GOING ROGUE: UN RESUMEN (y VII)

02/01/2010

 

Con esta entrada, doy por concluida esta serie dedicada a resumir el libro de Sarah. Un triste intento por mi parte de consolar a todos aquellos que no pueden disfrutar todavía (he dicho “todavía” porque la esperanza es lo último que se pierde, señores editores españoles, ¿me oyen?) del placer de su lectura. En la próxima entrada, les detallaré las impresiones que me ha causado y lo que pienso yo acerca de la oportunidad de su publicación y los efectos que puede producir en una sociedad como la estadounidense que empieza a darse cuenta de dónde se ha metido votando a los bolcheviques… quiero decir a los demócratas. Verán qué año 2010 más apasionante vamos a vivir.

¿Se acuerdan de cuándo Sarah nos guiñó el ojo en pleno debate vicepresidencial? Imagino que a ese par de idiotas de los Wallace les dio un soponcio al verlo. Lástima que no fuera fulminante y se murieran ipso facto. Cuánto bien le hubieran hecho entonces a la campaña de McCain. El caso es que es una imagen que me entusiasma y he querido recuperarla para terminar esta serie de una manera que me parece la más “palin” posible: la de una mujer llena de alegría de vivir.

CAPÍTULO SEXTO: THE WAY FORWARD (El camino adelante)

Tras tres semanas preparando el proceso de transición, Sarah Palin y su familia viajaron a Fairbanks en su autocaravana para proceder al acto protocolario de traspaso de poderes. Sarah recuerda su discurso de despedida y señala que entonces dijo adiós a su puesto como gobernadora, ciertamente, pero también daba la bienvenida a las nuevas oportunidades que se le pudieran presentar, cualesquiera que éstas fuesen. Es por ello que el discurso de despedida había que entenderlo como el primero de una nueva época para Sarah y no como el último de su vida pública. De cualquier forma, los ánimos en la familia Palin estaban altos porque la vuelta a casa, a Wasilla, fue una divertida excursión familiar que disfrutaron todos enormemente.

¿Y ahora qué? Es lo que se pregunta Sarah acto seguido. Y es entonces cuando nos habla acerca de su sentido de la independencia, de su admiración por las figuras de Reagan y Thatcher, de su respeto por los principios en los que se funda el Partido Republicano, pero también de la poca simpatía que siente por algunos de los miembros de ese partido y que le llevan a comprender perfectamente a quienes como su marido Todd optan por no afiliarse y ser independientes. En cuanto a ella, no se considera estrictamente una conservadora o una liberal, pero si tuviera que definirse de alguna manera sería como una “commonsense conservative” (conservadora con sentido común).

¿Y qué significa eso? Para Sarah, eso implica respeto por la historia y la tradición, incluyendo los principios morales tradicionales. A este respecto, no pretende ella ser mejor que nadie, pero cree que el ser humano es un ser caído, que el mundo no es perfecto y, sobre todo, cree que los políticos no van a corregir todo eso y volver al mundo perfecto.  Para Sarah, un conservador es alguien que brega con el mundo tal y como es. Alguien que cree en los derechos y responsabilidades y en la dignidad inherente a cada persona y que reconoce que el ser humano es así y no como a muchos les gustaría que fuese.

Sarah no cree en perseguir utopías. El gobierno no debe “perfeccionar” a los ciudadanos sino protegerlos, protegiendo sus derechos inalienables y estableciendo un contrato social para que puedan convivir todos juntos en paz.

Y en tiempos de crisis como los actuales, Sarah confía en el espíritu emprendedor de los estadounidenses. Cracks y booms se han sucedido a lo largo de la historia y cada vez  ha sido una oportunidad para la “destrucción creativa”, al igual que los incendios forestales en Alaska, que suelen dejar arder y extinguirse por sí mismos y que a la primavera siguiente descubren un nuevo bosque que se ha renovado. Pero cree también en que se explique a la gente, tal y como hizo Reagan, cómo sucede todo eso y en no engañarles haciéndoles creer que nada de eso tiene coste y que es posible hacer magia.

Sarah reconoce que el GOP ha perdido precisamente ese legado que les dejó Reagan y que ha comprometido sus principios. Recuerda su etapa como gobernadora en Alaska, donde los republicanos tenían mayoría sobrada en las cámaras legislativas, pero donde por culpa de unos pocos de esos republicanos, el control pasó a los demócratas más izquierdistas.

En cuanto al crecimiento del gobierno federal, su postura es clara: no. Y no sólo se opone, sino que quiere luchar contra esa visión predominante de la izquierda que propugna más gobierno como solución para todo. Y en cuanto a su repaso de la crisis económica, apunta certeramente a la causa principal de ésta: el que el gobierno federal obligara en su momento a los bancos a conceder hipotecas a quienes evidentemente no podían pagarlas, basándose en una visión fantasiosa de la realidad y no en los meros hechos desnudos, esos que dicen que quien no tiene dinero, ¿cómo va a pagar sus deudas?

Sus críticas a la actual administración son lógicas: la creciente deuda nacional supone un enorme coste económico que encima no está reparando nada. Los principios del libre mercado deben ser respetados y el gobierno no debe interferir en ellos. Sarah recuerda a Reagan y que él tuvo que hacer frente a una crisis aún peor y que lo hizo con éxito porque tenía confianza en sus medidas, las famosas Reaganomics, y perseveró. Para ella, la cuestión energética es la base de cualquier propuesta económica ya que la energía es lo que permite crear riqueza. Se puede perforar en busca de más reservas petrolíferas con seguridad y limpieza y no es sólo que se pueda sino que se debe para que así Estados Unidos pueda dejar de financiar a regímenes hostiles y que además violan los derechos humanos. La guerra contra el terrorismo sólo puede terminar de una manera: con la victoria de Estados Unidos y la derrota de los terroristas. Y esa guerra debe librarse empleando no sólo las armas en el campo de batalla, sino también ayudando efectivamente a quienes quieren luchar por su libertad y por libertad de sus países. Estados Unidos no debe ser indiferente a su lucha. Y ello es especialmente importante en el caso de Israel, que es el único país que cita expresamente.

Para Sarah, Estados Unidos está en una encrucijada de su historia: buscar un futuro mejor o repetir un pasado peor. Por ello, anima a cada estadounidense a tomar partido y nunca dejar que nadie les diga que se sienten y se callen, sino levantarse y luchar. Y lo hace con estas palabras, las últimas del capítulo y unas palabras tan llenas de resonancias churchillianas que no he podido evitar la tentación de reproducirlas para todos ustedes:

The enlightened elites want to tell you to sit down and shut up. But the way forward is to stand and fight. Throw tea parties. March on Capitol Hill. Write letters to the editor. Run for local office – you never know where it may lead. And make your voice heard on every single election day, on every single issue. That is your birthright.
Stand now. Stand together. Stand for what is right.

(Las iluminadas elites quieren decirles que se sienten y se callen. Pero el camino hacia delante es levantarse y luchar. Lancen tea parties. Marchen sobre Capitol Hill. Escriban cartas al director. Preséntense a cargos locales – uno nunca sabe hasta dónde podría llegar. Y hagan que su voz sea oída en cada día de elecciones, en cada asunto. Ése es su derecho de nacimiento.
Levántense ahora. Levántense juntos. Levántense por lo que es justo.)

Hagámosle caso. Que Dios te bendiga, Sarah.

Y como que sé que algunos de ustedes piensan que siento debilidad por Piper Palin (lo cual es cierto), aquí les dejo una foto de la mediana de la familia, Willow. Vale, venga, prometo dejar a Piper por unos días y publicar fotos de sus hermanas para que no se diga. A ver si encuentro una de Bristol con su hijo Tripp. Seguro que sí.


GOING ROGUE: UN RESUMEN (VI)

29/12/2009

 

Aún me falta otra entrada más para terminar con este resumen que les estoy ofreciendo del libro de Sarah Palin. Un libro que, si tuviera que aconsejar a un amigo sobre si vale la pena que se lo compre o no, le diría que por supuesto que sí. Y los motivos en concreto que le daría para ello son exactamente los mismos que les ofreceré a todos ustedes en una próxima entrada que se va a titular “Las lecciones de Going rogue”. No se asusten porque no se va a tratar de una reseña literaria (para eso, tienen ustedes montones de ellas corriendo por ahí y mucho más buenas que cualquiera que pueda yo pergeñar) sino de una reseña más bien “política”, si es que se puede llamar así, porque, para muchos, este libro no contiene nada de política cuando, en mi opinión, es todo lo contrario: está lleno de política, de política de altos vuelos y especialmente de propuestas para el futuro. Reconozco que cuesta entender lo que mueve realmente a alguien tan rara avis como Sarah, pero es que estamos muy enviciados después de tantos años de miserable politiquería y una vez que nos encontramos a una persona decente y encima una política con mayúsculas, sencillamente no estamos a su altura.

Una foto de la familia Palin que hacía tiempo que quería publicar, pero que no quería hacerlo mientras Track estuviera destinado en Irak. Por fortuna, ya ha vuelto sano y salvo y ya no hay ningún obstáculo a que lo haga. Por mi parte, no voy a hacer ningún comentario porque ya saben ustedes cuál sería: ¡Mira qué graciosa está Piper! ¿A que es un encanto de niña? (Lo siento, pero uno ha nacido para ser padre y me tengo que jorobar no siéndolo, así que no me queda más remedio que consolarme con los hijos de los demás). ¡Piper, Piper, Piper!

CAPÍTULO SEXTO: THE THUMPIN’ (El aporreamiento)

Sarah comienza este capítulo recordando el año 2004, cuando le sugirieron presentarse como candidata al Senado en Washington, compitiendo por el escaño ocupado en aquel entonces por Lisa Murkowski, la hija del gran sátrapa Frank Murkowski ( se acuerdan de él, ¿eh?).  Era una buena oportunidad porque la tal Lisa estaba más que desprestigiada por el escandaloso caso de nepotismo en que se había enfangado su papá y hubiera sido muy fácil arrebatarle el escaño. Sin embargo, tras consultarlo con su familia, como ha hecho siempre, Sarah se encontró con la única oposición de su hijo mayor, Track, quien le preguntó quién iba a ser entonces la manager de su equipo de hockey (Sarah era efectivamente la manager del equipo y se ocupaba de todo lo que tuviera que ver con ellos, viajes incluido) si era elegida senadora. Como quiera que para Sarah su familia va siempre primero, le pareció un argumento más que sobrado para desestimar finalmente la oferta.

Y tras la campaña electoral de 2008, Sarah nos cuenta que se sentía en la misma situación que en aquel entonces. Seguía siendo la gobernadora de Alaska, seguía siendo la misma persona que diez semanas antes, pero en cambio Alaska ya no era el mismo lugar en el que había vivido ella siempre. Para Sarah, había empezado la guerra de las ethics complaints, los mismos periódicos que antes la trataban con respeto y hasta amistad ahora se habían convertido en vulgares tabloides llenos de calumnias y su administración se encontraba de pronto con que ya no podía gobernar, sino que se pasaba todo el rato defendiéndose de la avalancha de acusaciones infundadas de que era objeto. Anónimos (o no tan anónimos) asesores de la campaña de McCain empezaron a sembrar rumores sobre ella en un intento de descargarse de las culpas por su propia estupidez. Los periódicos nacionales, que le achacaban intenciones futuras que ella nunca había reconocido, se quejaban de que no saliera de Alaska, mientras que en Alaska a poco que salía de allí se quejaban de que les dejaba abandonados, prohibiéndole que hiciera lo mismo que habían hecho todos sus antecesores sin mayores problemas. Era “la nueva normalidad” y como en 2004, iba a ser Track quien acabara dándole el argumento definitivo para que tomara definitivamente una decisión.

Y es que es curioso cómo puede cambiar la gente. Por ejemplo, ¿se acuerdan de aquella historia bastante bochornosa en que la víspera del Día de Acción de Gracias Sarah fue entrevistada en una granja de pavos mientras a sus espaldas un operario hacía su trabajo y mataba pavos? El autor fue un periodista de Alaska a quien Sarah recordaba como un profesional muy serio, pero que ahora estaba desconocido. O aquel otro periodista que le sugirió dar una rueda de prensa con todo su gabinete para así facilitarles el trabajo a ellos al no tener que ir de puerta en puerta y que luego, tras haber accedido a dar esa rueda de prensa, publicó que Sarah era incapaz de ofrecer una rueda de prensa sin la asistencia de su gabinete para “soplarle” las respuestas. Pero todo esto no era sólo cosa de la prensa local, sino también de la nacional que seguía vertiendo basura sobre ella y que hasta se atrevieron a acosar a Piper en la calle aprovechándose de que volvía sola del colegio. Molestaban a su familia, a sus parientes, a sus asociados políticos, a sus vecinos, a su médico… Y si alguno de estos creía que quien le preguntaba era de confianza y hablaba con él de buena fe, pronto se daba cuenta de que le habían engañado y se lamentaba amargamente de haber picado.

Prensa, pero también bloguistas progres, que eran casi peores obsesionados como estaban con Trig y la calumnia de que no era hijo de Sarah. Y hasta empezaron a hacer circular el rumor de la existencia de unos videos pornográficos de Sarah que iban a publicar prontamente. No lo hicieron nunca.

Es cierto que no era ella la primera política que se encontraba en esa situación, pero es que tampoco será la última al menos hasta que los estadounidenses digan basta ya. Sarah reconoce que no le gusta quejarse, pero reconoce también que a raíz de toda esta situación, la prensa tradicional ha acabado perdiendo toda su credibilidad como fuente de información. Y si ya no cumple con esa función, habrá que buscar otros medios porque, gracias a Dios, aún quedan algunos: periodistas en la televisión por cable, comentaristas radiofónicos, bloguistas, algunas publicaciones periódicas basadas en hechos reales, etc. Justamente todos esos medios que la izquierda sueña con poder cerrar de una vez por todas.

El 7 de julio de 2009, Rudy Giuliani invitó a Sarah, Todd y Willow a presenciar un partido de beisbol de los Yankees en su estadio de Nueva York. Fue entonces cuando el patético comediante Jay Letterman (de la CBS, ¡cómo no!) hizo un chiste asqueroso sobre Willow. Sarah salió en defensa de su hija y la izquierda se le echó encima acusándola de no aguantar siquiera un chiste, aunque ese chiste no sólo fuera repulsivo sino degradatorio para Willow tanto como mujer como adolescente. Por supuesto, las feministas ésas que tanto se llenan la boca cuando quien habla es alguien que no es de la banda, calladas como buenas chicas que son, siempre a las órdenes del macho alfa. Sarah las califica acertadamente al describirlas como “hipócritas”.

Y lo más ridículo fue cuando surgieron los rumores de que se divorciaba de Todd y todo porque la fotografiaron un día sin llevar puesta su alianza. Pero es que ella muchas veces no la lleva y, de hecho, Todd ni siquiera tiene una porque cuando las compraron hace veinte años eran más pobres que las ratas y la de Sarah ya les costó 35 $ y no tenían para más. A eso se le llama buscarle tres pies al gato. O pensar mal y no acertar. O simplemente ser imbécil.

En cuanto a su tarea diaria de gobierno, de repente se multiplicaron los requerimientos de información recibidos por su administración y las ethics complaints presentadas contra ella. Los primeros son meros tiros al azar a ver si pueden encontrar algo que dé para una calumnia (ya que para una verdad no iban a encontrar nada) y las segundas son meramente ridículas. La mayoría de estas peticiones procedían de las mismas dos personas: un periodista de la AP y la turuta de Andrée McLeod quien, en prueba de que realmente lo suyo es de manicomio, llegó a presentar una ethics complaint quejándose de que las funcionarias de la administración llevaban la ropa demasiado ceñida y se les marcaba todo: tetas, culo, etc.  ¡Un escándalo! Algo que de por sí ya es bastante como para recetarle una cura de sueño, pero como quiera que la prensa le apoyaba porque les proporcionaba carnaza (es que la tal McLeod, a la que presentaba una ethics complaint, corría a contárselo a la prensa, algo expresamente prohibido por la ley) y pronto un abogado izquierdista, Don Mitchell, empezó a financiarle y hasta a asesorarle. Sarah reconoce que alguna vez ha estado tentada de acabar con todo aceptando la multa que fuera con tal de poder olvidarse de ello, pero su abogado, Tom Van Flein, un buen abogado, jamás se lo ha permitido consciente de que eso es pan para hoy y hambre para mañana, además de que es fundamentalmente injusto porque ella no ha violado ninguna ley. Y es que el propio Don Mitchell ya había publicado una entrada en el Huffington Post en septiembre de 2008 anticipando la estrategia de las ethics complaints como medio para arruinar la acción de gobierno de Sarah.

En cuanto a la política de la nueva administración en Washington, la opinión de Sarah es clara: el gobierno no debe meterse en la economía. Y punto. Se opone a todo tipo de “redistribución de la riqueza” porque eso no es más que el quitarle injustamente su dinero trabajosamente ganado a una persona para dárselo a otra. Pero es que además de injusto, no funciona tal y como recuerda Sarah citando a Abraham Lincoln, quien ya dijo que no se puede ayudar a los pobres aplastando a los ricos que invierten y crean puestos de trabajo para ellos porque en ese caso, los ricos simplemente se irán a otro lado y los pobres perderán incluso esa oportunidad de prosperar por su cuenta. Es entonces cuando Sarah empieza a oír de los Tea Parties y eso la llena de ánimo al ver que los estadounidenses están atentos a lo que pasa en SU Casa Blanca y en SU Congreso y que no piensan dejar de estarlo.

Un buen día, Sarah y Todd repasan su situación económica y se llevan un susto al encontrarse con que deben alrededor de 500.000 $ en gastos legales. Y encima, 50.000 $ de ese total corresponden  al coste del proceso de selección como candidata a la vicepresidencia, que el GOP se lo carga a ella al no haber ganado las elecciones… ¡Genial! Sarah nos explica entonces que ésa es la misma estrategia que ya emplearon en su momento contra Newt Gingrich. La izquierda, con su pobre mensaje y sus más pobres resultados aún cuando han gobernado, ya no se bate en el terreno de las ideas porque sabe que no tiene ni una que ofrecer, sino que prefiere batir directamente a sus adversarios políticos y Gingrich, que se había convertido en algo raro en la derecha: el líder de un movimiento popular, era el más temible de todos ellos. Así que había que acabar con él como fuera y lo hicieron a base de ethics complaints, un total de 74 que se presentaron en su contra de las cuales 65 eran simplemente ridículas. Sin embargo, hubo una, sólo una, que prosperó y por la que fue condenado a pagar una multa de 300.000 $ y aunque tres años después fue definitivamente exonerado, ya era tarde porque su imagen pública había quedado tocada y se hundió.

Es lo mismo que intentaron con Sarah. Ella también tuvo que tragarse una ethics complaint que no fue descartada del todo.  Fue la relacionada con una serie de viajes realizados por ella y su familia que algunos no consideraban hechos “en interés de Alaska”. No había ninguna violación de la ley, pero el investigador demócrata que la tramitaba se vio forzado por el partido a encontrar algo y ante el temor de que se eternizara, finalmente Sarah aceptó reembolsar al Estado el importe de una parte de esos viajes siempre y cuando quedara constancia de que no había vulnerado ninguna ley y que si lo hacía era simplemente como un medio de ayudar a que la legislación relacionada con los viajes de los miembros de la familia del gobernador fuera revisada y reescrita con más claridad. De hecho, Sarah incluso tuvo que reembolsar el importe de un viaje de su hija Bristol que ésta nunca realizó (¡!). Lo hizo simplemente para no seguir atascada con ese asunto por vete tú a saber cuánto tiempo más, pero el resultado práctico fue que por fin los medios de comunicación podían publicar que Sarah había sido encontrada culpable de una violación ética, sin dar más detalles, por supuesto.

Semejante acoso empezó a dar resultados y empeorar su situación familiar: Todd no podía ir siquiera a la sede del Gobierno porque los periodistas le acusaban de ser “el gobernador en la sombra”, sus hijos no podían viajar con ella y tenían que vivir separados (Piper y Trig vivían con su madre en Juneau y Bristol y Willow lo hacían en Wasilla con su padre). Su equipo también empezó a verse afectado ya que las ethics complaints empezaron a apuntar hacia ellos y de la manera como es la legislación de Alaska, tenían que pagarse todos los gastos legales de sus propios bolsillos.

Por fin, un grupo de la Republican Governors Association que viajó a Alaska le advirtió de que estaba siendo “emanuelizada” (por Rahm Emanuel) o “aporreada” y le dicen que está todo recogido en el libro The Thumpin’: How Rahm Emanuel and the democrats learned to be ruthless and ended the republican revolution (El aporreamiento: Cómo Rahm Emanuel y los demócratas aprendieron a dejarse de tonterías y pusieron fin a la revolución republicana). En él se recoge la historia secreta de la campaña electoral de 2006, que devolvió el control del Congreso a los demócratas y fueron el preludio de la victoria de 2008 en las presidenciales.

Y además, seguían dale que te pego con Bristol y su embarazo, Trig y quién era su verdadera madre, etc. Ella sólo pretendía hacer su trabajo, pero no le dejaban. Por fin, su más fiel compañera, Kris Perry, se ve obligada a dimitir incapaz de seguir.  A base de ethics complaint tras ethics complaint, su imagen pública iba deteriorándose. Además, le amenazaba la ruina económica. Su amiga Kristan Cole creó un fondo con todas las de la ley para ayudarle a sufragar los gastos legales, pero también se vio afectada por una ethics complaint y hasta ahora no se ha podido tocar un solo dólar de allí. La administración de Alaska estaba prácticamente paralizada.

Sin saber muy bien qué hacer, Sarah habló con Track por teléfono. Aún estando él en Irak, estaba enterado de lo que pasaba y hasta él se sentía afectado y hasta desmoralizado. No quiere que su madre abandone deshonrosamente su puesto sino que le pide que haga lo que haga sea para perseguir un objetivo mejor. Sarah recuerda el consejo de un buen amigo de los Palin: En política, o comes bien o duermes bien. Ella ya no dormía bien. Tiene que ser la gente de Alaska en primer lugar y si no podía responderles cómo ellos le tenían todo el derecho a exigirle que lo hiciera, entonces debía obrar en consecuencia. Por fin, Sarah tomó la decisión de dimitir y cuando lo hizo, no había ningún cálculo en ello. Para ella, era únicamente lo que tenía que hacer y si la consecuencia iba a ser que se hundiera su carrera política, lo asumiría.

El 3 de julio de 2009, Sarah dimitió por la única razón de que era lo mejor para Alaska. Pero lo más divertido fue la reacción de esos mismos que tanto deseaban deshacerse de ella: estaban indignados y corrieron a inventarse algunas calumnias de última hora como, por ejemplo, que dimitía porque el FBI la estaba investigando, algo que el FBI desmintió oficialmente acto seguido. Pero seguían preguntándose por qué había dimitido y por más que se les explicara, era imposible que lo entendieran. Sólo una comentarista, Mary Matalin, comprendió que la inteligencia de una estrategia que no sólo desarmaría a sus oponentes sino que además la dejaría libre para viajar y recaudar dinero y favorecer las causas que quisiera. Ciertamente fue la única que demostró tener luces porque reconozco que yo también me volví tarumba aquel día (fui tibio, pero prometo no volver a serlo nunca más). Pero lo peor es que la izquierda, a estas alturas, sigue sin entenderlo. Y es que no es extraño porque el izquierdismo perjudica seriamente el uso de las capacidades racionales.

Y como quiera que en la foto anterior no aparece el miembro más joven de la familia Palin, para compensar, aquí le dedico una foto en exclusiva para él sólo con su mamá. Su hippie boy como lo llama Sarah (le gusta que lleve el pelo largo y ciertamente parece un hippie) en brazos de su madre, saludando a sus partidarios durante un acto de su reciente gira. ¿A que será estupendo ver a Trig trastear en el Despacho Oval en 2013? ¡Ay, Piper, que te va a robar el protagonismo! No te preocupes, tú siempre serás mi Palin favorita.


LA BATALLA DE ALASKA

15/07/2009

 

Introducción

Reconoce John Keegan, el historiador militar británico, en su obra Historia de la Guerra, que “no estaba yo destinado a ser guerrero”. Yo tampoco. En ambos casos, una enfermedad infantil se encargó de cortarnos ese camino. Sin embargo, si bien ninguno de los dos iba a encontrarse nunca en la situación de hacer la guerra como soldado, nada nos impedía en cambio el dedicarnos a estudiarla como así ha sido. Y aunque el nombre de John Keegan goza de un merecido prestigio en este campo mientras que el mío es desconocido porque no he escrito nunca una sola palabra sobre esa materia, eso es sencillamente porque no creo poder añadir nada valioso a lo que ya se ha escrito. O al menos así lo creía.

Mi opinión varió observando lo sucedido a raíz de la dimisión de Sarah Palin como gobernadora de Alaska el pasado 3 de julio. Durante toda una semana he estado intentando comprender sus motivos para dar ese paso y finalmente llegué a unas conclusiones que expuse en mis entradas anteriores “Sarah Palin es Sarah Palin” y “Más sobre Sarah Palin es Sarah Palin”. Con ellas, pensaba que dejaba zanjada la cuestión al menos en lo que a mí se refiere. Y cuando por fin había publicado dichas entradas y estaba decidido a tomarme un par de días de descanso, mi torpe cerebro logró encajar finalmente todas las piezas que había ido recogiendo aquí y allá y tuve una visión de conjunto de todo lo que había pasado que no es que se contradiga con mis conclusiones ya expuestas, pero que las clarifica y me permite apreciar verdaderamente la excelencia de Sarah como estratega (no sé si consciente o inconsciente) y aumentar mi admiración por ella un poco más aún.

El resultado de ello es esta entrada que he titulado así: “La batalla de Alaska” porque voy a presentar todo lo que ha sucedido como si del desarrollo de una batalla se tratara y empleando los conceptos y el lenguaje militar, lo que en mi opinión redundará en una mejor comprensión de la actuación de Sarah. Y como quiera que una batalla no suele ser más que uno de los muchos sucesos de una guerra, servirá también para revelar esa guerra que ya se está librando aunque todavía haya mucha gente que aún no se ha dado cuenta y que considero que bien podría llamarse: “La II Guerra de la Independencia Americana” (en la primera, iniciada en 1776 y concluida en 1783, los entonces colonos lucharon por librarse de un gobierno despótico que los amenazaba desde Londres; en la segunda, iniciada en 2008 y aún por concluir, los ya estadounidenses luchan por librarse de otro gobierno despótico que vuelve a amenazarlos, pero ahora desde Washington).

El conflicto

Políticamente, el año 2006 será recordado en Estados Unidos por el tremendo varapalo que recibió el Partido Republicano en las elecciones del midterm, cuando perdió el control tanto de la Cámara de Representantes como del Senado nacionales. Sin embargo, no todo fueron reveses y en una de sus pocas alegrías, Sarah Palin fue elegida gobernadora del Estado de Alaska. Fue una gran sorpresa que una mujer joven, sin conexiones con el establishment y con la única experiencia de dos mandatos (de tres años cada uno de ellos) como alcaldesa de una pequeña localidad llegase a ocupar el máximo cargo administrativo del Estado. Hay quien opina que su victoria no debería computarse estrictamente como una victoria republicana ya que, de hecho, ella concurrió a las elecciones tanto contra el Partido Demócrata como contra su propio partido, el Republicano (o al menos contra una buena parte de él, la de los good old boys de la “politics as usual”, como gusta ella de decir). El caso es que su mensaje de “ya es hora de hacer limpieza” caló entre los votantes y nada más ser elegida, y contando con el apoyo en las cámaras del Partido Demócrata, Sarah se puso manos a la obra de devolver Alaska a los alasqueños, algo que apenas dos años después había logrado en tan buena medida que le mantenía con unos índices de popularidad tan altos que el entonces candidato republicano a la presidencia de los Estados Unidos, John McCain, no pudo dejar de pensar que sería su partenaire ideal: mujer, joven, maverick y bipartisan. ¿Alguien podía dar más?

Sin embargo, de pronto todo cambió en Alaska. Aterrorizados, los estrategas electorales del Partido Demócrata comprendieron que Sarah podía ser el factor que impulsara definitivamente la candidatura de John McCain y la convirtiera en una verdadera alternativa a la suya. Y los hechos no les quitaban la razón. Por primera vez, la candidatura demócrata se vio por detrás de la republicana en las encuestas de intención de voto. En consecuencia, las órdenes fueron claras: había que destruir a Sarah Palin. De pronto, la mayoría bipartidista que gobernaba Alaska se resquebrajó y Sarah se encontró en minoría en la Cámara de Representantes y el Senado estatales. Una feroz campaña de calumnias recorrió todo Estados Unidos de arriba abajo y se la puso en la picota diariamente por cualquier motivo, fuera cierto o no.

La candidatura republicana perdió las elecciones y Sarah regresó a Alaska pensando que todo volvería a ser como antes y así lo anunció públicamente, pero estaba equivocada. Las elecciones habían tenido un efecto insospechado: nunca antes un candidato perdedor (y encima a la vicepresidencia) había salido tan fortalecido de la derrota como lo había hecho Sarah. Los estrategas demócratas, conscientes de que el nuevo presidente iba a ver sus índices de popularidad disminuir rápidamente porque, dejando aparte sus discursos (siempre y cuando el teleprompter no se averiara), poco tenía realmente que ofrecer a la nación, consideraron que Sarah era una rival demasiado peligrosa como para olvidarse de ella. En consecuencia, la campaña de calumnias que tan eficazmente habían levantado contra ella se reconvirtió en una campaña de denuncias por falta de ética (ethics complaints), aprovechándose para ello de las posibilidades ofrecidas por una de las leyes promulgadas por la propia Sarah, la Alaska Executive Branch Ethics Act. El resultado fue que Sarah volvió a verse expuesta a diario, acabando por resultarle imposible ejercer el gobierno al tener que estar ella y su gabinete dedicados prácticamente en exclusiva a la refutación de todas y cada uno de esas denuncias, sin contar con la ruina que suponía para su familia el coste de su defensa legal, además de la incomodidad de la situación. Y todo ello con la perspectiva de que la persecución se recrudeciera el año próximo cuando llegaran las nuevas elecciones del midterm y el Partido Republicano se enfrentara a otra sonada derrota si Sarah no se ponía a hacer campaña en “los 48 de abajo” y galvanizaba los ánimos de un movimiento conservador acosado y huérfano de líderes en quienes confiar.

Éste era la situación el día 2 de julio de 2009, una situación ciertamente fea y que presagiaba un desastre. ¿Y cómo respondió finalmente a ella nuestra “pequeña generala de Alaska”? Brillantemente, en mi opinión.

Tácticamente

Simplificando, y en mi propia definición, el aspecto “táctico” de cualquier operación militar se refiere a la manera como dos ejércitos enfrentados combaten cara a cara. En el caso que nos ocupa, me refiero a la manera como Sarah se enfrentó a sus rivales políticos hurtándoles un triunfo decisivo sobre ella.

En términos militares, podemos asimilar a Sarah Palin a la comandante en jefe (la gobernadora) de un ejército acantonado en una fortaleza (la sede del gobierno de Alaska). Sin embargo, esa fortaleza está siendo sitiada por el enemigo (los demócratas), que utiliza contra ella una poderosa artillería (las ethics complaints). La fortaleza es sólida y el bombardeo sólo no podrá con ella, pero lo que sí está consiguiendo en cambio es que el ejército de Sarah tenga que dedicarse exclusivamente a reparar los desperfectos causados, no pudiendo pensar en otra cosa. A sus tropas no les importa, pero a los civiles refugiados en la fortaleza, sí. Aunque su moral es alta, el bombardeo constante no deja de afectarles y poco a poco el número de descontentos se va incrementando (el 2 de julio estaba ya en un 46%). Cabía la posibilidad de un motín el año que viene, en 2010, cuando tocara renovar el mandato de Sarah, con la posibilidad de perderlo todo: la fortaleza y todos los avances conseguidos hasta entonces (especialmente, el gasoducto) si volvían a ejercer el mando los mismos de antes.

Consciente de ello, Sarah ideó una respuesta rápida, sorprendente, contundente y hábil, digna de un gran general: dimitir como comandante en jefe y traspasar el mando inmediatamente a su lugarteniente, Sean Parnell. Con ello, conseguía tres cosas:

  • Romper el asedio: Al no ser ya la comandante en jefe y haber dejado voluntariamente la fortaleza, no hay motivo justificado para continuar con el bombardeo; o sea, las ethics complaints dejaban de pronto de suponer una amenaza para ella. En consecuencia, su ejército, que sigue en la fortaleza, deja de estar ocupado en reparar las brechas en las murallas y puede en cambio volver a ocuparse de sus quehaceres cotidianos (gobernar el Estado).
  • Conservar la fortaleza: Al hacer entrega inmediatamente del mando a su lugarteniente, Sean Parnell, Sarah facilita a éste los medios para hacerse lo bastante popular entre los civiles como para afrontar con garantías de éxito las próximas elecciones a comandante en jefe, evitando la derrota frente a sus rivales, tanto de su propio partido (en las primarias del Partido Republicano) como del partido rival (en las elecciones propiamente dichas a gobernador de Alaska).
  • Evitar el motín: Sin asedio y sin bombardeo, la próxima campaña a comandante en jefe del principal rival de Sarah Palin (el demócrata Hollis French) se convierte en agua de borrajas. Pensando en conducirla como una campaña contra Sarah por lo hartos que estaban todos de bombardeo y más bombardeo cuando el enemigo lo único que quiere es su cabeza, ahora se encuentra de repente con que va a tener que basarla en cosas como la energía, la economía, la seguridad pública, los transportes, la educación, etc. Es decir, todas esas cosas en las que Sarah Palin les ha estado dando cuarto y raya durante estos dos años y medio y cuyos logros podrá exhibir orgullosamente su sucesor, Sean Parnell.

Mantener una posición indefendible es siempre un error. Y para Sarah, la fortaleza de la gobernación de Alaska se había convertido en indefendible. El enemigo había descubierto la manera de sitiarla y tenerla sometida a un fuego continuo. Sólo podía pensar en defenderse, pero una defensa en una fortaleza asediada no puede mantenerse indefinidamente sino que tiene que tener la perspectiva de poder romper el asedio, ya sea mediante una salida con éxito de los sitiados (algo improbable en su caso porque su condición de comandante en jefe le restringía mucho su libertad de acción) o porque lo hace otro ejército que acude en su auxilio (algo más improbable aún porque los gerifaltes del Partido Republicano no están precisamente por la labor de apoyar a Sarah). Así pues, y dado que la única excusa para mantener el asedio era ella, su dimisión del cargo libera a la fortaleza del asedio. Además, la dimisión le permitía escoger a su sucesor, siendo Sean Parnell el primero de esos líderes a los que Sarah ha prometido apoyar a partir de ahora.  ¿Y todo ello a cambio de qué? ¿De un título delante de su nombre? ¡Pero si a ninguno de nosotros nos hace falta que sea “tal” o “cual”! Para nosotros, ella siempre será Sarah y ganas tenemos de que llegue el próximo 26 de julio para verla libre de una vez… y con ganas de contraatacar.

Operacionalmente

Simplificando de nuevo, y en mi propia definición también, el aspecto “operacional” de cualquier operación militar se refiere a la manera como dos ejércitos maniobran en el campo de batalla antes de llegar a trabar combate. En el caso que nos ocupa, me refiero a la manera como Sarah ha vuelto la situación a su favor una vez se ha librado de la trampa que suponía para ella el continuar siendo la gobernadora de Alaska.

Y es que Sarah continúa conservando su ejército intacto porque sus partidarios no la han abandonado (las encuestas demuestran que a pesar de haber dimitido sigue conservando el apoyo del 72% del electorado conservador), al igual que la red de blogs que la apoyan a ella exclusivamente. Además, SarahPAC continúa funcionando y siendo un punto de referencia para todos nosotros y es más que probable que su papel se acentúe ahora que Sarah podrá volcarse plenamente en su promoción.

Para un ejército, nada puede ser peor que encontrarse “fijado” por el enemigo; es decir, puesto en una situación en que no puede avanzar ni retroceder, viéndose obligado a librar una batalla defensiva. Y eso es lo que estaba pasando con Sarah en Alaska: estaba “fijada”. El cargo de gobernadora la mantenía obligatoriamente en Alaska donde era permanentemente bombardeada por sus enemigos con una ethics complaint tras otra y sus escasas salidas del Estado (Evansville, Washington, Auburn y para de contar) eran también motivo de controversia. Y ello a pesar del enorme interés que despierta su figura en cualquiera de “los 48 de abajo”. Estaba claro que si quiere jugar un papel mínimamente relevante durante las elecciones del midterm de 2010, Sarah debía gozar de libertad de movimientos. Una libertad como la que disfrutó el actual presidente de los Estados Unidos quien, a pesar de su cargo de senador nacional, se pasó los últimos dos años haciendo campaña incesantemente (lo que también fue el caso de John McCain, dicho sea de paso).

Habiéndose pues librado del bloqueo al que le sometía el ejército enemigo en Alaska, Sarah goza ahora de plena libertad para elegir sus próximas batallas. Será ella y sólo ella quien decida a quién apoya y dónde, acudiendo a su lado sorpresivamente, dando discursos que serán sin duda verdaderos killer speeches y pudiendo hablar todo lo claro que considere oportuno. Se acabaron las medias tintas para ella. Digamos que una vez concluida la Batalla de Alaska, Sarah va a practicar la guerra de guerrillas convirtiéndose en una especie de Johnnie Reb (o de Sarah Reb, en su caso): actuará donde menos se lo espere el enemigo, golpeándole y retirándose rápidamente, y con preferencia sobre sus líneas de abastecimiento (las próximas elecciones del midterm), apoyando a tantos candidatos conservadores como considere merecedores de ello y evitando en consecuencia la elección de otros demócratas (o de una larga ristra de candidatos republicanos de pega, esos de la rama bastarda de los RINO, porque quien quiera contar con su apoyo ya sabrá a qué atenerse: estado reducido, responsabilidad fiscal y libertad de elección). Todos sabemos que la cúpula del Partido Republicano no la soporta porque su mera existencia les pone en evidencia a todos ellos, pero ahora mismo ella es la única que puede movilizar a un gran número de partidarios tanto en Indiana como en Nueva York y recaudar fondos en la misma medida. ¿Pueden acaso Romney, Huckabee, Pawlenty, Jindal, Barbour, Steele o Rice hacer eso? No, por supuesto. Sarah es el único factor desequilibrante con que cuenta el Partido Republicano y eso le va a permitir el empezar a crearse una base de poder propia en el seno del partido, reclutando leales y situándolos en posiciones clave de cara a posibles metas más altas, cuyo primer ejemplo lo tendremos en Alaska, un Estado gobernado ahora interinamente pero muy seguramente definitivamente por Sean Parnell quien, para empezar, ya ha anunciado que no sólo conservará el mismo gabinete de Sarah sino que también seguirá su misma política. Y con Alaska asegurada, espléndido banco de pruebas para las Palinomics, Sarah podrá redactar tranquilamente su autobiografía y con el dinero que saque obtener la seguridad económica que ella y su familia se merecen, una seguridad lejos de la que disfruta Romney, por ejemplo, pero que a ella le bastará para no tener que angustiarse por si acaso no logra finalmente su objetivo, sea éste el que sea.

Estratégicamente

Finalmente, el aspecto “estratégico” se refiere a los objetivos de cualquier conflicto militar: ¿qué es lo que se pretende? ¿Cuál es la razón última de ello? En el caso que nos ocupa, me refiero a qué busca realmente Sarah. Si no quiere ser gobernadora de Alaska, ¿qué es realmente lo que está buscando? E incluso, ¿está buscando algo?

Ciertamente, todos estamos ilusionados con la idea de que Sarah sea candidata a presidente de los Estados Unidos en 2012 (menos algunos que lo consideran prematuro y que bien podrían tener razón). El caso es que mi opinión es que ni ella misma sabe actualmente si va a presentarse o no. Todo dependerá de cómo evolucionen las cosas en Estados Unidos y en el resto del mundo durante estos tres años que quedan hasta entonces. Pero vaya a presentarse o no, lo que sí que está haciendo es dejándose todas las puertas abiertas.

Una vez concluida la Batalla de Alaska y con Sarah convertida en Sarah Reb, dando hachazos aquí y allá, su objetivo debe ser el de convertirse en un referente para los estadounidenses. Para ello, Sarah debe conseguir convertirse en eso mismo a tres niveles:

  • Ser el referente del movimiento conservador, siendo la voz que recuerde a los estadounidenses los principios de ese movimiento que tantos han dado por muerto ya, algo que ya ha hecho en su comunicado del pasado día 3 de julio, cuando anunció su intención de luchar “por la libre empresa y un gobierno reducido, por una política de seguridad nacional fuerte y el apoyo a las tropas de los Estados Unidos, por la independencia energética y a favor de aquellos que protegerán la libertad, la igualdad y la vida”.
  • Ser el referente del Partido Republicano, evitando su cierre por liquidación como tantos y tantos pretenden (RINO sobre todo). No soy partidario de que Sarah abandone el partido y se postule como “tercer partido”, pero sí de que utilice su creciente fuerza gracias al poder que le dan sus millones de partidarios para reorientar la línea de actuación del partido que, si se tratara de un barco, sería considerada de zozobra y próxima a encallar. Basándose en esos principios que ya detalló en su comunicado del 3 de julio, Sarah debería ser capaz de “forzar” al Partido Republicano a recuperar sus ideales y, con ellos, el apoyo de tantos estadounidenses que siguen declarándose orgullosamente conservadores.
  • Ser el referente de la oposición al actual gobierno, proporcionando a los estadounidenses una alternativa a la política de “Gran Hermano” puesta en marcha. El Partido Republicano está demostrando no tener una idea clara de lo que haría si estuviera en el poder y ello lleva a muchas personas a pensar que no hay otra cosa que se pueda hacer. Con el espantajo de la crisis, los demócratas han puesto en marcha un vasto programa de ingeniería social y mi temor es que si no se les detiene en cuatro años, tras ocho sea ya imposible. El actual presidente debe sentirse obligado a responder personalmente cada crítica que le dirija Sarah, reconociendo así públicamente que ella es su más directo rival (y muy posiblemente el único).

Un ejército dividido es una mala opción. El mando debe ser único y despertar confianza en todos los soldados, suboficiales y oficiales. La estrategia debe estar clara y saber todos qué parte les corresponde. Ello no quiere decir que se disuada la iniciativa de los mandos o que no se admita la crítica constructiva (la destructiva nunca, pero de eso no hay que preocuparse porque bien sabe Sarah como tratar a los obstruccionistas; bien que lo demostró en Alaska). No se trata de tener un ejército de corte soviético, sino un ejército como precisamente el actual de los Estados Unidos donde prima la flexibilidad.  Es por ello que opino que la actual parálisis del Partido Republicano o su peligrosa tendencia a la disgregación (¿Texas independiente?) debe ser cortada en seco y eso sólo lo logrará cuando exista un líder con las ideas claras que, en el estado actual de las cosas, sólo puede ser Sarah Palin.

También es posible que Sarah no quiera presentarse como candidata en 2012, pero eso no tiene importancia porque de lo que se trata es que quien se presente en esa fecha lo haga con un programa de gobierno verdaderamente republicano y no medio-demócrata-acomplejado. Es por ello que considero muy acertada la dimisión de Sarah si su objetivo es el de tomar las riendas del movimiento conservador para, a su vez, tomar las riendas del Partido Republicano y con ello hacer verdadera oposición a la actual administración, revelándola como el tigre de papel (¡qué buenos son los chinos con sus metáforas!) que realmente es. Si el resultado final de ello es un candidatura de Sarah Palin en 2012, magnífico; si no, también siempre y cuando el candidato que sea finalmente defienda esos principios que son el alma del partido y que le han llevado al éxito siempre que se han respetado y al fracaso cada vez que se han olvidado.

Conclusión

 La Batalla de Alaska ha supuesto una victoria para Sarah Palin por mucho que los del otro bando clamen que la victoria es suya. No sólo Sarah conserva Alaska a través de Sean Parnell, quien continuará aplicando su manera de hacer política, sino que además se libra de la amenaza constante de las ethics complaints y lo que ello implicaba de descrédito de su imagen además de ruina económica y angustia familiar. Libre ya de las pequeñeces de la gobernación de Alaska, Sarah podrá postularse como lo que realmente es: una estrella nacional (¡cuánta razón tiene Ann Coulter!) y tratar de poner un poco de orden en el movimiento conservador, en el Partido Republicano y en la oposición a la actual administración. ¿Y todo ello a cambio de qué? De un título que, bien nos ha dicho ella misma, “no cree que necesite para cambiar las cosas y para ayudar a la gente”. ¿Que los demócratas piensan que han acabado finalmente con ella? Allá ellos, pero yo, al igual que otros, pienso que no van a tardar en lamentarlo. ¡Y será muy divertido verlos entonces!


MÁS SOBRE SARAH PALIN ES SARAH PALIN

09/07/2009

 

Una de las premisas del periodismo es que la actualidad manda. Y es cierto. Todos queremos saber qué es lo que está sucediendo y lo queremos saber ahora, no dentro de una semana, un mes o un año, cuando todo esté claro y se puedan sacar las oportunas conclusiones y comprender qué causas produjeron qué consecuencias. Con la dimisión como gobernadora de Alaska de Sarah Palin pasa lo mismo. Todos queremos saber qué es lo que ha sucedido realmente; no exactamente el hecho de su dimisión sino por qué ha dimitido. Desde el pasado día 3 de julio, todos los bloguistas pro-palinistas estamos desesperados intentando responder a esa pregunta. Y yo el primero. A mí la noticia me llegó el domingo por la mañana y ese día y el lunes por la mañana los dediqué a averiguar todo lo posible. El resultado fue una entrada titulada “Sarah Palin es Sarah Palin” y que publiqué el lunes por la noche. En ella doy mi opinión sobre lo que ha pasado y me aventuro un poco sobre lo que va a pasar. Sin embargo, al haberla escrito con precipitación, no pude incluir algunos datos que me parecen bastante relevantes, pero que en aquel momento no veía como encajar en lo que estaba escribiendo. Podría optar por una actualización de esa entrada, pero no me convence porque se trataría de una actualización demasiado extensa, así que he decidido publicar una nueva entrada, ésta, y ofrecer a todos esos datos que, en su momento, se quedaron en el tintero.

La entrada anterior ya fue demasiado extensa. No me gusta alargarme tanto; ése fue uno de los motivos de que no incluyera finalmente esos datos de los que les hablo. En ésta no quiero hacer lo mismo y voy a tomarme la libertad de no escribir un texto convencional, sino lo que voy a llamar una entrada “impresionista”. Presentaré los datos sueltos con mis comentarios, pero no los hilvanaré en una narración clásica. Serán pequeñas pinceladas que, juntamente con mi entrada anterior, confío en que lleguen a transmitir con fidelidad la que cada vez más se está convirtiendo en una certeza para mí: que el 3 de julio de 2009 empezó todo realmente y que el envite esta vez es definitivo. Será todo o nada. Y Sarah lo sabe. ¿Estaremos a su lado en este momento cuando más nos necesita o vamos a abandonarla? Por si acaso alguien tiene alguna duda todavía, ella nos lo ha dicho muy claramente: “I’m not a quitter”. Y yo le creo y le pido perdón por haber podido pensar que sí lo era. Y estaré a su lado ahora que por fin la lucha va en serio. I’m not a quitter either.

PRIMERA IMPRESIÓN

A comienzos de 2003, tras su fallido intento de obtener la nominación republicana al cargo de lieutenant governor (vicegobernador) en 2002, Sarah Palin fue nombrada por el entonces gobernador de Alaska, Frank Murkowski, chair (presidente) de la Alaska Oil and Gas Conservation Commission (Comisión para la salvaguarda del Petróleo y el Gas de Alaska), su primer cargo político importante. Hasta entonces, su historial político se limitaba a dos mandatos como alcaldesa de Wasilla, lo que no es realmente mucho ya que Wasilla está lejos de ser una localidad importante de Alaska. Así pues, el cargo era una bicoca y Sarah tenía que ser consciente de que podía ser un trampolín perfecto para ella. Sin embargo, apenas un año después, en enero de 2004, Sarah dimitió sorprendentemente en protesta por lo que ella misma calificó como “lack of ethics” de sus compañeros de comisión (y de partido). Incluso presentó una protesta formal contra uno de ellos, Randy Ruedrich, que, para más inri, era entonces el chair (presidente) del Partido Republicano en Alaska, acusándole de trabajar para el partido durante su jornada laboral como miembro de la comisión y de compadreo con una empresa a la que se suponía que debía controlar. Como resultado de la investigación, unos meses más tarde Ruedrich accedió a reconocerse culpable de haber violado la ley y pagar una multa de 12.000 dólares.

Evidentemente, cualquiera que hubiera leído los periódicos entonces hubiera pronosticado sin el menor asomo de duda que su carrera política estaba acabada. No sólo echaba a perder su primer cargo político importante sino que además se embarcaba en una campaña de denuncias acusándoles de “falta de ética”. El establishment no se lo iba a perdonar y para todos estos sesudos expertos, Sarah ya podía pedir perdón lo antes posible o no conseguiría ni un puesto de ordenanza en la administración de Alaska.

¿Qué pasó realmente? Seremos breves: en agosto de 2006, Sarah se presentó como candidata a gobernador en las primarias del Partido Republicano, venciendo al entonces gobernador Frank Murkowski, que optaba a la reelección, y a otros tres candidatos más. Más tarde, Sarah hizo tándem con el senador estatal Sean Parnell, quien había ganado la nominación al puesto de lieutenant governor¸ y se presentó a las elecciones, ganándolas a pesar de no contar siquiera con el apoyo de su propio partido.

¿Realmente cree alguien que a Sarah le importa un pito lo que opinen sobre ella los comentaristas políticos y cuáles son sus “recetas” supuestamente infalibles para llegar a presidente? Políticamente, Sarah nunca estuvo más “muerta” que cuando dimitió del cargo de presidente de la Alaska Oil and Gas Conservation Commission y, sin embargo, su reacción a ello fue doblar la apuesta: no sólo dimito y tiro de la manta sino que encima me presento a las elecciones a gobernadora en contra incluso de mi propio partido. Y ganó esa apuesta cuando nadie se hubiera atrevido a ello. Algún crédito habrá que concederle entonces, ¿no? Además, ya lo dijo ella en su comunicado: “I’ve never believed that I, nor anyone else, needs a title to do this – to make a difference… to help people” (Nunca he creído que ni yo ni nadie necesite un título para hacer esto – para cambiar las cosas… para ayudar a la gente).

SEGUNDA IMPRESIÓN

El pasado día 16 de abril, Sarah Palin viajó a Evansville (Indiana), una localidad demócrata en un estado demócrata, para asistir a la cena de la asociación pro-vida Vanderburgh County Right to Life. Su presencia desató un enorme entusiasmo, agotando inmediatamente los 2.180 boletos para asistir a la cena, además de otros 21.500 para poder seguir la cena en el exterior a través de una pantalla gigante de televisión. Sin embargo, con ser una importante demostración del poder de convocatoria de Sarah (¿qué otro líder republicano sería capaz de hacer lo mismo?), lo más impresionante fue que aunque los líderes republicanos de Indiana le ofrecieron organizar un acto de recaudación de fondos para SarahPAC, su comité de acción político, ella rechazó la oferta porque no quería que su presencia en apoyo del derecho a la vida se viera enturbiado por mezquinas acusaciones de interés económico. Casi 24.000 personas ansiosas de verla. Imagínense una cuestación y que cada uno de ellos hubiera apoquinado una media de 10 dólares, una cifra ridícula, lo que hubiera supuesto 240.000 dólares para el SarahPAC. Pero no quiso. ¿Quién más que ella podría haberse negado? Y encima para aparecer públicamente como una abanderada de la causa pro-vida, una cuestión sobre la cual la gran mayoría de políticos prefieren pasar de puntillas (especialmente sus supuestos rivales por la nominación republicana en 2012). Y es que tal y como dijo entonces el director de la asociación Vanderburgh County Right to Life:

[Palin] walks the walk and talks the talk. She could… be doing other things, but she chose to do this.

[Palin] hace lo que dice y dice lo que piensa. Podría… estar haciendo otras cosas, pero escogió hacer esta.

Ciertamente, Sarah hace lo que dice y dice lo que piensa. Y se escribe sus propios discursos (muchos de ellos los piensa mientras corre, algo que a mí también me gusta hacer con estas entradas). Y si sus discursos levantan olas de entusiasmo es porque son sinceros y están escritos para ser entendidos por todos y no sólo por esa elitista minoría que cada vez más está apoderándose de los resortes del Estado en su propio beneficio. Es por ello que la gente corriente la adoramos: porque nos sentimos plenamente identificada con ella. Sabemos que es una de nosotros y que podemos confiar en ella porque no nos va a decepcionar. Como ha escrito recientemente Jay Valentine en American Thinker (ver aquí):

The fight is between an out of control government led by media and government elites and common sense Americans, of both parties, who have had enough. Sarah Palin is in the enviable, although personally painful position, of being the “anti elite” voice of common sense and shared American values.

(La lucha es entre un gobierno fuera de control dirigido por los medios de comunicación y una serie de elites y los americanos con sentido común, de ambos partidos, que ya han tenido bastante. Sarah Palin está en la envidiable, aunque para mí personalmente dolorosa posición, de ser la “anti elite” voz del sentido común y de los compartidos valores americanos).

Y como señala un poco después:

Ayn Rand said that there is right and there is wrong and everything in the middle is evil. Sarah Palin is not a person from the middle. She has her beliefs and lives them in her daily life. Her children are her life’s work, they are not accessories.

(Ayn Rand dijo que existe el bien y el mal y que todo lo que está en el medio es malo. Sarah Palin no es una persona para estar en el medio. Tiene sus creencias y vive su vida de acuerdo a ellas. Sus hijos son el trabajo de su vida, no son unos meros complementos).

Con Sarah no hay lugar para compromisos o medias tintas; con ella es todo o nada. Por eso podemos estar seguros de que es una de los nuestros.

TERCERA IMPRESIÓN

En su primera entrevista televisada (en la cadena Fox precisamente) después de la derrota electoral del 4 de noviembre de 2008, Sarah hizo unas declaraciones que en su momento levantaron ampollas, pero que a mí personalmente me parecieron muy valientes y de alguna manera me ataron aún más estrechamente a ella. Son estas (ver aquí el vídeo):

I’m like. OK, God. If there is an open door for me somewhere, this is what I always pray, I’m like. Don’t let me miss the open door. Show me where the open door is. Even if it’s cracked up a little bit, maybe I’ll plough right on through that and maybe prematurely plough through it. But don’t let me miss an open door.

(Estoy lista. OK, Dios. Si hay alguna puerta abierta para mí en algún sitio, esto es lo que siempre ruego, estoy lista. No permitas que pase de largo una puerta abierta. Enséñame dónde está esa puerta abierta. Incluso si está un poco rota, tal vez la empuje y tal vez la empuje prematuramente. Pero no permitas que pase de largo una puerta abierta).

Sarah cree en Dios. Sí, ya sé que eso no es nada nuevo, pero es que ella cree verdaderamente en Dios. No como muchos de nosotros que decimos que creemos en Dios, pero a la hora de la verdad actuamos como si Él no existiera. Sarah cree en Dios y ciertamente piensa que si Dios tiene decidido que ella sea presidente de los Estados Unidos, nada de lo que ella haga o deje de hacer podrá impedirlo, y a la inversa, si Dios no tiene decidido ese destino para ella, ya puede desgañitarse dando discursos y cortejando votantes, que nunca lo será. Es por ello que le trae sin cuidado todo lo que puedan decirle sobre cuál es la mejor manera de llegar a la Casa Blanca. Ella actuará siempre como crea que debe hacerlo: rigiéndose únicamente por su fe, sus principios y el bienestar de su familia ante todo. Y no venderá su alma al diablo por la presidencia. Con esto no pretendo decir que Sarah vaya a sentarse cómodamente en el sofá de su casa de Wasilla y esperar a que la elijan sin presentarse siquiera, sino que la certeza que tiene ella de que no está realmente en sus manos el ser presidente sino en las manos de Dios le permite desentenderse de todo aquello que tanto odiamos en la política: trampas, mentiras, cambalaches e hipocresías y que esa es la fuerza secreta que le permite ser siempre ella misma y no pretender moldearse al gusto del asesor político de turno. Ojalá mi propia fe fuera la mitad solo de firme que la suya. Lo confieso. Con una fe así, la vida alcanza toda su plenitud.

CONCLUSIÓN

Creo que ya he escrito bastante y confío en haber podido dar a mis lectores la impresión que pretendo dar sobre Sarah. Una impresión que se puede resumir en una frase de The Aged P, uno de mis bloguistas favoritos, que además sirve de título a uno de sus últimas entradas en Conservatives4Palin (ver aquí):

Sharpen those sabres – The day has come.

Afilad esos sables – El día ha llegado.

Y es cierto. El desconcierto de los primeros momentos no tiene ya ninguna razón de ser y aquellos que hayan caído en la desesperación deberían plantearse si su fe en Sarah es lo suficientemente firme como para continuar a su lado, tal y como ella misma nos ha pedido a todos sus partidarios en su página de Facebook (ver aquí):

I shared with you yesterday my heartfelt and candid reasons for this change; I’ve never thought I needed a title before one’s name to forge progress in America. I am now looking ahead and how we can advance this country together with our values of less government intervention, greater energy independence, stronger national security, and much-needed fiscal restraint. I hope you will join me. Now is the time to rebuild and help our nation achieve greatness!

God bless you! And I look forward to making a difference – with you!

(Compartí ayer con vosotros mis sinceras y francas razones para este cambio; nunca he creído que necesitara de un título antes de mi nombre para forjar el progreso de América. Voy a mirar adelante y ver cómo podemos hacer avanzar juntos este país con nuestros valores de menos intervención del gobierno, mayor independencia energética, una seguridad nacional más fuerte y una muy necesitada moderación fiscal. Confío en que os uniréis a mí. Ha llegado el momento de reconstruir y ayudar a nuestra nación a alcanzar la grandeza.

Que Dios os bendiga. ¡Estoy deseando poder cambiar las cosas – con vosotros!)

Por mi parte, aquí estoy. Y ahora con el doble de ganas que antes. Por fin ha llegado la hora. Estoy listo, you betcha!


SARAH PALIN ES SARAH PALIN

06/07/2009

 

Y esto que parece una perogrullada es algo que no deberíamos perder nunca de vista aquellos de sus partidarios que además nos atrevemos a opinar sobre ella. No sólo porque pretendiendo que actúe tal y como lo haríamos nosotros la convertimos en otra persona distinta sino también porque entonces le negamos la capacidad de sorprendernos y de ser la misma Sarah Palin que nos entusiasmó a todos aquel 3 de septiembre de 2008 cuando dio su acceptance speech durante la Convención Nacional Republicana de de Saint Paul (Minnesota).

Con esto no quiero decir que no me haya dejado estupefacto la noticia de su dimisión como gobernadora de Alaska. ¡Y tanto que sí! Es lo último que me esperaba: existe una entrada mía en este blog (a lo mejor la borro y todo) en la que vaticinaba que se presentaría a la reelección y que la ganaría. Que me sirva de lección para no volver a jugar nunca más a adivinar el futuro. Sin embargo, una vez pasada la sorpresa del primer momento, el de la noticia, empecé a reflexionar y a intentar comprender los motivos que le habían llevado a actuar así.

Lo primero que debo decir es que si Sarah es Sarah (y ya sé que los amigos de Conservatives4Palin me echarían inmediatamente de su blog por atreverme a hablar de ella usando su nombre de pila, pero yo creo que eso la hace más cercana a todo el mundo, además de ser precisamente una de sus características más relevantes: su sencillez), el segundo lema a la hora de hablar de ella es que Sarah siempre dice precisamente lo que está diciendo. Con esto me refiero a que una lectura atenta de su comunicado de este 3 de julio pasado debería bastar a todo el mundo para saber cuáles son las razones que le han movido a dar este paso sin necesidad de tener que leer entre líneas ni pretender encontrar significados ocultos, claves secretas o combinaciones cabalísticas. Así, Sarah explica que su preocupación es que Alaska tenga que verse reducida a una gobernadora impedida de ejercer correctamente su cargo a causa de la avalancha de ethics complaints que se le ha venido encima. Y más que vendrían cuando en 2010 se celebren las mid-term elections y Sarah se vea seguramente requerida por un gran número de candidatos republicanos para prestarles su apoyo en un intento de evitar una nueva debacle similar a la de 2006. Ciertamente, una situación como ésa sería un sueño para la chiflada de Andree McLeod y otras como ella. Algo así como acertarle a un elefante en un pasillo a tres metros con un trabuco.

¿Así pues, le estoy echando la culpa de la dimisión de Sarah a las malditas ethics complaints? Sí, efectivamente. En mi opinión, si no hubiera sido por ellas, por el mal uso hecho por la oposición de un mecanismo que, para más inri, fue perfeccionado con la mejor intención por la propia Sarah con su Alaska Executive Branch Ethics Act, ésta no se hubiera visto obligada a tomar una decisión en la que le otorgo un 50% del peso a este factor, incluyendo dentro de él no sólo el entorpecimiento de su acción diaria de gobierno sino también el coste económico (que ya conocemos) y moral (que sólo lo conocen ellos, pero que todos nos podemos imaginar) que para ella y su familia está suponiendo esta constante sangría. Pues ya está; se acabaron los ankle-biters rabiosos.

Que Sarah está más que harta de tener que bregar con esas estupideces y no con lo que de verdad importa a los alasqueños (parafraseando a un pobre político español que sé cree la sal de la tierra y no es más que un nabo) es algo muy comprensible. Y lo es más cuando nos imaginamos lo que podrían haber sido las próximas elecciones a gobernador de Alaska a celebrar el año que viene con una Sarah Palin a quien su propio partido, o al menos una parte importante de él, la parte de los Good Old Boys o los “politics as usual”, está en abierta rebelión contra ella (recordemos que el Poder Legislativo de Alaska está controlado por los demócratas en alianza con una parte de los republicanos, la anti-palinista precisamente).

Recientemente, Hollis French, el senador estatal demócrata de tan infausto recuerdo por su papel como titiritero principal del Troopergate (el otro, Kim Elton, ya ha recibido su recompensa de manos de su amo) ha anunciado su intención de presentarse a las elecciones con un programa anti-palinista, por supuesto, pero anti-palinista de estar en contra de ella personalmente y no de estar en contra de su manera de gestionar la administración del Estado. O sea, calumnias y más calumnias aderezadas con muchos ataques personales que hagan que hasta los alasqueños mejor intencionados acaben por odiar a Sarah y ansíen volver a aquellos tiempos en los que los de los 48 de abajo no tenían ni idea de dónde está Alaska. No dudo que Sarah podría salir victoriosa incluso de una campaña así, pero a un alto precio: el hartazgo de gran parte de la población por tener que oír siempre escándalos cuando se trata de Sarah Palin. Recuerden el último que parece que va a quedar en nada después de su dimisión: el que iban a bautizar como Homegate (una mentira descarada pretendiendo que Sarah construyó su casa de Wasilla aprovechándose de la construcción del Wasilla Multi-Use Sports Complex para distraer material, pretendiendo incluso que el FBI estaba investigando el caso). Otra Palin Smear. Pues a esta posibilidad bastante cierta de una campaña electoral no sucia sino hasta repulsiva le otorgo otro 25% de peso en la decisión de Sarah de dimitir.

De alguna manera pues, todos en Alaska intuían que Sarah no se iba a presentar a un segundo mandato. Lo que no se imaginaban es que fuera a dimitir y mucho menos dejar el cargo casi inmediatamente. Sin embargo, una vez tomada la decisión de dimitir, era lo más acertado si quería que todo lo que ha trabajado por Alaska durante estos 30 meses no se vaya al garete. Su lieutenant governor, Sean Parnell, podría ser el primero de esos políticos “palinistas” a los que ha declarado que tiene la intención de apoyar directamente. Cediéndole el puesto a un año vista de las elecciones, le ofrece la oportunidad de partir con ventaja durante las primarias de su partido y siendo como es un político (me han dicho) hábil y eficaz, no tengo ninguna duda de que podrá llevar a buen puerto tanto el impresionante proyecto del gasoducto como todas y cada una de esas actuaciones de gobierno que Sarah tuvo buen cuidado de recordarnos a todos en su comunicado del otro día como ejemplo de que no se trata tanto de ocupar un cargo político durante ocho años como de lo que se haga durante el tiempo que se ocupe, tanto si son ocho años como tres. Y en lo que a ella se refiere (a ella y a Parnell, seamos justos) es cierto que sus tres años de mandato han cundido como ocho de otros. Para mí, esta voluntad de preservar su “legado” y de no permitir que Alaska vuelva a ser lo que fue antes de su llegada a la gobernación ha supuesto el 25% restante de su decisión.

Han sido tres años muy intensos ciertamente. Tres años durante los cuales Sarah ha pensado, ha puesto en marcha y ha culminado. Y no sólo eso sino que también ha demostrado principios firmes, frescura de ideas, sentido común, espíritu de trabajo y una enorme fuerza de voluntad. Algunos piensan que la falta de una larga experiencia ejecutiva la incapacita directamente para optar al puesto de presidente de los Estados Unidos. Yo no; el actual presidente es el vivo ejemplo de ello. Él ha llegado a presidente sin experiencia y sin más talento que su labia; Sarah, en cambio, ya nos ha dado un ejemplo de lo que es capaz de hacer en un cargo ejecutivo y además nos ha descubierto un talento sustentado en esas cinco virtudes a las que me he referido más arriba.

Hasta aquí creo que uno puede entender perfectamente la decisión de Sarah de dimitir. Ahora viene otra cuestión más peliaguda: ¿qué va a hacer? Y es más peliaguda porque si bien tenemos algunos datos para entender una decisión (su dimisión) que es consecuencia de ciertos hechos que podemos entrar a valorar, no tenemos en cambio ningún dato que nos pueda servir para adivinar lo que va a pasar cuando esa misma decisión (su dimisión) se convierte al mismo tiempo en causa de otros hechos aún por venir.

Reconozco que cuando leí los titulares anunciando la dimisión de Sarah se me cayó el alma a los pies. Me gustaba hablar de ella como de “la gobernadora” (por más que en mi blog prefiriese llamarla “Sarah” a secas) y el pensar que dejaba de serlo me pareció un desastre. Después de reflexionarlo y de leer su comunicado con más atención y menos desesperación (nada como un vaso de leche caliente para serenar el ánimo… ¡especialmente si le añades un chorrito de Jack Daniels!), comprendí que Sarah dimitía, pero que no abandonaba. Dejaba un cargo que la había reducido a no ser más que un muñeco del pim-pam-pum para diversión de sus rivales políticos (ya fueran demócratas o republicanos que todos sabemos que los republicanos del Beltway no son precisamente sus más firmes partidarios). Esto creo que lo escribí en una entrada anterior, supongo que en la misma en la que hacía gala de mis dotes de adivino (la cita no es literal):

Al escogerla como su candidata a la vicepresidencia, John McCain elevó a Sarah a otra esfera y la introdujo entre los mejores, aquellos que podían soñar con ser presidente de los Estados Unidos algún día. Y es en esa esfera donde ella está todavía y de dónde ya no va a poder salir más porque es imposible abandonarla sin llegar a presidente a menos que sea para ser absorbido por un agujero negro al estilo de Gary Hart.

¿Se acuerdan de Gary Hart? Yo sí porque él fue el primer político estadounidense cuya carrera seguí con toda la atención que un joven adolescente que empezaba a descubrir que el mundo no se acababa a las puertas de su colegio puede prestar a alguien de quien sólo sabía por lo que leía en los periódicos de su padre.

Estoy de acuerdo con mi admirada Ann Coulter (¡como muerde!): Sarah ya es una figura demasiado grande para ser una gobernadora-lame duck condenada a tener que vérselas cada día con licencias de pesca en Anchorage. Para Sarah, Alaska ya es demasiado pequeño. Tiene que dejarlo y pasar a los 48 de abajo. Ya es una figura nacional (uno de los daños colaterales de la atroz persecución demócrata, por cierto), pero es que ahora debe empezar a actuar como tal. Y actuar como lo que es, la punta de lanza del movimiento conservador estadounidense. ¿Sarah tiene un contrato para escribir su autobiografía? Ahora podrá cumplirlo sin obstáculos. ¿Sarah es invitada a dar una o mil conferencias? Ahora podrá aceptar esas conferencias y hasta mandarle una invitación a la turuta McLeod a ver si le da un ataque y le ponen al fin la camisa de fuerza. ¿Sarah es requerida por un candidato conservador que comparte sus puntos de vista para que le apoye? Ahora podrá ir siempre que quiera sin tener que pedir permiso a nadie y estar con él y con sus partidarios todo el tiempo que haga falta y no unas meras 36 horas (viajes incluidos) y hasta llevarse a su familia con ella. ¿Sarah necesita dinero para apoyar a ese u otro candidato? Ahora podrá volcarse a ello y recaudar más de lo que recaudó el actual presidente de los Estados Unidos vendiendo crecepelo, curalotodo y licor de serpiente. ¿Sarah quiere reunirse con figuras políticas de toda la nación o incluso del extranjero, viajar, leer, estudiar, escribir una columna semanal en un periódico, aparecer en la radio, la televisión y chatear con sus partidarios? Ahora podrá hacer todo eso. Estoy convencido de que es a eso a lo que se refería cuando terminó su comunicado refiriéndose al general MacArthur y a su comentario sobre que no se trataba de una retirada sino de un avance en otra dirección. Y eso es lo que creo que está haciendo Sarah: librándose de todo aquello que le impedía “crecer” y convertirse en la verdadera líder del movimiento conservador estadounidense.

Porque el GOP está en crisis. En mi opinión, está sopesando cuidadosamente si aceptan la OPA que les ha lanzado el Partido Demócrata y que es apoyada entusiastamente por los RINO. Por el momento, parece que la tendencia es a inclinarse hacia el “yes, we can” (be blue too). Existe una minoría que no está de acuerdo en venderse por un plato de lentejas por mucho chorizo que tenga y que prefieren el “red is beautiful and blue stinks”. ¿Qué necesita esta minoría para imponerse y devolver el GOP al buen camino, el de sus principios perdidos? Un líder. ¿Y quién es la única persona dentro del movimiento conservador con las condiciones para convertirse en ese líder? ¿Romney? ¡Ja! ¿Huckabee? ¡Horror! ¿Limbaugh? Eso no se lo cree ni Rahm. ¿Sarah? ¡Sí! Ella es la única. Por eso los del Beltway la temen tanto y han hecho piña con los demócratas para hundirla antes de que logre hacerse con las riendas del partido. Ciertamente como gobernadora de Alaska no podía pensar en ello, pero ahora sí. Con esto no pretendo decir que vaya a disputarle el puesto a Michael Steele sino que al ser ella la única figura republicana capaz de movilizar significativamente a la base social del partido (que, al fin y al cabo, es la que vota y la que gana elecciones), su opinión a partir de ahora va a tener que tomarse en cuenta.

Hace un tiempo tuve una idea loca durante una de mis noches de insomnio: ¿y si Sarah abandonase el Partido Republicano y se presentase a las próximas elecciones en una lista independiente? Teddy Roosevelt lo hizo y no le fue tan mal. Casi ganó. ¿Podría ser ella la primera presidente de los Estados Unidos no perteneciente a ninguno de los dos grandes partidos? Ahora que está tan de moda eso del bipartidismo, sería todo un desafío. Entonces lo descarté porque si bien ya será difícil para los republicanos ganar en 2012 teniendo en contra a los demócratas, pretender ganar teniendo a los dos partidos tradicionales en contra a la vez sería imposible. Ahora he vuelto a repescar esa idea y se me ha ocurrido que tal vez no esté tan desencaminada a la vista del patético espectáculo que está dando el Partido Republicano. Pienso incluso que no sería necesario que Sarah fundase un tercer partido para ello sino que bastaría con demostrar a los del Beltway que sin ella o al menos en contra de ella la derrota está cantada. Recaudación de fondos, asistencia a mítines, movilización en la Red a su favor… , estos son algunos de los parámetros que se me ocurren para hacer ver a los mandamases del GOP quién es la única que puede sacar petróleo de un pozo seco si es que finalmente se decide a dar el salto y presentar su candidatura en 2012, tal y como pienso que va a hacer. Y yo, por mi parte, confío en estar aquí para verlo y contárselo.

Así pues, estoy sorprendido pero en absoluto desmoralizado. Todo lo contrario. Después de haberlo reflexionado bien he decidido que mientras Sarah no diga expresamente que lo deja todo y que se retira a su casa de Wasilla a cantarle nanas a Trig, yo voy a seguir brindándole todo mi apoyo que, ya que no puede ser económico porque no soy ciudadano estadounidense ni efectivo porque no puedo votar por ella, lo haré mediante este blog. No olvidemos que Sarah es una corredora de larga distancia. Precisamente estos días pasados estuve releyendo la entrevista que concedió a los de Runner’s World y ella que es tan dada a las metáforas deportivas no dejó de despertar mi curiosidad cuando señaló como su mejor virtud corriendo su endurance (resistencia), reconociendo que podría batir a cualquiera cuando se trate de eso. Creo que por ahí van los tiros de todo lo que ha pasado durante este último fin de semana. No sólo la fecha de su anuncio, que algunos interpretan como su propia declaración de independencia (de todo lo que le ataba hasta ahora y le impedía tener el control de su propia carrera política) sino también la idea que imagino que se ha hecho ella de que su carrera a la presidencia es una carrera de larga distancia y que si es necesario cambiar el recorrido porque un alce guasón se planta en medio del camino, se cambia y se sigue, sobrellevando los bajones y no cejando nunca en el empeño.

No, Sarah no abandona; somos sus partidarios quienes flojeamos de vez en cuando. En mi caso, reconozco mi debilidad, pero es que yo siempre he sido corredor de 200 metros y es ahora cuando por cuestiones de edad he empezado a dedicarme al medio fondo, haciendo carreras de 5 km. Y me cuestan aunque poco a poco voy aprendiendo a mantener la concentración, dosificar mis esfuerzos y sobre todo no dejarme vencer por el desánimo que me invade siempre a media carrera. Por eso tenemos que confiar en que Sarah sabe lo que está haciendo y, sobre todo, no pretender que actúe como lo haríamos nosotros porque a la vista está que ninguno de nosotros llegará nunca a presidente de los Estados Unidos mientras que ella igual sí. Sarah es Sarah y tiene su manera de actuar. Pretender cambiarle eso sería echarla a perder y bastante nos ha costado encontrarla como para ahora hacer una burrada semejante. Sarah no está acabada en absoluto; tal vez el pasado 3 de julio fuera el día en que finalmente echó el resto y le descubrió el farol al actual presidente. De momento, tomo nota de esta fecha. El año que viene recapitularemos todo lo que ha pasado hasta entonces y veremos entonces quién estaba equivocado. Mientras tanto, fe y paciencia. Por Sarah.

P.D. Una impresión particular: mucho ojo con Meghan Stapleton que me parece que puede darle alguna lección a David Axelrod. Y si no, al tiempo.


SARAH PALIN DIMITE… ¿QUÉ?

05/07/2009

 

Después de un par de días desconectado de Internet por motivos familiares, vuelvo a conectarme y a repasar la actualidad de Sarah y me encuento con que ésta ha anunciado su dimisión como gobernadora del Estado de Alaska y su abandono inmediato del cargo. Para quien quiera consultar el texto del comunicado, puede hacerlo aquí. La traducción pueden leerla en el blog de Rillot: Sarah Palin en español, porque yo, la verdad, no he tenido ánimos de hacer mi propia traducción del que es precisamente el único comunicado de Sarah del que no hubiera querido tener que saber nunca.

¿Qué significa esto? ¿Es un movimiento táctico de Sarah de cara a conseguir más espacio para maniobrar de cara a una futura candidatura en 2012 ó incluso en 2016 o es realmente un adiós definitivo? No tengo ni idea. De momento estoy demasiado desconcertado para hacer cálculos. Lo único que sé es estoy completamente a oscuras. Si es un movimiento táctico con la intención de librarse de los ankle-biters que tanto le están amargando la vida en Alaska con sus malditas ethics complaints es una jugada realmente arriesgada y que, si le sale bien, demuestra que Sarah es una jugadora galáctica políticamente hablando. Si es un abandono definitivo del mundo de la política, es un desastre para todos aquellos que, como yo, veíamos a Sarah como la única opción que nos quedaba para continuar confiando en una vuelta del gobierno a las manos del pueblo. No lo sé, no tengo ni idea. De momento, aún estoy intentando asimilarlo. Me estoy leyendo el comunicado oficial una y otra vez y tratando de encontrar una clave en él que me diga por dónde van los tiros.

De momento, hasta que tenga tiempo de reflexionarlo todo más calmadamente y pueda obtener más datos, continuaré publicando este blog como si no hubiera pasado nada. De hecho, iba a tomarme unas vacaciones a partir del 15 de julio con la intención de hacer algunas reformas en él y ampliarlo adecuadamente de cara a la nueva temporada. Por supuesto, ahora mismo todo queda en stand-by y no sé qué va a ser de él. En una de mis primeras entradas les explicaba a todos que este blog seguiría funcionando mientras Sarah fuera la candidata a la que votaría si tuviera la nacionalidad estadounidense. Si ella abandona la política, evidentemente este blog habrá dejado de tener sentido y lamentándolo mucho lo cerraré. Pero de momento no me comprometo a nada. Como ya he dicho, necesito más tiempo para reflexionar y hacer acopio de datos. Más adelante hablaremos. Y sea lo que sea que pase finalmente, que Dios bendiga a Sarah por la ilusión que ha despertado en nosotros durante todo este tiempo.

palin despedida

Sarah Palin. ¿Realmente han podido con ella? Algo en mi interior me dice que no, pero no sé si es un presentimiento o un mero intento de animarme. Me agarro a la última frase de su comunicado como a un clavo ardiendo: In the words of General MacArthur said, “We are not retreating. We are advancing in another direction.” (En palabras del general MacArthur: «No nos estamos retirando. Estamos avanzando en otra dirección»).