Todos sabemos que la izquierda considera que las leyes sólo están para ser cumplidas cuando les conviene a ellos; si no es así, las leyes son algo que obviar ya sea en forma de golpe de estado o de revolución. Aquí en España, lo dijo así mismo en su momento el detestable Pablo Iglesias, fundador del PSOE. Sin embargo, lo que pasa en España pasa también en el resto del mundo porque la estupidez es universal y no hay frontera ni vacuna que logre controlarla. Imagínense por un momento esta situación: un joven accede ilegalmente a la cuenta de correo electrónico personal del presidente de Estados Unidos, le cambia la contraseña y la hace pública para que quien quiera pueda acceder también a ella. ¿Qué dirían los medios de comunicación sobre ello? Como mínimo pedirían la cadena perpetua para el responsable (y si no piden directamente la pena de muerte es porque les da algo de apuro después de lo que protestan cada vez que se le aplica a alguien). Sin embargo, si el caso fuera al revés y la víctima fuera un político del bando contrario, Sarah Palin, por ejemplo, por supuesto que los medios de comunicación no tendrían nada que objetar a lo que, seguramente, considerarían una mera travesura, una granujada si nos ponemos muy estrictos, pero en absoluto nada condenable ni mucho menos porque, tal y como ya hemos dicho antes, las leyes, para los de la izquierda, son algo relativo que se aplica estrictamente cuando conviene, pero sólo entonces. ¿Por qué si no creen ustedes que están tan obsesionados en acabar con la independencia del poder judicial hasta en su más mínima instancia? Porque para ellos, la justicia sólo puede ser “revolucionaria”, al estilo del repulsivo Che Guevara cuando declaraba que un revolucionario no debe preocuparse de si alguien es inocente o culpable, sino solamente de si es un enemigo de clase o no. Si lo es, aunque sea inocente será condenado; si no lo es, aunque sea culpable será absuelto. Y luego van por ahí dándoselas de redentores del género humano… ¿Cuándo habrá un tribunal que juzgue los crímenes del comunismo en todo el mundo? ¿Qué? ¿Cómo? ¿Que nunca? Sí, eso me temo yo también.
Una foto recién aparecida en la prensa estadounidense. Es de USA Weekend e incluye un estupendo reportaje sobre la vida familiar de los Palin titulado Sarah Palin welcomes you into her home for a family first, realizado durante el pasado Día de la Madre. En esta foto, toda la familia al completo (salvo Todd, que no se crean que no estaba por ahí; es que es él el que saca la foto, ja, ja, ja).
Aquí tenemos al patriarca, Todd, jugando con su nieto, Tripp. Por lo que dicen los Palin, él y su tío, el pequeño Trig, se llevan estupendamente. ¿Se han fijado en lo sencilla que es la decoración de su casa? Muy funcional, con mucha luz y muy pocos trastos de por medio. Lógico, teniendo en cuenta que hay un montón de niños correteando todo el día por ahí.
¡Cuánto tiempo hace que no publico una foto de Piper! ¡Ah, miren que grande está ya! Hecha ya toda una jovencita. ¿Recuerdan la primera vez que la conocimos durante la convención republicana de Minneapolis, hace dos años? Entonces le pegó un lametón a su recién nacido hermanito Trig para atusarle el pelo que nos dejó a todos enamorados de ella. Ahora seguro que no lo haría. Y es que es lo que digo yo: la mejor edad de un hijo es entre los tres y los siete años. Entonces son adorables. ¡Y tan divertidos!
¿Qué pasó?
Hay varias maneras de saber exactamente qué pasó aquel día de 2008 en que Sarah Palin, por entonces recientemente elegida por John McCain como su compañera de ticket, se encontró en boca de todos no por algo que hubiera dicho o hecho, sino por algo que había sufrido: el robo de su cuenta de correo electrónico. Como quiera que de los medios de comunicación tradicionales es imposible obtener algo parecido siquiera a la verdad, para presentar el caso vamos a recurrir a la propia víctima, Sarah Palin, quien relata con extrema precisión todo lo sucedido en su autobiografía, Going Rogue (págs. 263-265). Y lo hace en estos términos:
Todd y yo estábamos sentados en la habitación de un hotel de Michigan donde los asesores de campaña estaban experimentado un subidón emocional después del town hall meeting [que acababan de celebrar McCain y ella], cuando Schmidt, flanqueado por personal de seguridad, entró con expresión sombría y anunció que tenía algo importante que discutir. Acababa de ver en la televisión un vomitivo avance de que mis cuentas de correo electrónico personales habían sido violadas y me imaginé que era sobre eso que quería hablar. Un sudor frío recorrió mi espalda, sin embargo, mientras me preguntaba si alguna otra cosa les habría sucedido a los niños en Alaska. Bristol había informado de extraños vehículos recorriendo arriba y abajo nuestro largo camino de grava. Los agentes del Servicio Secreto acababan de detener a un fotoperiodista local husmeando entre los arbustos en dirección a nuestra casa. Los periodistas se habían acostumbrado a acampar cerca de los hogares de los miembros de nuestra familia. ¿Acaso alguno de ellos había traspasado la línea entre informar e invadir la privacidad?
Eso era en parte cierto. “Tus cuentas de correo electrónico han sido violadas”, confirmó Schmidt. “El pirata está haciendo público tus mensajes de correo personales en Internet ahora mismo. Y las fotos también”. Y no eran sólo los mensajes de Todd y los míos – eran también los de los niños. E información personal. Y tras ello, mi número de la Seguridad Social y otra información privada que también estaba siendo publicada.
Era otra fina manera de saludar: “Hola, gobernadora. Bienvenida al sangriento deporte conocido como política presidencial”.
La televisión estaba encendida. Podíamos ver en un canal de noticias el contenido de mi correspondencia privada avanzando por toda la pantalla. La cadena mostraba los campos “Para” y “De”, haciendo así visibles para todo el mundo las direcciones particulares de correo electrónico de mi familia y mis amigos. Al reconocer uno de los nombres que parpadeaban delante de mí, me horroricé al comprender que millones de personas podían leer mis mensajes particulares, incluyendo los pensamientos de una amiga que me había escrito acerca de su corazón destrozado a causa de su próximo divorcio.
Mi mente corrió hacia otros mensajes que sabía que estaban almacenados en una de mis cuentas de correo electrónico: Bristol y yo discutiendo su embarazo. Todd y yo discutiendo los desafíos médicos de Trig. Mi oración de despedida y aliento antes del despliegue de Track. El decirle a Willow que no, que absolutamente no podía aceptar que un chico del instituto la llevara a casa en coche. Toda clase de discusiones sensibles, incluyendo las políticas, el tipo de charla despreocupada que tienes sólo con la gente que está más próxima a ti y que no toma lo que tú dices fuera de contexto. Obviamente, nuestras discusiones no estaban pensadas para el consumo público. Pero precisamente porque no tenía un cuartel general en casa, mis mensajes de correo electrónico eran mis cuarteles generales.
Mientras iba viendo mensaje tras mensaje aparecer en la pantalla, pensé: “¿Qué clase de babosa accedería a los ficheros de una persona, los robaría, los leería, luego se los daría a la prensa para que los publique por todo el mundo para influir en una campaña presidencial? ¿Y qué clase de prensa responsable publicaría correspondencia privada robada?
De pie al lado de Schmidt estaba Tony Ball, un alma paciente envuelta en un duro, musculoso cuerpo de agente del Servicio Secreto. Incluso mientras yo estaba petrificada delante de la pantalla, él ya estaba en el teléfono, trabajando con el FBI. No les costó mucho a los federales el identificar la fuente: un estudiante universitario que era el hijo de uno legislador estatal demócrata de Tennessee. La excusa dada para esta invasión de la privacidad fueron asquerosas e insensibles: “Sarah Palin es una figura pública”, dijo él. “Debería haber esperado esta clase de cosas y si está preocupado acerca de ello, ¿qué es lo que pretende ocultar?” Tuvimos que cancelar todas nuestras cuentas de correo electrónico. Las cuentas particulares de mi familia y de mis amigos y las profesionales tuvieron que ser cambiadas también, ya que ellos también habían sido involucrados. Y una vez más, la campaña confiscó los teléfonos celulares de mis niños.
El incidente fue, para mí, el más perjudicial y descorazonador de toda la campaña. Creó parálisis en mi propia administración porque cortó de cuajo una forma de comunicación fácil entre mi equipo de gobierno en Alaska y yo. Peor aún, ya no pude entrar en contacto con mis niños, incluso Track, quien dentro de poco nos dejaría para ir a Irak. También, gracias a la intrusión del pirata y a su descubrimiento de toda nuestra información de contacto, los niños empezaron a recibir vulgares mensajes de correo electrónico amenazadores y llamadas de teléfono, lo que me asustó mucho por ellos. Era todo vomitivo.
El incidente puso una tremenda tensión en la campaña. Schmidt y los otros actuaban como si creyeran los infundados informes de que mi correo vulnerado contenía mensajes incriminatorios que “destruirían la campaña de McCain”. No había tales mensajes, por supuesto, pero el episodio introdujo la paranoia y la desconfianza dentro de la campaña. El pirata admitió posteriormente que estaba buscando algo dañino.
Hasta aquí, el relato de Sarah Palin. Puede que algunos de ustedes recuerden el suceso porque levantó mucho revuelo por más que, tal y como bien dice Sarah, no apareciera nada perjudicial entre los mensajes que los muy “honrados” y “honorables” medios de comunicación pregonaron a los cuatro vientos, en una demostración más que palpable de que para lo único que sirven es, o bien para envolver pescado, o bien para ayudar a conciliar el sueño y echarse una siestecita a la hora del telediario.
¿Quién fue el autor de semejante atrocidad? Pues como ya sabemos, un gusano de veinte años llamado David Kernell, hijo de un prominente representante estatal demócrata en la Cámara de Representantes de Tennesse (de casta le viene al galgo, que dicen por ahí), quien estaba de lo más orgulloso por su hazaña (y su papá también, seguro) e imagino que confiado en que si acababa ganando las elecciones el candidato demócrata, como así fue, éste le recompensara nombrándole Secretario de Correos, algo de lo más oportuno vista la buena disposición que había demostrado a proteger el secreto de las comunicaciones de sus compatriotas. El gusano no es que fuera un genio de la informática, sino que simplemente utilizó el sistema ese que tienen todas las cuentas de correo para que si el titular se olvida de la contraseña pueda acceder y poner otra nueva simplemente dando la respuesta correcta a algunas preguntas escogidas por él mismo. En el caso de Sarah Palin, ésta había escogido la fecha de su cumpleaños (el gusano la sacó de la Wikipedia), su código postal (en Wasilla soy hay dos y los sacó de la página web del servicio postal) y dónde conoció a su marido (descubrió en Google que había sido en el instituto de Wasilla y fue probando combinaciones hasta que “Wasilla High” funcionó). Y luego se fue a darse una ducha caliente (lástima que no hubiera resbalado con la pastilla de jabón).
El gusano aquí en una foto a la que me han venido tentaciones de pintar barrotes para que se vaya acostumbrando. ¡Maldito cretino! ¿Pero quién se cree que es él para hacer lo que ha hecho?
Por lo que sabemos ahora, después de haber logrado acceder al correo de Sarah Palin, el gusano se sintió decepcionado por el contenido y así se lo dijo a sus amigos en un foro de Internet:
He leído los mensajes… TODOS ELLOS… antes de publicarlo y la conclusión a la que he llegado es un anticlímax, no había nada ahí, nada incriminatorio, nada que pueda hacer descarrilar la campaña como había esperado, todo lo que vi era sobre cosas personales, algo clerical también de cuando ella era gobernadora… Y fotos de su familia.
(…)
Al principio era solamente una especie de travesura para mí, realmente quería encontrar algo incriminatorio que estaba seguro que debería estar ahí… bien pues NO HABÍA NADA, lo leí todo, cada pequeña confirmación de su blackberry… todas las fotografías y no había nada.
El caso es que uno de esos amigos suyos pensó que lo de violar la cuenta de correo electrónico de Sarah Palin no tenía gracia así que entró a su vez en la cuenta de correo, cambió la contraseña y avisó a uno de los amigos de los Palin advirtiéndole de la nueva contraseña que había puesto. Lo malo es que luego hizo un volcado de pantalla del mensaje de correo electrónico que había enviado y lo publicó en el foro para que todos los demás supieran que se había terminado la diversión, pero no se dio cuenta de borrar la nueva contraseña, que apareció en el texto del mensaje, y la situación volvió a ser la misma.
Tal y como dice Rebecca Mansour, en una entrada publicada el pasado 4 de febrero en Conservatives4Palin, este gusano tuvo que reconocer finalmente que había violado la privacidad de una política honrada y una mujer decente. Aún más, ella propuso entonces que fuera condenado a pasar “diez minutos en una habitación vacía y sin ventanas con Todd Palin. Sin armas. Sólo las manos desnudas. Todd es libre de hacer lo que quiera contigo durante esos diez minutos si temor a un castigo. ¿Qué tal eso como justicia?” Reconozco que es una muy buena idea, aunque yo, como que soy más expeditivo, preferiría sumergirlo durante esos mismos diez minutos dentro de un tanque repleto de pesticida, que es la única manera de tratar a los gusanos para que no se reproduzcan más y acaben infectando el mundo.
Sea como fuere, ni la propuesta de Rebecca ni la mía han sido atendidas y el gusano fue correctamente detenido, esposado, fichado, leídos sus derechos, atendido rápida y eficazmente por los leguleyos contratados a toda prisa y sin reparar en gastos por su papá (Mike Kernell, por cierto, quien se define a sí mismo como un “obamacrata”)… y puesto en libertad sin ni siquiera haber tenido que pagar una fianza. Tengan en cuenta que el gusano cometió su maldad en una fecha tan temprana como alrededor del 16 de septiembre de 2008 y que no ha sido hasta año y medio después que se ha tenido que enfrentar a la justicia. ¿Algún motivo para semejante tratamiento de VIP? ¿El que usted y yo nos imaginamos tal vez? Sí, seguro que sí. Si hubiera sido al revés y el gusano le hubiera leído la correspondencia al presidente de Estados Unidos ahora mismo estaría encarcelado no en una cárcel cualquiera sino en Guantánamo por lo menos y llevaría allí desde el mismo día de su fechoría.
El juicio
El pliego de acusaciones contra Kernell decía más o menos lo siguiente: que aproximadamente el 16 de septiembre de 2008, Kernell, un residente de Knoxville, obtuvo acceso no autorizado a la cuenta de correo electrónico personal de Sarah Palin a través del borrado de su contraseña. De acuerdo con el pliego, tras responder una serie de preguntas de seguridad que le permitieron borrar la contraseña y obtener acceso a su cuenta, Kernell leyó los contenidos de la cuenta e hizo volcados de pantalla del directorio, del contenido y de otra información personal que, posteriormente, puso a disposición del público en una página web. Además, Kernell hizo pública la nueva contraseña que había creado, permitiendo así el acceso a la cuenta por parte de otros.
Los estadounidenses son como son y su sistema judicial también. El primer juez que llevó el caso, el instructor, fue Clifford Shirley y éste tuvo que bregar con una larga serie de mociones previas al juicio presentadas por los abogados de la defensa del gusano. Estos, bien pagados por el papá del gusano, intentaron que se retiraran los cargos contra él por fraude postal (telecomunicaciones), obstrucción anticipada a la justicia y robo de identidad, lo que no lograron. Además, cuestionaron la autoridad del juez Shirley para emitir órdenes de registro fuera del estado de Tennessee referidas a proveedores de Internet así como intentaron invalidar las pruebas obtenidas del ordenador portátil del gusano y otras muchas argucias legales que, afortunadamente, no les salieron bien ni una de ellas.
Al no conseguirlo, los defensores del gusano pasaron a recurrir las decisiones del juez Shirley ante el juez Thomas Phillips, que era el encargado de juzgarlo. Éste también las desestimó y, finalmente, el juicio empezó el pasado 15 de abril con la selección de los miembros del jurado.
Una vez comenzó el juicio, uno de los primeros testimonios fue el de Bristol Palin quien relató la cantidad de llamadas anónimas que recibió durante la semana siguiente a los hechos, hasta que tuvo que entregar su teléfono celular al Servicio Secreto.
Otro testimonio interesante fue el del agente del FBI Stephen McFall, un experto en informática, quien confirmó que el ordenador portátil del gusano había contenido los volcados de pantalla y las fotografías obtenidas de la cuenta de correo electrónico de Sarah Palin, pero que éstos habían sido borrados, así como el historial de accesos a Internet, lo que justifica la acusación de obstrucción a la justicia.
La defensa, acorralada, intentó entonces echarle imaginación al asunto y se sacaron de la manga el siguiente argumento que parece sacado de un chiste: que la cuenta de correo electrónico de Sarah Palin no puede ser considerada privada porque su titular es la gobernadora de un estado y, por tanto, todas sus comunicaciones deben ser preservadas porque pueden ser consideradas “de registro público” y, además, su contenido no era íntimo. Y además, las fotos que publicó el gusano tampoco podían ser consideradas privadas porque a los Palin los periodistas les toman fotos todos los días. ¡Toma castaña!
Esta tontería se basaba en el hecho de que una de las locas que acosaba por aquel entonces a Sarah Palin allá en Alaska la había denunciado por utilizar su cuenta privada de correo electrónico para llevar los asuntos estatales y, en consecuencia, demandaba que sus mensajes fueran parte del “registro público” y pudieran ser reveladas bajo la correspondiente ley estatal. Mientras se resolvía el caso, el juez de Alaska competente requirió a Sarah para que no borrara ningún mensaje de su cuenta personal.
La idea era buena, pero endeble en el fondo. El caso es que su cuenta particular de correo electrónico ES privada y sólo le pertenece a ella y si la utiliza en alguna ocasión para escribir un mensaje sobre asuntos propios de su cargo, como mucho será sólo ese mensaje en particular el que pudiera ser considerado “de registro público”, pero nunca la totalidad de los mensajes allí contenidos, ¿verdad? Sobre todo los que le envía Sarah a Todd recordándole que tiene que ir a recoger a Piper de su clase de ballet o que se han quedado sin pañales para Trig y ella no puede pasar por el Wal-Mart antes de que cierren. Además, aunque hubiera mensajes que entraran dentro de esa consideración de “registro público”, el piratear una cuenta de correo electrónico no es manera de acceder a ello, habiendo como hay un procedimiento establecido por la ley. Y si lo fuera, ¿por qué yo no podría piratear –además de porque no sé- la cuenta de correo electrónico del presidente de Estados Unidos para leer su correspondencia, que es de “registro público”? Ay, ay, ay, que ya me veo en Guantánamo vestido con un mono naranja como siga dando ideas…
Por fin, llegó el momento más esperado de todo el juicio y acudió a declarar la propia Sarah Palin quien, para ello, tuvo antes que cancelar su intervención en la Celebration of Reading, un acto organizado en Houston (Texas) por la Barbara Bush Literacy Foundation for Family Literacy. Sarah tuvo primero un intercambio de preguntas y respuestas con los periodistas a la puerta de los juzgados de Knoxville (Tennesee). Poco hay que reseñar sobre ello más que la respuesta que dio a un estúpido gacetillero que pretendía calificar la conducta del gusano como de travesura inofensiva:
Mis amigos y mi familia tuvieron que cambiar sus contactos y direcciones de correo. No está bien, no es legal, no es justo y no es decente. No creo que una acción ilegal como ésta sea una travesura inofensiva. No cuando uno considera el impacto que tuvo en unas elecciones presidenciales. Fue más allá de una travesura.
La izquierda siempre con su doble vara de medir. Qué lástima no poder usar esa doble vara para alisarles las costillas a ellos.
La declaración de Sarah Palin duró unos 45 minutos, tras lo cual bajó del estrado y volvió a su actividad normal. A la salida, respondió brevemente a los periodistas de nuevo, diciéndoles lo dolida que se sentía porque algunas de las fotos robadas correspondieran a su hijo Trig y fueran esas fotos las que están utilizando otros gusanos como Kernell para trucarlas y burlarse de él. Ademá, el hecho de que no pudiera ponerse en contacto con sus hijos es algo que no podía soportar:
Una mamá quiere estar ahí para ayudar a sus hijos así que fue una buena faena el tener mi comunicación con ellas cortada.
Más tarde, en una entrevista concedida a Greta Van Susteren de Fox News Channel, Sarah precisó más sobre lo que había declarado poco antes:
VAN SUSTEREN: De acuerdo. Volvamos al punto en que lo descubrió todo, de vuelta a la campaña, cuando usted descubrió que su cuenta de correo electrónico había sido pirateada. ¿Quién se lo dijo y qué le dijo?
PALIN: Estaba en una habitación de hotel en Michigan con Todd y viendo un programa de noticias. De pronto, mi dirección de correo electrónico y todos mis contactos y fotos familiares y montones de mensajes comenzaron a aparecer por toda la pantalla. Subimos el volumen y la noticia era que mi cuenta particular de correo electrónico había sido pirateada y ese programa de noticias estaba mostrando el contenido de mi cuenta de correo.
Y fue justo entonces cuando uno de los directores de campaña entró en la habitación con un agente del Servicio Secreto y me dijo que tenía malas noticias que compartir y confirmó lo que yo sospechaba que me diría. Y las malas noticias eran que, sí, la cuenta particular de correo electrónico había sido pirateada. El mundo estaba viendo su contenido, los mensajes de mi familia, nuestros contenidos, nuestros contactos y teníamos que clausurarlo todo inmediatamente.
Así pues comenzaron un montón de alteraciones en la campaña, alteraciones en las comunicaciones con mis hijos, mi familia, los cuidadores de mis niños. No fueron, no fueron unos buenos días aquellos.
VAN SUSTEREN: De acuerdo. Él, ya sabes, él… Comprendo que usted se sintiera invadida por lo que él hizo si, efectivamente, fue él quien lo hizo, si, de hecho, él es culpable de esto. Pero ¿había algún tipo de sentimiento –él sólo tiene 22 años, había algún tipo de pensamiento tal y como, por ejemplo, él hizo mal desde su punto de vista, pero usted sentía algún tipo de simpatía por él?
PALIN: Bien, lo que el pirata hizo, y así lo admitió después, fue, voy a intentar encontrar cosas para hacer descarrilar una campaña presidencial. Y ya sabe, eso son palabras mayores. Eso es como, volviendo a aquel día, irrumpir literalmente en unas oficinas electorales para encontrar algo que desacredite o humille a un candidato para poder hacer descarrilar su candidatura. Es el equivalente a lo que hizo él.
¿Fue tan perjudicial lo que hizo el gusano para la campaña electoral? Ciertamente no fue por culpa suya que McCain-Palin perdieron las elecciones, pero ¿cuál fue el coste real? Pues el de perjudicar a la propia Sarah Palin, quien perdió el control de la situación en lo que se refiere a su equipo de gobierno en Alaska (recordemos que seguía siendo la gobernadora) e incluso de su propia familia en un momento de su vida en el que necesitaba tener esa tranquilidad de espíritu, además del hecho de la humillación que suponía para ella el ver de la manera que la trataban los medios de comunicación, sin ningún respeto. Y es que como ella misma ha dicho muchas veces, el verdadero motivo de haber perdido las elecciones estuvo en el colapso del sistema financiero, el ansia de «change” después de ocho años de administración RINO-republicana y la millonada que se gastó el candidato demócrata en ganar las elecciones apoyado y jaleado por los medios de comunicación, quienes demostraron que a la hora de adorar ídolos, ellos no tienen nada que envidiarle a los judios del Sinaí y a su becerro de oro.
Finalmente, el jurado se retiró a deliberar y tras varios días delibera que te delibera, llegaron finalmente a un veredicto: el gusano era considerado por unanimidad culpable de los delitos de obstrucción anticipada a la justicia (un cargo que le puede suponer hasta 20 años en la cárcel y una multa de hasta 250.000 dólares) y acceso no autorizado a la cuenta de correo electrónico de Sarah Palin (una falta menor). Se le considera no culpable del cargo de fraude postal (telecomunicaciones) y los jurados no logran ponerse de acuerdo en el primero, el de usurpación de identidad.
Nada más conocer el veredicto, Sarah Palin publicó su opinión en su página de Facebook (ver la nota original aquí)
El veredicto del caso del pirata informático
Mi familia y yo estamos agradecidos de que el jurado haya sopesado cuidadosa y concienzudamente la evidencia y dado un veredicto justo. Además de la obvia invasión de la privacidad y los problemas de seguridad que envuelven este caso, muchos de nosotros estamos preocupados por la integridad de las elecciones políticas de nuestro país. Las elecciones en Estados Unidos dependen de la justa competencia. Violar la ley o simplemente invadir la privacidad de alguien para la ventaja política ha sido siempre repugnante al sentido de juego limpio de los estadounidenses. Tal y como el Watergate nos enseñó, rechazamos directamente la intromisión ilegal de las comunicaciones privadas de los candidatos por mera intriga política en un intento de hacer descarrilar unas elecciones.
Quiero agradecer a los funcionarios que han trabajado tan duramente en este caso, especialmente a los jurados que cedieron su precioso tiempo de sus trabajos y de sus familias para oír los testimonios y llegar a una decisión.
Mi familia y yo apreciamos a la Buena gente de Knoxville (Tennessee), que nos mostraron la auténtica hospitalidad sureña. Tenemos muchas ganas de visitarles otra vez – pero sin una citación judicial en la mano.
Sarah Palin
Por una vez, la justicia ha sido justicia y no una mera farsa como suele suceder aquí en España donde la justicia es tan difícil de encontrar como la honradez, la sinceridad y la decencia en un político.
Hasta la próxima entrada.