Hablando de Romney, el martes pasado se produjo un doble duelo de titanes en la televisión estadounidense. Por un lado, Jay Leno en la NBC con su programa “The Tonight Show” y por el otro, David Letterman en la CBS con su “Late Show”. El primero tenía como invitada de excepción a Sarah Palin y el segundo, un necio al que Sarah jamás se acercará ni a cien metros de distancia después de la manera como éste se burló hace unos meses de su hija Willow, trató de contrarrestar el “efecto Palin” trayendo a su bodrio de programa a Mitt Romney. Repasaré con detalle (y tendremos video) la aparición de Sarah en “The Tonight Show” en mi entrada habitual de los fines de semana, pero ahora baste con señalar que en la guerra de las audiencias, Leno vapuleó a Letterman doblándole sin problemas como no podía ser menos. De hecho, el único momento interesante de Romney fue cuando habló de Sarah Palin de quien reconoció que es “estupenda” y que “tiene energía, pasión”. Luego, lo estropeó todo cuando pretendió hacerse el gracioso al recordarle a Letterman que debía “ser cuidadoso cuando hable de ella”, en alusión a la disputa suscitada entre ambos y a la que ya me he referido más arriba. Letterman sonrió abiertamente como el memo que es, orgulloso sin duda, y asintió ufano, tras lo cual Romney remachó el clavo de su propia estupidez al añadir: “Tiene un rifle, ya lo sabes”. Patético, ¿verdad? Vaya par de…
Un momento de la entrevista de Letterman a Romney. Veinte minutos que no sirvieron para hacer desear a nadie el cambiar de canal y dejar de ver el show de Leno donde una extraordinaria Sarah Palin en lo que muchos reputan la mejor intervención televisiva de ésta hasta ahora, hizo las delicias de todos con su buen humor y su saber estar.
Romney-Palin, ¿vidas paralelas?
Si el Tea Party ha cambiado ya la política estadounidense de manera irreversible (y más que la cambiará todavía), lo más lógico es pensar que las elecciones presidenciales de 2012 no serán en absoluto lo que fueron las de 2008 con un candidato, el demócrata, vendiendo pompas de jabón del color de los sueños por todo el país, y otro, el republicano, exhibiendo un expositor vacio porque nadie en su equipo tenía la menor idea de qué querían vender. En consecuencia, nadie debería tener ninguna duda de que en 2012 asistiremos a la campaña electoral más ideologizada de los últimos veinticinco años. Una campaña en la que la lucha no estará planteada simplemente entre republicanos y demócratas sino que lo estará entre conservadores y liberales, entendiendo que “conservador” o “liberal” son modos de pensar y no una mera adscripción política. Y es que “conservadores” los hay tanto en el Partido Republicano como en el Demócrata, así como “liberales” los hay tanto en el Partido Demócrata como en el Republicano. Y entre los independientes también hay de ambos (un caso ejemplar es el de Todd Palin, votante independiente y que, en palabras de su propia esposa, es más conservador que ella). De cualquier manera, las fronteras que separan políticamente a los estadounidenses hoy en día son realmente ideológicas y están mucho más marcadas que nunca, lo que no beneficia en absoluto a los “moderados”, que es la etiqueta bajo la cual pretende presentarse esta vez Romney, después de haber sido un liberal en 1994 y un conservador en 2008.
Y es que Estados Unidos sigue siendo un país predominantemente conservador. Una encuesta de Gallup (ver aquí) que indaga periódicamente sobre la identificación ideológica de los estadounidenses arrojaba en su edición de enero de 2010, la más reciente, los siguientes resultados: el 40% de los encuestados se veían a sí mismos como “conservadores”, el 36% como “moderados” y sólo el 21% como “liberales”, yendo en aumento los que se declaraban conservadores con respecto a encuestas anteriores en detrimento de los moderados y de los que no respondían a la pregunta. Siguiendo con la misma encuesta, dentro de los votantes republicanos, el 71% se consideraba “conservador” (y subiendo), el 24% “moderado” (y bajando) y sólo un 4% “liberal” (estable). Por lo que se refiere a los votantes demócratas, el 39% se consideraba “moderado” (y bajando), el 38% “liberal” (y subiendo) y el 21% “conservador” (estable). Finalmente, los votantes independientes se consideraban “moderados” en un 43% (y bajando), “conservadores” en un 35% (y subiendo mucho) y “liberales” un 18% (y bajando). Como quiera que en Estados Unidos, el objeto del deseo de ambos partidos son los votantes independientes, destacan los resultados de estos, cada vez más inclinados hacia el conservadurismo. Un hecho que puede tener su explicación si consideramos como causa de ello el que sean los tradicionales votantes conservadores del Partido Republicano que, ante la irritante indefinición de éste, están desertando en masa para recalar en las filas de los independientes a la espera de que el Partido Republicano recupere (o no) el buen rumbo.
Evidentemente, con estos mimbres el tibio Partido Republicano de hoy en día no va a hacer un buen cesto. Y es que si pierde el apoyo conservador es imposible que gane unas elecciones. Sencillamente, un candidato que en estos momentos de zozobra del país se presente como un “moderado” sólo puede esperar una cosa: que los votantes conservadores se queden en casa fastidiados y no vayan a votar, tal y como ya sucedió durante las primarias de 2008 en que los distintos candidatos republicanos se las vieron y se las desearon para atraer a la gente a sus rallies y poder recaudar un dólar más. Y es que cuando ninguno de los candidatos existentes despertaba el más mínimo entusiasmo por parte del grupo mayoritario de votantes del Partido Republicano, ¿qué podían esperar? Los votantes conservadores sólo se animaron el día en que McCain anunció que Palin sería su compañera de ticket y fue entonces cuando acudieron en masa a sus rallies… pero a los de ella, no a los suyos. Era Palin quien rompía record tras record de asistencia y si no hubiera sido por ella, seguramente los demócratas sí que hubieran logrado ese landslide, ese terremoto electoral que tanto ansiaban. Menos mal que McCain tuvo la decencia de reconocer tiempo después que gran parte de su resultado se lo debía a Palin. Nobleza obliga. Es por todo ello que afirmo que Romney es un candidato inoportuno y que éstas no son sus elecciones.
Nadie niega que Romney tiene buena imagen, un buen historial profesional y político, montones de dinero, más dinero, muchísimo dinero, dinero para dar y regalar, etc. ¡Pero es que todo eso ya lo tenía en 2008 y no le sirvió de nada. Y lo peor de todo es que no le sirvió de nada ni siquiera frente a un rival tan flojo como McCain, que más de una vez antes había estado a punto de abandonar por falta de apoyo. Romney, durante las pasadas primarias, era el candidato más conservador de todos los presentes, pero ni aún así consiguió que los votantes conservadores confiaran en él y le concedieran su apoyo. No le respaldaron nunca y, en consecuencia, perdió en Iowa, perdió en New Hampshire y perdió durante el Super Tuesday frente a un McCain que no era del gusto de nadie, pero que ante la ausencia de los votantes conservadores en los colegios electorales fue el que se llevó el gato al agua al hacer valer el apoyo de los votantes independientes, a los que finalmente había logrado convencer de la bondad de su candidatura. Y es que los votantes conservadores entendieron que el conservadurismo de Romney no era más que una pose y sencillamente se quedaron en casa antes que prestarle su apoyo. Y sólo se movilizaron y salieron corriendo llevando carteles de “McCain for President” cuando éste último hizo lo que algún día se reconocerá como la jugada más extraordinaria de la reciente historia política estadounidense y eligió a la entonces gobernadora de Alaska, Sarah Palin, como su compañera de ticket precisamente para eso: para ganarse el apoyo conservador dándoles a alguien a quien sabía que iban a apoyar a rabiar. Por lo tanto, si Palin se presenta en 2012, ¿de dónde va a sacar su apoyo Romney cuando la práctica totalidad de los votantes conservadores, la mayoría del Partido Republicano, sólo tiene ojos para ella?
Sarah Palin también tiene buena imagen y cada día mejora la percepción que los estadounidenses tienen de ella a medida que va dándose a conocer de verdad, sin intermediarios, y termina así de asfixiar a esa caricatura, la Sarah Palin de Tina Fey, que tanto daño le ha hecho y que muchos acabaron confundiendo con la original; su historial profesional y político es tan bueno o mejor que el de Romney, al que supera evidentemente en materia de tiempo ocupando cargos ejecutivos; y si bien es cierto que no tiene tanto dinero como él, nadie duda de que cuando se decida a poner en marcha la máquina de recaudar ésta va a echar humo… y nadie duda tampoco de que cuenta ahora mismo con el apoyo popular más numeroso, voluntarioso y entusiasta de todo el país, además de con el respaldo incontestado del Tea Party (recuerden el “run, Sarah, run” de Nashville). Sus notas en Facebook (que llegan a casi un millón y medio de “amigos” diariamente), su presencia cotidiana en la Fox como comentarista, la repercusión inmediata de todo lo que hace o dice gracias a la manía persecutoria de los medios de comunicación tradicionales (que le hacen publicidad gratis), etc. Todo eso junto supone para Palin el disponer de la capacidad de llegar a todo el país en cualquier momento, haciendo nuevos partidarios a cada día que pasa. Y es que para ella eso es fácil porque la gente corriente se da cuenta nada más verla de que Sarah “es una de los nuestros” mientras que Romney no deja de ser “uno de ellos”.
Going Rogue fue un hito esencial en la progresión política de Palin porque gracias a su libro conocimos a una persona de carne y hueso. Y cuando uno cree en la persona, puede creer en sus promesas. Palin todavía no tiene un programa político detallado, pero es que tampoco lo necesita porque ahora mismo no está en campaña y no tiene porqué hacerlo público. Le basta con presentar sus ideas generales para que vayan calando entre el público y que éste comprenda la sensatez de sus propuestas y el enorme sentido común que destilan. Porque lo esencial ahora mismo es que los estadounidenses se cercioren de que pueden confiar en ella. Con su libro de memorias, Palin no sólo se dio a conocer sino que además logró que los estadounidenses comprobaran de primera mano que se trata de una persona para quien sus principios son parte esencial de su personalidad, tanto que está plenamente dispuesta a vivir según ellos y sin que quepa pensar que algún día puedan ser objeto de negociación o estar supeditados al mero cálculo. Por eso, Going Rogue es más importante que diez sesudos libros de política que, a la hora de la verdad, no leen nadie más que esa caterva de críticos profesionales cuyas críticas no lee nadie tampoco, por cierto. Y es que si Romney se cree que va a ganar un voto siquiera con su reciente No Apology es que está peor de lo que me figuraba. En la lucha establishment–grassroots que se avecina, el factor determinante es la persona. Todos queremos políticos que sean también personas a las que se les pueda mirar a los ojos y creer en lo que dicen. Personas que no engañen y que hagan lo que dicen y digan lo que piensan. Nadie quiere más productos de marketing y por eso mismo cuanto más disgusta e irrita Palin a los “expertos” con sus actos y sus palabras, más auténtica la ve la gente y más la quieren y la apoyan.
Romney es todo lo contrario a eso y no entiende nada de lo que está pasando. Y el “Beltway GOP” del que ya hemos hablado antes tampoco, pero lo intuye y le asusta muchísimo. Palin, en cambio, no sólo lo entiende sino que le entusiasma. Y le entusiasma porque es precisamente lo que ella ha hecho durante toda su vida: enfrentarse a los que tantas veces ha calificado como esos que están siempre diciéndote “siéntate y cállate”. Precisamente los mismos que van a poner toda la carne en el asador para apoyar a Romney; no porque lo aprecien realmente sino porque es el único rival que creen (erróneamente) que puede pararle los pies a Palin antes de que tome las riendas del partido y de la nación y entonces los del FBI tengan que hacer horas extraordinarias a causa de la cantidad de bribones a los que tendrán que echar el guante, tal y como sucedió en Alaska entre 2006 y 2008. Y justamente por eso es por lo que Romney no podrá con Palin: porque nunca será un candidato creíble. Y Sarah sí. La oportunidad de Romney pasó ya y desgraciadamente para él, no tendrá otra por mucho que él crea que la derrota de McCain lo que hizo precisamente fue reivindicarle y demostrar que se habían equivocado al descartarlo. No es cierto; lo único que demostró es que se habían equivocado al apoyar a McCain, pero es que no había nadie más. Romney no hubiera podido tampoco con el vendaval del “hope” y el “change”. Ni ahora va a poder con otro vendaval, el del Tea Party y el de los common sense conservatives. Las elecciones de 2008 lo que hicieron realmente fue cerrar una época de la historia política estadounidense y abrir otra nueva en la que los políticos como Romney están de más. Pero cualquiera se lo hace entender a éste. No importa. Ya lo harán los estadounidenses con sus votos.