SARAH PALIN vs. OBAMACARE (y III)

04/09/2009

 

El principio del fin

Estaba claro que tanto revuelo con lo de los “death panels” alguna consecuencia iba a traer. Así, el 13 de agosto, nos enteramos de que el Congreso había decidido retirar la dichosa sección 1233 del texto de la propuesta de reforma con la excusa de que era demasiado confusa y podía ser “misinterpreted or implemented incorrectly” (“malinterpretada o aplicada incorrectamente”), tal y como lo expresó el senador republicano por Iowa, Charles Grassley. Como no podía ser menos, nada más enterarse de ello, Sarah hizo pública otra nota en Facebook, la quinta referida a esta cuestión.

Esta quinta nota, titulada “Troubling Questions Remain About Obama’s Health Care Plan”, con fecha del 13 de agosto, es cualquier cosa menos un reconocimiento de que con la retirada de la sección 1233 del articulado de la propuesta de reforma queda zanjado el asunto. Al contrario, aunque Sarah no puede dejar de alegrarse por lo sucedido, no por ello deja de atacar la esencia de la propuesta de reforma, toda ella tan perjudicial o más que el fragmento que los legisladores demócratas habían decidido sacrificar, tal vez con la secreta esperanza de así poder salvar el resto. Sarah no es tonta y eso es algo de lo que están empezando a darse cuenta quienes todavía tenían alguna duda. “¡A otro perro con ese hueso!”, imagino que pensó cuando se enteró de la noticia. “La propuesta de reforma es igualmente horrible con la sección 1233 o sin ella”.

Death 

El doctor Ezekiel Emanuel. ¿Le querría usted como su médico? ¿Se tomaría usted una pastilla que le hubiese recetado él? Yo no.

La cuestión sobre la que Sarah quiso llamar ahora la atención de sus compatriotas era el concepto de “Complete Lives System” (sistema de vidas completas), un concepto obra del doctor Emanuel que, como he dicho ya antes, es el que impregna todo el articulado de la propuesta de reforma. En concreto, este concepto hace referencia, en palabras del propio doctor Emanuel, a que los médicos y los hospitales deberían racionar los servicios sanitarios que prestan de tal forma que los jóvenes tuvieran prioridad sobre los niños y los ancianos en atención a que:

“(…) they have received substantial education and parental care, investments that will be wasted without a complete life. Infants – have not yet received these investments”. (“Principles for allocation of scarce medical interventions”, The Lancet, January 31, 2009).

“(…) ellos han recibido una considerable educación y cuidados paternos, inversiones que serán desperdiciadas sin una vida completa. Los niños – ellos no han recibido todavía esa inversión”. (Principios para la asignación de intervenciones médicas escasas”, The Lancet, 31 de enero de 2009).

Cuando leí esta cita del doctor Emanuel inmediatamente me vino a la memoria una película de ciencia-ficción que vi en el cine hace muchos años: La fuga de Logan (1976), dirigida por Michael Anderson y protagonizada por Michael York, Richard Jordan y Peter Ustinov entre otros. Si alguno de mis lectores la ha visto, recordará que trataba de una futura sociedad ideal en la que envejecer estaba simplemente prohibido y todos los que superaban una determinada edad eran sacrificados con la borreguil aquiescencia de estos. Y todo iba bien hasta que uno de esos borregos, el tal Logan, un policía, descubre que nada de lo que le habían dicho era cierto y que la sociedad en la que vivía estaba secretamente regida por una elite de ancianos que continuaba viviendo tan ricamente ocultos a las miradas de todos. Logan se rebela, huye de esa “sociedad ideal” y descubre lo que existe al otro lado de las cúpulas que le han aprisionado inconscientemente hasta entonces: otro mundo, el real… y hasta a un anciano que le revela la verdad que le han negado durante toda su vida. Cuando vi la película, en mi infancia, me pareció que algo así nunca podría llegar a convertirse en realidad, pero ahora que soy mayor y conozco mejor la estupidez humana (sobre todo la progre, que es realmente un pozo sin fondo), después de conocer el pensamiento del doctor Emanuel y el entusiasmo con que lo jalean miles y miles de estadounidenses que algún día ellos también serán ancianos, ya no estoy tan seguro.

Es en este punto cuando Sarah se muestra tan directa y contundente como lo viene siendo desde que dejó de estar encorsetada por su puesto de gobernadora del Estado de Alaska y lanza varias preguntas que, a pesar de no estar directamente dirigidas al presidente de Estados Unidos, no hay duda de que espera que sea él quien se las responda:

“Why the silence from the president on this aspect of his nationalization of health care? Does he agree with the “Complete Lives System”? If not, then why is Dr. Emanuel his policy advisor? What is he advising the president on?”

(“¿Por qué ese silencio por parte del presidente sobre este aspecto de su nacionalización de la asistencia médica? ¿Está de acuerdo con el “Complete Lives System”? Si no lo está, ¿entonces por qué es el Dr. Emanuel su asesor? ¿En qué sentido está asesorando al presidente?”).

Son todas ellas unas preguntas más que pertinentes y que, me juego la gorra, el presidente de Estados Unidos jamás se atreverá a responder en público. Sobre todo cuando el propio doctor Emanuel está haciendo un esfuerzo por desdecirse de sus declaraciones anteriores alegando que “[his] thinking has evolved” (“[su] pensamiento [sobre ello] ha evolucionado”) desde entonces. Pues es una suerte porque, por ejemplo, el estado de Oregón lleva aplicando estos principios desde el año 1993 a través de su Oregon Health Plan (OHP) con unos resultados tan escalofriantes como el siguiente, tomado de un artículo de Susan Donaldson James titulado “Death drugs cause uproar in Oregon” (“Las drogas de la muerte causan tumultos en Oregón”) y publicado el pasado 6 de agosto en la web de ABC News (ver la fuente, el artículo, aquí):

“The news from Barbara Wagner’s doctor was bad, but the rejection letter from her insurance company was crushing. The 64-year-old Oregon woman, whose lung cancer had been in remission, learned the disease had returned and would likely kill her. Her last hope was a $4,000-a-month drug that her doctor prescribed for her, but the insurance company refused to pay.

What the Oregon Health Plan did agree to cover, however, were drugs for a physician-assisted death. Those drugs would cost about $50.

«It was horrible,» Wagner told ABCNews.com. «I got a letter in the mail that basically said if you want to take the pills, we will help you get that from the doctor and we will stand there and watch you die. But we won’t give you the medication to live.»

(“Las noticias del doctor de Barbara Wagner eran malas, pero la carta de rechazo de su aseguradora [el Oregon Health Plan] fue aplastante. La mujer de 64 años de Oregón, cuyo cáncer de pulmón parecía estar en vías de curación, supo que la enfermedad había resurgido y que probablemente acabaría matándola. Su última esperanza era un medicamento de 4.000 $ al mes que su médico le había prescrito, pero que la aseguradora [el Oregon Health Plan] rehusó costearle.

Lo que el Oregon Health Plan sí que estuvo de acuerdo en costearle, sin embargo, fueron las drogas para una muerte asistida. Esas drogas costarían alrededor de 50 $.

“Era horrible”, dijo Wagner a ABCNews.com. “Recibí una carta que fundamentalmente me decía que si usted quiere tomarse las pastillas, la ayudaremos a que el médico se las prescriba y estaremos allí mirando cómo se muere. Pero no le proporcionaremos la medicación para vivir”).

Y este no es un caso aislado en Oregón, el único estado de los Estados Unidos que cuenta con un seguro público que contempla la posibilidad de denegar tratamientos médicos a sus asegurados en aplicación de ciertas condiciones que no contemplan casos como el de Barbara Wagner. En consecuencia, no es extraño que Sarah, cuyo último hijo, Trig, aún hay “personas” que le reprochan que lo tuviera y no prefiriera abortar, se oponga en redondo a una propuesta cuyo inevitable resultado sería que se otorgaría un valor en dinero a cada vida humana y que cuando el coste de mantener con vida a esa persona sea superior a su valor en dinero, su vida sería juzgada como “no merecedora de ser vivida”. ¿No siente que se le pone la piel de gallina al imaginárselo? Yo sí.

Pero no es sólo que se oponga, sino que también hace su propia propuesta. Una propuesta presentada en su sexta nota en Facebook, titulada “No Health Care Reform Without Legal Reform” (“Ninguna reforma de la asistencia médica sin una reforma legal”) y publicada el 21 de agosto, unos días después de su anterior nota con el fin, supongo, de que pudiera ser leída con mayor tranquilidad una vez que se habían aquietado algo las aguas.

¿Y qué propone Sarah como alternativa? No propone una alternativa en concreto si como tal entendemos un plan articulado al estilo del Obamacare, cuyo principal error al margen de la filosofía subyacente a la propia reforma es el mismo que el del viejo Hillarycare de principios de los años 90: pretender abarcarlo todo. Sarah, consciente de que muchas veces se adelanta más con un pequeño paso que con un gran salto, centra su atención en un aspecto que ya ha sido señalado por muchos comentaristas como el principal inconveniente de la Sanidad estadounidense: su elevada litigiosidad. Una litigiosidad que tiene dos causas: la facilidad con la que se puede presentar una demanda por negligencia contra un médico, un filón aprovechado a fondo por toda clase de abogados bribones, y el coste que eso supone para cualquier profesional de la Medicina, obligado a suscribir pólizas con primas astronómicas que le cubran ante esa eventualidad, aparte del hecho de que le fuerzan a practicar lo que se llama “medicina defensiva”, o sea, pedir pruebas y más pruebas, todas las posibles, y hasta otras opiniones médicas, sólo con el fin de cubrirse las espaldas ante un posible fracaso del tratamiento. El resultado de ello es que los médicos evitan como la peste las especialidades de alto riesgo en las que el éxito no está garantizado por completo, dejando a los pacientes sin una mínima posibilidad siquiera, y que el coste de tantas pruebas y opiniones superfluas ronda entre los 100 y 200.000 millones de dólares anuales.

Sarah recuerda que durante su breve, pero fructífero, mandato como gobernadora de Alaska ya tomó algunas medidas a ese respecto. Texas, un estado cuyo gobernador, el republicano Rick Perry, parece ser uno de los favoritos de Sarah, también ha tomado medidas similares con unos resultados espectaculares: una disminución del 55% en la litigiosidad y un incremento del 57% en el número de médicos prestando servicio en todo el Estado, incluyendo muchos de ellos dedicados a especialidades de alto riesgo en zonas que no disfrutaban hasta ahora de esa posibilidad.

Como ejemplo de pequeño paso que bien puede suponer una mejora real para sus compatriotas no es de desestimar. ¿Por qué la propuesta de reforma demócrata no contempla siquiera esta cuestión? Eso es algo que Sarah vuelve a preguntar a su estilo: contundente y preciso:

“Why no legal reform? Why continue to encourage defensive medicine that wastes billions of dollars and does nothing for the patients? Do you want health care reform to benefit trial attorneys or patients?”

¿Por qué no se reforma el procedimiento legal? ¿Por qué se continúa fomentando la medicina defensiva que desperdicia miles de millones de dólares y no hace nada por los pacientes? ¿Queremos una reforma de la asistencia médica que beneficie a los abogados o a los pacientes?).

Preguntas muy pertinentes y que, como ya he dicho antes, me juego la gorra a que el presidente de Estados Unidos no tiene ni la más remota intención de responder. Mucho se debe estar arrepintiendo a estas horas de haber respondido a Sarah en la reunión pública de Portsmouth como para volver a caer en las mismas. De cualquier manera, lo que está claro es que Obamacare está herido de muerte, fundamentalmente gracias a Sarah y a su intervención en el debate. Y no es sólo mi opinión, sino también la de uno de sus propios patrocinadores, el senador demócrata por Wisconsin Russ Feingold, quien declaró hacía mediados de mes en una reunión pública (ver la fuente, el artículo, aquí) que:

“Nobody is going to bring a bill before Christmas and maybe not even then, if this ever happens. The divisions are so deep. I never seen anything like that”.

(“Nadie va a llevar la ley [al Senado] antes de Navidades y tal vez ni siquiera para entonces, si es que finalmente llega a pasar. El desacuerdo es demasiado profundo. Nunca había visto algo así”).

Algo de lo que nos congratulamos todos los que estamos indudablemente del lado de la vida y la libertad y que cuando éramos pequeños queríamos que Logan, aquel Logan que un día descubrió la verdad y supo obrar en consecuencia, lograra fugarse. Gracias, Sarah, por todo tu esfuerzo.

Bachmann

Michele Bachmann, representante republicana por Minnesota. Justo es reconocer su importantísima contribución en el debate sobre la reforma de la asistencia médica.


SARAH PALIN vs. OBAMACARE (II)

03/09/2009

 

Sarah alza la voz

Asqueada, y con razón, del trato recibido desde hace un año por parte de los medios de comunicación (salvo honrosas excepciones), no es de extrañar que Sarah no confíe ya en ellos para hacer llegar sus opiniones a sus compatriotas. En consecuencia, ha tenido que buscar una vía alternativa y, al igual que todos nosotros cuando buscamos información veraz, la ha encontrado en Internet, en su página de Facebook, en concreto, que es donde publica sus “notes” (notas).

Durante este pasado mes de agosto, Sarah ha publicado un total de seis notas referidas a la propuesta de reforma de la Sanidad. De esta seis, ahora mismo nos interesan las cuatro primeras (las dos restantes las repasaremos mañana):

  • La primera, titulada “Statement on the Current Health Care Debate” (Declaración sobre el actual debate sobre la asistencia médica) y publicada el día 7 de agosto, es, sin duda, la más importante de todas al ser la que desató la polémica.
  • La segunda, titulada “Some Useful Commentary on the Health Care Debate” (Algún comentario útil sobre el debate sobre la asistencia médica) se publicó al día siguiente, 8 de agosto, y consiste en una recopilación de citas (con sus enlaces correspondientes a la página web original) pertenecientes a artículos de dieciséis autores diferentes publicados en once medios distintos, respaldando todos ellos las opiniones vertidas por Sarah en su nota anterior, además de una respuesta magníficamente impertinente de un ciudadano particular al senador Specter (ayer republicano, hoy demócrata; o sea, de toda confianza) de Massachussets. ¡Dieciséis artículos! ¡Once publicaciones! ¿Pero no habíamos quedado en que Sarah no lee? Pues menos mal que no lo hace, que si lo llega a hacer… ¿Qué dirá Katie “Chula” Couric de esto?
  • La tercera, titulada “Articles of Interest” (Artículos de interés) se publicó el 9 de agosto y es una ampliación de la anterior, recogiendo otras dos citas de las cuales sólo la segunda hace referencia al debate de marras.
  • Por fin, la cuarta, titulada “Concerning the “Death Panels” (En referencia a los “comités de la muerte”), se publicó el 12 de agosto y además de ofrecer una dúplica a la réplica del presidente de Estados Unidos a su primera nota, la del 7 de agosto, Sarah aporta más testimonios que corroboran sus opiniones iniciales.

En definitiva, ¿por qué tanto ruido por una simple nota publicada en Facebook por parte de alguien que no es más que una simple ciudadana particular ya que no ostenta ningún cargo público? Pues porque esa simple ciudadana particular en concreto ha sido la única política estadounidense, junto con Michele Bachmann, que ha sabido ver más allá del plúmbeo articulado de la propuesta y comprender cuál es su objetivo real, cuáles eran sus intenciones. Unas intenciones que no pudo dejar de comunicar a sus compatriotas para que se dieran cuenta de lo que estaba pasando en Washington y de qué modo les iba a afectar tanto a ellos como a sus familias. O sea, decirles la verdad y decírselo en una sencilla nota de 316 palabras, clara, precisa y contundente. Decirles una verdad incómoda, que diría aquél. Una verdad que habla de que la creación de un seguro médico público gestionado por una agencia gubernamental no sólo no reducirá el coste de la Sanidad sino que, de hecho, lo incrementará hasta tal punto que resultará imposible de asumir, provocando en consecuencia lo que pasa siempre que un bien o servicio es puesto a disposición de los usuarios en menor cantidad de lo que estos demandan: que se racione. Exactamente lo que pasará con los servicios sanitarios prestados actualmente a los ciudadanos. Y si se racionan los servicios sanitarios, está claro que los principales afectados serán aquellos que más los utilizan: los enfermos, las personas mayores y los discapacitados.

Cuando Sarah habló de ello en su primera nota, lo hizo acuñando la expresión “Obama’s “death panel” (el “comité de la muerte” de Obama), refiriéndose metafóricamente a un imaginario comité compuesto por burócratas de la nueva agencia que está previsto que se haga cargo de la gestión del seguro médico público y que estaría investido del poder de conceder o denegar a cada paciente el tratamiento médico prescrito basándose para tomar su decisión en algo tan subjetivo como su “level of productivity in society” (nivel de productividad en la sociedad), sea lo que sea lo que eso quiere decir. Una perspectiva realmente “orwelliana”, como bien la definió Sarah.

A partir de ese momento, la expresión “death panel” (“comité de la muerte”) copó todos los titulares, como no podía ser menos, y la intención de Sarah de que los estadounidenses se interesaran realmente por lo que estaba pasando antes de que fuera demasiado tarde tuvo éxito. La contestación al proyecto de reforma se multiplicó de tal manera que el propio presidente de los Estados Unidos tuvo que salir al paso en una reunión pública celebrada en el Ayuntamiento de Portsmouth (New Hampshire) el 11 de agosto para responderle personalmente. Vean las imágenes, véanlas.

El townhall meeting de Portsmouth (New Hampshire). El presidente estaba rabioso y se le nota. ¡Ah, qué placer!

El momento más brillante es éste, cuando el presidente trata de tomarse a burla la referencia de Sarah a un “death panel” diciendo:

“Let me just be specific about some things that I’ve been hearing lately that we just need to dispose of here. The rumor that’s been circulating a lot lately is this idea that somehow the House of Representatives voted for death panels that will basically pull the plug on grandma because we’ve decided that we don’t, it’s too expensive to let her live anymore….It turns out that I guess this arose out of a provision in one of the House bills that allowed Medicare to reimburse people for consultations about end-of-life care, setting up living wills, the availability of hospice, etc. So the intention of the members of Congress was to give people more information so that they could handle issues of end-of-life care when they’re ready on their own terms. It wasn’t forcing anybody to do anything”.

(“Déjenme simplemente que sea concreto sobre algunas cosas que he estado oyendo últimamente y de las que tenemos que desembarazarnos aquí. El rumor que ha estado circulando mucho últimamente es esta idea que de alguna manera la Cámara de Representantes ha votado por unos “comités de la muerte” que, básicamente, desenchufarán a la abuela porque hemos decidido que no, que es demasiado caro dejarla vivir más tiempo… Pues resulta que adivino que esto surgió de una provisión en una de las leyes de la Cámara que permitía que Medicare reembolsara a la gente por sus consultas sobre el cuidado de final-de-vida, el establecimiento de testamentos vitales, la disponibilidad de hospitales para enfermos terminales, etc. Porque la intención de los congresistas era dar a la gente más información de modo que pudieran manejar cuestiones del final-de-vida cuando estuvieran listos y en sus propios términos. Eso no era obligar a nadie a hacer nada”).

¡El presidente de Estados Unidos respondiendo a una simple ciudadana particular! ¿No es algo increíble? En mi opinión, semejante hecho supone ni más ni menos que reconocer de facto a Sarah como la líder de la oposición a la actual administración demócrata, algo que sus correligionarios del Partido Republicano saben perfectamente que ya lo es, pero que en muchos casos se niegan tozudamente a aceptar. No así el chairman del GOP, Michael Steele, quien respaldó públicamente a Sarah en plena tormenta, el día 12 de agosto en el Neil Cavuto Show de FoxNews Channel, consciente de que se trata de la única persona capaz de movilizar en un sentido u otro a la base social del partido y que, en consecuencia, pretender enfrentarse a ella es tener todos los números para el desastre. Preguntado sobre la oportunidad de la expresión “death panels”, esto es lo que dijo:

“Well, I think it’s proper because it’s in the context of what people are seeing in some of the legislation that’s floating around out there. When you’re talking about panels that are gonna be imposed, that will be making life-and-death decisions, that will be making decisions about whether or not you get health care or don’t receive health care. I think that’s perfectly appropriate”.

(“Bien, creo que es adecuado porque está en el contexto de lo que la gente está viendo en cierta legislación que está flotando por ahí fuera. Cuando hablas de comités que van a ser impuestos, que van a tomar decisiones de vida o muerte, que van a tomar decisiones sobre si vas a obtener asistencia médica o no vas a recibir asistencia médica, creo que es perfectamente apropiado”).

Como quiera que los críticos a Sarah seguían empeñados en que algo blanco y que lo da la vaca no es leche sino horchata, Sarah no tardó ni un día en replicar a su vez al presidente en una nueva nota, la del día 12 de agosto, señalando que el presidente de Estados Unidos no había dicho la verdad y, para demostrarlo, detallando lo que la sección 1233, titulada “Advance care planning consultation” (Consulta anticipada de planificación de cuidados) de la HR 3200, que es a la que se refería concretamente el presidente cuando hizo aquélla referencia en su reunión pública en Portsmouth, implicaba realmente y resaltando el que hasta los propios partidarios de la propuesta de reforma tenían sus dudas sobre ella. Incluso añadió un par de citas más procedentes de textos escritos por el doctor Emanuel en las que quedaba claro que no era ella quien se había inventado los “death panels” sino el doctor Emanuel y quienes piensan como él; ella simplemente les había puesto un nombre que pudieran entender todos sus compatriotas. Un nombre perfecto para un titular (que no se olvide nadie que Sarah estudió Periodismo), como muy seguramente era su intención: dos palabras, una de ellas realmente sonora, y los chicos de la prensa repitiéndolas como loros durante toda una semana. De hecho, llevamos ya casi un mes y aún están dale que te pego.

Pero es que de cualquier manera, el problema no estribaba solamente de ese punto, la sección 1233 de la dichosa HR 3200, sino en la totalidad de la propuesta de reforma. No es una buena propuesta y no lo es porque por mucho que lo intenten disimular, un sistema de este tipo acaba asignando rápidamente un valor en dinero a cada persona y convirtiendo a los médicos en contables, jueces y verdugos a la vez. Un sistema de este tipo es, sin lugar a dudas, un “sistema intrínsecamente malvado”, tal y como describió Sarah acertadamente y contra el cual ninguna persona sensata puede permanecer impasible. Mañana veremos en qué ha quedado todo, al menos de momento.


SARAH PALIN vs. OBAMACARE

02/09/2009

 

La tormenta política del verano en Estados Unidos ha venido provocada por la presentación en el Congreso de la propuesta gubernamental de reforma de la Sanidad, la famosa HR 3200, cuyo objetivo declarado es el de crear en Estados Unidos una Seguridad Social al mejor (¿peor?) estilo europeo, pero cuyo otro objetivo, éste ya no tan declarado, es el de acabar con los seguros privados de salud… ¡e incluso con los propios pacientes como medio de reducir gastos! Como no podía ser menos, una de las personas que más se ha destacado en su lucha contra este proyecto siniestro ha sido Sarah Palin.

Obamacare

La principal virtud de Sarah: su cercanía a la gente corriente. Todos sabemos que es como nosotros y precisamente por eso la queremos tanto. Ya estamos hartos de tantos malditos políticos que se creen de una casta superior. ¡Ay, si yo tuviera una escoba!

La propuesta de reforma: la HR 3200

Estrictamente llamada “America’s Affordable Health Choices Act of 2009”, pero más conocida por su denominación técnica, HR (de “House of Representatives”) 3200, esta propuesta de ley es la respuesta gubernamental a una de las promesas sobre cuestiones de Sanidad más relevantes hechas por el entonces candidato demócrata a la presidencia de Estados Unidos, quien, durante la pasada campaña electoral, se comprometió de la siguiente manera (ver la fuente, su programa electoral, aquí):

“Making sure every American has access to high quality health care is one of the most important challenges of our time. The number of uninsured Americans is growing, premiums are skyrocketing, and more people are being denied coverage every day. A moral imperative by any measure, a better system is also essential to rebuilding our economy — we want to make health insurance work for people and businesses, not just insurance and drug companies”.

(“Asegurar que cada estadounidense tiene acceso a la asistencia médica de alta calidad es uno de los desafíos más importantes de nuestro tiempo. El número de estadounidenses no asegurados crece, los precios de las primas se disparan y cada día se niega la cobertura a más personas. Además de un imperativo moral, se mire como se mire, un mejor sistema también es esencial para reconstruir nuestra economía — queremos hacer que los seguros médicos funcionen para la gente y las empresas, no sólo para las compañías farmacéuticas y aseguradoras”).

Para ello, el ya entonces presidente de Estados Unidos se comprometió oficialmente (ver la fuente, su programa de gobierno, aquí):

“[I]s committed to working with Congress to pass comprehensive health reform in his first year in order to control rising health care costs, guarantee choice of doctor, and assure high-quality, affordable health care for all Americans.

(“[A] trabajar con el Congreso para aprobar una reforma completa de la Sanidad durante el primer año para controlar los crecientes costes de la asistencia médica, garantizar la elección de médico y asegurar una asistencia médica asequible y de alta calidad para todos los estadounidenses.”)

En consecuencia, los legisladores demócratas se pusieron manos a la obra y el resultado fue esta propuesta de reforma, un mamotreto de exactamente 1.018 páginas que pueden ustedes leer completo aquí y cuyo alcance, a grandes rasgos, consiste en la creación de un seguro médico “público”, gestionado por una agencia gubernamental de nueva creación (y como tal, fuera del control del Congreso), que, compitiendo con los seguros médicos privados, permita proporcionar una asistencia médica básica a todos los estadounidenses, especialmente a los 46 millones que no están cubiertos ahora mismo por ningún seguro (sobre la falsedad de tal afirmación me remito a esta entrada de Rillot en su blog “Sarah Palin en Español”, donde deja claro el motivo de que esas personas no tengan seguro médico: sencillamente porque no les da la gana), así como permitir contener los gastos cada vez mayores que implica actualmente la Sanidad estadounidense que, a través de los programas gubernamentales Medicaid y Medicare, supone ya una sexta parte del total de la economía estadounidense.

¿Proporcionar cobertura médica a más gente y a menor coste? Parece una contradicción, ¿verdad? Y ése es precisamente el sentido de un estudio redactado por la Oficina Presupuestaria del Congreso y enviado el pasado 15 de junio pasado al Comité de Salud, presidido por el difunto senador Edward Kennedy, que evaluó el coste de la reforma en un billón de dólares como mínimo. Una perspectiva que puso a muchos congresistas y senadores demócratas a temblar, temiendo que sus votantes (les recuerdo que el año que viene tocan elecciones, las del midterm), después del esfuerzo que han hecho para transigir con el rescate bancario primero, el automovilístico después y el plan de estímulo para terminar, se cierren ahora en banda y digan que hasta aquí hemos llegado. Por su parte, el Partido Republicano, coherente con su estrategia de dura oposición que tan buenos resultados le está proporcionando, puso el grito en el cielo al conocer esta previsión, devolviendo a muchos a los primeros años de la década de los 90, cuando lo que se discutía en Washington no era el Obamacare sino el Hillarycare, otra reforma de la Sanidad igualmente ambiciosa e intervencionista y que acabó en agua de borrajas.

Sin embargo, no es el coste real de la reforma lo peor que se puede reprochar a la propuesta demócrata, sino los propios fundamentos sobre los que se ha construido toda ella. Así, la primera persona que dio la voz de alarma a este respecto fue la representante republicana por Minnesota, Michele Bachmann, quien, en la sesión de la Cámara de Representantes del 27 de julio, intervino para hablar no sobre el coste económico de la propuesta, como estaban haciendo todos hasta entonces, sino sobre otro coste, el moral, del que nadie parecía haberse apercibido todavía. Su intervención fue tan reveladora y la considero de tal importancia que he decidido ofrecerles directamente las imágenes correspondientes así como una traducción al español de sus palabras:

La intervención de Michele Bachmann en la Cámara de Representantes. Para leer su transcripción en inglés y comprobar así la corrección de mi traducción, haga clic aquí.

“Necesitamos saber lo que la gente que asesora al presidente de Estados Unidos piensa y cree sobre la reforma de la asistencia médica, Sr. Speaker. Escuchar las auténticas palabras del asesor del presidente creo que es muy ilustrativo.
Esta mañana he leído una columna escrita por Betsy McCaughey y me gustaría citarla por extenso a partir de ahora. Esto es de una columna fechada el 24 de julio de 2009. La Sra. McCaughey escribió lo siguiente. Dijo: “Las leyes sobre Sanidad que salen del Congreso pondrían las decisiones sobre su cuidado en las manos de personas designadas por la Presidencia. El gobierno decidirá, no la gente, no sus médicos, lo que nuestro plan [de salud] cubrirá, cuánto margen de maniobra tendrá nuestro médico y lo que los ancianos acabarán obteniendo finalmente de Medicare”.
Pero lo que es aún más importante, Sr. Speaker, son las propias palabras de los asesores del Presidente sobre la asistencia médica. Aquí están las palabras de uno de sus principales asesores, el doctor Ezekiel Emanuel, hermano del jefe de Gabinete de la Casa Blanca. Él ya ha sido designado para ocupar dos puestos clave: uno es el de consejero sobre política sanitaria en la Oficina de Gestión y Presupuestos, el otro es como miembro del Consejo federal sobre Investigación de Eficacia Comparada.
Esto es lo que Sr. Emanuel ha escrito y cito textualmente: «Las vagas promesas de ahorro procedentes del recorte de gastos, dando prioridad a la prevención y al bienestar, instalando archivos médicos electrónicos y mejorando la calidad son simplemente el envoltorio del control de costes, más propio del mero espectáculo y las relaciones públicas que del verdadero cambio» .
¿No es ésta precisamente la manera como los demócratas han afirmado que vamos a encontrarnos con 500.000 millones de dólares en ahorro? El propio asesor del Presidente dice que esto es sólo el envoltorio, esto es sólo un papel bonito, no es de aquí de donde el verdadero ahorro va a salir. El ahorro, como escribe el asesor del presidente, requerirá cambiar la manera cómo los médicos piensan acerca de sus pacientes. “Los médicos se toman el juramento hipocrático demasiado en serio”, escribe. Vaya, escúcheme, Sr. Speaker, esto es lo que el asesor del Presidente escribe, que los médicos se toman el juramento hipocrático demasiado en serio «como un imperativo para hacer todo por el paciente sin tener en cuenta el coste o sus consecuencias sobre otros».
Pero esto es lo que la gente quiere que su médico haga. Pero Emanuel quiere que los médicos miren más allá de las necesidades de su paciente y consideren la justicia social, tal como si el dinero estaría mejor gastado en otra persona. Ésta es una noción horrorosa para los médicos de nuestro país, pero es una noción horrorosa para cualquier estadounidense porque los médicos creen, como los estadounidenses creen, que justicia social es la que se reparte a cada paciente cada vez.
Pero el asesor del Presidente, el doctor Emanuel, cree que el comunitarismo debería guiar las decisiones sobre quién consigue cuidados. Él dice que la asistencia médica debería estar reservada para los no discapacitados. Así que ojo si es usted discapacitado. Los cuidados deberían estar reservados a los no discapacitados, no proporcionados a aquellos que están «irreversiblemente» impedidos de convertirse en ciudadanos participativos. «Un ejemplo obvio,» dijo él, «es no garantizar los servicios médicos a pacientes con demencia».
Nosotros perdimos por demencia a mi suegro hace tan sólo 2 meses. Agradezco a Dios que los doctores fueran capaces de aliviar los síntomas de mi pobre suegro al final de su vida a la edad de 85 años.
Por lo visto, bajo el plan de asistencia médica de los demócratas, mi suegro no habría recibido los cuidados médicos de tanta calidad que recibió durante sus últimos dos meses de vida. O si usted es una abuela con Parkinson o un niño con parálisis cerebral, ojo también
De hecho, los asesores del Presidente defienden la discriminación contra pacientes ancianos. Escribe: «A diferencia de la asignación por el sexo o la raza, la asignación por la edad no es una discriminación injusta. Cada persona vive etapas diferentes de la vida más bien que una única edad. Incluso si alguien de 25 años recibe prioridad sobre las personas de 65 años, todos los que ahora tienen 65 años han tenido antes 25».
Estas leyes, que están siendo tramitadas apresuradamente por el Congreso ahora mismo, tal vez incluso aprobadas esta misma semana, van a recortar más de 500.000 millones de dólares de Medicare en los próximos 10 años, cargando sobre las espaldas de nuestras respectivas legislaturas estatales la tarea de cubrir los huecos que se produzcan. Sabiendo lo impopulares que son estas reducciones, el director de Presupuesto del Presidente, Peter Orszag, ha urgido al Congreso a renunciar a su propia autoridad sobre Medicare a favor de una nueva burocracia designada por el Presidente que no será responsable ante los ciudadanos.
Aquí está el siguiente asesor del Presidente, el doctor David Blumenthal. Él recomienda que retrasemos la marcha de la innovación médica a fin de controlar el gasto en Sanidad. Ustedes me oyeron bien. Dijo que van a retrasar la marcha de la innovación médica para controlar el gasto en Sanidad. Él lleva largo tiempo abogando por el control gubernamental sobre los gastos de Sanidad, aunque admite que ello implicará que se produzcan mayores esperas y se reduzca la disponibilidad de nuevos y caros tratamientos y dispositivos médicos, pero es que él considera discutible si la pronta y rápida atención médica que reciben los estadounidenses se merece su coste.
Sr. Speaker, los estadounidenses tienen que despertar y leer lo que el presidente y sus asesores dicen. Podría asustarlos lo bastante como para correr al teléfono y llamar a sus representantes”.

La batalla estaba pues en todo su fragor en Washington cuando de pronto cierta mujer que no habla mucho realmente (aunque los demás sí que hablan sobre ella y generalmente de oídas cuando no falsamente), hizo pública su opinión al respecto y con ello se encontró de pronto en el centro del debate. Su primera declaración fue tan escueta como una nota de 316 palabras, pero lo que decía esa nota reveló a los estadounidenses la verdad que se escondía entre esas 1.018 páginas que el presidente de Estados Unidos estaba obsesionado con hacer aprobar lo antes posible. Esa persona era Sarah Palin y si la propuesta de reforma está moribunda ahora mismo es en gran parte gracias a ella, algo de lo que es dolorosamente consciente el presidente de Estados Unidos. ¿Cómo lo hizo? Mañana lo veremos.