera justicia. Después de tanto tiempo en que todo el mundo se las ha dado de “experto” en todo lo referido a los Palin y ha podido decir (y maldecir sobre todo) lo que le ha venido en gana, era el momento de Sarah. Y ciertamente lo aprovecha, pero si alguien se espera encontrar resentimiento, amargura y hasta mal genio a la hora de replicar a los mil y un embustes que ha tenido que soportar desde finales de agosto del año pasado, eso no lo va a encontrar porque Sarah está muy por encima de eso. Para ella, esos “patéticos bloguistas izquierdistas” (Sarah dixit) y sus patrocinadores de los medios de comunicación no merecen tanta atención. Y es que como dice ella: “La vida es demasiado corta como para pasársela enfurruñada todo el rato”.

Una foto de Sarah durante un acto en la pasada campaña electoral. Espectacular la cantidad de gente que era capaz de reunir esta mujer. Y más espectacular aún el entusiasmo que era capaz de despertar. Y quien tuvo, retuvo. Porque ese entusiasmo no ha disminuido ni un ápice en todo este tiempo. Basta con ver los resultados de la gira de presentación de Going rogue para comprobarlo, mal les pese a los progres.

CAPÍTULO CUARTO: GOING ROGUE (primera parte)

El cuarto capítulo nos devuelve al momento en que empieza el libro: justo cuando Sarah, que está recorriendo la Feria del Estado de Alaska, recibe la llamada de John McCain para ofrecerle el asistir a una reunión en su rancho de Arizona con él y sus principales asesores con el fin de decidir entre todos si será ella su compañera de ticket o no. Sarah acepta el ofrecimiento y, acompañada de su fiel amiga Kris Perry, llegan a Arizona el 27 de agosto, siendo ambas conducidas a la residencia particular de uno de los mejores amigos de McCain, Bob Delgado, donde conocen a esos dos asesores que son quienes van a tomar la decisión definitiva: Steve Schmidt, el jefe de campaña, un veterano en el oficio quien contaba entre sus últimos trabajos la campaña electoral de Arnold Schwarzenegger como gobernador de California, las relaciones con la prensa de Dick Cheney y la campaña de reelección de George W. Bush como presidente de Estados Unidos; y Mark Salter, el biógrafo de John McCain.

Evidentemente, Sarah estaba al tanto de los rumores que la situaban como una de las posibles candidatas al puesto, pero nunca se los había tomado demasiado en serio. Sarah recuerda que conoció a los McCain, John y Cindy, en una reunión de la Asociación Nacional de Gobernadores en febrero de 2008 y tanto ella como Todd quedaron muy gratamente impresionados por ellos. Sarah siempre ha admirado al senador McCain por su independencia de espíritu y su pasión por la seguridad de Estados Unidos y ahora lo iba admirar también por su buen ánimo que le hacía repetir siempre, por muy serio que fuera el evento de que se tratara: “Let’s just go have fun” (“Simplemente vayamos a pasarlo bien”).

Como no podía ser menos, tras la llamada de McCain, Sarah llamó a su vez inmediatamente a Todd, quien estaba trabajando en la Ladera Norte, para darle la noticia y luego a Kris Perry para que le ayudara a prepararlo todo de forma que pudiera salir de Alaska sin llamar la atención de la prensa, algo difícil, pero que acabaron logrando. Más peliaguda fue la advertencia de McCain en el sentido de que si era elegida, tendrían que quitarles temporalmente sus teléfonos móviles a sus hijos adolescentes, Track, Bristol y Willow, algo que era más fácil de decir que de hacer, sobre todo porque ni siquiera les podrían dar explicaciones.

Ya en el domicilio de Delgado, Schmidt y Salter empezaron la evaluación de Sarah. Las primeras preguntas fueron sobre la guerra de Irak, tema que Schmidt consideraba que iba a ser el eje de toda la campaña y en el que las posturas de los dos candidatos rivales eran opuestas; después, hablaron sobre asuntos energéticos, la economía de Alaska y la composición del gabinete y el equipo de Sarah allí, que destacaba por incluir tanto a republicanos como a demócratas e independientes. Sarah se sorprendió de ver hasta qué punto conocían su historial y mucho más se sorprendió al descubrir que sabían lo del embarazo de Bristol, algo que ella creía que todavía no lo sabía nadie más que la familia.

Tras esos temas generales, Schmidt y Salter pasaron a repasar el caso Monegan, la postura de Sarah ante el aborto (firmemente pro-vida), el matrimonio entre homosexuales (firmemente en contra), su opinión sobre la teoría de la Evolución (firmemente partidaria del Creacionismo o “diseño inteligente”), una postura que no le gustó nada a Schmidt y que no podía comprender muy bien dado que su padre había sido profesor de Ciencias, pero que Sarah le explicó que cree en los cambios evolutivos, pero no en que el ser humano haya evolucionado de un pez que sacó unas piernas y salió del agua, o de un organismo unicelular que evolucionó hasta convertirse en un mono y que acabó bajando del árbol donde vivía. La ciencia sólo prueba algunas partes de la teoría de la Evolución y ella cree que Dios creó al ser humano directamente y creó también un proceso evolutivo por el cual éste cambiaba y se adaptaba.

Finalmente, Sarah y Kris fueron conducidas, ésta vez sí, al rancho de McCain, donde éste las recibió personalmente. McCain le advirtió a Sarah de lo difícil que iba a ser para su familia, pero eso era algo que ella daba por supuesto ya que, siendo alcaldesa, la gente le llamaba por teléfono a cualquier hora o se le metía directamente en casa para quejarse y como gobernadora pasaba lo mismo, pero al menos entonces las quejas eran en su mayoría por escrito. Sus hijos habían crecido con ello. Por su parte, Todd la apoyaba incondicionalmente. Por fin, tras una reunión privada entre McCain, Schmidt y Salter, McCain le ofrece ya de una vez por todas el puesto y Sarah lo acepta.

La presentación de Sarah como candidata republicana a la vicepresidencia tuvo lugar en Dayton (Ohio) el 29 de agosto. En su relato del momento, Sarah nos describe sus sensaciones durante aquel rally a la par que reproduce lo que fue la presentación de ella que hizo McCain. Una presentación en la que tuvo que dar toda clase de referencias acerca de ella para que sus partidarios pudieran situarse un poco ya que, tal como reconoce la propia Sarah, eran muy pocos los que sabían entonces de dónde había salido.

De Ohio volaron rápidamente a Minnesota para asistir a la Convención Nacional Republicana. El primer día de Sarah allí transcurrió en el hotel donde alojaron a toda la familia, lugar donde empezaron a conocer a los que iban a ser a partir de entonces los miembros de su equipo, el B-Team, los asignados a la candidata a vicepresidente, ya que el A-Team era el de McCain. Así, Sarah nos habla de personas como Tucker Eskem, Tracey Schmitt, Chris Edwards, los Wallace (Mark y Nicolle), Randy Scheneuemann, Steve Biegun y, por fin, Andrew Smith, su jefe de campaña, quien curiosamente carecía de cualquier experiencia previa en esas lides. De todos ellos, Sarah tiene las mejores palabras para Randy Scheneuemann y Steve Biegun, los encargados de adiestrarla en cuestiones de política exterior, ya que ellos creyeron en ella desde el primer momento. De hecho, su experiencia con ellos fue tan positiva que ha terminado incorporándolos a su propio equipo hace pocos meses, siendo los encargados de la preparación de su intervención en Hong-Kong (¿recuerdan?), un éxito memorable al que ya le dedicamos varias entradas (ver aquí la primera de ellas). De los demás, Sarah sigue sabiamente aquel consejo que dice que cuando no tengas nada bueno que decir sobre una persona, no digas nada. Y es que la división en el equipo de campaña entre los que apoyaban a Sarah y los que no, ya empezaba a palparse.

Lo más divertido de su llegada al hotel fue encontrarse con cuatro armarios llenos de ropa en su habitación: dos para ella, uno para Todd y otro para los niños. Además, la campaña había contratado a varios estilistas (peluquera y maquilladora) para que la pusieran guapetona, algo a lo que Sarah no acaba de acostumbrarse ya que como cualquier madre trabajadora, no ha tenido nunca mucho tiempo para ponerse como un pincel. Sarah empieza a revisar la ropa que le han traído y lo se asombra de lo carísima que es, algo que acabará trayendo cola más adelante. Con la llegada de sus padres, ya está la familia completa. Por supuesto, ellos también tuvieron su armario lleno de ropa y eso le hace preguntarse a Sarah si tan mal aspecto llevaban todos siempre. Ciertamente no le gustó la situación, pero tuvo que transigir. Sobre todo, le incomodaba que la campaña estuviera tan pendiente de la mera apariencia, del envoltorio. No era a lo que estaba ella acostumbrada en Alaska.

No tardó en surgir el primer problema cuando los medios de comunicación lanzaron la noticia de que su hija mayor, Bristol, estaba embarazada. Algo que la campaña ya sabía pero cuya publicación les coge por sorpresa y que le hace recordar a Sarah aquella vez en que el candidato demócrata le dijo directamente a un periodista que dejara a su familia aparte, algo que confiaba que iba a ser igual para ella pero que evidentemente no lo fue. Una de las asistentes de campaña, María, le enseña rápidamente el texto de la respuesta que la campaña, o el “cuartel general” (como se llamaban ellos mismos), iba a enviar a los medios de comunicación en su nombre. Una respuesta que Sarah no había escrito y que consistía en un bobo mensaje de felicidad que no tenía nada que ver con sus sentimientos reales, ya que la situación no les alegraba en absoluto. Sarah redactó una nueva respuesta y se la dio a María para que la devolviera al cuartel general o donde fuera. Es entonces cuando le telefoneó una angustiadísima Bristol, espantada porque ahora todo el mundo lo sabía. La situación se hizo más tensa cuando los medios de comunicación emitieron el comunicado original: la corrección de Sarah había sido simplemente obviada. Sarah protestó ante Schmidt en el sentido de que si no le dejan hablar en una cuestión tan personal como lo es su propia familia, de qué le van a dejar hablar. Pero Schmidt pasa de ella y simplemente le recuerda que debe ceñirse al guión.

Espanta saber que la campaña no había preparado ningún dossier sobre Sarah Palin y su historial. Por lo que parece, nadie se había molestado en informar a los encargados de Comunicación quién iba a ser la compañera de ticket de McCain y estos se enteraron al mismo tiempo que el resto del país. Encima, la familia, los amigos y los asociados políticos de Sarah recibieron todos instrucciones de no hablar con nadie en absoluto. El resultado: sin datos fiables sobre ella, los medios de comunicación tuvieron que buscar donde fuera y sólo encontraron un puñado de blogs izquierdistas en Alaska, basuriblogs realmente, que ofrecían no información sino calumnia tras calumnia.

Los periodistas de los 48 de abajo invadieron Alaska en busca de información, así como los investigadores de la candidatura demócrata. Los resentidos con Sarah encontraron entonces una oportunidad de oro para vengarse de ella y comenzaron a escupir veneno, cogiéndoles a todos desprevenidos. Y encima, el GOP de Alaska, todavía dirigido por otro resentido con Sarah, decidió callarse y dejar a Sarah a los pies de los caballos.

Las calumnias que surgieron empezaron cebándose en Bristol y burlándose de las supuestas opiniones de Sarah referidas a la educación sexual en la escuela (que se limitaban a que prefiere una educación sexual basada en la abstinencia que una educación sexual explícita –el condón en el plátano-) y su supuesta oposición a los métodos anticonceptivos (lo que es falso). Además, empieza a correr la especie de que quiso censurar libros de la biblioteca de Wasilla, otra sobre si es una fanática religiosa, la de si es realmente la madre de Trig… Su familia se siente abrumada por semejante sarta de mentiras.

Sin embargo, Sarah tiró adelante y llegó la noche de su discurso en la Convención Republicana, un discurso redactado por Matthew Scully y en el que ella colaboró activamente añadiendo notas propias. Es divertido leer que lo estuvieron practicando con teleprompter, algo a lo que Sarah no estaba acostumbrada ya que nunca había necesitado un chisme de esos para pronunciar un discurso y que maldita la falta que le hizo una vez que se averió el que tenía en el estrado (yo sigo pensando que fue un sabotaje). Y lo peor de todo: que cuando ya estaba lista para salir hacia el centro de convenciones, Trig necesitaba que le cambiasen los pañales y no le quedaba ni uno. ¡Para volverse loca!

¿Qué podemos decir sobre el discurso de Sarah en Minnesota? Nada que no esté dicho ya. Repasarlo a la par que se leen los comentarios de Sarah sobre sus sensaciones mientras lo iba desarrollando es un aliciente añadido. Y muy interesante el saber que Sarah nunca ha visto una grabación de esa noche.

Pocos días después, surge de nuevo el caso Monegan, ahora llamado Troopergate. Un mero montaje ideado por los demócratas de Alaska para perjudicarla políticamente y que desde el principio estaba claro que no iba a dar más resultado que un montón de páginas de periódico y horas de televisión echadas a perder. Y así lo reconoció la investigación oficial cuando concluyó que no hubo el tan cacareado “abuso de poder” por ningún lado.

El B-Team se amplió con tres personas más: Jason Recher, Jeannie Etchart y Bexie Nobles. Además, comenzaron  los rallies. Sarah se asombró de la cantidad de gente que acudía a ellos y eso le hizo sentir una renovada confianza en el sistema de democracia estadounidense porque ve que la gente se involucra y quiera participar. Recuerda especialmente el primero que dio en Cedar Rapids (Iowa) porque entre el público había una madre con sus dos hijos adolescentes con síndrome de Down que le hicieron pensar en cómo sería Trig cuando tuviera su misma edad y que le hicieron comprender por fin que Todd tenía razón cuando le dijo que todo iba a salir bien.

Con respecto a la prensa, Sarah siempre había tenido buena relación con los periodistas de Alaska hasta el punto de que muchos de ellos tenían su número de teléfono particular y se llamaban mutuamente para conversar porque había confianza entre las dos partes. Precisamente, durante un viaje, Sarah llamó a uno de esos periodistas y le pasó inesperadamente a McCain para que pudiera hablar con él. Fue todo muy bien y una gran publicidad, pero al cuartel general le sentó como un tiro y prohibieron severamente a Sarah que volviera a hacer algo así.

Por su parte, Meghan Stapleton insistía una y otra vez para que permitieran a Sarah hablar al menos con los reporteros que conocía de toda la vida en Alaska, pero el cuartel general se negaba y hasta se la llevaba a la fuerza cuando pretendía saltarse el cerco. Los periodistas alasqueños, que no sabían lo que estaba pasando, se sintieron entonces despreciados y tal y como uno de ellos publicó: “La Sarah Palin que una vez conocimos, ya no existe”. Una actitud estúpida por parte de los gerifaltes de la campaña ya que la prensa de Alaska conocía perfectamente a Sarah, la apreciaba, no le era en absoluto hostil y sus crónicas hubieran servido para compensar con mucho toda la avalancha de noticias negativas que aparecían en el resto de la prensa.

Durante la tercera semana de septiembre apareció por ahí una especie de movimiento a favor de Sarah, el “Free Sarah”, que pretendía que la campaña la dejara libre para poder hablar con la prensa. Coincide en el tiempo con la duda acerca de cuál sería la primera entrevista que iba a conceder. Nicolle Wallace estaba como loca porque fuera con Katie Couric (CBS). El dichoso cuartel general pretendía que fuera con alguien que hubiera tratado bien a McCain y Sarah, que opinaba igual, pensaba que lo mejor sería optar por la Fox o el The Wall Street Journal. Aún así, Wallace siguió dale que te pego insistiendo en Couric, garantizándole que contaba con su simpatía y que se trataría de una entrevista ligera en la que serían dos madres trabajadoras y con hijas adolescentes charlando. Wallace había trabajado en la CBS justo antes de incorporarse al equipo de McCain y por lo que parece, Couric estaba siendo cuestionada por la empresa y necesitaba un empujón. Nada de eso convencía mucho a Sarah, pero Wallace le dijo que harían simplemente una prueba y que si no funcionaba, ya no harían más.

Por lo demás, el bloqueo informativo alrededor de Sarah continuaba como siempre. Por no poder, no podía ni hablar con los periodistas que les acompañaban durante toda la campaña y que viajaban en el mismo avión que ellos. Si intentaba siquiera acercarse a ellos, se lo impedían. Tuvo que ser la propia Piper quien rompiera mínimamente el bloqueo haciendo amistad con los periodistas, que la adoraban (¡por supuesto!), y charlando con ellos. Y es que Piper es tan especial que al poco tiempo tuvo su propia pegatina: “Vota por la mamá de Piper”.

Y para terminar, una foto de Meghan Stapleton. El caso es que tengo una muy buena opinión de esta mujer, opinión que ha confirmado mi lectura del libro. Creo que es más lista que los ratones colorados y repito que David Axelrod hará muy bien en tenerla en cuenta porque es posible que le dé más de una sorpresa (desagradable) entre 2011 y 2012.


GOING ROGUE: UN RESUMEN (III)

19/12/2009

 

Cuando uno ha traducido (más mal que bien) unas cuantas intervenciones televisivas de Sarah Palin, sabe que ésta se expresa de una manera peculiar. No quiero decir con ello que hable incorrectamente, sino que tiene su propia manera de expresarse, la de una persona que piensa a mayor velocidad de la que habla y que a menudo siente la tentación de expresar una nueva idea que se le acaba de ocurrir antes de haber terminado con la que estaba explicando. Eso provoca que su manera de hablar resulte confusa en ocasiones, pero es debido simplemente a que tiene demasiadas cosas que decir… y poco tiempo para ello porque en la televisión, el tiempo está contado al segundo. Reconozco que eso es algo que me pasa a mí también y tal vez por ello siento tanta simpatía por Sarah; me hace sentir que tenemos algo en común ella y yo (perdón por esta pequeña vanidad mía). Sin embargo, esto sólo pasa cuando sus intervenciones son espontáneas, no cuando pronuncia un discurso ya que entonces las ideas que quiere comunicar ya las tiene previstas de antemano y simplemente tiene que desarrollarlas en el orden previsto, resultando más clara que el agua. Por lo que se refiere a Going Rogue, me ha llamado la atención el hecho de que a pesar de estar muy bien redactado, conserva el tono original de lo que podría ser una conversación tranquila y pausada con Sarah, incluyendo sus abundantes expresiones coloquiales que tanto me desesperan a mí, que no domino tanto el inglés como para comprenderlas a la primera, pero que a cambio convierten cada página del libro en algo realmente vivo y colorido (además de mejorar mi nivel de inglés, you betcha!)

Una foto de Sarah durante la presentación de los actos conmemorativos del 50º aniversario del Estado de Alaska. La placa de matrícula supongo que se la puso en su Jetta, ¿no? ¿O se la quedó Todd? ¿O Track? ¿O Piper para su bicicleta? ¿Hicieron siete copias, una para cada uno? Porque si no, vaya follón se podía montar en aquella casa: ¡La quiero yo! ¡No, yo! ¡Es mía! ¡Narices, es mía!… ¡Ufff!

CAPÍTULO TERCERO: DRILL, BABY, DRILL (Perfora, nena, perfora)

En el último capítulo, Sarah nos dejó con la duda de cuál iba a ser su siguiente paso. En éste, la duda queda resuelta ya que comienza relatándonos uno de sus muchos viajes durante su campaña electoral como candidata a gobernadora de Alaska. Un viaje, en concreto, llevado a cabo en su propio coche, de noche, con varios de sus hijos durmiendo en el asiento trasero y ella preguntándose si no se habrá equivocado de carretera.

Y es que convendría recordar que antes de ser seleccionada por McCain como su compañera de ticket, Sarah Palin llevaba ya a sus espaldas no una sino… ¡siete campañas electorales! Dos para el cargo de concejal de Wasilla (las dos ganadas), dos para el cargo de alcaldesa de Wasilla (las dos ganadas), unas primarias para el cargo de vicegobernadora (perdida por los pelos) y otras primarias y las auténticas elecciones para el cargo de gobernadora (ganadas incluso contra su propio partido, el GOP, que no quería verla ni en pintura). Es decir, un total de seis elecciones ganadas contra una sola perdida. O sea, que si de algo sabía Sarah en ese momento era de cómo afrontar una campaña electoral contra un candidato presuntamente vencedor (recordemos que fue elegida alcaldesa en competición con el alcalde entonces en el cargo, Stein, y que hizo lo mismo como gobernadora, compitiendo en las primarias con el gobernador entonces en el cargo, Murkowski). Lástima que no le dejaran opinar los sabiondos esos que llevaban la campaña de McCain porque si lo hubieran hecho tal vez otro gallo les hubiera cantado.

La decisión de Sarah de competir en las primarias del GOP contra Murkowski no fue exclusiva suya, sino que hubo muchas personas que la animaron a ello: por ejemplo, Rick Halford, un antiguo senador del Senado de Alaska, republicano pero no de los que detestaban a Sarah, sino de los que creían en ella y pensaban que Sarah era diferente y que Alaska necesitaba precisamente eso: algo diferente.

Otra persona que animó a Sarah a presentarse fue (¡asómbrense!) Andrée McLeod, la que años más tarde se convertiría en la loca de las ethics complaints. Pero para eso, todavía faltaba tiempo y por aquel entonces, Andrée the Gadfly (o la “mosca de culo de vaca”, como creo yo que podría traducirse), que es como la conocía todo quisque en Alaska, era su más ferviente admiradora, lo que aprovecha Sarah para contarnos los inicios de esta patética mujer, una historia de lo más divertida y que no deja lugar a dudas de su escasa salud mental.

Por fin, la tercera influencia que reconoce Sarah es la de John Reeves, un votante demócrata harto de la corrupción rampante de Juneau (la capital del Estado) y que, al igual que muchos, ya fueran demócratas, republicanos o independientes, ansiaba un cambio que devolviera el gobierno de Alaska al lado de la gente. Un cambio para el que no veía capacitado a nadie a cabo que no fuera Sarah Palin.

En definitiva, que Sarah se lanzó al ruedo y, libre ya de sus obligaciones como alcaldesa de Wasilla que no le permitieron ocuparse debidamente de su campaña anterior, empezó a recorrer el Estado y a explicar sus intenciones a sus paisanos. Pronto sus amigos se unieron a ella y Sarah pudo contar con una mínima organización política que le diera el apoyo que precisaba. Es entonces cuando empezamos a encontrarnos con nombres como los de Kris Perry, íntima amiga suya y una persona de la que todos hemos oído hablar mucho durante estos últimos años pero que ignorábamos de dónde había salido o qué relación tenían con Sarah aparte de la meramente profesional (con el tiempo, Kris se convirtió en la mano derecha de Sarah como gobernadora de Alaska). Sí, ya sé que todo eso no es más que mera chafardería, pero es que a mí me encantan estas cosas, ¡caramba!

La campaña electoral de Sarah se centró en tres ideas: limpiar de parásitos el gobierno, desarrollar las infraestructuras del Estado para que el sector privado encontrara un ambiente favorable que le llevase a invertir en nuevos negocios e incrementar la producción de energía, construyendo sobre todo ese gasoducto de 5.000 kilómetros y 30.000 millones de dólares que llevaba décadas siendo prometido por todas las administraciones pero que nunca se convertía en una realidad. Por cierto, que es de lo más curioso comprobar que el lema de su campaña hacía hincapié en el “cambio” que suponía su candidatura (un lema que años más tarde iba a adoptar el actual presidente de Estados Unidos para su propia campaña aportado sin duda por uno de sus asesores de más alto rango, que tenía raíces en Alaska), algo que compartía hasta el último de los alasqueños hartos de tanto político corrupto como había en el gobierno y la legislatura y que habían sido la causa ya de más de una redada por parte del FBI. Vamos, peor casi que Chicago (¡anda, otra coincidencia con el presidente!).

Recorriendo toda Alaska de cabo a rabo y sin dejar apenas una sola cabaña de troncos a la que no hubieran llegado personalmente para explicarle a sus moradores sus intenciones, Sarah no tuvo problemas en ganar las primarias republicanas, pasando pues a ser la rival del candidato demócrata, Tony Knowles, un antiguo gobernador de Alaska que buscaba su tercer mandato, y a un candidato independente, Andrew Halcro, un cretino republicano que años más tarde fue el primero en lanzar la basura del Troopergate desde su blog, pero que ahora estaba ansioso de unir sus fuerzas con ella en una candidatura conjunta (y absolutamente fuera de lugar), algo a lo que Sarah le dijo que nanay.

Una de las sorpresas que me he llevado leyendo este capítulo ha sido saber que Meghan Stapleton, la actual portavoz de Sarah, resulta que es una antigua amistad suya de sus tiempos como gobernadora, cuando Sarah la contrató como secretaria de Prensa. Yo pensaba que la había conocido durante la campaña presidencial y resulta que no. ¿Ven como lo de las chafarderías tiene su interés? Por otra parte, la campaña involucró a toda la familia Palin, como siempre, incluyendo a la familia de Todd, quienes no dudaron en apoyar firmemente a la esposa de éste para que pudiera alcanzar el puesto de “Boss Alaska”, que es como llaman los yupik al gobernador del Estado.

La victoria de Sarah fue un bombazo y la cara que les quedó a los demócratas era todo un poema. Rompiendo con la costumbre, Sarah escogió tomar posesión en la ciudad de Fairbanks y no en la de Juneau. La ceremonia fue especialmente brillante y todos sus paisanos sentían que se abría una nueva etapa para todos. Y como quiera que las expectativas eran muchas, ya desde el primer día de trabajo Sarah empezó a sacudir las cosas allí en Juneau, siguiendo el estilo marcado por Ronald Reagan: escoger los asuntos más importantes de tu agenda y centrarse personalmente en ellos; luego, delegar los restantes en tu equipo y darles suficiente poder y motivación para que implementen tu visión en esos otros asuntos. Así pues, siguiendo este esquema, Sarah se centró en lo que había sido el meollo de su programa electoral: desarrollo de las infraestructuras, conservadurismo fiscal y reforma ética, aunque sin dejar de prestar especial atención a otros asuntos urgentes tales como la educación, los servicios para los discapacitados y los mayores, la formación profesional, el desempleo y los tradicionales males de la Alaska rural (dependencia, alcoholismo, delincuencia, etc.), todo ello revisando las prioridades presupuestarias establecidas hasta entonces para que fuera el sector privado y no el Estado quien asumiera la tarea de cubrir esas necesidades.

La historia de cómo la administración Palin se enfrentó a las grandes petroleras y les ganó el pulso en la cuestión del gasoducto merece más de una lectura porque es ejemplar. Es una historia de la que todos tenemos conocimiento de sus aspectos generales pero que, explicado por la propia Sarah, gana en claridad y si además, Sarah nos lo explica con ese sentido del humor tan suyo y que a mí, personalmente, me entusiasma, mejor que mejor.

Pero como quiera que una cosa es que Sarah pasase a ser la gobernadora de Alaska y otra distinta el que Todd pasase a ser el “Primer Caballero” (o el “Primer Tío”, como le gustaba decir a él) y el resto de la familia, la “Primera Familia”, tan interesante es saber qué pasó el primer día de Sarah en su nuevo despacho como saber qué pasó el primer día de toda la familia en la mansión oficial. Dejando aparte que ésta era un caserón con goteras, chimeneas atascadas y una fontanería que no funcionaba, era lógico que todos se sintieran impresionados por la casa y que las niñas disfrutaran correteando por los pasillos, las buhardillas y demás lugares. La feroz conservadora fiscal que es Sarah no podía transigir con el pedazo de avión que se compró su antecesor, Murkowski, pero tampoco con un chef particular, así que ambos desaparecieron, además de procurarse ellos parte de la comida, especialmente la carne y el pescado que se la cazaban y pescaban ellos mismos, dos actividades que los estúpidos liberales jamás entendieron y que más de una campaña en su contra les valió a los alasqueños, como aquella de pésima actriz de Hollywood en contra del control de depredadores practicado por el Estado como único medio de proteger a los alces y caribúes y evitar que desaparecieran masacrados por los lobos, provocando de paso la desaparición de la población nativa de Alaska que depende de su caza para sobrevivir.

¿Y Todd qué? ¿Qué tal llevó él eso de ser “Primer Caballero”? Pues lo llevó estupendamente. Sarah nos deja entrever lo que debieron ser las reuniones en Washington de la Asociación Nacional de Gobernadores, cuando él tenía que unirse al té con pastas de las Primeras Damas quienes (imagino porque soy un malpensado) que se darían más de un codazo por poder disfrutar del apuesto Todd a su lado. Para Sarah, Todd fue un “Primer Caballero” impecable que le ayudó mucho en su tarea y que asumió sus propias obligaciones sin querer contar siquiera con una oficina propia (algo a lo que tenía derecho por ley). Por su parte, los niños tuvieron sus buenos momentos, pero también los tuvieron malos cuando algunos miserables amenazaron a Willow con ser violada, algo que le sucedió también a Bristol quien incluso fue amenazada de muerte años más tarde, durante la campaña presidencial. Algo inevitable, tal vez, pero que no deja de causar mucha pena y que a más de uno le lleva a reflexionar sobre si vale la pena seguir el camino del servicio público sólo para encontrarse con esto.

Lo siguiente son algunas historias sobre cómo formó Sarah su círculo de asesores más cercano, entre cuyos miembros destacaban especialmente Meghan Stapleton y Kris Perry; el ambiente de Juneau y el proceso en marcha de fumigación de la plaga (léase políticos) maligna esa que el FBI llevaba años desarrollando y al que ahora se unía Sarah con su propuesta de reforma ética y que provocó más de un ataque de nervios entre los legisladores de ambos partidos; y la cuestión del matrimonio homosexual y la opinión de la propia Sarah a raíz de lo que dictaminó en su momento el Tribunal Supremo de Alaska al respecto y que ella, como gobernadora, no podía hacer menos que acatar. Además, la poco edificante historia de su director legislativo, una de sus escasas pifias a la hora de seleccionar a sus colaboradores, nos permite hacernos una idea de cómo era el día a día de la administración Palin. Y por si todo esto fuera poco, otra historia, la de la elaboración del primer presupuesto del Estado de Alaska en el que Sarah tuvo que usar las tijeras de podar para evitar el despilfarro a manos llenas al que tan acostumbrados estaban los politicastros de la legislatura, nos sirve de lección para aprender lo que es un conservador fiscal en acción y así saber distinguirlos de otras especies que se arrogan el mismo nombre pero que, a la hora de la verdad, no son más que lobos disfrazados de corderos. Lobos que se pusieron nuevamente de los nervios cuando Sarah logró sacar adelante su propia reforma ética y más de uno sintió que se le había acabado el cuento.

Como continuación de la historia de cómo logró Sarah sacar adelante el proyecto del gasoducto que habíamos dejado en el momento en que las grandes petroleras tuvieron que aceptar que esta vez iba en serio, Sarah nos cuenta la historia de AGIA, o la ley que permitió que ese proyecto fuera ofrecido honradamente al sector privado para que cualquier compañía del mundo hiciera su oferta, escogiendo la administración la que resultara más provechosa para ambas partes. También aprovecha para contarnos una nueva redada del FBI contra legisladores corruptos (es que había muchos y no tenían suficientes furgones para arrestarlos a todos de una sola vez por lo que parece). Otra sopa de letras, ACES, una ley que obligaba a las petroleras a repartir sus beneficios con el Estado de Alaska de una manera justa y equitativa y no como se hacía hasta entonces en que las petroleras apenas daban una propina al Estado, algo que tenían que agradecérselo al antiguo gobernador, Murkowski, quien tenía una manera muy peculiar de entender el interés público.

En 2007, Sarah, en su condición de comandante en jefe de la Guardia Nacional de Alaska, visitó a las tropas de Alaska destacadas en Kuwait, así como un hospital del Ejército en Alemania, en una visita que le impresionó mucho. Dos años más tarde, hizo lo mismo con las tropas en Kosovo, apreciando aún más si cabe el sacrificio de estos jóvenes a los que pronto se uniría su propio hijo, Track.

Sarah gobernadora, pero también Sarah mamá. Su hijo mayor, Track, en atención a que era el mayor debería haber sido el más problemático por eso de la adolescencia y de las hormonas revueltas, pero parece que fue siempre un joven muy sensato y tal y como confiesa ella misma, su única discusión con él en todos esos años juntos fue la referida a la posición en que debía jugar él en su equipo de hockey, ya que cada uno tenía una opinión diferente. Luego, cuando se alistó en el Ejército nada más terminar sus estudios secundarios, Sarah no pudo dejar de sentirse muy orgullosa de la decisión de su hijo aunque muy preocupada también por lo que le pudiera pasar.

Y de un hijo, el mayor, pasamos a otro, el menor. Fue en Nueva Orleans cuando Sarah descubrió que estaba embarazada de su quinto hijo. Prueba de la honradez con que ha redactado este libro es su confesión de que por un momento, un aciago momento, pasó por su cabeza la idea de abortar. Afortunadamente, supo descartar la tentación inmediatamente y su decisión de tener a su hijo fue ya firme, aunque no tiene reparos en reconocer que puede entender perfectamente a las madres que tienen ese pensamiento, pero reconociendo también que el problema no es nunca el hijo sino las circunstancias en las que ese hijo va a nacer. De cualquier forma, Sarah volvió a Alaska y no fue hasta un par de semanas después que pudo darle la noticia personalmente a Todd quien, como es lógico, se alegró muchísimo y hasta pensó que no estaría nada mal que fuera un chico esta vez, ¿eh?

¿Cuándo se enteraron de que su nuevo hijo tenía el síndrome de Down? Unos meses después, en una de las pruebas rutinarias que le practicaron a Sarah y en la que su doctora empezó a sospechar que pudiera ser que no estuviera todo bien. Finalmente, tras más pruebas, se confirmó esa impresión y Sarah tuvo que empezar a asumir que su nuevo hijo iba a ser un niño con necesidades especiales. Asustada ante la responsabilidad que se les venía encima y angustiada por saber si iban a ser capaz de hacer frente a ella, Sarah le dio la noticia a Todd quien la encajó de una manera tan excepcional que no puedo dejar de reconocer mi admiración por él y mi envidia por su carácter y su personalidad que, lejos de hacerle lamentar la situación, reaccionando con una calma tan extraordinaria y una fe en la capacidad de Sarah y suya para hacer frente al nuevo desafío que Dios les había planteado que me hace sentir aún más indigno, ya que reconozco que yo me hubiera sentido desolado ante la noticia. Y para que quede constancia de todo ello, reproduzco acto seguido el momento en que Sarah relata cómo le da la noticia y su reacción, una parte que cada vez que la leo me deja más sobrecogido aún:

[Todd] dejó las pruebas médicas a un lado y volvió su cara hacia la mía. “Estoy contento y estoy triste”, dijo.
Pensé que era perfecta la manera como lo había expresado porque era así exactamente. Era así como me sentía yo también.
Todd dijo: “Va a ir todo bien”.
Le pregunté si se hacía la misma pregunta que yo: “¿Por qué nosotros?”.
Pareció verdaderamente sorprendido por mi pregunta y respondió tranquilamente: “¿Por qué no nosotros?”.

A partir de ese momento, y a diferencia de muchos padres en la misma situación, Todd dejó de preocuparse porque iba a tener un hijo con síndrome de Down y empezó a preguntarse en cambio por cuáles serían las posibilidades del bebé, a preguntar a otras personas en la misma situación qué hacían y que no hacían sus hijos, a fijarse en otros niños con el mismo problema y, siempre, a confiar en Dios y en Su sabiduría a la hora de darles como misión la de cuidar de Trig. Es precisamente por ello que todo el mundo debería leer la carta que Sarah Palin escribió meses más tarde para dar a conocer a todos sus familiares y amigos que su nuevo hijo, Trig, iba a nacer con síndrome de Down. Escrita como si la hubieran recibido de parte de Dios Nuestro Señor, Sarah volcó en ella todas sus angustias finalmente resueltas y declara que acepta con ánimo sereno y amante la llegada de Trig como una prueba más de la bondad de Dios que les ha querido favorecer con un hijo tan perfecto como cualquier otro.

Para todo padre es un orgullo ver a su hijo convertirse en un soldado del ejército de Estados Unidos. No lo iba a ser menos para Sarah y Todd cuando Track completó finalmente su entrenamiento básico y adquirió oficialmente el rango de soldado de infantería. Sin embargo, resulta ridículo leer la de problemas que tuvo que sortear Sarah para poder salir de Alaska el tiempo justo para poder estar presente en la ceremonia de graduación de Track en Georgia, gracias a la cada vez más inenarrable estupidez de los politicastros que pululaban por Juneau y que llegaron a hacer de esto una cuestión de Estado. Es una lástima que los del FBI no se dieran otra vuelta por ahí a ver si arramblaban de una vez por todas con los que todavía quedaban.

Y, por supuesto, Todd Palin no es sólo el marido de Sarah y el padre de Track, sino también el deportista que ha ganado cuatro veces la Iron Dog, la carrera de motos de nieve más larga y dura del mundo. Un repaso a su historial y a lo que supone correr esa competición no podía faltar en este libro, así como la historia de cómo Trig se empeñó en nacer bastante antes de lo previsto, justo cuando sus padres estaban en Texas en una conferencia y Sarah tuvo que volar deprisa y corriendo a Alaska apenas terminó de pronunciar su discurso no fuera a ser que tuvieran un tejano en la familia en lugar de un alasqueño más. Y si bien la alegría de la familia por el nacimiento de Trig era evidente, el anuncio de Bristol, la hija mayor, poco después del nacimiento de su nuevo hermanito, de que con diecisiete años ya estaba embarazada no dejó de ser una noticia que les entristeció a todos, no sólo por la moralidad de la situación sino también por lo que eso suponía para la propia Bristol cuyo futuro iba a cambiar irremediablemente y posiblemente a peor. Sin embargo, no había nada que hacer y la familia Palin asumió la situación y se dispuso a hacerle frente como han hecho siempre: todos juntos y con plena fe en Dios. Trig iba a tener otro tío, que se iba a llamar Tripp, y con éste iba a ser además compañero de juegos, de guardería y puede que con el transcurso de los años hasta de equipo de hockey.

De nuevo, problemas con las compañías petrolíferas que no cejaban en su empeño de seguir haciendo lo que les diera la gana, un vicio al que se habían acostumbrado demasiado con los anteriores gobernadores. En este caso se trataba de ExxonMobil que llevaba años disfrutando de una concesión petrolífera en la que no había perforado ni un triste agujero. Harta de esa situación, Sarah amenaza a la compañía con quitarles la concesión y la nueva guerra se saldó con otra victoria de Sarah, algo que es de agradecer porque a veces conviene recordar que no siempre los malos son los que ganan en la vida real.

Ya hemos repasado una de las pifias de Sarah a la hora de nombrar a sus colaboradores: su antiguo director legislativo, un vago de siete suelas del que le costó lo suyo deshacerse. Sin embargo, hubo otro: su comisionado de Seguridad Pública, Walt Monegan. Su historia está muy relacionada con la del posterior Troopergate y Sarah la explica tal y como fue, algo que ya hemos visto en otras partes (incluso en este blog). Sencillamente, Monegan era un incompetente que además acabó insubordinándose gravemente por lo que Sarah le ofreció una salida digna, pero él se negó a aceptarla y prefirió marcharse. Y aquí acabó todo hasta que una conjura entre los dirigentes de un sindicato policial y los politicastros del Partido Demócrata empezaron a liar las cosas en lo que más adelante iba a ser el Troopergate. Una repulsiva historia de politiquería de la peor calaña.

Por fin, el proyecto del gasoducto llega a su fin y es adjudicado a la compañía canadiense TransCanada-Alaska que hizo una oferta realmente buena, superando en mucho todos los requisitos exigidos por el Estado. Ése fue el mayor éxito de Sarah y la culminación de veinte meses de duro trabajo tras los cuales podían decir perfectamente que habían conseguido mucho más de lo que hubiera conseguido otra administración siquiera en veinte años. Sarah era una gobernadora exitosa y su popularidad batía records. No es extraño que hubiera ya quien le siguiera la pista.

Y para terminar esta entrada, una foto de Sarah preparando hot dogs, sonriente como siempre y feliz de poder conocer a cuanta más gente, mejor. ¿Y aún hay quién se sorprende del entusiasmo que despierta esta mujer? ¿Cuántas veces tiene uno la posibilidad de pedirle a su propia gobernadora que le eche más mostaza en su hot dog? Por lo que a mí se refiere, ni se me ocurriría poder pedirle siquiera a mi alcalde un pincho de tortilla de patatas. ¿Él, tratarse con los miserables como yo? Vamos, ni habiéndome fumigado previamente los de Sanidad durante media hora seguida condescendería a darme la mano… a menos que hubiera elecciones la semana que viene, claro. ¡Malditos politicastros!


GOING ROGUE: UN RESUMEN (II)

17/12/2009

 

Sigo en la brecha. Después del primer capítulo, el segundo (para que vean que sé contar). Por mi parte, y contra lo que han dicho algunos críticos por ahí, encuentro muy acertada la distribución en capítulos del libro, abarcando los grandes períodos de la vida de Sarah: infancia y juventud, alcaldesa, gobernadora, la campaña electoral y la vuelta a Alaska. En el caso de biografías, estoy de acuerdo con aquella dama de la nobleza francesa del siglo XVIII que decía que no le gustaban los relojes que marcaban los minutos porque dividían la vida en porciones demasiado pequeñas. Soy de la misma opinión. Dividir el libro en más capítulos lo hubiera convertido prácticamente en un diario y ningún diario está hecho para ser publicado y leído por extraños. Y los que sí lo están es porque no son más que un mero ejercicio de exhibicionismo.

Esta foto ya la había publicado antes, pero como que es una de mis favoritas, he pensado que se merece una segunda oportunidad (y en tamaño king-size). Sarah en la época de su primera campaña electoral. ¿Les cuento un secreto? A mí, Sarah me gusta mucho más sin gafas. Ojalá se pusiera lentillas, pero eso es cosa suya. Aunque Todd ya podría insistir un poco, ¿no?

SEGUNDO CAPÍTULO: KITCHEN-TABLE POLITICS (Política de mesa de cocina)

¿A alguien le suena el nombre de Nick Carvey? Pues la verdad es que no y, sin embargo, Nick Carvey bien podría ser considerada la persona gracias a la cual todos nosotros sabemos ahora quién es Sarah Palin. Resumiendo, el tal Carvey era el presidente de la Cámara de Comercio de Wasilla y una especie de cacique local y fue él quien insistió sobre Sarah para que ésta entrara en política. En concreto, la convenció para que se presentara a las elecciones al concejo municipal que se iban a celebrar poco después. Él también se presentaba (el concejo municipal de Wasilla se compone de un total de seis puestos) y, teniendo en cuenta que contaban con el apoyo del propio alcalde, John Stein, y del periódico local, el Frontiersman, la cosa parecía más que hecha. “La ciudad haría bien contando con tus servicios”, le dijo. La idea le gustó a Sarah y como quiera que Todd le apoyó, Sarah accedió finalmente.

El lema de la primera campaña electoral de Sarah fue: POSITIVE-LY PALIN (una especie de mezcla intraducible al español entre “Sin lugar a dudas, Palin” y “Positiva Palin”). Se trataba de una campaña local y Sarah comprendió que tenía que llegar a todos y cada uno de sus conciudadanos, así que cogió a sus pequeños Track y Bristol, los subió a un trineo y con ellos de esta guisa, empezó a recorrer la ciudad llamando a cada puerta. Su entusiasmo y sus buenas ideas calaron fácilmente entre sus vecinos y no tuvo ningún problema en ganar las elecciones (Carvey tampoco, todo sea dicho). Fue entonces cuando se produjo la primera reunión de Sarah con el alcalde Stein, donde los dos asumieron que eran aliados, algo que no tardó en revelarse como erróneo.

Es revelador leer las descripciones que hace Sarah de las reuniones del concejo municipal, unas reuniones donde se decidían cuestiones tan peliagudas para la comunidad como reglamentar cuántos niños podía cuidar al mismo tiempo una canguro o si los letreros luminosos de los establecimientos podían ser parpadeantes o no, por ejemplo. Sin embargo, había otras cuestiones más serias y que rondaban el conflicto de intereses cuando no entraban de lleno en esa categoría, como por ejemplo cuando Carney propuso una reglamentación que obligaría a los vecinos de Wasilla a contratar la recogida de basuras en lugar de permitir que fueran ellos mismos quienes se llevaran la basura al vertedero municipal. Como quiera que Carney era el dueño del único negocio de recogida de basuras dla ciudad, Sarah se opuso a ello, sobre todo porque los alasqueños son ferozmente independientes y no les gusta que les digan lo que tienen que hacer. El caso es que Carney comprendió entonces que Sarah no era de las que se iban a conformar sentándose y callándose y seguramente empezó a pensar si no se habría pasado de listo cuando la convenció para que se presentara a las elecciones. El alcalde Stein debió de pensar lo mismo cuando vio como Sarah se negaba a apoyar un aumento de su sueldo y se declaraba conservadora fiscal, reprochándole que había demasiadas carreteras que asfaltar en el municipio como para pensar siquiera en semejante despilfarro.

Nace Willow, Todd abre un negocio de motos de nieve con un socio y la ciudad sigue adelante. De paso, Sarah nos explica cuáles fueron siempre sus prioridades mientras estuvo en el concejo: desarrollo de las infraestructuras municipales, responsabilidad fiscal y que el gobierno municipal estuviera siempre del lado de sus conciudadanos y no en su camino. Y es que, como dice ella, cuando se trata de política local, los electores son tus vecinos, tu familia, tus amigos y a veces hasta tus enemigos, y te los encuentras cada día en la tienda de ultramarinos, la oficina de correos y la pista de hockey.

Los mandatos en Wasilla son de tres años y Sarah tuvo aún menos problemas en ser reelegida de los que los tuvo en ser elegida por primera vez. Sin embargo, poco tiempo después tocaba elegir al alcalde y Sarah se decidió a disputarle el puesto a Stein, quien se presentaba por cuarta vez a la reelección, preocupada por su afán en hacer crecer el gobierno e interferir en cada vez más ámbitos de la vida de los habitantes de Wasilla. Para ella, el gobierno debía ser cada vez menor y no mayor, y debía meterse menos en lo que no le importaba y no más. Sarah utilizó pues el mismo lema que antes y fue elegida contando sobre todo con el apoyo de los que ansiaban cambiar las cosas en la ciudad.

Por supuesto, a Stein le sentó como un tiro el perder el despacho y lo más amable que se puede decir con respecto a la transición es que fue fría. En su primera reunión con los jefes de departamento, que habían apoyado indisimuladamente a Stein durante la campaña, Sarah notó su hostilidad, pero aún así intentó volverlos en su favor y convertirlos en aliados, lo que finalmente no fue posible. Siguiendo un procedimiento rutinario en cualquier sitio en el que se cambia al jefe, Sarah les pidió una carta de dimisión para utilizarla cuando lo estimara oportuno. De los seis, sólo dos se la presentaron. Además, ése fue el momento de la ruptura definitiva con Carney, quien seguro que salió del despacho de Sarah echando chispas, lamentando el desagradecimiento de los jóvenes y todo eso.

El jefe de Policía asumió inmediatamente el puesto de líder de la oposición interna a Sarah, obstaculizando todos los intentos de ésta por reformar su departamento. Sarah opta por olvidarse de intentar convencer a los antiguos jefes y empieza a despedirlos y nombrar otros nuevos, creando un nuevo equipo directivo con el que pudiera llevar adelante su agenda política.

Tras Willow, nace la genial Piper. Y como regalo, problemas con la bibliotecaria, otra obstaculizadora. Es entonces cuando se produce la conversación que, con el tiempo, acabará dando lugar a aquella calumnia acerca de que Sarah pretendía censurar los libros de la biblioteca. Sin embargo, Sarah no se deja entrampar en cuestiones tan nimias y empieza a mover las cosas en Wasilla, sobre todo reparando y asfaltando las carreteras municipales, lo que atrae nuevos negocios a la zona. Además, se emprende la construcción del polideportivo municipal, uno de sus más grandes logros.

Oído al parche: es aquí donde Sarah usa por primera vez en todo el libro la expresión “common sense conservative” (conservador con sentido común) para describir su manera de actuar. En pocos años, Wasilla se convierte en la zona de mayor crecimiento del Estado. Y como quiera que las cosas empezaban a ir bien, aún podían ir mejor y Sarah despidió finalmente al jefe de Policía quien aún tuvo la caradura de demandarla por “despido improcedente” a pesar de saber perfectamente que no es así. Por supuesto, el caradura perdió el caso.

Reelegida para un segundo mandato, nuevamente compitiendo con el irreductible Stein, Sarah tiene el honor de ser elegida presidente de la Conferencia de Alcaldes de Alaska, lo que le permitió ampliar sus contactos.

Tras describirnos su conmoción cuando vio lo que sucedía el fatídico 11-S, Sarah nos descubre sus dudas una vez que termina su segundo mandato como alcaldesa, no pudiendo optar a un tercero al estar limitados a dos los mandatos por la reglamentación municipal. Era la época de la vuelta de Frank Murkowski a Alaska después de muchos años como senador por Alaska en Washington para presentarse a las elecciones a gobernador del Estado. Mientras lo pensaba, Todd estaba muy ocupado construyendo la nueva casa de la familia en el lago Lucille. Vicegobernadora era una posibilidad, pero no tenía tiempo para hacer campaña ni dinero para ello ya que todavía era alcaldesa y entre eso y su familia, sus posibilidades eran limitadas.

Una parte que tenía mucho interés en leer, más que nada por chafardería, y que dudaba que Sarah fuera a incluir en el libro es aquella que trata de la elección de la sustitua de Sarah como alcaldesa, ya que sabía que una de las candidatas que se presentó era la segunda esposa de su suegro, Faye Palin (la madrastra de Todd pues) y que Sarah apoyó expresamente a otra candidata que fue a la postre quien ganó. Siempre pensé que eso a Todd no debió de hacerle mucha gracia y Sarah me confirma en mi opinión relatando la discusión (pequeña discusión, tampoco hay que exagerar) que tuvo con él y en la que, como pasa siempre en todos los matrimonios, cada uno empieza a sacarle al otro una queja tras otra y al final ninguno de los dos sabe decir cómo empezó todo. Y eso que, en el fondo, Sarah tenía razón y dado que corría el rumor de que Stein iba a volver a presentarse de nuevo, consideró que Faye Palin era una rival de poca enjundia para él y por eso animó a una de los miembros del concejo municipal a que presentara su candidatura. De cualquier forma, como castigo por su “pecado” de poca fe en la familia, Sarah perdió las elecciones primarias de su partido a vicegobernadora aunque con el consuelo de quedar segunda y a muy pocos votos del ganador.

Tras las elecciones, Sarah hizo campaña a favor de Frank Murkowski, teniendo la ocasión de recorrer Alaska acompañada del otro senador por Alaska en Washington, Ted Stevens. Como quiera que Murkowski ganó las elecciones a gobernador, su puesto como senador en Washington quedaba vacante y Murkowski tenía la potestad de decidir quién iba a ocuparlo hasta las nuevas elecciones. Sarah estaba en la lista de candidatos y Murkowski tuvo incluso una entrevista con ella en la que no hizo otra cosa que advertirle que para una madre con hijos pequeños, el puesto no era apropiado. Sarah comprendió que no iba a ser ella la elegida, pero lo que no se esperaba es que Murkowski acabara nombrando a su propia hija, Lisa, una madre con dos hijos pequeños. Y es que Murkowski es todo un tipo.

Como una especie de premio de consolación, Murkowski decide ofrecer a Sarah un puesto en la Alaska Oil and Gas Conservation Commission (AOGCC), un puesto importante y muy bien remunerado. La dirección de la AOGCC se componía de tres comisionados: un geólogo, un ingeniero petrolífero y un político –Sarah-, siendo éste último el presidente de la comisión y el encargado de la supervisión ética del organismo. Los problemas empezaron con el ingeniero, Randy Ruedrich, quien no sólo resultó ser al mismo tiempo el presidente del Partido Republicano de Alaska sino que además era parte interesada debido a sus relaciones profesionales con las empresas petrolíferas. El caso estaba claro: corrupción. Sarah no tardó en darse cuenta y se negó en redondo a esconderlo debajo de la alfombra, así que empezó a urgir a todos sus superiores para que tomaran cartas en el asunto antes de que se convirtiera en un escándalo. Así, empezó por su propio supervisor ético, quien resulta que estaba a partir un piñón con el tal Ruedrich; luego, con el jefe de gabinete de Murkowski, otro que tal; y finalmente con el propio Murkowski. Nadie hizo nada y Sarah optó finalmente por dimitir una vez que el escándalo ya era inevitable, un gesto que le valió las alabanzas de todos, incluso de la oposición demócrata, quién lo diría.

Tras un pequeño repaso a lo que fue el matrimonio entre su hermana menor, Molly, y el que luego fuera el trooper Mike Wooten, un mal matrimonio y un peor divorcio, Sarah nos explica como volvió a encontrarse igual que tras dejar la alcaldía de Wasilla, cuidando de su familia, dudando sobre cuál debía ser su próximo paso y confiando en que Dios no dejaría de mostrarle el camino.

Y para terminar este capítulo, una foto de Sarah en su despacho oficial ya de alcaldesa. Aquí ya lleva gafas, pero da lo mismo. De cualquier manera, Sarah nos gusta a todos nosotros porque lo que importa es que confiamos en ella. ¿O no? ¡Palin 2012! ¡Y Piper 2044!


GOING ROGUE: UN RESUMEN (I)

15/12/2009

 

Tres semanas consecutivas como “número 1” en las listas de libros más vendidos en Estados Unidos, mal les pese a los progres; más de un millón de ejemplares vendidos y los que faltan aún por venderse; una gira de promoción que ha supuesto todo un fenómeno de masas… Sarah Palin ha vuelto a la primera línea de la actualidad política y ha vuelto pisando fuerte (tanto que a más de un progre todavía le duele el pisotón). Y todo esto no es más que el principio. Como quiera que todavía no se ha publicado ninguna edición de Going rogue en otro idioma que el original, he pensado que a más de uno de mis lectores le gustará poder leer siquiera un sucinto resumen de lo que aparece en sus más de 400 páginas. Dicho y hecho, aquí está. Durante los próximos días, iré ofreciéndoles capítulo a capítulo (en total serán siete entradas) lo más interesante, sorprendente o meramente curioso que cuenta Sarah en su libro. Sí, ya sé que es un triste consuelo, pero menos da una piedra, ¿no? Recemos para que algún editor español experimente una revelación divina, compre los derechos del libro para el mercado hispanohablante, me encargue a mí su traducción (esto último es lo menos importante, pero no niego que me haría mucha ilusión) y podamos contar con un “Yendo por libre” (ésa sería mi propia traducción del título) lo antes posible. Y es que los caminos del Señor son inescrutables.

Primer capítulo, foto apropiada. Sarah cuando era pequeña. No es una de las fotos que aparecen en el libro, sino una perteneciente a mi colección particular. Calculó que tendría unos tres años o así. ¿A que es maja? Miren como se zampa el bocata de mortadela y el Cola-Cao.

PRIMER CAPÍTULO: THE LAST FRONTIER (La última frontera)

Sarah comienza a relatar su historia con lo que a mí me parece un excelente arranque: ella y sus dos hijos menores, Piper y Trig, recorriendo la Feria del Estado de Alaska un día del mes de agosto de 2008. Con Trig durmiendo plácidamente en sus brazos y Piper aguardando pacientemente su recompensa de que su madre la lleve a montar a las atracciones, Sarah nos describe muy acertadamente el ambiente de una feria de este tipo, algo que muchos de nosotros hemos podido ver en las películas y en el que, en este caso, no es de aplicación aquello de “cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia”. Vertiginoso, colorido y variopinto, una feria en Estados Unidos es realmente una feria y Sarah sabe describirla de la mejor manera para que todos nos sintamos sumergidos en la exuberante cacofonía de sonidos e imágenes que implica, una cacofonía que termina justo cuando suena su BlackBerry mientras visita el quiosco de Alaska Right To Life (Derecho a la vida de Alaska) y recibe la llamada de John McCain quien le pregunta simplemente si quería ayudarle a cambiar la historia. Y nunca mejor dicho porque eso es precisamente lo que está haciendo Sarah: cambiando la historia, sólo que lo está haciendo sin McCain.

La historia personal de Sarah empieza en Sandpoint (Idaho), su lugar de nacimiento. Allí residían entonces sus padres, Chuck y Sally, quienes decidieron mudarse a Alaska en busca de mejores oportunidades un buen día de 1964, casi coincidiendo con el mayor terremoto de la historia de Norteamérica, el producido el 27 de marzo de 1964 y que alcanzó una magnitud de 9,2 puntos en la escala de Richter. Su primer destino fue Skagway, una pequeña población de apenas 650 almas, donde se alojaron en una pequeña casa de madera construida en 1898, casi al mejor estilo de los pioneros del Far West (o Far North en este caso). Sarah nos describe a sus padres y a sus dos hermanos mayores, Chuck Jr. y Heather, haciendo especial hincapié en la pasión de su padre por los deportes y la vida al aire libre, algo que logró inculcar a su familia y que en Alaska era casi una condición imprescindible para sobrevivir. Algunos datos más sobre Alaska completan esta parte que concluye con el traslado, una vez más, de toda la familia a Anchorage cinco años después de su llegada, cuando Sarah ya tenía una hermana más, la pequeña Molly.

Los primeros recuerdos de Sarah en el parvulario se refieren al orgullo que sintió de ser estadounidense cuando tuvo la oportunidad de ver en la televisión las imágenes de los astronautas pisando el suelo de la Luna, la alegría que experimentó cuando fue capaz de deletrear su primera palabra “difícil” (la palabra era different) y lo mucho que le gustaba la lectura, afición que compartía especialmente con su madre. La vida para ellos, siendo como eran una familia de pocos recursos económicos, carecía de muchas comodidades pero en cambio estaba llena de actividades que practicaban todos juntos y que les hacían sentirse una familia, una sensación que mucho me temo que es muy difícil de entender para nuestros jóvenes de hoy en día. Un nuevo traslado en los primeros años de 1970 les llevó a Wasilla, que terminó convirtiéndose en su definitiva localidad de residencia. Tal y como cuenta Sarah, la vida en Alaska en aquellos años (y siempre a decir verdad) era ciertamente dura y complicada, pero las sencillas satisfacciones que proporcionaba en cambio lo compensaban todo sobradamente.

Los Heath son una familia religiosa y lógicamente una parte de los recuerdos de Sarah están vinculados a su fe y a la práctica religiosa. Más religiosa en el sentido estricto su madre que su padre, como suele ser habitual, Sarah reconoce que es esa fe que sus padres supieron inculcarle desde su más tierna edad la que le permite afrontar los momentos difíciles y comprender que penas y alegrías se reparten a lo largo de toda la vida y que tanto unas como otras son inevitables. Para Sarah, no hay ninguna duda de que Dios existe y a ella personalmente le basta con mirar a su alrededor en plena naturaleza para darse cuenta de ello, contemplando esa maravillosa creación Suya que es el Estado de Alaska.

Extremadamente interesante es el apartado en el que Sarah relata la llegada de la televisión a su pequeño hogar, el poco interés que sentía su padre por la “caja tonta” y lo muy sacrificado que era para ellos, los pequeños niños Heath, pretender ver algún programa ya que su padre la instaló a propósito en un altillo del garaje, en una habitación sin mobiliario y donde sólo había una pequeña estufa que funcionaba con madera, de tal manera que ver la televisión a cualquier hora del día era arriesgarse a morir de congelación dado que la temperatura exterior podía ser de 30º bajo cero. Otro recuerdo de Sarah es lo mucho que leían todos ellos, libros y revistas. Además, el entusiasmo por el ejercicio y la competición movía a toda la familia, especialmente a la hora de correr largas distancias por mucho frío que hiciera. En Alaska, no había tiempo que perder y todos tomaban parte en cualquier actividad que se les pusiera por delante, desde deportes hasta reuniones religiosas, pasando por el escultismo, cursos de idiomas, danza, etc. Así, poco a poco, Sarah se dio cuenta de que las dos cosas que más le gustaban en la vida eran los deportes y escribir, en consecuencia, era lógico que pensara en convertirse en periodista deportiva. Aquí incluye un magnífico comentario sobre el feminismo actual redactado a la vista de lo que es la experiencia de una mujer alasqueña, un estado donde las mujeres no tenían mucho tiempo de pensar en lo “aperreadas” (según esas mismas feministas) que estaban por los hombres porque había mucho que hacer siempre y lo hacían.

Que su padre fuera al mismo tiempo su entrenador no era una situación que le hiciera mucha gracia a Sarah ya que pensaba que era especialmente duro con ella, tal vez para que no le acusaran de favorecer a su hija, pero con el tiempo, Sarah llegó a comprender que eso es exactamente lo que tenía que hacer y ahora lo agradece ya que enseñándole a dar el máximo de sí misma en todo momento, Sarah es ahora una mujer fuerte y capaz de afrontar los embates de la vida. Fue precisamente entonces cuando comenzó a desarrollar pequeños trabajos remunerados  tales como limpiar semanalmente un local de oficinas, servir mesas en un bar, cuidar niños, etc. Actividades que le proporcionaban el dinero suficiente como para pagarse su propio equipamiento deportivo y demás cosas que pudiera necesitar ya que, recordémoslo, la familia de Sarah jamás ha sido rica.

El último año de Sarah en la escuela secundaria se centra en dos historias. La primera versa sobre el día en que conoció a Todd y se enamoró de él nada más verlo, logrando ser correspondida. En la parte que dedica a describir al que es ahora su marido, Sarah no puede ocultar lo muy enamorada que se siente todavía. Medio nativo alasqueño por parte de madre, Todd es el más firme apoyo de Sarah y alguien que juega (discretamente, todo hay que decirlo) un papel en su vida mucho más importante que el de mero marido y padre de sus hijos. Todd no es exactamente su piedra fundacional porque ese privilegio corresponde a sus padres, pero sí el resto del edificio, y todo lo que es Sarah ahora no lo sería si no fuera por él. Es conmovedor leer cómo Sarah confiesa el espanto que sintió la primera vez que él la besó y lo humillada que se sintió cuando él se lo contó luego a todos sus amigos en el colegio. Y es que tal y como ella misma dice: “Hasta el mejor de los hombres puede comportarse como  un cretino”.

La segunda historia a la que hace referencia Sarah para describir su último año en la escuela secundaria se refiere a cómo su equipo escolar ganó el campeonato estatal de baloncesto a base de darlo todo en la cancha y como estuvo a punto de perderse el último partido, el de la final, a causa de una inoportuna torcedura de tobillo. Pese a todo, Sarah logró jugar ese partido aunque fuera a trompicones y sentir que todo el enorme esfuerzo que sus compañeras y ellas habían hecho durante ese año había valido la pena. Para Sarah, esa victoria cambió su vida porque fue la demostración palpable de lo que tantas veces le habían dicho sus padres: que el trabajo duro y el tesón son lo más importante.

En mayo de 1982, Sarah y Todd se graduaron y para ellos empezó un largo período intermitente de separación mientras Sarah estudiaba en la universidad, primero en Hawaii y luego en Idaho, trabajando siempre que podía para pagarse los estudios ya que ése era un gasto al que no podían hacer frente sus padres, sobre todo teniendo en cuenta que se trataba de cuatro hermanos. Uno de los expedientes a los que tuvo que recurrir para conseguir algo de dinero fue el de presentarse al concurso de Miss Wasilla cuyo premio era una beca que le permitiría pagarse medio año de universidad. Sarah se presentó, lo ganó y luego quedó segunda en el concurso posterior de Miss Alaska, lo que le proporcionó más dinero, el suficiente como para pagarse otros dos años más de estudios. Del concurso, Sarah, que no cree en las casualidades, rescata un fragmento de la entrevista que tuvo con uno de los jueces y que es más que interesante a la luz de lo que ha sido la vida de Sarah con posterioridad. La entrevista es esta:

JUEZ: Geraldine Ferraro se ha convertido recientemente en la primera mujer candidata a la vicepresidencia en representación de uno de los dos grandes partidos políticos estadounidenses. ¿Crees que una mujer puede ser vicepresidente?
SARAH: Sí. Creo que una mujer podría ser vicepresidente. Creo que una mujer podría ser presidente.
JUEZ: ¿Votarías por un candidato a vicepresidente o a presidente solo por el hecho de que es una mujer?
SARAH: No, no votaría por alguien sólo por el hecho de que fuera una mujer. Votaría por el candidato que reflejara mis opiniones políticas y tuviera más personalidad y valores familiares.
JUEZ: ¿Cuáles crees que son los mejores atributos de Alaska?
SARAH: Uno de los mejores atributos de Alaska es su belleza y todo lo que el gran paisaje de Alaska tiene para ofrecer, desde la caza y la pesca hasta el ir en moto de nieve en invierno. Y Alaska tiene un asombroso potencial a la hora de perforar en busca de petróleo en la Ladera Norte. Pero infortunadamente algunos forasteros [expresión equivalente a “los de los 48 de abajo”] no comprenden el potencial de Alaska a la hora de desarrollar nuestros vastos recursos naturales.

Sarah está muy orgullosa de haberse sacado la carrera (periodismo con una extensión en ciencias políticas) por sus propios medios y si le costó cinco años sacarla cuando lo normal es cuatro, eso se debió exclusivamente a que tenía que trabajar para ello. Eran los tiempos de la llegada de Ronald Reagan a la Casa Blanca y Sarah no puede dejar de reconocer la impresión que le causó este presidente y lo mucho que compartía ya entonces sus valores y creencias, justamente los que restauraron la fe de los estadounidenses en su propio país después de unos años desastrosos en los que parecía que estaban abocados al suicidio como nación.

Tras terminar los estudios, Sarah empezó a trabajar como periodista deportiva en algunas emisoras de Alaska, algo que le gustó mucho y le hizo comprender que no se había equivocado en su vocación. Su noviazgo con Todd seguía viento en popa y finalmente en 1988 decidieron que ya no podían esperar más y se escaparon para casarse en secreto, algo de lo que ella ahora se arrepiente y que ya ha advertido a sus hijos que ni se les ocurra hacerlo a su vez o les retorcerá el pescuezo. Sus primeros tiempos como casados fueron duros, como generalmente lo son en todas las parejas recién casadas, porque de pronto tenían que ganarse el sustento por su cuenta y tanto ella como Todd tenían que trabajar en todo lo que se les pusiera a tiro, al menos hasta que Todd logró ser contratado como operador petrolífero en la Ladera Norte, un empleo que estaba bien pagado, y eso les permitió tomarse la vida con más optimismo.

En 1989, Sarah y Todd fueron bendecidos con su primer hijo, Track. Es sorprendente leer lo difícil que fue el parto para Sarah. Y aún más sorprendente es saber que después de una experiencia tan dura aún iba a repetir cuatro veces más. Evidentemente, llamar a su primogénito Track (“Pista” ya que era primavera, la temporada del atletismo en pista en Alaska) fue tan sorprendente para sus paisanos como lo es ahora para nosotros y es muy divertido saber que hasta el propio niño, cuando ya era un poco mayor y había empezado a ir a la guardería, le pidió muy seriamente a su madre que le cambiaran el nombre y le pusieran otro más normal. Claro que cuando Sarah le preguntó cuál prefería y él le respondió que quería llamarse “Colt”, uno no puede dejar de pensar que la imaginación a la hora de poner nombre a los hijos en esa familia es algo hereditario.

Una cosa que no sabía es que entre los nacimientos de Track y Bristol Sarah sufrió un aborto espontáneo. Era un niño y ya habían decidido llamarle Tad y estaban ansiosos porque llegara el momento de su nacimiento. Es conmovedor leer como tuvo que pasar Sarah por ese trago y como pudo superarlo gracias a su fe en Dios y a su fortaleza de carácter, algo que le debe a esa dureza que su padre empleó en ella y que la curtió, convirtiéndola en alguien fuerte y capaz de sobrellevar las penas que le deparase la vida sin dejarse hundir por ellas.

Afortunadamente, su siguiente hija, Bristol, nació sin ningún problema y afortunadamente también, Bristol era un nombre menos “original” que Track y la niña se ahorró los problemas de su hermano mayor cada vez que le decía a alguien cómo se llamaba. Sarah recuerda ahora lo muy “mamá” que era Bristol ya de pequeñita y como disfrutaba cuidando a sus primos menores, llegando hasta el punto de que a los ocho años casi le exigió a su madre que le consiguiera un bebé para ella el día de su cumpleaños. Por su parte, Track creció obsesionado con los deportes, sobre todo con el hockey, en una familia en la que ya de por sí son todos unos fanáticos de los deportes.

Con dos hijos y un marido, Sarah hacía su vida en su pequeña Wasilla ocupada principalmente en su familia y escribiendo alguna que otra colaboración periodística de vez en cuando sin nada que hiciera presagiar los altos destinos a los que estaba llamada esta mujer. Pero todo eso cambió el día en que el petrolero Exxon Valdez sufrió un accidente en 1989 que provocó un enorme vertido de petróleo que fue un verdadero desastre para Alaska y sus habitantes, muchos de los cuales quedaron arruinados por su culpa. De hecho, no fue hasta 2008 cuando finalmente el Tribunal Supremo de Estados Unidos dictaminó la responsabilidad de Exxon y obligó a la compañía a indemnizar a los perjudicados al menos en parte de sus pérdidas. Unas pérdidas que afectaron incluso a Sarah y Todd ya que los precios del salmón que pescaban todos los años y que constituían una parte sustancial de su presupuesto familiar cayeron en picado ante el temor de los mercados a que estuviera contaminado. Para Sarah, ésa fue la ocasión en que sintió que si alguna vez tenía la oportunidad de trabajar para sus conciudadanos, lo haría siempre en su beneficio. Y a fe que no se equivocaba porque pronto tendría esa oportunidad.

Y para terminar, otra foto también apropiada. Sarah de jovencita posando junto a sus trofeos, tanto atléticos como académicos. ¡Y aún le faltaba por ganar el de Miss Wasilla! Un ejemplo viviente de lo que la fuerza de voluntad, el tesón y el esfuerzo pueden lograr de cada uno de nosotros si nos decidimos a ello. Pero, por supuesto, eso los lloricas adolescentes de hoy en día no lo entienden. Pues peor para ellos.


SARAH PALIN VUELVE A LA UNIVERSIDAD

13/12/2009

 

En esta entrada les voy a presentar la traducción de un artículo que tenía guardado y que se me había olvidado por completo que lo tenía. Cosas de la edad… El caso es que cuando lo leí, me gustó mucho y pensé que sería interesante compartirlo con todos ustedes. Ya no se trata sólo de lo que fue el discurso de Sarah en la Universidad de las Ozarks, sino del ambiente que se respira en cada una de sus apariciones públicas y la manera como ella, silenciosa pero constantemente, empieza a marcar distancias con respecto a su principal rival, el presidente de Estados Unidos. Leyéndolo, no he podido dejar de imaginarme lo que podría ser un debate televisado entre Sarah y él. A buen seguro que sería un verdadero debate y no un mero “sí, bwana” como acostumbran a ser los debates en los que una de las partes es un político progre. Se hablaría y se hablaría de verdad; fuerte y sin pelos en la lengua y como quiera que los progres a la que los sacas de su tan manido “no a la guerra” y “paz para nuestro tiempo” se quedan en blanco, nos divertiríamos de lo lindo. ¡Ah, qué ganas tengo! ¿Cuánto dicen que falta para 2012?

Me he tomado la libertad de ponerles aquí una foto tomada de la página de Sarah en Facebook. Mírenla bien porque es realmente simbólica, pero es que a pesar de tratarse de una mera foto, la emotividad que se desprende de ella es tanta que es imposible no apreciarla. Se llama “fe” y eso es lo que sentimos millones de personas referido a Sarah Palin. Hombres y mujeres, jóvenes y mayores, estadounidenses y del resto del mundo, todos tenemos nuestras esperanzas puestas en ella. Y sabemos que no nos va a defraudar. Que Dios la bendiga.

La revolución de Palin: No se necesita teleprompter
Por Nicole Coulter, también conocida como “la demócrata rescatada” (¿es pariente de Ann Coulter, tal vez?)

Durante su campaña de 2006 a la gobernación de Alaska, Sarah Palin aprovechó el alboroto público en torno al caro avión de Frank Murkowski comprado por el Estado que se había convertido en el emblema del despilfarro y el abuso de los políticos de los good-old-boys. Ella dijo que el gobernador no lo necesitaba. Y tan pronto como fue elegida, lo vendió.

En el período previo a 2012, Palin tal vez ha encontrado un objeto similar de desprecio público a usar en su beneficio si acaba postulándose a la presidencia: el muy ridiculizado teleprompter.

En lo que tendría que ser un duro golpe para los fabricantes de teleprompters de todas partes, la antigua gobernadora y ahora autora de best-sellers habló a una gran audiencia en Hollister (Missouri) la semana pasada equipada sólo con unas pocas notas y sus convicciones.

Con 5.000 simpatizantes en una cancha de baloncesto pendientes de hasta su más mínimo suspiro, Palin pronunció un conmovedor discurso de una hora de duración acerca del patriotismo y el servicio público que le valió múltiples ovaciones de pie. Hizo una graciosa pausa en cada interrupción, luego continuó su discurso a su manera de fuego graneado sin perder el ritmo. Al expresar su mensaje de sentido común conservador, ella comenzó compartiendo su creencia de que todos hemos sido creados con un propósito y que hay que «mantener los ojos abiertos para las señales» que nos guiarán a la misión de nuestra vida. Citó a Martin Luther King, Jr., diciendo: «Descubre para lo que te hicieron» y luego contó su propia vocación de servicio público con el gobierno local, que ella llama un campo de entrenamiento ideal para los líderes nacionales. Ella alentó a otros a servir a nivel local, incluso si no parece atractivo. Confesó ser una «empollona” en el fondo a la hora de estudiar minuciosamente sobre los presupuestos y tomar decisiones en los mejores intereses del público. «En la política local, sus representados son sus vecinos. Se les ve en la tienda de comestibles. Por ello, el gobierno local es el más sensible».

Sus comentarios fluían naturalmente a partir de un guión asimilado. Pronunció todo el discurso y la su poderosa conclusión con la pasión y el carisma de un líder natural. Fue un discurso muy apropiado para los tiempos que corren y aún así, perfectamente atemporal.

Y no se necesitó teleprompter.

Fue una Sarah literalmente desenchufada.

A Palin, siempre la maestra del simbolismo político, no le cabe duda de que el electorado está deseando un retorno a las virtudes simples y el liderazgo responsable. Están clamando por la autenticidad y la esencia más que el estilo artificial. Su capacidad para estar de pie y pronunciar un inspirador discurso de una hora de largo sin la muleta de un teleprompter no sólo la distingue de su rival natural, el feliz-teleprompter presidente Obama, sino que refuerza su mensaje clave: Podemos prosperar por nuestros propios méritos. Somos personas libres.

«Los pioneros hicieron una nación de un desierto», dijo Palin. «Somos una nación construida por individuos robustos».

Miles de estos «individuos robustos» se volvieron en una gélida noche para ser testigos de una mujer fuerte, luchando por nada menos que por el alma de una nación, una nación que dice está experimentando una crisis de identidad y una «falta de confianza» porque muchos de sus ciudadanos han olvidado de las virtudes que hicieron a su país grande. Es casi como si todos hubiéramos llegado a depender de algún tipo de muleta adictiva, cara, y Sarah Palin nos estuviera diciendo que no la necesitamos.

«Podemos prosperar por nuestros propios méritos y ayudar voluntariamente a nuestros vecinos», dijo. «En la gran historia de nuestro país, nunca hemos creído que el gobierno tuviera que cuidar de nosotros».

En tiempos normales, esta declaración podría haber sido simplemente un hecho. En una era de rescates y planes de estímulo de billones de dólares, las ideas de Palin, como su rechazo del teleprompter, son revolucionarios. Ella cree que el trabajo duro, el ahorro, la responsabilidad personal, la buena vecindad – y el optimismo de los pioneros – nos sacarán de nuestra crisis nacional – no dádivas gubernamentales financiadas por una deuda pública cada vez mayor.

Era oportuno que Palin hablara en el campus de la Universidad de las Ozarks, un lugar donde la enseñanza es gratuita para la mayoría de los estudiantes, pero es necesario que todos trabajen. Los estudiantes de esta universidad cristiana se gradúan sin deudas y con un profundo aprecio por el valor de la equidad del sudor y el honor del servicio público. La misión de la universidad cuadra con la propia experiencia académica de Palin, que recorrió su camino a través de la universidad durante cinco años sin la ayuda de sus padres o de préstamos de la universidad. Ella dice que ni siquiera pensó en pedir a sus padres dinero dado que había cuatro niños Heath yendo a la universidad en rápida sucesión.

«En 22 años desde que me gradué en la Universidad de Idaho, nunca se me ocurrió que mi experiencia en la universidad fuera algo de lo que avergonzarme», dice Palin. «Quería graduarme libre de deudas.» En la campaña a la vicepresidencia, sin embargo, los críticos snobs criticaron a Palin por tardar cinco años en obtener una licenciatura. «Así es cómo la gente solía pasar por la universidad», dijo Palin, expresando su incredulidad por la crítica.

Antes de las declaraciones de Palin el miércoles, la Universidad de las Ozarks había honrado a varios héroes poco probables que se habían distinguido en el servicio en el ejército y la filantropía. Muchos llegaron de la oscuridad, pero se abrieron camino a la fama. Sarah Palin ayudó a entregar los trofeos de un bronce de águila a dos generales retirados y otros miembros de la Generación Más Grande – una generación marcada por su voluntad de sacrificio y trabajo para salir adelante.

Palin es, en efecto, un contraste con la actual administración. Pero no es un contraste forzado, sino más bien algo natural. Alaska es la última frontera, después de todo. Palin señaló en su libro que Wasilla es conocida como la capital de la cinta adhesiva del mundo. La gente es del tipo de las que se lo arreglan todo ellos y tienen que hacerlo porque viven “en circunstancias menos que ideales”. Son ahorrativos.

Sarah Palin encarna esa frugalidad de Alaska. Lo dejó perfectamente claro en su discurso: de todas las cosas que odia, la primera es perder el tiempo o el dinero. «El tiempo es nuestro recurso más precioso», dijo. «Como miembro del concejo municipal y alcalde no me gustaba perder el tiempo en cosas no importantes en las reuniones porque me estaba perdiendo una noche con mis niños pequeños. Trabajé duro para conseguir que las cosas se hicieran y no perder el tiempo». Llamó la cuadruplicación del déficit “robo generacional”. Dijo que la deuda nacional pesada estaba minando la confianza del sector privado y que constituía un «lastre para la economía».

Sobre su Día de la Independencia-dimisión, ella lo proyectó en términos de su frugalidad natural y aversión a la pérdida de tiempo: «Mi equipo se ha convertido en un objetivo simplemente debido a quién era el líder del equipo. Yo tenía una opción. Siendo una persona pragmática, me pregunté hasta qué punto era inteligente seguir adelante”. Como servidor público, dijo, no había más remedio que dimitir después de haber orado mucho y a pesar de amar su trabajo. «Un político se aferra al poder. El servidor público pone a la gente primero. Un servidor público reconoce cuando el público está sufriendo».

Palin expresó su fe en su nueva estrategia fuera de la caja independientemente de las consecuencias políticas: «Demasiados políticos sólo consideran su próximo movimiento en su carrera sin preocuparse por la forma en que esta decisión perjudica al público».

En primer lugar, Palin dijo a su audiencia que su intervención versaría acerca de tomar decisiones en «circunstancias menos que ideales.» En el caso de Palin, las circunstancias-menos-que-ideales podrían haber incluido la pérdida de poder para todo lo que le importa. Ella está desenchufada. En realidad, la vida no es nunca ideal. Y tal vez por eso un teleprompter sólo puede corporeizar la insatisfacción de los estadounidenses con Washington, DC, ahora mismo. Sentimos que en demasiados casos estamos siendo demasiado pulidos, políticos prefabricados sin la profundidad subyacente a una personalidad. Estamos recibiendo las bien leídas líneas sin el deseo o la auténtica convicción. Y nos estamos volviendo líderes adictos al poder, no al servicio público.

Como Sara expuso a la multitud presente la noche del miércoles pasado, y el público aplaudió conforme, no hay paneles de vidrio oscuro entre ella y la gente. No había pantallas o técnicos a sus lados para pasarle las líneas del discurso. Sarah se mantenía real. Y ése parecía ser el mensaje exacto que deseaba transmitir.

Como ya les he dicho, un artículo de lo más interesante. Les dejo con una imagen de la página web de la universidad por si acaso tienen la suerte de poder enviar a sus hijos a estudiar a Estados Unidos. Por favor, nada de una universidad la Ivy League a menos que quieran que regresen completamente idiotas a casa. Mándenlos a la Hard Work U (haga clic aquí para consultar su página web). Nunca se arrepentirán y ellos se lo agradecerán toda la vida.

¡Maldita sea! Como un día tenga un hijo y me diga que quiere estudiar en Harvard, lo deslomo. Palabra de honor. Sólo me faltaría tener un hijo progre. A la vejez, viruelas.