¡Gran noticia! ¡Sarah Palin me ha escrito!

28/12/2010

 

¡Casi no lo puedo creer! Bueno, de hecho todavía no me lo creo. Después de unos cuantos pellizcos para asegurarme de que no estaba soñando, un trompazo contra la pared para asegurarme mejor y un buen trago de coñac para serenarme, resulta que sí, que es cierto. La pasada Nochebuena, mientras estaba dándole a la zambomba, la mismísima Sarah Palin me envió un mensaje personal de correo electrónico. Por lo que parece, uno de mis amigos en los Estados Unidos a quien no suponía yo tan bien relacionado (¡hum!, tengo que hablar muy seriamente con él; no puede ser que me haya tenido tanto tiempo sin saber que es íntimo de los Palin) le ha proporcionado mi dirección para comunicarse conmigo y ésta, ni corta ni perezosa, va y me escribe. ¡Uf, qué soponcio! Todavía me da la taquicardia cuando lo recuerdo y empiezo a sudar… ¡Viva Sarah!

Mi amiga L., la que habitualmente me corrige las entradas y de paso me reprocha que no es justo que un tío bueno como Todd Palin sea de derechas, se ha ido de vacaciones a Toledo y me ha dejado a su… ¡ejem!… lindo gatito, Teodoro, para que se lo cuide. El caso es que en Nochebuena se me ocurrió que puesto que a mí lo que me gustan son los alces, estaría bien tener uno siquiera por un día y dicho y hecho: éste es Teodoro hecho todo un alce. El michino no parecía muy satisfecho, pero una vez que le cambié el agua del cuenco por anís y se lo bebió, mejoró su humor y no vean lo contento que estaba mientras cantábamos el “Pero mira como beben los alces en el río”. ¡Miau!

Y ahora a lo que verdaderamente importa a los españoles, que dice el tarugo ése de las barbas: el mensaje que me ha enviado Sarah Palin. Como quiera que me siento incapaz de glosarlo debidamente, he hecho una traducción apresurada y aquí se la dejo para que lo lean y compartan mi júbilo al saber que yo, Bob Moosecon, el peor bloguista pro-Palin de todo el ciberespacio, ha merecido la atención de mi admirada Sarah. ¡Toma castaña!

¡Feliz Navidad, Bob!

¡En verdad que merecerías ser alasqueño! Todd y yo hace tiempo que leemos tu blog y estamos muy contentos de que finalmente hayas podido solucionar tus problemas y escribir de nuevo. No sabes lo mucho que apreciamos el esfuerzo que haces. Nos tenías preocupados y puedes estar seguro de que siempre había una oración para ti para que Dios te diera fuerzas y pudieras volver con todos tus lectores que tanto te aprecian.

Hace meses que tu amigo James Delgado, de Dallas, que también lo es nuestro, nos habló de ti, de tu blog y de tu intención de escribir un libro en español con la verdad sobre mí y hasta de ofrecerlo gratuitamente a todos los que quisieran leerlo. Es un rasgo de generosidad que te honra. Cuando tanta gente sólo piensa en aprovechar la ocasión para sacar dinero y sin importarles si lo hacen con la verdad o con la mentira (y generalmente es con la mentira), que tú renuncies a ello sólo porque compartes los mismos ideales que compartimos millones de estadounidenses es algo que me hace sentir que estoy en la senda correcta y que ciertamente mi lucha es también la vuestra.

Desde aquí, desde Wasilla, te mando mis mejores deseos para ti y para toda tu familia. Y te animo a no desfallecer y a seguir con tu empeño de llevar nuestro mensaje a los hispanohablantes de todo el mundo, tantos de los cuales he conocido personalmente durante estos últimos dos años y a muchos más que espero conocer todavía, especialmente a ti, Bob.

Piper está estudiando español en la escuela y cuando puede lee tu blog para practicar. Dice que se ríe mucho con las cosas que escribes y promete mandarte un dibujo suyo lo antes posible. Pregunta si lo quieres con oso o sin oso. Yo creo que con oso, ¿verdad?

Con todo nuestro afecto,

Sarah y Todd Palin  (y Piper)

P.D. El año que viene quizás viaje a España. Si eso es así, me gustaría que nos conociéramos personalmente. ¡Tenemos tanto de lo que hablar!

Sigo extasiado. STOP. Incapaz de escribir una línea más. STOP. La vida es bella. STOP. Y no vean cuando me llegue el dibujo de Piper. STOP.


America by Heart. Un resumen (II)

25/12/2010

 

Hace frío, ¿eh? Pues claro, estamos en Navidad. Una época del año de lo más adecuada para quedarse en casa por la noche, sentados en nuestro sillón orejero, con la chimenea encendida y los leños crepitando gozosamente, el gato en el regazo, una copa de buen brandy al alcance de la mano y… ¡America by Heart como apasionante lectura a la que dedicar toda nuestra atención! Salvo la cuestión de la chimenea (una estufa de butano no es lo mismo, se diga lo que se diga) y el gato (nunca me he llevado bien con esos bichos; prefiero los perros), eso es precisamente lo que he hecho yo recientemente antes de empezar con esta serie de resúmenes y les aseguro que ha sido una de las noches más placenteras de mi vida. No la hubiera cambiado por nada del mundo. Palabra de Palin.

Capítulo I: We the People (Nosotros, el pueblo)

De Boston (Massachusetts) a Alaska. El primer capítulo de America by Heart comienza con Sarah recordando un día de 2006, a poco de ser nombrada gobernadora de Alaska, en que uno de sus amigos, un tal Bruce, le regaló una foto ampliada de una de las escenas de la película de Jimmy Stewart Mr. Smith Goes to Washington (que aquí en España se tituló Caballero sin espada). Ésa es precisamente una de las películas favoritas de Sarah y como tal, esa foto ampliada, debidamente enmarcada, decoró su despacho de gobernadora en Juneau y ahora decora su despacho en su casa de Wasilla.

Tras recordarnos sucintamente el argumento de la película, que dudo que haya alguien entre mis lectores que no haya visto nunca, Sarah pone el dedo en la llaga al reconocer que una película así, una película tan llena de esperanza, una película sobre el Bien que derrota al Mal y sobre el idealismo que derrota al cinismo, es una película que Hollywood nunca rodaría hoy.

Y es que el mensaje de esta película de 1939 es eterno: puede que haya corrupción en la política, pero puede ser vencida por hombres y mujeres decentes que tengan claros sus principios. La podredumbre no es inevitable. Y si durante estos últimos años tantas y tantas películas sobre la guerra de Irak en las que se retrataba a la administración Bush como una caterva de incompetentes movidos únicamente por el rencor y la codicia y a quienes no les importaba utilizar como meros instrumentos de su ambición a los soldados estadounidenses han fracasado en la taquilla, eso ha sido, sencillamente, porque la mayoría del pueblo estadounidense no se identifican con ese punto de vista, al menos de la misma manera como todavía se identifican con el punto de vista de Jefferson Smith, el protagonista de Mr. Smith Goes to Washington.

La escena favorita de Sarah, y reconozco que también la mía cuando la vi hace muchos años (estoy buscándola por ahí en DVD para comprármela y volver a verla), es una en la que Jefferson Smith-Jimmy Stewart se enfrenta abiertamente con sus corruptos colegas senadores en el mismísimo Senado de los Estados Unidos y les reprocha su traición a los grandes principios plasmados en la Declaración de Independencia, los mismos gracias a los cuales ocupan sus escaños. Para Smith-Stewart (y para Palin también), esos principios son la esencia de lo que significa sentirse estadounidense, antes y ahora, y precisamente porque los grandes personajes del país, los grandes legisladores, los grandes empresarios, los grandes periodistas y los grandes productores de Hollywood, ya no los sienten, los Estados Unidos como nación se sienten perdidos a su vez. En definitiva, Mr. Smith Goes to Washington es la historia de un hombre normal y corriente que se planta frente al poder y le dice: We’re taking our country back (vamos a recuperar nuestro país).

Y de Mr. Smith Goes to Washington a los frenéticos días de la caída del Muro de Berlín. Entre 1989 y 1992, el mundo en el que habían vivido durante tanto tiempo los estadounidenses de la edad de Sarah, había cambiado dramáticamente. El comunismo se había hundido y ese arrogante régimen que se pretendía el definitivo en la historia de la Humanidad se revelaba como lo que realmente era: un tigre de papel (los chinos se equivocaron de destinatario cuando utilizaron la expresión por primera vez). Justamente en 1987, los Estados Unidos celebraron el doscientos aniversario de su Constitución y ese año, el entonces presidente Reagan dedicó parte de su discurso sobre el Estado de la Unión a ensalzar esa Constitución en una nueva cita que Sarah nos regala para que reflexionemos sobre ella. En esta ocasión, Reagan, tan agudo como siempre, descubre por qué la Constitución de los Estados Unidos es tan excepcional cuando tantos y tantos países, incluyendo la Unión Soviética, tienen una. Y su respuesta, la de Reagan, radica en tres palabras: We the People (Nosotros, el Pueblo). Ésa es la diferencia. En las restantes constituciones del mundo, es el gobierno quien le dice a la gente qué es lo que pueden hacer o no; en los Estados Unidos, fue la gente quien le dijo al gobierno lo que éste podía hacer o no.

Por tanto, ¿cómo no esperar que los estadounidenses amen su Constitución? Y si aman a su Constitución, amarán también a sus creadores, los Padres Fundadores. Y eso es algo que Sarah ha podido constatar personalmente a lo largo de sus viajes por todo el país. Ese amor existe, salvo en las elites culturales y académicas, que tan pagadas están de sí mismas y que piensan y proclaman por todas partes que la Constitución fue escrita por viejos blancos en beneficio de viejos blancos y que los Padres Fundadores son meras figuras irrelevantes hoy en día y que lo mejor que podríamos hacer es olvidarnos de ellos y de su obra si queremos tener una  sociedad justa e igual de verdad. Pero eso es lo que piensan ellos y no lo que piensan ni Sarah ni tantos y tantos estadounidenses para quienes aquellas inmortales palabras del comienzo de la Declaración de Independencia (su nueva cita) que dicen que “sostenemos estas verdades como evidentes: que todos los hombres han sido creados iguales y que están dotados por el Creador de ciertos derechos inalienables, entre los cuales se hallan la Vida, la Libertad y la búsqueda de la Felicidad”, siguen estando plenamente vigentes.

Y es que los derechos de los estadounidenses son derechos otorgados por Dios y si Dios desaparece de la vida de los estadounidenses, sus derechos desaparecerán también, algo que a las elites les parecerá seguramente de perlas, pero que a los ciudadanos normales y corrientes no. La Declaración de Independencia y la Constitución son dos caras de una misma moneda y no pueden ser separadas una de otra y el valor de esa moneda es incalculable: la libertad.

En consecuencia, si el gobierno está para defender los derechos inalienables de los estadounidenses, debería tener el mínimo tamaño preciso para semejante tarea, dejando a las personas bregar con sus propios problemas para que así pudieran desarrollar todo su potencial, ¿no? Pues no era ése precisamente el punto de vista del presidente Obama cuando durante su campaña electoral de 2008 clamaba por el hecho de que el Tribunal Supremo jamás hubiera forzado la mano a la Constitución para que el gobierno pudiera por fin decirle a los estadounidenses lo que deben hacer, en lugar de limitarse a decirle al gobierno lo que no puede hacer. Gracias a Dios porque si no… Aprovechando este tema, Sarah nos da una verdadera lección sobre lo que significa ser juez del Tribunal Supremo y cuáles son sus funciones, y concluye demostrando que para uno de esos jueces, transigir con lo que pretende Obama, significaría sencillamente incumplir su juramento. Ni más ni menos.

Indudablemente, el gran enemigo de los progres en los Estados Unidos es la Constitución pues. Para ellos, los Estados Unidos deben ser “corregidos” y ya lo dijo Obama cuando habló poco antes de la celebración de las elecciones presidenciales de que “estaban a cinco días de transformar fundamentalmente los Estados Unidos de América”. Como dice Sarah, no será porque no nos advirtiera. Pero es que la gran mayoría de los estadounidenses no quieren ser transformados y la respuesta a ello es lo que ha llevado a tantos y tantos a salir a la calle y a convertirse en potenciales Jefferson Smith, con la misma batalla que librar y justamente por los mismos ideales. No para transformar su país, sino para restaurar su libertad.

La nueva cita que introduce Sarah en este capítulo es de nuevo del presidente Calvin Coolidge y del mismo discurso que ya citó en la introducción, el de la celebración de los ciento cincuenta años de la Declaración de la Independencia en 1926. Lo único que cambia es el fragmento al escoger ahora Sarah uno en el que Coolidge refuta duramente a aquellos que ya en aquel entonces creían que los principios de los Padres Fundadores estaban pasados de moda.

Para Coolidge, rechazar esos principios no era ser progresista en el sentido de avanzar, sino ser un retrógrado en el sentido de retroceder en el tiempo cuando no había “ni igualdad, ni derechos de los individuos, ni gobernaba el pueblo”. Y para todos esos estadounidenses conscientes, el amor por su país no es ciego, sino que comprenden la inmensa suerte que tienen de ser libres en el país más libre del mundo y se muestran dispuestos, como lo hacen diariamente los soldados de los Estados Unidos, a defender esa libertad porque saben que la libertad no es gratis.

Un ejemplo de la vulneración de esos derechos de los estadounidenses: la reforma de la atención sanitaria. Obama pensó que los estadounidenses simplemente se dejarían comprar por un supuesto nuevo “derecho a la sanidad” en el que, a cambio, perdieran su derecho a conservar su dinero trabajosamente ganado, a escoger su propio médico y a comprar o no su propio seguro sanitario.

Un breve pero documentado repaso al modo como se logró la aprobación de la reforma, plagado de jugadas sucias, sobornos, medias verdades y mentiras completas ilustra el fracaso de Obama cuando su proyecto estrella tuvo que nacer estrellado. Y es que tal y como vio Sarah un día en una pancarta que alguien exhibía en un acto público en contra de dicha reforma (las pancartas en los Estados Unidos, como los refranes en España, están plagados de sabiduría): “Los gobiernos no dan derechos; los gobiernos quitan derechos”.

Un nuevo tema sobre el que tratar para Sarah: el valor que ha adquirido el epíteto “racista” como medio para amedrentar a los rivales. Basta con soltárselo a alguien para que éste se sienta tan avergonzado que ya no pueda defenderse. Se suele utilizar por parte de los progres para denigrar a los miembros del movimiento Tea Party. Y por extensión, para denigrar a todos los conservadores. Y para eliminarlos del discurso político porque si lo que realmente mueve a los conservadores es el odio a que haya un negro en la Casa Blanca, no se trata de sus propuestas políticas, sino simplemente de que son malas personas. Y con las malas personas no hay nada que discutir.

Esto es indigno y Sarah lo pone en su justo término cuando señala que el verdadero malestar en los Estados Unidos no tiene que ver con que Obama sea negro sino con que Obama es un liberal que detesta la Constitución. Es cierto que la Constitución transigió con la cuestión de la esclavitud, pero también es cierto que gracias a la Constitución se pudieron proclamar las Leyes de Derechos Civiles de 1964 y que amar a los Estados Unidos supone reconocer que a veces, como nación, los Estados Unidos no han dado la talla.

Acusar a alguien de racista tiene varias ventajas, la principal es que inmediatamente detienes el debate al permitir a quien insulta alegar que ya no tiene nada que discutir con semejante persona. Lo malo es que quienes utilizan ese recurso realmente creen en lo que dicen y piensan que los Estados Unidos son un país injusto, como parece pensarlo también Obama, un punto de vista que expresó públicamente su esposa y que ambos, que se pasaron casi veinte años escuchando los sermones en la misma línea del reverendo Wright, se supone que comparten.

Sorprendentemente para aquellos que pretenden que Sarah es burra, ésta continúa su alegato analizando históricamente la génesis de la Constitución de los Estados Unidos y desmontando uno de los argumentos favoritos de los progres para justificar su desdén por ella en el hecho de que la Constitución estableció en su momento que los negros se computaran como tres quintas partes de un blanco. Y el resultado es que precisamente esa previsión sirvió para allanar el camino a la abolición de la esclavitud, tal y como reconoce el estudioso Robert Goldwin, al revelar la verdadera razón de ser de tal disposición: evitar que los estados esclavistas (que querían computar a los negros igual que a los blancos) incrementaran su población artificialmente y con ello ganaran la mayoría en el Congreso de los Estados Unidos al tener derecho a más representantes, unos representantes que no representarían de ningún modo a esos electores, los negros, que carecían de todo derecho, además de que supondría un aliciente para importar cuantos más esclavos mejor. En definitiva, alguien genuinamente en contra de la esclavitud no podía querer computar a un negro igual que a un blanco. Y la verdad es la verdad, la diga Agamenón o su porquero.

De todas formas, una cosa es reconocer que los Estados Unidos fueron un país racista y otra cosa pretender que lo siguen siendo. Y eso es algo que en su momento hasta el propio Obama reconoció cuando pronunció su famoso discurso sobre el racismo durante la campaña de 2008 (sí, ésa es otra de las citas de Sarah… increíble, ¿no?) en el que él mismo reconocía que si bien la Constitución nació manchada por el pecado del esclavismo, en su interior llevaba las semillas de su redención al reconocer el ideal de la igualdad para todos bajo la ley y la promesa de libertad y justicia para todos.

Sarah expresa su esperanza de que eso sea realmente lo que desea Obama para los Estados Unidos y, para terminar con su primer capítulo, un capítulo que ya vemos que versa sobre la Constitución y los principios de los Padres Fundadores que dieron su ser a los entonces nacientes Estados Unidos (trato el tema con bastante amplitud y multitud de datos en mi próxima obra, America is Ready!), termina con una de las citas más famosas de la historia de los Estados Unidos: la del reverendo Martin Luther King, Jr. pronunciando aquél discurso que empezaba: “Tengo un sueño…” Un discurso en el que King no rechazaba los Estados Unidos ni sus principios constitutivos, antes al contrario, él quería que los Estados Unidos vivieran plenamente según esos principios y que todos los estadounidenses, blancos o negros, vivieran en un único país y se sintieran orgullosos de él.

Seguiré con el resumen. Quedan todavía muchos capítulos más y cada uno de ellos es un placer de leer. Pero el martes que viene tengo una sorpresa para ustedes. No sean malos y háganme un hueco, por favor. Las Navidades son la ocasión propicia para estar con la familia y ustedes son ya como mi propia familia (tengo suerte: carezco de cuñados progres) y me complace mucho gozar de su compañía, aunque sea virtual.


America by Heart. Un resumen (I)

23/12/2010

Amigos, aquí estoy. ¡Feliz Navidad a todos! Y para celebrarla, ¿qué mejor manera que empezar nuestra serie sobre el último libro de Sarah Palin, America by Heart? Por supuesto que sí. ¡Vamos a ello pues! Por cierto, hoy mismo he tenido noticias sobre mi cambio de trabajo: el próximo mes me incorporo a mi nuevo destino. ¡Por fin! Empezaré el año de la mejor manera posible. Y lo mejor es que mis nuevos compañeros (que ya me conocen de hace tiempo) están igual de contentos: me siento como si fuera un regalo de día de Reyes Magos, ja, ja, ja. Préparense pues porque el 2011 comienza con los mejores auspicios…

¡Feliz Navidad y Próspero Año Nuevo! Que pasen unas estupendísimas fiestas. Y que el año que viene nos sorprenda (relativamente) con esa noticia que todos ansiamos: «Sarah Palin anuncia su candidatura a la presidencia de los Estados Unidos. El presidente Obama sufre un soponcio nada más enterarse. Se rumorea que el vicepresidente Biden ha pedido el carnet del Partido Republicano». Por cierto, hay que ver qué bien van los cuernos para llevar los adornos navideños. Esta foto mía engalanado se está empezando a convertir en todo un clásico, ¿verdad?

Introducción: An American Awakening (un despertar estadounidense)

Sarah comienza su libro recordando un día, el 14 de abril de este mismo año, en Boston (Massachusetts). Ese día participó como oradora en un acto del movimiento Tea Party y recuerda especialmente que cuándo le preguntó a la multitud que se había congregado para verla y escucharla si amaban su libertad, ésta rugió afirmativamente. Había personas mayores y jóvenes, padres e hijos, veteranos del Ejército y oficinistas, incluso algún hippie o dos. Pero todos ellos estaban de acuerdo en que amaban su libertad y, en consecuencia, siguiendo la posterior recomendación de Sarah, dieron gracias por ella a los veteranos que estaban entre ellos porque son ellos quienes han hecho posible que la puedan disfrutar.

Contra lo que suele ser habitual que aparezca en los medios de comunicación, Sarah da fe de que no se trataba de una multitud airada y rebosante de rabia la que se había reunido allí aquel día, sino de gente alegre y con rostros felices, satisfechos de poder corear el grito: “USA, USA, USA” y de agitar frenéticamente la bandera de las barras y las estrellas. Muchos de ellos llevaban pancartas con lemas de lo más expresivos y algunos incluso tan divertidos como: “¡Puedo ver noviembre desde mi casa!”. Tratándose pues de personas sencillas, sinceras y conscientes de quiénes son y qué es lo que quieren, Sarah no pudo dejar de preguntarse entonces por qué esa obsesión por parte de algunos en demonizarlos de esa manera.

Estaban ellos, los del Tea Party, pero también estaban, más alejados, un pequeño grupo de personas opuestas al Tea Party. Ellos también llevaban pancartas, sólo que, tal y como observó la propia Sarah, sus pancartas eran de imprenta mientras que las que portaban los miembros del Tea Party eran todas caseras, espontáneas y abigarradas, hechas con todo el entusiasmo de unos aficionados. Y de allí sacó Sarah una de las principales lecciones del día: los que se manifestaban contra ellos, contra el Tea Party y especialmente contra ella, eran “profesionales” que hasta sus pancartas de protesta esperaban que les fueran proporcionadas por el gobierno, al igual que esperan que éste les proporcione todo lo que necesiten a lo largo de sus vidas. Ésa es la principal diferencia entre ellos y los del Tea Party: que ellos quieren ser mantenidos por el gobierno, aún a costa de su libertad, y los del Tea Party quieren mantenerse a sí mismos y saben que para ello necesitan imperiosamente conservar su libertad.

Sarah recuerda también que en los Estados Unidos de hoy en día, el 9 de abril representa el día en el que un estadounidense normal y corriente ha ganado por fin el suficiente dinero desde principios de año para  pagar sus impuestos. Sólo a partir de ese día, el dinero que gana es para él; hasta entonces lo es para el gobierno.

Para evitar que eso siga siendo así, Sarah se aferra a la esperanza que despertó en ella su anterior gira de presentación, la de Going Rogue. Durante esas semanas, pudo conocer y hablar con miles de personas, de todas las clases y condición. Y muchas de ellas le hicieron llegar libros, artículos de prensa, fragmentos de discursos, sus propios comentarios sobre cómo veían el presente de los Estados Unidos y su futuro y, sobre todo, su indignación por lo que estaba sucediendo y su inquebrantable decisión de luchar contra ello. Ése es el despertar de los Estados Unidos al que se refiere Sarah. No sólo un despertar político, sino un despertar estadounidense que proviene de la gente común y no de las elites y cuyo objetivo es recuperar su país, un país ahora desnortado.

Ésa es la interpretación que hace Sarah del movimiento Tea Party y cuenta ella que la primera pista la tuvo cuando se enteró de que sus tíos Ron y Kate, que viven en el estado de Washington y que nunca habían estado involucrados en política fuera de acudir a votar cuando tocaba, habían empezado a acudir a los actos del entonces naciente movimiento Tea Party. Eso fue lo que le puso sobre la pista y lo que le hizo preguntarse: ¿Pero quiénes son esos?

La respuesta empezó con las protestas contra la irresponsabilidad fiscal en que se estaba embarcando la nueva administración. Pero incluso eso era sólo una parte: los participantes también estaban preocupados porque Obama acabe logrando su objetivo de “transformar fundamentalmente los Estados Unidos”. Algo que tiene como razón de ser su convicción, la de los izquierdistas, de que algo está mal en los Estados Unidos y que no se trata meramente de alguna de las políticas que practica o en el tipo de gobierno, sino que se trata de algo intrínseco al país: la fe en unas libertades concedidas por Dios, la fe en el libre mercado y la certeza de que las verdades de los Padres Fundadores siguen vigentes. No les gusta y así todos sus esfuerzos se dirigen a cambiar eso que no les gusta.

Como ejemplo de esa voluntad transformadora, Sarah menciona el caso de un ejemplar de la Constitución de los Estados Unidos que alguien le advirtió que se estaba vendiendo con una etiqueta en la contraportada que rezaba:

Este libro es producto de su tiempo y no refleja los mismos valores que si hubiera sido escrito hoy. Los padres pueden desear discutir con sus hijos la manera como los puntos de vista sobre la raza, el género, la sexualidad, la etnicidad y las relaciones interpersonales han cambiado desde que el libro fue escrito antes de permitirles leer esta obra clásica.

A Sarah le sulfuró cuando lo leyó puesto que si alguien piensa que las ideas de gobierno limitado y de libertad personal son peligrosas y están fuera de su tiempo, apaga y vámonos. Sin embargo, es precisamente a esos valores a los que se “aferran” (y Sarah utiliza expresamente esta palabra recordando otra ocasión en que ya fue utilizada) los estadounidenses y por ello no desean una transformación fundamental de su país. De hecho, quién necesita esa transformación es el gobierno y su manera de ver las cosas, que ellos sí que están demodé.

Pero es que lo que realmente preocupa a los estadounidenses hoy en día no es sólo la economía (por mucho que se empeñen algunos, hay más cosas que preocupan a la gente, en los Estados Unidos y en otras partes del mundo). Así, les preocupan sus familias y el hecho de que el papel de los padres y las madres no está siendo reconocido como debería serlo. Les preocupa que no se esté protegiendo la inocencia y la seguridad de sus hijos. Les preocupa que las oportunidades de futuro de estos niños estén siendo echadas a perder por el gobierno de hoy, tan corto de vista que es incapaz de ver más allá de su propio provecho. Les preocupa que las leyes no estén siendo aplicadas de igual manera  a todos. Les preocupa que el gobierno y las grandes empresas estén en perfecta sintonía y de acuerdo en apartar al pequeño emprendedor de su camino. Les preocupa que la antaño búsqueda de la libertad de religión se haya convertido actualmente en una búsqueda de la libertad de cualquier religión. Y les preocupa que sus líderes ya no crean en la excepcionalidad de los Estados Unidos y en que estos ya no sean “la última mejor esperanza de la Tierra”, tal y como dijo Abraham Lincoln. Ciertamente, los Estados Unidos no han tenido siempre razón, pero tampoco han estado siempre equivocados.

De acuerdo con todas esas preocupaciones, Sarah reconoce que de todos los temas de los que suele hablar cuando viaja por los Estados Unidos, ya sea sobre la irresponsabilidad fiscal de Washington, la independencia energética, su familia, etc., la que más entusiasmo despierta siempre es la Constitución. Y cree saber por qué. Pues porque en tiempos de incertidumbre, la gente se vuelve hacia esos fundamentos (la Declaración de Independencia, la Constitución, la Declaración de Derechos) que todos ellos han estudiado en la escuela, ese terreno firme y seguro, y que en su momento crearon una nación. De hecho, tal y como nos cuenta Sarah, en los actos públicos del Tea Party, las copias de la Constitución corren de mano en mano. Cada uno puede tener una preocupación en concreto, pero en lo que todos coinciden es en ser partidarios de la Constitución.

La primera lectura que nos ofrece Sarah es la de un fragmento de un discurso pronunciado en 1926 por el presidente Calvin Coolidge en el que reconocía que por muy conflictiva que fuera la vida política de los Estados Unidos, cualquier estadounidense podía encontrar consuelo releyendo la Declaración de Independencia y la Constitución y sabiendo que esas dos grandes obras constituyen todavía los cimientos de la nación y que, en consecuencia, siempre tendrá garantizada una adecuada defensa y protección de sus derechos.

Es por ello que Sarah se confiesa profundamente constitucionalista y cree que sus preceptos no están en absoluto pasados de moda, sino todo lo contrario. Un nuevo fragmento del discurso de otro ex presidente estadounidense, esta vez de Ronald Reagan, lo remacha cuando éste nos recuerda que la libertad está siempre cerca de su extinción a menos que se esté dispuesto a luchar por ella y que ninguno de nuestros hijos la tiene garantizada a menos que nosotros la defendamos para ellos para que ellos a su vez la defiendan para sus propios hijos.

Y es que uno de los peores temores de Sarah estriba en que pueda llegar el día en que su nieto Tripp sólo pueda saber que los Estados Unidos fueron una vez libres porque se lo cuenten Todd y ella. Es por ello que concibió el proyecto de escribir un libro en el que pudiera expresar cuál es su idea de lo que son los Estados Unidos y qué es lo que los ha hecho grandes: la fortaleza de sus familias, la fe en Dios, el carácter de sus habitantes. Y para que los Estados Unidos no vean perecer su libertad necesitan ser un país con un ejército fuerte, un mercado libre y un sano orden constitucional, pero también ser un país donde los niños aprendan a reverenciar las ideas, los ideales y las tradiciones que constituyen su esencia.

¡Ah, qué gusto haber vuelto! Me siento como ése anuncio del turrón de «vuelve a casa por Navidad». Y qué ganas tengo de escribir… Seguiremos con el resumen de America by Heart. Búsquen un ratito para leerme durante estas fiestas, ¿quieren? Que Dios les bendiga a todos.


America by Heart. El mejor libro de Sarah Palin… hasta que salga el próximo

20/12/2010

 

Sí, sí, palabra de Palin. Les prometí que volvería para hablarles sobre el último libro de Sarah y aquí estoy. Y es que nunca es tarde si la dicha es buena. Parece que lo de mi dichoso cambio de trabajo ha quedado por fin encauzado y que ya sólo es cuestión de tiempo y de paciencia. Todo llega en esta vida o como dice un amigo mío que es muy sentencioso: “A cada cerdo le llega su San Martín”. Ya estoy más tranquilo (o menos histérico, como ustedes prefieran) y como quiera que el año casi ha terminado y no puede ser que lo acabe de tan mala manera, dejándoles a todos ustedes, mis mejores amigos, con la duda de si voy a volver a escribir o no, les anuncio que desde ahora mismo reemprendo mis obligaciones como bloguista palinista feroz. Además, el año que viene va a ser muy especial para todos nosotros, sobre todo si Sarah finalmente decide darnos esa inmensa alegría que todos estamos esperando como agua de mayo y anuncia su candidatura a la presidencia de los Estados Unidos. Porque entonces convendría que el día que eso suceda que no nos coja desentrenados; especialmente a mí que soy el que le da a la tecla. O sea, lo dicho: he vuelto. ¡Tiembla, Obama!

Cuando salió publicado Going Rogue, me pareció que podría ser de lo más interesante el publicar un resumen del libro para que todos aquellos lectores que no dominan el inglés (siquiera para leerlo), pero que aman a Sarah Palin tanto como yo, tuvieran la posibilidad de saber de qué iba el libro y qué nos contaba. Fueron unas cuantas entradas las que me llevó el dar cumplida cuenta de mi intención (una por capítulo, si no recuerdo mal) y reconozco que me causó mucho placer el poder hacerlo, sabiendo que habría tanta gente que lo apreciaría. Además, así tenía la posibilidad de leérmelo otra vez.

Con America by Heart, mi intención es la misma. Voy a aprovechar estas semanas navideñas para regalarles un resumen capítulo a capítulo, así voy cogiendo fuerzas para reemprender mis tareas en el blog que, a fuerza de no haber escrito nada desde hace tanto tiempo, me siento de lo más raro ahora mismo. Pero antes de meternos de lleno en ello, me gustaría aprovechar esta primera entrada para comentarles lo que me ha parecido el libro, así en general.

Lo primero de todo, decirles que America by Heart, en mi opinión, es un libro que se aprecia mejor cuando se ha leído antes Going Rogue. Con esto no quiero decir que se trate de una segunda parte de éste. Son dos obras independientes y  ambas se pueden leer perfectamente por separado. Pero lo que salta a la vista inmediatamente es que ambas obras se complementan porque ambas comparten un mismo tema y ése es el de darnos a conocer lo más íntimamente posible que se pueda sin llegar a tratarla habitualmente a una mujer que, por azares de la vida, se ha convertido en la gran esperanza de muchos millones de estadounidenses que están hartos de verse acosados por el mero hecho de sentirse estadounidenses y estar orgullosos de serlo.

Hay quien opina que si Sarah Palin quiere resultar creíble en su (supuesto) afán por ser la próxima presidenta de los Estados Unidos, debería presentar cuanto antes su programa electoral y defenderlo contra los programas de sus rivales. Craso error cuando, para empezar, nadie sabe todavía quiénes son esos rivales (hasta ahora sólo Romney y Huckabee han anunciado su intención de presentarse a las primarias republicanas y de ellos dos tengo mis dudas de que Huckabee acabe presentándose finalmente) y, en consecuencia, la cuestión de un programa electoral es secundaria sobre todo a dos años vista de las elecciones presidenciales y a un año de las primarias de Iowa, las primeras de todas. ¿Qué problemas tendrán los Estados Unidos entonces? ¿Cuáles serán sus desafíos concretos? ¿Vale la pena comprometerse en un asunto que a lo mejor dentro de un año está más que resuelto y que sólo puede servir para poner en evidencia a un candidato que ha propuesto una solución que luego se ha demostrado como mínimo innecesaria (si es que no errónea) porque la que ha funcionado ha sido otra? No, en mi opinión Sarah Palin no debe preocuparse en absoluto por su programa electoral, sino por hacer oposición y salir al quite de todas y cada una de las trapacerías que va cometiendo Obama para que sea él quien se ponga en evidencia, como ya está haciendo y con un más que notable éxito.

Lo que sucede es que una cosa es presentar un programa electoral y otra distinta es presentar a un candidato. Y lo que Sarah Palin sí que está haciendo es presentándose ella misma y haciéndolo con sus propias palabras. Y esto es algo que tenía que hacer quieras o no después de la feroz campaña de acoso y derribo a la que fue sometida durante la pasada campaña electoral de 2008 y, posteriormente, a su vuelta a Alaska. Durante todo ese tiempo, los medios de comunicación (o de confusión, más bien) se volcaron en la fabricación de una Sarah Palin tinafeynizada que, desgraciadamente para ella, acabó calando entre el público y suplantando al original. Su primera misión una vez que dimitió como gobernadora de Alaska era “matar” esa caricatura suya y a fe que lo está logrando. Es cierto que nunca lo conseguirá del todo porque siempre habrá quien pretenda que es más tonta que el mecanismo de un chupete, pero lo que sí que puede lograr es que cada vez menos gente se lo crea y que se acabe convirtiendo en un chiste sin gracia del que sólo se ríen unos pocos freakies, unos tipos tan obtusamente empeñados en negar la evidencia que no hay más remedio que dejarlos por imposibles. Sólo eso ya sería todo un éxito y poco a poco parece que lo va logrando.

Con Going Rogue, Sarah Palin nos contó su vida. Con America by Heart ahonda aún más y nos habla sobre cuáles son los fundamentos sobre los que se asienta su manera de ser y de ver las cosas; sus más íntimas creencias, aquéllas que nunca nadie logrará cambiar porque no están sujetas a discusión alguna. Going Rogue nos hablaba de lo que había hecho en la vida; America by Heart nos revela porqué ha hecho lo que ha hecho y cuando uno termina de leerlo, se da cuenta de que conoce mucho mejor a esa mujer que a otras personas incluso de su propia familia. Porque, ¿cuántas veces alguien se ha sincerado con nosotros de tal manera que nos ha revelado lo que siente y piensa en lo más íntimo de su ser? Pocas veces. Pues ésta es una de ellas.

Así, Sarah da un paso más en su tarea de acabar de una vez por todas con esa impostora que le persigue desde hace ya demasiado tiempo y que, gracias a Dios, cada vez es una imagen más desvaída y fantasmal, tanto que casi ya no puede distinguirse del paisaje. Y de esta manera también, Sarah nos descubre los motivos por los que podemos confiar en ella si es que finalmente llegamos a la conclusión de que la queremos como la próxima presidenta de los Estados Unidos. Unos motivos que no tienen nada que ver con cuál es su opinión sobre el papel de la Reserva Federal y si tiene previsto suprimirla o no, qué piensa hacer con respecto al programa nuclear iraní, norcoreano o de dónde sea, o si va a aumentar el presupuesto federal para subvencionar los ecocombustibles. Todo eso no son más que detalles que, cuando conoces bien a Sarah, sabes que tanto da que te lo diga ahora o más tarde porque su decisión estará basada en sus principios y esos bien que los conocemos, los compartimos y con ello ya tenemos suficiente.

America by Heart es más corto que Going Rogue. Tiene 272 páginas y se lee de un tirón. Basta con una noche de invierno de esas tan frías en las que se agradece estar en la cama calentito. Sarah escribe bien porque va al grano y sabe (virtud suprema en un gobernante) distinguir lo importante de lo accesorio. Su prosa es ágil y concisa y deja siempre con ganas de leer más, lo cual es receta infalible para el éxito de un libro. ¡Ah, y su dedicatoria es su primer acierto!:

Para Trig.
Estoy contenta de que estés aquí

El libro se compone de una introducción, nueve capítulos y una conclusión. Son capítulos que, tal y como el mismo título avanza, hablan sobre la familia, la fe y la bandera estadounidense, todos ellos temas tabú para el progre de hoy en día, cada vez más reducido a la impotencia en todos los sentidos, tanto intelectual como moralmente. Sarah habla sobre todo ello y lo hace extensamente y con orgullo, dándonos la receta para hacer frente a la silenciosa oscuridad reinante en nuestro tiempo de lo “políticamente correcto“; con la luz de la verdad, el trueno de la palabra y el relámpago de la fe.

Reconozco que el libro me ha sorprendido en su concepción porque me lo imaginaba de otra manera. Y es que cuando me llegaron las primeras noticias sobre él, me imaginé una especie de colección de lecturas seleccionadas, algo así como esos irritantes capítulos que siempre salen en nuestras series favoritas que están hechos con retazos de capítulos anteriores y un mínimo argumento que los hilvane con más o menos gracia. Afortunadamente, no es el caso de America by Heart. Es cierto que Sarah nos relaciona algunas de las que son sus lecturas favoritas, pero en el libro es mucho más lo que cuenta sobre sí misma que las propias lecturas, que no pasan de ser un apoyo documental con el que sostener su opinión. Además, no son lecturas habituales (yo, personalmente, no tenía noticia de prácticamente ninguna de ellas) y resultan de lo más sorprendentes. Y tampoco se trata de clásicos, sino de escritos actuales entre cuyos autores podemos encontrar a Martin Luther King, jr, John Ford, Margaret Thatcher, Emiliy Dickinson, selecciones del Reader’s Digest y… ¡Mitt Romney! Sí, se lo juro, Mitt Romney. Y es cierto que se trata de un escrito suyo que merece ser enmarcado y puesto como ejemplo para generaciones venideras. Cuando recibí el libro y lo estuve hojeando ansiosamente, casi me caigo de espaldas al comprobar que en la lista de agradecimientos salía el nombre del tipo ese. Ya ven, tal vez sea cierto eso de que la sabiduría puede estar donde menos te la esperes.

En definitiva, que tal y como irán viendo a lo largo de las próximas semanas, Sarah se ha esforzado en darnos todas las razones por las cuales podemos confiar en ella. ¡Como si las necesitáramos! Yo no al menos porque desde aquella lejana noche de septiembre en Saint Paul (Minnesota), durante la convención republicana, yo ya confié en ella. Pero aún así, ella quiere que lo sepamos todo para que nunca alberguemos la duda de si no nos habremos dejado llevar demasiado por nuestros sentimientos. Y ahora, después de leer Going Rogue, después de leer America by Heart, les puedo confesar que no la tengo y, parafraseando a la propia Sarah, le diría que yo también estoy contento de que ella esté aquí.

 

Que Dios les bendiga a todos. Gracias por su paciencia conmigo.

 


Telegrama desde el frente (laboral)

04/12/2010

 

Saludos a todos. STOP. Sigo vivo. STOP. Todavía no he conseguido cambiar de trabajo. STOP. Me lo están poniendo difícil, los malditos. STOP. No es extraño; son socialistas y saben que no soy de los suyos. STOP. ¿Venganza? STOP. Igual sí, pero no me importa. STOP. No podrán conmigo. STOP. Soy indomable. STOP. Una buena noticia: ya tengo America by Heart. STOP. Ya me he leído la mitad. STOP. ¡Es buenísimo! STOP. Me gusta casi más que Going Rogue. STOP. Los dos se complementan perfectamente. STOP. No duden que publicaré un resumen para todos ustedes en el blog, igual que ya hice con Going Rogue. STOP.  Tal vez la semana que viene empiece. STOP. Mi vuelta está cantada: será pronto. STOP. ¿Y el libro? Va viento en popa. STOP. Ya he empezado a redactar la versión definitiva. STOP. Lástima que no sepa escribir tan bien como nuestra querida Sarah. STOP. Por cierto, ¿han visto lo bien que baila Bristol Palin? STOP. Imagínense un (Bristol) Palin 2030. STOP. Y Piper en 2040. STOP. Un abrazo muy fuerte a todos.

 


¡Viva Sarah!

21/11/2010

 

Amigos, les pido perdón. Hace más de un mes que no escribo nada y más de uno debe de haber pensado que me he muerto, que me he roto todos los dedos de las manos (y de los pies, que con esos también se puede escribir) o, peor aún, que me he echado una novia socialista y me ha cambiado la mentalidad. Nada de eso; la realidad es tan sencilla como que a principios de octubre, y de la manera más inesperada, me surgió la oportunidad de dejar mi trabajo actual y volver al que tenía anteriormente, que era un sitio donde me encontraba más que bien y que tuve que dejar contra mi voluntad. La cosa parecía hecha y contaba con incorporarme a mediados de mes, pero al final, entre pitos y flautas, todavía no ha sido posible y no ha sido hasta hace muy pocos días que me han confirmado que voy a volver allí, pero que hasta principios de diciembre no se hará realidad. Como ya se pueden imaginar, todo este tiempo de espera me ha disparado los nervios y si les contara yo la cantidad de cosas, todas malas, que he imaginado que me estaban sucediendo, daría para media docena de películas de terror. Desde que lo había soñado hasta que mis actuales jefes me estaban preparando una encerrona y en el último momento me iban a decir que tururú. Ahora ya estoy un poco más tranquilo, pero no se crean porque yo, cuando me pongo nervioso, me pongo nervioso y ni como, ni duermo ni, lamentablemente, escribo mi blog.

Sin embargo, nada es eterno, que diría el clásico, y como quiera que siempre he sentido cierta desazón por no haberles ofrecido mi opinión sobre lo que ha sucedido recientemente en los Estados Unidos en las elecciones del midterm, quiero aprovechar hoy que me encuentro bastante bien para escribirles siquiera cuatro líneas. Eso sí, con la promesa de que esas cuatro líneas de hoy se convertirán en cuatro mil tan pronto como me vea en mi nuevo (viejo) puesto de trabajo y pueda pensar que Dios tiene ciertamente maneras muy curiosas de hacer las cosas y que lo único sensato que puede hacer uno es aceptar lo que le viene, entender que todo tiene algún sentido por más que no seamos capaces de desentrañarlo y ponerse en Sus manos y confiar en Su infinita sabiduría.

En los Estados Unidos, las elecciones del midterm han supuesto, en mi opinión, algo más que un vuelco en la composición del Congreso. Es cierto que es algo que suele pasar, que el partido del presidente pierda parte de su poder a medio mandato, pero teniendo en cuenta las altísimas expectativas con las que fue elegido Obama tan solo dos años antes, que movieron a algunos a pretender derogar la Vigesimosegunda Enmienda, esa que limita a dos los mandatos sucesivos de un mismo presidente, imaginándose que Obama iba a ser reelegido por los siglos de los siglos, los resultados de las elecciones son algo más que un batacazo espectacular. Para mí, es el fin del sueño en el que han vivido Obama y el Partido Demócrata desde 2006, cuando tomaron el control del Congreso, y un duro despertar para ambos.

Con una Cámara de Representantes republicana y un Senado demócrata, pero por poco, la situación es la mejor posible. Yo contaba con eso precisamente: recuperar el control de la Cámara de Representantes, pero no el del Senado (había demasiados pocos escaños en juego) y, es más, no lo consideraba yo oportuno. Haberlo hecho hubiera supuesto que la iniciativa legislativa hubiera pasado a manos del Partido Republicano y éste no se haya todavía en situación de saber qué hacer, embarcado como está todavía en su propia lucha por definir la orientación del partido. En cambio, de este modo, los republicanos pueden fastidiar todo lo posible los planes demócratas de “transformación sustancial de la sociedad” gracias a su control de los resortes económicos (que están en la Cámara), pero serán los propios demócratas los que se verán en la obligación de desbaratar las propuestas legislativas republicanas merced a su control del Senado, lo que seguirá desgastándoles y hará que lleguen a las elecciones presidenciales de 2012 con peores perspectivas que las actuales.

¿Colaboración entre los dos partidos? ¿Eso que llaman algunos “bipartidismo” y que, en la práctica, se resume en: “si los republicanos ceden y se tragan las propuestas demócratas es bipartidismo, pero si los republicanos protestan y se oponen a las propuestas demócratas es obstruccionismo”? Yo creo que es la gran trampa ante la que John Boehner, el nuevo speaker republicano de la Cámara de Representantes, va a tener que dar el do de pecho y demostrar su valía. Rápidamente, mi opinión es que de bipartidismo, nada de nada. Los republicanos han sido elegidos para llevar a cabo un programa político que, nada extrañamente, es la antítesis del actual demócrata. Y eso es algo que no deben perder de vista los nuevos (y viejos) congresistas. No se trata de “rescatar” a un presidente y un partido demócrata que está en mala situación, sino de forzar un cambio de rumbo que permita evitar males mayores y ofrezca en 2012 a un presidente republicano una situación heredada lo menos mala posible. Son las elecciones de 2012 lo que se está jugando el partido republicano ahora mismo y, con ellas, el primer mandato de un futuro presidente republicano. De lo que haga el partido republicano ahora, durante estos dos próximos años, dependerá mucho lo que pueda suceder en los cuatro siguientes. Y, por descontado, la posibilidad siquiera de que esos cuatro años sean republicanos. O sea, que mucho cuidado con ceder a las tentaciones “bipartidistas”, “centristas” o “a mí lo que me gusta es Teledeporte”.

Por si acaso, no estaría de más que todos los congresistas republicanos, tanto los nuevos como los viejos, se leyeran la nota que Sarah Palin publicó hace unos pocos días en su página de Facebook y que, titulada “Welcome to all Republican Freshmen and congratulations!” (“¡Bienvenidos todos los nuevos republicanos y felicitaciones!”), sirve perfectamente de guía para desenvolverse con acierto y coherencia durante estos dos próximos y apasionantes años. Volveremos a ello más adelante.

Y de Sarah Palin, ¿qué? ¿Qué pasa con ella? Pues se lo digo con toda claridad: la gran ganadora de las elecciones ha sido Sarah Palin, el gran perdedor ha sido el establishment republicano y el futuro es suyo. ¡Toma castaña! ¿Lo argumento? Lo argumento.

A mí las elecciones de noviembre me preocupaban poco, si es que me refiero a Sarah Palin. Ésta no era candidata a nada y por más que apoyara a una serie de candidatos, las campañas de estos eran suyas y Sarah Palin no tenía nada que decir al respecto. Lo resalto: SARAH PALIN NO ERA CANDIDATA. Y aunque los republicanos no hubieran obtenido los resultados que han obtenido, ella ni ganaba ni perdía nada. Por supuesto que es mejor que no haya sido así y que un buen montón de candidatos “palinistas” (vamos a llamarlos así) estén hoy en el Congreso, pero ya veremos cuáles son los derroteros de estos candidatos y cómo reaccionan ante las pompas y vanidades de Washington, DC. Por si acaso, les recuerdo que Scott Brown, el senador republicano por Massachusetts, también prometía y luego quedó en nada. O sea, que ya veremos.

Pero si las elecciones de noviembre no me preocupaban mucho, las primarias sí. Para mí, esas eran las verdaderas elecciones donde Sarah Palin sí que se jugaba algo: ni más ni menos que la rectificación de su rumbo actual que de “avante toda, RINO” ha pasado a “avante media, conservador”. Me explico. El Partido Republicano actual es una birria que rebosa RINO por todas partes. Los conservadores son la mayoría de los votantes republicanos, pero uno puede ser conservador y no sentirse representado por el Partido Republicano como yo soy conservador y no me siento representado por el Partido Popular (¡puaj!). Y el Tea Party es la expresión más clamorosa de ese divorcio entre los votantes conservadores y el partido que supuestamente debería representarles. Resultado: ya lo vimos en las elecciones de 2008, cuando McCain no tuvo más remedio que recurrir a Sarah Palin para movilizar a dicho electorado que, hasta entonces, se mostraba más frío que un pez a sus propuestas. Desde entonces, el primer objetivo de Sarah Palin ha sido el devolver el partido a la senda correcta, la que transitó con tanto éxito Ronald Reagan, la de una sólida propuesta de gobierno basada en principios conservadores que atraiga tanto a estos como incluso a esos demócratas, los antiguos “Reagan Democrats”, que no están todavía locos de atar y siguen sintiéndose orgullosos de ser estadounidenses.

Era en las primarias donde se estaba jugando la primera batalla de esa guerra. Sarah Palin se arriesgó respaldando a todos aquellos candidatos que se alineaban con ella, ya ganaran o perdieran finalmente la nominación, pero en cualquiera de los dos casos, poniéndoselo difícil a los candidatos del establishment, que hasta entonces no habían encontrado quién les discutiera. Rand Paul fue un caso exitoso de esto que les estoy contando; Christine O’Donnell no lo fue… teóricamente. Para mí, O’Donnell venció porque evitó que un candidato del establishment venciera en las primarias, enviando el único mensaje que estos tipos entienden: ¡ME TRAE SIN CUIDADO SI PIERDO; ANTES QUE VOTARTE A TI QUE ERES UN TRAIDOR PREFIERO QUE GANE UN DEMÓCRATA! ¡Ésa era la verdadera lucha en estas primarias: conservadores contra RINO! Y, gracias a Dios, los conservadores han vencido en mayor proporción que los RINO y seguro que los cabeza de bolo del Republican National Committee (RNC) están que no les llega la camisa al cuerpo pensando que han perdido el control que tenían hasta entonces de sus votantes. Ahora hay otras opciones y los conservadores están dispuestos a no votar más con una pinza en la nariz. Veremos qué pasa en enero cuando Steele tenga que renovar su mandato al frente del RNC. Atentos a esa batalla porque es de lo más importante. No olvidemos que el ganador será el chairman que estará al frente del Partido Republicano durante lo que tengo la absoluta certeza que será la próxima campaña electoral de Sarah Palin a la presidencia de los Estados Unidos.

Y si la ganadora de las primarias ha sido Sarah Palin, el perdedor ha sido el establishment republicano que ha visto como la criada les ha salido respondona. Su histerismo en Delaware, cuando O’Donnell venció en las primarias, ya los retrató como lo que son: una colección de canallas; Alaska, con su furioso apoyo a Murkowski, confirmó que además de canallas son cobardes; y ya puede ir por ahí Karl Rove pretendiendo que él es el “arquitecto” de la victoria republicana porque ya sabemos bien de qué pie cojea. El verdadero “arquitecto” de esa victoria ha sido el movimiento Tea Party que ha llevado a millones de estadounidenses a comprometerse con sus candidatos en un momento en el que si, por el establishment republicano fuera, se hubieran quedado todos en casa. Y Sarah Palin ha sido la delineante de esa victoria, al ser ella la única que ha mantenido el tipo y se ha opuesto con firmeza y con valentía a esos demócratas con los que tantas ganas tenía el establishment de pactar a ver si había suerte y les dejaban algunas migajas.

En cuanto a lo de que el futuro es de Palin, tomen nota: Sarah Palin se presentará a las elecciones de 2012, lo anunciará hacia marzo de 2011 y lo avanzará a través de un mensaje de Twitter y lo confirmará al día siguiente a través de su página de Facebook. Sarah Palin será la primera candidata independiente en presentarse a la nominación republicana… y la ganará. ¿Por qué digo “independiente”? Sencillamente porque las relaciones entre ella y el Partido Republicano son de lo más inexistentes y su candidatura será tomada como una ofensa por parte del establishment, lo que causará aún mayor placer a sus partidarios. Sarah Palin sabe, y está bien dispuesta, a repetir su campaña de 2006, cuando tuvo que presentarse a gobernadora con la hostilidad del Partido Republicano de Alaska y aún así venció.

Desde que han terminado las elecciones, Sarah Palin ha dado un paso adelante y empieza a perfilar sus propuestas, demostrando que está preparada. ¿La prueba? Su reciente intervención sobre política económica, abominando de la QE2. Terminadas las elecciones del midterm, donde ella no era candidata, empiezan el tiempo de las primarias presidenciales donde ella sí que será candidata. Sus mensajes en tal sentido empiezan a ser más asiduos y sus intervenciones públicas de mayor calado. Está calentando el ambiente y cuando sea el momento, lo dirá. Pero recuerden todos una cosa: Palin es Palin. Desligada por completo del Partido Republicano y contando con su propia organización, el tiempo y la manera serán exclusivamente los que decida ella. Nadie va a decirle cómo tiene que hacer las cosas. Y si yo ahora estoy escribiendo la historia de que cómo ha llegado Sarah Palin a ser la única alternativa creíble del movimiento conservador estadounidense, ya estoy preparado para escribir la segunda parte: cómo Sarah Palin llegó a ser la primera mujer presidente de los Estados Unidos cuando todos creían que eso era imposible. Palin está abriendo su propio camino y es uno tan virgen que nadie puede ni imaginarse por dónde nos va a salir. Pero que llegará, eso es seguro. You betcha!

Volveré.


Escribiendo America is ready! (IV) – Diario de una gran aventura

19/10/2010

 

Lo prometido es deuda. Aquí tienen lo que pretende ser el vigésimo tercer capítulo de nuestro libro America is Ready! Disfrútenlo pues. Y recuerden que es sólo un borrador, ¿eh? (¿Cómo que soy un pesado? ¿En serio soy un pesado? Sí, eso me temo. Mi última novia decía lo mismo, snif, snif. Y encima era de izquierdas. Muy de izquierdas).

Hong Kong, Going Rogue y otras cosas: los estadounidenses redescubren a Sarah Palin

En agosto de 2009, Sarah Palin se limitó a dar su opinión como simple ciudadana particular que era y, sin nada más que eso, rápidamente se adueñó del debate político entonces en vigor, que giraba en torno a la naciente reforma sanitaria, logrando que el propio presidente Obama se viera obligado a responderle personalmente, pero sin éxito, puesto que fue ella quien al fin y a la postre acabó saliendo vencedora de la  disputa mantenida por ambos por más que indirectamente. Fue la vuelta de Sarah Palin al primer plano del panorama político estadounidense, pero ahora fiel a su estilo y con sus propias reglas; ya no dependiente de otros que le señalasen cuál era el “guión” al que se tenía que ceñir y que le reprocharan que se salía de él, fuera o no cierto. Y así, al mes siguiente, en septiembre, Sarah Palin volvió a copar todos los titulares cuando el día 23 reapareció públicamente tras su dimisión como gobernadora de Alaska, por más que no fuera en Estados Unidos sino en Hong Kong, la antigua colonia británica que es ahora territorio chino de nuevo, para pronunciar un discurso.

El discurso de Sarah Palin en Hong Kong

Después de tantas críticas como se le hicieron durante la campaña electoral en el sentido de que cómo iba a ser vicepresidente alguien cuyo pasaporte estaba en blanco porque no había viajado ni una sola vez al extranjero (lo cual no era cierto) y que carecía por completo de cualquier experiencia internacional (lo cual tampoco era cierto), que Sarah Palin reapareciera en público precisamente con un discurso mayoritariamente sobre asuntos exteriores pronunciado en el extranjero y ante un selecto auditorio internacional parecía un movimiento sabiamente calculado para dar con un canto en los dientes a esos que tanto le criticaron entonces.

Y es que para su estreno como conferenciante, Sarah Palin escogió precisamente la invitación que le había hecho en su momento CLSA Asia-Pacific Markets, una empresa privada de servicios financieros para inversores corporativos e institucionales de todo el mundo que está considerada como una de las más relevantes en su especialidad: el mercado asiático. Fundada hace veinticinco años, en 1986, CLSA Asia-Pacific Markets (las siglas iniciales corresponden a Crédit Lyonnais Securities Asia) tiene su sede central en Hong Kong, así como oficinas en otras diecinueve ciudades, fundamentalmente de la zona asiático-pacífica, pero también en Nueva York, Londres y Dubai y cuenta con 1.350 empleados, entre los que se cuentan más de 130 analistas financieros que se ocupan de controlar la andadura de más de 1.200 compañías asiáticas que abarcan 13 sectores económicos diferentes. Uno de esos analistas, tal vez el más conocido para quienes conocen el sector, es Christopher Wood, un antiguo periodista económico a quien el Telegraph de Londres atribuye el mérito de haber sido “el primero en predecir el colapso de las hipotecas subprime en los Estados Unidos”.

Fundada y dirigida desde el principio por antiguos periodistas económicos, ese hecho ha marcado de alguna manera el devenir de la empresa, provocando que su manera de hacer no se limite a las cifras sino que también preste atención a lo que se oculta en realidad tras ellas, fundamentalmente hechos y personas. Así, sus informes económicos son mucho más que eso, tratándose de auténticos estudios cuyo análisis abarca mucho más que la habitual retahíla de estadísticas y que en verdad “cuentan una historia” como si de un reportaje periodístico se tratara.

Con este historial, no sorprende en absoluto saber que CLSA Asia-Pacific Markets celebra todos los años un foro donde se reúnen sus inversores y que es mundialmente reconocido por la categoría de sus conferenciantes, entre los cuales se han contado, por ejemplo, el ex presidente de Estados Unidos, Bill Clinton, y el ex director de la Reserva Federal de Estados Unidos, Alan Greenspan. Ese año, la invitada era  Sarah Palin, lo cual no es ninguna tontería siquiera por la categoría de los asistentes, cientos de los más importantes inversores mundiales, personas que no están para perder el tiempo escuchando a un don nadie. Así que si CLSA Asia-Pacific Markets quería escuchar a Sarah Palin y conocer sus opiniones es porque les interesaba y mucho.

En su presentación, el director de CLSA Asia-Pacific Markets, Jonathan Slone, declaró que si se había invitado a Sarah Palin fue debido a la posibilidad de que se convierta en la próxima candidata republicana a la presidencia de Estados Unidos, una posibilidad que a ellos no les parecía nada descabellada, además de por el hecho de su cada vez más influyente papel en la política de su país. Así, le rogaron que en su conferencia hablara no sólo sobre la política exterior de Estados Unidos, especialmente en lo que se refiere a China, sino también de su visión general sobre el mundo y la política. Tal y como reveló el mismo Slone, fue la propia Sarah Palin quien les comentó que si al acto se permitía la asistencia de la prensa se vería obligada a hacer un tipo de discurso diferente por lo que la propia organización decidió no permitir la asistencia de los medios de comunicación, una decisión muy razonable ya que permitió a los asistentes escuchar a una Sarah Palin sin la menor reticencia, pudiendo hacerse una idea cabal sobre ella.

En consecuencia, no existe una grabación completa de su discurso, pero sí que existe la transcripción de una parte de él, gentileza de la propia Sarah Palin, quien pocos días después lo publicó en su propia página de Facebook. Es cierto que existen otras fuentes que pretenden tener más partes, pero como quiera que no es posible comprobar la veracidad de esa afirmación, no se les puede otorgar crédito. Por lo que se refiere al fragmento publicado por Sarah Palin, constituye seguramente la segunda mitad de su discurso y versaba fundamentalmente sobre política exterior,  aunque al final de todo Sarah Palin vuelva de nuevo a la política estadounidense (que trató en su primera mitad, la que desconocemos) y haga sus primeros comentarios sobre lo que estaba sucediendo entonces en Estados Unidos, fundamentalmente la contestación popular a los planes del presidente Obama, lo que constituye su primera toma de postura frente a ese fenómeno que es el movimiento Tea Party. Esto es lo que dijo en concreto:

Bueno, CLSA, mi país está, sin duda, ante una encrucijada. Las encuestas en los Estados Unidos reflejan que la mayoría de los estadounidenses ya no creen que sus hijos vayan a tener un futuro mejor del que han tenido sus padres… Y eso es  la primera vez que sucede.

Cuando los miembros de la generación más grandiosa de los Estados Unidos – la generación de la Segunda Guerra Mundial – pierden sus hogares y los ahorros de toda su vida debido a que sus fondos de jubilación fueron borrados tras el colapso financiero, la gente siente una gran ira. De repente, hay un sentimiento creciente de «echar a los vagos a patadas» de Washington, D.C. – y por vagos se refieren a republicanos y demócratas. Los estadounidenses sufren recortes salariales y pérdidas de empleo, y quieren saber por qué sus líderes electos no se están apretando el cinturón. No ha pasado desapercibido a la gente que el Congreso votó a favor de eximirse del plan de salud al que están forzando al  resto de la nación. Hay un creciente sentimiento de frustración en el ciudadano corriente. Pero incluso en medio de la crisis y la desesperación, vemos signos de esperanza.

De hecho, es un cambio radical en Estados Unidos, creo. Recientemente, ha habido protestas por parte de estadounidenses comunes y corrientes que marcharon sobre Washington para exigir a su gobierno que deje de hipotecar su futuro. ¡¿Un gran número de personas corrientes, de clase media, demócratas, republicanos e independientes de todo el país, marchando sobre Washington?! ¡Entonces sabes que está pasando algo!

Éstas son las mismas personas que acudieron a los ayuntamientos este verano para encararse con sus funcionarios electos que estaban en sus hogares, descansando de esa capital distante y que tuvieron que enfrentarse con la gente a la que representan. Grandes reuniones en el ayuntamiento – fragmentos de video que circularon cubriéndolo todo – con gente vigilante, sintiéndose que ya no volverían a estar solos nunca más.

Los ayuntamientos y el movimiento Tea Party son ambos parte de una creciente toma de conciencia popular entre los estadounidenses comunes y corrientes que han decidido que si quieren un verdadero cambio, deben tomar la iniciativa y no esperar a ser conducidos a él. El cambio real – y ustedes lo saben, es uno que no necesita de un título para provocarlo.

El “movimiento Tea Party” se bautizó muy apropiadamente para recordar a la gente la Revolución Americana – de los patriotas coloniales que se sacudieron el yugo de un gobierno lejano y declararon su libertad de los indiferentes – elitistas – dirigentes que limitaban su progreso y no les mostraban ningún respeto. Hoy en día, los estadounidenses corrientes ven Washington en términos similares.

Cuando mi país alcance de nuevo  la estabilidad financiera y el crecimiento económico – cuando volvamos a rugir como vamos a hacer – será en gran parte gracias a la ardua labor y el sentido común de estos estadounidenses normales y corrientes que exigen que el gobierno gaste menos e imponga menos impuestos y permita al sector privado crecer y prosperar.

No nos interesan los apaños del gobierno, ¡estamos interesados en la libertad! ¡Libertad! Nuestra visión es hacia el futuro. Las personas pueden sentirse frustradas ahora, pero también estamos muy esperanzadas.

Y, después de todo, ¿por qué no deberíamos? Somos estadounidenses. Siempre tenemos esperanza.

Gracias por dejarme compartir parte de esa esperanza y la visión de una estadounidense normal y corriente con ustedes. Dios les bendiga.

El discurso causó una muy buena impresión entre el auditorio y, a la parte que conocemos, es difícil encontrarle una sola pega, demostrando que todas esos rumores que se habían producido durante la pasada campaña electoral en el sentido de que la elección de Sarah Palin como compañera de ticket de John McCain había provocado una fractura en el equipo de asesores que gestionaban la campaña de este último, una fractura que separaba a los que pensaban que era tonta (el equipo encargado de las cuestiones de comunicación) y los que pensaban que simplemente era alguien que carecía de los conocimientos necesarios pero que tenía la suficiente inteligencia como para adquirirlos (el equipo encargado de las cuestiones políticas), eran ciertos.  Algo confirmado también por el hecho de que su nuevo asesor en política exterior, Randy Scheunemann, que le había ayudado a preparar su intervención, había sido uno de esos últimos.

En definitiva, el efecto causado bien puede resumirse en la opinión de Jonathan Slone, su anfitrión, quien declaró una vez que hubo terminado:

Ha sido un gran discurso. La gente ha obtenido mucha información y ahora estamos enterados de los puntos de vista de Sarah Palin.

O como dijo, por ejemplo, Doug A. Coulter, de LGT Capital Partners:

Ella no sonó en absoluto como una extremista de derechas. Parecía más bien tomar postura como libertaria o una simple conservadora.

Por cierto, que fue justamente en este discurso cuando Sarah Palin anunció por primera vez la etiqueta bajo la que quería ser conocida: una “commonsense conservative” (conservadora con sentido común). Y desde entonces, cada día más gente se siente también una de esas personas.

Going Rogue

Y apenas se habían calmado las aguas tras su discurso en Hong Kong cuando Sarah Palin volvió a sacudirlas a finales de mes con el anuncio de la próxima publicación de su autobiografía, un libro titulado Going Rogue: An American Life (Yendo por libre: una vida americana). Por lo que se supo entonces, ese libro le fue encargado hacía cuatro meses por la editorial HarperCollins, que le había dado de plazo hasta el 15 de septiembre para terminarlo, plazo que cumplió sobradamente, entregando un manuscrito de alrededor de 400 páginas, siendo su primera edición de 1,5 millones de ejemplares y estando previsto que saliera al mercado el siguiente 17 de noviembre.
 
Más cosas que se supieron entonces fueron que Sarah Palin empezó a trabajar en él inmediatamente después de su dimisión como gobernadora de Alaska, habiéndose trasladado para ello a vivir durante varias semanas a San Diego (California) junto con su marido, Todd, y su hijo, Trig. Allí, trabajó junto a su colaboradora, Lynn Vincent, quien reside allí, en la primera versión del libro, que pulió y dejó lista para imprimir tiempo más tarde en New York City (New York).

De momento, y a la espera de que fuera publicado, Going Rogue se convirtió inmediatamente en el libro más encargado en las librerías virtuales de Amazon y Barnes & Noble, superando a The Lost Symbol de Dan Brown, Arguing with Idiots de Glenn Beck y True Compass, las memorias de Ted Kennedy. Tal y como confesó entonces una fuente de la editorial, la expectación que despertó era sencillamente increíble; nunca antes había pasado algo semejante con un libro de no ficción.

Por fin, Going Rogue salió al mercado el 17 de noviembre y todas las previsiones hechas por parte de la editorial quedaron desbordadas, puesto que transcurridas apenas dos semanas desde su lanzamiento había vendido ya un millón de ejemplares, 700.000 de los cuales lo fueron durante la primera semana, habiendo sido encargada una nueva edición de otro millón de ejemplares y aún otra de otros trescientos mil, lo que elevó el total de la tirada hasta los 2,8 millones de ejemplares. Para aquellos que gustan de comparaciones, el libro de Barack Obama, The Audacity of Hope, vendió 182.000 ejemplares durante sus primeras tres semanas a la venta (tres, no dos) y ello a pesar del favorable tratamiento que obtuvo por parte de la crítica y de los medios de comunicación, algo de lo que no pudo disfrutar Sarah Palin, por ejemplo, a quien la crítica trató con bastante condescendencia a pesar de que su libro es bastante mejor que el de Obama (por más que hubiera quien dijera a raíz de su publicación que Obama era “el escritor más poderoso desde Julio César” y no se le cayera la cara de vergüenza).

Rápidamente, Going Rogue se enseñoreó de las listas más reputadas de libros más vendidos, tales como las del USA Today o la del New York Times, cuyas primeras posiciones en la categoría de libros de no ficción ocupó durante seis semanas seguidas. Sólo la autobiografía de 2004 de Bill Clinton, My Life, vendió más ejemplares durante el primer mes. De cualquier forma, Going Rogue acabó 2009 siendo el libro de no ficción más vendido en los Estados Unidos y el segundo entre todos los libros, ficción y no ficción, siendo superado únicamente por The Lost Symbol de Dan Brown.

En cuanto al propio contenido del libro, dejando aparte el interés que tiene el conocer la opinión de la propia protagonista sobre muchos de los hechos que le ha tocado vivir, lo mejor estriba en que permite conocer a la propia Sarah Palin, la verdadera y no la que los medios de comunicación han fabricado a partir de sus propios prejuicios. Y ése era sin duda el objetivo principal de Sarah Palin al escribirlo: proporcionar a la gente los medios para que pueda llegar a conocerla a través de sus propios hechos y de sus propias palabras, “sin filtros” como le gusta decir a ella. Así, la dedicatoria va dirigida a:

(…) all Patriots who share my love of the United States of America. And particularly to our women and men in uniform, past and present – God bless the fight for freedom.

El libro está bien escrito y se lee rápida y fácilmente a pesar de tratarse de la primera obra de su autora. Los medios de comunicación rápidamente acusaron a Sarah Palin de no haberlo escrito ella misma sino de ser obra de su colaboradora, Lynn Vincent, algo que los expertos descartaron cuando se comprobó la existencia de ciertos errores gramaticales (el uso ocasional de “I” en lugar de “me” para el objeto directo) que un escritor profesional como Vincent jamás hubiera cometido. En cuanto al hecho de que la Associated Press (AP) lograra hacerse ilegalmente con un ejemplar del libro antes de que éste saliera a la venta y dedicara un total de once periodistas a la tarea de comprobar la veracidad de todas y cada una de las afirmaciones que se hacían en el libro (el ”fact checking” que se llama), es algo demasiado ridículo como para hacer el más mínimo comentario sobre ello.

Una curiosidad que tiene su miga es el hecho de que el libro carece de un índice onomástico como es habitual en este tipo de obras. Tras la sorpresa inicial, se supo que había sido cosa de la propia Sarah Palin quien, sabiendo que los periodistas más importantes no leen libros políticos sino que se limitan a consultar en el índice onomástico cuántas veces son mencionados en el texto, decidió omitirlo para así obligarles a leer el libro, sabiendo que eso sería algo que les disgustaría sobremanera; más incluso que una mención desaprobatoria.

Por fin, no pudiendo agarrarse a nada más para criticarlo, los medios de comunicación se volcaron en el anecdótico hecho de que Sarah PAC, el PAC de Sarah Palin, había gastado 63.000 dólares en comprar alrededor de 4.700 ejemplares del libro para regalarlos firmados a cambio de donaciones. Algo que no deja de ser un hecho habitual entre políticos en la misma situación que Sarah Palin, habiendo escrito un libro y contando con un PAC propio. Consultada al respecto, la Federal Election Commission (FEC) decidió que puesto que Palin no era entonces ni miembro electo ni candidata a ningún puesto público, su PAC podía hacer eso si quería y sin violar ningún tipo de ley. De todas formas, los medios de comunicación se negaron a darse por vencidos por un tiempo y pretendieron explicar con ello el motivo de la persistente presencia de Going Rogue en lo más alto de la lista de best-sellers. Sin embargo, el hecho de que Going Rogue haya vendido más de 2,5 millones de ejemplares contra los 4.700 escasos que adquirió Sarah PAC no pareció darles en qué pensar. Tampoco el hecho de que para obtener uno de esos ejemplares adquiridos por Sarah PAC hubiera que realizar, tal y como explicaba su propia página web, una donación a la Republican Governors Association (RGA) de al menos cien dólares, lo cual teniendo en cuenta que el libro cuesta 13,50 dólares en cualquier librería es una manera muy tonta de pretender vender más ejemplares, ¿no?

Oprah Winfrey entrevista a Sarah Palin

De cualquier forma, Going Rogue era un éxito indiscutible y Sarah Palin estaba en la cresta de la ola. Por más que la odiasen, los medios de comunicación eran conscientes de su atractivo para el espectador y, habiendo anunciado que se iba a embarcar en una larga gira por todo Estados Unidos con el fin de promocionar su libro, había peleas por ser la primera en contar con su presencia en una cadena de televisión. Al final, la afortunada fue Oprah Winfrey, la presentadora de «The Oprah Winfrey Show», el principal talk show de los Estados Unidos. Ciertamente, Oprah ha reconocido ser votante demócrata, tanto que en 2008 rompió su tradicional neutralidad y apoyó expresamente a Barack Obama, haciendo incluso campaña con él. Muchos se temieron que pudiera volver a producirse una encerrona como la que le preparó Katie Couric durante la pasada campaña electoral, pero como quiera que esta vez era la propia Sarah Palin quien ponía sus condiciones, no hubo ningún problema y la entrevista fue correcta, un poco aburrida incluso dado que no se tocó ni un solo tema político, pero dado que el programa de Oprah no es de actualidad política, es lo que podía esperarse. Así, por ejemplo, no se abordó la oposición de Palin a la reforma sanitaria, pero sí el embarazo de Bristol. Con estas premisas, la entrevista de Oprah merece ser recordada meramente como la primera concedida por Sarah Palin en la que ésta pudo actuar sin cortapisas, lejos ya de tener que “ceñirse al guión”.

Incluso la propia Sarah Palin pareció estar satisfecha de los resultados puesto que tras haber grabado la entrevista publicó una nota en su página de Facebook explicando que estaba en Chicago con sus hijas Willow y Piper, que ya había grabado su entrevista y que se lo pasaron tan bien que incluso sobrepasaron el tiempo que tenían asignado para ello. En cuanto a la propia Oprah, Sarah describió su trato como muy “hospitalario y amable”.

Going Rogue Tour

 Sin embargo, lo realmente sorprendente de Going Rogue no fueron sus cifras de ventas, sino su gira de presentación. Sabiamente alternada con una entrevista tras otra en los medios de comunicación más fiables para alguien que como Sarah Palin se define a sí misma como una “conservadora con sentido común”, su arranque el 18 de noviembre en Grand Rapids (Michigan) fue una muestra de lo que iban a ser ese par de meses de absoluta locura que vivieron todos sus partidarios en los Estados Unidos.

La gira abarcó 26 estados, parando en 32 ciudades distintas, la mayoría de las cuales no eran en absoluto las habituales en este tipo de giras. Así, por ejemplo, no hubo paradas en Massachusetts, Nueva York o California, estados claramente liberales. Pero sí las hubo en Ohio, Florida o Idaho, además de otras dos especialmente pensadas para encontrarse con los militares estadounidenses, una en Fort Bragg (Carolina del Norte) y otra en Fort Hood (Texas). ¿Qué es lo que pasó en cada una de esas paradas? Pues lo lógico: la gente, los estadounidenses normales y corrientes, se volcaron con Sarah Palin como nunca lo habían hecho antes por nadie y convirtieron el sitio de que se tratara en verdadero “territorio Palin”. Colas de hasta mil personas o más que pasaban doce, veinticuatro o treinta y seis horas esperando en el exterior de una librería en pleno noviembre o diciembre, pasando frío y sin dormir, sólo por el placer de ser uno de los favorecidos en tener su libro firmado por ella. Y si hacía falta, la propia Palin se preocupaba de que nadie perdiese su oportunidad de conseguir su autógrafo, tal y como hizo en Columbus (Ohio) el 20 de noviembre cuando tras terminar de firmar los libros de todos aquellos que habían logrado ser unos de los admitidos al interior de la librería, salió inesperadamente fuera de ella e invitó a unas doscientas personas más que se habían visto obligadas a quedarse fuera a entrar ellas también. O como hizo más de una vez, llegando al lugar de la firma antes de lo previsto y marchándose de él más tarde para así tener tiempo de firmar más libros. O como sucedió en Richland (Washington) el pasado 30 de noviembre cuando se bajó de su autocar bastante antes de llegar al lugar de la firma para así poder hacer el resto del camino a pie, saludar a sus partidarios y darles las gracias personalmente por haber venido.

Sarah Palin no hizo el recorrido sola, sino que le acompañaron algunos miembros de su familia como sus hijos menores, Piper y Trig, éste último toda una estrella en esta gira en lo que supuso un espaldarazo a la causa de los niños con necesidades especiales en un país, Estados Unidos, en el que nueve de cada diez embarazos anunciados de niños con síndrome de Down acaban en aborto. Los padres de Sarah, Chuck Sr. y Sally, la acompañaron también y fueron tan saludados y felicitados como su hija, pidiéndoles muchas personas que les firmaron ellos también el libro. Y es que como la propia madre de Sarah no pudo menos que reconocer durante su parada en Richland (Washington):

Es una verdadera sorpresa. Estábamos preocupados; mira que si aparecemos y resulta que no viene nadie. Estamos verdaderamente entusiasmados de ver todo este apoyo en el estado de Washington.

Durante la gira, fueron muchos los que animaron a Sarah Palin a que se presente a las elecciones de 2012. Y muy posiblemente no fueran desencaminados porque el Going Rogue Tour bien puede suponer un ensayo a pequeña escala de una campaña electoral basada en el contacto directo e inmediato con los votantes.
 
Para empezar, tomemos la gira en sí. Una gira por 26 estados, uno más de la mitad de los que componen los Estados Unidos. En esos 26 estados, se detuvo en 32 localidades distintas, pocas de las cuales son las grandes capitales en las que todos piensan habitualmente: Nueva York, Los Ángeles, Boston, Chicago, Miami, etc. Sí que ha habido grandes localidades como Cincinnati (Ohio), Phoenix (Arizona), Minneapolis (Minnesota), Salt Lake City (Utah) o Reno (Nevada), pero no son las habituales en una gira de este tipo. Sarah Palin ha dejado aparte lo que podría denominarse como la América “liberal” y se ha volcado en la “conservadora”, la que todavía siente su bandera como propia y no se avergüenza de ella, la que en palabras del presidente Obama “se aferra a sus armas y a su religión”, la que no quiere que el gobierno federal les dé la sopa boba y a cambio sólo aspiran a que les deje en paz para ganarse la vida con el sudor de su frente. Es decir, sus votantes naturales. Los que tienen claro desde el año pasado que Sarah Palin es “una de ellos” y que no han cejado en darle su apoyo desde entonces.

Después, podemos ver como esta gira no ha sido una mera gira de carretera y manta que diría un castizo, sino que ha estado salpicada de apariciones, muchas apariciones, ante los medios de comunicación. De hecho, los medios de comunicación se han dado de tortas para conseguir la presencia de Sarah Palin en sus programas y el que no lo ha conseguido… bueno, es un dato para reflexionar. La víspera de empezar la gira, Sarah Palin apareció en el programa de Oprah Winfrey. La entrevista fue buena desde el punto de vista de Sarah Palin, pero para Oprah, en cambio, fue un regalo de Navidad por adelantado ya que obtuvo sus mejores resultados de audiencia en los últimos dos años.

Una vez que Sarah Palin dio el aldabonazo con su aparición en el programa de Oprah Winfrey, empezó la gira y con ella una larga serie de apariciones en programas de periodistas, ahora sí, “serios”: Barbara Walters, Rush Limbaugh, Mark Levin, Sean Hannity, Eddie Burke, Bill O’Reilly, Greta Van Susteren, Laura Ingraham, Dennis Miller, Gretchen Carlson, etc. Con todos ellos, Sarah Palin pudo centrarse por fin en sus propuestas políticas. ¿Qué fue lo bueno de todo esto? Pues fundamentalmente que borró de la memoria del público estadounidense aquella malhadada entrevista de Katie Couric que hasta entonces ocupaba la mente de todo el mundo cuando recordaban a Sarah Palin, volviéndola tan vieja que parece un mal chiste que alguien pretenda recordarla a estas alturas.

Por otra parte, la gira tenía como objetivo fundamental el promocionar un libro, ciertamente. Pero es que la autora es una política y, en consecuencia, es inevitable el hablar con ella de política. ¿Qué hizo Sarah Palin durante sus entrevistas? Aparte de referirse al libro, por supuesto, buena maña se dio en hacer hincapié en su mensaje de “commonsense conservative” (conservadora con sentido común), centrando su mensaje en unas pocas ideas: la cuestión de la economía (no a más impuestos), la cuestión de la energía (Drill, baby, drill!), la cuestión de la seguridad nacional (estamos en Afganistán, y donde haga falta, para ganar), la cuestión de la reforma sanitaria (no a los “death panels”) y la cuestión de una clase política que vive a espaldas de sus representados y que pretende aumentar aún más su poder (no al crecimiento del gobierno federal). Es decir, unas pocas ideas, cierto que negativas en su mayoría, o sea centradas más en oponerse a la actuación del gobierno federal que en presentar sus propias propuestas, pero algo que es lógico puesto que ella está en la oposición y no se presenta todavía a ningún cargo público por lo que no hay motivo de que presente un programa político. De esta manera, va configurando el núcleo de una futura propuesta política, repitiendo unas pocas ideas para que acabasen calando en la mente del público, distinguiéndola así de sus competidores, tanto demócratas como republicanos.

Cena con Billy Graham

Y entre los momentos más destacados de la gira, cabe destacar, por ejemplo, el que se produjo el 22 de noviembre, cuando Sarah Palin, sus padres, su tía materna Katie y sus hijos Piper y Trig acudieron a cenar a Montreat (North Carolina) a casa del reverendo Billy Graham, uno de los predicadores más conocidos de los Estados Unidos y aún del mundo entero, y sus hijos Franklin y Anne

Durante un aparte de alrededor de media hora que mantuvo con el propio Graham, Palin habló sobre su vida en Alaska y su fe, mientras que él, que ha sido consejero espiritual de muchos presidentes y políticos estadounidenses, recordó la vez en que fue a predicar a Anchorage (Alaska) en 1984. Tal y como declaró él mismo:

Ha sido un honor el haber tenido a la gobernadora Palin y su familia en nuestro hogar esta noche. Yo, como mucha gente, me he sentido impresionado por su fuerte compromiso con su fe, la familia y su amor al país.

Billy Graham firmó unas Biblias para todos los miembros de la familia Palin presentes en la cena y dos especialmente para ella: una pequeña de viaje y otra grande. Posteriormente, todos rezaron juntos. Con esta visita y, especialmente, con la “bendición” que Graham le dio cuando su hijo Franklin declaró que su padre ha seguido su carrera y le gusta su fuerte compromiso con la fe, así como que siente que Dios la está usando para despertar a los Estados Unidos, ésta bien podría contar con el apoyo entusiasta del electorado tradicional para el cual la religión no es algo vergonzoso que esconder sino todo lo contrario. Y el apoyo electoral por parte de estos votantes a un candidato supone prácticamente el triunfo de éste en muchos estados del sur de los Estados Unidos, el llamado “Bible belt” (“cinturón de la Biblia”).

Cena en el Gridiron Club

Y otro momento destacado de la gira, dejando aparte el 26 de noviembre, el Thanksgiving Day (Día de Acción de Gracias), cuando Sarah Palin y otros miembros de su familia participaron en una carrera de 5 quilómetros en Kennewick (Washington) a beneficio de la Cruz Roja, y el 2 de diciembre, cuando pronunció un discurso en la Universidad de las Ozarks en Point Lookout (Missouri), se produjo el 5 de diciembre en que cenó en el Gridiron Club de Washington, D.C, el más antiguo, selecto y prestigioso club de… ¡periodistas! En él, los más importantes miembros de los principales medios de comunicación se reúnen una vez al año en una cena especial a la que invitan a una personalidad política republicana y otra demócrata para que pronuncien sendos discursos con la única condición de que sean lo más jocosos posibles. En la cena de ese año, los invitados eran Sarah Palin, por parte republicana, y el representante Barney Frank, de Massachusetts, por parte demócrata.

Muchos pensaban que Sarah Palin no se atrevería a aceptar la invitación que le hicieron, pero no fue así y su discurso resultó tan hilarante que, con todo el pesar de su corazón, los asistentes, muchos de ellos apasionados opositores suyos, tuvieron que reconocer que se había convertido en la vencedora de la noche. Desgraciadamente, ese discurso está tan lleno de referencias a todas y cada una de las controversias en las que se ha visto envuelta Sarah Palin durante ese último año que resulta difícil de comprender si no se es un buen conocedor de ellas. Aún así, merece la pena leerlo:

Buenas tardes. Es fenomenal estar en Washington y me encanta el tiempo que hace. ¡He desafiado a los elementos y he salido a echar una carrera! O como lo llama Newsweek, una foto de portada.

Desde la habitación de mi hotel, desde allí puedo ver la embajada de Rusia, ahí mismo. Es un privilegio el estar aquí esta noche en la librería Barnes & Noble de Washington, D.C. Esta noche voy a leer extractos de mi nuevo libro. ¿Han oído hablar de él quizás? Going Rogue.

En el Yukón no estaban seguros de si elegir ese título y alguien sugirió que siguiese las tendencias de autoayuda de la Costa Este y eligiese Cómo parecer multimillonaria… por sólo 150 de los grandes.

A Todd le gustaba La audacia de la Ladera Norte.

¡Eh! Yo consideré el que no tuviera título en absoluto. Ya lo he dicho antes, pero vosotros, los del Beltway, parece que no os enteráis. No necesitas un título para tener impacto.

Pero de todos modos, vamos a empezar. Voy a empezar mi primera lectura en la página 209:

Estaba completamente oscuro cuando aterrizamos tarde en Arizona el 27 de agosto de 2008. A la mañana siguiente fuimos al rancho de John McCain en Sedona. John estaba esperando en el porche. Antes de que pudiera decir una palabra, le digo — y cito textualmente: “Sé por qué estoy aquí y estoy lista. Pero estoy preocupada. El coste de la protección del crédito de los principales bancos de Estados Unidos está aumentando vertiginosamente. ¿Has pensado algo sobre la especulación de las entidades en el sistema bancario paralelo? ¿Te das cuenta de la vulnerabilidad creada cuando estas instituciones piden préstamos a corto plazo en los mercados de liquidez para invertir a largo plazo en activos no líquidos? John dijo: «You betcha!». Yo pensé: «You betcha? ¿Quién puede hablar así?”.

Bueno, a veces sólo tienes que confiar en tu instinto. Cuando no lo haces, acabas en lugares  como éste. ¿Quién se hubiera imaginado que estaría haciendo migas con este grupo? Por lo menos ahora puedo poner un rostro a todos los periódicos que leo.

Está bien el estar aquí, delante de esta audiencia de importantes periodistas e intelectuales. O como yo lo llamo, un comité de la muerte.

Para ser honrada, tenía serias reservas acerca de venir a visitar a su pequeño y acogedor club. El Gridiron todavía no le ha ofrecido el ingreso a nadie de mi periódico local en Wasilla, el Matanuska-Susitna Valley Frontiersman. Y mi padre pensaba que era una mala idea dejar la gira de promoción del libro por un partido de fútbol. ¡Puede que tenga razón!

He estado de gira por este gran, gran país nuestro en las últimas semanas. Tengo que decirlo, ¡la vista es mucho mejor desde el interior del autobús que debajo de él!

Pero, en realidad, me siento emocionada de estar con ustedes. Y me gustaría dar las gracias al Gridiron por la invitación y a Dick Cooper por su presentación. Parafraseando a John F. Kennedy, ésta debe de ser la reunión más extraordinaria de personas que jamás se han reunido para atacarme con saña desde la última reunión corporativa de la CBS.

A pesar de lo que han leído, o más probablemente, a pesar de lo que han escrito, siento un vínculo real con todos ustedes. Estudié Periodismo, obtuve un título en Comunicación y durante un tiempo sólo quería ser periodista. Incluso fui comentarista deportiva de televisión cuando volví a casa. Supongo que algunos de ustedes probablemente comenzaron de la misma manera… una vez que hubo televisión.

Déjenme volver al libro. Sé que muchos de ustedes están todavía molestos porque no quise entrar en ese juego tonto de Washington. Ya saben, aquel en el que todos ustedes leen un libro en su totalidad, desde la primera página del índice hasta la última.

Pero piensen en ello porque, como no han tenido más remedio que leer el libro entero con la vana esperanza de encontrar su nombre, ¡ahora lo saben todo acerca de Denali, mi madre, mi padre, los globos oculares de los ungulados, pescar salmón en el Nushagak y Ugashik, cerca de Alegnigak, donde hacemos agootak y moose chili! ¡De nada!

Sin embargo, quiero hacer algo muy especial por esta audiencia de la elite de Washington. Por lo tanto, voy a leer algo del índice – que opté por no incluir en la edición de tapa dura. ¿Me creerían si dijera que no lo incluí porque queríamos salvar árboles?

En la A tenemos… “Alaska, incomprensión de los medios de comunicación”. Páginas 1-432.

En la letra B… “Tendenciosos, medios de comunicación”. Páginas 1-432.

Y en la C… “Conservadores, medios de comunicación”. Ver agradecimientos.

Voy a dejarlo aquí. Sé que ésta puede ser una larga noche y como que lo entiendo, vamos a romper con una tradición del Gridiron. Normalmente, el orador demócrata pronunciaría un discurso después de mí. Pero en cambio, el equipo de la campaña de John McCain me ha preguntado si podrían utilizar ese tiempo para refutarme.

Mucho se ha dicho acerca de algunas relaciones de la campaña. La cercanía. Los cálidos sentimientos. John y yo estamos de acuerdo en que todos esos empleados simplemente deberían dejarlo estar. Es historia.

Digamos que si alguna vez necesito un director de campaña calvo, me parece que todo lo que me queda es James Carville. No quiero decir que haya quemado un puente, pero lo sé todo sobre eliminar puentes hacia ninguna parte.

Ese orador demócrata al que me he referido es, por supuesto, el único e irrepetible Barney Frank. ¿Y yo soy la polémica? Barney, la nación tiene con usted y con el gobierno una deuda. Una deuda enorme, histórica e increíble. Sin embargo, es bueno estar aquí con usted, señor presidente. Porque al llamarle presidente no me refiero sólo al Comité de Servicios Financieros de la Cámara. Por lo que puedo decir, Barney es también presidente de AIG, Citibank y Bank of America.

No quiero decir que el gobierno de Estados Unidos esté asumiendo el papel del sector privado, pero tengo que admitir que, en el vuelo hacia aquí, hojeando una revista y mirando una foto del presidente Obama con el presidente de China, la persona que se sentaba a mi lado la señaló y dijo: “Hu es un comunista”. Yo pensé que estaban haciendo una pregunta.

Sin embargo, cuando veo la actuación de esta administración, no puedo dejar de pensar en lo que podría haber sido. Yo podría ser la vicepresidente que supervisa la firma de los cheques para los rescates. Y Joe Biden podría estar de gira, vendiendo su nuevo libro, Going Rogaine.

Y hablando de libros…. ¿He mencionado el mío? Going Rogue. Es un excelente regalo de Navidad. Disponible ahora en una librería cerca de usted. Oigan, de alguna forma tengo que pagar la factura de la campaña por la investigación de mis antecedentes.

En serio, la respuesta ha sido fantástica. Así que voy a cerrar con la lectura de un pasaje final. Página 403:

Me han preguntado mucho últimamente: «¿Qué vas a hacer ahora?» ¡Buena pregunta!

Dondequiera que vaya sé que, como cualquier persona en el ojo público, voy a seguir teniendo mi cuota de desacuerdos con quienes trabajan en los medios de comunicación. Tal vez incluso más de lo que me toca. No sorprenderá a nadie que no crea que se me dio siempre un trato justo o equitativo.

Pero a pesar de eso, respeto mucho los medios de comunicación. Son importantes. ¡Una prensa libre permite un debate vigoroso! Y dicho debate es absolutamente vital para nuestra democracia.

Así que por muy difícil que a veces pueda ser, todos debemos mirar más allá de los agravios personales. Tenemos que avanzar más allá de las pequeñeces de la política. Y debemos permitir que estos hombres y mujeres de increíble talento y esforzados trabajadores hagan las preguntas difíciles y nos hagan rendir cuentas a nosotros y a nuestro gobierno. Porque su misión es tan cierta como el sol naciente sobre el Talkeetna y los montes Susitna.

Vale – nada de eso está realmente en el libro. Ni una palabra. ¡Pero realmente lo creo!

Y creo que vivimos en un hermoso país bendecido con tantas personas diferentes que quieren que lo mejor para sus hijos, para sus familias y para nuestra gran nación. Estoy muy orgullosa de ser estadounidense.

Y de eso es de lo que voy a seguir hablando adónde viaje, sea donde sea que me dirija. No hay mejor lugar que aquí para anunciar adónde voy. ¡Voy a lowa! Estaré allí mañana desde el mediodía hasta las 3.00 pm en la librería Barnes & Noble en Sergeant Road en Sioux City. Lleguen temprano. Se esperan largas colas.

Gracias a todos. ¡Que Dios bendiga a los Estados Unidos!

Cuesta imaginarse lo inimaginable, lo que se produjo al final de la cena: que los periodistas más cínicos de los Estados Unidos saltaran de sus sillas y corrieran a pedir autógrafos a Sarah Palin como si fueran una pandilla de adolescentes ante Hanna Montana. Pero así fue.

Sarah Palin contra William Shatner

Y, por fin, el último momento memorable de la gira de Sarah Palin por todo Estados Unidos tuvo lugar cuando apareció por sorpresa en el programa estrella de la NBC “The Tonight Show with Conan O’Brien” donde se divirtió de lo lindo dándole la réplica al actor William Shatner, el recordado capitán Kirk de la serie “Star Trek”.

El motivo de su presencia en el programa estribaba en que Shatner había hecho ya varias apariciones en él durante los últimos meses mofándose tanto del anuncio de su dimisión como gobernadora de Alaska como de los mensajes que publica cotidianamente en su página de Twitter, que él releía como si fueran poemas. Aquella noche en concreto, estaba previsto que Shatner hiciera lo mismo, pero esta vez releyendo algunos párrafos de Going Rogue.

Así pues, Shatner empezó a leerlo los párrafos seleccionados y lo hizo con su tono burlón habitual e incluso acompañamiento de música, mientras sujetaba el libro en sus manos. Fue entonces cuando apareció Sarah Palin en escena y le dio la réplica siendo ella esta vez quien hiciera poesía leyendo algunos fragmentos de la propia autobiografía de William Shatner, Up Till Now, publicada ese mismo año, también con tono burlón y acompañamiento musical en una escena que permitió que Palin mostrara una de sus facetas que más se han empeñado en ocultar sus críticos: su simpatía y enorme sentido del humor. La escena resultó de lo más hilarante y ambos protagonistas, Palin y Shatner, abandonaron el escenario cogidos de la mano.

Por una vez, un medio de comunicación dejaba de reírse de Sarah Palin y se reía con ella, cambiando lo que hasta entonces era el paradigma de esos mismos medios de comunicación: Palin sólo puede ser tomada a broma. De este modo, O’Brien demostró que Sarah Palin no sólo es un auténtico “animal televisivo” al que la cámara simplemente adora, sino también que tiene una capacidad natural de ganarse al público, especialmente a ese amplio fragmento del llamado “centro” que suele juzgar a los políticos no tanto por sus programas electorales como por su personalidad. ¿Era ése pues un nuevo comienzo? Tal vez. Sólo el tiempo lo dirá, pero no  está de más recordar que no es Sarah Palin quien depende de los medios de comunicación para construir su imagen puesto que eso ya lo ha hecho e incluso se ha visto obligada a hacerlo teniendo a esos mismos medios de comunicación en su contra, sino que son los medios de comunicación los que dependen de Sarah Palin para revigorizar sus programas, algo que comprobó Oprah Winfrey y que una futura aparición de Palin en el programa de Jay Leno acabará confirmando. Llegados a este punto, Palin ya no necesitaba a nadie, bastándose ella sola para situarse como un punto de referencia en el panorama político estadounidense. Y eso iba a tener consecuencias.


Escribiendo America is ready! (III) – Diario de una gran aventura

18/10/2010

 

Les tenía olvidados. Les pido perdón. Hace ya mucho tiempo desde la última vez que les comenté cómo me iba lo del libro, America is Ready! La verdad es que escribir un libro es un trabajo de los más esforzados, sobre todo cuando uno pretende que se trate de un libro con una cierta calidad y, precisamente por ello, pone mucho cuidado en no decir tonterías. De momento, creo que voy por buen camino, pero aún queda mucho por hacer, lo reconozco.

¡Eh, que yo no llevo gafas! ¿Quién ha puesto esta foto aquí?

¿Cómo voy? Pues, de momento, les puedo decir que ésta es la lista de capítulos que tengo terminados, al menos en una primera versión.

AMERICA IS READY!
Sarah Palin y la revolución del sentido común en Estados Unidos

Introducción: ¿Por qué Sarah Palin?

El nacimiento de los Estados Unidos de América

1776. El año en que todo cambió en América.
Una independencia que ganar: de trece colonias a trece estados.
Una nación que construir: de trece estados a una Unión.

El sistema político de los Estados Unidos de América

La piedra fundamental: la Constitución.
Un sistema bipartidista: El Partido Demócrata y el Partido Republicano.
Eligiendo a sus representantes: el Electoral Day.
Haciendo las leyes: el Congreso.
Aplicando las leyes: el Presidente.
Velando por las leyes: el Tribunal Supremo.
El otro platillo de la balanza: los estados.

Sarah Palin, hija de pioneros

Creciendo en Alaska: la joven Sarah Heath.
Sarah Palin, alcaldesa de Wasilla.
Sarah Palin, gobernadora de Alaska.

El salto a la política nacional

Las primarias republicanas de 2008.
Buscando a su vicepresidente: el ticket McCain-Palin.
La desastrosa campaña electoral republicana.

El surgimiento de una nueva fuerza

Barack Obama: el rival que pudo con Hillary Clinton.
Los primeros cien días de la administración Obama.
La eclosión de los descontentos: nace el Tea Party.

El surgimiento de una nueva líder

La vuelta a Alaska de Sarah Palin y su dimisión como gobernadora.
Avanzando en otra dirección: la reforma de la sanidad y una nota en Facebook.
Hong Kong, Going Rogue y otras cosas: los estadounidenses redescubren a Sarah Palin.

Si la comparan con cualquiera de las listas de capítulos que les he ido publicando anteriormente, no dejarán de darse cuenta de que ha variado bastante. Y es que a medida que me pongo a escribir más y más me voy dando cuenta de que “el libro” tiene su propia opinión y cosas y temas que yo me pensaba que eran de lo más oportuno, al final resulta que no lo son. Sencillamente, no funcionan. Más de una tarde me he pasado en el parque, paseando caviloso, preguntándome por qué no me salía un capítulo hasta que al final me he dado cuenta de que eso era así porque lo estaba enfocando mal y tenía que cambiar mis ideas. Dicho y hecho, de vuelta a casa, nuevamente a escribir pero ahora con el nuevo esquema en la mente y mi bloqueo desapareció como por arte de magia.

De momento, llevo escritas unas 92.000 palabras y calculo que aún me faltan unas 20.000 más. Y es que no se trata únicamente de los capítulos, sino también de una serie de anexos que entiendo que serán imprescindibles a la hora de leer el libro. Helos aquí:

Anexos

La Declaración de Independencia.
La Constitución de los Estados Unidos de América.
Votos electorales por estado.
Presidentes de los Estados Unidos de América.
Estados de los Estados Unidos de América.
Resultados de las elecciones presidenciales de 2008.
Lista de ethics complaints presentadas contra Sarah Palin.
Lista de fechas y localidades del Going Rogue Tour.

En principio, me faltan por redactar los siguientes capítulos, pero ya les advierto que es sólo una previsión a la espera de que me ponga a la labor y vea si efectivamente esos son los capítulos que tienen que ser redactados o habrá que realizar algún retoque:

El surgimiento de una nueva alternativa

La primera prueba de fuerza: NY-23.
Un movimiento encuentra a su líder: Sarah Palin y la I Tea Party Convention.
La lucha por el alma del Partido Republicano: los RINO contra los conservadores.

El largo proceso de primarias

Nuevos líderes para una nueva revolución: Sarah PAC y los respaldos de Sarah Palin.
Cinco momentos cumbre: Michelle Bachmann en Minnesota, Carly Fiorina en California, Nikki Haley en South Carolina, Joe Miller en Alaska y Christine O’Donnell en Delaware.

Las elecciones del midterm

La campaña electoral.
Los resultados.

Conclusión: Lo que queda hasta 2012.

La verdad es que no creo que haya que retocar mucho, pero por lo que se refiere al capítulo sobre las elecciones del midterm es muy posible que sí ya que la trama de ese capítulo se está desarrollando actualmente y estoy a la expectativa de lo que pueda suceder. Por descontado, tan pronto como tenga los resultados de las elecciones se lo contaré y les daré mi opinión y esa entrada o entradas que publique serán la base del capítulo correspondiente.

Por otra parte, mi tarea de búsqueda de una editorial que quiera arriesgarse a publicar un libro así ha resultado infructuosa y desisto de ello. Como quiera que tampoco tengo ninguna intención de hacer dinero con él porque lo mío con Sarah Palin es realmente vocacional, he decidido regalarlo. Lo escribiré, lo maquetaré, lo dejaré preparado como un archivo PDF y lo pondré a disposición de todos aquellos de ustedes que tengan a bien solicitarme una copia. Como que estará en PDF, podrán imprimirlo y hasta llevarlo a una imprenta los que quieran y pedir que se lo encuadernen. La verdad es que no tengo muchas ganas de complicarme la vida con estas zarandajas. Yo sólo quiero ayudar a que Sarah Palin sea mejor conocida por todos aquellos que estén dispuestos a prestar un poco de su tiempo a oír lo que esta extraordinaria mujer tiene que decirnos y la verdad es que me daría mucha vergüenza que alguien pudiera reprocharme que estoy haciendo dinero con ella. Yo no quiero hacer dinero con ella; yo sólo quiero una foto suya dedicada, ¡ea! Así pues, despreocúpense todos aquellos que temían que pudiera ser muy caro lo mío porque va a ser regalado y aún debería ser yo quien les pagara a ustedes por su bondad a la hora de dedicar su escaso tiempo libre a leerme a lo bestia, que un libro de casi 120.000 palabras no es moco de pavo.

¿Cuándo lo podrán tener en sus manos? Pues me temo que aún habrá que tener algo de paciencia porque no puedo trabajar todo lo que quisiera. He calculado que al ritmo que voy lo tendré terminado a mediados del mes que viene (me quedan unos días de vacaciones y los voy a aprovechar para seguir las elecciones del midterm en directo, además de para darle un empujón al librico). Cuando termine, será como si hubiera levantado una enorme pared de 120.000 ladrillos; estará recta, estará bien alineada y no se caerá, pero aún habrá que enlucirla y pintarla. O sea, revisar el manuscrito por lo menos dos veces. No quiero poner a disposición de ustedes el libro antes de que esté lo mejor que pueda garantizarles, que será cuando me vea absolutamente incapaz de mejorarlo. Es lo menos que se merecen, ¿no?

Les voy a dar una fecha límite: el 14 de marzo es mi segundo aniversario como bloguista palinista feroz y a mucha honra. Ésa será la fecha límite. Sí, ya sé que todavía falta un montón, pero se me caería la cara de vergüenza si les ofreciera algo que no fuera lo mejor de lo que soy capaz. Y sé que puedo hacerlo muy bien, pero a base de trabajo, trabajo y más trabajo. Yo no soy ningún genio y a mí las cosas no me salen por inspiración sino por transpiración que decía aquél.

De todas formas, para que no sea tan larga la espera les voy a ofrecer un avance: el borrador del último capítulo que he escrito. Si ven el índice, verán que es uno titulado: “Hong Kong, Going Rogue y otras cosas: los estadounidenses redescubren a Sarah Palin”. ¡Ojo! ES UN BORRADOR. Aún tengo que trabajar bastante en él: enlucirlo y pintarlo, ya saben. Pero me ha parecido que estaría bien el ofrecérselo para que vean por donde van los tiros y puedan hacerse una idea de cómo quedará finalmente. Hace un tiempo les publiqué el primer capítulo, uno titulado “1776. El año en que todo cambió en América”. Bien, ese ya está enlucido y con una mano de pintura; prácticamente concluído. Pues la versión que tengo escrita ahora se parece poco a la que publiqué en su momento. Yo creo que es mucho mejor. De hecho, cuando la leo yo, no me creo que la haya escrito yo. Ésa es la piedra de toque para que yo dé por concluido un capítulo: debe parecerme escrita por otra persona.

Ése capítulo se lo ofreceré a todos ustedes mañana porque es bastante largo (creo que es el segundo más largo de todo el libro) y no quiero hacer hoy una entrada kilométrica. Nuevamente les advierto que se trata de un borrador y que yo ahora mismo no hago más que verle defectos que tengo señalados con lápiz rojo, muy rojo. Sean compasivos y no se crean que es una versión definitiva, por favor. La definitiva será verdaderamente legible. Y, por supuesto, siéntanse libres de hacer todos los comentarios que estimen oportunos, sean buenos o malos. Y si alguno de ustedes localiza un error, dígamelo, por favor. Me gustaría que considerasen este libro tan suyo como mío y que hablásemos a partir de ahora de nuestro libro. Porque, al fin y al cabo, todos estamos aquí por Sarah, ¿verdad? Y todo lo que sea poder echarle una mano lo haremos encantados. Por supuesto que sí.

Hasta la próxima pues.

P.D. Recuerden que es un borrador, ¿eh? Que no es la versión definitiva. Que aún hay que retocarlo mucho. ¿Se lo he dicho ya?  ¿Sí?


De cómo el Tea Party metió la pata en Idaho y Sarah Palin no dijo ni mu (y II)

12/10/2010

 

En la anterior entrada dejamos todo el asunto con el candidato demócrata Walt Minnick más contento que unas Pascuas con su nota de respaldo por parte del Tea Party Express, lo cual le permitía sacar pecho y presumir de “candidato de consenso”, tan estimado por la izquierda como por la derecha. Por su parte, los dos candidatos republicanos, Vaughn Ward y Raúl Labrador, seguían estupefactos e intentando entender qué aire les había dado a los del Tea Party Express para ocurrírseles apoyar al candidato demócrata cuando cualquiera de ellos dos es más conservador que Minnick y aquel es justamente uno de esos escaños de la Cámara de Representantes que más fácilmente pueden volver a manos republicanas, con la falta que eso hace.

La excusa que dio el Tea Party Express es que convenía apoyar a algún candidato demócrata más o menos presentable siquiera para cerrar la boca de aquellos que no hacen más que protestar de que el movimiento Tea Party es un movimiento vinculado exclusivamente al Partido Republicano y que sólo apoya a sus candidatos y sólo ataca a los demócratas. Una excusa bastante pobre porque si el movimiento Tea Party se ve en la tesitura de tener que apoyar sólo a candidatos republicanos por algo será, ¿no? Por ejemplo, que no hay ningún candidato demócrata que se adhiera a los principios del movimiento Tea Party (gobierno limitado, responsabilidad fiscal, patriotismo, estricta interpretación de la Constitución, etc.). Y es que si lo hubiera, ese candidato ya no sería demócrata sino que se hubiera pasado al Partido Republicano. ¡Por eso es imposible apoyar a un demócrata! Parafraseando a Ann Coulter, no existe un demócrata inteligente porque cuando uno lo es resulta que ya se ha pasado a los republicanos, ¡caramba!

De todas formas, y tal como ya les avancé de alguna manera en mi anterior entrada, no hay que confundir al Tea Party Express con la totalidad del movimiento Tea Party. Ya les dije que el movimiento Tea Party no es un partido político organizado y con su correspondiente jerarquía, postulados ideológicos y organización dedicada a la toma de decisiones (eso es lo que no consiguen entender de ninguna manera los periodistas españoles, por ejemplo, que hablan del Tea Party como si fuera precisamente eso). El movimiento Tea Party es un movimiento, la expresión visible de un profundo malestar existente entre los estadounidenses y que se refiere a la manera como su clase política ejerce sus potestades en su nombre. Es el “politics as usual” que tantas veces menciona Sarah Palin. Y como tal, no existe jerarquía alguna, sus postulados ideológicos son muy genéricos y de organización interna nada de nada. Es un paraguas bajo el que se cobijan multitud de organizaciones y particulares que asumen la idea general del movimiento (¡estamos hasta los mismísimos… de nuestros políticos, tanto de los de un lado como de los del otro!) y que aúnan esfuerzos en pro de un cambio de rumbo que limpie Washington de los mismos de siempre y lleve en su lugar a otros nuevos comprometidos con sus votantes y que, ante todo, sean conscientes de que su misión es la de llevar la voz de estos al Congreso de los Estados Unidos, no la suya propia.

El movimiento Tea Party, que actualmente está siendo coordinado en lo posible por la National Tea Party Federation, se compone estrictamente de unas 61 organizaciones así como de otras 21 con las que mantiene buenas relaciones. Entre estas, podemos mencionar como las más conocidas a:

  • ­ Americans For Limited Government
  • American Majority
  • Americans For Prosperity
  • FreedomWorks
  • Independence Caucus
  • Liberty First
  • Our Country Deserves Better PAC
  • Smart Girl Politics
  • Tea Party Nation
  • Tea Party Patriots
  • The 912 Project
  • The Patriot Caucus

De entre ellas, la que nos interesa resaltar ahora mismo es Our Country Deserves Better PAC porque es dentro de ella que encontramos al Tea Party Express. OCDV PAC es eso, un PAC (polítical action committee) y como tal recauda fondos y los distribuye entre los políticos a los que apoya. Así, por ejemplo, fueron ellos los que apoyaron más intensamente la campaña electoral del ahora senador Scott Brown en Massachusetts, pagando hasta 350.000 dólares en anuncios televisivos en su favor. También han organizado los tres Tea Party Express que se han producido hasta ahora, siendo el más recordado por todos nosotros el tercero de ellos, el Tea Party Express III, siquiera porque su salida tuvo lugar en Searchlight (Nevada), la localidad natal del senador demócrata Harry Reid, adonde acudió Sarah Palin a pronunciar un pequeño discurso y dar su apoyo a la iniciativa, así como acudió también a la penúltima parada del recorrido en Boston (Massachusetts). Además, han apoyado exitosamente a Sharron Angle en Nevada en su campaña contra su rival en las primarias republicanas Sue Lowden, gastándose casi medio millón de dólares en anuncios para ella (sí, tienen pasta; ya lo creo). En Utah, apoyaron exitosamente también a Mike Lee contra su rival en las primarias republicanas Bob Bennett, el actual senador, y en Alaska, de nuevo exitosamente, a Joe Miller en Alaska contra su rival republicana en las primarias Lisa Murkowski. En los tres casos, se trata de candidatos al Senado de los Estados Unidos.

Pero como quiera que el movimiento Tea Party no es una organización vertical, organizada de arriba abajo, no tiene una cúpula directiva y no puede dar órdenes a sus afiliados (que tampoco los hay, en realidad; cada persona apoya a su organización local en la medida que le da la gana y ya está). En consecuencia, si los del Tea Party Express deciden que les gusta Minnick y que ya está bien de pasar por ultraderechistas siempre y que van a darles con un canto en los dientes a todos esos que les dicen tantas cosas feas, pues nadie puede hacer nada y ahí va el Tea Party Express metiendo la pata de tal manera que difícil será para ellos empeorarlo. Pero sí que lo empeoraron… y mucho.

Toda la culpa la tiene una carta satírica que el portavoz del grupo, Mark Williams, publicó en su página web en respuesta a una serie de críticas realizadas al movimiento Tea Party por parte de la National Association for the Advancement of Colored People (NAACP), acusando a varias de sus organizaciones de racistas, lo cual es el pan nuestro de cada día. El caso es que Mark Williams se sintió tan ofendido por la acusación que acto seguido publicó esa carta a la que hemos hecho mención y que, pretendiendo estar dirigida al presidente Abraham Lincoln, decía exactamente esto:

Estimado Sr. Lincoln:

Nosotros, la gente de color, hemos votado y decidido que no nos mola toda esa cosa de la emancipación. La libertad significa tener que trabajar de verdad, pensar por nosotros mismos y asumir las consecuencias junto con las recompensas. Eso es demasiado pedir de nosotros, la gente de color, ¡y exigimos que se detenga!

De hecho, tuvimos una gran reunión y una votación en Kansas City esta semana. Votamos a favor de condenar ese revival político del viejo espíritu abolicionista que se denomina “movimiento Tea Party”.

La postura del Tea Party de “poner fin a los planes de rescate”, por ejemplo, es una tontería. Los planes de rescate son simplemente un montón de dinero para el bienestar ¿y no es eso precisamente por lo que toda la gente de color lucha? ¿Qué clase de racista quería terminar con un montón de dinero para el bienestar? ¡Lo que tienen que hacer es empezar a destinar los planes de rescate directamente a nosotros, la gente de color! Por supuesto, la National Association for the Advancemente of Colored People es la única parte responsable a la que debería serle concedido el derecho a asignar los fondos. ¿Y esa ridícula idea de “reducir el tamaño y la intromisión del gobierno”? ¿Qué clase de amo no querría controlar mi vida? ¡Como gente de color alguien debe cuidar de nosotros o de lo contrario estaríamos solos, tendríamos que pensar por nuestra cuenta y tomar decisiones!

El racista Tea Party también exige que el gobierno “detenga el gasto fuera de control”. De nuevo, afecta directamente a la gente de color. Eso significa que nosotros, la gente de color, tendríamos que competir por los puestos de trabajo como cualquier otro y eso no es justo. Tal vez el punto más racista de todos en el Tea Party es su exigencia de que el gobierno “deje de subir los impuestos”. ¡Eso es indignante! ¿Cómo vamos a conseguir nosotros, la gente de color, una televisión de pantalla ancha en cada habitación y a los que no son de color se les permite conservar el dinero que ganan? ¡Totalmente racista! ¿El Tea Party espera que nosotros, gente de color, seamos miembros productivos de la sociedad?

Sr. Lincoln, usted fue el mayor racista de todos. Teníamos una gran situación. Tres comidas, alojamiento, todas nuestras decisiones tomada por el amo de la casa grande. Por favor, derogue las Decimotercera y Decimocuarta Enmiendas y déjenos volver a donde pertenecemos. 

Sinceramente,

Como pueden ver, una carta de lo más ácida que uno puede imaginarse. Personalmente, no me hace gracia porque creo que falla en su intención de concretar a sus destinatarios, que son los de la NAACP, y, en consecuencia, engloba a todos los negros estadounidenses lo que puede hacer sentirse ofendidos a muchos de ellos que no tienen culpa de nada, pero tampoco la considero terrorífica. Desacertada y para de contar. Además, quienes ya llevamos un par de años siguiendo a Sarah Palin hemos tenido la desgracia de leer y escuchar cosas mucho peores que ésta y sin que nadie moviera un dedo en su defensa (aparte de nosotros, bloguistas palinistas). E incluso los “graciosos de turno” se han sentido indignados cuando Palin ha protestado (¿recuerdan los comentarios repulsivos de Jay Leno sobre su hija Willow? Nosotros sí).

Mark Williams, el portavoz de Tea Party Express. Sin comentarios. Que cada uno saque sus propias conclusiones, por favor.

El caso es que la carta es desacertada porque los de la NAACP aprovecharon que Williams picó el anzuelo y montaron una de aquí te espero clamando “¡racista!” a voz en grito. En Idaho, el escándalo provocó que Minnick, el candidato demócrata que tan felices se las prometía, tuviera que tomar partido por la NAACP (por supuesto) y exigiera que el Tea Party Express expulsara a Williams de la organización. El Tea Party Express dijo que no, que tururú, y Minnick replicó por escrito condenando al Tea Party Express y rechazando su anterior apoyo prestado por parte del grupo. De todas formas, Minnick no quiso romper del todo con el movimiento Tea Party y declaró que mientras que la carta de Williams era de muy mal gusto:

Ésa es una razón por la cual mi interacción con el popular movimiento Tea Party aquí en Idaho ha sido muy positiva. Encuentro que la vasta mayoría de sus miembros son cordiales, educados y sinceros. Aunque están fuertemente en descuerdo con el presidente y sus políticas, su pasión tiende a enfocarse en los asuntos y no en las personalidades. Por supuesto, en cualquier movimiento hay algunos que llevan las cosas demasiado lejos y dicen o hacen cosas odiosas o hirientes que dañan la causa de todo el grupo. Sin embargo, aquellos que ascienden o reclaman el liderazgo en esos movimientos tienen la obligación de liderarlos con respeto por el movimiento y sus miembros y en consecuencia ser responsables de sus obras y sus palabras.

Uno sospecha que Minnick nunca se sintió demasiado a gusto con el apoyo de marras y que vio el cielo abierto cuando estalló el escándalo como la excusa perfecta para deshacerse de él quedando tan ricamente con el resto del movimiento así como con sus seguidores izquierdistas tradicionales.

Por su parte, Labrador, el candidato republicano vencedor de las primarias, declaró a su vez que condenaba la acción de Williams también, pero pidió que no se culpabilizara a todo el movimiento Tea Party por lo que no es más que la actuación de una sola persona:

Como alguien que ha experimentado el racismo [Labrador es portorriqueño], condeno las declaraciones de este particular. Pero he conocido a mucha gente de diferentes razas en los actos del Tea Party y no creo que las acciones de esta única persona deban ser representativas del resto de personas del movimiento.

¿Y cómo terminó el asunto? Pues finalmente la National Tea Party Federation tomó cartas en el asunto y exigió a su vez la expulsión de Williams del Tea Party Express y el rechazo por parte de estos de su carta, que calificaron de “claramente ofensiva”. La carta fue finalmente retirada de la página web del grupo, pero Williams fue apoyado expresamente por el Tea Party Express y, en consecuencia, la National Tea Party Federation decidió expulsar a todo el grupo del movimiento Tea Party.

Tras semejante resolución, Williams declaró que era una lástima que la NAACP haya escogido el aprovecharse de la situación en lugar de ayudar realmente a la comunidad negra:

No me sorprende que estén entrando al trapo porque la NAACP acaba de descubrir un pozo de petróleo bien lleno de contribuciones en efectivo que les llegarán después de esta resolución [la de la National Tea Party Federation]. Y sé que Al [Sharpton] y Jesse [Jackson, Jr.] van a querer su parte. Los mercaderes de esclaros del siglo XVI deben de haber sido tan buenos explotando a los africanos como lo son ellos.

 En fin, que finalmente la NAACP logró su victoria y al movimiento Tea Party le han sacudido un estacazo que no debería haber recibido nunca, pero las cosas son así. Por mi parte, ya se lo he dicho: la carta es desacertada, pero nada más. Lo que ocurre que cuando uno es un maestro en utilizar la más mínima excusa para armar lío como lo es la NAACP, estos errores se pagan. Williams tendría que haber sido más listo y no haberse dejado tentar por esos tipos, pero no lo fue y las consecuencias a la vista están.

Una metedura de pata. Nada más. El Tea Party Express seguirá existiendo y seguirá actuando, no lo duden. Ya lo dijo Williams en su momento:

No hay un liderazgo en el movimiento Tea Party, cada miembro del Tea Party es un líder.

Y Sarah Palin siguió sin decir ni mu. Hasta la próxima entrada.


De cómo el Tea Party metió la pata en Idaho y Sarah Palin no dijo ni mu (I)

09/10/2010

 

Lo prometido es deuda (¿lo he dicho alguna vez antes esto?). El caso es que me ofrecí en mi entrada anterior a explicarles el curioso caso del Tea Party apoyando a un candidato demócrata en el estado de Idaho y, a la vista del interés que me han manifestado por saber qué había pasado, voy a cumplir mi palabra para que vean que no soy político ni hijo de político (que lo dice la Biblia).

Antes que nada, darles mi opinión sobre lo que sucedió con Vaughn Ward, el que algunos ya catalogaron en su momento como el peor candidato de la historia de los Estados Unidos. ¡Hombre, tampoco hay que exagerar! Es cierto que Ward metió la pata hasta el fondo y que no lo hizo una ni dos ni tres veces, sino un buen montón, pero tampoco hay que cargar las tintas. Si Ward no hubiera sido respaldado por Sarah Palin, seguro que nadie sabría nada de él y sus pifias habrían quedado para la historia local, o sea para algún ratón de biblioteca y nada más.

En mi opinión, Ward era un buen candidato a quien se le subieron los humos a la cabeza. No pongo en duda la firmeza de sus creencias conservadoras ni la rectitud de sus intenciones, sobre todo porque eso es algo que Sarah Palin y sus colaboradores seguro que comprobaron sobradamente antes de hacer público su respaldo. Sin embargo, la gestión de su campaña demostró una total falta de profesionalidad, fuera la culpa de quien fuera: suya, de su director de campaña o de Perico de los palotes. En un país, los Estados Unidos, donde la dirección de campañas electorales es una profesión y una de las más competitivas que existen, uno no pude cometer errores tan garrafales como hacer una página web de cortar y pegar y confiar en que nadie se dé cuenta de ello, copiar párrafos del discurso electoral de otro candidato y pensar que ya nadie lo va a descubrir y, sobre todo, ir de chulo por la vida y pretender no saber dónde está Puerto Rico, que, para más inri, es el lugar de nacimiento de tu rival, que te pillen no sabiéndolo y encima presumir de que eso no tiene ninguna importancia.

El respaldo de Sarah Palin es uno de los más codiciados actualmente por cualquier candidato aunque por sí solo no garantiza la victoria. Es cierto que puede decantar una elección reñida a favor de uno de los contendientes, pero sólo si ese candidato aprovecha ese plus de popularidad que le otorga el reconocimiento por parte de Sarah Palin para impulsar su campaña electoral y llegar así hasta donde no había llegado por sus propios medios, ya sea a la hora de recaudar fondos, obtener popularidad o lograr la confianza del electorado. Y eso es una cosa que la propia Sarah Palin valora mucho a la hora de hacer públicas sus notas de apoyo: en qué momento es más conveniente para su patrocinado que lo haga. Si Ward se pensaba que sólo porque ella le respaldaba la elección estaba ganada, bien equivocado estaba. Si hubiera gestionado inteligentemente su campaña, ese respaldo le habría supuesto el abrir una brecha insalvable entre su rival y él a poco más de dos meses de la fecha de la votación, lo que a la postre le hubiera dado la victoria, pero no fue así y un tonto apoyado por Sarah Palin no se vuelve listo de la noche a la mañana sino que continúa siendo tonto. Sarah Palin no gestiona las campañas de sus patrocinados ni les ofrece más ayuda que su apoyo público y tal vez una modesta contribución económica a través de SarahPAC; si un candidato ha de ganar, lo hará por sus propios méritos y no porque ella lo avale. O sea, que cuidado porque Sarah Palin no hace milagros y estas primarias en Idaho así lo demuestran.

¡Qué vergüenza! Un demócrata aquí en mi blog… Nunca había pasado y me siento abochornado. En fin, que no hay más remedio. Les presento a Walter (más conocido por Walt) Minnick, el candidato demócrata a la Cámara de Representantes por la 1ª circunscripción electoral de Idaho. Él será el rival de Raúl Labrador, el vencedor de las primarias republicanas.

Walt Minnick, que logró su escaño en 2008, batiendo al republicano Bill Sali, el entonces representante en Washington, no tuvo rivales en estas pasadas primarias demócratas. De 67 años de edad, Minnick empezó su carrera política en tiempos del presidente Nixon y fue uno de los creadores de la famosa Drug Enforcement Administration (DEA) aunque dimitió de su cargo cuando se hizo público el escándalo Watergate, dejando entonces la política y dedicándose a su trabajo como abogado en el sector privado hasta que en 2008 volvió a presentarse para un cargo político, ganando las elecciones.

Su historial hasta ahora es corto, pero nadie puede dudar de que se trata de un blue dog democrat, o sea uno de esos demócratas que votan más veces conservador que liberal. Así, Minnick ha votado contra la ley de estímulo económico (¡bien!), contra Obamacare (¡bien!) y contra la ley de cap-and-trade (¡bien!). Vamos, que Minnick es uno de esos demócratas con los que uno podría hablar y hasta entenderse en un Congreso que no estuviera obsesionado con “transformar” los Estados Unidos, pero de eso a votarlo…

Y eso fue precisamente lo que pasó. En abril, el Tea Party Express, uno de los muchos grupos organizados que componen el movimiento Tea Party, anunció que respaldaba su candidatura por más que hubiera otros dos candidatos republicanos (ya fueran más o menos conservadores) en liza, dejando estupefactos tanto a republicanos como al propio demócrata quien debió de preguntar acto seguido si el infierno se había congelado y si alguien había visto a un cerdo volando. Según uno de los dirigentes del Tea Party Express, Sal Russo, su apoyo se debía al hecho de que es importante que el movimiento apoye a demócratas como Minnick “que tienen la voluntad de hacer frente a Pelosi y a Reid”, sobre todo cuando se trata de cuestiones económicas.

La cara que le quedó a los dos candidatos republicanos fue un poema, por descontado y sus declaraciones fueron en tal sentido: sencillamente no entendían nada y ya estaban hartos de ir con la cabeza levantada buscando a esos malditos cerdos voladores que nadie lograba ver. Pero es que no era sólo a ellos dos, Ward y Labrador, a quienes sorprendía y molestaba esa noticia, sino también a los miembros del Tea Party local, que tampoco entendían nada y no estaban nada convencidos de los argumentos dados por Russo.

Éste, por su parte, seguía defendiendo la bondad de su respaldo y alegó que su grupo habían consultado con una larga serie de grupos y activistas individuales del propio Idaho antes de tomar su decisión y que su objetivo final era el de “animar a otros” demócratas a plantar cara a Pelosi y a Reid. “Cuando encuentras a alguien con la voluntad de plantarse, uno va y se planta con él”, dijo finalmente. Incluso anunció la posibilidad de que no fuera el único demócrata al que apoyaran y que hubiera más ya que “no puede tratarse de una cuestión de un solo partido. La responsabilidad fiscal tiene que estar incrustada en ambos”.

Es cierto que el movimiento Tea Party siempre ha estado por encima de ambos partidos y que ha exigido a ambos que se reformen y asuman los mismos principios, especialmente a la hora de gestionar el dinero público, acabando con el derroche. También es cierto que Minnick no sólo no apoyó la ARRA, la ley de estímulo económico, sino que propuso su propia versión de la misma en la que en lugar de 830.000 millones de dólares se bajaría a 170.000 millones y, lo más interesante, desaparecían todas y cada una de las previsiones existentes en la ARRA de earmarks (ya saben, la pasta esa que se llevan cruda los legisladores a cambio de su apoyo), así como incluía la previsión de que todo el dinero que no se hubiera gastado todavía una vez que empezara la recuperación económica fuera devuelto a las arcas federales.

Sin embargo, si bien Minnick votó en contra de todo esto, también es cierto que votó A FAVOR de que Nancy Pelosi fuera la speaker de la Cámara de Representantes y no hay motivos para dudar de que lo vuelva a hacer en 2011, cuando se abra el nuevo período de sesiones. Y si ella es la speaker, la agenda legislativa será la que ella quiera. No hay ninguna seguridad de que la Cámara de Representantes vaya a ser republicana después de las elecciones de noviembre, así que cada voto cuenta y cada escaño arrebatado a los demócratas también. Apoyar al demócrata Minnick en un estado republicano, especialmente cuando su elección en 2008 fue muy ajustada y algo así como un accidente y existen actualmente dos candidatos republicanos con serias posibilidades de desbancarlo no es un error sino un crimen casi. Minnick puede ser un buen gestor económico y estar en desacuerdo con el despilfarro y demás, pero en cuestiones de principios, en cuestiones de Gran Gobierno, de “estado del bienestar” y de empujar al país hacia el socialismo, no lo está y sólo por eso no se le puede ni dar la mano siquiera por la calle. Y mucho menos un respaldo abierto.

¿Qué hay en realidad detrás de este apoyo tan extravagante? Tampoco hay que buscarle tres pies al gato. Sencillamente, que el Tea Party Express ha querido incluir al menos a un demócrata en su lista de apoyos para así evitar la acusación de ser unos títeres del Partido Republicano. Y para ello han elegido al demócrata menos demócrata que han podido encontrar aunque siga siendo demasiado demócrata para que resulte digerible. Vamos, que los del Express han empezado a acomplejarse, a preocuparse más por lo que digan los demás que por lo que crean ellos que es oportuno y, en consecuencia, a volverse “bizcochables”.

Y a todo esto, ¿qué dijo el interesado, el propio Minnick, cuando se encontró respaldado por semejante gente? Pues en un principio estaba encantado, ja, ja, ja. Si es que un político es un político aquí y en Katmandú y todos son iguales. Por supuesto es lo último que se esperaba, pero una vez que le llegó, lo apreció, tal y como declaró a la CNN:

[Los teapartiers] son simplemente gente ordinaria que cree que el gobierno debería equilibrar su presupuesto. No hay nada radical en ello, así que estoy muy satisfecho de tener su respaldo.

Sin embargo, pasados los primeros días, Minnick y John Foster, su portavoz, empezaron a preocuparse por la repercusión que iba a tener ese respaldo entre sus votantes demócratas tradicionales y aunque éste último descartaba la posibilidad de rechazar el respaldo diciendo que “Walt no tiene la costumbre de rechazar apoyos”, también es cierto que le preocupaba el hecho de que “estar en una lista con Joe Wilson y Michele Bachmann no es algo que nos entusiasme”.

Foster también reveló que Minnick había sido el único representante de Idaho que había acudido personalmente a un town hall meeting organizado por el movimiento Tea Party en agosto del año pasado para tratar del tema de la reforma sanitaria. Según Foster, su jefe se mantuvo firme en sus opiniones y se ganó el apoyo de los asistentes en cuestiones económicas pero no en otro tipo de cuestiones en las que Minnick declaró que estaba DE ACUERDO con lo que estaba haciendo el presidente Obama.

Creo que [el respaldo] es una indicación del trabajo que él ha realizado sobre el terreno pero más importante de su capacidad de hablar con cualquiera y buscar posturas comunes siempre que sea posible.

Pero es que a los teapartiers de Idaho tampoco les hizo gracia el asunto. Así, la organización local del Tea Party en Boise, la capital del estado, declaró que ellos no habían sido consultados en absoluto sobre el asunto por parte del Tea Party Express. Así, tal y como dijo en su momento Russ Smerz, uno de sus dirigentes:

No sabemos de dónde se ha sacado el Tea Party nacional este respaldo de Walt Minnick. Es algo preocupante para nosotros que el Tea Party Express respalde a alguien en el estado de Idaho sin consultarnos primero a nosotros. Nosotros no respaldamos a ningún candidato ahora mismo – ni siquiera a Walt Minnick.

Y todo eso mientras los dos candidatos republicanos, Ward y Labrador, acudían por separado a distintos eventos organizados por el Tea Party local con el objetivo de ganarse su apoyo. Así, Ward declaró que a él los únicos respaldos que le importaban eran los que provenían del propio Idaho (otra metedura de pata porque eso, además de una chulería y de ser falso, implicaría despreciar los respaldos que recibió en su momento tanto de Sarah Palin como del propio Partido Republicano). En cuanto a Labrador, éste estuvo más acertado al quejarse de que el dichoso respaldo no era más que una interferencia por parte de grupos nacionales que no están familiarizados con la política en Idaho y que no asocia ese respaldo con el que puedan otorgar los grupos locales del Tea Party.

Por si acaso, el Tea Party de Boise acabó respaldando a Labrador, pero algunos de sus miembros no estuvieron de acuerdo puesto que ellos preferían a Ward y hubo rumores en su momento de una secesión en el seno del movimiento, lo que no hace más que resaltar de nuevo que el movimiento Tea Party no es en absoluto un partido político al uso, sino un mero paraguas bajo el que se cobijan multitud de organizaciones distintas que abarcan una amplísimo espectro político. Como dijo Ward más tarde, refiriéndose al propio movimiento:

A medida que crece como movimiento nacional, empezaremos a ver una jerarquía que ocupe el puesto correspondiente (…) Habrá un proceso de maduración que llevará su tiempo. Este movimiento está en sus primeras etapas y va a tener que empezar a madurar y organizarse si sus líderes quieren que las cosas se hagan.

No todos opinan en este sentido, como el anteriormente citado Sal Russo del Tea Party Express, quien dijo:

Nuestra creencia es que el movimiento será más fuerte si crece como un movimiento popular y no hay una organización nacional que dicte a los distintos grupos lo que tienen que hacer.

Por su parte, Labrador no veía nada malo en que se produzcan estos roces dentro del Tea Party, lo cual para él es “completamente saludable” para un movimiento que aún está en su infancia.

No veo nada negativo acerca de ello. Lo único que le aconsejaría a la organización nacional es el mismo que le daría a cualquiera que viniera de Washington, D.C.: antes de ponerse detrás de un candidato, hablen con la gente de aquí. Son ellos los que importa. Esto es un movimiento, no un partido.

Y eso es lo mismo que creo yo: el Tea Party es un movimiento y no un partido y como tal no debe pretender convertirse en un partido porque será un fracaso. Pero bueno, ya veremos qué sucede. Por cierto, que la historia no termina aquí porque aún tengo que explicarles más. Y tan apasionante como lo que les he contado hasta ahora. En concreto, el rechazo final de Minnick al respaldo del Tea Party Express y la expulsión del propio Tea Party Express del movimiento Tea Party por… ¡racismo! También les explicaré algunos detalles sobre el movimiento en sí.

¡Ah, que se me olvida! Y a todo esto, ¿qué dijo Sarah Palin? ¿Se acordó de California y lo que le dijeron entonces algunos del Tea Party cuando apoyó a Carly Fiorina? Seguramente, pero se lo guardó para sí y no dijo nada. Ni mu. Sarah Palin es Sarah Palin y mira que ya lo he dicho veces, pero todavía habrá que repetirlo hasta que la gente se acostumbre. Y el Tea Party es magnífico, pero no es un partido sino la expresión de una voluntad de cambio en la política estadounidense que deberá ser realizada por alguno de los dos grandes partidos políticos y no por un tercero que es claramente inviable. Y punto y final.

Y ahora me toca escribir un rato de libro. ¡Ea, al trabajo!