Hoy es posible que tengamos una nueva lectora en “Conservador en Alaska”. Se llama Marta y es amiga mía. Es una chica estupenda, pero la pobre es progre perdida, así que le he aconsejado que lea mi blog durante una temporada para empezar a sanar. A ver si hay suerte. Si antes de tres días recibo un mensaje de correo electrónico poniéndome de vuelta y media por haberla citado aquí y diciéndome de todo menos bonito es que me ha hecho caso. Lo de cambiar de opinión y dejar de considerar a Sarah Palin “una facha” y verla como en realidad es, la mejor defensora de la libertad individual que todavía nos queda a aquellos que pensamos que el ser humano ha nacido para ser libre y tomar sus propias decisiones y no para ser un mero número en el ordenador de cualquier burócrata del gobierno y hacer lo que se le dice cuando se le dice, tardará un poco más, pero cuento con que le ponga interés y acceda a tomarse la medicina cada día (que tampoco es tan amarga digo yo porque siempre procuro que mis entradas sean fáciles de leer y a veces hasta consigo hacer algún chiste bueno que otro). De cualquier forma, saluden a mi buena amiga y denle la bienvenida a nuestra pequeña gran familia: ¡Bienvenida, Marta!
Paul Ryan, el guapo y listo de Wisconsin. Se lo he recomendado especialmente a mi amiga. Sobre todo le he alabado su buen gusto a la hora de escoger sus corbatas aunque igual es su esposa quien se las escoge… Yo porque no estoy casado, pero me han dicho que es lo que suelen hacer, ¿no? ¿Y han visto qué bien hecho lleva el nudo?
Fue en enero de este año, dos días después del discurso sobre el “Estado de la Unión”, cuando el presidente Obama se “coló” en una reunión de congresistas republicanos celebrada en Baltimore (Maryland) y abrió el debate con ellos. Durante noventa minutos, Obama replicó a sus argumentos de una manera que, como no, impresionó muy favorablemente a la prensa estadounidense, tan poco dada a la objetividad como todos bien sabemos.
Sin embargo, ni siquiera los panegiristas esos de los medios de comunicación pudieron ocultar lo que sucedió cuando el representante por Wisconsin Paul Ryan se levantó e hizo su propia pregunta al presidente:
Sirvo como ranking member en el Comité del Presupuesto, así que voy a hablar un poco de presupuestos si no le importa. En los proyectos de ley que usted acaba de firmar y con ello convertir en leyes, el gasto discrecional se ha incrementado en un 84%. Ahora quiere usted congelar ese gasto a este elevado nivel empezando desde el próximo año. Esto significa que el gasto total en su presupuesto crecerá tres centésimas partes de un uno por ciento menos que si no lo congelara. Simplemente me gustaría subrayar que podríamos hacer algo más y comenzar a hacerlo ahora.
Para entender bien esta intervención debemos aclarar que en su discurso del “Estado de la Unión”, Obama se comprometió a congelar el gasto discrecional no relacionado con la seguridad como parte de su campaña para hacer creer a todos los estadounidenses que está haciendo algo para luchar contra el creciente déficit presupuestario, causado en gran parte por él y su administración. ¿Un pirómano reconvertido en bombero? ¿La zorra colocándose como guardiana de las gallinas? ¿El derrochador Obama prometiendo ahorrar? ¡Ja, a otro perro con ese hueso!
En su respuesta, Obama, además de dedicarle a Ryan una mirada de “espera a que te pille en un pasillo donde no haya nadie y verás”, replicó diciendo:
“(…) me gustaría ir un poco más lejos en la subyacente premisa acerca de que nosotros incrementamos el gasto en un 84%. La cuestión de hecho es que la mayoría de los incrementos del gasto en el presupuesto de este año, en el presupuesto del año pasado, no han sido causados por políticas que hayamos iniciado nosotros sino que se produjeron como consecuencia de los “estabilizadores automáticos” que saltaron como consecuencia de esta enorme recesión.
El término “estabilizadores automáticos” se refiere a los pagos que el gobierno federal debe asumir quiera o no, por ejemplo, el aumento de los subsidios por desempleo, que tienden a incrementarse necesariamente en tiempos de crisis. Por otra parte, en cuestiones de gasto, en Estados Unidos existe el gasto imperativo, como el de la Seguridad Social, que crece cuanto haga falta sin necesidad de ser aprobado por el Congreso, y el gasto discrecional, que debe ser aprobado por el Congreso y firmado por el presidente para convertirse en ley.
Obama se imaginaba sin duda, viendo babear a sus bufones favoritos de los medios de comunicación, que le había cerrado la boca a Ryan y, de paso, atizado a Bush 43, que es lo que más le gusta, pero lejos de recular, Ryan simplemente carraspeó para llamar la atención del auditorio y recalcó:
Simplemente quiero decir que los “estabilizadores automáticos” son un gasto imperativo. El gasto discrecional, los proyectos de ley aprobados por el Congreso y que usted firma y convierte en ley, ése es el que se ha incrementado en un 84%.
Obama se calló, miró a Ryan aún más torcido que antes y reconoció tácitamente su derrota diciendo:
Tendremos un debate más largo sobre los números del Presupuesto, ¿de acuerdo? Siguiente pregunta.
Pues sí, ése es Paul Ryan, nuestro congresista por Wisconsin y la mejor cabeza pensante del Partido Republicano en cuestión de números. Alguien que como bien decía una de nuestras amigas, le quita todo el ornamento y el perifollo a la cuestión de que se trate y presenta los hechos desnudos, algo que muchas veces lleva a la gente a darse cuenta de que es el propio emperador el que va desnudo. ¡Que sí, Obama, que estás gastando más que un marinero borracho el primer día de tocar puerto tras una travesía de seis meses! ¡Y no van a ser nuestros hijos los que paguen tu factura del bar!
En esa misma reunión en Baltimore, Obama ya se había referido a Ryan otra vez, al comienzo de su intervención, antes de que el “desagradecido” ése le fastidiara el día, señalando que era él quien había “hecho una seria propuesta” para controlar el déficit y hasta le alabó por haber hecho el esfuerzo. Sin embargo, cuando tu enemigo te alaba, ya puedes echarte a temblar y así fue porque ésa fue la señal para que los demócratas se lanzaran sobre Ryan y su plan durante los tres siguientes días. Los arietes fueron entonces Paul Orszag, el antiguo director presupuestario de Obama; Chris Van Hollen, dirigente del Partido Demócrata; y la speaker de la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi. Los tres, como buenos izquierdistas que son, se limitaron a acusar a Ryan de pretender dejar a los pobres sin cobertura social (ni subsidios de desempleo ni seguridad social) y de reducir los impuestos a los ricos. Pura demagógica, pero ¿qué otra cosa se puede esperar de unos bichos mentirosos semejantes? Lo importante de toda esta historia es que Ryan asusta a los demócratas y ya sabemos que cuando un republicano se gana las iras de los demócratas es porque ese republicano vale… y mucho (y si no, que se lo pregunten a Sarah Palin).
El principal motivo para que los demócratas teman a Ryan estriba en su Roadmap for America’s Future, del cual ya he hablado algo en entradas anteriores de esta serie. Hoy toca entrar en profundidad en él. ¿Qué es el Roadmap al fin y al cabo?
Con unos Estados Unidos habitados por una cantidad cada vez mayor de personas mayores, la amenaza de que el sistema de asistencia social se colapse y se convierta en ineficaz es algo que debería tomarse en serio, tal y como hace Ryan quien en su Roadmap se plantea como objetivos principales los de devolver la vitalidad a la economía estadounidense, disminuir la deuda pública y asegurar la asistencia sanitaria y las pensiones a los jubilados.
Para ello, Ryan haría lo siguiente:
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Reformar el sistema impositivo, de tal forma que se permitiría seguir pagando impuestos bajo el sistema actual para quien así lo quisiera (locos de atar, por ejemplo), pero los demás podrían optar por un nuevo sistema consistente en un impreso de declaración de renta del tamaño de una postal corriente en la que sólo existirían dos tipos impositivos: uno del 10% para aquellos que ganasen hasta 100.000$ en el caso de una declaración conjunta o hasta 50.000$ en el caso de declaraciones individuales; y otra de un 25% para todos aquellos que ganasen más de 100.000$. No habría deducciones ni nada por el estilo salvo las correspondientes al seguro de enfermedad (que lo veremos más abajo).
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Eliminar los impuestos sobre los intereses, sobre las plusvalías, sobre los dividendos y el de sucesiones. El impuesto de sociedades, que en los Estados Unidos es el segundo más alto del mundo, se reemplazaría por un impuesto del 8,5%, lo que haría a las empresas estadounidenses mucho más competitivas en el mercado mundial, además de permitirles crear más puestos de trabajo (¡son las empresas las que crean puestos de trabajo y no el gobierno o los sindicatos!).
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Los programas de Medicare (para las personas mayores) se conservarían en su forma actual para sus beneficiarios y para todos aquellos por encima de los 55 años ahora mismo.
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El acceso universal a la asistencia médica se garantizaría mediante un reembolso de sus impuestos por valor de 2.300$ por persona o 5.700$ por familia con el que los interesados comprarían su propio seguro médico en cualquier estado de los Estados Unidos (algo que actualmente no pueden hacer).
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A medida que las personas menores de 55 años fueran llegando a esa edad (en la que entrarían dentro del programa Medicare), recibirían pagos por un valor medio de 11.000$ anuales, indexados a la inflación y vinculados a los ingresos, recibiendo más quienes tuvieran menores ingresos anuales.
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Todos los estadounidenses, independientemente de sus ingresos, podrían abrir cuentas de ahorro “médicas” con las que financiar sus gastos médicos. En ellas, todos aquellos trabajadores menores de 55 años podrían ingresar más de un tercio de sus impuestos destinados a la Seguridad Social de una forma como si se tratara de un plan de pensiones. Estas cuentas serían patrimonio personal de su titular con lo que se garantiza a sus poseedores que siempre podrán disponer de todo el dinero que inviertan en ellas.
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Se incrementaría la edad de jubilación, vinculándola con la expectativa de vida del momento (actualmente estaría alrededor de los 75 años), evitando así convertir la sociedad en una tal que entre una tercera parte y la mitad de todos los adultos están jubilados.
El Roadmap incluye más cosas, muchas más, pero éstas son las esenciales. En febrero pasado, la Congressional Budget Office (CBO) analizó el Roadmap y lo declaró solvente, reconociendo que proporciona reformas que harían posible el crecimiento y la prosperidad de la economía estadounidense; aseguraría que el programa Medicare no fuera a la quiebra y haría que la Seguridad Social fuera permanentemente solvente y haría eso sin recortar los beneficios para todos aquellos con 55 o más años actualmente. Equilibraría el presupuesto y recortaría el déficit público también. En definitiva, que pondría la economía estadounidense en el camino correcto en comparación con las políticas que se están siguiendo actualmente y que acabaran llevando a la ruina a los Estados Unidos.
Un gráfico elaborado por el propio CBO: el crecimiento económico en Estados Unidos mostrando tres tendencias (la histórica –en azul–, la actual obamita –en rojo–, y la del Roadmap –en verde–). ¿Cuál prefiere para sus hijos?
Otro gráfico elaborado por el propio CBO: la deuda pública mostrando de nuevo tres tendencias (la histórica –en azul–, la actual obamita –en rojo–, y la del Roadmap –en verde–). Otra vez, ¿cuál prefiere para sus hijos?
Les dejo con esto. Piensen y recapaciten, algo que no es precisamente el deporte favorito de los izquierdistas, que se limitan a leer El País para saber qué tienen que pensar. En estas tres últimas entradas hemos visto lo que muy posiblemente se convierta algún día en la política económica a seguir por la próxima administración republicana, muy posiblemente con Palin de presidente y Ryan de secretario del Tesoro. Yo, la verdad, creo que Ryan de vicepresidente sería echarlo a perder; es demasiado joven para ello y demasiado brillante. ¿Recuerdan aquel dicho de principios del siglo XIX sobre los vicepresidentes? Un padre tenía dos hijos. Uno se hizo marinero y se embarcó y el otro llegó a vicepresidente y de ninguno de los dos volvió a saberse nunca más. Pues eso. Yo simplemente les digo que estaría completamente de acuerdo con que se me aplicara el Roadmap a mi bolsillo; yo lo que quiero es que el dinero (poco dinero) que me gano con mi esfuerzo quiero que vaya a mi bolsillo y no al del Estado a pagar a una caterva de vagos sinvergüenzas que encima tienen la desfachatez de pretender que el dinero público “no es de nadie”. ¡Pues sí que es de alguien! En parte, mío. Y no estoy dispuesto a regalarlo y encima que me desprecien. ¡Faltaría más!
Y en la próxima entrada, vamos a hablar de Sarah que ya toca, ¿no?
P.D. Pues ha salido publicado un nuevo artículo mío en The Americano. Va sobre las primarias y su título es el siguiente: “La vida te da sorpresas y las primarias más”. Léalo aquí.
P.P.D. Sí, ya sé que mi artículo anterior sigue estando cortado. Me prometieron que ya estaría arreglado, pero veo que no es así. Les incluyo aquí mismo el fragmento que falta. Y no, no es censura sino mera pifia. ¿Qué le vamos a hacer?
(…) Otros podrán hacer análisis más sesudos sobre lo que sucedió allí. Incluso podrán pretender que Beck sólo buscaba más audiencia para sus programas, Palin más votos para una futura candidatura a la presidencia y los conservadores, así en general, imponer de nuevo las leyes Jim Crow, quemar algunas cruces y, de paso, derogar Roe vs. Wade. La imaginación es libre y un don demasiado valioso como para despreciarlo salvo cuando, como en el caso de la prensa europea, que sólo vio allí un acto de la “ultraderecha” y sintió escalofríos por ello, se usa solamente para decir majaderías.
La verdad, en cambio, es mucho más prosaica y la resumió perfectamente Sarah Palin al comienzo de su intervención, cuando saludó y dijo: “¿Acaso no estáis orgullosos de ser estadounidenses?”.
Sí que lo estaban. Y lo siguen estando. Y es por eso que quieren recuperar todo lo que implica ser estadounidense antes de que esos que pretender “transformar sustancialmente” su país y convertirlo en una ruina como ya lo es Europa logren su objetivo. Para empezar, quieren recuperar su libertad de tomar sus propias decisiones. Por ejemplo, la de a quién votar el próximo mes de noviembre. Y cuando voten y lo hagan en consecuencia, algunos en Europa volveremos a reírnos de nuevo leyendo en nuestros periódicos habituales: “El Congreso controlado por la ultraderecha. Estados Unidos se vuelve fascista”.
No, Europa no entiende nada. Y lo peor es que ya es demasiado tarde para pretender enseñarle. Su destino está sellado: convertirse en Eurabia. ¡Pobre vieja Europa!
P.P.P.D. Que sí, que ya sé que igual se presenta Hillary Clinton a las elecciones en 2012. ¿Que qué me parece? En principio, me parece que no va a conseguir la nominación y que Obama, aún hecho un Titanic como está hecho (sobre todo ahora que se sabe que fue un error de su timonel el causante del hundimiento), no va a dejarse vencer tan fácilmente. No, no creo que la Clinton se presente finalmente. Pero igual sí porque yo como profeta doy pena.
P.P.P.P.D. ¿Te ha gustado, Marta? A que has aprendido un montón, ¿eh?