El GOP se renueva… ¡Falta que le hace!

19/01/2011

 

Durante estos últimos días estoy recibiendo muchos mensajes por parte de ustedes animándome a publicar ese libro que les tengo prometido: America is Ready! Gracias a todos. No saben lo mucho que me alegra leerles y comprobar que están tan ilusionados con leerlo como yo estoy disfrutando escribiéndolo. Por supuesto, tomo buena nota de sus consejos y ya puedo anunciarles que sí, que finalmente publicaré el libro como Dios manda y así quien lo desee podrá tener un ejemplar en su biblioteca. Y no descarten la posibilidad de que algún día se lo firme personalmente. Si finalmente se hace realidad ese rumor que corrió el año pasado y que decía que los amigos del GEES iban a traer a Sarah Palin a España para celebrar el vigésimo quinto aniversario de su fundación, pueden estar seguros de que un servidor estará a las puertas de donde sea que se celebre el acto gritando enfervorizado: ¡Sarah, Sarah, Sarah! Y hasta intentaré colarme porque mucho me temo que el acto será sólo por invitación y a mí no me va a invitar nadie. Es lo que pasa con los pequeños: hacemos todo el trabajo, pero los laureles se los llevan otros, ¡snif! Al menos podré conocer a muchos de ustedes, seguro.

¿Qué quiénes son estos? Pues los protagonistas de mi entrada de hoy. Sigan leyendo, sigan…

¿Qué es lo más importante que ha sucedido últimamente? Pues aunque no tenga que ver directamente con Sarah Palin, sí que tiene mucha relación con ella. Se trata de la elección del nuevo chairman (presidente) del Republican National Committee (Comité Nacional Republicano; más conocido como RNC); para entendernos, el presidente del Partido Republicano. Y eso es algo que tuvo lugar el pasado viernes 14 de enero y que resultó, tal y como ya les anuncié en mi última entrada, en la elección de Reince Priebus para el cargo.

Y es que el Partido Republicano de los Estados Unidos elige a su máximo dirigente cada dos años, pudiendo presentarse al cargo quien así lo desee con tal de que sea miembro del partido. Sin embargo, el que sea un cargo electo no quiere decir que quienes lo elijan sean los propios miembros del partido, sino solamente los 168 miembros del RNC, llevándose el gato al agua (o más bien la poltrona al culo) aquel candidato que logre el voto favorable de la mayoría absoluta de sus miembros, o sea 85 votos.

En este año de 2011, la elección de chairman era especialmente comprometida puesto que quien ganase sería el encargado de guiar al partido por todo el período de elecciones primarias que comenzarán a partir de enero de 2012, la posterior convención nacional republicana de agosto y, finalmente, las elecciones presidenciales, pudiendo resultar que concluya su mandato en 2013, esperemos, en plena toma de posesión de la primera presidenta republicana en la Casa Blanca (¿se imaginan quién podrá ser ésa? Yo sí).

En 2009, tras el desastre de las elecciones presidenciales del año anterior, el GOP, aún en estado de shock tras la derrota, eligió como chairman a Michael Steele, un antiguo lieutenant governor (vicegobernador) del estado de Maryland. En aquel momento, Steele parecía una buena elección, destacando algunos el hecho de que fuera negro y católico, lo cual está muy bien pero si alguien le votó sólo por eso flaco favor le hizo al GOP. El caso es que Steele tenía buena prensa, se desenvolvía bien en los medios de comunicación (el chairman del GOP pasa mucho tiempo dedicado a esos menesteres y tiene que tener dotes para la comunicación puesto que su palabra es la oficial del partido y no es cuestión de que meta la pata) y visto el resto de candidatos, muchos lo consideramos una buena elección. Que luego resulte que nos ha salido más RINOchairman que chairman, que su gestión económica haya sido desastrosa y que el GOP se encuentre ahora mismo con un agujero en sus cuentas de veinte millones de dólares, que a la hora de dar la batalla al Partido Demócrata se haya escudado en las medias tintas y el “centrismo” y que no haya sabido cómo integrar al movimiento Tea Party dentro del Partido Republicano e incluso lo haya combatido más o menos solapadamente son cuestiones que pesan en su debe mientras que poco podemos encontrar en su haber, la verdad sea dicha. ¡Ah, y que no se no olvide! Con Sarah Palin su relación ha sido correcta, meramente correcta. O sea nada de nada. O sea que a él, como a todo el establishment, quien le mola es Mitt Romney y si bien todos recordamos a Steele presentando a Sarah en aquel maravilloso acto en Indiana organizado por el Vandenburgh County Right to Life, podemos estar bien seguros de que Steele jamás será acusado de “palinista”.

Tras el fracaso de Steele, toca cambiar de rumbo en el GOP. Más que nada porque la advertencia dada al partido por parte de los votantes durante estas últimas primarias ha sido clara y contundente: hay otras opciones para los conservadores. El GOP ha experimentado un acusado descenso en las donaciones económicas que solía recibir y gran parte de esos donantes se han decantado por otros grupos políticos, muchos de ellos vinculados de una u otra manera al movimiento Tea Party. El resultado es esa deuda de veinte millones de dólares que ya les he comentado que tiene el partido ahora mismo, además de haberse enajenado a una gran parte de su base social, la conservadora, y a su gran y único activo, Sarah Palin.

Y es que si no fuera por la insistencia de Sarah Palin en permanecer dentro del GOP, mucho me temo que el movimiento Tea Party hubiera acabado convirtiéndose un tercer partido (un grave error en mi opinión), pero es muy posible que así hubiera sucedido. La frustración de millones de votantes que se sintieron abandonados y hasta despreciados por su propio partido en las elecciones de 2008, con una candidatura tan poco conservadora como lo era la de John McCain, por más que al final fuera Sarah Palin quien mantuviera la única ligazón entre esos votantes y McCain, bien podría haberles llevado a eso. Pero no tengan la más mínima duda de que ha sido la propia Palin la que más ha hecho para evitar esa ruptura, negándose a contemplar siquiera la posibilidad y hasta advirtiendo en su contra. Y es que si no hubiera sido por ella, por su papel reconocido y asumido voluntariamente por todos de cabeza del movimiento conservador estadounidense, esos mismos conservadores estadounidenses se hubieran cuarteado sin duda alguna y ahora el Partido Demócrata estaría frotándose las manos complacido ante el espectáculo.

En fin, que algún día alguien reconocerá ese papel jugado por Sarah Palin (yo, por ejemplo, en America is Ready!). Pero mientras llega ese día, vayamos a ver qué ha sucedido en estas elecciones al penthouse (ático) de la sede del GOP, donde moran los jefazos y los pobres administrativos de la planta baja no pueden soñar en subir ni siquiera a llevar una carta.

Cinco eran los candidatos en liza, los de la foto de arriba:

  • Saul Anuzis, antiguo chairman del Partido Republicano de Michigan y actual chairman de la organización Save American Jobs Project.
  • Maria Cino, antigua vicepresidenta del RNC y directora política de la campaña electoral de George W. Bush en 2000.
  • Reince Priebus, actual chairman del Partido Republicano de Wisconsin (sí, sí, el estado natal de Sonny Munroe, la de Sonny takes a chance –que en España se titula Sunny entre estrellas).
  • Ann Wagner, antigua chair del Partido Republicano de Missouri y antigua embajadora de los Estados Unidos en Luxemburgo (un destino tranquilito, realmente).
  • Michael Steele, actual chairman del RNC y antiguo vicegobernador de Maryland, que se presentaba a la reelección.

También hubo candidatos que se retiraron antes de llegar al día de las elecciones, como:

  • Gentry Collins, antiguo director político del RNC.
  • Gary Emineth, actual chairman del Partido Republicano de Dakota del Norte.

Como pueden ver, todos tienen más que experiencia en lo de chairman (o chair como dicen ellos cuando se trata de una mujer). La campaña electoral tampoco es que resultara muy llamativa, más que nada porque se trataba de un asunto interno del GOP, pero el acto más relevante de esa campaña fue un debate celebrado con todos los candidatos (los cinco finales) el pasado día 3 de enero en el National Press Club de Washington, DC, organizado por la organización Americans for Tax Reform.

¿Qué se puede decir del debate? Pues que duró alrededor de hora y media, tal vez un poco más; que los moderadores fueron Grover Norquist, presidente de Americans for Tax Reform, y Tucker Carlson, periodista de The Daily Caller, y que las preguntas que se les formularon a los candidatos habían sido remitidas por los propios estadounidenses a través de la página web RNC Debate. Se recogieron cerca de 900 preguntas, seleccionándose al azar las que iban a ser formuladas durante el debate, así como se sorteó también la distribución de los asientos entre los candidatos.

¿Algunas preguntas? Pues estas, por ejemplo:

¿Vio usted la victoria de Christine O’Donnell sobre Mike Castle en Delaware como un triunfo o como un desastre?

Je, je, je. La primera en la frente. Todos los candidatos se escudaron en la independencia de los respectivos partidos estatales a la hora de elegir a sus propios candidatos. Nadie respondió directamente a la pregunta aunque  todos reconocieron que los votantes tienen la última palabra y que los candidatos deben reflejar los valores (conservadores) de esos mismos votantes.

Pregunta sobre si la cuestión del matrimonio como la unión únicamente de un hombre y una mujer debe ser planteada ante los medios de comunicación.

Todos de acuerdo en ello. Luego ya veremos qué pasa cuando los de la CBS le pregunten a Priebus sobre la cuestión, pero su respuesta fue la más contundente de todas, negando el derecho de los jueces a reescribir la Constitución, declarando que los niños deben crecer con un padre y una madre y afirmando sin lugar a dudas que el matrimonio es entre un hombre y una mujer.

¿Cuál ha sido el mayor error del GOP en estos últimos diez años pasados?

Me quedo con la respuesta de Priebus: “No hacer lo que dijimos que íbamos a hacer”. Y punto. Los demás estuvieron todos en la misma onda, confesando que el partido había perdido su orientación conservadora… ¡Si incluso el RINO de Steele tuvo la cara de confesarlo! A buenas horas, mangas verdes.

¿Qué significa ser republicano?

Para casi todos lo que cualifica a uno para considerarse republicano es el conservadurismo fiscal, la defensa de los Estados Unidos, la protección de la familia, etc. Valores todos ellos conservadores y tradicionales en el Partido Republicano. Aquí varios de los candidatos citaron entusiasmados a Reagan.

La cuestión del aborto

Priebus fue el más claro sobre la obligatoriedad de un republicano de apoyar la vida. Todos están de acuerdo en colaborar más estrechamente con las distintas organizaciones pro-vida, pero algunos de ellos como Steele y Cino me parecieron menos comprometidos aunque todos estuvieron de acuerdo en que era una cuestión que debía ser prominente en el programa electoral del partido.

¿Cómo lo haría para incorporar  a los nuevos grupos conservadores en el partido?

Evidentemente se refieren al movimiento Tea Party. De nuevo, Cino y Steele me parecieron los menos interesados en la cuestión, algo que Steele ya ha demostrado suficientemente por otra parte. Priebus me gustó por decir que el Partido Republicano no está compitiendo con el movimiento conservador sino que es parte de ese movimiento y que deben ser sus actos los que hablen por ellos, algo que se ha echado mucho en falta en estos últimos años, la verdad.

Aparte de Ronald Reagan, ¿cuál es su político favorito?

Para Priebus, lo es Lincoln. Para Wagner, el general John Ashcroft. Para Anuzis, “Ludwig von Mises de FreedomWorks” (sic). Para Steele, Frederick Douglass. Para Cino, Margaret Thatcher.

Ésta me gusta: ¿Cuántas armas tiene usted en casa?

Cino y Steele no tienen más armas que un paraguas, je, je, je. Priebus tiene cinco, Wagner más de 16 (ésta tiene un regimiento de paracaidistas en casa por lo menos) y Anuzis lamentó tener sólo cuatro.

LA PREGUNTA DE TODAS LAS PREGUNTAS: ¿PUEDE SARAH PALIN GANAR UNAS ELECCIONES?

SÍ. Hasta el maldito Steele estuvo de acuerdo en ello. Quién te ha visto y quién te ve.

Por fin, ¿sus libros favoritos?

Para Priebus, los Diarios de Reagan. Para Wagner, la autobiografía de George W. Bush. Para Anuzis, la ley (lo que es como decir que adora el Aranzadi). Para Cino, Matar a un ruiseñor. Y para Steele, Guerra y Paz, pero el muy presuntuoso quiso lucirse citándolo y citó el comienzo de… ¡Historia de dos ciudades, de Dickens! ¡Jua, jua, jua!

Hubo más preguntas, pero son demasiado “americanas” y no me ha parecido necesario detallárselas, declaraciones finales, etc. De todo ello, me quedo con la declaración final del ganador, Priebus:

Estas elecciones son sobre opciones… No me presento en contra de nadie, sino que me presento a chairman del RNC en un momento diferente, en circunstancias diferentes, en una época de necesidades diferentes… Como he dicho muchas veces, aprendimos cómo trabajar con el movimiento conservador, pero si Dios me bendice con la presidencia de este partido, todos nosotros vamos a tener que trabajar como un equipo para salvar a nuestro país, salvar nuestro partido y recuperar la Casa Blanca.

El resultado final de las elecciones, celebradas el día 14, fue el siguiente:

Como podemos ver, la victoria de Priebus no peligró en ningún momento, sobre todo porque una mayoría del propio RNC quería que Steele se fuera a toda costa. Priebus empezó bien y continuó así durante cada una de las rondas, recogiendo siempre más votos a diferencia de sus rivales más directos que los perdían. Algunos se quejaban de que Priebus es demasiado joven (38 años) y que no tiene experiencia política (se presentó como candidato al Senado de Wisconsin una vez y perdió), pero para otros era la ocasión de tener a alguien con más principios en la cúspide del partido y menos “ansia de publicidad”, refiriéndose nada disimuladamente a Steele; alguien que se centrase más en las interioridades del partido y menos en caer bien a los medios de comunicación.

El gran rival para Steele está claro que era Priebus. Y lo que acabó decantando la lucha fue saberse que Cino y Anuzis, así como Wagner, se habían reunido con Steele sin duda para pactar su apoyo una vez que estuvo claro que no iba a ser reelegido, sin duda a cambio de alguna sinecura para su jubilación. Para Steele, Cino era su opción si no podía serlo él y fue a ella a quien traspasó sus apoyos una vez que decidió retirarse, pero no fue suficiente puesto que sus 28 votos se repartieron entre ella y Anuzis mientras que Priebus daba el gran salto hasta los 67. Wagner se retiró también, pero no apoyó a ninguno de los restantes candidatos. Resultado: que Steele no va a tener una salida muy cómoda del RNC que es sin duda lo que buscaba pactando con el resto de sus rivales.

Y ya para terminar, ¿quién es Reince Priebus? Pues nació el 18 de marzo de 1972, hijo de padres griego y alemán, creo haber leído en algún sito que en Mombasa (Kenia), pero he perdido esa referencia. De cualquier forma, creció en Kenosha (Wisconsin). A los 16 años empezó a trabajar como voluntario en campañas políticas. Es licenciado en Ciencias Políticas e Inglés por la Universidad de Wisconsin-Whitewater, donde fue además presidente de los estudiantes (lo de la política le viene en los genes por lo que parece) y también en Derecho por la Universidad de Miami School of Law. Por un tiempo trabajó en la asamblea legislativa de Wisconsin, antes de ir a Miami a estudiar Derecho, y luego, mientras estudiaba, trabajó brevemente en la NAACP. En 1998 se incorporó a la firma Michael Best & Friedrich LLP de Milwaukee. En 2004 se presentó a las elecciones al Senado de Wisconsin, pero perdió. Está casado con Sally Priebus y tiene dos hijos, un chico, Jack, y una chica Grace Avalyn.

Pequeñas controversias que empiezan a surgir sobre él incluyen que durante el tiempo que trabajó en la firma de abogados de Milwaukee formó parte de un equipo llamado “Equipo de la legislación del Estímulo” dedicado a “identificar oportunidades, preparar propuestas apropiadas y hacer contactos para asegurar fondos [federales]”. Priebus dice que no es cierto y que el bufete simplemente incluyó su nombre en el listado sin saberlo él siquiera. Puede ser, puede que no. A mí personalmente me importa poco. Más que nada porque mi propio trabajo se contradice bastante con mis ideales conservadores y libertarios a veces, pero como que no tengo más remedio que comer cada día y pagar mis facturas, me aguanto, lo hago lo mejor que puedo y a la que mi jefe se descuida, actúo en consecuencia con mis ideales, pero con cuidado porque me juego el puesto. Si Priebus trabajaba en un bufete y sus jefes decidieron aprovechar la ocasión que les brindaba la ARRA para favorecer a sus clientes, lo cual es su obligación, me parece muy bien que hiciera su trabajo lo mejor posible.

También ha sido criticado por el propio Steele puesto que Priebus era uno de los miembros de su equipo, un asesor general del RNC nombrado por él, y decidió dimitir y presentarse a las elecciones mientras Steele se quejaba como una nenaza de que era descorazonador y que se esperaba que sus lazos de lealtad con él fueran más firmes. Ganas de quejarse nada más.

Vamos a ver qué da de sí Priebus. Por lo menos, ya sabemos una cosa: las elecciones del midterm han sido un aldabonazo en el GOP y vemos como todos los candidatos a chairman se han puesto las pilas. Durante el debate competían a ver cuál de ellos sonaba más conservador y menos RINO. O sea que han aprendido la lección; veremos si son capaces de aprovecharla. Falta le hace al pobre GOP.


De cómo el Tea Party metió la pata en Idaho y Sarah Palin no dijo ni mu (y II)

12/10/2010

 

En la anterior entrada dejamos todo el asunto con el candidato demócrata Walt Minnick más contento que unas Pascuas con su nota de respaldo por parte del Tea Party Express, lo cual le permitía sacar pecho y presumir de “candidato de consenso”, tan estimado por la izquierda como por la derecha. Por su parte, los dos candidatos republicanos, Vaughn Ward y Raúl Labrador, seguían estupefactos e intentando entender qué aire les había dado a los del Tea Party Express para ocurrírseles apoyar al candidato demócrata cuando cualquiera de ellos dos es más conservador que Minnick y aquel es justamente uno de esos escaños de la Cámara de Representantes que más fácilmente pueden volver a manos republicanas, con la falta que eso hace.

La excusa que dio el Tea Party Express es que convenía apoyar a algún candidato demócrata más o menos presentable siquiera para cerrar la boca de aquellos que no hacen más que protestar de que el movimiento Tea Party es un movimiento vinculado exclusivamente al Partido Republicano y que sólo apoya a sus candidatos y sólo ataca a los demócratas. Una excusa bastante pobre porque si el movimiento Tea Party se ve en la tesitura de tener que apoyar sólo a candidatos republicanos por algo será, ¿no? Por ejemplo, que no hay ningún candidato demócrata que se adhiera a los principios del movimiento Tea Party (gobierno limitado, responsabilidad fiscal, patriotismo, estricta interpretación de la Constitución, etc.). Y es que si lo hubiera, ese candidato ya no sería demócrata sino que se hubiera pasado al Partido Republicano. ¡Por eso es imposible apoyar a un demócrata! Parafraseando a Ann Coulter, no existe un demócrata inteligente porque cuando uno lo es resulta que ya se ha pasado a los republicanos, ¡caramba!

De todas formas, y tal como ya les avancé de alguna manera en mi anterior entrada, no hay que confundir al Tea Party Express con la totalidad del movimiento Tea Party. Ya les dije que el movimiento Tea Party no es un partido político organizado y con su correspondiente jerarquía, postulados ideológicos y organización dedicada a la toma de decisiones (eso es lo que no consiguen entender de ninguna manera los periodistas españoles, por ejemplo, que hablan del Tea Party como si fuera precisamente eso). El movimiento Tea Party es un movimiento, la expresión visible de un profundo malestar existente entre los estadounidenses y que se refiere a la manera como su clase política ejerce sus potestades en su nombre. Es el “politics as usual” que tantas veces menciona Sarah Palin. Y como tal, no existe jerarquía alguna, sus postulados ideológicos son muy genéricos y de organización interna nada de nada. Es un paraguas bajo el que se cobijan multitud de organizaciones y particulares que asumen la idea general del movimiento (¡estamos hasta los mismísimos… de nuestros políticos, tanto de los de un lado como de los del otro!) y que aúnan esfuerzos en pro de un cambio de rumbo que limpie Washington de los mismos de siempre y lleve en su lugar a otros nuevos comprometidos con sus votantes y que, ante todo, sean conscientes de que su misión es la de llevar la voz de estos al Congreso de los Estados Unidos, no la suya propia.

El movimiento Tea Party, que actualmente está siendo coordinado en lo posible por la National Tea Party Federation, se compone estrictamente de unas 61 organizaciones así como de otras 21 con las que mantiene buenas relaciones. Entre estas, podemos mencionar como las más conocidas a:

  • ­ Americans For Limited Government
  • American Majority
  • Americans For Prosperity
  • FreedomWorks
  • Independence Caucus
  • Liberty First
  • Our Country Deserves Better PAC
  • Smart Girl Politics
  • Tea Party Nation
  • Tea Party Patriots
  • The 912 Project
  • The Patriot Caucus

De entre ellas, la que nos interesa resaltar ahora mismo es Our Country Deserves Better PAC porque es dentro de ella que encontramos al Tea Party Express. OCDV PAC es eso, un PAC (polítical action committee) y como tal recauda fondos y los distribuye entre los políticos a los que apoya. Así, por ejemplo, fueron ellos los que apoyaron más intensamente la campaña electoral del ahora senador Scott Brown en Massachusetts, pagando hasta 350.000 dólares en anuncios televisivos en su favor. También han organizado los tres Tea Party Express que se han producido hasta ahora, siendo el más recordado por todos nosotros el tercero de ellos, el Tea Party Express III, siquiera porque su salida tuvo lugar en Searchlight (Nevada), la localidad natal del senador demócrata Harry Reid, adonde acudió Sarah Palin a pronunciar un pequeño discurso y dar su apoyo a la iniciativa, así como acudió también a la penúltima parada del recorrido en Boston (Massachusetts). Además, han apoyado exitosamente a Sharron Angle en Nevada en su campaña contra su rival en las primarias republicanas Sue Lowden, gastándose casi medio millón de dólares en anuncios para ella (sí, tienen pasta; ya lo creo). En Utah, apoyaron exitosamente también a Mike Lee contra su rival en las primarias republicanas Bob Bennett, el actual senador, y en Alaska, de nuevo exitosamente, a Joe Miller en Alaska contra su rival republicana en las primarias Lisa Murkowski. En los tres casos, se trata de candidatos al Senado de los Estados Unidos.

Pero como quiera que el movimiento Tea Party no es una organización vertical, organizada de arriba abajo, no tiene una cúpula directiva y no puede dar órdenes a sus afiliados (que tampoco los hay, en realidad; cada persona apoya a su organización local en la medida que le da la gana y ya está). En consecuencia, si los del Tea Party Express deciden que les gusta Minnick y que ya está bien de pasar por ultraderechistas siempre y que van a darles con un canto en los dientes a todos esos que les dicen tantas cosas feas, pues nadie puede hacer nada y ahí va el Tea Party Express metiendo la pata de tal manera que difícil será para ellos empeorarlo. Pero sí que lo empeoraron… y mucho.

Toda la culpa la tiene una carta satírica que el portavoz del grupo, Mark Williams, publicó en su página web en respuesta a una serie de críticas realizadas al movimiento Tea Party por parte de la National Association for the Advancement of Colored People (NAACP), acusando a varias de sus organizaciones de racistas, lo cual es el pan nuestro de cada día. El caso es que Mark Williams se sintió tan ofendido por la acusación que acto seguido publicó esa carta a la que hemos hecho mención y que, pretendiendo estar dirigida al presidente Abraham Lincoln, decía exactamente esto:

Estimado Sr. Lincoln:

Nosotros, la gente de color, hemos votado y decidido que no nos mola toda esa cosa de la emancipación. La libertad significa tener que trabajar de verdad, pensar por nosotros mismos y asumir las consecuencias junto con las recompensas. Eso es demasiado pedir de nosotros, la gente de color, ¡y exigimos que se detenga!

De hecho, tuvimos una gran reunión y una votación en Kansas City esta semana. Votamos a favor de condenar ese revival político del viejo espíritu abolicionista que se denomina “movimiento Tea Party”.

La postura del Tea Party de “poner fin a los planes de rescate”, por ejemplo, es una tontería. Los planes de rescate son simplemente un montón de dinero para el bienestar ¿y no es eso precisamente por lo que toda la gente de color lucha? ¿Qué clase de racista quería terminar con un montón de dinero para el bienestar? ¡Lo que tienen que hacer es empezar a destinar los planes de rescate directamente a nosotros, la gente de color! Por supuesto, la National Association for the Advancemente of Colored People es la única parte responsable a la que debería serle concedido el derecho a asignar los fondos. ¿Y esa ridícula idea de “reducir el tamaño y la intromisión del gobierno”? ¿Qué clase de amo no querría controlar mi vida? ¡Como gente de color alguien debe cuidar de nosotros o de lo contrario estaríamos solos, tendríamos que pensar por nuestra cuenta y tomar decisiones!

El racista Tea Party también exige que el gobierno “detenga el gasto fuera de control”. De nuevo, afecta directamente a la gente de color. Eso significa que nosotros, la gente de color, tendríamos que competir por los puestos de trabajo como cualquier otro y eso no es justo. Tal vez el punto más racista de todos en el Tea Party es su exigencia de que el gobierno “deje de subir los impuestos”. ¡Eso es indignante! ¿Cómo vamos a conseguir nosotros, la gente de color, una televisión de pantalla ancha en cada habitación y a los que no son de color se les permite conservar el dinero que ganan? ¡Totalmente racista! ¿El Tea Party espera que nosotros, gente de color, seamos miembros productivos de la sociedad?

Sr. Lincoln, usted fue el mayor racista de todos. Teníamos una gran situación. Tres comidas, alojamiento, todas nuestras decisiones tomada por el amo de la casa grande. Por favor, derogue las Decimotercera y Decimocuarta Enmiendas y déjenos volver a donde pertenecemos. 

Sinceramente,

Como pueden ver, una carta de lo más ácida que uno puede imaginarse. Personalmente, no me hace gracia porque creo que falla en su intención de concretar a sus destinatarios, que son los de la NAACP, y, en consecuencia, engloba a todos los negros estadounidenses lo que puede hacer sentirse ofendidos a muchos de ellos que no tienen culpa de nada, pero tampoco la considero terrorífica. Desacertada y para de contar. Además, quienes ya llevamos un par de años siguiendo a Sarah Palin hemos tenido la desgracia de leer y escuchar cosas mucho peores que ésta y sin que nadie moviera un dedo en su defensa (aparte de nosotros, bloguistas palinistas). E incluso los “graciosos de turno” se han sentido indignados cuando Palin ha protestado (¿recuerdan los comentarios repulsivos de Jay Leno sobre su hija Willow? Nosotros sí).

Mark Williams, el portavoz de Tea Party Express. Sin comentarios. Que cada uno saque sus propias conclusiones, por favor.

El caso es que la carta es desacertada porque los de la NAACP aprovecharon que Williams picó el anzuelo y montaron una de aquí te espero clamando “¡racista!” a voz en grito. En Idaho, el escándalo provocó que Minnick, el candidato demócrata que tan felices se las prometía, tuviera que tomar partido por la NAACP (por supuesto) y exigiera que el Tea Party Express expulsara a Williams de la organización. El Tea Party Express dijo que no, que tururú, y Minnick replicó por escrito condenando al Tea Party Express y rechazando su anterior apoyo prestado por parte del grupo. De todas formas, Minnick no quiso romper del todo con el movimiento Tea Party y declaró que mientras que la carta de Williams era de muy mal gusto:

Ésa es una razón por la cual mi interacción con el popular movimiento Tea Party aquí en Idaho ha sido muy positiva. Encuentro que la vasta mayoría de sus miembros son cordiales, educados y sinceros. Aunque están fuertemente en descuerdo con el presidente y sus políticas, su pasión tiende a enfocarse en los asuntos y no en las personalidades. Por supuesto, en cualquier movimiento hay algunos que llevan las cosas demasiado lejos y dicen o hacen cosas odiosas o hirientes que dañan la causa de todo el grupo. Sin embargo, aquellos que ascienden o reclaman el liderazgo en esos movimientos tienen la obligación de liderarlos con respeto por el movimiento y sus miembros y en consecuencia ser responsables de sus obras y sus palabras.

Uno sospecha que Minnick nunca se sintió demasiado a gusto con el apoyo de marras y que vio el cielo abierto cuando estalló el escándalo como la excusa perfecta para deshacerse de él quedando tan ricamente con el resto del movimiento así como con sus seguidores izquierdistas tradicionales.

Por su parte, Labrador, el candidato republicano vencedor de las primarias, declaró a su vez que condenaba la acción de Williams también, pero pidió que no se culpabilizara a todo el movimiento Tea Party por lo que no es más que la actuación de una sola persona:

Como alguien que ha experimentado el racismo [Labrador es portorriqueño], condeno las declaraciones de este particular. Pero he conocido a mucha gente de diferentes razas en los actos del Tea Party y no creo que las acciones de esta única persona deban ser representativas del resto de personas del movimiento.

¿Y cómo terminó el asunto? Pues finalmente la National Tea Party Federation tomó cartas en el asunto y exigió a su vez la expulsión de Williams del Tea Party Express y el rechazo por parte de estos de su carta, que calificaron de “claramente ofensiva”. La carta fue finalmente retirada de la página web del grupo, pero Williams fue apoyado expresamente por el Tea Party Express y, en consecuencia, la National Tea Party Federation decidió expulsar a todo el grupo del movimiento Tea Party.

Tras semejante resolución, Williams declaró que era una lástima que la NAACP haya escogido el aprovecharse de la situación en lugar de ayudar realmente a la comunidad negra:

No me sorprende que estén entrando al trapo porque la NAACP acaba de descubrir un pozo de petróleo bien lleno de contribuciones en efectivo que les llegarán después de esta resolución [la de la National Tea Party Federation]. Y sé que Al [Sharpton] y Jesse [Jackson, Jr.] van a querer su parte. Los mercaderes de esclaros del siglo XVI deben de haber sido tan buenos explotando a los africanos como lo son ellos.

 En fin, que finalmente la NAACP logró su victoria y al movimiento Tea Party le han sacudido un estacazo que no debería haber recibido nunca, pero las cosas son así. Por mi parte, ya se lo he dicho: la carta es desacertada, pero nada más. Lo que ocurre que cuando uno es un maestro en utilizar la más mínima excusa para armar lío como lo es la NAACP, estos errores se pagan. Williams tendría que haber sido más listo y no haberse dejado tentar por esos tipos, pero no lo fue y las consecuencias a la vista están.

Una metedura de pata. Nada más. El Tea Party Express seguirá existiendo y seguirá actuando, no lo duden. Ya lo dijo Williams en su momento:

No hay un liderazgo en el movimiento Tea Party, cada miembro del Tea Party es un líder.

Y Sarah Palin siguió sin decir ni mu. Hasta la próxima entrada.


De cómo el Tea Party metió la pata en Idaho y Sarah Palin no dijo ni mu (I)

09/10/2010

 

Lo prometido es deuda (¿lo he dicho alguna vez antes esto?). El caso es que me ofrecí en mi entrada anterior a explicarles el curioso caso del Tea Party apoyando a un candidato demócrata en el estado de Idaho y, a la vista del interés que me han manifestado por saber qué había pasado, voy a cumplir mi palabra para que vean que no soy político ni hijo de político (que lo dice la Biblia).

Antes que nada, darles mi opinión sobre lo que sucedió con Vaughn Ward, el que algunos ya catalogaron en su momento como el peor candidato de la historia de los Estados Unidos. ¡Hombre, tampoco hay que exagerar! Es cierto que Ward metió la pata hasta el fondo y que no lo hizo una ni dos ni tres veces, sino un buen montón, pero tampoco hay que cargar las tintas. Si Ward no hubiera sido respaldado por Sarah Palin, seguro que nadie sabría nada de él y sus pifias habrían quedado para la historia local, o sea para algún ratón de biblioteca y nada más.

En mi opinión, Ward era un buen candidato a quien se le subieron los humos a la cabeza. No pongo en duda la firmeza de sus creencias conservadoras ni la rectitud de sus intenciones, sobre todo porque eso es algo que Sarah Palin y sus colaboradores seguro que comprobaron sobradamente antes de hacer público su respaldo. Sin embargo, la gestión de su campaña demostró una total falta de profesionalidad, fuera la culpa de quien fuera: suya, de su director de campaña o de Perico de los palotes. En un país, los Estados Unidos, donde la dirección de campañas electorales es una profesión y una de las más competitivas que existen, uno no pude cometer errores tan garrafales como hacer una página web de cortar y pegar y confiar en que nadie se dé cuenta de ello, copiar párrafos del discurso electoral de otro candidato y pensar que ya nadie lo va a descubrir y, sobre todo, ir de chulo por la vida y pretender no saber dónde está Puerto Rico, que, para más inri, es el lugar de nacimiento de tu rival, que te pillen no sabiéndolo y encima presumir de que eso no tiene ninguna importancia.

El respaldo de Sarah Palin es uno de los más codiciados actualmente por cualquier candidato aunque por sí solo no garantiza la victoria. Es cierto que puede decantar una elección reñida a favor de uno de los contendientes, pero sólo si ese candidato aprovecha ese plus de popularidad que le otorga el reconocimiento por parte de Sarah Palin para impulsar su campaña electoral y llegar así hasta donde no había llegado por sus propios medios, ya sea a la hora de recaudar fondos, obtener popularidad o lograr la confianza del electorado. Y eso es una cosa que la propia Sarah Palin valora mucho a la hora de hacer públicas sus notas de apoyo: en qué momento es más conveniente para su patrocinado que lo haga. Si Ward se pensaba que sólo porque ella le respaldaba la elección estaba ganada, bien equivocado estaba. Si hubiera gestionado inteligentemente su campaña, ese respaldo le habría supuesto el abrir una brecha insalvable entre su rival y él a poco más de dos meses de la fecha de la votación, lo que a la postre le hubiera dado la victoria, pero no fue así y un tonto apoyado por Sarah Palin no se vuelve listo de la noche a la mañana sino que continúa siendo tonto. Sarah Palin no gestiona las campañas de sus patrocinados ni les ofrece más ayuda que su apoyo público y tal vez una modesta contribución económica a través de SarahPAC; si un candidato ha de ganar, lo hará por sus propios méritos y no porque ella lo avale. O sea, que cuidado porque Sarah Palin no hace milagros y estas primarias en Idaho así lo demuestran.

¡Qué vergüenza! Un demócrata aquí en mi blog… Nunca había pasado y me siento abochornado. En fin, que no hay más remedio. Les presento a Walter (más conocido por Walt) Minnick, el candidato demócrata a la Cámara de Representantes por la 1ª circunscripción electoral de Idaho. Él será el rival de Raúl Labrador, el vencedor de las primarias republicanas.

Walt Minnick, que logró su escaño en 2008, batiendo al republicano Bill Sali, el entonces representante en Washington, no tuvo rivales en estas pasadas primarias demócratas. De 67 años de edad, Minnick empezó su carrera política en tiempos del presidente Nixon y fue uno de los creadores de la famosa Drug Enforcement Administration (DEA) aunque dimitió de su cargo cuando se hizo público el escándalo Watergate, dejando entonces la política y dedicándose a su trabajo como abogado en el sector privado hasta que en 2008 volvió a presentarse para un cargo político, ganando las elecciones.

Su historial hasta ahora es corto, pero nadie puede dudar de que se trata de un blue dog democrat, o sea uno de esos demócratas que votan más veces conservador que liberal. Así, Minnick ha votado contra la ley de estímulo económico (¡bien!), contra Obamacare (¡bien!) y contra la ley de cap-and-trade (¡bien!). Vamos, que Minnick es uno de esos demócratas con los que uno podría hablar y hasta entenderse en un Congreso que no estuviera obsesionado con “transformar” los Estados Unidos, pero de eso a votarlo…

Y eso fue precisamente lo que pasó. En abril, el Tea Party Express, uno de los muchos grupos organizados que componen el movimiento Tea Party, anunció que respaldaba su candidatura por más que hubiera otros dos candidatos republicanos (ya fueran más o menos conservadores) en liza, dejando estupefactos tanto a republicanos como al propio demócrata quien debió de preguntar acto seguido si el infierno se había congelado y si alguien había visto a un cerdo volando. Según uno de los dirigentes del Tea Party Express, Sal Russo, su apoyo se debía al hecho de que es importante que el movimiento apoye a demócratas como Minnick “que tienen la voluntad de hacer frente a Pelosi y a Reid”, sobre todo cuando se trata de cuestiones económicas.

La cara que le quedó a los dos candidatos republicanos fue un poema, por descontado y sus declaraciones fueron en tal sentido: sencillamente no entendían nada y ya estaban hartos de ir con la cabeza levantada buscando a esos malditos cerdos voladores que nadie lograba ver. Pero es que no era sólo a ellos dos, Ward y Labrador, a quienes sorprendía y molestaba esa noticia, sino también a los miembros del Tea Party local, que tampoco entendían nada y no estaban nada convencidos de los argumentos dados por Russo.

Éste, por su parte, seguía defendiendo la bondad de su respaldo y alegó que su grupo habían consultado con una larga serie de grupos y activistas individuales del propio Idaho antes de tomar su decisión y que su objetivo final era el de “animar a otros” demócratas a plantar cara a Pelosi y a Reid. “Cuando encuentras a alguien con la voluntad de plantarse, uno va y se planta con él”, dijo finalmente. Incluso anunció la posibilidad de que no fuera el único demócrata al que apoyaran y que hubiera más ya que “no puede tratarse de una cuestión de un solo partido. La responsabilidad fiscal tiene que estar incrustada en ambos”.

Es cierto que el movimiento Tea Party siempre ha estado por encima de ambos partidos y que ha exigido a ambos que se reformen y asuman los mismos principios, especialmente a la hora de gestionar el dinero público, acabando con el derroche. También es cierto que Minnick no sólo no apoyó la ARRA, la ley de estímulo económico, sino que propuso su propia versión de la misma en la que en lugar de 830.000 millones de dólares se bajaría a 170.000 millones y, lo más interesante, desaparecían todas y cada una de las previsiones existentes en la ARRA de earmarks (ya saben, la pasta esa que se llevan cruda los legisladores a cambio de su apoyo), así como incluía la previsión de que todo el dinero que no se hubiera gastado todavía una vez que empezara la recuperación económica fuera devuelto a las arcas federales.

Sin embargo, si bien Minnick votó en contra de todo esto, también es cierto que votó A FAVOR de que Nancy Pelosi fuera la speaker de la Cámara de Representantes y no hay motivos para dudar de que lo vuelva a hacer en 2011, cuando se abra el nuevo período de sesiones. Y si ella es la speaker, la agenda legislativa será la que ella quiera. No hay ninguna seguridad de que la Cámara de Representantes vaya a ser republicana después de las elecciones de noviembre, así que cada voto cuenta y cada escaño arrebatado a los demócratas también. Apoyar al demócrata Minnick en un estado republicano, especialmente cuando su elección en 2008 fue muy ajustada y algo así como un accidente y existen actualmente dos candidatos republicanos con serias posibilidades de desbancarlo no es un error sino un crimen casi. Minnick puede ser un buen gestor económico y estar en desacuerdo con el despilfarro y demás, pero en cuestiones de principios, en cuestiones de Gran Gobierno, de “estado del bienestar” y de empujar al país hacia el socialismo, no lo está y sólo por eso no se le puede ni dar la mano siquiera por la calle. Y mucho menos un respaldo abierto.

¿Qué hay en realidad detrás de este apoyo tan extravagante? Tampoco hay que buscarle tres pies al gato. Sencillamente, que el Tea Party Express ha querido incluir al menos a un demócrata en su lista de apoyos para así evitar la acusación de ser unos títeres del Partido Republicano. Y para ello han elegido al demócrata menos demócrata que han podido encontrar aunque siga siendo demasiado demócrata para que resulte digerible. Vamos, que los del Express han empezado a acomplejarse, a preocuparse más por lo que digan los demás que por lo que crean ellos que es oportuno y, en consecuencia, a volverse “bizcochables”.

Y a todo esto, ¿qué dijo el interesado, el propio Minnick, cuando se encontró respaldado por semejante gente? Pues en un principio estaba encantado, ja, ja, ja. Si es que un político es un político aquí y en Katmandú y todos son iguales. Por supuesto es lo último que se esperaba, pero una vez que le llegó, lo apreció, tal y como declaró a la CNN:

[Los teapartiers] son simplemente gente ordinaria que cree que el gobierno debería equilibrar su presupuesto. No hay nada radical en ello, así que estoy muy satisfecho de tener su respaldo.

Sin embargo, pasados los primeros días, Minnick y John Foster, su portavoz, empezaron a preocuparse por la repercusión que iba a tener ese respaldo entre sus votantes demócratas tradicionales y aunque éste último descartaba la posibilidad de rechazar el respaldo diciendo que “Walt no tiene la costumbre de rechazar apoyos”, también es cierto que le preocupaba el hecho de que “estar en una lista con Joe Wilson y Michele Bachmann no es algo que nos entusiasme”.

Foster también reveló que Minnick había sido el único representante de Idaho que había acudido personalmente a un town hall meeting organizado por el movimiento Tea Party en agosto del año pasado para tratar del tema de la reforma sanitaria. Según Foster, su jefe se mantuvo firme en sus opiniones y se ganó el apoyo de los asistentes en cuestiones económicas pero no en otro tipo de cuestiones en las que Minnick declaró que estaba DE ACUERDO con lo que estaba haciendo el presidente Obama.

Creo que [el respaldo] es una indicación del trabajo que él ha realizado sobre el terreno pero más importante de su capacidad de hablar con cualquiera y buscar posturas comunes siempre que sea posible.

Pero es que a los teapartiers de Idaho tampoco les hizo gracia el asunto. Así, la organización local del Tea Party en Boise, la capital del estado, declaró que ellos no habían sido consultados en absoluto sobre el asunto por parte del Tea Party Express. Así, tal y como dijo en su momento Russ Smerz, uno de sus dirigentes:

No sabemos de dónde se ha sacado el Tea Party nacional este respaldo de Walt Minnick. Es algo preocupante para nosotros que el Tea Party Express respalde a alguien en el estado de Idaho sin consultarnos primero a nosotros. Nosotros no respaldamos a ningún candidato ahora mismo – ni siquiera a Walt Minnick.

Y todo eso mientras los dos candidatos republicanos, Ward y Labrador, acudían por separado a distintos eventos organizados por el Tea Party local con el objetivo de ganarse su apoyo. Así, Ward declaró que a él los únicos respaldos que le importaban eran los que provenían del propio Idaho (otra metedura de pata porque eso, además de una chulería y de ser falso, implicaría despreciar los respaldos que recibió en su momento tanto de Sarah Palin como del propio Partido Republicano). En cuanto a Labrador, éste estuvo más acertado al quejarse de que el dichoso respaldo no era más que una interferencia por parte de grupos nacionales que no están familiarizados con la política en Idaho y que no asocia ese respaldo con el que puedan otorgar los grupos locales del Tea Party.

Por si acaso, el Tea Party de Boise acabó respaldando a Labrador, pero algunos de sus miembros no estuvieron de acuerdo puesto que ellos preferían a Ward y hubo rumores en su momento de una secesión en el seno del movimiento, lo que no hace más que resaltar de nuevo que el movimiento Tea Party no es en absoluto un partido político al uso, sino un mero paraguas bajo el que se cobijan multitud de organizaciones distintas que abarcan una amplísimo espectro político. Como dijo Ward más tarde, refiriéndose al propio movimiento:

A medida que crece como movimiento nacional, empezaremos a ver una jerarquía que ocupe el puesto correspondiente (…) Habrá un proceso de maduración que llevará su tiempo. Este movimiento está en sus primeras etapas y va a tener que empezar a madurar y organizarse si sus líderes quieren que las cosas se hagan.

No todos opinan en este sentido, como el anteriormente citado Sal Russo del Tea Party Express, quien dijo:

Nuestra creencia es que el movimiento será más fuerte si crece como un movimiento popular y no hay una organización nacional que dicte a los distintos grupos lo que tienen que hacer.

Por su parte, Labrador no veía nada malo en que se produzcan estos roces dentro del Tea Party, lo cual para él es “completamente saludable” para un movimiento que aún está en su infancia.

No veo nada negativo acerca de ello. Lo único que le aconsejaría a la organización nacional es el mismo que le daría a cualquiera que viniera de Washington, D.C.: antes de ponerse detrás de un candidato, hablen con la gente de aquí. Son ellos los que importa. Esto es un movimiento, no un partido.

Y eso es lo mismo que creo yo: el Tea Party es un movimiento y no un partido y como tal no debe pretender convertirse en un partido porque será un fracaso. Pero bueno, ya veremos qué sucede. Por cierto, que la historia no termina aquí porque aún tengo que explicarles más. Y tan apasionante como lo que les he contado hasta ahora. En concreto, el rechazo final de Minnick al respaldo del Tea Party Express y la expulsión del propio Tea Party Express del movimiento Tea Party por… ¡racismo! También les explicaré algunos detalles sobre el movimiento en sí.

¡Ah, que se me olvida! Y a todo esto, ¿qué dijo Sarah Palin? ¿Se acordó de California y lo que le dijeron entonces algunos del Tea Party cuando apoyó a Carly Fiorina? Seguramente, pero se lo guardó para sí y no dijo nada. Ni mu. Sarah Palin es Sarah Palin y mira que ya lo he dicho veces, pero todavía habrá que repetirlo hasta que la gente se acostumbre. Y el Tea Party es magnífico, pero no es un partido sino la expresión de una voluntad de cambio en la política estadounidense que deberá ser realizada por alguno de los dos grandes partidos políticos y no por un tercero que es claramente inviable. Y punto y final.

Y ahora me toca escribir un rato de libro. ¡Ea, al trabajo!


El caso de Vaugh Ward y las primarias de Idaho o cómo meter la pata hasta el fondo y no poder echarle la culpa a nadie más que a uno mismo

06/10/2010

 

¿Quién es Vaughn Ward? Pues se trata de uno de los candidatos republicanos que se presentaron durante estas pasadas primarias con la esperanza de lograr ser nominados por su partido y poder así disputar las elecciones generales al candidato demócrata de turno este próximo mes de noviembre. En concreto, Ward se presentó como candidato a representante en la Cámara de Representantes de los Estados Unidos por la 1ª circunscripción electoral de Idaho.

Sin embargo, Ward no logró su objetivo y fue derrotado, saliendo vencedor su rival, Raúl Labrador, que será quien finalmente dispute el escaño al candidato demócrata, el representante actualmente en el cargo, Walt Minnick. Hasta aquí todo bien, ¿verdad? Un candidato republicano más, un candidato republicano que ha perdido las primarias como tantos otros y un candidato republicano que deberá esperar a una nueva oportunidad quizás dentro de dos años si es que no prefiere cambiar de objetivo y presentarse como candidato al Senado, por ejemplo.

Pero es que Vaughn Ward no era un candidato republicano más porque si lo fuera, no gozaría del honor de ser citado en este blog (perdón por la inmodestia). Vaughn Ward era uno de los 43 candidatos republicanos que tuvieron el aún mayor honor de ser respaldados públicamente por Sarah Palin no sólo con una de sus notas en Facebook, sino que ésta incluso se desplazó en su momento hasta Idaho para celebrar un rally junto a él. ¡Y aún así perdió las primarias! Sí, las perdió. Increíble, ¿verdad? Ward era un buen candidato y prometía maneras, pero la gestión de su campaña electoral fue realmente pésima y ahí Sarah Palin no podía hacer nada; ella puede apoyar a un candidato porque tiene fe en él y cree que sus valores conservadores son sólidos y que los motivos para presentarse que esgrime son los correctos, pero ella no gestiona campañas electorales y si alguno de sus “patrocinados” mete la pata y se hunde, la culpa es exclusivamente suya y no de ella que no ha tenido nada que ver. Y eso es lo que le ha pasado a Ward, tal y como lo vamos a ver acto seguido.

Les presento a Vaughn Ward, una auténtica estrella caída. De los pocos casos en los que alguien respaldado por Sarah Palin no ha logrado su objetivo, el de Ward es el más sorprendente. Nunca hubiera debido de pasar lo que ha pasado, pero ya no tiene remedio. A Ward le toca aprender de sus errores y a nosotros lamentar que esta entrada tenga que ser escrita.

El motivo de redactar esta entrada es la amable petición de uno de nuestros amigos, rojobilbao, que me preguntaba hace poco si sabía lo que había pasado con Ward. Y sí, ciertamente que lo sé, pero como que es demasiado irritante para recordarlo, prefería no hablar sobre ello. De todas formas, no es escondiendo nuestros errores como avanzaremos en el camino de la perfección, así que tal vez no sea tan mala idea el repasar rápidamente lo que sucedió en Idaho estos últimos meses y así poder ofrecer a todos una especie de manual sobre cómo no llevar una campaña electoral. A ver si le sirve a alguien de provecho.

Todo comenzó antes, pero para nosotros, palinistas fervorosos, comenzó realmente el 29 de marzo pasado cuando comprobamos que Sarah Palin había publicado en su página de Facebook una nueva nota de apoyo. En este caso, era una nota colectiva y una en concreto de las más interesantes. Se titulaba “Héroes estadounidenses preparados y dispuestos a servir en el Congreso” y en ella hacía público su apoyo a tres ex militares que habían decidido presentarse a las primarias republicanas de sus respectivos estados: Vaughn Ward (Idaho), Adam Kinzinger (Illinois) y Allen West (Florida). En concreto, la parte de la nota referida a Ward rezaba así:

El primero es el comandante Vaughn Ward, un nativo de Idaho de cuarta generación que creció en la granja de su familia en Shoshone y que se presenta por la primera circunscripción electoral de Idaho. Viniendo de una familia con una orgullosa tradición militar, Vaughn se alistó en el Cuerpo de Marines tras concluir la universidad y estaba a punto de terminar su servicio cuando sucedieron los ataques del 11-S. Puso su vida en juego y atendió la llamada de su país – sirviendo primero como oficial operativo de la CIA y más tarde ofreciéndose voluntario al Cuerpo de Marines para un turno de servicio de combate en Irak, durante el cual fue galardonado con una Estrella de Bronce con la V de combate. Tras regresar de Irak, Vaughn empezó a trabajar en la campaña McCain/Palin. Le estuve agradecida por su apoyo entonces y me siento feliz de apoyarle ahora porque sé que cree en los mismos ideales conservadores de sentido común que apreciamos. Vaughn sabe que el verdadero crecimiento de los empleos viene del sector privado, no del gobierno. Cree en las reformas respetuosas con el libre mercado, el alivio de los impuestos para las familias y los pequeños negocios y el regreso a un gobierno constitucionalmente limitado que viva con sus propios medios. Él llevará la bandera conservadora a Washington y tirará de las riendas del disparatado crecimiento del gobierno para devolverlo a nuestro lado. Y recuerden, votar por Vaughn es votar por quitarle el mango de la sartén a Nancy Pelosi.

Los tres se presentaban a la Cámara de Representantes de los Estados Unidos y de los tres, sólo Ward ha fracasado en su empeño, algo que nunca debería haber pasado, ¡caramba!

Esto sucedía en marzo. En mayo, el día 21 en concreto, Sarah Palin hizo un viaje a Boise (Idaho) para celebrar un rally en apoyo de Ward. Por supuesto, el lugar del rally, el Qwest Arena, vendió todos los asientos disponibles. Y por supuesto también, el rival de Ward, Raúl Labrador, estaba que se subía por las paredes porque Sarah había respaldado a Ward y no a él, así que sus partidarios se habían embarcado en una campaña de ataque contra Sarah Palin que al final tuvo que ser desautorizada poco antes de la celebración de este rally por el propio Labrador a la vista de que era más perjudicial que otra cosa.

¡Sarah, Sarah, Sarah! El de al lado es Ward, pero ¿a quién le importa ése? A nosotros sólo nos interesa Sarah Palin. ¿A que le sienta bien el azul? Es un color tan alasqueño…

La primera circunscripción electoral de Idaho está considerada desde siempre como una circunscripción republicana, pero curiosamente en 2008, aprovechando la marea demócrata que ahogó a medio Estados Unidos, dicha circunscripción cambió de bando y eligió al demócrata Walter “Walt” Minnick como su representante por los pelos (51% de los votos contra el 49% del candidato republicano, Bill Sali, que era el representante entonces en el cargo).

En consecuencia, la campaña de 2010 se abrió bastante y no sólo se presentó el representante estatal Raúl Labrador, sino también estaban el médico Allan Salzberg (quien se retiró y dio su respaldo a Labrador), el representante estatal Ken Roberts (que se retiró y dio también su respaldo a Labrador) y Vaughn Ward, que no era en absoluto un desconocido sino que se trataba de una de las jóvenes promesas del Partido Republicano, un Young Gun (una categoría existente dentro del Partido Republicano para seleccionar a los candidatos más prometedores para los diferentes cargos y así procurar no desperdiciar tiempo ni dinero con candidatos sin posibilidades; ser un young gun implica haber logrado por sí mismo suficiente apoyo, tanto político, económico y popular, como para resultar una apuesta segura prácticamente), habiendo sido etiquetado como tal por el National Republican Congressional Committe (NRCC) en febrero junto con otros nueve candidatos igual de prometedores. De este modo, Ward se beneficiaría de más apoyo económico por parte del Partido Republicano. Tan importantes son las elecciones en Idaho-1 que el propio Ward declaraba entonces:

Éstas son las diez campañas más importantes de la nación que el GOP piensa que puede ganar. Si va a haber un movimiento de péndulo, estos diez escaños lo marcarán.

El apoyo de Palin supuso el toque que le faltaba a Ward para distanciarse definitivamente de su rival, Labrador y tener la oportunidad de recuperar la primera circunscripción electoral de Idaho para el Partido Republicano, algo que debería ser pan comido si tenemos en cuenta que el ticket McCain/Palin arrasó allí con el 62% de los votos en las presidenciales.

Por su parte, Labrador declaró, refiriéndose a Ward y al apoyo obtenido por éste por parte de la cúpula del partido:

Aparentemente cree que porque haya obtenido el respaldo del establishment de Washington eso le importa verdaderamente a la gente de Idaho.

A Labrador no pareció importarle mucho el apoyo dado a Ward por parte del NRCC. El caso es que a la hora de obtener donaciones económicas, Ward aventajaba en mucho a Labrador, mientras que ambos eran claramente superados por el demócrata Minnick.

¿Cómo fue la campaña electoral de Ward? Pues la verdad es que se centró excesivamente en atacar a Minnick, un congresista demócrata que suele votar como conservador (un blue dog democrat) en los grandes asuntos y que votó en contra de Obamacare (si no lo hubiera hecho, ahora sería uno de esos “20” a los que Sarah Palin se la tendría jurada porque la circunscripción que representa fue republicana en 2008), pero que no respaldó la contrapropuesta republicana. Así, Ward declaró:

Mi oponente se encuentra en una encrucijada y no hace nada. No puede conseguir que se haga nada. No apoya a su propio partido y aún así tampoco apoya la alternativa republicana, que está orientada al libre mercado. No puedes estar en misa y repicando al mismo tiempo.

Ward evidentemente se sentía ya el vencedor, pero ni siquiera eso hubiera sido un obstáculo puesto que para finales de abril llevaba una cómoda ventaja sobre Labrador. Lo malo vino en mayo, durante el último mes (las primarias se celebraron el 25 de mayo) cuando a Ward se le acumularon los problemas, problemas que pueden ser detallados uno por uno y la lista casi no se termina nunca.

El principal y más dañino: Ward plagió parte de un discurso de otro candidato. Eso no es malo siempre y cuando no se descubra, lo que no suele suceder a menos que seas tan idiota de plagiar el discurso más famoso de los últimos diez años… el de Obama en la Convención Nacional Demócrata de 2004. Éste es el fragmento del discurso de Obama y el que pronunció Ward (los transcribo en inglés para que lo aprecien mejor):

As we stand at the crossroads of history, we can make the right choices and meet the challenges that face us. If you feel the same urgency that I do, if you feel the same passion that I do, then I have no doubt the people will rise up in November and this country will reclaim its promise and out of this long political darkness, a brighter day will come.

As we stand on the crossroads of history, I know we can make the right choice and meet the challenges that lay before us. If you feel the same urgency and the same passion that I do, then I have no doubt that our voices will be heard in November. And our country will reclaim its promise and out of this darkness, a better day is on the horizon.

Sí, la verdad es que se parecen demasiado. El discurso de Ward fue pronunciado en enero, pero sus adversarios esperaron hasta poco antes de las elecciones para hacerlo público para que tuviera menos tiempo de reaccionar.

Durante un debate celebrado poco antes de las elecciones, Ward trató a Puerto Rico como si fuera un país extranjero cuando es un territorio de los Estados Unidos y… su rival, Labrador, es portorriqueño. Éste así se lo hizo ver:

Labrador: Puerto Rico no es un país. Puerto Rico es un territorio de los Estados Unidos. Ya es hora de que tomemos algunas lecciones y aprendamos lo que es Puerto Rico.

Ward: La verdad es que me da lo mismo lo que sea. No tiene importancia.

Labrador: Obviamente no la tiene para usted.

Pésima respuesta de Ward que no sólo mete la pata sino que luego mete la otra también y ahí se queda. Cuando los periodistas preguntaron a su portavoz de campaña, Mike Tracy, éste alegó que el video del debate había sido manipulado por los asesores de Labrador para hacer quedar mal a Ward y que la cuestión original se refería a “países extranjeros”, lo que hacía la respuesta de Ward más plausible. Además, alegó que por supuesto Ward sabe que Puerto Rico es un territorio estadounidense porque sirvió en Guantánamo durante un tiempo, lo cual a mí todavía no me convence porque uno puede haber hecho la mili en Alicante  y no saber que Mallorca es una isla, digo yo. Además, Guantánamo está en Cuba… ¿Qué tiene que ver eso con Puerto Rico?

Otra pifia fue la revelación de que Ward no votó en las elecciones de 2008. Es cierto que por aquel entonces, estaba trabajando como director de campaña de McCain/Palin en Nevada y alega que estaba tan ocupado que no podía permitirse el coger un avión y volar a Idaho para votar, pero podría haber votado por correo puesto que lo sabía con tiempo suficiente, digo yo también.

A mediados de mayo, un periódico local, el Idaho Statesman, publicó que Ward acababa de ser respaldado por la American Conservative Union (ACU). Lo malo es que ese respaldo no era reciente sino de noviembre del año pasado y la campaña de Ward lo acababa de reenviar al periódico como si fuera de ayer mismo. Con un berrinche de un par de narices por haber picado, los del Statesman reprocharon la mala jugada a Ryan O’Barto, el director de campaña de Ward, y éste explicó que lo había reenviado para refrescar la memoria de los electores:

Según se acerca el día de las elecciones, me gusta reenviar las notas de apoyo. Algunas son de hace mucho tiempo y como que cuando se publicaron originalmente faltaba tanto para las elecciones, la prensa podría no haberlas publicado debidamente.

No debía de gustar mucho la excusa, que algo caradura sí que es, porque una hora después el propio O’Barto llamó al Statesman para cambiar su versión de los hechos:

No estoy intentando echarles la culpa a ustedes. Es la misma nota que antes y no es eso lo que se supone que debería haber sido. Voy a mandar una rectificación. Es culpa mía. Acabo de comprarme un nuevo Mac y aún estoy intentando averiguar cómo funciona.

¡Genial! La culpa es del Mac. Pues haberse comprado otra marca.

Ese mismo día, se reveló también en el periódico Spokesman-Review que la mitad de las diez tomas de postura sobre diferentes cuestiones políticas que Ward exhibía en su página web eran un plagio palabra por palabra de otras tantas de otros candidatos, por ejemplo de Jim DeMint. La campaña de Ward rápidamente las borró y despidió a Ryan O’Barto, no se sabe si por copión, por falta de originalidad, por chapucero, por no enterarse de nada o porque era el único que pasaba por ahí.

Ward también se encontró acusado de cambiar de opinión cuando modificó su postura sobre la 17ª enmienda, la que reserva la elección de los senadores por sufragio universal. En un principio, Ward dijo en televisión que estaría a favor de revocarla, pero tras haber sido presionado por la prensa, cambió de opinión. Él alegó que estaba “clarificando” su postura, pero de decir sí a decir no va mucho más que una aclaración.

En un e-mail enviado a la prensa, Ward incluyó una cita del senador republicano por Idaho, Mike Crapo, que daba la impresión de que respaldaba su candidatura cuando no era así y el propio Crapo le pidió que lo retirara.

Finalmente, se le reprocho a Ward que estuviera en contra del masivo gasto federal cuando su esposa trabaja en Fannie Mae, una de las empresas semipúblicas que han sido rescatadas precisamente con dinero federal y en la cual ocupa un puesto de dirección que le permite a él no trabajar y hasta haber podido dedicarse durante los últimos once meses a su campaña electoral a tiempo completo. Sí, la verdad es que causa un poco de mala impresión, ¿no?

Como resultado de todas estas pifias, el 25 de mayo pasado Labrador venció por un 48% de los votos contra un 39% para Ward. Que conste que Labrador también es un Young Gun, sin embargo, él no ha conseguido cubrir todos los requisitos establecidos para poder ser respaldado completamente por el GOP.

Labrador celebrando su victoria. Ciertamente ha sido toda una sorpresa y está más que claro que ha ganado porque Ward perdió las elecciones por sí mismo. No es un descrédito para él, pero es cierto.

En consecuencia, que en noviembre veremos una campaña electoral entre Labrador y Minnick y no una entre Ward y Minnick. Y que Ward lo tiene crudo para ser elegido para cualquier otra cosa porque todas estas pifias se las recordaran una y otra vez. En fin, que tendrá que buscar otro empleo. Ojo, no digo que sea un mal tipo, sólo digo que ha demostrado ser un pésimo candidato ya sea por culpa suya o por culpa de su equipo. Pero la culpa es suya, no de Sarah Palin. Que ella no ha tenido nada que ver en todo esto. Faltaría más.

Un abrazo, amigo rojobilbao.

P.D. Por cierto, ¿saben quién fue el candidato respaldado por el Tea Party en estas elecciones? ¡Demonios, Walt Minnick, el demócrata! Sí, sí, como lo oyen. Respaldaron a Minnick y éste tuvo la gentileza de rechazar su respaldo después de un cierto rifirrafe que más bien sonaba a excusa para deshacerse de un respaldo que les avergonzaba. ¿Recuerdan cuando Sarah Palin apoyó a Carly Fiorina en California en contra de Chuck DeVore y los del Tea Party le dijeron de todo menos bonita? Bueno, pues si Sarah no fuera una mujer excepcional como lo es, bien que se podría haber tomado la revancha ahora, pero no lo ha hecho. Eso demuestra de qué pasta está hecha. No sé si contarles la apasionante historia de cómo el Tea Party apoyó a un demócrata y éste despreció su apoyo. No sé si les puede interesar. La verdad es que no me interesa demasiado, pero a lo mejor lo hago.

P.P.D. Excelente entrada la de Rillot en su blog: “Señora Presidenta”. No comparto su pesimista punto de vista y estoy seguro de que le gustará que le responda dando el mío, tan optimista siempre. Prometo hacerlo pronto. Y, amigo Rillot, ojalá podamos discutirlo delante de sendas jarras de cerveza un día de estos. Hace ya demasiado tiempo que no nos vemos.


La estrella ascendente de Paul Ryan (y III)

23/09/2010

 

Hoy es posible que tengamos una nueva lectora en “Conservador en Alaska”. Se llama Marta y es amiga mía. Es una chica estupenda, pero la pobre es progre perdida, así que le he aconsejado que lea mi blog durante una temporada para empezar a sanar. A ver si hay suerte. Si antes de tres días recibo un mensaje de correo electrónico poniéndome de vuelta y media por haberla citado aquí y diciéndome de todo menos bonito es que me ha hecho caso. Lo de cambiar de opinión y dejar de considerar a Sarah Palin “una facha” y verla como en realidad es, la mejor defensora de la libertad individual que todavía nos queda a aquellos que pensamos que el ser humano ha nacido para ser libre y tomar sus propias decisiones y no para ser un mero número en el ordenador de cualquier burócrata del gobierno y hacer lo que se le dice cuando se le dice, tardará un poco más, pero cuento con que le ponga interés y acceda a tomarse la medicina cada día (que tampoco es tan amarga digo yo porque siempre procuro que mis entradas sean fáciles de leer y a veces hasta consigo hacer algún chiste bueno que otro). De cualquier forma, saluden a mi buena amiga y denle la bienvenida a nuestra pequeña gran familia: ¡Bienvenida, Marta!

Paul Ryan, el guapo y listo de Wisconsin. Se lo he recomendado especialmente a mi amiga. Sobre todo le he alabado su buen gusto a la hora de escoger sus corbatas aunque igual es su esposa quien se las escoge… Yo porque no estoy casado, pero me han dicho que es lo que suelen hacer, ¿no? ¿Y han visto qué bien hecho lleva el nudo?

Fue en enero de este año, dos días después del discurso sobre el “Estado de la Unión”, cuando el presidente Obama se “coló” en una reunión de congresistas republicanos celebrada en Baltimore (Maryland) y abrió el debate con ellos. Durante noventa minutos, Obama replicó a sus argumentos de una manera que, como no, impresionó muy favorablemente a la prensa estadounidense, tan poco dada a la objetividad como todos bien sabemos.

Sin embargo, ni siquiera los panegiristas esos de los medios de comunicación pudieron ocultar lo que sucedió cuando el representante por Wisconsin Paul Ryan se levantó e hizo su propia pregunta al presidente:

Sirvo como ranking member en el Comité del Presupuesto, así que voy a hablar un poco de presupuestos si no le importa. En los proyectos de ley que usted acaba de firmar y con ello convertir en leyes, el gasto discrecional se ha incrementado en un 84%. Ahora quiere usted congelar ese gasto a este elevado nivel empezando desde el próximo año. Esto significa que el gasto total en su presupuesto crecerá tres centésimas partes de un uno por ciento menos que si no lo congelara. Simplemente me gustaría subrayar que podríamos hacer algo más y comenzar a hacerlo ahora.

Para entender bien esta intervención debemos aclarar que en su discurso del “Estado de la Unión”, Obama se comprometió a congelar el gasto discrecional no relacionado con la seguridad como parte de su campaña para hacer creer a todos los estadounidenses que está haciendo algo para luchar contra el creciente déficit presupuestario, causado en gran parte por él y su administración. ¿Un pirómano reconvertido en bombero? ¿La zorra colocándose como guardiana de las gallinas? ¿El derrochador Obama prometiendo ahorrar? ¡Ja, a otro perro con ese hueso!

En su respuesta, Obama, además de dedicarle a Ryan una mirada de “espera a que te pille en un pasillo donde no haya nadie y verás”, replicó diciendo:

“(…) me gustaría ir un poco más lejos en la subyacente premisa acerca de que nosotros incrementamos el gasto en un 84%. La cuestión de hecho es que la mayoría de los incrementos del gasto en el presupuesto de este año, en el presupuesto del año pasado, no han sido causados por políticas que hayamos iniciado nosotros sino que se produjeron como consecuencia de los “estabilizadores automáticos” que saltaron como consecuencia de esta enorme recesión.

El término “estabilizadores automáticos” se refiere a los pagos que el gobierno federal debe asumir quiera o no, por ejemplo, el aumento de los subsidios por desempleo, que tienden a incrementarse necesariamente en tiempos de crisis. Por otra parte, en cuestiones de gasto, en Estados Unidos existe el gasto imperativo, como el de la Seguridad Social, que crece cuanto haga falta sin necesidad de ser aprobado por el Congreso, y el gasto discrecional, que debe ser aprobado por el Congreso y firmado por el presidente para convertirse en ley.

Obama se imaginaba sin duda, viendo babear a sus bufones favoritos de los medios de comunicación, que le había cerrado la boca a Ryan y, de paso, atizado a Bush 43, que es lo que más le gusta, pero lejos de recular, Ryan simplemente carraspeó para llamar la atención del auditorio y recalcó:

Simplemente quiero decir que los “estabilizadores automáticos” son un gasto imperativo. El gasto discrecional, los proyectos de ley aprobados por el Congreso y que usted firma y convierte en ley, ése es el que se ha incrementado en un 84%.

Obama se calló, miró a Ryan aún más torcido que antes y reconoció tácitamente su derrota diciendo:

Tendremos un debate más largo sobre los números del Presupuesto, ¿de acuerdo? Siguiente pregunta.

Pues sí, ése es Paul Ryan, nuestro congresista por Wisconsin y la mejor cabeza pensante del Partido Republicano en cuestión de números. Alguien que como bien decía una de nuestras amigas, le quita todo el ornamento y el perifollo a la cuestión de que se trate y presenta los hechos desnudos, algo que muchas veces lleva a la gente a darse cuenta de que es el propio emperador el que va desnudo. ¡Que sí, Obama, que estás gastando más que un marinero borracho el primer día de tocar puerto tras una travesía de seis meses! ¡Y no van a ser nuestros hijos los que paguen tu factura del bar!

En esa misma reunión en Baltimore, Obama ya se había referido a Ryan otra vez, al comienzo de su intervención, antes de que el “desagradecido” ése le fastidiara el día, señalando que era él quien había “hecho una seria propuesta” para controlar el déficit y hasta le alabó por haber hecho el esfuerzo. Sin embargo, cuando tu enemigo te alaba, ya puedes echarte a temblar y así fue porque ésa fue la señal para que los demócratas se lanzaran sobre Ryan y su plan durante los tres siguientes días. Los arietes fueron entonces Paul Orszag, el antiguo director presupuestario de Obama; Chris Van Hollen, dirigente del Partido Demócrata; y la speaker de la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi. Los tres, como buenos izquierdistas que son, se limitaron a acusar a Ryan de pretender dejar a los pobres sin cobertura social (ni subsidios de desempleo ni seguridad social) y de reducir los impuestos a los ricos. Pura demagógica, pero ¿qué otra cosa se puede esperar de unos bichos mentirosos semejantes? Lo importante de toda esta historia es que Ryan asusta a los demócratas y ya sabemos que cuando un republicano se gana las iras de los demócratas es porque ese republicano vale… y mucho (y si no, que se lo pregunten a Sarah Palin).

El principal motivo para que los demócratas teman a Ryan estriba en su Roadmap for America’s Future, del cual ya he hablado algo en entradas anteriores de esta serie. Hoy toca entrar en profundidad en él. ¿Qué es el Roadmap al fin y al cabo?

Con unos Estados Unidos habitados por una cantidad cada vez mayor de personas mayores, la amenaza de que el sistema de asistencia social se colapse y se convierta en ineficaz es algo que debería tomarse en serio, tal y como hace Ryan quien en su Roadmap se plantea como objetivos principales los de devolver la vitalidad a la economía estadounidense, disminuir la deuda pública y asegurar la asistencia sanitaria y las pensiones a los jubilados.

Para ello, Ryan haría lo siguiente:

  • Reformar el sistema impositivo, de tal forma que se permitiría seguir pagando impuestos bajo el sistema actual para quien así lo quisiera (locos de atar, por ejemplo), pero los demás podrían optar por un nuevo sistema consistente en un impreso de declaración de renta del tamaño de una postal corriente en la que sólo existirían dos tipos impositivos: uno del 10% para aquellos que ganasen hasta 100.000$ en el caso de una declaración conjunta o hasta 50.000$ en el caso de declaraciones individuales; y otra de un 25% para todos aquellos que ganasen más de 100.000$. No habría deducciones ni nada por el estilo salvo las correspondientes al seguro de enfermedad (que lo veremos más abajo).
  • Eliminar los impuestos sobre los intereses, sobre las plusvalías, sobre los dividendos y el de sucesiones. El impuesto de sociedades, que en los Estados Unidos es el segundo más alto del mundo, se reemplazaría por un impuesto del 8,5%, lo que haría a las empresas estadounidenses mucho más competitivas en el mercado mundial, además de permitirles crear más puestos de trabajo (¡son las empresas las que crean puestos de trabajo y no el gobierno o los sindicatos!).
  • Los programas de Medicare (para las personas mayores) se conservarían en su forma actual para sus beneficiarios y para todos aquellos por encima de los 55 años ahora mismo.
  • El acceso universal a la asistencia médica se garantizaría mediante un reembolso de sus impuestos por valor de 2.300$ por persona o 5.700$ por familia con el que los interesados comprarían su propio seguro médico en cualquier estado de los Estados Unidos (algo que actualmente no pueden hacer).
  • A medida que las personas menores de 55 años fueran llegando a esa edad (en la que entrarían dentro del programa Medicare), recibirían pagos por un valor medio de 11.000$ anuales, indexados a la inflación y vinculados a los ingresos, recibiendo más quienes tuvieran menores ingresos anuales.
  • Todos los estadounidenses, independientemente de sus ingresos, podrían abrir cuentas de ahorro “médicas” con las que financiar sus gastos médicos. En ellas, todos aquellos trabajadores menores de 55 años podrían ingresar más de un tercio de sus impuestos destinados a la Seguridad Social de una forma como si se tratara de un plan de pensiones. Estas cuentas serían patrimonio personal de su titular con lo que se garantiza a sus poseedores que siempre podrán disponer de todo el dinero que inviertan en ellas.
  • Se incrementaría la edad de jubilación, vinculándola con la expectativa de vida del momento (actualmente estaría alrededor de los 75 años), evitando así convertir la sociedad en una tal que entre una tercera parte y la mitad de todos los adultos están jubilados.

El Roadmap incluye más cosas, muchas más, pero éstas son las esenciales. En febrero pasado, la Congressional Budget Office (CBO) analizó el Roadmap y lo declaró solvente, reconociendo que proporciona reformas que harían posible el crecimiento y la prosperidad de la economía estadounidense; aseguraría que el programa Medicare no fuera a la quiebra y haría que la Seguridad Social fuera permanentemente solvente y haría eso sin recortar los beneficios para todos aquellos con 55 o más años actualmente. Equilibraría el presupuesto y recortaría el déficit público también. En definitiva, que pondría la economía estadounidense en el camino correcto en comparación con las políticas que se están siguiendo actualmente y que acabaran llevando a la ruina a los Estados Unidos.

Un gráfico elaborado por el propio CBO: el crecimiento económico en Estados Unidos mostrando tres tendencias (la histórica –en azul–, la actual obamita –en rojo–, y la del Roadmap –en verde–). ¿Cuál prefiere para sus hijos?

Otro gráfico elaborado por el propio CBO: la deuda pública mostrando de nuevo tres tendencias (la histórica –en azul–, la actual obamita –en rojo–, y la del Roadmap –en verde–). Otra vez, ¿cuál prefiere para sus hijos?

Les dejo con esto. Piensen y recapaciten, algo que no es precisamente el deporte favorito de los izquierdistas, que se limitan a leer El País para saber qué tienen que pensar. En estas tres últimas entradas hemos visto lo que muy posiblemente se convierta algún día en la política económica a seguir por la próxima administración republicana, muy posiblemente con Palin de presidente y Ryan de secretario del Tesoro. Yo, la verdad, creo que Ryan de vicepresidente sería echarlo a perder; es demasiado joven para ello y demasiado brillante. ¿Recuerdan aquel dicho de principios del siglo XIX sobre los vicepresidentes? Un padre tenía dos hijos. Uno se hizo marinero y se embarcó y el otro llegó a vicepresidente y de ninguno de los dos volvió a saberse nunca más. Pues eso. Yo simplemente les digo que estaría completamente de acuerdo con que se me aplicara el Roadmap a mi bolsillo; yo lo que quiero es que el dinero (poco dinero) que me gano con mi esfuerzo quiero que vaya a mi bolsillo y no al del Estado a pagar a una caterva de vagos sinvergüenzas que encima tienen la desfachatez de pretender que el dinero público “no es de nadie”. ¡Pues sí que es de alguien! En parte, mío. Y no estoy dispuesto a regalarlo y encima que me desprecien. ¡Faltaría más!

Y en la próxima entrada, vamos a hablar de Sarah que ya toca, ¿no?

P.D. Pues ha salido publicado un nuevo artículo mío en The Americano. Va sobre las primarias y su título es el siguiente: “La vida te da sorpresas y las primarias más”. Léalo aquí.

P.P.D. Sí, ya sé que mi artículo anterior sigue estando cortado. Me prometieron que ya estaría arreglado, pero veo que no es así. Les incluyo aquí mismo el fragmento que falta. Y no, no es censura sino mera pifia. ¿Qué le vamos a hacer?

(…) Otros podrán hacer análisis más sesudos sobre lo que sucedió allí. Incluso podrán pretender que Beck sólo buscaba más audiencia para sus programas, Palin más votos para una futura candidatura a la presidencia y los conservadores, así en general, imponer de nuevo las leyes Jim Crow, quemar algunas cruces y, de paso, derogar Roe vs. Wade. La imaginación es libre y un don demasiado valioso como para despreciarlo salvo cuando, como en el caso de la prensa europea, que sólo vio allí un acto de la “ultraderecha” y sintió escalofríos por ello, se usa solamente para decir majaderías.

La verdad, en cambio, es mucho más prosaica y la resumió perfectamente Sarah Palin al comienzo de su intervención, cuando saludó y dijo: “¿Acaso no estáis orgullosos de ser estadounidenses?”.

Sí que lo estaban. Y lo siguen estando. Y es por eso que quieren recuperar todo lo que implica ser estadounidense antes de que esos que pretender “transformar sustancialmente” su país y convertirlo en una ruina como ya lo es Europa logren su objetivo. Para empezar, quieren recuperar su libertad de tomar sus propias decisiones. Por ejemplo, la de a quién votar el próximo mes de noviembre. Y cuando voten y lo hagan en consecuencia, algunos en Europa volveremos a reírnos de nuevo leyendo en nuestros periódicos habituales: “El Congreso controlado por la ultraderecha. Estados Unidos se vuelve fascista”.

No, Europa no entiende nada. Y lo peor es que ya es demasiado tarde para pretender enseñarle. Su destino está sellado: convertirse en Eurabia. ¡Pobre vieja Europa!

P.P.P.D. Que sí, que ya sé que igual se presenta Hillary Clinton a las elecciones en 2012. ¿Que qué me parece? En principio, me parece que no va a conseguir la nominación y que Obama, aún hecho un Titanic como está hecho (sobre todo ahora que se sabe que fue un error de su timonel el causante del hundimiento), no va a dejarse vencer tan fácilmente. No, no creo que la Clinton se presente finalmente. Pero igual sí porque yo como profeta doy pena.

P.P.P.P.D. ¿Te ha gustado, Marta? A que has aprendido un montón, ¿eh?


La estrella ascendente de Paul Ryan (II)

19/09/2010

 

En la anterior entrada conocimos a Paul Ryan, el representante republicano por Wisconsin, y además de ver que es guapo (una amiga mía progre está harta de que saque “pedazos de tíos” en mi blog y que todos sean de derechas, pero así es la vida), vimos que tiene una buena cabeza. Ciertamente no se ha destacado nunca por su toma de postura en cuestiones sociales, pero teniendo en cuenta su admiración por Ayn Rand, de quien confiesa que si está metido en política es por ella, mucho me temo que si lo hiciera, sería para adoptar opiniones más bien libertarias que conservadoras, tal y como él mismo ha reconocido alguna vez.

Pues si ayer les dije que me recordaba a Reagan cuando era joven, en esta foto le veo un aire a lo Nicolás Sarkozy. En fin, que uno es dado a sacar parecidos a la gente y por lo general no acierto. Ustedes mismos.

De cualquier manera, lo que más nos interesa de él hoy es conocer sus opiniones en materia económica. Y para ello, tenemos que empezar a hablar de ese plan, el “Roadmap for America’s Future” del cual es autor.

Exactamente, el Roadmap (como lo vamos a conocer a partir de ahora para no hacernos pesados) es una propuesta legislativa que Ryan y la minoría republicana en la Cámara de Representantes de los Estados Unidos presentaron en pasado 21 de mayo de 2008 para su tramitación (entonces se etiquetó como HR 6110 y se denominó oficialmente “Roadmap for America’s Future Act of 2008”) y que pretendía aportar una solución a los principales problemas económicos de la nación:

  • ­ Asegurar el acceso universal a la cobertura sanitaria.
  • Reforzar los programas Medicare (para las personas mayores), Medicaid (para las personas sin recursos económicos suficientes) y el resto de la Seguridad Social.
  • Reducir el peso de la deuda nacional.
  • Promover el crecimiento económico y la creación de empleo.

 Casi nada, ¿verdad? Pues no llegó al pleno de la cámara; los demócratas se la cargaron directamente en el comité. Pero eso no desanimó a Ryan quien, a finales de enero de 2010, presentó una nueva versión de su Roadmap, ya no como proyecto de ley, que recogía todas las variaciones que se habían producido hasta entonces en el panorama económico estadounidense.

¡Grrr, demócratas, esperad a que sea Secretario del Tesoro y veréis!, parece decir Ryan en esta foto. Por cierto, me gusta la corbata. Al fin alguien que se sale de la típica corbata lisa roja o azul. Tengo que ver si encuentro una igual.

En esencia, el Roadmap propone cambiar por completo el sistema impositivo estadounidense, corregir de una vez por todas las deficiencias del sistema sanitario y reformar todos los programas de gasto social. Y lo mejor de todo es que dichas propuestas no son meros cantos de sirena sino que han sido avaladas por un organismo tan capacitado e independiente como es la Congressional Budget Office (CBO) del Congreso de los Estados Unidos (un organismo del que Rillot nos ha hablado muchas veces pero que es la primera vez que aparece aquí), que dictaminó en su momento que la propuesta de Ryan era factible, que produciría un verdadero estímulo que redundaría en un alto índice de crecimiento económico de la nación y que provocaría que la Seguridad Social estadounidense fuera solvente por primera vez en muchas décadas, evitando su más que seguro colapso de seguir al paso que lleva. ¡Y todo ello sin necesidad de subir los impuestos o reducir los beneficios de los que disfrutan actualmente las personas acogidas a sus diferentes programas, fundamentalmente los jubilados! Y eso no lo digo yo, sino el organismo del Congreso de los Estados Unidos dedicado al análisis detallado de cualquier propuesta legislativa que se le plantee… ¿Y los demócratas no lo han querido discutir siquiera? No. Pero, ¿están locos esos demócratas? No, simplemente es que son así.

Tal y como dice el propio Ryan:

A lo largo de toda mi carrera en el Congreso he estado viendo como se deterioraba progresivamente nuestra situación económica y he notado que nadie estaba proponiendo soluciones por miedo a caer en la demagogia política. Si eso continua, tengo muy claro que caminamos como sonámbulos hacia una crisis fiscal en la que las alternativas serían peores y que podrían llevarnos más allá en el camino de convertirnos en un “estado del bienestar”.

Gracias en parte al desastre electoral de 2006, en el que los republicanos perdieron el control de ambas cámaras del Congreso, Ryan vio su papel dentro del partido potenciado hasta el punto de convertirse en el ranking member del comité de Presupuestos, lo que le permitió contar con la posibilidad de trasladar sus propuestas a la CBO para que las evaluasen. Así pues, decidió presentar una alternativa claramente conservadora a lo que estaba haciendo la actual administración con el fin de evitar la catástrofe a la que los Estados Unidos están abocados si continúan las cosas como hasta ahora:

En 2008, cuando presenté esto [el Roadmap], creía que teníamos diez años por delante antes de que fuera demasiado tarde para retroceder y poder mantener así lo que yo llamo la idea de gobierno limitado americano basado en la libertad, la libre empresa y una sociedad de emprendedores. Ahora, creo que tenemos la mitad de ese plazo a causa de la crisis económica en la que nos encontramos y a causa también de la agenda que Washington está desarrollando ahora mismo.

El Roadmap, pues, es más que una mera propuesta económica, ya que incluye en su texto una amplia muestra de sabiduría política que nos remite hasta Thomas Jefferson, John Locke o Émile Durkheim. Su idea central consiste en la asunción de que la expansión del estado del bienestar al estilo europeo en los Estados Unidos sería algo tan perjudicial que provocaría el desarraigamiento de lo que el Roadmap denomina orgullosamente “el carácter americano”, basado en la libertad y la responsabilidad personal.

Así pues, Ryan establece como primer punto que todos los problemas a los que se enfrentan los Estados Unidos hoy en día están interrelacionados y no se puede pretender abordarlos por separado: si alguien quiere acabar con la creciente deuda nacional, tendrá que hacerlo poniendo orden en Medicare; a la vez, si alguien quiere poner orden en Medicare, no lo podrá hacer si no reforma de una vez por todas y bien el sistema sanitario; y para reformar el sistema sanitario, hay que reformar también el sistema fiscal; y si se reforma el sistema fiscal, tendremos las bases puestas para espolear el crecimiento económico, lo cual nos permitirá contar con los ingresos suficientes como para pagar la creciente deuda nacional y conseguir que deje de ser eso: creciente.

Para cualquiera sin la cabeza de Ryan, la mera idea de tocar una sola de todas estas piezas del rompecabezas  que es la economía estadounidense sin causar un desastre mayor, produce vértigo. Sin embargo, Ryan logra que parezca hasta fácil. Y lo que es mejor, que lo entienda hasta un inepto en cuestiones económicas como yo. Pero aún así, su objetivo es muy ambicioso, tal y como reconoció Ramesh Ponnuru en National Review Online:

El representante Ryan es la imagen especular de la agenda de Obama. Intenta mover a los Estados Unidos dentro del libre mercado antes que en una dirección socialdemócrata y yo apoyo este objetivo; pero es tan transformativo, tan ambicioso, tan inmodesto. No creo que el público, o el sistema político, puedan soportar este tipo de cambio tan profundo.

Por supuesto, Ryan es optimista (a la fuerza ahorcan, digo yo) y cree que el Congreso tiene la capacidad de aprobar una propuesta de reforma tan audaz como lo es el Rodmap:

Yo creo que la respuesta es sí, si ganas el debate. Pero tienes que entrar en el debate para poder ganarlo.

Incluso ha previsto que su plan sea ejecutado en partes, lo que no supondría que fuera impracticable, sino meramente un poco más de tiempo y, eso sí, la necesidad de tomar prestado más dinero a corto plazo, que es lo que está incrementando la deuda nacional. El plan está diseñado para ser flexible  e incluso para aceptar alternativas válidas a sus propuestas.

No es un plan de tómalo o déjalo. No es ésa su intención. Es una visión, lo que en mi opinión necesitan los Estados Unidos al tiempo que mantienen sus promesas a las generaciones actuales que han construido sus vidas alrededor de estos programas.

La principal intención de la revisión del Roadmap que ha llevado a cabo este año, en realidad, es la de provocar un debate público entre los votantes acerca de la crisis nacional. El principal problema para llevar a cabo una reforma de este tipo es que a quien más asusta es a los mayores que, en general, son todos ellos votantes activos, mientras que los jóvenes, que tendrían que estar aún más interesados en ese debate porque afecta a su futuro, sencillamente no piensan en el momento de su jubilación y suelen votar mucho menos. Ryan es consciente de ello y por eso intenta que dicho debate llegue sobre todo a los más jóvenes, los que más tienen que perder, usando para ello herramientas como Facebook o Twitter, que más de uno ya nos ha demostrado la potencia que pueden tener.

Para Ryan, si los Estados Unidos siguen sin abordar los cambios necesarios, los jóvenes estadounidenses se encontraran con un país en el que “su mejor siglo habrá sido el anterior y no el presente. Ése es el camino que llevamos ahora mismo. Cuanto antes podamos ayudar a los estadounidenses a ver eso, antes podremos abordar el tipo de cambios que necesitamos para prevenirlo”.

Lo malo es que no es sólo contra los demócratas con quienes tiene que luchar, sino también contra sus propios compañeros de partido, asustados por la oposición encontrada en el bando demócrata (lógica por otra parte) y tan demagógica como siempre, pretendiendo que Ryan sencillamente quiere dejar a todos los jubilados sin seguro médico. Falso, pero efectivo porque en un año como éste, electoral y con buenas perspectivas para los republicanos, ¿quién va a querer meterse en un fregado como el de explicar a los votantes que ellos no van a suprimir en absoluto Medicare, pero sí que van a reformarlo para que sus nietos puedan disfrutar de él cuando les llegue el turno cuando los demócratas en el rally de enfrente están asegurando a voz en cuello que sí que lo van a suprimir y que sólo ellos les pueden garantizar esos beneficios por los que han estado trabajando durante toda su vida?

Una difícil elección porque si los republicanos quieren merecer alguna confianza como el partido que va a poner en práctica lo del gobierno limitado esta vez sí y no va a ser de nuevo el partido de más gobierno todavía, ésa es una propuesta que tienen que poner encima de la mesa y pelear por ella a cara de perro si hace falta antes de que esa catastrófica crisis final a la que Ryan le ha dado un plazo de cinco años se les eche encima y entonces ya no haya nada que reformar.

Y no son meras pesadillas después de haber cenado fuerte. El caso de Grecia ha hecho saltar todas las alarmas y España, que a punto estuvo en mayo pasado de seguir el mismo camino, las volvió  a hacer sonar. Grecia cayó con una deuda nacional del 113,4% del Producto Interior Bruto (PIB), un porcentaje que le impidió obtener dinero en los mercados internacionales ante la imposibilidad de que los inversores se creyeran que lo iba a devolver (cuando uno gana 20.000 € al año y debe 22.500 €, a ver quién es el guapo que le presta mil euros más). Según datos de la CBO, Estados Unidos superará ese porcentaje en 2026, llegando al 223% en 2040, 433% en 2060 y 716% en 2080, en que sencillamente el país estará en ruinas (cuando uno gana 40.000$ al año y debe 300.000$ lo suyo ya es de juzgado de guardia, ¿no?).

John Cochrane, catedrático de Finanzas en la Universidad de Chicago, declaró al respecto de la creciente deuda nacional estadounidense:

Uno no llega a ese punto. Mucho antes de alcanzar un porcentaje de varios cientos del PIB, los mercados internacionales dicen: “No, no lo vamos a hacer, no te vamos a prestar más” y entonces uno tiene una enorme crisis entre manos. Testigo: Grecia.

Para Cochrane, los inversores internacionales suelen fijarse un plazo de treinta años cuando compran bonos del Tesoro de los Estados Unidos. Actualmente, estos inversores todavía confían en la capacidad de los Estados Unidos para hacer frente a sus obligaciones y creen también que el país encontrará la manera de superar sus dificultades, pero existe el riesgo de que la crisis estalle abruptamente si, por cualquier motivo, por ejemplo, China, una de sus mayores acreedores, pierde esa confianza en la capacidad de los Estados Unidos para salir de la crisis. No existe un límite concreto, un porcentaje que esos mismos inversores se marquen como el máximo asumible, sino que depende de muchas cosas. Por ejemplo, en 1945, ese porcentaje era del 121,7% y no pasó nada porque todos sabían que estaba causado por la guerra y que la guerra era algo temporal que terminaría pronto y los Estados Unidos volverían a la senda correcta y pagarían sus deudas.

Es cierto que los Estados Unidos aún pueden recurrir a la máquina de imprimir billetes, a diferencia de Grecia, pero aunque eso aliviaría el problema del pago de la deuda, provocaría a su vez una inflación tan descomunal que sería peor el remedio que la enfermedad. Y a efectos prácticos, el resultado sería el mismo: la bancarrota.

En su opinión, sólo existe una manera de evitar ese problema y es “convencer a los mercados de que tienes un plan y vas a corregir el problema tarde o temprano”. Ahora mismo, el único plan sensato (los de Obama no cuentan; no lo son) que hay sobre la mesa es el de Ryan. Tal vez el año que viene, con un Congreso republicano, sea el momento de que lo vuelvan a tomar en consideración. Ojalá.

 Por mi parte, en la próxima entrada les detallaré de una vez por todas en qué consiste el dichoso Roadmap. Tendremos gráficos y números, muchos números. Parecerá una mala copia de una entrada de Rillot, ya lo verán. Y a lo mejor hasta logramos entender algo. Dios lo quiera.

P.D. Ésta es mi entrada número 200. ¡Qué ilusión! A trancas y barrancas, pero sigo aquí. Y con más ánimos que nunca. Tengo que hablarles un día sobre el libro, que va avanzando, pero antes tengo que explicarles lo que opino sobre lo que han supuesto las primarias estadounidenses y terminar con el Roadmap. ¡Uf, esta semana va a ser muy intensa!

P.P.D. Es cierto que hubo un error a la hora de publicar mi colaboración en The Americano. Al artículo le faltan las últimas diez líneas. Cosas de los duendes de imprenta (o de algún demócrata infiltrado). Ya he avisado y se está en trance de corregirlo. Gracias por el aviso, amigos.


La estrella ascendente de Paul Ryan (I)

18/09/2010

 

¿Quién es Paul Ryan? ¿No lo conocen? Seguramente no y no se preocupen porque es normal. De hecho, yo mismo, y a pesar de disfrutar de una cierta buena información sobre lo que se cuece en los mentideros políticos estadounidenses, tuvo que ser a raíz de una conversación mantenida esta semana pasada con Alberto Acereda, el comentarista político a quien todos conocemos, quien llamó mi atención sobre él (¡gracias, Alberto!), que caí en la cuenta de él. Es cierto que ya sabía de quién se trataba y hasta tenía alguna referencia sobre su persona, sobre todo un comentario elogioso realizado hace tiempo por Sarah Palin, pero ha sido ahora que me he documentado sobre él que he apreciado lo muy conveniente que será para todos nosotros, buenos conservadores, que sigamos con atención su carrera. Ryan, como otros jóvenes valores del GOP, tales como Marco Rubio en Florida, Sean Duffy en Wisconsin o Joe Miller en Alaska, tiene un brillante futuro ante él y en cuanto les ponga en antecedentes, verán cómo están de acuerdo conmigo.

¡Señoras y señores, les presento a Paul Ryan, de Wisconsin! ¿A que se parece algo a Reagan en sus años mozos?

Paul Ryan se llama en realidad Paul Davis Ryan, Jr. y nació el 29 de enero de 1970 en Janesville (Wisconsin) que es donde ha vivido siempre y donde sigue haciéndolo ahora. Tiene por tanto 40 años, casi 41, y desde hace doce es el representante republicano por la primera circunscripción electoral de Wisconsin en la Cámara de Representantes del Congreso de los Estados Unidos. Su primer mandato en ese cargo fue en 1998, cuando ganó las elecciones a su rival demócrata, una tal Lydia Spottswood, por una diferencia porcentual de 14 puntos (57%-43%). Luego, ha ido encadenando victoria tras victoria desde esa fecha (les recuerdo que en el caso de la Cámara de Representantes, las elecciones se celebran cada dos años), siempre con porcentajes de voto superiores al 60%, habiendo acabado por aburrir a su eterno rival demócrata, un tal Jeffrey Thomas, quien tras perder por cuarta vez consecutiva, desistió y decidió que eso de la política no es lo suyo, cediendo el testigo a otra audaz demócrata, una tal Marge Krupp, quien perdió igualmente en 2008 y sin mejorar nada los resultados de su antecesor: 35%-64%. Para las próximas elecciones de noviembre, los demócratas han cambiado de candidato y ahora es un tal John Heckenlively, de quien se sospechan tendencias autodestructivas (je, je, je), quien se arriesga a ser una nueva muesca en la culata del revólver de Ryan.

Entre los paisanos de Ryan que más nos pueden sonar destaca Sean Duffy, uno de los candidatos respaldados expresamente por Sarah Palin durante estas pasadas primarias, quien se presenta también como candidato a la Cámara de Representantes de los Estados Unidos, aunque él lo hace por la séptima circunscripción electoral, que está en la otra punta del estado. También, pero ya como mera anécdota, tiene como paisano a Sunny Munroe, que es una a quien todos aquellos de mis lectores que tengan hijos o nietos en edad de ver a todas horas el canal Disney sabrán de sobras quién es. Más seriamente, les puedo decir también que Ryan estudió en la Miami University en Oxford (Ohio), donde se licenció en Económicas y Ciencias Políticas en 1992. Está casado con Janna Ryan y tiene tres hijos: Liza de 8 años, Charlie de 6 y Sam de 5. ¡Ah, y le gusta la caza! En concreto, la del ciervo (se llevará estupendamente con Sarah, ¿a que sí?).

Otra nueva foto de Paul Ryan. Por cierto, es católico. Sí, ya sé que eso no tiene importancia, pero a mí me hace ilusión. Un día les redactaré una lista de políticos estadounidenses católicos y verán qué cosas… Para empezar, Joe Biden lo es también. A su manera, me imagino porque si no, no se entiende.

La carrera política de Ryan comenzó pronto, nada más terminar sus estudios. En 1992, entró a trabajar como ayudante del senador por Wisconsin Bob Kasten, pasando en 1995 a hacerlo para el senador por Kansas Sam Brownback. También ha trabajado como redactor de discursos para William Bennett mientras éste era el responsable máximo de la lucha contra las drogas (“drug czar” que lo llaman allí) y para Jack Kemp, cuando éste se presentó como candidato a la vicepresidencia junto a Bob Dole en 1996. En 1998, Ryan decidió que ya sabía lo suficiente como para volar solo y se presentó a sus primeras elecciones, ganándolas fácilmente y renovando su escaño una y otra vez hasta ahora en que se ha convertido en una de las voces más influyentes del movimiento conservador dentro del GOP.

Tengo opiniones firmes, ideas firmes. Pero no estoy buscando el convertirme en algún famoso líder del movimiento conservador. Simplemente no contemplo eso como mi rol. No es lo mío. Yo quiero ser un líder a la hora de definir políticas.

El nombre de Ryan empezó a sonar seriamente el año pasado, en 2009, cuando hasta el The Wall Street Journal y el The New York Times se tomaron la molestia de dedicarle sus editoriales hasta por tres veces, además de contar con más de veinte citas en las cadenas de noticias por cable y, maravilla de las maravillas, que el propio Dick Cheney le mencionara (y no una sino dos veces) como uno de los líderes emergentes del partido. Con esos antecedentes, no es de extrañar que fuera el orador principal en la Conservative Political Action Conference (CPAC) de este año, 2010, en Washington, D.C.

¿Y cuál es el motivo de esa popularidad? ¿Qué ha hecho? ¿Lo han pillado saliendo con Angelina Jolie, tal vez? No, por supuesto que no. Ryan es serio. El principal motivo por el que su nombre ha saltado de esa manera a los medios de comunicación tiene que ver con haber sido el autor de la respuesta republicana al presupuesto de los Estados Unidos presentado por la administración Obama, dando a su partido, el Republicano, la posibilidad de presentar una alternativa creíble que redujera los impuestos a los ciudadanos y el gasto desmesurado del gobierno federal en contraposición al pozo sin fondo que era la propuesta demócrata finalmente aprobada y, con ello, cerrando la boca a todos esos que no hacen más que repetir que los republicanos no tienen ideas. Además, Ryan es el autor también del llamado Roadmap for America’s Future (Hoja de ruta para el futuro de Estados Unidos), un plan económico del que les hablaré con detalle en mi siguiente entrada, pero del que les avanzo que contempla cómo hacer frente a los desafíos que supone para Estados Unidos el creciente déficit presupuestario y la reducción del crecimiento económico y de la creación de empleo.

Ryan tiene muchas virtudes, pero sobre todo destaca por una: tiene una buena cabeza para los números. Lo que le ha convertido en el principal ariete de su partido en cuestiones económicas, un aspecto en el que el Partido Republicano nunca ha demostrado demasiada suficiencia que digamos. Conservador fiscal sin complejos, Ryan reconoce como sus fuentes de inspiración a autores tales como Friedrich Hayek, Milton Friedman y Ayn Rand.

Si tiene mérito eso que conviene recordar que Wisconsin no es precisamente tierra de republicanos y su circunscripción electoral, la primera, la más pequeña del estado, es una que tiene tendencia a votar republicano, pero no mucho y que si bien votó por George W. Bush en los años 2000 y 2004, lo hizo por Barack H. Obama en 2008. Una situación que implica que deba convencer una y otra vez a sus paisanos sobre la bondad de sus propuestas, lo que ya le hizo declarar una vez:

Un montón de tipos [se refiere a sus colegas congresistas] votan como quieren y luego vuelven a casa y se van a pescar (…) Yo tengo que votar y luego volver a casa y explicar lo que he hecho y por qué lo he hecho.

Ryan confesó una vez que si está metido en política se debe a Ayn Rand, pero a la hora de definir su manera de hacer política, su guía es Jack Kemp:

Jack [Kemp] tuvo una enorme influencia sobre mí, su estilo de conservadurismo integrador, sus opiniones a favor del crecimiento económico, su estilo de alegre guerrero. Todo eso fue contagioso para mí.

Su trabajo en el Congreso está tan centrado en cuestiones económicas que eso le ha hecho evitar las sociales, las más divisivas actualmente para los votantes, lo cual es una ventaja para él. Sin embargo, eso no quiere decir que no tenga sus propias opiniones al respecto. Así, por ejemplo, votó en su momento a favor de cierta ley federal que prohibía la discriminación basada en la orientación sexual a la hora de conseguir un empleo, lo que le supuso algunas tiranteces con sus colegas republicanos:

Tuve algunas críticas por esa votación. El modo como veo yo eso… Tal vez informado por amistades que he tenido, gente con la que he crecido en Janesville que no escogieron el ser gays. No era una orientación que decidieron experimentar o eligieron. Es simplemente que son así. Fueron creados de esa manera.

Pero ya hemos dicho que lo suyo son los números y ahí sí que se moja. Y lo dice bien claro, pero sin la menor acritud hacia el presidente Obama:

Mira, Barack Obama está haciendo lo que él piensa que está bien. Yo simplemente estoy en desacuerdo con él. No creo que el hombre sea malvado o siniestro. Simplemente creo que es un liberal.

Y lo mismo cuando se refiere al partido rival:

[Los demócratas] no son nuestros enemigos, son nuestros rivales. Se presentaron [a las elecciones] con ese programa y lo están cumpliendo. ¡Ellos ganaron!

La base de su pensamiento económico se centra en la bondad del gobierno limitado y de los mercados libres como base del crecimiento económico y de la prosperidad así como de la libertad del individuo y de su plena realización, algo radicalmente opuesto a la política económica propuesta por la actual administración, de la que opina que está llevando a Estados Unidos al borde del precipicio y puede acabar convirtiéndolo en un país europeo (¡horror!) donde “los amigos de la libertad quedarán reducidos al silencio prácticamente. Sea como sea que uno llame a ese tipo de gobierno, no será una democracia”.

Con estas prendas, no es extraño que haya quien pronostique para él una futura candidatura vicepresidencial, aunque otros lo ven más como el speaker de una Cámara de Representantes con mayoría republicana. Entre los que así opinan, está su antiguo patrón, Bill Bennett:

Es justamente lo que el GOP necesita. Si tuviéramos que diseñar a un candidato republicano, esto es lo que buscaríamos precisamente: la juventud, el optimismo, la claridad de ideas. No es del Sur. Dios bendiga al Sur, pero ya hemos tenido una y otra vez.

Actualmente, Ryan es el ranking member del comité del Presupuesto de la Cámara de Representantes (les recuerdo que cada comité, compuesto por un número proporcional de demócratas y de republicanos, está dirigido por un demócrata, el chair, mientras que su contraparte republicana es conocida como el ranking member), algo inusual tratándose de un congresista tan joven, pero que demuestra su valía que nadie pone en duda. También es miembro del comité de Medios y Arbitrios, que se ocupa de todo lo referido a los impuestos.

En cuanto a su propia opinión sobre qué camino seguirá su carrera, sabemos que durante el segundo mandato de George W. Bush, Ryan rechazó una oferta de ser su Budget Director (director presupuestario). Él mismo ha negado interés en ser gobernador o senador, en este último caso al menos mientras su rival demócrata sea uno que se presenta para la reelección; otra cosa sería si se tratara de un escaño abierto, pero ahora mismo no tiene planes a este respecto. Tampoco la propuesta de presentarse a la presidencia parece atraerle.

No sé qué voy a hacer. ¡Para empezar, yo no planeé todo esto! Todo el mundo [me dice]: “Oh, ¿qué vas a hacer ahora?” No voy a hacer esto siempre. Quiero hacer lo me haga más efectivo en el tiempo que me queda en el servicio público.

Y si él mismo no lo sabe, no vamos a ser nosotros quiénes se lo digamos. Dios dirá. De momento nos quedamos con esto sobre Paul Ryan, el hombre. En la próxima entrada, les hablaré sobre Paul Ryan, el político, y veremos con detenimiento sus propuestas económicas. (¡Ay, ay, ay! ¿Yo, hablando de economía? ¡Pero si eso es cosa de Rillot! Lo que se va a reír cuando se dé cuenta de que no distingo la “inflación” de la “estanflación” y que “deuda soberana” me suena a las deudas del rey… ¿Quién me mandaría meterme en estos fregados?).

Hasta la próxima pues. ¡Ah, y que no se me olvide que tenemos que pasar cuentas de lo que han sido estos nueve meses de primarias!

P.D. ¿Recuerdan que solía escribir en una estupenda publicación llamada Semanario Atlántico? Bueno, pues Semanario Atlántico cerró por diversos motivos y su editor, Alberto Acereda, pasó a otra publicación llamada The Americano. El caso es que Alberto sigue pensando que mis escritos tienen su interés, lo cual ya es el colmo de la bondad para conmigo, y me ha ofrecido seguir colaborando con él en su nueva andadura. ¿Cómo iba yo a decirle que no? La semana pasada publicó mi primera colaboración titulada “Restoring Honor: Más revolucionario que una revolución y Europa sin enterarse”.  Pueden leerla aquí, si lo desean. Es una buena publicación, se lo aseguro, y ésta vez disponemos de más medios para llegar a más gente. Poco a poco, igual conseguimos que nos lean en la Casa Blanca y todo (aunque sea para ponernos en la lista negra).


Restoring Honor: Sarah Palin en Washington, D.C.

08/09/2010

 

Les pido perdón a todos. Me he retrasado. La verdad es que tenía la intención de publicar una buena reseña del acto celebrado el pasado 28 de agosto en Washington, D.C., pero entre mi jefe que se ha vuelto loco (o un poco más si cabe porque nunca ha estado muy cuerdo, no) y se piensa que las horas tienen setenta minutos y sus empleados ni comen ni duermen y mi compromiso de poner un libro sobre Sarah Palin en la calle antes de finales de año, mi actividad clandestina como bloguista palinista feroz se ha visto algo postergada. ¡Ah, qué suerte tienen aquellos que pueden dedicarse en exclusiva a la noble tarea de juntar letras! En fin, que dejando aparte lo de mi trabajo, que no es un placer, el resto de mis actividades sí que lo son y por más que me cuesten, lo hago muy a gusto, ya lo saben. Sin embargo, esta semana está siendo bastante difícil y lamento no poder ofrecerles el pedazo de entrada que tenía pensada. A cambio les ofrezco estas humildes reflexiones escritas a vuelapluma, confiando en que no se sientan demasiado decepcionados. Y es que no sería mala idea en absoluto que las horas tuvieran setenta minutos. Ya lo creo.

Sarah Palin en Washington, DC. Sarah Palin en el acto “Restoring Honor”. Sarah Palin hablando desde la tribuna de oradores y diciendo con voz clara y firme: “Es tan honroso encontrarse hoy aquí con todos vosotros, patriotas”.

Fue el pasado 28 de agosto. Fue en Washington, D.C. Fue a los pies del Lincoln Memorial, el mismo sitio donde exactamente 47 años antes, en 1963, el reverendo Martin Luther King pronunció su tal vez más famoso discurso, I Have a Dream (Tengo un sueño), ante una multitud de 200.000 personas ansiosas por escuchar la palabra “libertad” y saber que esta vez se les aplicaba a ellas. Una fecha que no fue escogida a propósito por el organizador del acto, el locutor de radio y presentador de televisión, Glenn Beck, pero que una vez que se dio cuenta de la coincidencia, la consideró como una señal de que su intención era acertada, al unir de alguna manera aquel día en que King trató de devolver su honor a los negros estadounidenses con este nuevo día en que él intentaba devolver a todos los estadounidenses, blancos o negros, su honor de nuevo perdido.

El acto reunió a varios cientos de miles de estadounidenses, muchos más que en 1963, tal y como reconocen personas que estuvieron allí en aquella ocasión y que no tienen ninguna duda al respecto. Y, sin embargo, no se trataba de un acto político. No se trataba de un acto de partido, fuera cual fuera este partido. Ningún candidato a un cargo público iba a pronunciar un discurso o presentar un programa electoral o criticar siquiera al gobierno. El acto de ese día era  una reunión de estadounidenses orgullosos de ser eso, estadounidenses, y que sentían vivamente que sus dirigentes actuales no están ni mucho menos tan orgullosos de serlo también como lo están ellos.

Una imagen aérea del Lincoln Memorial (al fondo de todo). Como se puede ver, estaba abarrotado. Pero es que la imagen no deja ver que aquellos que estaban justo enfrente del monumento estaban mucho más apretados de lo que lo estaban los demás. ¿Trescientas o cuatrocientas mil personas? Sé de un asistente al acto de 1963 que asegura que había más de medio millón.

Se trataba de una mera llamada a “restaurar el honor” de los Estados Unidos, un honor que muchos se temen que se haya perdido durante estos últimos años entre tanta vergonzosa petición de perdón al mundo, tanta humillante reverencia ante dirigentes extranjeros y tanta traidora voluntad de salir huyendo de cualquier conflicto antes que pelear. Pero claro, cuando uno no tiene claro que su postura sea la justa y no se tiene el valor de defenderla por la fuerza si es necesario, ¿qué otra cosa se puede esperar que una retirada precipitada, un mensaje televisivo celebrando el fin de las hostilidades pero sin reclamar la victoria y a otra cosa mariposa?

Es por ello que la llamada de Glenn Beck a restaurar el honor perdido de los Estados Unidos era más que oportuna y la prueba de ello la tenemos precisamente en la masiva afluencia de gente al acto, que se alargó por más de tres horas y media en la mañana de un caluroso día de agosto. Nadie pierde el tiempo asistiendo a un acto así si no está plenamente convencido de la justicia de la causa que los reúne a todos y de la oportunidad de hacerlo precisamente ese día, tal y como señaló Sarah Palin, la oradora invitada más esperada y que cosechó unas ovaciones aún mayores que las del propio Beck, en su discurso:

Y sobre estos terrenos donde tenemos el honor de estar hoy, sentimos el espíritu del Dr. Martin Luther King, Jr., que en este mismo día, cuarenta y siete años antes, dio voz a un sueño que nos retaría a hacer honor a las sagradas cartas de nuestra libertad – que todos los hombres son creados iguales.

Hubo muchos más oradores, muchos más discursos y mucho tiempo y muchos motivos para sentirse orgullosos de ser estadounidenses. Un sentimiento este, el del patriotismo, que siempre ha incomodado mucho a los liberales (en el sentido americano del término, por supuesto). También hubo mucho tiempo para referirse a Dios y a su infinita bondad con ese país. Otro sentimiento, el de la fe, que incomoda aún más si cabe a esos mismos liberales para quienes todos los dioses menos el propio son dignos de respeto y todo país menos el propio es digno de encomio con la única excepción del pequeño, esforzado y valiente Israel.

Incluso la sobrina de King, Alveda, ocupó su puesto en el escenario, sirviendo de eslabón entre ambas fechas, la de 47 años antes y la de 2010, por más que algunos pusieran el grito en el cielo sin recordar que Martin Luther King era republicano y fue republicano hasta el día de su asesinato, un partido al que un negro podía enorgullecerse de pertenecer, tal y como dijo otro negro estadounidense, Frederick Douglass (1818-1895):

Soy republicano, un negro puro republicano, y nunca he tenido la intención de pertenecer a otro partido que el partido de la libertad y el progreso.

Y es que el partido de la libertad para un negro siempre ha sido el republicano. Por supuesto, no lo era el Partido Demócrata, el partido de la esclavitud y de la secesión por más que ahora pretendan escribir la historia de otra manera. Afortunadamente, el acto del sábado estaba por encima de opiniones partidistas y ninguno de los oradores hizo mención expresa de ello. Ni siquiera los que podrían tener más interés en ello como Sarah Palin, quien se presentó durante su discurso completamente ajena a cualquier postura partidista:

Ahora, se me ha pedido que hable hoy no como política. No, como algo más – mucho más. Se me ha pedio que hable como la madre de un soldado y me siento orgullosa de esa distinción.

Y así lo hizo. Beck habló de Dios, de tener fe en Él y de sus esperanzas de que ese día fuera precisamente el día en que los Estados Unidos “comienzan a volver a Dios”. Palin habló de los Estados Unidos, del valor y sacrificio de sus militares y de lo mucho que debemos a esos hombres y mujeres “que prestan juramento y que pagan el precio por nuestra libertad”. Cada uno habló del tema que más le identifica, ciertamente, pero ambos juntos, unidos, conjuraron los demonios para todos los liberales de Estados Unidos al invocar un país orgulloso, valiente y confiado en la voluntad divina, precisamente el tipo de país que ha sido siempre Estados Unidos y que tanto detestan y confían en destruir ahora que en la Casa Blanca tienen a la persona adecuada para ello, alguien que se ha pasado media vida (sólo media porque la otra media aún la tiene que vivir) odiando a su país que tanto le ha dado, tal y como reconoció públicamente su propia esposa refiriéndose a sí misma.

¿No es fascinante la manera de ser de esta mujer? No busca nunca ser el foco de atención, pero lo es. No busca nunca ser la estrella, pero lo logra. Y si tiene que ocupar un puesto secundario, como el pasado 28 de agosto, lo acepta tranquilamente. A veces pienso que es capaz de no presentarse a las elecciones presidenciales de 2012 y  en cambio decirnos que va a apoyar a otro candidato. Quiera Dios que no lo haga, pero de verdad que si lo hiciera no podría decir que me ha sorprendido.

Y ésa fue precisamente la tercera pata sobre la que se asentó todo el acto: tras Dios y la patria, la voluntad de la gran mayoría de los estadounidenses de no ser otra cosa diferente a lo que son. O sea, que nada de aceptar una “transformación” como pretenden sus actuales dirigentes, un nuevo intento de ingeniería social a los que tan afectos se han mostrado siempre todos los regímenes totalitarios. ¡Nada de revolución, nada de transformación, nada de ser otra cosa que lo que somos! Sarah Palin lo dijo más claro que el agua al afirmar:

Asumo que todos vosotros sabéis también que no debemos transformar los fundamentos de Estados Unidos tal y como desearían algunos. ¡Debemos restaurar los Estados Unidos y debemos restaurar su honor!

O es que, tal y como les preguntó a todos nada más iniciar su discurso: “¿Acaso no estáis tan orgullosos de ser estadounidenses?”
 
Ya hemos dicho que no era una reunión partidista. De hecho, estaban prohibidas las pancartas para evitar que las habituales muestras de ingenio político deslucieran el acto. Ahora bien, ¿qué culpa tiene uno si cuando habla de Dios, de la patria y de el orgullo de ser quien es y no quien desearía otro que fuéramos se identifica a esa persona con un conservador? Ciertamente, los liberales no suelen hablar de Dios ni de la patria y están siempre más que dispuestos a demostrar su desprecio por su prójimo al negarse en redondo a aceptarle tal y como es y pretender dictarle cómo tiene que hablar, comportarse y hasta pensar. No son los conservadores los que suelen hablar de revolución, sino los liberales. Y no son tampoco los conservadores los que tienen millones de muertes a sus espaldas en horrorosos programas de ingeniería social que pretendían crear al “hombre nuevo” o traer el paraíso en esta vida y no en la siguiente. Pero es que pensándolo bien, ¿por qué un liberal no puede creer en Dios o amar a su país?

Nada ni nadie impedía que un liberal acudiera al acto del sábado. Y seguro que había más de uno entre los cientos de miles de personas que allí se dieron cita. Estoy convencido de que no todos los liberales estadounidenses han sido absorbidos por completo por esa extrema facción que representa el actual presidente de los Estados Unidos. Ojalá haya sido así porque ésa y no otra era la verdadera intención de Restoring Honor: unir a los estadounidenses, blancos o negros, rojos o azules, ricos o pobres, en lo que es o debería ser su más íntima convicción: que Estados Unidos es una fuerza del Bien en este mundo y que así deberá seguir siéndolo siempre. Y sólo de ellos depende que lo consigan.

God bless America.


¿Quién quiere a Sarah Palin en el GOP?

24/07/2010

 

Pues la verdad es que mucha gente. Lo que pasa es que esa gente no suelen ser dirigentes del partido, sino meros afiliados de base. Los dirigentes, salvando alguna honrosa excepción, sencillamente la detestan. Y no es de extrañar si recordamos el historial de enfrentamientos de Sarah Palin con los “intereses creados” desde tan pronto como fue elegida por primera vez concejal de su pueblo, Wasilla (Alaska). Al día siguiente de tomar posesión de su puesto, ya estaba enfrentada con quienes habían patrocinado su candidatura en la confianza de que sería una buena chica, de esas que “se sientan y se callan”. Grave error de juicio el que cometieron los aprendices de brujo esos. No podían haber dado con alguien menos dispuesto a ser un mero engranaje en la máquina. Al contrario, Sarah Palin tenía vocación de ser el grano de arena que lo descuajaringaba todo y a fe que lo hizo. Y si no, que se lo pregunten a los good ol’ boys de la política de Alaska, los del “Corrupt Bastards Club” (CBC), miembros del Partido Republicano como ella, que acabaron todos fuera de juego tan pronto como Sarah Palin ocupó su puesto como gobernadora de Alaska. Y eso todavía no se lo han perdonado. Ni lo harán nunca. Porque tienen mucho miedo de que pueda hacer lo mismo en Washington, DC. Que lo hará.

Una foto que agradezco especialmente que me la hayan enviado porque me viene como anillo al dedo para ilustrar la entrada de hoy. Quiera Dios que esté profetizando y que a partir de enero de 2013 podamos ver una imagen semejante a diario y durante los próximos ocho años (después Piper ya tendrá 19 años, pero me temo que aún será demasiado joven como para presentarse a las elecciones… Sí, no hay duda. Tendremos que esperar un poco más para ver a otra Palin en la Casa Blanca. Esperemos que no tengamos que sufrir mientras a Chelsea Clinton, ¡glups!).

Hace pocos días, el pasado 22 de julio, se hicieron públicos los resultados de una de tantas encuestas como suelen realizarse en Estados Unidos. Encargada por The Economist, entre otras cuestiones, una de las preguntas, tal vez la más interesante era la siguiente: “Si usted tuviera que escoger a uno, ¿cuál de las siguientes personas quisiera que fuera el nominado republicano para la presidencia en 2012?”. Las respuestas fueron las siguientes:

  • Sarah Palin (antigua gobernadora de Alaska): 28%
  • Mitt Romney (antiguo gobernador de Massachusetts): 18%
  • Newt Gingrich (antiguo speaker de la Cámara de Representantes): 17%
  • Mike Huckabee (antiguo gobernador de Arkansas): 13%
  • Mitch Daniels (actual gobernador de Indiana): 4%
  • Tim Pawlenty (actual gobernador de Minnesota): 1%
  • Mike Pence (actual representante por Indiana): 1%
  • Haley Barbour (actual gobernador de Mississippi): 1%
  • John Thune (actual gobernador de South Dakota): 1%
  • Sin preferencia por ninguno de ellos: 17%

Ciertamente no se trata más que de una encuesta como hay cientos a diario y no vale la pena hacer mucho caso de ninguna de ellas, ya que la única encuesta que importa es la del día de las elecciones, pero si la he traído a colación se debe a que en ella aparecen además (y por enésima vez) una serie de datos que, de tanto repetirse en cada encuesta que se realiza, ya pueden darse casi como verdades indiscutidas: primero, que los partidarios del movimiento Tea Party prefieren a Sarah Palin antes que a cualquier otro candidato (entre los que se declaran así en esta encuesta, un 26% la prefieren a ella, un 19% prefieren a Romney, un 16% a Gingrich y un 15% a Huckabee); segundo, que entre los votantes republicanos, su popularidad es abrumadora, lo que la convierte en su principal apuesta de cara a las primarias de 2012 (entre los que se declaran así en esta encuesta, un 77% tiene una visión favorable de Sarah Palin sobre un 17% que la tienen desfavorable).

En consecuencia, uno no debería estar muy lejos de la verdad si considerase a Sarah Palin como la personalidad más influyente dentro del Partido Republicano. Sin embargo, en este caso en concreto eso no es cierto. Sarah Palin no es una personalidad influyente dentro del Partido Republicano si a lo que nos referimos es a la maquinaria del partido, el establishment republicano, como lo llaman algunos para hablar solamente de los órganos directivos del Partido Republicano, o el Beltway GOP, como lo llaman otros por la autopista de circunvalación que rodea Washington, D.C. y con lo que se pretende englobar además a todos los cargos electos republicanos que prestan servicio allí, ya sea en el Senado o en la Cámara de Representantes. Dónde sí que es influyente Sarah Palin, y aquí sí que no hay ninguna duda de que es la más influyente de todos con diferencia, es fuera de la organización del Partido Republicano, entre la base social. Dentro de la organización, mi opinión es que Sarah Palin delega en Fred Malek, un peso pesado del partido (muy pesado realmente) que forma parte de su círculo íntimo y que pienso que es quien asume su defensa ante ellos e intermedia si es menester.

Sin embargo, no parece que esa mala opinión que puedan tener de ella dentro del partido le preocupe mucho a Sarah Palin, quien desde que terminó la pasada campaña electoral, buen cuidado ha puesto en mantener las distancias con esas dos instancias, el establishment y el Beltway GOP. Perfecta conocedora por experiencia de cómo se cocinan las cosas en los despachos de los altos cargos del Partido Republicano, casi siempre por haber sido el pollo que no la cocinera, ya mencioné una vez que Sarah Palin es casi una tercera vía que, sencillamente, no se ha molestado todavía en romper su carnet del partido públicamente. De hecho, estoy convencido de que le trae bastante al fresco lo que puedan pensar las altas esferas del Partido Republicano sobre ella, decidida como está a no volver a ser el muñeco de nadie y conservar su libertad, una libertad que perdió voluntariamente cuando accedió a integrarse en el ticket de John McCain y que para lo único que le sirvió es para que la abandonaran a su suerte durante toda la campaña electoral y que aún después de ésta pretendieran cargarle el muerto del fracaso electoral. Sarah Palin va por libre e incluso el propio título de su libro, Going Rogue, parece haber sido escogido ex profeso (yo creo que ésa es la idea) para mandarles un mensaje a los budas del Partido Republicano y decirles que la han perdido definitivamente, que vuelve a ser la Sarah Palin que el año 2006 en Alaska triunfó en las elecciones a gobernador aún con la oposición de ellos quienes (recordemos que el Partido Republicano de Alaska sólo contribuyó a su campaña electoral con 5.500 $) y que nunca más lo dejará de ser.

Así las cosas, el que hace poco, a raíz de la última metedura de pata de Michael Steele, el chairman del Partido Republicano, diciendo que la guerra de Afganistán es “una guerra elegida por Obama” y sugiriendo que no es posible ganarla, hayan surgido muchas voces criticando sus palabras (entre ellas, las de los senadores John McCain, de Arizona; Jim DeMint, de South Carolina; y Lindsey Graham, de South Carolina también), así como otras clamando por la destitución de Steele (entre ellas, las de Bill Kristol, editor de The Weekly Standard; Liz Cheney, cabeza visible de Keep America Safe;  Tom Cole, representante por Oklahoma y antiguo dirigente del National Republican Congressional Committee; y Katon Dawson, antiguo dirigente del Partido Republicano de South Carolina y antiguo rival también de Steele por la dirección del Partido Republicano) e incluso abogando porque sea sustituido por Sarah Palin, no es de extrañar.

El primero en proponer tal solución fue tal vez Kevin Williamson en su blog en National Review, quien dijo:

Palin sería mucho mejor chairman del Republican National Committee que candidata presidencial o “hacedora-de- reyes” por su cuenta. Atraería toneladas de dinero y ayudaría a reclutar buenos candidatos. Por ejemplo, ella sobresaldría haciendo las cosas que Steele debería haber hecho en lugar de nombrarse a sí mismo gurú republicano en jefe.

Una chairman Palin ayudaría a dotar del tono correcto al Partido Republicano sin tener que embrollarse en las minucias del desarrollo político que no son su fuerte. Por seguro, ella es divisiva, pero también lo es Barack Obama y estos son tiempos de división. Y una cosa es tener a una chairman del partido divisiva y otra tener a una candidata divisiva.

En principio, la propuesta resulta de lo más interesante, pero a mí personalmente no me convence porque quien la propone sigue con la manía de que Sarah Palin no es una política capaz de articular un programa electoral serio y consistente, presentarlo ante la opinión pública y ganar unas elecciones basándose en él. En mi opinión, lo que subyace en la idea de Williamson es ofrecer a Sarah Palin un retiro dorado, permitiendo así a Mitt Romney presentar entonces su fracaso de candidatura sin temor alguno a que Sarah Palin pueda derrotarle. Vamos, un timo. Y ese timo no le va a salir bien a Williamson porque estoy convencido de que Sarah Palin tiene medidos todos y cada uno de sus pasos de aquí a 2012 y dudo mucho de que ser chairman del Partido Republicano y meterse en ese avispero lleno de vagos sinvergüenzas y crápulas, politicastros de la peor especie, que es el Republican National Committee, le atraiga en lo más mínimo. Buen intento, Williamson, pero Sarah Palin es demasiado lista para ti. Inténtalo con tu sobrino de diez años a ver si con él cuela.

Pero no fue solamente Williamson quien lanzó la idea; por otro lado, The Daily Constitution, un blog conservador, se mostró igualmente favorable a la idea de una Sarah Palin chairman:

No existe otro republicano hoy en día a quien los progres odien o teman más que a Palin. El GOP necesita desesperadamente su liderazgo, el poder de su estrellato y su capacidad de recaudar fondos para conseguir las victorias políticas en noviembre que el partido está esperanzado en obtener para ganar de nuevo la Cámara o el Senado. Después de la última metedura de pata por parte del líder del RNC Michael Steele, la hora de Palin puede estar cerca si es que ella está dispuesta.

De nuevo, opino que no está en absoluto dispuesta. Sarah Palin no va a meterse en ningún sitio donde ella no sea la única jefa. Y punto.

De cualquier manera, recordemos que el mandato de Steele es por dos años, que éste concluye en enero del año que viene y que su puesto depende de la voluntad de los miembros del Republican National Committee. Tras las recientes protestas por parte de algunos de los pesos pesados del partido, la cuestión de su conveniencia en el cargo ha saltado a la luz pública y estos miembros deben de estar ya considerando la cuestión que se reduce a si echar a Steele antes de las elecciones de noviembre puede ser beneficioso o no de cara a las perspectivas electorales del partido. Y si finalmente deciden que sí que lo es, ¿a quién poner en su lugar? 

Ciertamente nombrar a Sarah Palin chairman del GOP (y que ésta lo aceptara) sería un movimiento de lo más inteligente para un Partido Republicano con la voluntad de volver al camino correcto, depurar el partido de los RINO que lo infestan actualmente (y que, con la eterna cantinela de que “hay que ganar el centro, o sea a los independientes” lo único que logran es enajenarse el apoyo de los conservadores) y convertirlo en un partido con verdaderas posibilidades de triunfo en 2012 ya que dondequiera que vaya Sarah Palin va con ella el apoyo de la base política más entusiasta que existe actualmente en Estados Unidos: los teapartiers republicanos (y muy seguramente muchos de los teapartiers independientes y hasta de los demócratas). Y es que, si nos ponemos a pensarlo, ¿qué otro nombre dentro del Partido Republicano puede a día de hoy concitar tanto apoyo por parte de los votantes? ¿Puede alguien imaginarse un nombre siquiera? ¿Romney? ¡No me hagan reír! ¡Él es precisamente el candidato del establishment! ¿Gingrich? Su tiempo ya ha pasado y aunque nadie niega su sabiduría política, no es un candidato creíble porque ya demostró en NY-23 que antepone antes los intereses del partido a los del movimiento conservador lo que le valió la repulsa del Tea Party. ¿Huckabee? No tiene ninguna posibilidad de ganar por lo que lo único que hará será animar las primeras primarias para dejar paso a una Sarah Palin que se le comerá todo su apoyo tradicional. ¿Daniels? ¿Pawlenty? ¿Pence? ¿Barbour? ¿Thune? ¿Quiénes son esos? ¿Jindal? ¿Jeb Bush? ¿En serio pretenden que le regalemos la reelección a Obama más de lo que le regalamos ya la primera elección en 2008? Aparte que otro Bush no sé si podríamos soportarlo. Dos y no más, Santo Tomás.

Es muy posible que este próximo mes de noviembre tengamos el placer de contemplar una avalancha republicana en el Senado y en la Cámara de Representantes que libere a Estados Unidos de los peores temores causados por unos demócratas medio socialistas, medio locos. Las cosas no marchan bien y los estadounidenses lo saben. Y Obama lo sabe también. O al menos lo debería saber porque seguro que Rahm Emanuel, su jefe de Gabinete, le informa de que a cada día que pasa sus índices de popularidad están un poco más bajos y que en los dos años que faltan todavía para que concluya su mandato hay tiempo de sobras para que lleguen al sótano de la Casa Blanca, rozando la red de alcantarillado público, una proeza que no logró Bush 43 siquiera. Si finalmente se produce esa avalancha, ¿quién se llevará el mérito de ello? ¿Una Sarah Palin que se ha partido la cara por una serie de candidatos por los que nadie daba ni un centavo hasta que ella los respaldó y los puso en boca de todos o un inane Partido Republicano que, si por él fuera, a estas alturas en lugar de avalancha estaríamos hablando de catástrofe bis, a imagen y semejanza de la que se produjo en 2006? El triunfo de una buena cantidad de candidatos “palinistas” en noviembre no repercutirá de ninguna manera en el GOP; antes al contrario, será el aviso por parte de sus votantes de que la brecha entre ellos y la dirección del partido es tan ancha y profunda ya que no hay puente que pueda salvarla. En diciembre, Sarah Palin puede encontrarse con que es la candidata indiscutida para obtener la nominación republicana en 2012 y Mitt Romney bien haría en preguntarse si vale la pena correr otra campaña electoral para ser de nuevo un elegante perdedor.

Todos sabemos que para el establishment republicano, a pesar de lo mucho que la detestan, Sarah Palin es perfecta para mantener “a los tipos del Tea Party dentro de la tienda”. Sin embargo, ni Sarah Palin piensa que ella esté para eso ni los del Tea Party tienen ninguna intención de seguir dentro de la tienda quietecitos porque la intención de ambos es realmente hacerse con la tienda y echar de allí a los que tan mal la montaron. Y ya lo dijo claramente en su discurso en Nashville cuando la convención del movimiento. Para Sarah Palin, los del Tea Party son el partido y son ellos los que están en la buena dirección y en tanto que ellos la acepten como su abanderada, su objetivo será que el Partido Republicano se vuelva como el Tea Party y no que el Tea Party se vuelva como el Partido Republicano. Y es que todas esas miles y miles de personas que lo componen no se van a contentar con pegar sobres y llamar por teléfono pidiendo el voto para el candidato republicano que sea sino que lo que pretenden es, en primer lugar, recuperar su partido, un partido descarriado desde hace muchos años, y luego, en segundo lugar, recuperar su país, el Estados Unidos del sueño americano. Y saben que sólo Sarah Palin puede garantizarles eso.

Y para terminar hoy, les dejo con otra aportación que me ha llegado recientemente. Un magnífico esquema explicativo sobre qué es la democracia entendida a la manera progre. Vale por media docena de sesudos manuales de ciencia política. Por cierto, yo no he pasado del primer “Racist!”. Qué le vamos a hacer.


SARAH PALIN VISTA POR LAS MUJERES (y II)

22/06/2010

 

Seguimos donde lo dejamos el domingo pasado. Hoy les traigo tres nuevos artículos sobre Sarah Palin escritos por otras tantas mujeres que al igual que ella no están dispuestas a ser lo que los demás quieren que sean, sino lo que ellas mismas decidan. Y es que resulta curioso que esas sumas sacerdotisas de esa religión laica que es a fin de cuentas el viejo feminismo izquierdista, a poco que profundizas un poco en su doctrina y les sales con alguna que otra herejía (por ejemplo, que la maternidad no es realmente una carga sino un gozo), se pongan furiosas y rápidamente te excomulguen, llegando hasta el punto de negarte tu propia condición de mujer. Y suerte que ya no pueden quemar viva a la gente que si no lo harían. Porque ganas no les faltan. ¿A quién le puede extrañar pues que odien de esa manera a Sarah Palin? Ella es un ejemplo para todas las mujeres de Estados Unidos, especialmente para las jóvenes y ojalá acabe siendo el bufido que terminará por derribar el enorme castillo de cartas que ha construido la izquierda durante estas últimas décadas con el fin de acabar con nuestra libertad y la de nuestros hijos. Dios lo quiera.

Una foto que estoy seguro que irritará mucho a los izquierdistas: Sarah Palin con su hijo Trig y otro chico afectado también de síndrome de Down llamado Steve Wrigley. Y es que uno no puede dejar de pensar que, para nuestra izquierda tan “humanista”, tanto Trig como Steve deberían estar muertos; o sea, no haber nacido siquiera. ¡Y aún pretenden que pensar así es meritorio! ¿Por qué no confiesan de una vez que sus corazones son tan negros como la pez y simplemente odian todo lo que es bello y bueno? ¿A qué desalmado se le puede ocurrir pensar que las vidas de Trig y Steve no son tan merecedoras de ser vividas como la suya y la mía? Pues sólo a alguien intrínsecamente malo, no le den más vueltas. Y de esos hay un montón alrededor nuestro. Y lo peor es que suelen estar en el Poder.

Otro prólogo (menos plúmbeo que el último, lo prometo)

Me avisa nuestro amigo Santi de que los del papelucho ese conocido como Newsweek han publicado un reportaje sobre Sarah Palin titulado “Saint Sarah”. Ciertamente había tenido noticias sobre él y hasta había leído algunos fragmentos. Luego, no he tenido más remedio que leerlo todo. Y mi opinión sobre lo que he leído es clara: vomitivo. Sencillamente. ¿Por qué demonios los de la izquierda no dejan en paz a Sarah? Evidentemente porque no pueden. La odian demasiado y la temen demasiado también. Saben que ella es la única que puede despertar a los estadounidenses después de tanto tiempo adormecidos, tiempo que bien que han aprovechado ellos para irles arrebatando porciones de libertad hasta el punto de que apenas les queda ya nada. Pero lo poco que les queda, lo van a defender con uñas y dientes. Y Sarah Palin es quien les inspira a cada día que pasa para hacer precisamente eso. ¡Pues claro que la odian! ¡Pues claro que la temen! ¿Cómo no iban a hacerlo?

Estamos viendo cómo las mujeres de Estados Unidos, o al menos una gran parte de ellas, han empezado a revolverse contra el feminismo izquierdista militante, ése que se arroga el derecho a representarlas a todas y a que unas pocas decidan por ellas cuáles deben ser sus opiniones sobre todo lo divino y lo humano. Pero muchas mujeres no están de acuerdo con la “doctrina” oficialmente establecida y aún a riesgo de ser tenidas por heréticas están plantando cara, siguiendo la estela de Sarah Palin, tal vez la más herética de entre todas ellas. Pero las feministas de izquierdas no son las únicas en atacar a Sarah; también están los ateos. O, si no ateos estrictamente, los que bien podrían catalogarse como anticristianos. Precisamente otro de los motivos por los que Sarah es tan odiada porque ya no es sólo que sea una mujer que se niega a perder su femineidad, sino que además es una mujer sinceramente creyente y que no se avergüenza de decir que cree y que confía en Dios para marcarle su camino en la vida. Y no sólo lo dice sino que más de una vez la hemos visto rezar en público, sin exhibiciones pero sin recatarse tampoco.

Los del papelucho ese no merecen más comentarios porque no es en absoluto mi intención el hacerles publicidad. Bastante tienen ellos con intentar evitar la quiebra a la que están abocados, ya que hasta este blog tiene más lectores que ellos. No puedo dejar de comentar lo mucho que me gustaría que esa parte del mundo ateo (no todos ellos, afortunadamente, porque hay ateos y ateos al igual que hay creyentes y creyentes) que parece complacerse en perseguir a los cristianos nos dejaran en paz. Nosotros no nos metemos con ellos, pero ellos no dejan de meterse con nosotros en una clara demostración de que si por esas personas en concreto fuera ya estaríamos todos de nuevo en el circo, que es su secreto deseo. ¡Bah, cuánta basura! A ver si se arruinan ya de una vez y puedo pasar por delante de un quiosco sin tener que taparme la nariz, ¡caramba! (Este párrafo fue corregido a posteriori. Vea los comentarios a esta entrada para conocer el motivo).

Tres artículos más

Y aquí tienen nuestro primer artículo. Estos que les ofrezco hoy son un poco más antiguos que los del domingo, pero también tiene su encanto el leerlos sabiendo todo lo que ha sucedido desde entonces. Y darse cuenta de la mucha razón que llevaba la autora.

RECUPERANDO EL FEMINISMO: SARAH PALIN RESPALDA A NIKKI HALEY COMO GOBERNADORA DE SOUTH CAROLINA
Por Lori Ziganto
Publicado el 16 de mayo de 2010 en Hot Air.com.

Hoy, en Columbia, South Carolina, dos de las mujeres que están mostrando a Estados Unidos lo que el verdadero feminismo es, aparecerán juntas, momento en que Sarah Palin respaldará oficialmente a Nikki Haley como candidata a gobernadora de South Carolina. Tuve el honor de encontrarme con Nikki Haley y oírle hablar en Atlanta, en la reunión de Red State, el pasado verano.

Ella es aún más impresionante en persona de lo que lo es en papel (o en la web). Ella fue una de las varias mujeres, incluyendo a Liz Cheney a quien adoro también, que habló en aquel evento, cada una tan impresionante como la siguiente. Todas listas como rayos, carismáticas, rápidas,  apasionadas, llenas de energía y con un espíritu luchador que personifica mi lema personal: “Camina suavemente. Pero lleva contigo un gran lápiz de labios”.

La izquierda odia esa frase y me han ridiculizado por ella en más de una ocasión. Ya saben, no la comprenden. No es sorprendente, realmente, que tal y como todos sabemos cualquier cosa que la izquierda etiquete como “para las mujeres” sea precisamente todo lo contrario. De la misma manera que las autodenominadas feministas de hoy en día son cualquier cosa menos feministas. De hecho, ellas se oponen diametralmente al feminismo por propia definición porque toda su agenda es verdaderamente perjudicial para las mujeres. Es por eso que ahora las llamo feminifobas y devuelvo el término feministas.

Las auténticas feministas son mujeres como Sarah Palin y Nikki Haley. Ellas son las nuevas caras del feminismo. Esto tiene un gran aliciente añadido también –son mucho más agradecidas a la vista y fáciles de exhibir que ninguna de esas histéricas arpías chirriantes como las ya irrelevantes y pronto extinguidas feminifobas. Ellas, y las mujeres como ellas, están dando un paso al frente ahora.

Ya hemos tenido suficiente, ya ven. Estamos enfadadas. Estamos cansadas de feminifobas clamando que hablan por nosotras. Estamos cansadas de que se burlen de nosotras como traidoras a nuestro género por no acatar la disciplina feminista y osar ser pro-vida. Estamos cansadas de sus intentos de minusvalorar la maternidad. Estamos cansadas de las mujeres siendo pintadas como víctimas perpetuas por la izquierda, necesitadas del Gran Papá Gobierno para salvarnos.

Estamos cansadas de trabajar duramente para levantar nuestras familias y que cada vez el gobierno se lleve más y más. Estamos enfadadas de ser tratadas como niñas que no son capaces de dirigir sus propias vidas, incluso hasta el punto de que nos controlen qué comida podemos comer. Estamos enfadadas de que el futuro de nuestros hijos esté siendo despilfarrado y estamos temerosas de que nunca conozcan el país que nosotras conocimos y amamos. Estamos enfadadas de que estemos perdiendo nuestra libertad. ¿Recuerdan el viejo dicho: “No hay furia en el infierno como una mujer despreciada”? Pues saluden a la despreciada (estoy agitando mi mano justamente ahora).

Nosotras somos las mujeres a las que la izquierda odia. Y, ya saben, si la izquierda nos odia, será porque estamos haciendo algo bien, ¿verdad? Nos odian porque no nos entienden. De hecho, creen que las mujeres son inferiores y tienen una definición pervertida de la igualdad. Con todo lo que claman por la “igualdad”, no creen sinceramente en ella en absoluto. Amanda Marcotte, una vez bloguista principal para el mentiroso y por largo tiempo no reconocedor de su paternidad John Edwards, lo dejó claro cuando recientemente intentó explicar por qué todas las mujeres deberían ser liberales:

«Para mí, los derechos de las mujeres y el liberalismo están en mi mente demasiado entrelazados y me fascina y me divierte ver a las conservadoras quejarse de que las feministas están siempre con los demócratas, como si pudiera haber una especie de feminismo conservador. Ver a alguien como Sarah Palin pretendiendo llevar ese manto es ver el fallo en tratar de ser eso que llaman una feminista conservadora, que es que no son muy pro-mujer. Las mujeres necesitan cosas para la igualdad que casan perfectamente con la agenda liberal: medio ambiente limpio, cobertura sanitaria universal, derechos civiles, derechos individuales, autonomía corporal, cosas como ésas. No puedo dejar de ver lo muy diferentes que son las dos agendas».

¿Quién no es muy pro-mujer, Srta. Marcotte? ¡Tonta de mí! Supongo que usted debe tener razón porque yo soy una boba. ¿Cómo pueden unas simples mujeres preocuparse acerca de cosas tales como la abstrusa economía o las irritantes materias militares? ¡Las mates son difíciles! ¡Y eso es para los chicos! (Bueno, excepto para el presidente Obama, por supuesto). Debería callarme o empezar a chillar acerca de mi “derecho” a abortar niños no nacidos para poder ser “igual” y preocuparme acerca de cosas tan bonitas como el medio ambiente.

Sí, no demasiado. Me adhiero a Sarah Palin, Nikki Haley, Liz Cheney, Michelle Bachmann, Michelle Malkin y otras fuertes y brillantes mamás.

Creo que la izquierda está cerca de un rudo despertar y de un bonito tiempo fuera de juego que le van a dar las susodichas mamás. ¡Deja que mamá lo haga que lo hará mejor, como siempre!

Y éste es el segundo ¿La autora? Pues ni más ni menos que Rachel Campos-Duffy, la esposa de Sean Duffy, el candidato a representante por Wisconsin. Este artículo lo publicó ella, que es una reputada comentarista política, mucho antes de que Sarah Palin respaldara a su marido y es tan bueno que ardía en deseos de ofrecérselo algún día.

SARAH PALIN: REDEFINIENDO EL FEMINISMO
Por Rachel Campos-Duffy
Publicado el 24 de noviembre de 2009 en The Americano.com.

Si sigue al ritmo actual, Going Rogue de Sarah Palin está en el camino de convertirse tal vez en el libro de no ficción más vendido jamás. El extraordinario éxito de su lanzamiento y las multitudes de fans que esperan a Sarah en cada parada de autocar de su gira de presentación por todo el país sólo pueden rivalizar con la inacabable sucesión de cabezas parlantes liberales ansiosos de dar de lado con años de cuidadosamente cultivada sensibilidad de género en un intento de terminar de una vez por todas con un trabajo que habían confiado que les llevaría apenas lo que quedaba de 2008 –o al menos los dos meses en que concedieron a Levi Johnston libre acceso a los más codiciados medios de comunicación.

Rachel Campos, su marido, Sean, y sus cinco hijos. Falta el más reciente que todavía no había nacido. Por favor, no me digan que una familia así no es una bendición de Dios.

Cuando Tina Brown se ríe y defiende la indefendible portada de Newsweek de la antigua gobernadora llevando pantalones de deporte ante Matt Lauer en The Today Show y Naomi Wolfe en el programa de Larry King llama a Palin “Evita” y “geisha” y acusa a la ferozmente independiente gobernadora de Alaska de ser la “musa” y la “representación telegénica” de una conjura entre Cheney/Rove/Haliburton, uno ya sabe que hay más miedo que asco en las filas liberales y feministas.

Así pues, ¿de qué están asustados exactamente las feministas liberales? Volviendo la vista al otoño de 2008, muchos conservadores teorizaron que todo se debía al aborto. Era una madre reciente, candidata pro-vida a la vicepresidencia, que reabría un debate que las feministas prefieren creer que ya está cerrado y la mera visión de su bebé Trig apoyado en la cadera de la hermosa y confiada Sarah Palin en la noche de su perfecto discurso en la Convención Republicana Nacional provocaba un inquietante sentimiento de culpabilidad nacional y de inesperada introspección en una sociedad que aborta cerca del 90% de los bebés con síndrome de Down. Pero yo creo que la cólera y la obsesión con todo lo que se refiera a Palin tiene raíces mayores y más profundas que las del aborto.

Lo que es realmente el meollo de esa implacable y vitriólica paranoia salió a la luz de una manera bastante inocente en la blandita y al estilo de las mejores celebridades entrevista en el programa de Oprah. De hecho, el comentario ofensivo fue pronunciado de una manera tan casual y dentro de la conversación que, hasta donde yo he podido llegar, la clase parloteante, normalmente tan rápida a la hora de echarse encima y devorarte a la más mínima señal de carne fresca en forma de mamá, especialmente viniendo de alguien tan abominada por la izquierda como Sarah Palin, no cayó en la cuenta. Hacia el final de la entrevista, en un bonito momento de alabanza y admiración hacia su anfitriona, Sarah recordó los tiempos cuando veía el programa de Oprah más asiduamente, “recordando cuando era una mamá ama de casa en los años 90”. Eso está bien, recordando cuando era una mamá ama de casa. ¿Cuándo hemos oído nunca estas palabras salir de boca de una política, mucho menos de una que es una posible contendiente al cargo político más encumbrado de todos?

En esa inocente frase, Sarah hizo más que hacerse querer por Oprah o por las mamás amas de casa de todo el país; junto con su marido, Todd, Sarah Palin está, radical y tal vez irrevocablemente, redefiniendo el feminismo. La biografía de Sarah es la prueba viviente de lo que muchas mujeres ya han confirmado en sus propias vidas: que el éxito y el poder de las mujeres no es necesariamente incompatible con un matrimonio temprano, embarazos no planificados, maternidad en casa o una gran familia.

En comparación con el moderno estilo de vida de Sarah de “tómala como viene”, las nociones feministas de éxito son bastante rígidas. Animan, si es que no exigen, que las mujeres jóvenes abandonen sus raíces familiares para perseguir una educación de elite de la Costa Este, experiencias urbanas (adiós al cocido casero o a los filetes de alce), salarios de seis cifras y un límite respetuoso cuando se trata de los hijos (¡menos problemas, menos contaminación!). La vida familiar de Sarah, tan colorida como es, es una afirmación de las virtudes de la vida en cualquier pequeña población de Estados Unidos; de grandes y unidas familias cristianas y de su proximidad a una familia extensa dispuesta a ayudarles. El éxito de Sarah es la prueba de que el conservadurismo y los valores familiares tradicionales no son incompatibles con los modernos sueños y ambiciones de las mujeres y que con la bendición de un buen compañero como Todd, incluso puede ser un muy superior y mucho más satisfactorio camino que tomar para conseguirlos.

Esto ya asusta lo suficiente a las Naomi Wolfe y Sally Quinn del mundo, pero que ese feminismo de tercera ola de Wolfe pudiera ser sucedido por otro mucho más potente y relevante de cuarta ola presentado por una conservadora, pro-vida, pro-armas, educada en un colegio público, convertida al cristianismo, antigua reina de la belleza y mamá ama de casa republicana es sencillamente más de lo que podrían soportar.

Ciertamente una cosa que el establishment feminista nunca previó fue a Todd Palin. El nuevo marido evolucionado no se suponía que iba a ser un trabajador manual, pescador comercial y piloto de motos de nieve. Se suponía que iba a ser un universitario de elite, liberal lector del New York Times. La gran esperanza era Bill Clinton, pero la dejó pasar. Sin embargo, sus impecables credenciales pro-abortistas le garantizaron el perdón después de lo de Monica y las feministas prepararon el escenario para su redención durante la largamente esperada campaña presidencial de Hilary. Pero el pobre Bill no pudo evitar el chupar demasiada cámara y su narcisismo le costó caro a ella en unas primarias tremendamente reñidas. El “Primer Tío” del estado más macho de nuestra unión, por otra parte, permaneció tranquilamente entre bambalinas apoyando a su triunfante esposa sin la más mínima muestra de resentimiento o de envidia.

Lo que une a las mujeres a Sarah es precisamente lo que las separa de la vieja guardia de políticas feministas como Hilary y Diane Feinstein –su tranquilo, maternal estilo. ¿Puede alguien imaginarse a Hilary sosteniendo a un bebé en su regazo después de aceptar la nominación vicepresidencial? Sarah abraza la maternidad y la auténtica femineidad con un estilo sin complejos que le da precisamente su legítimo poder. Es algo que las feministas han rechazado durante largo tiempo y a lo que se continúan resistiendo peligrosamente. Es la fuente de su creciente irrelevancia y les desconecta de una generación de mujeres que son demasiado sabias y están demasiado liberadas para aceptar ciegamente los mantras feministas y sus guías para el “éxito”.

Tengo 38 años y soy una mamá ama de casa hispana con cinco hijos y esperando el sexto en abril. Vivo en el Wisconsin rural y estoy casada con un leñador del Medio Oeste y fiscal del distrito que es un verdadero compañero –se siente tan cómodo cambiando pañales como ante el tribunal o manejando un hacha. Tengo una educación universitaria y no considero que la haya desperdiciado con mis hijos y mi familia. Escribo y encuentro maneras creativas de perseguir mis intereses personales gracias a la tecnología, un gran marido y parientes voluntariosos que me ayudan con los niños siempre que se lo pido. Compro en un supermercado y voy a Massachusetts cada semana. Soy pro-vida, amo a Reagan, asistí a tea parties este verano y voto a los republicanos. Si Sarah redefine el feminismo, y el poder de las mujeres, entonces la cuarta ola de feminismo se parece sin duda mucho más a mi vida y mucho menos a la de Gloria Steinem y  Naomi Wolfe. Y todo eso, en esencia, es por lo que tienen tanto miedo de Sarah Palin.

Y el tercer y último artículo. Después de leer a las convencidas de antemano, vamos a ver a una que no estaba nada convencida y que poco a poco fue despertando a la realidad y ahora es una de las más firmes partidarias de Sarah Palin, lo que demuestra que no todo está perdido y que los izquierdistas aún tienen salvación, pero con mucho esfuerzo y una gran cantidad de ayuda de Dios.

UNA IMPROBABLE PALINISTA
Por Anita Moncrief

Publicado el 24 de noviembre de 2009 en Hot Air.com.

En enero de 2008, muchos meses antes de que Sarah Palin irrumpiera en la escena nacional, estaba valorando las posibilidades de la que era mi candidata soñada para ser la próxima presidente, Hilary Clinton. Clinton había estado en mi corazón desde 2000 y había dicho audazmente a quienquiera que quisiera oírlo que ella volvería triunfante a la Casa Blanca a los ocho años. Al contrario que muchos de mis amigos negros, yo no estaba excitada ante la posibilidad de Barack Obama y no sentía la necesidad de “apoyar a uno de los nuestros”.

Habiéndose descrito a sí misma como liberal y feminista, Clinton tuvo todo mi apoyo durante el período de primarias. Acepté los errores de su equipo y sus propias equivocaciones por todo el camino como inevitables. La amarga lucha de las primarias fue inesperada dada la inexperiencia de Obama. Todavía confiaba en que Hilary saldría victoriosa. Incluso después de algunas obvias trapacerías en estados con caucus, nunca confié que Obama fuera a ganar la nominación. Cuando lo hizo, dejé de lado mi desacuerdo y me uní a sus filas. Traté de sentirme orgullosa por sus logros y cerré los ojos a sus obvios lazos con ACORN.

Como antigua empleada en el Project Vote de ACORN, recordé como recibí una llamada de la campaña en 2007 y hablé con uno de los promotores. Entonces estaba excitada, pero sólo porque había asistido a un semanario donde Zach Polett, jefe de Operaciones Políticas de ACORN, había fanfarroneado acerca de vigilar a Obama y había declarado que “ACORN produce líderes”. Después de trabajar con la lista de donantes de Obama a finales de 2007, sabía que Hilary Clinton se enfrentaba a un formidable oponente con una maquinaria de hacer dinero muy bien engrasada.

A pesar de esa experiencia, me uní a Obama y cuando John McCain anunció a Sarah Palin como su compañera de campaña, me enfadé. Con toda la conciencia liberal que pude recoger, ataqué su experiencia, su conocimiento de los asuntos exteriores y todo lo que se refería a Palin. Fue una pura reacción irracional nacida de la amargura de no ser capaz de tener a Hilary Clinton como candidata. Ignoré el innato encanto, gracia y belleza de Palin. Me encontré riendo secretamente con ella y admirando su  peinado pero nunca lo admitiría.

En 2009 cuando comenzó mi transición de liberal a conservadora, me pregunté si me uniría a Palin y, si lo hacía, si eso me convertiría en una hipócrita. Una serie de acontecimientos improbables respondió a esa pregunta por mí. A medida que la lucha contra ACORN se ponía fea y la gente empezaba a decir mentiras y a tomar posiciones, finalmente comprendí a Palin. Ella es un obstáculo para cualquiera que no diga la verdad y quiera mantener el status quo o moverse hacia el socialismo.

Cuando me enteré de que el título de su libro era Going Rogue, eso me sorprendió porque ésa era la clave de la situación. Palin desafía todas las expectativas, habla desde el corazón y dispara certeramente. A la que antiguos asesores de campaña de McCain empezaron a atacarla, me identifiqué con ella. Comprendí que al dejar el sistema e ir contra Obama, yo había trastornado a los liberales y a algunos republicanos que querían usar el asunto de ACORN para su propio beneficio. Había trastornado a otros que querían proteger a Obama y selectivamente exponer a ACORN. Levanté más de una ampolla en la Fox con mi determinación por ligar este escándalo con la Casa Blanca.

Comencé a admirar la fortaleza de Palin afrontando los ataques y su incansable búsqueda de ser simplemente Sarah y sacar a la luz pública la hipocresía y la verdad. Me convertí en una improbable “palinista” y me encontré devorando toda clase de artículos escritos sobre ella y siguiéndola en Facebook.

Estaba perpleja por la manera como algunos la habían tratado e intrigado por aquellos que la admiraban. Sarah Palin es realmente una lección en la vida estadounidense: nunca pretendió ser perfecta pero mediante su coraje, determinación y una innegable simpatía, ha mostrado a las autocalificadas como feministas lo que ser una mujer en estos nuevos Estados Unidos significa realmente.

Hasta aquí este repaso por lo que, creo que acertadamente, he titulado como “Sarah Palin vista por las mujeres”. Reconozco que he aprendido un montón de cosas y que mientras lo escribía (o más bien, mientras lo traducía porque poco he escrito hoy) se iban agolpando en mi mente más de una idea nueva a la que hasta entonces no había prestado atención. Por ejemplo, la importancia de Todd Palin  en la vida de Sarah Palin y como el feminismo de ésta última le debe mucho a él. Creo que es un buen motivo de reflexión y no les digo que mi próximo artículo en Semanario Atlántico no vaya a tratar sobre ello. Sería un buen tema, ¿verdad? Lo voy a pensar detenidamente. El caso es que cada vez me atrae más la idea.

Y para el próximo jueves, vamos a tener una entrada curiosa. Voy a escribir un libro sobre Sarah Palin (estaba cantado, ya lo sé) y necesito su opinión. Confío en que me ayudaran.

Hasta entonces pues.