LIBERTARIOS EN ESTADOS UNIDOS: ¿SE PUEDE SER ANARQUISTA Y DE DERECHAS? (y II)

06/06/2010

 

Seguimos con nuestros amigos libertarios. Algunos de ustedes me han contado que han hecho el test de Nolan y sé incluso de una persona a quien le ha dado como resultado que es un “conservador”. Bueno, pues a mí me dio que soy un “libertario“ y, tal y como ya les dije, sencillamente no me lo creo. No hagan pues demasiado caso porque es un test muy poco relevante, casi una broma. Ya vieron que son sólo diez preguntas y poco comprometidas cada una de ellas. Yo, por mi parte, contesté que sí a todas salvo en la del documento de identidad que, en mi opinión, es algo necesario siquiera porque creo de la mayor utilidad el poder acreditar que uno es quien dice ser y, a la inversa, que la otra parte lo es también. Otra cosa hubiera sido que el dichoso test incluyera preguntas tan controvertidas como si uno es partidario de lo que se llama por ahí la “libre elección” (vulgo aborto), la legalización de las drogas o la privatización de las fuerzas de seguridad (la policía), por ejemplo. Entonces pueden estar convencidos de que mi supuesto ardor libertario se hubiera enfriado notablemente y que hubiera terminado como un conservador clásico, aferrado a sus tradiciones y a sus costumbres, lo cual es precisamente lo que soy. Y a mucha honra.

El emblema del Partido Libertario de Estados Unidos, la Estatua de la Libertad (Lady Liberty que la llaman por ahí). Sin embargo, hubo algunos que propusieron adoptar, andando a la zaga de lo que son el Partido Demócrata con su burro (cada día más acertada su elección) y el Partido Republicano con su elefante, un animal como símbolo y propusieron que fuera un pingüino al que iban a llamar “the Liberty Penguin” (el pingüino de la libertad), pero al final no prosperó aunque hubiera estado bien, ¿verdad? En cuanto a su lema, es éste: “The Party of Principle” (El partido de los principios).

El Partido Libertario

El Partido Libertario (Libertarian Party) fue fundado el 11 de diciembre de 1971 y constituye el tercer partido por excelencia del sistema político estadounidense, al menos en apoyo popular, ya que existen por todo el país unas 225.000 personas registradas oficialmente como votantes de este partido (ya saben que en Estados Unidos, en alrededor de 30 estados, los votantes tienen que inscribirse previamente dando su afiliación política).

Como quiera que una cosa es la teoría y otra la práctica, una cosa también son los principios libertarios (que ya vimos en nuestra entrada anterior) y otra la organización de un partido político que pretenda llevarlos a la práctica. Así, el Partido Libertario se presenta bajo una plataforma que pretende la mínima regulación por parte del gobierno de todos y cada uno de los aspectos de la vida de los ciudadanos, quienes cuentan con todos los derechos, apoya el sistema capitalista de libre mercado y la libertad de comercio con todas las naciones y defiende el no-intervencionismo en asuntos exteriores e incluso el mínimo control de las propias fronteras del propio país.

Más detalladamente, el Partido Libertario propone que el estado tenga vedada su intervención en todo lo que no sea defender a sus ciudadanos de una actuación violenta o fraudulenta por parte de otros. Y es que para ellos, sólo los individuos pueden decidir, ya sea solo o asociado libremente con otros, lo que más les conviene. Por ello, su “regla dorada”, si es que puede llamarse así, reza: “mutuo respeto a los derechos” (los propios y los de los demás) y en su declaración de principios dice:

Sostenemos que todos los individuos tienen el derecho de ejercer sole dominion sobre sus propias vidas y que tienen el derecho de vivir de cualquier manera que decidan, en tanto que no interfieran por la fuerza con los mismos derechos de otros a vivir de cualquier manera que ellos decidan.

Para ello, los libertarios pretenden reducir el tamaño y el poder del gobierno hasta el mínimo posible (un mínimo muy mínimo).

Algunos se empeñan en englobar a los libertarios dentro de la derecha o incluso de la extrema derecha, sobre todo por su defensa del derecho a poseer y llevar armas, su oposición a las regulaciones en asuntos económicos, su oposición a los programas típicos del estado del bienestar y su oposición a los impuestos, mientras que otros los engloban dentro de la izquierda o incluso de la extrema izquierda por su apoyo a la despenalización de las drogas, su oposición a cualquier ley que restrinja los derechos de dos adultos a comprometerse de cualquier manera (por ejemplo, una prostituta y su cliente contratando un acto sexual especialmente degradante o una persona acudiendo a un casino a jugarse hasta la camisa) y su oposición también a una política exterior activa que contemple la intervención de las Fuerzas Armadas de Estados Unidos en el extranjero. Sin embargo, y tal y como repite el Partido Libertario una y otra vez, ellos se niegan a considerarse a sí mismos ni una cosa ni la otra, ni conservadores ni liberales, ya que, para ellos, la esencia de su partido es la de los Padres Fundadores cuando pretendieron crear un gobierno estrictamente limitado que no se separase ni una coma de lo establecido en la Constitución.

En consecuencia, las relaciones del Partido Libertario con los dos grandes partidos, el Demócrata y el Republicano, son difíciles. Es cierto que, históricamente, los libertarios han tenido mayores lazos con los republicanos, existiendo dentro del Partido Republicano un grupo, el Republican Liberty Caucus, compuesto por los miembros declaradamente libertarios de aquel partido, pero es que también existe un grupo similar, el Democratic Freedom Caucus, en el otro, en el Partido Demócrata, lo cual no deja de ser curioso, pero ejemplifica de manera perfecta la voluntad de los libertarios de no dejarse absorber por nadie. Y es que, por lo que dicen las encuestas, los votantes libertarios proceden tanto de la derecha como de la izquierda o de los independientes, habiendo hasta un 30% de ellos que declaran que de no haber un candidato libertario en liza no acudirían a votar a las elecciones.

Ciertamente, el Partido Libertario es el tercer partido de Estados Unidos, teniendo en cuenta lo poco que significa eso en un país donde los dos grandes partidos copan el 95% de los votos en todas las elecciones. Aún así, el Partido Libertario ha ganado muchos puestos a lo largo de los años, especialmente de alcalde o en las asambleas estatales. Por lo que se refiere a las elecciones presidenciales, el Partido Libertario siempre es el tercero en todas ellas en número de votos, habiendo obtenido 523.686 votos (un 0,40%) en las últimas de 2008, por delante de sus rivales al puesto de “tercer partido”, el Constitucional (que obtuvo 199.314, el 0,15%) y el Verde (que obtuvo 161.603, el 0,12%). Su mejor resultado lo obtuvo en 1980 cuando logró la friolera de 921.128 votos, el 1,1%. En enero de 2010, 143 libertarios ocupaban un puesto público al que habían llegado después de un proceso electoral.

Desde siempre, el principal debate dentro del partido ha sido el que ya dejamos entrever en la entrada anterior: los que piensan que el aparato del estado, el gobierno, debe existir pese a todo (los miniarquistas) para ocuparse de aspectos como la seguridad, la justicia o la defensa nacional y los que piensan que de eso nada y que todo el aparato del estado debe desaparecer (los anarcocapitalistas) y que sean los propios individuos quienes decidan voluntariamente cómo solucionar sus problemas. Es un debate que se desarrolla aún a día de hoy y que se disimula bajo las etiquetas del “pragmatismo” contra los “principios”, estando actualmente el partido dominado por los pragmatistas.

Ron Paul, el libertario por excelencia

Como quiera que a los líderes del Partido Libertario no los conoce casi nadie por estos lares (su actual presidente es Mark Hinkle y en las elecciones presidenciales de 2008, su candidato fue Bob Barr) su cabeza más visible es la de Ron Paul, el congresista por Texas, a la espera de que su hijo, Rand, gane las elecciones a senador por Kentucky y suceda a su padre en tal condición. Es por ello que me ha parecido oportuno terminar esta entrada con una breve semblanza suya.

Ronald Ernest “Ron” Paul nació el 20 de agosto de 1935 en Pittsburgh (Pennsylvania), hijo de Howard y Margaret (de soltera Dumont) Paul. Licenciado en Medicina, Paul se casó con Carol Wells en 1957, con quien tiene cinco hijos (parece que es el número estándar de hijos en un político estadounidense, ¿verdad?), dieciocho nietos y tres bisnietos.

Paul empezó su carrera como médico y no fue hasta la década de los 60 que se interesó por la política, lo que le sucedió leyendo la obra de Friedrich Hayek Camino de Servidumbre, lectura que le llevó a leer también a Ludwig von Mises y a Ayn Rand. Fue a raíz de estas lecturas que se interesó especialmente por las cuestiones económicas, que son su fuerte, llegando a conocer personalmente y a tratar a economistas tan valiosos como lo son Hans Sennholz y Murray Rothbard. Su decisión de dedicarse finalmente a la política llegó el 15 de agosto de 1971 cuando el entonces presidente Richard Nixon decidió terminar con el patrón oro y desligar por completo el dólar del oro, algo que fue como un mazazo para Paul quien declaró tiempo después:

Después de ese día, todo el dinero sería dinero político antes que dinero de verdad. Estaba conmocionado.

Su carrera política empezó pues como representante por la 22ª circunscripción electoral de Texas, puesto que ocupó en dos tandas (1976-1977 y 1979-1985), pasando después a representar la 14ª circunscripción, puesto en el que lleva desde 1997.

Aparte de ello, Paul se ha presentado en dos ocasiones como candidato a la presidencia de Estados Unidos, una en 1988, por el Partido Libertario, obteniendo 432.179 votos (el 0,5%), perdiendo ante el candidato republicano George H. W. Bush, y otra en 2008, no llegando a obtener la nominación por parte del Partido Republicano, que era por el que se presentaba entonces, perdiendo contra John McCain y quedando por detrás de Mitt Romney y Mike Huckabee en número de delegados.

Actualmente se habla de una nueva intentona por su parte en 2012, algo que no parece probable pero que nadie en su entorno más cercano descarta de manera categórica. Así, su esposa, Carol, declaró en enero de este año:

Si se lo preguntara ahora mismo seguramente diría que “no”, pero ya ha dicho a veces… que las cosas suceden tan rápida y velozmente en nuestro país, si estamos en un período de crisis y necesitan a alguien… con los conocimientos que él tiene… entonces sí que lo haría.

Abundando en ello, Jesse Benton, estrecho colaborador de Paul, ha declarado a su vez en febrero de este año:

Si la decisión tuviera que ser tomada hoy, sería un “no”, pero él está considerándolo muy detenidamente y hay una cierta probabilidad de que se decida. Mucho dependerá de cosas relacionadas con su vida privada y también de lo que esté pasando en el país.

Por supuesto, sus seguidores no le olvidan y harán todo lo posible para convencerle de nuevo. Incluso ya está previsto el celebrar un acto de recaudación de fondos por parte del movimiento Tea Party el próximo 16 de diciembre de 2010. Se tratará de una money bomb, uno de esos días de recaudación, celebrando lo que fue la money bomb de 2007, la que dio el pistoletazo de salida a su campaña de 2008, cuando recaudó la increíble cantidad de 6 millones de dólares en 24 horas. Ahora el objetivo es lograr que 100.000 personas donen 100 dólares cada una para que Paul pueda iniciar su campaña con buen pie. Y tan bueno; como que si lo consigue cualquiera no se presenta. Y es que diez millones de dólares dan para un montón de anuncios.

Pero a todo esto, ¿Paul qué es exactamente? ¿Medio republicano, medio libertario? ¿Un cuarto de republicano, tres cuartos de libertario? ¿Qué hace en el Partido Republicano cuando se presentó como candidato en 1988 por el Partido Libertario? Buenas preguntas. Vamos a intentar responderlas porque Paul ha sido definido tanto como conservador, constitucionalista o libertario. Tiene un pseudónimo, “Dr. No” y no sólo hace referencia a su profesión sino también a su insistencia en que “nunca votaré a favor de cualquier legislación a menos que lo que se proponga esté expresamente autorizado por la Constitución”. Ya hemos dicho lo muy estrictamente que se apegan los libertarios a la palabra de la Constitución.

  • En cuestiones económicas, Paul es un ferviente partidario de la Escuela Austríaca de Economía, habiendo escrito seis libros al respecto. Regularmente se opone a todo proyecto de ley que suponga un nuevo desembolso para el gobierno o más impuestos para los ciudadanos. Partidario de eliminar la mayoría de las agencias del gobierno por considerarlas mera burocracia, también quisiera eliminar la Reserva Federal así como devolver su valor real al dinero para acabar con la inflación, no volviendo simplemente al patrón oro, que considera impracticable ya, pero sí legalizando el uso de oro y plata como medio de cambio.
  • En cuestiones de asuntos exteriores, Paul se opuso en 2002 a la guerra de Irak, votando en contra por lo que no puede sorprender que abogue también por retirar a Estados Unidos de las Naciones Unidas y de la OTAN. Partidario del libre comercio, se opone a cualquier tratado u organización que pretenda regularlo ya sean el NAFTA o la OMC. Apoya también el reforzar el control de las fronteras y acabar con los beneficios de todo tipo de que disfrutan los inmigrantes ilegales que entran en Estados Unidos. ¡Ah, y nada de amnistía para ellos!
  • En cuestiones internas, Paul apoya la Segunda Enmienda, la de las armas, pero se opone a la Patriot Act, a las técnicas avanzadas de interrogatorio (vulgo tortura) ejercidas sobre los terroristas islámicos y a la existencia de un documento de identidad nacional. Él personalmente es pro-vida sin duda alguna, pero se opone a que sea el gobierno federal el que decida sobre asuntos como estos (el aborto, la pena de muerte, la regulación del matrimonio, la educación, etc.) que considera que sólo le corresponde legislar sobre ellos a los estados. También se opone a continuar la guerra contra las drogas.

En consecuencia, que uno puede estar de acuerdo o no con Ron Paul, pero lo que nadie le puede negar es que se trata de una persona merecedora de todo nuestro respeto y hasta de nuestra admiración. Ojalá su hijo Rand siga sus pasos y legue a Estados Unidos una segunda generación de los Paul tan brillante como lo ha sido la primera. En cuanto a mi opinión de si se presentará de nuevo en 2012, creo que si Sarah Palin termina presentándose como candidata a la nominación republicana, Paul la apoyará como buen constitucionalista que es. Y que Palin logrará captar una buena parte del voto libertario que no es mucho ciertamente, pero que puede marcar la diferencia en algunos estados y ser de vital importancia en el caso de unas elecciones reñidas al estilo de las de 2000 entre Bush y Gore.

Hasta la próxima entrada.


LIBERTARIOS EN ESTADOS UNIDOS: ¿SE PUEDE SER ANARQUISTA Y DE DERECHAS? (I)

03/06/2010

 

Para muchos de nosotros, el término “libertario” equivale al de “anarquista” y ambos se refieren a los partidarios de una doctrina política que propugna la total supresión del Estado, dando paso de este modo a una sociedad en la que pueda manifestarse la libertad del individuo mediante contratos libremente aceptados. Su base teórica arranca de los trabajos del francés P. J. Proudhon (1809-1865), sobre todo a raíz de su obra ¿Qué es la propiedad?, quien dio origen al llamado “socialismo libertario”, donde revelaba la contradicción fundamental, a su juicio, que opone a los trabajadores con el aparato del Estado. Contrario pues al capitalismo y a cualquier sociedad estatalizada, Proudhon propuso un modelo social basado en una sociedad autogestionaria libremente federada en una estructura integrada por múltiples y reducidas unidades productivas y de convivencia. Sin embargo, sus propuestas de cambio pacífico de la sociedad fueron desplazadas por las del ruso M. A. Bakunin (1814-1876), que propugnaba la acción directa para lograrlo, o sea, la violencia. Dichas ideas tomaron cuerpo en la Alianza Internacional de la Democracia Socialista, miembro por un tiempo de la I Internacional (hasta que Marx consiguió que los expulsaran en 1872). El anarquismo entendido de esta manera se propagó principalmente por el sur de Europa (Suiza, Francia, Italia y España, siendo en ésta última nación donde alcanzó mayor fuerza), además de en Argentina, México y Estados Unidos.

Y, sin embargo, ¿qué pasaría si un anarquista decidiera que no es necesario adoptar el socialismo para llevar a buen puerto ese ideal de una sociedad no estatalizada porque dentro del propio sistema capitalista se puede realizar perfectamente (y, de hecho, mejor)? Pues tres cosas: la primera, que el antiguo “socialismo libertario” se convertiría en el moderno “capitalismo libertario”; la segunda, que Proudhon y Bakunin se revolverían de horror en su tumba al enterarse de ello (lo cual me parece de perlas); y tercero, que quienes adoptaran esa postura política tendrían en este hombre, el estadounidense Ron Paul, a su adalid.

¿Qué es el libertarismo?

Pues nada más fácil: el libertarismo es una teoría política que aboga por la maximización de la libertad del individuo y la minimización o incluso la abolición del estado. Es decir, que el hombre, entendido como persona individual, tenga todos los derechos y el estado, entendido como entidad colectiva, tenga los mínimos posibles o incluso que no tenga ninguno porque sencillamente no exista. Por supuesto, y como en cualquier colectivo compuesto por más de una persona y media, existen discrepancias y tal y como ya hemos mencionado, los hay que se conformarían con una reducción sustancial del papel que juega el gobierno (en su papel de poder ejecutivo; o sea, el aparato del estado) en la vida de sus administrados mientras que otros no se conformarían en absoluto con otra cosa que no sea su total desaparición.

Ciertamente la idea es interesante. Ahí es nada, al demonio con los ministros, los inspectores de Hacienda y los guardias de la porra que sólo hacen que poner multas. Y aunque antes he calificado como padre del libertarismo al francés Proudhon, lo cierto es que mucho antes de Proudhon ya hubo un pensador que recorrió la senda del libertarismo que fue, asómbrense ustedes, ni más ni menos que el chino Lao Tsé, quien ya en el siglo sexto A.C. escribió:

Cuantos más tabúes artificiales y restricciones hay en el mundo, más se empobrece la gente (…) Cuantas más leyes y regulaciones se promulgan, más ladrones y bandidos habrá.

Para Murray Rothbard, el economista estadounidense, con estas palabras Lao Tsé se ganó el derecho a ser considerado “el primer libertario intelectual” al haber acertado a pensar por primera vez centrándose en el individuo como tal por encima de la sociedad en general.

Sin embargo, el libertarismo no alcanzó popularidad hasta el siglo XIX, principalmente a través de Proudhon, y eso en parte le habilita para ser considerado como el fundador de la escuela. Una cosa como la de Cristóbal Colón, que todos sabemos que no fue el primer europeo que llegó a América (los vikingos llegaron antes, pero se lo tuvieron muy callado), pero sí el primero en anunciarlo al resto del mundo. Y eso también tiene su mérito, ¿no?

El caso es que desde finales del siglo XIX, que vio el gran debate entre marxismo y anarquismo, ganado por el primero porque bueno era Marx para dejar que alguien le ganara limpiamente un debate, el término “libertarismo” se aplicó en exclusiva a una versión del anarquismo, concretamente a la sostenida por su rama izquierda, la de los socialistas libertarios. Y eso no era justo porque también existía una rama derecha, la de los capitalistas libertarios y que no ha podido surgir con la suficiente fuerza en el mundo hasta por lo menos 1970 y eso sólo en Estados Unidos, donde ahora cuando se habla de “libertarismo” ya no se piensa en tipos barbudos y desarrapados que llevan una bomba casera en el bolsillo, lo cual ya es un avance. Este reconocimiento ha sido posible sobre todo gracias a los autores de la Escuela Austríaca de Economía (Ludwig von Mises, Friedrich Hayek, Carl Menger, etc.), cuya obra está más que influenciada por las ideas libertarias, a la autora Ayn Rand (1905-1982), que en sus libros El manantial (1943) y La rebelión de Atlas (1957) lo hicieron popular y al antiguo senador por Arizona, Barry Goldwater (1909-1998), quien lo ofreció como propuesta política en su libro The Conscience of a Conservative (1963) y pretendió ponerla en práctica durante su fracasada campaña electoral de 1964 (la que ganó Lyndon B. Johnson).

Más recientemente, el libertarismo está en boca de todos gracias a la tarea de think tanks como el Center for Libertarian Studies o el Cato Institute, partidos políticos como el Libertarian Party o autores como el del profesor de la Universidad de Harvard Robert Nozick Anarchy, State and Utopia (1974).

¿Qué piensa el libertarismo?

Para hacerlo sencillo, digamos que los libertarios creen que el individuo es la base de la sociedad y que, por tanto, cada individuo tiene derecho a su propia vida y, en consecuencia, el derecho a hacer sus propias elecciones acerca de cómo vivir esa vida, siempre y cuando respete los derechos de los demás individuos a hacer lo mismo.

Los libertarios se niegan a definirse a sí mismos como “izquierdistas” o “derechistas” o incluso como una combinación de ambos ya que creen que en cada asunto uno tiene que decidir cuál es su postura de acuerdo con sus propios intereses y no de acuerdo con una pauta preestablecida por lo que es muy posible que en algunos casos uno decida algo que podría ser considerado de izquierdas y en otro algo de derechas. Tal y como dicen ellos mismos, “los auténticos conservadores tienden a valorar la libertad en asuntos económicos y los auténticos liberales tienden a valorar la libertad en asuntos sociales. Los liberales de hoy en día gustan de la libertad personal, pero quieren un grado significativo de regulación gubernamental en la economía. Los conservadores modernos tienden a favorecer la libertad económica, pero apoyan leyes que restringen el comportamiento individual y violan los “valores tradicionales”.

Así pues, los libertarios quieren dotar a los individuos de todos los poderes para que puedan tomar el control de sus propias vidas, lo cual no lo hacen sólo porque crean que es lo que se debe hacer, sino también porque ello redundará, en su opinión, en una sociedad más próspera, pacífica y dinámica. La pregunta fundamental que se hace un libertario ante cualquier asunto es la siguiente: “¿Está alguien violando los derechos de otra persona?”. Si la respuesta es que sí (si alguien está cometiendo un asesinato, una violación, un robo, un asalto, un fraude, etc.) entonces es adecuado que intervenga el gobierno. Pero si nadie está sufriendo un daño, el gobierno no debería inmiscuirse.

En consecuencia, el gobierno debería quedar reducido a su mínima expresión posible, justamente aquella que no pudiera ser suministrada a través del mercado privado o voluntariamente. Aquí hay opiniones para todos los gustos que van desde los miniarquistas (la traducción del nombre original, “minarchists” es mía), que opinan que el gobierno debería ser despojado de todos sus poderes salvo de los imprescindibles para garantizar un buen funcionamiento de la policía, los tribunales de justicia y el ejército como medio de defensa de nuestros derechos y nuestras fronteras, hasta los anarcocapitalistas (anarcho-capitalists) que creen que no existe una cosa como el gobierno limitado, que éste siempre tiende a apropiarse de parcelas de poder y que la única solución es eliminarlo de raíz ya que el libre mercado es perfectamente capaz de suministrar esa ley, orden y seguridad que algunos pretenden reservar al gobierno.

Para los libertarios, las burocracias gubernamentales sólo piensan en hacer a la gente dependiente de ellas para así poder engordar sus presupuestos y acrecentar su poder. Los libertarios creen, en cambio, que rompiendo esas cadenas, permitiendo a la gente quedarse con todo el dinero que puedan ganar, la riqueza irá directamente al sector privado, reinvirtiéndose, creándose más negocios que darán empleo a más gente y permitiendo a mucha gente dar más dinero para caridad (que ahora se llama “solidaridad”). Y es que con el sistema actual, los ricos y el gobierno se alían en muchas ocasiones para aprovecharse de su situación de privilegio y explotar a los pobres.

Un punto más conflictivo es el referido a la defensa nacional, que los libertarios creen que debe restringirse a defender su propio territorio de una amenaza externa, sin intervenir nunca en el exterior. Nada de ser “el policía del mundo”, lo que, en su opinión, les ganará menos enemigos y, por tanto, permitirá reducir los gastos en defensa.

Y es que, al final, lo que subyace en el libertarismo es la misma idea que llevó a los Padres Fundadores a crear la Constitución de Estados Unidos. Estaban todos ellos tan convencidos de que el hombre, la mayoría de hombres, se dejarían corromper por la riqueza o el poder, que crearon un sistema político lleno de checks and balances (controles y equilibrios) para evitar que esas personas pudieran llegar algún día a apoderarse de un gobierno fuerte para satisfacer así su ambición. Y a fe mía que tenían razón.

El gráfico de Nolan

David Nolan fue el fundador en 1971 del Libertarian Party de Estados Unidos. Y también uno de sus ideólogos. El “gráfico de Nolan” (Nolan chart) es un diagrama político elaborado por él en el que razona que todas las acciones humanas pueden dividirse en dos categorías generales: económicas y personales. En consecuencia, desarrolló dicho gráfico para ilustrar como el libertarismo representa tanto la libertad económica como la personal, contrastando la izquierda, el liberalismo, que, de acuerdo con él, aboga sólo por la libertad personal con la derecha, el conservadurismo, que aboga sólo por la libertad económica.

El gráfico de Nolan tiene dos dimensiones (perdón por su pequeñez, pero es que no lo he encontrado más grande y en formato .JPG), con un eje horizontal (X) etiquetado como “libertad económica” y un eje vertical (Y) etiquetado como “libertad personal”, formando un cuadrado dividido en cuatro cuadrantes, con una porción de la población asignada a cada uno de los cuadrantes.

  • Arriba izquierda, la izquierda política: Incluye a los que creen que el gobierno debe imponer más impuestos y gastar más en programas de bienestar, salud, educación y ofrecer subvenciones a las artes así como restringir el comercio y regular más estrechamente los negocios (baja libertad económica), pero apoyar las libertades personales tales como el aborto, la homosexualidad y otros (alta libertad personal).
  • Abajo derecha, la derecha política: Incluye a los que creen en la alta libertad económica y baja libertad personal. Estos quieren menos impuestos y menos gasto social pero apoyan que el gobierno regule los asuntos culturales y la conducta personal, tal y como sería en el caso del aborto.
  • Arriba derecha, los libertarios: Incluye a los que creen en la máxima libertad tanto en economía como en lo personal.
  • Abajo izquierda, el populismo, la antítesis de los libertarios: Incluye a los que también pueden ser calificados como estatistas, autoritarios o totalitarios.

Para hacerse la prueba y ver dónde se encuentra uno en el gráfico de Nolan, pueden acudir aquí, a la página web del Libertary Party y hacer el que allí se califica como “The World’s Smallest Political Quiz” (la encuesta política más pequeña del mundo): diez preguntas, cinco sobre economía y cinco sobre cuestiones personales, con lo que resolverán sus dudas y descubrirán rápidamente si son ustedes unos libertarios de tomo y lomo y no lo sabían. Para su información, yo salgo como libertario hasta las cachas, cosa que dudo, pero es que las preguntas son tan cucas que es casi imposible que alguien realice la prueba y no salga como tal. O sea, que no se lo tomen demasiado en serio.

Y esto de momento. El domingo veremos más cosas sobre los libertarios: su partido y a una de sus figuras más relumbrantes, Ron Paul. Hasta entonces.