SARAH PALIN VISTA POR LAS MUJERES (y II)

22/06/2010

 

Seguimos donde lo dejamos el domingo pasado. Hoy les traigo tres nuevos artículos sobre Sarah Palin escritos por otras tantas mujeres que al igual que ella no están dispuestas a ser lo que los demás quieren que sean, sino lo que ellas mismas decidan. Y es que resulta curioso que esas sumas sacerdotisas de esa religión laica que es a fin de cuentas el viejo feminismo izquierdista, a poco que profundizas un poco en su doctrina y les sales con alguna que otra herejía (por ejemplo, que la maternidad no es realmente una carga sino un gozo), se pongan furiosas y rápidamente te excomulguen, llegando hasta el punto de negarte tu propia condición de mujer. Y suerte que ya no pueden quemar viva a la gente que si no lo harían. Porque ganas no les faltan. ¿A quién le puede extrañar pues que odien de esa manera a Sarah Palin? Ella es un ejemplo para todas las mujeres de Estados Unidos, especialmente para las jóvenes y ojalá acabe siendo el bufido que terminará por derribar el enorme castillo de cartas que ha construido la izquierda durante estas últimas décadas con el fin de acabar con nuestra libertad y la de nuestros hijos. Dios lo quiera.

Una foto que estoy seguro que irritará mucho a los izquierdistas: Sarah Palin con su hijo Trig y otro chico afectado también de síndrome de Down llamado Steve Wrigley. Y es que uno no puede dejar de pensar que, para nuestra izquierda tan “humanista”, tanto Trig como Steve deberían estar muertos; o sea, no haber nacido siquiera. ¡Y aún pretenden que pensar así es meritorio! ¿Por qué no confiesan de una vez que sus corazones son tan negros como la pez y simplemente odian todo lo que es bello y bueno? ¿A qué desalmado se le puede ocurrir pensar que las vidas de Trig y Steve no son tan merecedoras de ser vividas como la suya y la mía? Pues sólo a alguien intrínsecamente malo, no le den más vueltas. Y de esos hay un montón alrededor nuestro. Y lo peor es que suelen estar en el Poder.

Otro prólogo (menos plúmbeo que el último, lo prometo)

Me avisa nuestro amigo Santi de que los del papelucho ese conocido como Newsweek han publicado un reportaje sobre Sarah Palin titulado “Saint Sarah”. Ciertamente había tenido noticias sobre él y hasta había leído algunos fragmentos. Luego, no he tenido más remedio que leerlo todo. Y mi opinión sobre lo que he leído es clara: vomitivo. Sencillamente. ¿Por qué demonios los de la izquierda no dejan en paz a Sarah? Evidentemente porque no pueden. La odian demasiado y la temen demasiado también. Saben que ella es la única que puede despertar a los estadounidenses después de tanto tiempo adormecidos, tiempo que bien que han aprovechado ellos para irles arrebatando porciones de libertad hasta el punto de que apenas les queda ya nada. Pero lo poco que les queda, lo van a defender con uñas y dientes. Y Sarah Palin es quien les inspira a cada día que pasa para hacer precisamente eso. ¡Pues claro que la odian! ¡Pues claro que la temen! ¿Cómo no iban a hacerlo?

Estamos viendo cómo las mujeres de Estados Unidos, o al menos una gran parte de ellas, han empezado a revolverse contra el feminismo izquierdista militante, ése que se arroga el derecho a representarlas a todas y a que unas pocas decidan por ellas cuáles deben ser sus opiniones sobre todo lo divino y lo humano. Pero muchas mujeres no están de acuerdo con la “doctrina” oficialmente establecida y aún a riesgo de ser tenidas por heréticas están plantando cara, siguiendo la estela de Sarah Palin, tal vez la más herética de entre todas ellas. Pero las feministas de izquierdas no son las únicas en atacar a Sarah; también están los ateos. O, si no ateos estrictamente, los que bien podrían catalogarse como anticristianos. Precisamente otro de los motivos por los que Sarah es tan odiada porque ya no es sólo que sea una mujer que se niega a perder su femineidad, sino que además es una mujer sinceramente creyente y que no se avergüenza de decir que cree y que confía en Dios para marcarle su camino en la vida. Y no sólo lo dice sino que más de una vez la hemos visto rezar en público, sin exhibiciones pero sin recatarse tampoco.

Los del papelucho ese no merecen más comentarios porque no es en absoluto mi intención el hacerles publicidad. Bastante tienen ellos con intentar evitar la quiebra a la que están abocados, ya que hasta este blog tiene más lectores que ellos. No puedo dejar de comentar lo mucho que me gustaría que esa parte del mundo ateo (no todos ellos, afortunadamente, porque hay ateos y ateos al igual que hay creyentes y creyentes) que parece complacerse en perseguir a los cristianos nos dejaran en paz. Nosotros no nos metemos con ellos, pero ellos no dejan de meterse con nosotros en una clara demostración de que si por esas personas en concreto fuera ya estaríamos todos de nuevo en el circo, que es su secreto deseo. ¡Bah, cuánta basura! A ver si se arruinan ya de una vez y puedo pasar por delante de un quiosco sin tener que taparme la nariz, ¡caramba! (Este párrafo fue corregido a posteriori. Vea los comentarios a esta entrada para conocer el motivo).

Tres artículos más

Y aquí tienen nuestro primer artículo. Estos que les ofrezco hoy son un poco más antiguos que los del domingo, pero también tiene su encanto el leerlos sabiendo todo lo que ha sucedido desde entonces. Y darse cuenta de la mucha razón que llevaba la autora.

RECUPERANDO EL FEMINISMO: SARAH PALIN RESPALDA A NIKKI HALEY COMO GOBERNADORA DE SOUTH CAROLINA
Por Lori Ziganto
Publicado el 16 de mayo de 2010 en Hot Air.com.

Hoy, en Columbia, South Carolina, dos de las mujeres que están mostrando a Estados Unidos lo que el verdadero feminismo es, aparecerán juntas, momento en que Sarah Palin respaldará oficialmente a Nikki Haley como candidata a gobernadora de South Carolina. Tuve el honor de encontrarme con Nikki Haley y oírle hablar en Atlanta, en la reunión de Red State, el pasado verano.

Ella es aún más impresionante en persona de lo que lo es en papel (o en la web). Ella fue una de las varias mujeres, incluyendo a Liz Cheney a quien adoro también, que habló en aquel evento, cada una tan impresionante como la siguiente. Todas listas como rayos, carismáticas, rápidas,  apasionadas, llenas de energía y con un espíritu luchador que personifica mi lema personal: “Camina suavemente. Pero lleva contigo un gran lápiz de labios”.

La izquierda odia esa frase y me han ridiculizado por ella en más de una ocasión. Ya saben, no la comprenden. No es sorprendente, realmente, que tal y como todos sabemos cualquier cosa que la izquierda etiquete como “para las mujeres” sea precisamente todo lo contrario. De la misma manera que las autodenominadas feministas de hoy en día son cualquier cosa menos feministas. De hecho, ellas se oponen diametralmente al feminismo por propia definición porque toda su agenda es verdaderamente perjudicial para las mujeres. Es por eso que ahora las llamo feminifobas y devuelvo el término feministas.

Las auténticas feministas son mujeres como Sarah Palin y Nikki Haley. Ellas son las nuevas caras del feminismo. Esto tiene un gran aliciente añadido también –son mucho más agradecidas a la vista y fáciles de exhibir que ninguna de esas histéricas arpías chirriantes como las ya irrelevantes y pronto extinguidas feminifobas. Ellas, y las mujeres como ellas, están dando un paso al frente ahora.

Ya hemos tenido suficiente, ya ven. Estamos enfadadas. Estamos cansadas de feminifobas clamando que hablan por nosotras. Estamos cansadas de que se burlen de nosotras como traidoras a nuestro género por no acatar la disciplina feminista y osar ser pro-vida. Estamos cansadas de sus intentos de minusvalorar la maternidad. Estamos cansadas de las mujeres siendo pintadas como víctimas perpetuas por la izquierda, necesitadas del Gran Papá Gobierno para salvarnos.

Estamos cansadas de trabajar duramente para levantar nuestras familias y que cada vez el gobierno se lleve más y más. Estamos enfadadas de ser tratadas como niñas que no son capaces de dirigir sus propias vidas, incluso hasta el punto de que nos controlen qué comida podemos comer. Estamos enfadadas de que el futuro de nuestros hijos esté siendo despilfarrado y estamos temerosas de que nunca conozcan el país que nosotras conocimos y amamos. Estamos enfadadas de que estemos perdiendo nuestra libertad. ¿Recuerdan el viejo dicho: “No hay furia en el infierno como una mujer despreciada”? Pues saluden a la despreciada (estoy agitando mi mano justamente ahora).

Nosotras somos las mujeres a las que la izquierda odia. Y, ya saben, si la izquierda nos odia, será porque estamos haciendo algo bien, ¿verdad? Nos odian porque no nos entienden. De hecho, creen que las mujeres son inferiores y tienen una definición pervertida de la igualdad. Con todo lo que claman por la “igualdad”, no creen sinceramente en ella en absoluto. Amanda Marcotte, una vez bloguista principal para el mentiroso y por largo tiempo no reconocedor de su paternidad John Edwards, lo dejó claro cuando recientemente intentó explicar por qué todas las mujeres deberían ser liberales:

«Para mí, los derechos de las mujeres y el liberalismo están en mi mente demasiado entrelazados y me fascina y me divierte ver a las conservadoras quejarse de que las feministas están siempre con los demócratas, como si pudiera haber una especie de feminismo conservador. Ver a alguien como Sarah Palin pretendiendo llevar ese manto es ver el fallo en tratar de ser eso que llaman una feminista conservadora, que es que no son muy pro-mujer. Las mujeres necesitan cosas para la igualdad que casan perfectamente con la agenda liberal: medio ambiente limpio, cobertura sanitaria universal, derechos civiles, derechos individuales, autonomía corporal, cosas como ésas. No puedo dejar de ver lo muy diferentes que son las dos agendas».

¿Quién no es muy pro-mujer, Srta. Marcotte? ¡Tonta de mí! Supongo que usted debe tener razón porque yo soy una boba. ¿Cómo pueden unas simples mujeres preocuparse acerca de cosas tales como la abstrusa economía o las irritantes materias militares? ¡Las mates son difíciles! ¡Y eso es para los chicos! (Bueno, excepto para el presidente Obama, por supuesto). Debería callarme o empezar a chillar acerca de mi “derecho” a abortar niños no nacidos para poder ser “igual” y preocuparme acerca de cosas tan bonitas como el medio ambiente.

Sí, no demasiado. Me adhiero a Sarah Palin, Nikki Haley, Liz Cheney, Michelle Bachmann, Michelle Malkin y otras fuertes y brillantes mamás.

Creo que la izquierda está cerca de un rudo despertar y de un bonito tiempo fuera de juego que le van a dar las susodichas mamás. ¡Deja que mamá lo haga que lo hará mejor, como siempre!

Y éste es el segundo ¿La autora? Pues ni más ni menos que Rachel Campos-Duffy, la esposa de Sean Duffy, el candidato a representante por Wisconsin. Este artículo lo publicó ella, que es una reputada comentarista política, mucho antes de que Sarah Palin respaldara a su marido y es tan bueno que ardía en deseos de ofrecérselo algún día.

SARAH PALIN: REDEFINIENDO EL FEMINISMO
Por Rachel Campos-Duffy
Publicado el 24 de noviembre de 2009 en The Americano.com.

Si sigue al ritmo actual, Going Rogue de Sarah Palin está en el camino de convertirse tal vez en el libro de no ficción más vendido jamás. El extraordinario éxito de su lanzamiento y las multitudes de fans que esperan a Sarah en cada parada de autocar de su gira de presentación por todo el país sólo pueden rivalizar con la inacabable sucesión de cabezas parlantes liberales ansiosos de dar de lado con años de cuidadosamente cultivada sensibilidad de género en un intento de terminar de una vez por todas con un trabajo que habían confiado que les llevaría apenas lo que quedaba de 2008 –o al menos los dos meses en que concedieron a Levi Johnston libre acceso a los más codiciados medios de comunicación.

Rachel Campos, su marido, Sean, y sus cinco hijos. Falta el más reciente que todavía no había nacido. Por favor, no me digan que una familia así no es una bendición de Dios.

Cuando Tina Brown se ríe y defiende la indefendible portada de Newsweek de la antigua gobernadora llevando pantalones de deporte ante Matt Lauer en The Today Show y Naomi Wolfe en el programa de Larry King llama a Palin “Evita” y “geisha” y acusa a la ferozmente independiente gobernadora de Alaska de ser la “musa” y la “representación telegénica” de una conjura entre Cheney/Rove/Haliburton, uno ya sabe que hay más miedo que asco en las filas liberales y feministas.

Así pues, ¿de qué están asustados exactamente las feministas liberales? Volviendo la vista al otoño de 2008, muchos conservadores teorizaron que todo se debía al aborto. Era una madre reciente, candidata pro-vida a la vicepresidencia, que reabría un debate que las feministas prefieren creer que ya está cerrado y la mera visión de su bebé Trig apoyado en la cadera de la hermosa y confiada Sarah Palin en la noche de su perfecto discurso en la Convención Republicana Nacional provocaba un inquietante sentimiento de culpabilidad nacional y de inesperada introspección en una sociedad que aborta cerca del 90% de los bebés con síndrome de Down. Pero yo creo que la cólera y la obsesión con todo lo que se refiera a Palin tiene raíces mayores y más profundas que las del aborto.

Lo que es realmente el meollo de esa implacable y vitriólica paranoia salió a la luz de una manera bastante inocente en la blandita y al estilo de las mejores celebridades entrevista en el programa de Oprah. De hecho, el comentario ofensivo fue pronunciado de una manera tan casual y dentro de la conversación que, hasta donde yo he podido llegar, la clase parloteante, normalmente tan rápida a la hora de echarse encima y devorarte a la más mínima señal de carne fresca en forma de mamá, especialmente viniendo de alguien tan abominada por la izquierda como Sarah Palin, no cayó en la cuenta. Hacia el final de la entrevista, en un bonito momento de alabanza y admiración hacia su anfitriona, Sarah recordó los tiempos cuando veía el programa de Oprah más asiduamente, “recordando cuando era una mamá ama de casa en los años 90”. Eso está bien, recordando cuando era una mamá ama de casa. ¿Cuándo hemos oído nunca estas palabras salir de boca de una política, mucho menos de una que es una posible contendiente al cargo político más encumbrado de todos?

En esa inocente frase, Sarah hizo más que hacerse querer por Oprah o por las mamás amas de casa de todo el país; junto con su marido, Todd, Sarah Palin está, radical y tal vez irrevocablemente, redefiniendo el feminismo. La biografía de Sarah es la prueba viviente de lo que muchas mujeres ya han confirmado en sus propias vidas: que el éxito y el poder de las mujeres no es necesariamente incompatible con un matrimonio temprano, embarazos no planificados, maternidad en casa o una gran familia.

En comparación con el moderno estilo de vida de Sarah de “tómala como viene”, las nociones feministas de éxito son bastante rígidas. Animan, si es que no exigen, que las mujeres jóvenes abandonen sus raíces familiares para perseguir una educación de elite de la Costa Este, experiencias urbanas (adiós al cocido casero o a los filetes de alce), salarios de seis cifras y un límite respetuoso cuando se trata de los hijos (¡menos problemas, menos contaminación!). La vida familiar de Sarah, tan colorida como es, es una afirmación de las virtudes de la vida en cualquier pequeña población de Estados Unidos; de grandes y unidas familias cristianas y de su proximidad a una familia extensa dispuesta a ayudarles. El éxito de Sarah es la prueba de que el conservadurismo y los valores familiares tradicionales no son incompatibles con los modernos sueños y ambiciones de las mujeres y que con la bendición de un buen compañero como Todd, incluso puede ser un muy superior y mucho más satisfactorio camino que tomar para conseguirlos.

Esto ya asusta lo suficiente a las Naomi Wolfe y Sally Quinn del mundo, pero que ese feminismo de tercera ola de Wolfe pudiera ser sucedido por otro mucho más potente y relevante de cuarta ola presentado por una conservadora, pro-vida, pro-armas, educada en un colegio público, convertida al cristianismo, antigua reina de la belleza y mamá ama de casa republicana es sencillamente más de lo que podrían soportar.

Ciertamente una cosa que el establishment feminista nunca previó fue a Todd Palin. El nuevo marido evolucionado no se suponía que iba a ser un trabajador manual, pescador comercial y piloto de motos de nieve. Se suponía que iba a ser un universitario de elite, liberal lector del New York Times. La gran esperanza era Bill Clinton, pero la dejó pasar. Sin embargo, sus impecables credenciales pro-abortistas le garantizaron el perdón después de lo de Monica y las feministas prepararon el escenario para su redención durante la largamente esperada campaña presidencial de Hilary. Pero el pobre Bill no pudo evitar el chupar demasiada cámara y su narcisismo le costó caro a ella en unas primarias tremendamente reñidas. El “Primer Tío” del estado más macho de nuestra unión, por otra parte, permaneció tranquilamente entre bambalinas apoyando a su triunfante esposa sin la más mínima muestra de resentimiento o de envidia.

Lo que une a las mujeres a Sarah es precisamente lo que las separa de la vieja guardia de políticas feministas como Hilary y Diane Feinstein –su tranquilo, maternal estilo. ¿Puede alguien imaginarse a Hilary sosteniendo a un bebé en su regazo después de aceptar la nominación vicepresidencial? Sarah abraza la maternidad y la auténtica femineidad con un estilo sin complejos que le da precisamente su legítimo poder. Es algo que las feministas han rechazado durante largo tiempo y a lo que se continúan resistiendo peligrosamente. Es la fuente de su creciente irrelevancia y les desconecta de una generación de mujeres que son demasiado sabias y están demasiado liberadas para aceptar ciegamente los mantras feministas y sus guías para el “éxito”.

Tengo 38 años y soy una mamá ama de casa hispana con cinco hijos y esperando el sexto en abril. Vivo en el Wisconsin rural y estoy casada con un leñador del Medio Oeste y fiscal del distrito que es un verdadero compañero –se siente tan cómodo cambiando pañales como ante el tribunal o manejando un hacha. Tengo una educación universitaria y no considero que la haya desperdiciado con mis hijos y mi familia. Escribo y encuentro maneras creativas de perseguir mis intereses personales gracias a la tecnología, un gran marido y parientes voluntariosos que me ayudan con los niños siempre que se lo pido. Compro en un supermercado y voy a Massachusetts cada semana. Soy pro-vida, amo a Reagan, asistí a tea parties este verano y voto a los republicanos. Si Sarah redefine el feminismo, y el poder de las mujeres, entonces la cuarta ola de feminismo se parece sin duda mucho más a mi vida y mucho menos a la de Gloria Steinem y  Naomi Wolfe. Y todo eso, en esencia, es por lo que tienen tanto miedo de Sarah Palin.

Y el tercer y último artículo. Después de leer a las convencidas de antemano, vamos a ver a una que no estaba nada convencida y que poco a poco fue despertando a la realidad y ahora es una de las más firmes partidarias de Sarah Palin, lo que demuestra que no todo está perdido y que los izquierdistas aún tienen salvación, pero con mucho esfuerzo y una gran cantidad de ayuda de Dios.

UNA IMPROBABLE PALINISTA
Por Anita Moncrief

Publicado el 24 de noviembre de 2009 en Hot Air.com.

En enero de 2008, muchos meses antes de que Sarah Palin irrumpiera en la escena nacional, estaba valorando las posibilidades de la que era mi candidata soñada para ser la próxima presidente, Hilary Clinton. Clinton había estado en mi corazón desde 2000 y había dicho audazmente a quienquiera que quisiera oírlo que ella volvería triunfante a la Casa Blanca a los ocho años. Al contrario que muchos de mis amigos negros, yo no estaba excitada ante la posibilidad de Barack Obama y no sentía la necesidad de “apoyar a uno de los nuestros”.

Habiéndose descrito a sí misma como liberal y feminista, Clinton tuvo todo mi apoyo durante el período de primarias. Acepté los errores de su equipo y sus propias equivocaciones por todo el camino como inevitables. La amarga lucha de las primarias fue inesperada dada la inexperiencia de Obama. Todavía confiaba en que Hilary saldría victoriosa. Incluso después de algunas obvias trapacerías en estados con caucus, nunca confié que Obama fuera a ganar la nominación. Cuando lo hizo, dejé de lado mi desacuerdo y me uní a sus filas. Traté de sentirme orgullosa por sus logros y cerré los ojos a sus obvios lazos con ACORN.

Como antigua empleada en el Project Vote de ACORN, recordé como recibí una llamada de la campaña en 2007 y hablé con uno de los promotores. Entonces estaba excitada, pero sólo porque había asistido a un semanario donde Zach Polett, jefe de Operaciones Políticas de ACORN, había fanfarroneado acerca de vigilar a Obama y había declarado que “ACORN produce líderes”. Después de trabajar con la lista de donantes de Obama a finales de 2007, sabía que Hilary Clinton se enfrentaba a un formidable oponente con una maquinaria de hacer dinero muy bien engrasada.

A pesar de esa experiencia, me uní a Obama y cuando John McCain anunció a Sarah Palin como su compañera de campaña, me enfadé. Con toda la conciencia liberal que pude recoger, ataqué su experiencia, su conocimiento de los asuntos exteriores y todo lo que se refería a Palin. Fue una pura reacción irracional nacida de la amargura de no ser capaz de tener a Hilary Clinton como candidata. Ignoré el innato encanto, gracia y belleza de Palin. Me encontré riendo secretamente con ella y admirando su  peinado pero nunca lo admitiría.

En 2009 cuando comenzó mi transición de liberal a conservadora, me pregunté si me uniría a Palin y, si lo hacía, si eso me convertiría en una hipócrita. Una serie de acontecimientos improbables respondió a esa pregunta por mí. A medida que la lucha contra ACORN se ponía fea y la gente empezaba a decir mentiras y a tomar posiciones, finalmente comprendí a Palin. Ella es un obstáculo para cualquiera que no diga la verdad y quiera mantener el status quo o moverse hacia el socialismo.

Cuando me enteré de que el título de su libro era Going Rogue, eso me sorprendió porque ésa era la clave de la situación. Palin desafía todas las expectativas, habla desde el corazón y dispara certeramente. A la que antiguos asesores de campaña de McCain empezaron a atacarla, me identifiqué con ella. Comprendí que al dejar el sistema e ir contra Obama, yo había trastornado a los liberales y a algunos republicanos que querían usar el asunto de ACORN para su propio beneficio. Había trastornado a otros que querían proteger a Obama y selectivamente exponer a ACORN. Levanté más de una ampolla en la Fox con mi determinación por ligar este escándalo con la Casa Blanca.

Comencé a admirar la fortaleza de Palin afrontando los ataques y su incansable búsqueda de ser simplemente Sarah y sacar a la luz pública la hipocresía y la verdad. Me convertí en una improbable “palinista” y me encontré devorando toda clase de artículos escritos sobre ella y siguiéndola en Facebook.

Estaba perpleja por la manera como algunos la habían tratado e intrigado por aquellos que la admiraban. Sarah Palin es realmente una lección en la vida estadounidense: nunca pretendió ser perfecta pero mediante su coraje, determinación y una innegable simpatía, ha mostrado a las autocalificadas como feministas lo que ser una mujer en estos nuevos Estados Unidos significa realmente.

Hasta aquí este repaso por lo que, creo que acertadamente, he titulado como “Sarah Palin vista por las mujeres”. Reconozco que he aprendido un montón de cosas y que mientras lo escribía (o más bien, mientras lo traducía porque poco he escrito hoy) se iban agolpando en mi mente más de una idea nueva a la que hasta entonces no había prestado atención. Por ejemplo, la importancia de Todd Palin  en la vida de Sarah Palin y como el feminismo de ésta última le debe mucho a él. Creo que es un buen motivo de reflexión y no les digo que mi próximo artículo en Semanario Atlántico no vaya a tratar sobre ello. Sería un buen tema, ¿verdad? Lo voy a pensar detenidamente. El caso es que cada vez me atrae más la idea.

Y para el próximo jueves, vamos a tener una entrada curiosa. Voy a escribir un libro sobre Sarah Palin (estaba cantado, ya lo sé) y necesito su opinión. Confío en que me ayudaran.

Hasta entonces pues.