¡Viva Sarah!

21/11/2010

 

Amigos, les pido perdón. Hace más de un mes que no escribo nada y más de uno debe de haber pensado que me he muerto, que me he roto todos los dedos de las manos (y de los pies, que con esos también se puede escribir) o, peor aún, que me he echado una novia socialista y me ha cambiado la mentalidad. Nada de eso; la realidad es tan sencilla como que a principios de octubre, y de la manera más inesperada, me surgió la oportunidad de dejar mi trabajo actual y volver al que tenía anteriormente, que era un sitio donde me encontraba más que bien y que tuve que dejar contra mi voluntad. La cosa parecía hecha y contaba con incorporarme a mediados de mes, pero al final, entre pitos y flautas, todavía no ha sido posible y no ha sido hasta hace muy pocos días que me han confirmado que voy a volver allí, pero que hasta principios de diciembre no se hará realidad. Como ya se pueden imaginar, todo este tiempo de espera me ha disparado los nervios y si les contara yo la cantidad de cosas, todas malas, que he imaginado que me estaban sucediendo, daría para media docena de películas de terror. Desde que lo había soñado hasta que mis actuales jefes me estaban preparando una encerrona y en el último momento me iban a decir que tururú. Ahora ya estoy un poco más tranquilo, pero no se crean porque yo, cuando me pongo nervioso, me pongo nervioso y ni como, ni duermo ni, lamentablemente, escribo mi blog.

Sin embargo, nada es eterno, que diría el clásico, y como quiera que siempre he sentido cierta desazón por no haberles ofrecido mi opinión sobre lo que ha sucedido recientemente en los Estados Unidos en las elecciones del midterm, quiero aprovechar hoy que me encuentro bastante bien para escribirles siquiera cuatro líneas. Eso sí, con la promesa de que esas cuatro líneas de hoy se convertirán en cuatro mil tan pronto como me vea en mi nuevo (viejo) puesto de trabajo y pueda pensar que Dios tiene ciertamente maneras muy curiosas de hacer las cosas y que lo único sensato que puede hacer uno es aceptar lo que le viene, entender que todo tiene algún sentido por más que no seamos capaces de desentrañarlo y ponerse en Sus manos y confiar en Su infinita sabiduría.

En los Estados Unidos, las elecciones del midterm han supuesto, en mi opinión, algo más que un vuelco en la composición del Congreso. Es cierto que es algo que suele pasar, que el partido del presidente pierda parte de su poder a medio mandato, pero teniendo en cuenta las altísimas expectativas con las que fue elegido Obama tan solo dos años antes, que movieron a algunos a pretender derogar la Vigesimosegunda Enmienda, esa que limita a dos los mandatos sucesivos de un mismo presidente, imaginándose que Obama iba a ser reelegido por los siglos de los siglos, los resultados de las elecciones son algo más que un batacazo espectacular. Para mí, es el fin del sueño en el que han vivido Obama y el Partido Demócrata desde 2006, cuando tomaron el control del Congreso, y un duro despertar para ambos.

Con una Cámara de Representantes republicana y un Senado demócrata, pero por poco, la situación es la mejor posible. Yo contaba con eso precisamente: recuperar el control de la Cámara de Representantes, pero no el del Senado (había demasiados pocos escaños en juego) y, es más, no lo consideraba yo oportuno. Haberlo hecho hubiera supuesto que la iniciativa legislativa hubiera pasado a manos del Partido Republicano y éste no se haya todavía en situación de saber qué hacer, embarcado como está todavía en su propia lucha por definir la orientación del partido. En cambio, de este modo, los republicanos pueden fastidiar todo lo posible los planes demócratas de “transformación sustancial de la sociedad” gracias a su control de los resortes económicos (que están en la Cámara), pero serán los propios demócratas los que se verán en la obligación de desbaratar las propuestas legislativas republicanas merced a su control del Senado, lo que seguirá desgastándoles y hará que lleguen a las elecciones presidenciales de 2012 con peores perspectivas que las actuales.

¿Colaboración entre los dos partidos? ¿Eso que llaman algunos “bipartidismo” y que, en la práctica, se resume en: “si los republicanos ceden y se tragan las propuestas demócratas es bipartidismo, pero si los republicanos protestan y se oponen a las propuestas demócratas es obstruccionismo”? Yo creo que es la gran trampa ante la que John Boehner, el nuevo speaker republicano de la Cámara de Representantes, va a tener que dar el do de pecho y demostrar su valía. Rápidamente, mi opinión es que de bipartidismo, nada de nada. Los republicanos han sido elegidos para llevar a cabo un programa político que, nada extrañamente, es la antítesis del actual demócrata. Y eso es algo que no deben perder de vista los nuevos (y viejos) congresistas. No se trata de “rescatar” a un presidente y un partido demócrata que está en mala situación, sino de forzar un cambio de rumbo que permita evitar males mayores y ofrezca en 2012 a un presidente republicano una situación heredada lo menos mala posible. Son las elecciones de 2012 lo que se está jugando el partido republicano ahora mismo y, con ellas, el primer mandato de un futuro presidente republicano. De lo que haga el partido republicano ahora, durante estos dos próximos años, dependerá mucho lo que pueda suceder en los cuatro siguientes. Y, por descontado, la posibilidad siquiera de que esos cuatro años sean republicanos. O sea, que mucho cuidado con ceder a las tentaciones “bipartidistas”, “centristas” o “a mí lo que me gusta es Teledeporte”.

Por si acaso, no estaría de más que todos los congresistas republicanos, tanto los nuevos como los viejos, se leyeran la nota que Sarah Palin publicó hace unos pocos días en su página de Facebook y que, titulada “Welcome to all Republican Freshmen and congratulations!” (“¡Bienvenidos todos los nuevos republicanos y felicitaciones!”), sirve perfectamente de guía para desenvolverse con acierto y coherencia durante estos dos próximos y apasionantes años. Volveremos a ello más adelante.

Y de Sarah Palin, ¿qué? ¿Qué pasa con ella? Pues se lo digo con toda claridad: la gran ganadora de las elecciones ha sido Sarah Palin, el gran perdedor ha sido el establishment republicano y el futuro es suyo. ¡Toma castaña! ¿Lo argumento? Lo argumento.

A mí las elecciones de noviembre me preocupaban poco, si es que me refiero a Sarah Palin. Ésta no era candidata a nada y por más que apoyara a una serie de candidatos, las campañas de estos eran suyas y Sarah Palin no tenía nada que decir al respecto. Lo resalto: SARAH PALIN NO ERA CANDIDATA. Y aunque los republicanos no hubieran obtenido los resultados que han obtenido, ella ni ganaba ni perdía nada. Por supuesto que es mejor que no haya sido así y que un buen montón de candidatos “palinistas” (vamos a llamarlos así) estén hoy en el Congreso, pero ya veremos cuáles son los derroteros de estos candidatos y cómo reaccionan ante las pompas y vanidades de Washington, DC. Por si acaso, les recuerdo que Scott Brown, el senador republicano por Massachusetts, también prometía y luego quedó en nada. O sea, que ya veremos.

Pero si las elecciones de noviembre no me preocupaban mucho, las primarias sí. Para mí, esas eran las verdaderas elecciones donde Sarah Palin sí que se jugaba algo: ni más ni menos que la rectificación de su rumbo actual que de “avante toda, RINO” ha pasado a “avante media, conservador”. Me explico. El Partido Republicano actual es una birria que rebosa RINO por todas partes. Los conservadores son la mayoría de los votantes republicanos, pero uno puede ser conservador y no sentirse representado por el Partido Republicano como yo soy conservador y no me siento representado por el Partido Popular (¡puaj!). Y el Tea Party es la expresión más clamorosa de ese divorcio entre los votantes conservadores y el partido que supuestamente debería representarles. Resultado: ya lo vimos en las elecciones de 2008, cuando McCain no tuvo más remedio que recurrir a Sarah Palin para movilizar a dicho electorado que, hasta entonces, se mostraba más frío que un pez a sus propuestas. Desde entonces, el primer objetivo de Sarah Palin ha sido el devolver el partido a la senda correcta, la que transitó con tanto éxito Ronald Reagan, la de una sólida propuesta de gobierno basada en principios conservadores que atraiga tanto a estos como incluso a esos demócratas, los antiguos “Reagan Democrats”, que no están todavía locos de atar y siguen sintiéndose orgullosos de ser estadounidenses.

Era en las primarias donde se estaba jugando la primera batalla de esa guerra. Sarah Palin se arriesgó respaldando a todos aquellos candidatos que se alineaban con ella, ya ganaran o perdieran finalmente la nominación, pero en cualquiera de los dos casos, poniéndoselo difícil a los candidatos del establishment, que hasta entonces no habían encontrado quién les discutiera. Rand Paul fue un caso exitoso de esto que les estoy contando; Christine O’Donnell no lo fue… teóricamente. Para mí, O’Donnell venció porque evitó que un candidato del establishment venciera en las primarias, enviando el único mensaje que estos tipos entienden: ¡ME TRAE SIN CUIDADO SI PIERDO; ANTES QUE VOTARTE A TI QUE ERES UN TRAIDOR PREFIERO QUE GANE UN DEMÓCRATA! ¡Ésa era la verdadera lucha en estas primarias: conservadores contra RINO! Y, gracias a Dios, los conservadores han vencido en mayor proporción que los RINO y seguro que los cabeza de bolo del Republican National Committee (RNC) están que no les llega la camisa al cuerpo pensando que han perdido el control que tenían hasta entonces de sus votantes. Ahora hay otras opciones y los conservadores están dispuestos a no votar más con una pinza en la nariz. Veremos qué pasa en enero cuando Steele tenga que renovar su mandato al frente del RNC. Atentos a esa batalla porque es de lo más importante. No olvidemos que el ganador será el chairman que estará al frente del Partido Republicano durante lo que tengo la absoluta certeza que será la próxima campaña electoral de Sarah Palin a la presidencia de los Estados Unidos.

Y si la ganadora de las primarias ha sido Sarah Palin, el perdedor ha sido el establishment republicano que ha visto como la criada les ha salido respondona. Su histerismo en Delaware, cuando O’Donnell venció en las primarias, ya los retrató como lo que son: una colección de canallas; Alaska, con su furioso apoyo a Murkowski, confirmó que además de canallas son cobardes; y ya puede ir por ahí Karl Rove pretendiendo que él es el “arquitecto” de la victoria republicana porque ya sabemos bien de qué pie cojea. El verdadero “arquitecto” de esa victoria ha sido el movimiento Tea Party que ha llevado a millones de estadounidenses a comprometerse con sus candidatos en un momento en el que si, por el establishment republicano fuera, se hubieran quedado todos en casa. Y Sarah Palin ha sido la delineante de esa victoria, al ser ella la única que ha mantenido el tipo y se ha opuesto con firmeza y con valentía a esos demócratas con los que tantas ganas tenía el establishment de pactar a ver si había suerte y les dejaban algunas migajas.

En cuanto a lo de que el futuro es de Palin, tomen nota: Sarah Palin se presentará a las elecciones de 2012, lo anunciará hacia marzo de 2011 y lo avanzará a través de un mensaje de Twitter y lo confirmará al día siguiente a través de su página de Facebook. Sarah Palin será la primera candidata independiente en presentarse a la nominación republicana… y la ganará. ¿Por qué digo “independiente”? Sencillamente porque las relaciones entre ella y el Partido Republicano son de lo más inexistentes y su candidatura será tomada como una ofensa por parte del establishment, lo que causará aún mayor placer a sus partidarios. Sarah Palin sabe, y está bien dispuesta, a repetir su campaña de 2006, cuando tuvo que presentarse a gobernadora con la hostilidad del Partido Republicano de Alaska y aún así venció.

Desde que han terminado las elecciones, Sarah Palin ha dado un paso adelante y empieza a perfilar sus propuestas, demostrando que está preparada. ¿La prueba? Su reciente intervención sobre política económica, abominando de la QE2. Terminadas las elecciones del midterm, donde ella no era candidata, empiezan el tiempo de las primarias presidenciales donde ella sí que será candidata. Sus mensajes en tal sentido empiezan a ser más asiduos y sus intervenciones públicas de mayor calado. Está calentando el ambiente y cuando sea el momento, lo dirá. Pero recuerden todos una cosa: Palin es Palin. Desligada por completo del Partido Republicano y contando con su propia organización, el tiempo y la manera serán exclusivamente los que decida ella. Nadie va a decirle cómo tiene que hacer las cosas. Y si yo ahora estoy escribiendo la historia de que cómo ha llegado Sarah Palin a ser la única alternativa creíble del movimiento conservador estadounidense, ya estoy preparado para escribir la segunda parte: cómo Sarah Palin llegó a ser la primera mujer presidente de los Estados Unidos cuando todos creían que eso era imposible. Palin está abriendo su propio camino y es uno tan virgen que nadie puede ni imaginarse por dónde nos va a salir. Pero que llegará, eso es seguro. You betcha!

Volveré.