Es cierto que les había prometido que no iba a tratar de política nacional, o sea la española, en este blog. Bastante tiene uno con sufrirla a diario como para encima dedicar su escaso tiempo libre a hablar sobre ella. Sin embargo, ahora que las elecciones del midterm en los Estados Unidos han concluido y Sarah Palin y el Tea Party han sido reconocidos como sus grandes vencedores, por más que Palin no se presentase a ningún cargo y el Tea Party haya cosechado tantas victorias como derrotas, me gustaría compartir con todos ustedes algunas reflexiones sobre una cuestión que he visto tratada ocasionalmente por ahí, en algún medio de comunicación: ¿podría darse un Tea Party aquí en España? Es cierto que la idea es demasiado tentadora como para descartarla, pero mucho me temo que eso es lo que deberíamos hacer todos porque mi opinión es que no hay ninguna posibilidad de que eso suceda. Toda sociedad tiene un momento en el que se juega definitivamente su futuro y si lo deja pasar, tal y como lo hicimos nosotros, no tiene una segunda oportunidad nunca más. Y para nosotros, esa oportunidad se fue con los dos mandatos del presidente Aznar, quien algún día tendrá que responder ante la Historia por ello. Y la Historia tal vez le perdone, que cosas peores se han visto, pero yo no.
Nuestra democracia nació torcida. Suárez estropeó completamente lo que hubiera podido ser una magnífica transición y el Rey, siempre tan echao p’alante él, fue incapaz de corregir el rumbo cuando autorizó al entonces CESID a que montara el golpe de timón que iba a ser el 23-F, un auténtico tiro por la culata. El resultado de todo ello lo tenemos a la vista: Ex-paña.
Tras el más culpable, Suárez, llegó González y la constatación fehaciente de una realidad: 1) Que todos los socialistas son unos ladrones; 2). Que todos los socialistas son unos mentirosos; y 3) Que todos los socialistas odian a España. Aún así bastante costó echarlo del poder, aunque se fue bien forrado. La llegada de Aznar a La Moncloa supuso un soplo de aire fresco, pero Arriola bien que se preocupó de que no ganara las elecciones por mayoría absoluta. (¿Recuerdan aquel primer debate que ganó rotundamente Aznar y que nos entusiasmó a todos? ¿Y recuerdan aquel segundo debate que nos devolvió a las simas de la depresión? Pues eso). Por suerte, ni siquiera Arriola pudo evitar que Aznar fuera reelegido y que lo hiciera por mayoría absoluta, dándonos a todos la esperanza de que por fin pudiera ponerse manos a la obra y regenerar España antes de que fuera demasiado tarde. Pero si alguien se esperaba eso, aviado estaba. El segundo mandato de Aznar constituyó la mayor decepción de todas. Pudo hacerlo todo y no hizo nada. Pudo evitar lo que estaba por venir y el tío se echó a dormir. Y por el camino, se había cargado a Alejo Vidal-Quadras, el iniciador de lo que más cerca estuvo de ser un movimiento Tea Party en España (y encima en Cataluña, por si fuera poco). Y para acabar de redondearlo, nos legó como heredero a Rajoy. ¡Maldita sea su estampa!
Es cierto que Aznar hizo cosas bien: luchó firmemente contra la putaETA, saneó las finanzas públicas, reorientó nuestra política exterior hacia los Estados Unidos y el Reino Unido y mandó a tomar por saco a Francia y a Marruecos, puso al Partido Popular en la senda de ser lo que realmente hace falta en este país: un partido conservador consciente de que lo eso y orgulloso de serlo… Hizo todo eso bien, pero se olvidó de hacer muchas más cosas como acabar de una vez por todas con la politización de la Justicia, acotar el desaforado poder de los nacionalismos y depurar las fuerzas de seguridad, así como los servicios de inteligencia, de la mafia socialista enquistada en ellas y convertirlas verdaderamente en unas fuerzas de seguridad nacionales y no en unas fuerzas de seguridad partidistas como lo eran entonces y lo siguen siendo ahora. Es por todo eso que considerando a Aznar como el presidente del Gobierno menos malo de la reciente historia de España, no puedo considerarlo como uno bueno. Y es que a pesar de todo, siguió siendo un gobernante miope más pendiente de ganar las próximas elecciones que de asegurar el futuro de la próxima generación. Ahora Aznar está más chulo que un ocho y viaja por todo el mundo en plan tope-estadista-Churchill-era-un-pringao-a-mi-lado. Pues muy bien. Que lo disfrute él que puede porque nosotros, en cambio, no tenemos nada que disfrutar.
El caso es que después del 11-M, se hizo evidente que existía un plan urdido en las cloacas del Estado para refundar España ahora sí como Ex-paña. Llámenme conspiranóico, pero a la vista está. Algunos pensamos ingenuamente que Rajoy iba a hacer honor a su compromiso y lucharía por nosotros. ¡Ja, ja, ja! ¡El pobre tipo ese! Se cree la sal de la tierra y no es más que un tarugo (de pino gallego). Los años que fueron de 2004 a 2008, España vivió una movilización sin precedentes. Medio país se lanzó a la calle y llenó una y otra vez Madrid, metiendo el miedo en el cuerpo a esos de las cloacas que no podían dejar de preguntarse si no se habrían equivocado y España no estaría todavía muerta… No, no lo estaba. Todavía. Ya se las arregló el cacho tarugo (de pino gallego) para perder las elecciones, imagino que siguiendo instrucciones, y luego, tras su asombroso viaje a México (que yo creo que no fue a México sino que tenía una cita en algún otro sitio), regresar convertido en el único español convencido de que él iba a ser el próximo presidente del gobierno. Me imagino también que alguien con poder para hacerlo le hizo una promesa en nombre de alguien con poder para prometer. La contrapartida: que no se saliera del guión y que asumiera que España ya no existía y que a todos nos iría mejor con Ex-paña, sobre todo a él. Y así andamos. Zapatero ha abierto el camino, pero será Rajoy quien lo concluya. Si alguien se imagina que Rajoy va a deshacer ni una sola de las medidas tomadas hasta ahora por Zapatero, mejor que se haga guionista de cine porque con esa imaginación podría llegar fácilmente a estrella de Hollywood. De hecho, mi creencia firme es que con Rajoy en el gobierno, los conservadores como yo las vamos a pasar canutas. Prepárense porque ya saben aquello de que no hay peor cuña que la de la propia madera (no es que pretenda que Rajoy sea conservador, puesto que bien que nos echó a todos del PP en aquel infecto congreso de Bulgaria capital Valencia, ¿recuerdan? Pues yo le hice caso y me fui. Veinte años seguidos votando al PP y ni un día más. Desde entonces, mi voto me lo guardo. ¡Muera el PP!). Pues eso. Yo, por si acaso, ya tuve buen cuidado de buscarme un servidor extranjero para que albergara mi blog. No es que yo moleste mucho al poder, Dios me libre del pecado de la vana arrogancia, pero sí que estoy convencido de que si algún día me piratean el blog, será con Rajoy en la poltrona.
Y, sin embargo, hay tanta gente en España dispuesta a luchar. Los años que fueron de 2004 a 2008 me vieron a mí embarcado en varias iniciativas de la llamada “sociedad civil”. No llegaron a buen puerto y fue a raíz de ello que empecé a plantearme la necesidad de actuar siquiera individualmente a la vista de que colectivamente no había nada que hacer. De esa reflexión surgió “Conservador en Alaska”, que cubría un flanco que me pareció oportuno dar a conocer: Sarah Palin y los Estados Unidos. Y de momento ahí sigo. Y cada día más satisfecho. Y con muchos lectores (que Dios les bendiga). El caso es que conocí a mucha gente durante esos años y era gente estupenda, con conocimientos, con opinión propia, con voluntad de trabajar, con espíritu de sacrificio y con ganas de hacer cosas. Gente con la que sería de lo más sencillo levantar un Tea Party en España. Porque gente la hay. En eso los estadounidenses no son tan excepcionales. Gracias a Dios, las buenas personas están bastante bien repartidas por todo el mundo. Sin embargo, en lo que sí que son excepcionales los estadounidenses es en el hecho de tomarse muy en serio su libertad y no estar dispuestos a consentir que nadie se la arrebate y en que su sistema político refleja esa ansia de libertad al permitir que cualquier persona pueda optar a un cargo público sin tener que preocuparse de lo que piensen los mandamases de los partidos políticos. Dos cosas que en España ya no se estilan y que en Ex-paña ni siquiera entenderán de qué les hablan.
Con una historia falseada de arriba abajo que pretende que la Guerra Civil de 1936-1939 se libró entre demócratas y fascistas y no entre revolucionarios comunistas y contrarrevolucionarios anticomunistas, ¿qué se puede hacer para recuperar la verdad y reconocer que fue la evolución natural del franquismo lo que nos trajo la democracia? Nada. Partiendo de ese punto de vista, cualquier debate político está viciado de origen. Ser conservador, está peor considerado que ser pederasta. Ser creyente, sobre todo si es católico, casi una aberración. Y ser patriota, sólo si es español, una provocación. La mordaza impera y todos los medios de comunicación se han plegado voluntariamente a ella. Incluso la COPE. Quedan los medios de comunicación de la “galaxia de Federico”, que digo yo, pero tienen poco alcance. Y en cuanto a El Mundo, es curioso que un periódico de izquierdas sea tan leído por la gente de derechas. Yo no lo leo, por descontado, harto como estoy de que insulten a Sarah Palin. Al cuerno con Pedro Jota, que es otro como todos, pero más chulo si cabe.
Con un sistema político putrefacto en el que la democracia ha dejado paso a una oligarquía basada en las cúpulas de los distintos partidos políticos, que controlan todo el poder y que han devenido una casta que si bien fingen que se pelean entre ellos de vez en cuando para distraer al personal, pero que a la hora de la verdad arriman el hombro para seguir gozando de todos los privilegios a costa de los de siempre, ¿qué se puede hacer para renovar el ambiente y evitar que la política siga siendo un coto cerrado de caza y eso tan bonito de “el gobierno del pueblo, para el pueblo y por el pueblo” sea conocido siquiera por una sola vez en este país? Nada. Las cosas han llegado demasiado lejos; el poder se ha blindado de tal manera que hasta la oposición es “oficial”. En Ex-paña ya sólo existen dos partidos y ambos son socialistas; unos más, el PSOE, y otros menos, el PP, pero ambos son devotos del estatismo más desenfrenado y de arruinar la vida a los pobres para poder medrar ellos como han hecho siempre. Hubo un tiempo, un pequeño tiempo, en que pareció que el PP iba a romper la baraja, pero bien se ha ocupado Rajoy de evitar que eso suceda, seguramente como parte de su traición a España. ¡Pobre Rajoy, tan alto él y tan minúsculo en realidad! Compadézcanlo porque en el fondo no es más que un mandado. Si no fuera un ignorante, quizás le convendría recordar aquello de “Roma no paga traidores”. Pero claro, él mira al futuro y olvida el pasado. En consecuencia, no puede aprender nada del pasado, que es lo que enseña. Pero era antes que la Historia era madre de la vida; ahora sólo es un rollo y no algo que “de verdad importa a los españoles”. Será a él, que a mí sí que me importa, so lerdo.
Con una ciudadanía que, salvo en una honrosa parte, ha renunciado a defender sus libertades a cambio de que les concedan una subvención, una prestación por desempleo o un PER, ¿qué se puede hacer para movilizar a toda esa gente y llevarla a llenar calles y ciudades, rodear las casas de los políticos, apedrear sus ventanas y obligarles a salir del país sin más que lo puesto? Nada. Algunos pueblos nacen libres, como el de los Estados Unidos y tienen derecho a poseer y llevar armas, mientras que otros, como el nuestro, parecen condenados a la esclavitud, castrados de toda hombría que les lleve un día a dar un puñetazo en la mesa y decir que hasta aquí hemos llegado y que nadie va a jugar con el pan de mis hijos. No toda España es así, lo reconozco. Hay muchos que merecerían ser estadounidenses en este mi desgraciado país, pero son ya una minoría y la mayoría, los cobardes, los vendidos, los miserables, están dispuestos a marginarlos, a escupirles por la calle y hasta a golpearles (lo he visto personalmente) con tal de que nadie les ponga un espejo ante la cara y les obligue a contemplarse en él y ver así su propia y lamentable figura.
Es por todo ello que, con todo mi pesar, creo que nunca habrá un Tea Party en España. La podredumbre del sistema está demasiado avanzada para ello. En los Estados Unidos, el Tea Party devolver el gobierno al lado del pueblo, corregir su rumbo, y, para ello, cuenta con el propio sistema que no está en absoluto en crisis y que sustenta esa voluntad de rectificación. En España, en cambio el propio sistema es su pecado. La Constitución está viciada de origen y nada que no fuera luchar por unas nuevas Cortes Constituyentes que elaboraran una nueva Carta Magna, ahora sí sin complejos ni manías ni trapicheos en los pasillos, serviría. Ya no es cuestión de personalidades, sino de la propia estructura que se hunde en una oligarquía asfixiante que acabará convirtiendo España en lo que Stalin siempre predijo: España será el segundo país del mundo donde triunfará el comunismo. Y sí, lo será. Seremos una República Democrática Popular, sin el nombre, pero con todos los demás atributos. Y no habrá hecho falta para ello que el Ejército Rojo nos invada ni que una guerrilla triunfante nos lo imponga. Lo habremos hecho nosotros solitos; votando por la esclavitud a sabiendas de lo que hacíamos. Y tal vez nos lo hayamos merecido porque cuando un pueblo renuncia a luchar por su libertad es que ya es esclavo.
Y, sin embargo, algunos seguiremos luchando porque la Historia nunca está completamente escrita y quién sabe lo que puede pasar. Los sucesos extraordinarios acaecen. Los hombres excepcionales surgen y encuentran su ocasión. Y sólo Dios sabe lo que será de nosotros. Por mi parte, a pesar de todo mi pesimismo, a pesar de que veo el futuro negro negrísimo, «Conservador en Alaska» seguirá publicándose mientras yo pueda y ustedes quieran leerme. No cejaré en mi empeño, se lo prometo. Mi causa es la misma causa de Sarah Palin y de todos ustedes: la libertad. Tal vez sea una causa perdida, pero ¿no son acaso estas las únicas por las que merece la pena luchar?
Que Dios nos ayude a todos.
¡Jo, qué rollo les he soltado hoy! No sé porqué lo he hecho. Tal vez sea el año nuevo, tal vez esté más melancólico que de costumbre, tal vez me haya cabreado lo de Cascos… De cualquier forma, les pido perdón y prometo no volver a hacerlo más. El próximo día, America by Heart. Prometido.