¿Quién quiere a Sarah Palin en el GOP?

24/07/2010

 

Pues la verdad es que mucha gente. Lo que pasa es que esa gente no suelen ser dirigentes del partido, sino meros afiliados de base. Los dirigentes, salvando alguna honrosa excepción, sencillamente la detestan. Y no es de extrañar si recordamos el historial de enfrentamientos de Sarah Palin con los “intereses creados” desde tan pronto como fue elegida por primera vez concejal de su pueblo, Wasilla (Alaska). Al día siguiente de tomar posesión de su puesto, ya estaba enfrentada con quienes habían patrocinado su candidatura en la confianza de que sería una buena chica, de esas que “se sientan y se callan”. Grave error de juicio el que cometieron los aprendices de brujo esos. No podían haber dado con alguien menos dispuesto a ser un mero engranaje en la máquina. Al contrario, Sarah Palin tenía vocación de ser el grano de arena que lo descuajaringaba todo y a fe que lo hizo. Y si no, que se lo pregunten a los good ol’ boys de la política de Alaska, los del “Corrupt Bastards Club” (CBC), miembros del Partido Republicano como ella, que acabaron todos fuera de juego tan pronto como Sarah Palin ocupó su puesto como gobernadora de Alaska. Y eso todavía no se lo han perdonado. Ni lo harán nunca. Porque tienen mucho miedo de que pueda hacer lo mismo en Washington, DC. Que lo hará.

Una foto que agradezco especialmente que me la hayan enviado porque me viene como anillo al dedo para ilustrar la entrada de hoy. Quiera Dios que esté profetizando y que a partir de enero de 2013 podamos ver una imagen semejante a diario y durante los próximos ocho años (después Piper ya tendrá 19 años, pero me temo que aún será demasiado joven como para presentarse a las elecciones… Sí, no hay duda. Tendremos que esperar un poco más para ver a otra Palin en la Casa Blanca. Esperemos que no tengamos que sufrir mientras a Chelsea Clinton, ¡glups!).

Hace pocos días, el pasado 22 de julio, se hicieron públicos los resultados de una de tantas encuestas como suelen realizarse en Estados Unidos. Encargada por The Economist, entre otras cuestiones, una de las preguntas, tal vez la más interesante era la siguiente: “Si usted tuviera que escoger a uno, ¿cuál de las siguientes personas quisiera que fuera el nominado republicano para la presidencia en 2012?”. Las respuestas fueron las siguientes:

  • Sarah Palin (antigua gobernadora de Alaska): 28%
  • Mitt Romney (antiguo gobernador de Massachusetts): 18%
  • Newt Gingrich (antiguo speaker de la Cámara de Representantes): 17%
  • Mike Huckabee (antiguo gobernador de Arkansas): 13%
  • Mitch Daniels (actual gobernador de Indiana): 4%
  • Tim Pawlenty (actual gobernador de Minnesota): 1%
  • Mike Pence (actual representante por Indiana): 1%
  • Haley Barbour (actual gobernador de Mississippi): 1%
  • John Thune (actual gobernador de South Dakota): 1%
  • Sin preferencia por ninguno de ellos: 17%

Ciertamente no se trata más que de una encuesta como hay cientos a diario y no vale la pena hacer mucho caso de ninguna de ellas, ya que la única encuesta que importa es la del día de las elecciones, pero si la he traído a colación se debe a que en ella aparecen además (y por enésima vez) una serie de datos que, de tanto repetirse en cada encuesta que se realiza, ya pueden darse casi como verdades indiscutidas: primero, que los partidarios del movimiento Tea Party prefieren a Sarah Palin antes que a cualquier otro candidato (entre los que se declaran así en esta encuesta, un 26% la prefieren a ella, un 19% prefieren a Romney, un 16% a Gingrich y un 15% a Huckabee); segundo, que entre los votantes republicanos, su popularidad es abrumadora, lo que la convierte en su principal apuesta de cara a las primarias de 2012 (entre los que se declaran así en esta encuesta, un 77% tiene una visión favorable de Sarah Palin sobre un 17% que la tienen desfavorable).

En consecuencia, uno no debería estar muy lejos de la verdad si considerase a Sarah Palin como la personalidad más influyente dentro del Partido Republicano. Sin embargo, en este caso en concreto eso no es cierto. Sarah Palin no es una personalidad influyente dentro del Partido Republicano si a lo que nos referimos es a la maquinaria del partido, el establishment republicano, como lo llaman algunos para hablar solamente de los órganos directivos del Partido Republicano, o el Beltway GOP, como lo llaman otros por la autopista de circunvalación que rodea Washington, D.C. y con lo que se pretende englobar además a todos los cargos electos republicanos que prestan servicio allí, ya sea en el Senado o en la Cámara de Representantes. Dónde sí que es influyente Sarah Palin, y aquí sí que no hay ninguna duda de que es la más influyente de todos con diferencia, es fuera de la organización del Partido Republicano, entre la base social. Dentro de la organización, mi opinión es que Sarah Palin delega en Fred Malek, un peso pesado del partido (muy pesado realmente) que forma parte de su círculo íntimo y que pienso que es quien asume su defensa ante ellos e intermedia si es menester.

Sin embargo, no parece que esa mala opinión que puedan tener de ella dentro del partido le preocupe mucho a Sarah Palin, quien desde que terminó la pasada campaña electoral, buen cuidado ha puesto en mantener las distancias con esas dos instancias, el establishment y el Beltway GOP. Perfecta conocedora por experiencia de cómo se cocinan las cosas en los despachos de los altos cargos del Partido Republicano, casi siempre por haber sido el pollo que no la cocinera, ya mencioné una vez que Sarah Palin es casi una tercera vía que, sencillamente, no se ha molestado todavía en romper su carnet del partido públicamente. De hecho, estoy convencido de que le trae bastante al fresco lo que puedan pensar las altas esferas del Partido Republicano sobre ella, decidida como está a no volver a ser el muñeco de nadie y conservar su libertad, una libertad que perdió voluntariamente cuando accedió a integrarse en el ticket de John McCain y que para lo único que le sirvió es para que la abandonaran a su suerte durante toda la campaña electoral y que aún después de ésta pretendieran cargarle el muerto del fracaso electoral. Sarah Palin va por libre e incluso el propio título de su libro, Going Rogue, parece haber sido escogido ex profeso (yo creo que ésa es la idea) para mandarles un mensaje a los budas del Partido Republicano y decirles que la han perdido definitivamente, que vuelve a ser la Sarah Palin que el año 2006 en Alaska triunfó en las elecciones a gobernador aún con la oposición de ellos quienes (recordemos que el Partido Republicano de Alaska sólo contribuyó a su campaña electoral con 5.500 $) y que nunca más lo dejará de ser.

Así las cosas, el que hace poco, a raíz de la última metedura de pata de Michael Steele, el chairman del Partido Republicano, diciendo que la guerra de Afganistán es “una guerra elegida por Obama” y sugiriendo que no es posible ganarla, hayan surgido muchas voces criticando sus palabras (entre ellas, las de los senadores John McCain, de Arizona; Jim DeMint, de South Carolina; y Lindsey Graham, de South Carolina también), así como otras clamando por la destitución de Steele (entre ellas, las de Bill Kristol, editor de The Weekly Standard; Liz Cheney, cabeza visible de Keep America Safe;  Tom Cole, representante por Oklahoma y antiguo dirigente del National Republican Congressional Committee; y Katon Dawson, antiguo dirigente del Partido Republicano de South Carolina y antiguo rival también de Steele por la dirección del Partido Republicano) e incluso abogando porque sea sustituido por Sarah Palin, no es de extrañar.

El primero en proponer tal solución fue tal vez Kevin Williamson en su blog en National Review, quien dijo:

Palin sería mucho mejor chairman del Republican National Committee que candidata presidencial o “hacedora-de- reyes” por su cuenta. Atraería toneladas de dinero y ayudaría a reclutar buenos candidatos. Por ejemplo, ella sobresaldría haciendo las cosas que Steele debería haber hecho en lugar de nombrarse a sí mismo gurú republicano en jefe.

Una chairman Palin ayudaría a dotar del tono correcto al Partido Republicano sin tener que embrollarse en las minucias del desarrollo político que no son su fuerte. Por seguro, ella es divisiva, pero también lo es Barack Obama y estos son tiempos de división. Y una cosa es tener a una chairman del partido divisiva y otra tener a una candidata divisiva.

En principio, la propuesta resulta de lo más interesante, pero a mí personalmente no me convence porque quien la propone sigue con la manía de que Sarah Palin no es una política capaz de articular un programa electoral serio y consistente, presentarlo ante la opinión pública y ganar unas elecciones basándose en él. En mi opinión, lo que subyace en la idea de Williamson es ofrecer a Sarah Palin un retiro dorado, permitiendo así a Mitt Romney presentar entonces su fracaso de candidatura sin temor alguno a que Sarah Palin pueda derrotarle. Vamos, un timo. Y ese timo no le va a salir bien a Williamson porque estoy convencido de que Sarah Palin tiene medidos todos y cada uno de sus pasos de aquí a 2012 y dudo mucho de que ser chairman del Partido Republicano y meterse en ese avispero lleno de vagos sinvergüenzas y crápulas, politicastros de la peor especie, que es el Republican National Committee, le atraiga en lo más mínimo. Buen intento, Williamson, pero Sarah Palin es demasiado lista para ti. Inténtalo con tu sobrino de diez años a ver si con él cuela.

Pero no fue solamente Williamson quien lanzó la idea; por otro lado, The Daily Constitution, un blog conservador, se mostró igualmente favorable a la idea de una Sarah Palin chairman:

No existe otro republicano hoy en día a quien los progres odien o teman más que a Palin. El GOP necesita desesperadamente su liderazgo, el poder de su estrellato y su capacidad de recaudar fondos para conseguir las victorias políticas en noviembre que el partido está esperanzado en obtener para ganar de nuevo la Cámara o el Senado. Después de la última metedura de pata por parte del líder del RNC Michael Steele, la hora de Palin puede estar cerca si es que ella está dispuesta.

De nuevo, opino que no está en absoluto dispuesta. Sarah Palin no va a meterse en ningún sitio donde ella no sea la única jefa. Y punto.

De cualquier manera, recordemos que el mandato de Steele es por dos años, que éste concluye en enero del año que viene y que su puesto depende de la voluntad de los miembros del Republican National Committee. Tras las recientes protestas por parte de algunos de los pesos pesados del partido, la cuestión de su conveniencia en el cargo ha saltado a la luz pública y estos miembros deben de estar ya considerando la cuestión que se reduce a si echar a Steele antes de las elecciones de noviembre puede ser beneficioso o no de cara a las perspectivas electorales del partido. Y si finalmente deciden que sí que lo es, ¿a quién poner en su lugar? 

Ciertamente nombrar a Sarah Palin chairman del GOP (y que ésta lo aceptara) sería un movimiento de lo más inteligente para un Partido Republicano con la voluntad de volver al camino correcto, depurar el partido de los RINO que lo infestan actualmente (y que, con la eterna cantinela de que “hay que ganar el centro, o sea a los independientes” lo único que logran es enajenarse el apoyo de los conservadores) y convertirlo en un partido con verdaderas posibilidades de triunfo en 2012 ya que dondequiera que vaya Sarah Palin va con ella el apoyo de la base política más entusiasta que existe actualmente en Estados Unidos: los teapartiers republicanos (y muy seguramente muchos de los teapartiers independientes y hasta de los demócratas). Y es que, si nos ponemos a pensarlo, ¿qué otro nombre dentro del Partido Republicano puede a día de hoy concitar tanto apoyo por parte de los votantes? ¿Puede alguien imaginarse un nombre siquiera? ¿Romney? ¡No me hagan reír! ¡Él es precisamente el candidato del establishment! ¿Gingrich? Su tiempo ya ha pasado y aunque nadie niega su sabiduría política, no es un candidato creíble porque ya demostró en NY-23 que antepone antes los intereses del partido a los del movimiento conservador lo que le valió la repulsa del Tea Party. ¿Huckabee? No tiene ninguna posibilidad de ganar por lo que lo único que hará será animar las primeras primarias para dejar paso a una Sarah Palin que se le comerá todo su apoyo tradicional. ¿Daniels? ¿Pawlenty? ¿Pence? ¿Barbour? ¿Thune? ¿Quiénes son esos? ¿Jindal? ¿Jeb Bush? ¿En serio pretenden que le regalemos la reelección a Obama más de lo que le regalamos ya la primera elección en 2008? Aparte que otro Bush no sé si podríamos soportarlo. Dos y no más, Santo Tomás.

Es muy posible que este próximo mes de noviembre tengamos el placer de contemplar una avalancha republicana en el Senado y en la Cámara de Representantes que libere a Estados Unidos de los peores temores causados por unos demócratas medio socialistas, medio locos. Las cosas no marchan bien y los estadounidenses lo saben. Y Obama lo sabe también. O al menos lo debería saber porque seguro que Rahm Emanuel, su jefe de Gabinete, le informa de que a cada día que pasa sus índices de popularidad están un poco más bajos y que en los dos años que faltan todavía para que concluya su mandato hay tiempo de sobras para que lleguen al sótano de la Casa Blanca, rozando la red de alcantarillado público, una proeza que no logró Bush 43 siquiera. Si finalmente se produce esa avalancha, ¿quién se llevará el mérito de ello? ¿Una Sarah Palin que se ha partido la cara por una serie de candidatos por los que nadie daba ni un centavo hasta que ella los respaldó y los puso en boca de todos o un inane Partido Republicano que, si por él fuera, a estas alturas en lugar de avalancha estaríamos hablando de catástrofe bis, a imagen y semejanza de la que se produjo en 2006? El triunfo de una buena cantidad de candidatos “palinistas” en noviembre no repercutirá de ninguna manera en el GOP; antes al contrario, será el aviso por parte de sus votantes de que la brecha entre ellos y la dirección del partido es tan ancha y profunda ya que no hay puente que pueda salvarla. En diciembre, Sarah Palin puede encontrarse con que es la candidata indiscutida para obtener la nominación republicana en 2012 y Mitt Romney bien haría en preguntarse si vale la pena correr otra campaña electoral para ser de nuevo un elegante perdedor.

Todos sabemos que para el establishment republicano, a pesar de lo mucho que la detestan, Sarah Palin es perfecta para mantener “a los tipos del Tea Party dentro de la tienda”. Sin embargo, ni Sarah Palin piensa que ella esté para eso ni los del Tea Party tienen ninguna intención de seguir dentro de la tienda quietecitos porque la intención de ambos es realmente hacerse con la tienda y echar de allí a los que tan mal la montaron. Y ya lo dijo claramente en su discurso en Nashville cuando la convención del movimiento. Para Sarah Palin, los del Tea Party son el partido y son ellos los que están en la buena dirección y en tanto que ellos la acepten como su abanderada, su objetivo será que el Partido Republicano se vuelva como el Tea Party y no que el Tea Party se vuelva como el Partido Republicano. Y es que todas esas miles y miles de personas que lo componen no se van a contentar con pegar sobres y llamar por teléfono pidiendo el voto para el candidato republicano que sea sino que lo que pretenden es, en primer lugar, recuperar su partido, un partido descarriado desde hace muchos años, y luego, en segundo lugar, recuperar su país, el Estados Unidos del sueño americano. Y saben que sólo Sarah Palin puede garantizarles eso.

Y para terminar hoy, les dejo con otra aportación que me ha llegado recientemente. Un magnífico esquema explicativo sobre qué es la democracia entendida a la manera progre. Vale por media docena de sesudos manuales de ciencia política. Por cierto, yo no he pasado del primer “Racist!”. Qué le vamos a hacer.


SARAH PALIN vs. OBAMACARE (II)

03/09/2009

 

Sarah alza la voz

Asqueada, y con razón, del trato recibido desde hace un año por parte de los medios de comunicación (salvo honrosas excepciones), no es de extrañar que Sarah no confíe ya en ellos para hacer llegar sus opiniones a sus compatriotas. En consecuencia, ha tenido que buscar una vía alternativa y, al igual que todos nosotros cuando buscamos información veraz, la ha encontrado en Internet, en su página de Facebook, en concreto, que es donde publica sus “notes” (notas).

Durante este pasado mes de agosto, Sarah ha publicado un total de seis notas referidas a la propuesta de reforma de la Sanidad. De esta seis, ahora mismo nos interesan las cuatro primeras (las dos restantes las repasaremos mañana):

  • La primera, titulada “Statement on the Current Health Care Debate” (Declaración sobre el actual debate sobre la asistencia médica) y publicada el día 7 de agosto, es, sin duda, la más importante de todas al ser la que desató la polémica.
  • La segunda, titulada “Some Useful Commentary on the Health Care Debate” (Algún comentario útil sobre el debate sobre la asistencia médica) se publicó al día siguiente, 8 de agosto, y consiste en una recopilación de citas (con sus enlaces correspondientes a la página web original) pertenecientes a artículos de dieciséis autores diferentes publicados en once medios distintos, respaldando todos ellos las opiniones vertidas por Sarah en su nota anterior, además de una respuesta magníficamente impertinente de un ciudadano particular al senador Specter (ayer republicano, hoy demócrata; o sea, de toda confianza) de Massachussets. ¡Dieciséis artículos! ¡Once publicaciones! ¿Pero no habíamos quedado en que Sarah no lee? Pues menos mal que no lo hace, que si lo llega a hacer… ¿Qué dirá Katie “Chula” Couric de esto?
  • La tercera, titulada “Articles of Interest” (Artículos de interés) se publicó el 9 de agosto y es una ampliación de la anterior, recogiendo otras dos citas de las cuales sólo la segunda hace referencia al debate de marras.
  • Por fin, la cuarta, titulada “Concerning the “Death Panels” (En referencia a los “comités de la muerte”), se publicó el 12 de agosto y además de ofrecer una dúplica a la réplica del presidente de Estados Unidos a su primera nota, la del 7 de agosto, Sarah aporta más testimonios que corroboran sus opiniones iniciales.

En definitiva, ¿por qué tanto ruido por una simple nota publicada en Facebook por parte de alguien que no es más que una simple ciudadana particular ya que no ostenta ningún cargo público? Pues porque esa simple ciudadana particular en concreto ha sido la única política estadounidense, junto con Michele Bachmann, que ha sabido ver más allá del plúmbeo articulado de la propuesta y comprender cuál es su objetivo real, cuáles eran sus intenciones. Unas intenciones que no pudo dejar de comunicar a sus compatriotas para que se dieran cuenta de lo que estaba pasando en Washington y de qué modo les iba a afectar tanto a ellos como a sus familias. O sea, decirles la verdad y decírselo en una sencilla nota de 316 palabras, clara, precisa y contundente. Decirles una verdad incómoda, que diría aquél. Una verdad que habla de que la creación de un seguro médico público gestionado por una agencia gubernamental no sólo no reducirá el coste de la Sanidad sino que, de hecho, lo incrementará hasta tal punto que resultará imposible de asumir, provocando en consecuencia lo que pasa siempre que un bien o servicio es puesto a disposición de los usuarios en menor cantidad de lo que estos demandan: que se racione. Exactamente lo que pasará con los servicios sanitarios prestados actualmente a los ciudadanos. Y si se racionan los servicios sanitarios, está claro que los principales afectados serán aquellos que más los utilizan: los enfermos, las personas mayores y los discapacitados.

Cuando Sarah habló de ello en su primera nota, lo hizo acuñando la expresión “Obama’s “death panel” (el “comité de la muerte” de Obama), refiriéndose metafóricamente a un imaginario comité compuesto por burócratas de la nueva agencia que está previsto que se haga cargo de la gestión del seguro médico público y que estaría investido del poder de conceder o denegar a cada paciente el tratamiento médico prescrito basándose para tomar su decisión en algo tan subjetivo como su “level of productivity in society” (nivel de productividad en la sociedad), sea lo que sea lo que eso quiere decir. Una perspectiva realmente “orwelliana”, como bien la definió Sarah.

A partir de ese momento, la expresión “death panel” (“comité de la muerte”) copó todos los titulares, como no podía ser menos, y la intención de Sarah de que los estadounidenses se interesaran realmente por lo que estaba pasando antes de que fuera demasiado tarde tuvo éxito. La contestación al proyecto de reforma se multiplicó de tal manera que el propio presidente de los Estados Unidos tuvo que salir al paso en una reunión pública celebrada en el Ayuntamiento de Portsmouth (New Hampshire) el 11 de agosto para responderle personalmente. Vean las imágenes, véanlas.

El townhall meeting de Portsmouth (New Hampshire). El presidente estaba rabioso y se le nota. ¡Ah, qué placer!

El momento más brillante es éste, cuando el presidente trata de tomarse a burla la referencia de Sarah a un “death panel” diciendo:

“Let me just be specific about some things that I’ve been hearing lately that we just need to dispose of here. The rumor that’s been circulating a lot lately is this idea that somehow the House of Representatives voted for death panels that will basically pull the plug on grandma because we’ve decided that we don’t, it’s too expensive to let her live anymore….It turns out that I guess this arose out of a provision in one of the House bills that allowed Medicare to reimburse people for consultations about end-of-life care, setting up living wills, the availability of hospice, etc. So the intention of the members of Congress was to give people more information so that they could handle issues of end-of-life care when they’re ready on their own terms. It wasn’t forcing anybody to do anything”.

(“Déjenme simplemente que sea concreto sobre algunas cosas que he estado oyendo últimamente y de las que tenemos que desembarazarnos aquí. El rumor que ha estado circulando mucho últimamente es esta idea que de alguna manera la Cámara de Representantes ha votado por unos “comités de la muerte” que, básicamente, desenchufarán a la abuela porque hemos decidido que no, que es demasiado caro dejarla vivir más tiempo… Pues resulta que adivino que esto surgió de una provisión en una de las leyes de la Cámara que permitía que Medicare reembolsara a la gente por sus consultas sobre el cuidado de final-de-vida, el establecimiento de testamentos vitales, la disponibilidad de hospitales para enfermos terminales, etc. Porque la intención de los congresistas era dar a la gente más información de modo que pudieran manejar cuestiones del final-de-vida cuando estuvieran listos y en sus propios términos. Eso no era obligar a nadie a hacer nada”).

¡El presidente de Estados Unidos respondiendo a una simple ciudadana particular! ¿No es algo increíble? En mi opinión, semejante hecho supone ni más ni menos que reconocer de facto a Sarah como la líder de la oposición a la actual administración demócrata, algo que sus correligionarios del Partido Republicano saben perfectamente que ya lo es, pero que en muchos casos se niegan tozudamente a aceptar. No así el chairman del GOP, Michael Steele, quien respaldó públicamente a Sarah en plena tormenta, el día 12 de agosto en el Neil Cavuto Show de FoxNews Channel, consciente de que se trata de la única persona capaz de movilizar en un sentido u otro a la base social del partido y que, en consecuencia, pretender enfrentarse a ella es tener todos los números para el desastre. Preguntado sobre la oportunidad de la expresión “death panels”, esto es lo que dijo:

“Well, I think it’s proper because it’s in the context of what people are seeing in some of the legislation that’s floating around out there. When you’re talking about panels that are gonna be imposed, that will be making life-and-death decisions, that will be making decisions about whether or not you get health care or don’t receive health care. I think that’s perfectly appropriate”.

(“Bien, creo que es adecuado porque está en el contexto de lo que la gente está viendo en cierta legislación que está flotando por ahí fuera. Cuando hablas de comités que van a ser impuestos, que van a tomar decisiones de vida o muerte, que van a tomar decisiones sobre si vas a obtener asistencia médica o no vas a recibir asistencia médica, creo que es perfectamente apropiado”).

Como quiera que los críticos a Sarah seguían empeñados en que algo blanco y que lo da la vaca no es leche sino horchata, Sarah no tardó ni un día en replicar a su vez al presidente en una nueva nota, la del día 12 de agosto, señalando que el presidente de Estados Unidos no había dicho la verdad y, para demostrarlo, detallando lo que la sección 1233, titulada “Advance care planning consultation” (Consulta anticipada de planificación de cuidados) de la HR 3200, que es a la que se refería concretamente el presidente cuando hizo aquélla referencia en su reunión pública en Portsmouth, implicaba realmente y resaltando el que hasta los propios partidarios de la propuesta de reforma tenían sus dudas sobre ella. Incluso añadió un par de citas más procedentes de textos escritos por el doctor Emanuel en las que quedaba claro que no era ella quien se había inventado los “death panels” sino el doctor Emanuel y quienes piensan como él; ella simplemente les había puesto un nombre que pudieran entender todos sus compatriotas. Un nombre perfecto para un titular (que no se olvide nadie que Sarah estudió Periodismo), como muy seguramente era su intención: dos palabras, una de ellas realmente sonora, y los chicos de la prensa repitiéndolas como loros durante toda una semana. De hecho, llevamos ya casi un mes y aún están dale que te pego.

Pero es que de cualquier manera, el problema no estribaba solamente de ese punto, la sección 1233 de la dichosa HR 3200, sino en la totalidad de la propuesta de reforma. No es una buena propuesta y no lo es porque por mucho que lo intenten disimular, un sistema de este tipo acaba asignando rápidamente un valor en dinero a cada persona y convirtiendo a los médicos en contables, jueces y verdugos a la vez. Un sistema de este tipo es, sin lugar a dudas, un “sistema intrínsecamente malvado”, tal y como describió Sarah acertadamente y contra el cual ninguna persona sensata puede permanecer impasible. Mañana veremos en qué ha quedado todo, al menos de momento.