Sarah alza la voz
Asqueada, y con razón, del trato recibido desde hace un año por parte de los medios de comunicación (salvo honrosas excepciones), no es de extrañar que Sarah no confíe ya en ellos para hacer llegar sus opiniones a sus compatriotas. En consecuencia, ha tenido que buscar una vía alternativa y, al igual que todos nosotros cuando buscamos información veraz, la ha encontrado en Internet, en su página de Facebook, en concreto, que es donde publica sus “notes” (notas).
Durante este pasado mes de agosto, Sarah ha publicado un total de seis notas referidas a la propuesta de reforma de la Sanidad. De esta seis, ahora mismo nos interesan las cuatro primeras (las dos restantes las repasaremos mañana):
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La primera, titulada “Statement on the Current Health Care Debate” (Declaración sobre el actual debate sobre la asistencia médica) y publicada el día 7 de agosto, es, sin duda, la más importante de todas al ser la que desató la polémica.
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La segunda, titulada “Some Useful Commentary on the Health Care Debate” (Algún comentario útil sobre el debate sobre la asistencia médica) se publicó al día siguiente, 8 de agosto, y consiste en una recopilación de citas (con sus enlaces correspondientes a la página web original) pertenecientes a artículos de dieciséis autores diferentes publicados en once medios distintos, respaldando todos ellos las opiniones vertidas por Sarah en su nota anterior, además de una respuesta magníficamente impertinente de un ciudadano particular al senador Specter (ayer republicano, hoy demócrata; o sea, de toda confianza) de Massachussets. ¡Dieciséis artículos! ¡Once publicaciones! ¿Pero no habíamos quedado en que Sarah no lee? Pues menos mal que no lo hace, que si lo llega a hacer… ¿Qué dirá Katie “Chula” Couric de esto?
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La tercera, titulada “Articles of Interest” (Artículos de interés) se publicó el 9 de agosto y es una ampliación de la anterior, recogiendo otras dos citas de las cuales sólo la segunda hace referencia al debate de marras.
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Por fin, la cuarta, titulada “Concerning the “Death Panels” (En referencia a los “comités de la muerte”), se publicó el 12 de agosto y además de ofrecer una dúplica a la réplica del presidente de Estados Unidos a su primera nota, la del 7 de agosto, Sarah aporta más testimonios que corroboran sus opiniones iniciales.
En definitiva, ¿por qué tanto ruido por una simple nota publicada en Facebook por parte de alguien que no es más que una simple ciudadana particular ya que no ostenta ningún cargo público? Pues porque esa simple ciudadana particular en concreto ha sido la única política estadounidense, junto con Michele Bachmann, que ha sabido ver más allá del plúmbeo articulado de la propuesta y comprender cuál es su objetivo real, cuáles eran sus intenciones. Unas intenciones que no pudo dejar de comunicar a sus compatriotas para que se dieran cuenta de lo que estaba pasando en Washington y de qué modo les iba a afectar tanto a ellos como a sus familias. O sea, decirles la verdad y decírselo en una sencilla nota de 316 palabras, clara, precisa y contundente. Decirles una verdad incómoda, que diría aquél. Una verdad que habla de que la creación de un seguro médico público gestionado por una agencia gubernamental no sólo no reducirá el coste de la Sanidad sino que, de hecho, lo incrementará hasta tal punto que resultará imposible de asumir, provocando en consecuencia lo que pasa siempre que un bien o servicio es puesto a disposición de los usuarios en menor cantidad de lo que estos demandan: que se racione. Exactamente lo que pasará con los servicios sanitarios prestados actualmente a los ciudadanos. Y si se racionan los servicios sanitarios, está claro que los principales afectados serán aquellos que más los utilizan: los enfermos, las personas mayores y los discapacitados.
Cuando Sarah habló de ello en su primera nota, lo hizo acuñando la expresión “Obama’s “death panel” (el “comité de la muerte” de Obama), refiriéndose metafóricamente a un imaginario comité compuesto por burócratas de la nueva agencia que está previsto que se haga cargo de la gestión del seguro médico público y que estaría investido del poder de conceder o denegar a cada paciente el tratamiento médico prescrito basándose para tomar su decisión en algo tan subjetivo como su “level of productivity in society” (nivel de productividad en la sociedad), sea lo que sea lo que eso quiere decir. Una perspectiva realmente “orwelliana”, como bien la definió Sarah.
A partir de ese momento, la expresión “death panel” (“comité de la muerte”) copó todos los titulares, como no podía ser menos, y la intención de Sarah de que los estadounidenses se interesaran realmente por lo que estaba pasando antes de que fuera demasiado tarde tuvo éxito. La contestación al proyecto de reforma se multiplicó de tal manera que el propio presidente de los Estados Unidos tuvo que salir al paso en una reunión pública celebrada en el Ayuntamiento de Portsmouth (New Hampshire) el 11 de agosto para responderle personalmente. Vean las imágenes, véanlas.
El townhall meeting de Portsmouth (New Hampshire). El presidente estaba rabioso y se le nota. ¡Ah, qué placer!
El momento más brillante es éste, cuando el presidente trata de tomarse a burla la referencia de Sarah a un “death panel” diciendo:
“Let me just be specific about some things that I’ve been hearing lately that we just need to dispose of here. The rumor that’s been circulating a lot lately is this idea that somehow the House of Representatives voted for death panels that will basically pull the plug on grandma because we’ve decided that we don’t, it’s too expensive to let her live anymore….It turns out that I guess this arose out of a provision in one of the House bills that allowed Medicare to reimburse people for consultations about end-of-life care, setting up living wills, the availability of hospice, etc. So the intention of the members of Congress was to give people more information so that they could handle issues of end-of-life care when they’re ready on their own terms. It wasn’t forcing anybody to do anything”.
(“Déjenme simplemente que sea concreto sobre algunas cosas que he estado oyendo últimamente y de las que tenemos que desembarazarnos aquí. El rumor que ha estado circulando mucho últimamente es esta idea que de alguna manera la Cámara de Representantes ha votado por unos “comités de la muerte” que, básicamente, desenchufarán a la abuela porque hemos decidido que no, que es demasiado caro dejarla vivir más tiempo… Pues resulta que adivino que esto surgió de una provisión en una de las leyes de la Cámara que permitía que Medicare reembolsara a la gente por sus consultas sobre el cuidado de final-de-vida, el establecimiento de testamentos vitales, la disponibilidad de hospitales para enfermos terminales, etc. Porque la intención de los congresistas era dar a la gente más información de modo que pudieran manejar cuestiones del final-de-vida cuando estuvieran listos y en sus propios términos. Eso no era obligar a nadie a hacer nada”).
¡El presidente de Estados Unidos respondiendo a una simple ciudadana particular! ¿No es algo increíble? En mi opinión, semejante hecho supone ni más ni menos que reconocer de facto a Sarah como la líder de la oposición a la actual administración demócrata, algo que sus correligionarios del Partido Republicano saben perfectamente que ya lo es, pero que en muchos casos se niegan tozudamente a aceptar. No así el chairman del GOP, Michael Steele, quien respaldó públicamente a Sarah en plena tormenta, el día 12 de agosto en el Neil Cavuto Show de FoxNews Channel, consciente de que se trata de la única persona capaz de movilizar en un sentido u otro a la base social del partido y que, en consecuencia, pretender enfrentarse a ella es tener todos los números para el desastre. Preguntado sobre la oportunidad de la expresión “death panels”, esto es lo que dijo:
“Well, I think it’s proper because it’s in the context of what people are seeing in some of the legislation that’s floating around out there. When you’re talking about panels that are gonna be imposed, that will be making life-and-death decisions, that will be making decisions about whether or not you get health care or don’t receive health care. I think that’s perfectly appropriate”.
(“Bien, creo que es adecuado porque está en el contexto de lo que la gente está viendo en cierta legislación que está flotando por ahí fuera. Cuando hablas de comités que van a ser impuestos, que van a tomar decisiones de vida o muerte, que van a tomar decisiones sobre si vas a obtener asistencia médica o no vas a recibir asistencia médica, creo que es perfectamente apropiado”).
Como quiera que los críticos a Sarah seguían empeñados en que algo blanco y que lo da la vaca no es leche sino horchata, Sarah no tardó ni un día en replicar a su vez al presidente en una nueva nota, la del día 12 de agosto, señalando que el presidente de Estados Unidos no había dicho la verdad y, para demostrarlo, detallando lo que la sección 1233, titulada “Advance care planning consultation” (Consulta anticipada de planificación de cuidados) de la HR 3200, que es a la que se refería concretamente el presidente cuando hizo aquélla referencia en su reunión pública en Portsmouth, implicaba realmente y resaltando el que hasta los propios partidarios de la propuesta de reforma tenían sus dudas sobre ella. Incluso añadió un par de citas más procedentes de textos escritos por el doctor Emanuel en las que quedaba claro que no era ella quien se había inventado los “death panels” sino el doctor Emanuel y quienes piensan como él; ella simplemente les había puesto un nombre que pudieran entender todos sus compatriotas. Un nombre perfecto para un titular (que no se olvide nadie que Sarah estudió Periodismo), como muy seguramente era su intención: dos palabras, una de ellas realmente sonora, y los chicos de la prensa repitiéndolas como loros durante toda una semana. De hecho, llevamos ya casi un mes y aún están dale que te pego.
Pero es que de cualquier manera, el problema no estribaba solamente de ese punto, la sección 1233 de la dichosa HR 3200, sino en la totalidad de la propuesta de reforma. No es una buena propuesta y no lo es porque por mucho que lo intenten disimular, un sistema de este tipo acaba asignando rápidamente un valor en dinero a cada persona y convirtiendo a los médicos en contables, jueces y verdugos a la vez. Un sistema de este tipo es, sin lugar a dudas, un “sistema intrínsecamente malvado”, tal y como describió Sarah acertadamente y contra el cual ninguna persona sensata puede permanecer impasible. Mañana veremos en qué ha quedado todo, al menos de momento.