Recuerdo cuando empecé a escribir sobre Sarah Palin. Mis primeras entradas versaban sobre su biografía y cada día dedicaba una parte de mi tiempo libre a buscar información en Internet sobre cualquier aspecto de su vida:” Palin childhood”, “Palin high school”, ”Palin college”, “Palin Wasilla mayor”,” Palin family”, “Sarah&Piper” (sí, ya entonces adoraba a Piper ), “Todd Palin”, “Palin family”, etc. La verdad es que siempre encontraba mucha, lo malo es que pronto me di cuenta de que una gran parte de esa información era sencillamente falsa. En su mayor parte se trataba de meras calumnias, rumores sin fundamento, parrafadas soltadas por bocazas ansiosos de notoriedad que fingían conocerla y nunca habían hablado con ella siquiera, etc. Basura en definitiva. Y había tanta que acabé hartándome de tener que perder la mitad de mi tiempo leyéndola solo para poder descartarla (fue entonces cuando inventé el neologismo basuriblog para referirme a esa vergüenza de sitios web que la albergan y hasta la fomentan). Afortunadamente, no tardé en descubrir también algunos buenos blogs llenos de sensatez y sentido común como Conservatives4Palin, por ejemplo, donde bucear en pos de información seria y así seguir con mi tarea.
Entre los mayores majaderos que han arrojado basura sobre Sarah está el miserable ése que, para desgracia del pequeño, es el padre de su nieto (me niego a decir siquiera su nombre). Sí, ése que pretendió en una entrevista que Sarah no sabe siquiera por qué lado de la escopeta sale la bala… Bien, pues si no sabe, ya me dirán ustedes qué hace ella en esta foto, practicando junto a Dick Cheney. He intentado conseguir otra más grande en la que saliera también la diana, pero no la he conseguido. Si de mí se tratara, habría puesto una foto del miserable ese en ella. Palabra de Palin.
¿Conocen una revistucha llamada Vanity Fair (con perdón de de William Thackeray, que no sabía lo que iba a pasar luego con el título de su novela)? ¿Sí? ¿No? Tampoco es demasiado importante. El caso es que la revistucha de marras es una de esas que se pretenden modernas y rompedoras y, como suele pasar, está más arruinada que El País. Mucha chica y poca limoná, que diría un castizo. Vamos, que de tan modenna (sic) como es ha logrado que nadie la lea porque todos se consideran demasiado paletos para ella. En consecuencia, sus editores han decidido que todo sea por la pasta (lo que suele suceder) y que si hay que publicar basura con tal de atraer a algún despistado que pase por el quiosco en busca de una chocolatina, se publica.
Ahora bien, los hay que lo hacen todo a lo grande y los editores de Vanity Fair son unos de ellos indudablemente. Decidieron publicar basura y la han publicado, pero la mayor basura que alguien se pueda imaginar. No se han andado con chiquitas, no. Fíjense si será de apestosa la basura que han publicado que hasta los más radicales izquierdistas entre los radicales izquierdistas han abjurado de ella… ¡y la han criticado! Y acerbamente además. ¿No es increíble acaso? ¿Qué? ¿Que no lo saben? ¡Ah, es cierto! Es que se me ha olvidado un detalle: la basura que han publicado es un ataque a Sarah Palin. “¡Qué! ¡Cómo! ¡Un ataque a Sarah Palin!”, dirán ustedes. “¿Y la izquierda feroz no está de acuerdo con que la ataquen?”, preguntarán ustedes. No, no lo está. “¿Y la izquierda feroz lo ha criticado?”, volverán a preguntarse ustedes. Sí, lo ha hecho. “¡Sí, ya! Y yo ayer vi un cerdo volando”, se reirán ustedes. Pero es cierto. Y si no, véanlo ustedes mismos.
La basura a la que me refiero es un artículo firmado por un tal Michael Joseph Gross en uno de los últimos números de la revistucha esa del que no voy a dar siquiera su título ni poner un enlace; primero por no hacerle publicidad (el que lo quiera leer, que teclee en Google: “Sarah Palin Vanity Fair” y allá él con su conciencia) y segundo porque sencillamente me repugna la idea siquiera de teclearlo, así de claro. Y si pongo el nombre del autorzuelo infame ese es más que nada para que todos podamos memorizarlo y tenerlo en cuenta si alguna vez el tipejo ese se acerca a menos de quinientos metros de nuestras casas o si pretende algún día que le demos trabajo, que todo puede pasar en esta vida.
En esencia, el artículo ese pretende que Sarah Palin es más mala que la peste y que nos tiene a todos engañados con su falsa bondad cuando en realidad está más cerca de ser la bruja de Blancanieves que la Sarah que todos apreciamos. Así, durante su mandato como gobernadora de Alaska, Sarah se reveló como una persona cruel y vengativa, una fanática religiosa, una madre nada amante y una esposa horrible que aterrorizó a medio estado. Y para documentar todo eso, que ya es, el autorzuelo infame ese se basa en los testimonios de, tal y como lo expresó magistralmente Rich Crowther en una entrada publicada en Conservatives4Palin:
“(…) gente anónima que admira a la gobernadora Palin; líderes republicanos anónimos que en privado la desprecian; un botones anónimo; criadas anónimas; un anónimo colaborador por una sola vez de la gobernadora Palin; varios colaboradores/estrechos colaboradores/ayudantes de campaña anónimos; un íntimo amigo anónimo de la gobernadora Palin; una persona anónima con un conocimiento directo de la situación; otras personas anónimas que han trabajado con Palin; un dirigente anónimo de una de las iglesias de Wasilla; bloguistas independientes demócratas que han producido algunos de los más concienzudos reportajes sobre la gobernadora Palin (como las historias que pergeñaron sobre una investigación federal en marcha y su inminente divorcio, conspiraciones relacionadas con la paternidad de dos de los hijos de los Palin y sus investigaciones sobre el tamaño de las orejas de Trig Palin); fervientes partidarios anónimos; gente anónima directamente involucrada en los hechos; sembradores anónimos de rumores por toda la ciudad; una persona anónima que ha sido frecuentemente una invitada en casa de los Palin; algunas personas anónimas que dicen que Todd Palin es un calzonazos; la opinión general anónima en la ciudad; cotillas anónimos; una anónima compañera de clase en el instituto; una fuente anónima; y una mujer anónima de Wasilla”.
Como ejemplo de lo que debe ser un artículo bien documentado y con unas fuentes sólidas y fiables no está mal, ¿eh? El caso es que con semejantes respaldos, uno tiene la sensación de que cualquier juntaletras (como yo, por ejemplo) sería capaz de escribir lo que quisiera ya que es bastante probable que no se encuentre nunca con un mentís por parte de uno de esas anónimas fuentes de información. Y así ha sido. El tal Gross ha publicado no una sino ocho páginas de basura de primera, de la más apestosa. Tan infecta que en España dudo que ni siquiera El País o Público se atrevieran a publicarla (El Mundo tal vez; a la marcha que llevan en todo lo que se refiere a Palin, no me extrañaría verlo en su suplemento dominical cualquier día; ya les he dicho alguna vez que a mí Pedro J. no me gusta nada, pero nada nada).
Pues bien, Gross perpetró la infamia y los editores de Vanity Fair la publicaron. Seguramente pretendían ganarse el aplauso de la peña izquierdista radical, de la más vociferante contra Palin, pero se han encontrado con un buen chasco porque no ha sido así. ¡Los primeros que se han desmarcado de semejante engendro han sido precisamente ellos! Y es que para todo hay un límite; incluso para mentir. Así, pocos días después de su publicación, reconocidos periodistas progres como Ben Smith, Dave Weigel y Kirsten Powers salieron en defensa de Sarah en sus respectivos medios de comunicación y revelaron la falsedad de algunas de las afirmaciones contenidas en el artículo. En concreto, Ben Smith se refería a la afirmación del autor sobre que:
“Poco después de su nominación, ella [Sarah Palin] sacó el tema del embarazo de Bristol fuera del matrimonio por Levi Johnston estando con los asesores de McCain: “¿Sería bueno para la campaña si se casaran antes de las elecciones?, preguntó y siguió preguntándose si una semana en concreto u otra sería la más adecuada para que los medios cubrieran la noticia”.
Ben Smith revela que se trata de un rumor bastante poco creíble que ya apareció en su momento en un periódico londinense, el Sunday Times, que deja mucho que desear por lo que se refiere a la fiabilidad de sus fuentes y que ni siquiera él se lo cree. Más adelante, Scott Conroy, coautor de un libro sobre Sarah Palin, reconoció que él y su compañera recogieron el rumor mientras preparaban el libro, pero que se negaron a darle veracidad porque quien se lo contó era un antiguo asesor de campaña de McCain que le guardaba demasiado rencor a Sarah como para resultar creíble y porque insistía en su anonimato, aparte de que otros asesores de campaña (y no uno sino varios) presentes en la sala en el momento en que Sarah hizo la pregunta niegan haber oído nunca semejante ofrecimiento por parte de ella.
Por su parte, Dave Weigel apoya a Ben Smith y tampoco se la cree, recordando además que dicha calumnia ya la había oído él también hace tiempo, cuando el deporte del día en la profesión periodística era que un supuesto “asesor de campaña” de McCain largara todo lo que pudiera contra Sarah, acusándole de ser la culpable de su derrota electoral. En cuanto a Kirsten Powers, ésta se queja de que el autorzuelo infame ese utiliza contra Sarah las mismas calumnias que ya se utilizaron en su momento contra Hillary Clinton: que es una jefa horrible y que tiene mal genio. También la acusa de tirar cosas cuando le da un ataque de rabia y de ser una diva por pedir volar en primera clase y tener habitaciones de hotel bonitas, lo que a Powers, que es demócrata perdida, le parece de un machismo insufrible porque bien sabe ella que eso es más habitual de lo que uno se imagina (¡ojo, que no está diciendo que sea verdad en el caso de Sarah, sino que es habitual en muchos políticos!). Así, en su cuenta de Twitter escribió:
VF: Palin es supuestamente vengativa con la gente que habla mal de ella, tiene genio y es controladora. En otras palabras: un político varón.
Pero no fueron ellos los únicos indignados. Dentro del mundo palinista, los colaboradores de Conservatives4Palin descubrieron que una de las pocas fuentes no anónimas contenidas en el artículo, una tal Sandra, es ni más ni menos que una vieja conocida suya. Una chiflada al estilo de Andree McLeod conocida por todos por su obsesión en colarse en todos los blogs palinistas y verter allí sus denuestos contra ella. También descubrieron que entre esas fuentes, esta vez anónima, había un miembro del Partido Republicano de Alaska que fue entrevistado durante 90 minutos y que sólo pudo que alabar a su antigua gobernadora. Pues bien, de esa entrevista no hay ni una sola cita en todo el artículo. ¿Casualidad? Ja, ja, ja. Aún habrá quien se lo crea.
El siguiente periodista progre en romper una lanza a favor de Sarah fue Peter Hamby, de la CNN, que negó que Sarah fuera una persona que supuestamente perdiera los nervios a la mínima provocación, ofreciendo como prueba su propia experiencia de ella.
La siguiente pedrada lanzada a la cabeza del autorzuelo infame ese la lanzó Adrienne Ross, de Conservatives4Palin, quien habló con una de las supuestas víctimas de la vengativa Sarah, Ivy Frye, una antigua colaboradora suya con la que supuestamente estaba a matar y ésta le dijo:
No me fui “de mala manera”. Conozco a los Palin desde hace muchos años y los respeto personal y profesionalmente. Nuestra relación no se ha deteriorado. De hecho, acabo de agitar letreros electorales con Todd y Sarah la semana pasada y fuimos en 4×4 con Willow y Piper. Las ocho páginas del artículo de Gross son una completa obra de ficción desde el principio al fin. Y los de la prensa se preguntan por qué les llamamos “cojos medios de comunicación”.
Una nueva patraña del autorzuelo infame ese está nada más comenzar el artículo cuando presenta a Piper cuidando de su hermanito Trig en las bambalinas de un acto en el que apareció Sarah en Kansas City y el bicharraco ése pretende que Sarah se lo pasó “a su niñera” rápidamente cuando tenía que salir a escena.
De nuevo, Ben Smith es quien pone los puntos sobre las íes: Trig no estaba allí, la “supuesta niñera” no era tal, sino la madre del verdadero niño que sí que estaba, Gina Loudon, una locutora de radio de Saint Louis. O tal y como dijo la propia Loudon poco después:
Mientras estaba tras las bambalinas con los Palin, recuerdo a un periodista preguntándome si yo era “la niñera de Trig” con un destello de algo que no me ofreció ninguna confianza en sus ojos. Fríamente le corregí: “No, soy la madre de Samuel”. Pareció confuso pero tenía más preguntas que hacer. En su historia de Vanity Fair, dice que nadie está dispuesto a hablar sobre Sarah “on the record” a menos que ella les pague o estén asustados. Yo era una de las personas a las que usted entrevistó, Sr. Gross. No estoy pagada ni asustada. Pero ya que usted optó por no escribir lo que le dije, aquí está el resto de la historia: desde la primera vez que la gobernadora vio a mi hijo Samuel (que tiene también síndrome de Down), ella corre a saludarle cada vez que lo ve. Le hace carantoña como una madre que ama a los niños con síndrome de Down sabe hacer. Recuerdo haber comentado con mi marido que ella “siempre huele a mamá” con Samuel, eso que sólo las mamás entendemos.
Por fin, después de haber recibido tortas por todos los lados, el autorzuelo infame ese reconoció que se había equivocado (¿en serio?) en lo que se refiere a su pretensión de que el niño en el acto de Kansas City era Trig. Bueno, por algo se empieza, ¿no? ¿Qué quieren? ¿Cuándo han visto ustedes a un periodista progre disculpándose?
De todas formas, la profesión seguía atizándole y en un programa de Fox News en el que una serie de periodistas, algunos demócratas, discutían sobre la cuestión, se oyeron perlas como las siguientes:
Jim Pinkerton: “La organización de Palin no ofreció la más mínima colaboración en este historia y aún así el tipo encontró milagrosamente a toda esa gente, ansiosa de colaborar, que conocían suficientes cosas sobre lo que sucede en el interior de la casa de Palin. Dado lo que sabemos ahora sobre el periodismo no estaría sorprendido si el tipo nunca hubiera dejado New York y simplemente se lo hubiera inventado todo.
Kirsten Powers: “La idea, el argumento de que ya sabes, ella no nos deja hablar con suficiente gente así que simplemente nos lo inventamos (…) Es básicamente lo que estamos diciendo: tiene que haber algún tipo de estándares periodísticos.
Aún así, seguían habiendo algunos dementes que pretendían que el artículo de marras sólo contenía algunos “errores”, pero de nuevo eran los propios miembros de la peña periodística progre los que reprochaban al autorzuelo de semejante engendro, tal y como lo hacía Shushanna Walshe, del Daily Beast, en su cuenta de Twitter:
Hay muchos más errores que esos dos: gritar, la boda, tirar latas, el equipo en la cocina, etc. Sé que una fuente mintió. Hay un montón de gente en Alaska con las hachas listas. No soy la única periodista criticándolo.
Y ciertamente hay más que dos errores: se pretende también que Sarah mantiene malas relaciones con Kirstan Cole y Meghan Stapleton, dos de sus más estrechas colaboradoras en el pasado. Fue la National Review Online la que llamó la atención sobre ello al entrevistar a ambas quienes dijeron que de eso nada de nada y que era de lo más fácil comprobarlo si alguien se tomaba la molestia de hacerlo, je, je, je. A eso se le llama tirar con bala, ¿verdad?
Por fin, Colleen Cottle es una de las personas mencionadas con su nombre y apellido en el artículo. Una antigua concejal de Wasilla que supuestamente declaró que Palin como alcaldesa era un desastre, que no prestaba atención a nada, que no entendía nada de un presupuesto y que tal y que cual. Fue Newsweek quien la entrevistó y ésta desmintió al autorzuelo infame que le endilgaba esas declaraciones diciendo:
Incluso Colleen Cottle, que votó constantemente en contra de la alcaldesa Palin como miembro del concejo municipal, dice que fue una alcaldesa eficaz. “Conseguía que se hicieran las cosas”, dice Cottle.
Después del enésimo desmentido, me gustaría creer que el autorzuelo infame ese se comió su carnet de prensa con grapa y todo, abandonó la profesión, habló con su párroco, se confesó y se dispuso a trabajar como estibador en el puerto con la intención de purgar sus culpas mediante el trabajo físico y la oración, pero mucho me temo que el tipo, por el contrario, estará tan orgulloso y que si acaso lo que le preocupará es por qué han sido precisamente “los suyos” los que le han atizado más y mejor. Tal vez sea porque después de dos años de tener a Sarah expuesta a la vista de todos, bodrios como el suyo sencillamente ya no cuelan y hasta son contraproducentes porque revelan bien a las claras que la persecución a la que se ha visto sometida Sarah desde aquel día de agosto de 2008 en que McCain nos la presentó a todos no tiene más motivo que el puro odio y eso ya es demasiado. Hay un límite para todo y hasta para los progres llega un momento en que uno se pasa de la raya. Es cierto que me cuesta creerlo, pero ha pasado y quizás sea una buena señal. Una señal de que Sarah se ha convertido en alguien tan fuerte a estas alturas que ya no es con memeces como la de Gross con las que se le puede atacar, sin con artículos serios y bien fundamentados. Tal vez sea eso; tal vez no. Ya veremos.
¡Señor, perdónalos porque no saben lo que hacen! (o tal vez sí).